Una vez más se va poniendo en
evidencia con motivo de la I Guerra Mundial, la grandísima importancia que debe
concederse a las “Ambulancias de Sanidad”
cuyo objeto principal es la rápida evacuación de los heridos del campo de
batalla a los Hospitales de campaña.
El concepto actual de ambulancia
difiere del que tenía antes, pues en otra época se entendía por dicho nombre a
todo lo concerniente a sanidad, pero hoy queda restringido tan sólo al material
rodado incluyendo el ganado necesario para su transporte y el de los heridos.
FOTO 1 Heridos evacuados en una
carreta 1792
La historia de las Ambulancias es
relativamente moderna, no data de más de un siglo y cuya primera manifestación
esplendorosa la tuvo en los ejércitos de Napoleón
Bonaparte organizadas por el gran Domingo
Juan Larrey, cirujano de la Guardia Imperial, a quien se le otorgó el
título de Barón y del que Bonaparte afirmó repetidas veces que “fue el hombre más virtuoso que conoció”;
tuvo ocasión de dar constantes muestras de su vocación al santo ejercicio de la
Medicina hasta que Waterloo le hizo abandonar definitivamente a su amigo y
protector.
Estando Larrey encargado de la
sanidad del ejército del Rhin en 1792, concibió la idea de poder trasladar a
los enfermos y heridos desde los puestos sanitarios, establecidos por lo que
regular a una legua del frente, a los grandes poblados o a los Hospitales de
campaña en unas carretas, que si bien pecaban de rudimentarias, podía
apreciarse la tendencia a mejoras sucesivas con el aditamento de nuevos flejes
y ballestones elásticos.
En pocos años adiestró las masas
sanitarias en el manejo de camillas, artolas, literas, transporte de heridos a
brazo, y las dotó de sólida instrucción para atender con rapidez a los primeros
socorros, consiguiendo por este procedimiento poner las tropas del Rhin a una
altura de vigor moral incomparable con el resto del ejército. La pronta
curación de las heridas impide en el soldado se apague su ardor bélico.
Cuando Napoleón trató de
revolucionar al mundo con sus vastos planes de conquista quiso que las
ambulancias de sus tropas estuvieran montadas al estilo de las de Larrey; pero
habiéndose originado la campaña de Italia organizó el eximio cirujano un
servicio compuesto de tres divisiones, en que cada división constaba de 12
carruajes, 8 de los cuales eran de cuatro ruedas. La dotación era de 112
hombres por división, un teniente del ejército para garantizar el orden de los
enfermeros y varios cirujanos con sus ayudantes montados; en los carromatos y junto
al pescante se llevaba el material de ligaduras, torniquetes y la caja de
amputaciones con las clásicas mantas rojas que disimularan el rezumamiento de
la sangre por las heridas.
FOTO 2 Ambulancia del Barón
Domingo Juan Larrey
A los pocos años del éxito de
Marengo, y mientras Larrey con los suyos se hallaban en pleno período de
organización de Ambulancias, se fraguó la Santa Alianza formada por las grandes
potencias movidas por Inglaterra que conspiraba contra la existencia del
Imperio de nueva formación; entonces fue cuando el genio de Napoleón se puso a
prueba, encaminó su gente al encuentro del enemigo común y con los servicios
sanitarios nada homogéneos, pero dirigidos por cabezas eminentes que se
llamaban Larrey, Perzik, Dubois, Degenére y algunos más, distribuidos con otros
tantos generales, consolidaron los triunfos que el estratega alcanzó en Uma,
Jena y Austerlitz. Es preciso considerar que los mismos hombres hicieron acto
seguido las campañas de España, Austria y Rusia con relativo éxito.
El cirujano Perrik, por su parte,
contó entre sus cambios ventajosos, además del servicio de camilleros, un
sistema ce carruajes ómnibus, grandes, negros, pero de un aspecto en cierto
modo original, alargados, de corte triangular, de base inferior, semejándose a
un ataúd y en cuyo interior se almacenaba material para 1.200 curas y los
instrumentos quirúrgicos necesarios para las operaciones de urgencias. Los
cirujanos en número de tres iban sentados sobre la arista superior ofreciendo
el conjunto un aspecto triste y no menos ridículo que todos hemos tenido
ocasión de contemplar en los cuadros representativos de las campañas
napoleónicas.
