sábado, 21 de noviembre de 2015

AMBULANCIAS SANITARIAS



Una vez más se va poniendo en evidencia con motivo de la I Guerra Mundial, la grandísima importancia que debe concederse a las “Ambulancias de Sanidad” cuyo objeto principal es la rápida evacuación de los heridos del campo de batalla a los Hospitales de campaña.

El concepto actual de ambulancia difiere del que tenía antes, pues en otra época se entendía por dicho nombre a todo lo concerniente a sanidad, pero hoy queda restringido tan sólo al material rodado incluyendo el ganado necesario para su transporte y el de los heridos.

FOTO 1 Heridos evacuados en una carreta 1792

La historia de las Ambulancias es relativamente moderna, no data de más de un siglo y cuya primera manifestación esplendorosa la tuvo en los ejércitos de Napoleón Bonaparte organizadas por el gran Domingo Juan Larrey, cirujano de la Guardia Imperial, a quien se le otorgó el título de Barón y del que Bonaparte afirmó repetidas veces que “fue el hombre más virtuoso que conoció”; tuvo ocasión de dar constantes muestras de su vocación al santo ejercicio de la Medicina hasta que Waterloo le hizo abandonar definitivamente a su amigo y protector.

Estando Larrey encargado de la sanidad del ejército del Rhin en 1792, concibió la idea de poder trasladar a los enfermos y heridos desde los puestos sanitarios, establecidos por lo que regular a una legua del frente, a los grandes poblados o a los Hospitales de campaña en unas carretas, que si bien pecaban de rudimentarias, podía apreciarse la tendencia a mejoras sucesivas con el aditamento de nuevos flejes y ballestones elásticos.

En pocos años adiestró las masas sanitarias en el manejo de camillas, artolas, literas, transporte de heridos a brazo, y las dotó de sólida instrucción para atender con rapidez a los primeros socorros, consiguiendo por este procedimiento poner las tropas del Rhin a una altura de vigor moral incomparable con el resto del ejército. La pronta curación de las heridas impide en el soldado se apague su ardor bélico.

Cuando Napoleón trató de revolucionar al mundo con sus vastos planes de conquista quiso que las ambulancias de sus tropas estuvieran montadas al estilo de las de Larrey; pero habiéndose originado la campaña de Italia organizó el eximio cirujano un servicio compuesto de tres divisiones, en que cada división constaba de 12 carruajes, 8 de los cuales eran de cuatro ruedas. La dotación era de 112 hombres por división, un teniente del ejército para garantizar el orden de los enfermeros y varios cirujanos con sus ayudantes montados; en los carromatos y junto al pescante se llevaba el material de ligaduras, torniquetes y la caja de amputaciones con las clásicas mantas rojas que disimularan el rezumamiento de la sangre por las heridas.

FOTO 2 Ambulancia del Barón Domingo Juan Larrey

A los pocos años del éxito de Marengo, y mientras Larrey con los suyos se hallaban en pleno período de organización de Ambulancias, se fraguó la Santa Alianza formada por las grandes potencias movidas por Inglaterra que conspiraba contra la existencia del Imperio de nueva formación; entonces fue cuando el genio de Napoleón se puso a prueba, encaminó su gente al encuentro del enemigo común y con los servicios sanitarios nada homogéneos, pero dirigidos por cabezas eminentes que se llamaban Larrey, Perzik, Dubois, Degenére y algunos más, distribuidos con otros tantos generales, consolidaron los triunfos que el estratega alcanzó en Uma, Jena y Austerlitz. Es preciso considerar que los mismos hombres hicieron acto seguido las campañas de España, Austria y Rusia con relativo éxito.

El cirujano Perrik, por su parte, contó entre sus cambios ventajosos, además del servicio de camilleros, un sistema ce carruajes ómnibus, grandes, negros, pero de un aspecto en cierto modo original, alargados, de corte triangular, de base inferior, semejándose a un ataúd y en cuyo interior se almacenaba material para 1.200 curas y los instrumentos quirúrgicos necesarios para las operaciones de urgencias. Los cirujanos en número de tres iban sentados sobre la arista superior ofreciendo el conjunto un aspecto triste y no menos ridículo que todos hemos tenido ocasión de contemplar en los cuadros representativos de las campañas napoleónicas.