Todos estos son, como se puede
apreciar los orígenes de los servicios móviles sanitarios que, a medida que han
cambiado los procedimientos de guerrear, aquéllos a su vez se han ido adaptando
a las nuevas exigencias.
FOTO 3 Ambulancias tiradas por
caballos
En España, muchos elementos, de material que integraban las
Ambulancias se reformaron notablemente siendo algunos de ellos copia de los
progresos realizados en campaña del extranjero y en cambio otros, fruto de las
desdichadas guerras civiles, citándose: la famosa parihuela perfeccionada de
campaña de Caballero, que hizo su aparición en el sitio de Bilbao, la clásica sillas
de montar de heridos de Rodríguez, el mandil de Nicasio Landa, la camilla de lienzos atados y desarticulable que el
cirujano consultor Anel presentara, etcétera, etcétera, y cuyos modelos yacen
como recuerdos históricos en el Museo de Sanidad de Madrid.
Pero si bien es cierto que hasta
el presente todo lo que concierne a Ambulancias sanitarias ha sido objeto de
estudio sistemático con ligeras variantes en cuanto al modo de funcionar, no lo
es menos el que desde hoy cambien radicalmente las normas.
Siendo el Objetivo de la
Ambulancia, la evacuación de los heridos que caen en combate, es indudable, que
la posición y modo de obrar de los elementos personal y material de que
aquellas constan, serán adaptados a las exigencias de la tropa a quien
auxilian.
Hasta la guerra actual de la I
Guerra Mundial en que los combates tenían lugar en campo raso al abrigo de
sencillas trincheras o de obstáculos naturales, la actuación de la Sanidad era
relativamente sencilla y más comparada con la de hoy en día.
FOTO 4 Mandil Landa. Ambulancia modelo Bertoni. Ambulancias
A poca distancia del frente de
primera línea se situaban los sanitarios convenientemente distribuidos a fin de
recoger en sus camillas a los heridos que no pudieran marchar por su propio
pie, o de ayudar a los que a pesar de sus lesiones pudieran hacerlo. Se
establecía un puesto de socorro a donde llegaban aquéllos y eran atendidas sus
primeras necesidades, curación de heridas infectadas y aplicación de vendajes.
Del puesto de socorro eran
conducidos en artolas, literas, a caballo o a pie al Hospital de la Ambulancia,
donde se practicaban operaciones importantes y por último pasaban al hospital
de campaña donde quedaban gran parte de los enfermos y principalmente los que
por la índole de sus lesiones fueran intransportables distribuyendo el resto
por las distintas poblaciones.
Puede decirse que todas las
campañas de estos cincuenta últimos años se han desarrollado en materia
sanitaria bajo este plan. En cuanto a los materiales de locomoción diremos que
los coches de Ambulancia sistema Lohner continúan hoy mismo (1917) dando
grandes resultados por la facilidad que prestan a la colocación de las camillas
en su interior, la ventaja en comodidad que los heridos disfrutan gracias al
movimiento suave proporcionado por los muelles y a que indistintamente pueden
llevar individuos sentados o bien tendidos en caso por ejemplo de fracturas de
las extremidades inferiores.
La característica de la lucha
actual hace que la modernización influya poderosamente en estos medios de
transporte. En efecto; los automóviles sanitarios suplen las deficiencias que
llenaban los coches; están bien acondicionados, conducen rápidamente y como
consecuencia descongestionan maravillosamente las grandes bajas que puede
ocasionar un combate.
FOTO 5 Ambulancias antiguas
En el frente francés se da el
caso de que los automóviles avanzan en ocasiones hasta la primera línea merced
a callejones abiertos ex profeso, recogen a los heridos y una vez practicadas
las primeras curas son transportados a los grandes centros de hospitalización,
al mismo París donde el herido es atendido debidamente y descansa rodeado de
los suyos.
Es máxima general en el soldado,
que desde el momento en que cae herido el pronóstico varía notablemente con la
situación del mismo respecto a la línea de combate “aún” encontrándose en las
mismas condiciones de asistencia médica (sanitaria); es preciso hacer esta
salvedad pues a nadie se oculta las deficiencias que se originan en las
proximidades de la línea. Y se comprende bien: unas veces se trata de la
consideración de una inutilidad absoluta para el porvenir, otras la
contingencia de que el enemigo pueda ocupar aquel terreno y las más, la
angustia de verse sólo, herido sin poder moverse, sin el consuelo que pudiera
recibir de sus padres, hermanos o amigos o algo que pudiera recordarle su
pueblo. Bien se hizo notar este detalle en aquella célebre orden del día que
Napoleón redactara en la que se obligaba a las bandas militares se situasen al
mediodía frente a los Hospitales de campaña con el objeto de interpretar
distintos aires, recuerdos de la patria para asegurar la pronta curación de sus
valientes soldados. Y conste que se cumplió con éxito.
Por último vienen a completar el
servicio de transporte los trenes sanitarios. En tiempos de paz es muy raro que
puedan sostenerse estas unidades porque en general apenas desempeñan ningún
papel aparte del coste que su formación originara Tienen el carácter, por lo
regular, de ser como fruto de la improvisación, pero calculado de antemano.
Quiero decir con esto que aun cuando no existan vagones “ad hoc” para la formación de un tren sanitario, se aprovechan los
existentes para con una pequeña modificación, que en la práctica se hace con
rapidez, puedan utilizarse como tales.
FOTO 6 Ambulancia en la plaza de
Okendo en San Sebastián 1910 (5)
Estas modificaciones consisten en
la adaptación de unos sistemas de suspensión de camillas en el interior de los
vagones. Los carruajes de primera, segunda y tercera apenas sirven, como no
sea: para individuos lesionados leves de cabeza o extremidad superior porque
pueden ir sentados. Excepción hecha de estos, la mayoría de los vagones
utilizados son los de mercancías, de gran resultado, en los que se acondicionan
las camillas en dos formas: o bien siguiendo el “método Mixveller” con dos órdenes de a tres camillas horizontales
superior e inferior que se repiten en la otra mitad del carruaje lo cual da una
suma de doce heridos, o bien por el “sistema
Zaborosky” que transporta el mismo número pero disponiendo las camillas en
grupos de a tres en sentido vertical; ambos métodos tienen sus inconvenientes
pero la ventaja principal estriba en la fácil colocación de los heridos y en
que deja espacio libre para el practicante
que les acompaña y atiende con su botiquín de urgencia. De este modo formando
trenes en número creciente y con personal bien distribuido se comprende cómo
por ejemplo la estación de Le Bourget “ha evacuado 4.000 heridos en un solo
día”.
El éxito de las curaciones
depende a más del buen servicio de transporte, de la pericia que los médicos
desempeñen en su cometido; sin embargo, es casi seguro, valga el caso, que los
médicos franceses presenten al porvenir estadísticas de curación mucho más
brillantes que las que obtengan los alemanes en el frente oriental y que a su
vez las de estos sean mejores que las que se den sobre el frente macedónico por
los aliados; esto nos demostrará una vez más la importancia que hay que
conceder al factor “situación del herido”
a que más arriba hacíamos mención.
FOTO 7 Ambulancias San Sebastián,
Británica y de la Cruz Roja Española
El personal ha variado muchísimo
también desde las últimas campañas. Se sabe que en al guerra de Crimea para un
ejército de 108.000 hombres, existían 78 ambulancias con otros tantos médicos,
es decir en la proporción de un médico para cada 1.400 hombres aproximadamente.
En la campaña actual (I Guerra Mundial) se observa que para el buen
funcionamiento de los servicios se precisa la dotación de un médico y varios
practicantes para 300 hombres, y que los ejércitos que no estén a esa altura de
organización sanitaria sufren las consecuencias desagradables como en el caso
patentísimo de Serbia. La Dirección de Sanidad ordenó que a los médicos viejos
o imposibilitados para el servicio activo se los llevase a las Clínicas y
Hospitales fijos y a los más jóvenes y robustos a las unidades combatientes
quedando los de condiciones intermedias al servicio de los Hospitales volantes.
De este modo empezó la guerra Serbia con 400 médicos en que al cabo de algunos
meses y para cuando terminaba su magnífica primera ofensiva con la reconquista
de Belgrado, su sanidad quedaba reducida a 300 médicos para su ejército de
cerca de 200.000 hombres.