Todos estos son, como se puede apreciar los orígenes de los servicios móviles sanitarios que, a medida que han cambiado los procedimientos de guerrear, aquéllos a su vez se han ido adaptando a las nuevas exigencias.

FOTO 3 Ambulancias tiradas por caballos

En España, muchos elementos, de material que integraban las Ambulancias se reformaron notablemente siendo algunos de ellos copia de los progresos realizados en campaña del extranjero y en cambio otros, fruto de las desdichadas guerras civiles, citándose: la famosa parihuela perfeccionada de campaña de Caballero, que hizo su aparición en el sitio de Bilbao, la clásica sillas de montar de heridos de Rodríguez, el mandil de Nicasio Landa, la camilla de lienzos atados y desarticulable que el cirujano consultor Anel presentara, etcétera, etcétera, y cuyos modelos yacen como recuerdos históricos en el Museo de Sanidad de Madrid.

Pero si bien es cierto que hasta el presente todo lo que concierne a Ambulancias sanitarias ha sido objeto de estudio sistemático con ligeras variantes en cuanto al modo de funcionar, no lo es menos el que desde hoy cambien radicalmente las normas.

Siendo el Objetivo de la Ambulancia, la evacuación de los heridos que caen en combate, es indudable, que la posición y modo de obrar de los elementos personal y material de que aquellas constan, serán adaptados a las exigencias de la tropa a quien auxilian.

Hasta la guerra actual de la I Guerra Mundial en que los combates tenían lugar en campo raso al abrigo de sencillas trincheras o de obstáculos naturales, la actuación de la Sanidad era relativamente sencilla y más comparada con la de hoy en día.

FOTO 4 Mandil Landa. Ambulancia modelo Bertoni. Ambulancias

A poca distancia del frente de primera línea se situaban los sanitarios convenientemente distribuidos a fin de recoger en sus camillas a los heridos que no pudieran marchar por su propio pie, o de ayudar a los que a pesar de sus lesiones pudieran hacerlo. Se establecía un puesto de socorro a donde llegaban aquéllos y eran atendidas sus primeras necesidades, curación de heridas infectadas y aplicación de vendajes.

Del puesto de socorro eran conducidos en artolas, literas, a caballo o a pie al Hospital de la Ambulancia, donde se practicaban operaciones importantes y por último pasaban al hospital de campaña donde quedaban gran parte de los enfermos y principalmente los que por la índole de sus lesiones fueran intransportables distribuyendo el resto por las distintas poblaciones.

Puede decirse que todas las campañas de estos cincuenta últimos años se han desarrollado en materia sanitaria bajo este plan. En cuanto a los materiales de locomoción diremos que los coches de Ambulancia sistema Lohner continúan hoy mismo (1917) dando grandes resultados por la facilidad que prestan a la colocación de las camillas en su interior, la ventaja en comodidad que los heridos disfrutan gracias al movimiento suave proporcionado por los muelles y a que indistintamente pueden llevar individuos sentados o bien tendidos en caso por ejemplo de fracturas de las extremidades inferiores.

La característica de la lucha actual hace que la modernización influya poderosamente en estos medios de transporte. En efecto; los automóviles sanitarios suplen las deficiencias que llenaban los coches; están bien acondicionados, conducen rápidamente y como consecuencia descongestionan maravillosamente las grandes bajas que puede ocasionar un combate.

FOTO 5 Ambulancias antiguas

En el frente francés se da el caso de que los automóviles avanzan en ocasiones hasta la primera línea merced a callejones abiertos ex profeso, recogen a los heridos y una vez practicadas las primeras curas son transportados a los grandes centros de hospitalización, al mismo París donde el herido es atendido debidamente y descansa rodeado de los suyos.