Desde entonces se notaron grandes
deficiencias en la asistencia médica y sanitaria entre los soldados, exarcebóse
simultáneamente en la población y tropa el tifus de un modo horrendo y para
término de desdichas comienza la retirada obligada con todo lo cual la
población serbia hubiera quedado aniquilada a no ser por la fiel prestación de
las Sociedades de la Cruz Roja de distintas naciones que acudieron solícitas a
las demandas de aquellas pobres víctimas elevando el número de médicos a 750 y
el de sanitarios a 5.000. El 60 % de la mortandad entre enfermos y heridos se
debió a la carencia de personal sanitario del que hablamos así como gran parte
de las amputaciones practicadas, hubieran podido evitarse de haber recurrido a
curar a tiempo.
FOTO 8 Sellos de correos donde
aparecen ambulancias
Para terminar, las guerras como
todas las actuaciones humanas en que se ventilan la posesión de ciertas
ventajas, es un problema de máximos y mínimos como dirían los matemáticos: o
sea, obtener el mayor rendimiento con el minimun de exposición posible; aquí
podríamos tomar el primer término involucrándolo en los Cuerpos de
combatientes, potente artillería, buenas comunicaciones y aguerridos soldados,
relegando el segundo a la salvación de los cuerpos; el mal está hecho, urge
remediarlo y esto último no se consigue como no sea con una Medicina y
entusiasmos que pongan de relieve la Caridad tantas veces repetida en la
Historia desde Siloctetes y el sabio de Cos, hasta Ambrosio Pareo y Vesalio con
sus modernos continuadores Delorme, Fleming, Vrigt, Vithman, Frugori,
Medrigailoff que en punto a labor y sinceridad por el desvalido no desmerece a
sus grandes predecesores (1).
Evolución del Transporte Sanitario
Definimos el término ambulancia
como un vehículo destinado al traslado de enfermos y heridos.
Los primeros transportes en la antigüedad
se remontan a los traslados de los enfermos mentales y enfermos con la
enfermedad de la lepra, aunque la primera evidencia contrastada trata del siglo
X y fue construida por los anglosajones. Esta ambulancia consistía en una
hamaca emplazada en un carro tirado por vacas o caballos (2).
En el siglo XI, durante las
Cruzadas la Orden de Malta estableció sus hospitales para atender a los heridos
en las batallas que surgieron en Tierra Santa, aunque no hay evidencias claras
que aporten cómo llegaban los heridos a los hospitales. Posteriormente también
los normandos utilizaron las hamacas portadas por caballos.
FOTO 9 Ambulancia Ayuntamiento de
San Sebastián, Alderdi Eder
Las primeras ambulancias usadas
en emergencias de las que se tiene constancia en la Sanidad Militar sobre las
primeras ambulancias usadas en emergencias de las que se tiene constancia
fueron las empleadas durante el reinado de Isabel I de Castilla en 1487. Anteriormente
en 1476, en la batalla de Toro contra Alfonso V de Portugal nació la sanidad
militar española gracias a Isabel la Católica. Fue ella quien dispuso que
se instalaran seis tiendas para el tratamiento de los soldados heridos. Se creo
así el primer hospital de campaña de España, un siglo antes que en otros países
europeos. El ejército castellano de la época fue tratado de forma excelente y
atraía voluntarios a sus tercios de toda Europa, a lo que contribuían los
primeros hospitales militares, aunque los soldados heridos no eran recogidos
hasta el final de la batalla, causando un número superior de muertes en los
campo de batalla (2, 3, 4).
El traslado de pacientes en un
vehículo aéreo fue descrito por primera vez por el imaginativo novelista de
ciencia ficción Julio Verne en su
libro Robur el Conquistador. Pero la
historia se remonta a los tiempos bíblicos. En los siglos siguientes se
utilizaron hamacas, carros con hamacas y caballos con literas, pero la
ambulancia sólo cumplía el propósito original que era trasladar a los enfermos
o heridos al hospital (3, 4).