Es máxima general en el soldado, que desde el momento en que cae herido el pronóstico varía notablemente con la situación del mismo respecto a la línea de combate “aún” encontrándose en las mismas condiciones de asistencia médica (sanitaria); es preciso hacer esta salvedad pues a nadie se oculta las deficiencias que se originan en las proximidades de la línea. Y se comprende bien: unas veces se trata de la consideración de una inutilidad absoluta para el porvenir, otras la contingencia de que el enemigo pueda ocupar aquel terreno y las más, la angustia de verse sólo, herido sin poder moverse, sin el consuelo que pudiera recibir de sus padres, hermanos o amigos o algo que pudiera recordarle su pueblo. Bien se hizo notar este detalle en aquella célebre orden del día que Napoleón redactara en la que se obligaba a las bandas militares se situasen al mediodía frente a los Hospitales de campaña con el objeto de interpretar distintos aires, recuerdos de la patria para asegurar la pronta curación de sus valientes soldados. Y conste que se cumplió con éxito.

Por último vienen a completar el servicio de transporte los trenes sanitarios. En tiempos de paz es muy raro que puedan sostenerse estas unidades porque en general apenas desempeñan ningún papel aparte del coste que su formación originara Tienen el carácter, por lo regular, de ser como fruto de la improvisación, pero calculado de antemano. Quiero decir con esto que aun cuando no existan vagones “ad hoc” para la formación de un tren sanitario, se aprovechan los existentes para con una pequeña modificación, que en la práctica se hace con rapidez, puedan utilizarse como tales.

FOTO 6 Ambulancia en la plaza de Okendo en San Sebastián 1910 (5)

Estas modificaciones consisten en la adaptación de unos sistemas de suspensión de camillas en el interior de los vagones. Los carruajes de primera, segunda y tercera apenas sirven, como no sea: para individuos lesionados leves de cabeza o extremidad superior porque pueden ir sentados. Excepción hecha de estos, la mayoría de los vagones utilizados son los de mercancías, de gran resultado, en los que se acondicionan las camillas en dos formas: o bien siguiendo el “método Mixveller” con dos órdenes de a tres camillas horizontales superior e inferior que se repiten en la otra mitad del carruaje lo cual da una suma de doce heridos, o bien por el “sistema Zaborosky” que transporta el mismo número pero disponiendo las camillas en grupos de a tres en sentido vertical; ambos métodos tienen sus inconvenientes pero la ventaja principal estriba en la fácil colocación de los heridos y en que deja espacio libre para el practicante que les acompaña y atiende con su botiquín de urgencia. De este modo formando trenes en número creciente y con personal bien distribuido se comprende cómo por ejemplo la estación de Le Bourget “ha evacuado 4.000 heridos en un solo día”.

El éxito de las curaciones depende a más del buen servicio de transporte, de la pericia que los médicos desempeñen en su cometido; sin embargo, es casi seguro, valga el caso, que los médicos franceses presenten al porvenir estadísticas de curación mucho más brillantes que las que obtengan los alemanes en el frente oriental y que a su vez las de estos sean mejores que las que se den sobre el frente macedónico por los aliados; esto nos demostrará una vez más la importancia que hay que conceder al factor “situación del herido” a que más arriba hacíamos mención.

FOTO 7 Ambulancias San Sebastián, Británica y de la Cruz Roja Española

El personal ha variado muchísimo también desde las últimas campañas. Se sabe que en al guerra de Crimea para un ejército de 108.000 hombres, existían 78 ambulancias con otros tantos médicos, es decir en la proporción de un médico para cada 1.400 hombres aproximadamente. En la campaña actual (I Guerra Mundial) se observa que para el buen funcionamiento de los servicios se precisa la dotación de un médico y varios practicantes para 300 hombres, y que los ejércitos que no estén a esa altura de organización sanitaria sufren las consecuencias desagradables como en el caso patentísimo de Serbia. La Dirección de Sanidad ordenó que a los médicos viejos o imposibilitados para el servicio activo se los llevase a las Clínicas y Hospitales fijos y a los más jóvenes y robustos a las unidades combatientes quedando los de condiciones intermedias al servicio de los Hospitales volantes. De este modo empezó la guerra Serbia con 400 médicos en que al cabo de algunos meses y para cuando terminaba su magnífica primera ofensiva con la reconquista de Belgrado, su sanidad quedaba reducida a 300 médicos para su ejército de cerca de 200.000 hombres.