FOTO 10 Sellos de correos donde
aparecen ambulancias
Pero en el siglo XVIII, todo
cambió con el cirujano francés Jean
Dominique Larrey, miembro destacado del ejército de Napoleón Bonaparte que cambió el concepto de ambulancia, al
convertirla en un vehículo que trasladaba a los médicos y sanitarios cerca del
campo de batalla en primera línea y la llamó “ambulance volante”. Anteriormente a esta época los heridos eran
trasladados atados a caballos, mulas o camellos (2, 3, 4).
Larrey estuvo presente en la batalla
de Spires entre Francia y Prusia, entristeciéndole el hecho de que los
soldados heridos no eran recogidos por las numerosas ambulancias que Napoleón
ordenó situar a lago más de 3 kilómetros del lugar de batalla, hasta que no
acababa la batalla no se les podía recoger a los heridos y pensó en desarrollar
un nuevo método. Este cirujano decidió utilizar el método que ya habían
utilizado antes los normandos, de hamacas y animales de tiro, y que fuesen
transportados en carros de dos o cuatro ruedas, tirados por caballos, mulas o
vacas. Los heridos y enfermos eran trasladados en estos carros desde el campo
de batalla hasta los hospitales después de recibir los cuidados necesarios en
el mismo sitio de la batalla. Estas “ambulancias volantes” se estrenaron con el
ejército del Rhin de Napoleón en
1793. Larrey posteriormente desarrolló servicios similares para el resto de
tropas de Napoleón adaptando sus ambulancias a las distintas condiciones,
incluyendo hamacas que podían ser portadas por camellos en las campañas de
Egipto (2, 3, 4).
Los primeros servicios de
ambulancias para la población civil se iniciaron al parecer en Londres en 1832
y se utilizaron para el traslado de los enfermos de cólera, según afirmaba el
periódico The Times y decía así: “el proceso de curación comienza en el mismo
instante en el que el paciente es llevado en el carruaje; siendo el tiempo
ahorrado empleado en atender al paciente y además, pueden conducir al paciente
al hospital tan rápidamente, que los hospitales pueden ser menos numerosos y
pueden localizarse a mayores distancias entre ellos”.
FOTO 11 Ambulancias antiguas
También se utilizaron en la
ciudad de Cincinnati, Ohio en el “Commercial
Hospital” hoy en día “Cincinnati General Hospital” en 1865 y en 1869 en la
ciudad de Nueva York. El cirujano Edward
Dalton del ejército Federal, fue el encargado de crear un hospital en dicha
ciudad y creó un servicio de ambulancias para que los enfermos fuesen más
rápidos al hospital. Afirmaba que su servicio era el primero de su tipo. Sus
ambulancias eran vehículos o carromatos tirados por caballos y contaban con
equipamiento médico, tablillas, bombas estomacales, morfina y brandy. Afirmaba
que, tras una llamada, se partía en los 30 segundos siguientes. El servicio se
hizo muy popular y creció rápidamente. En 1870, el servicio atendía a 1.401
llamadas de emergencias, veinte años después, las llamadas de emergencias
fueron el triple, en un total de 4.392. En 1895 también lo ofreció el “Bellevue
Hospital” de Nueva York. A comienzos del siglo XX, los médicos interinos del
hospital acompañaban en las ambulancias de Nueva York, prestando la atención
necesaria en el mismo lugar de la llamada y frecuentemente, los dejaban en su
misma casa (2, 3, 4).
Avances durante la Guerra Civil Estadounidense. 1861 - 1865
Durante la
Guerra Civil Americana se produjeron un mayor número de avances en la atención
médica a los soldados. Los médicos militares de la Unión: Joseph Barnes y Jonathan
Letterman, revisaron los avances de Larrey y diseñaron un sistema de
atención pre-hospitalaria para los soldados, que incluía nuevas técnicas de
transporte. Se aseguraron de que cada regimiento contara con al menos una
ambulancia, con un carro diseñado para llevar de dos a tres heridos al mismo
tiempo. Desgraciadamente estas ambulancias demostraron ser muy ligeras para la
tarea encomendad y fueron reemplazadas por la nueva “ambulancia Rucker”, llamada así en honor del General Mayor Rucker,
estos vehículos tenían cuatro ruedas y señales visibles para las batallas de la
guerra (2, 3, 4).
Otros vehículos
fueron usados en la Guerra Civil americana como los barcos de vapor convertidos
en hospitales móviles para las tropas. Fue en este periodo cuando se inició
también el transporte por ferrocarril de los soldados heridos hacia los
hospitales.
FOTO 12 Sellos
de correos donde aparecen ambulancias
En 1867 el Metropolitan Asylums Board de Londres
recibió seis ambulancias tiradas por caballos con el propósito de transportar a
los enfermos de viruela y fiebre de sus casas al hospital. Estas ambulancias
fueron diseñadas para que pareciesen carruajes privados, pero fueron
equipadas con rodillos en sus suelos y
unas grandes puertas reversibles para que pudiese entrar y salir más fácil las
camillas de los heridos y enfermos. Además había espacio suficiente para que un
sanitario pudiese estar junto a él, y además estaba diseñada para su buena
limpieza y descontaminación. Así todo era más fácil y limpio. Cualquiera que
pudiera costearse este nuevo servicio, solamente tenía que llamarlo.
Diez años
después en junio de 1887, la Saint John
Ambulance Brigade, se formó para prestar ayuda de emergencia y su servicio
de ambulancia correspondiente en eventos públicos de Londres. Se formó como un
comando de estilo militar. Esta misma organización había estado prestando y
enseñando los primeros auxilios al público en general durante diez años.
A finales del
siglo XIX varias ciudades entre ellas Salvador de Bahía en Brasil y San Luis en
el estado de Misuri en los Estados Unidos, comenzaron a utilizar sus tranvías
como ambulancias para el transporte de enfermos y heridos. El tranvía de
Salvador de Bahía incluía un compartimento de fumigación y una camilla con dos
enfermeras profesionales. El diseño del tranvía de San Luis en 1894, permitía a
éste funcionar como ambulancia tranvía y podía llegar hasta las 16 enfermerías
de la ciudad.
FOTO 13
Ambulancias antiguas
A finales del
siglo XIX el automóvil estaba todavía en fase de desarrollo, por lo que se
comenzó con los nuevos modelos de ambulancias que estaban con las antiguas
tiradas por animales. En el siglo XX las ambulancias empezaron a funcionar con
vapor, electricidad y gasolina.
La primera ambulancia motorizada
se utilizó en 1899 por primera vez en Estados Unidos y fue presentada en el “Michael Reese Hospital” de Chicago, se
trataba de un vehículo muy pesado que avanzaba a la velocidad de 20 kilómetros por
hora. Fue el primer automóvil convertido en ambulancia. Esta fue sufragada por
500 empresarios de la ciudad. En 1900 aparece en Nueva York otra ambulancia,
donde se alabó su mayor velocidad, seguridad y comodidad para los heridos y
enfermos y su rapidez para detenerse. Estas dos primeras ambulancias
automóviles eran eléctricas, con dos caballos de potencia en los motores de su
eje trasero.
En Alemania en 1902 presentaron
un tren ambulancia para su uso en los accidentes de ferrocarril. Albergaba una
sala de operaciones móvil y ocho camillas. Los cirujanos empleados vivían cerca
de la estación de trenes, donde el tren ambulancia se estacionaba y desde donde
eran convocados en caso de una llamada urgente. El tren ambulancia tenía
prioridad en las vías y el resto de los trenes estaban obligados a cederle el
paso.
FOTO 14 Sellos de correos donde
aparecen ambulancias
La primera
ambulancia movida por gasolina fue la “Ambulancia Palliser”, presentada en 1905, y nombrada así en
honor del Mayor Palliser de la Milicia Canadiense. Constaba de tres
ruedas, una en la parte delantera y dos en la trasera, y una chapa a prueba de
balas con una pequeña abertura exterior con el objetivo de que el personal de
la ambulancia pudiera salir. Fue diseñada de forma que podía ser utilizada en
los campos de batalla bajo el fuego enemigo.
También en 1905
el ejército británico introdujo las ambulancias, el Cuerpo Médico de la Armada
Real encargó una serie de vehículos y fueron realizadas por la empresa Straker-Squire de Bristol. Se parecían a
un autobús de dos pisos aunque con una menor distancia entre sus ejes. Varias
de ellas tuvieron su sede en Oxfordshire, al servicio de los campamentos militares
de la zona (2, 3, 4).
En 1909 en
Rochester, Nueva York se produjo la primera producción en masa de ambulancias y
las realizó la empresa James Cunningham,
Son & Company. Estas contaban con
32 caballos de potencia y 4 cilindros en el motor de combustión interna. El
chasis se montaba sobre neumáticos, mientras que el cuerpo disponía de luz
eléctrica, suspensión en la camilla, dos asientos cercanos a la camilla y un
gong en un lateral.
Durante la Primera Guerra Mundial, la Cruz Roja
llevó a cabo las primeras labores de auxilio en los campos de batalla con ambulancias motorizadas,
en vez de las ambulancias tiradas por animales, con su consiguiente éxito. Esto
llevó a la progresiva eliminación de las ambulancias tiradas por caballos. Su
equipamiento cambiaba de un modelo a otro, se introdujeron tablillas teniendo
un efecto positivo en el traslado de los heridos sobre todo en los que
presentaban fracturas en las extremidades inferiores
FOTO 15
Ambulancias antiguas y ambulancia en camello (campaña Egipto)
Poco antes de la
Segunda Guerra Mundial, una ambulancia
moderna llevaba un avanzado equipo médico y se comunicaban por radio, llegando
al lugar mucho más rápido. Era frecuente que las ambulancias se pareciesen a
coches fúnebres, ya que era el único que podía llevar a un herido tumbado y por
tanto muchas de ellas fueron dirigidas por funerarias.
En la atención
de las urgencias para civiles, los servicios de ambulancias se gestionaban o se
enviaban desde los propios hospitales siendo los servicios mucho más eficientes
y se llamaban según las zonas por radio, telégrafo o teléfono, así fue como
también se gestionaron estos servicios desde los departamentos de policía.
Durante la
Segunda Guerra Mundial la calidad en el personal de las ambulancias descendió
ya que los médicos y el personal sanitario eran enviados a primera línea y estaban
destinados en las fuerzas armadas donde eran más necesarios, dejando
desabastecidas de personal los vehículos de las ambulancias.
Durante la Batalla de Inglaterra la necesidad de
ambulancias era enorme y todas las furgonetas fueron requisadas según las
necesidades, a menudo en un vehículo llevaban a varios heridos. Posteriormente
a la guerra en algunos países los médicos volvieron a ocupar sus puestos en las
ambulancias. Otros vehículos que se incautaron fueron coches particulares,
taxis y coches de policía. Las ambulancias militares como la “Austin K2” fueron usadas tanto en el
campo de batalla como para traslado de civiles (2, 3, 4).
FOTO 16
Ambulancias antiguas
En el año 1970
las ambulancias se convirtieron en vehículos furgoneta que contaban en algunos
países con un equipo sanitario y unas señales acústicas y luminosas, donde el
accesorio más importante era la camilla.
Con el paso del
tiempo las ambulancias mejoraron en sus prestaciones y equipos, pasando a
integrarse en los servicios de salud.
También queremos
decir que existen y existieron para la evacuación de heridos y enfermos, buques
hospitales, trenes, aviones, helicópteros; que contribuyen al perfecto traslado
tanto en tiempos de guerra como en la paz, de los heridos y enfermos.
FOTOGRAFÍAS:
Archivo privado
de Manuel Solórzano Sánchez
Kutxa e
Internet. Sellos de correos de internet
AGRADECIMIENTOS:
Los doctores Luis y Eduardo
Ayestarán
Dr. Juan José Múgica Aguinagalde
José Eugenio Guerra González
BIBLIOGRAFÍA
1.- Doctor Severiano Gastaminza.
Guipúzcoa Médica. Año II, número 9. Enero de 1917. Páginas 26 -32
2.- La historia de la ambulancia.
Dr. Elpidio Cruz Martínez, et. al. Revista de La Asociación Mexicana de
Medicina Crítica y Terapia Intensiva. Vol: XX, nº 3. julio 2006, páginas
103-104
3.- Preguntas sobre las
ambulancias
4.- Historia de la ambulancia
5.- Foto de ambulancia cedida por
el Dr. Juan José Múgica Aguinagalde
Manuel Solórzano Sánchez
Diplomado en Enfermería. Servicio
de Traumatología. Hospital
Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza-
Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad
Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza /
Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana
de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de
Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la
Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN,
A.C.
Miembro no numerario de la Real
Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)