Desde entonces se notaron grandes deficiencias en la asistencia médica y sanitaria entre los soldados, exarcebóse simultáneamente en la población y tropa el tifus de un modo horrendo y para término de desdichas comienza la retirada obligada con todo lo cual la población serbia hubiera quedado aniquilada a no ser por la fiel prestación de las Sociedades de la Cruz Roja de distintas naciones que acudieron solícitas a las demandas de aquellas pobres víctimas elevando el número de médicos a 750 y el de sanitarios a 5.000. El 60 % de la mortandad entre enfermos y heridos se debió a la carencia de personal sanitario del que hablamos así como gran parte de las amputaciones practicadas, hubieran podido evitarse de haber recurrido a curar a tiempo.

FOTO 8 Sellos de correos donde aparecen ambulancias

Para terminar, las guerras como todas las actuaciones humanas en que se ventilan la posesión de ciertas ventajas, es un problema de máximos y mínimos como dirían los matemáticos: o sea, obtener el mayor rendimiento con el minimun de exposición posible; aquí podríamos tomar el primer término involucrándolo en los Cuerpos de combatientes, potente artillería, buenas comunicaciones y aguerridos soldados, relegando el segundo a la salvación de los cuerpos; el mal está hecho, urge remediarlo y esto último no se consigue como no sea con una Medicina y entusiasmos que pongan de relieve la Caridad tantas veces repetida en la Historia desde Siloctetes y el sabio de Cos, hasta Ambrosio Pareo y Vesalio con sus modernos continuadores Delorme, Fleming, Vrigt, Vithman, Frugori, Medrigailoff que en punto a labor y sinceridad por el desvalido no desmerece a sus grandes predecesores (1).

Evolución del Transporte Sanitario
Definimos el término ambulancia como un vehículo destinado al traslado de enfermos y heridos.

Los primeros transportes en la antigüedad se remontan a los traslados de los enfermos mentales y enfermos con la enfermedad de la lepra, aunque la primera evidencia contrastada trata del siglo X y fue construida por los anglosajones. Esta ambulancia consistía en una hamaca emplazada en un carro tirado por vacas o caballos (2).

En el siglo XI, durante las Cruzadas la Orden de Malta estableció sus hospitales para atender a los heridos en las batallas que surgieron en Tierra Santa, aunque no hay evidencias claras que aporten cómo llegaban los heridos a los hospitales. Posteriormente también los normandos utilizaron las hamacas portadas por caballos.

FOTO 9 Ambulancia Ayuntamiento de San Sebastián, Alderdi Eder

Las primeras ambulancias usadas en emergencias de las que se tiene constancia en la Sanidad Militar sobre las primeras ambulancias usadas en emergencias de las que se tiene constancia fueron las empleadas durante el reinado de Isabel I de Castilla en 1487. Anteriormente en 1476, en la batalla de Toro contra Alfonso V de Portugal nació la sanidad militar española gracias a Isabel la Católica. Fue ella quien dispuso que se instalaran seis tiendas para el tratamiento de los soldados heridos. Se creo así el primer hospital de campaña de España, un siglo antes que en otros países europeos. El ejército castellano de la época fue tratado de forma excelente y atraía voluntarios a sus tercios de toda Europa, a lo que contribuían los primeros hospitales militares, aunque los soldados heridos no eran recogidos hasta el final de la batalla, causando un número superior de muertes en los campo de batalla (2, 3, 4).

El traslado de pacientes en un vehículo aéreo fue descrito por primera vez por el imaginativo novelista de ciencia ficción Julio Verne en su libro Robur el Conquistador. Pero la historia se remonta a los tiempos bíblicos. En los siglos siguientes se utilizaron hamacas, carros con hamacas y caballos con literas, pero la ambulancia sólo cumplía el propósito original que era trasladar a los enfermos o heridos al hospital (3, 4).

FOTO 10 Sellos de correos donde aparecen ambulancias

Pero en el siglo XVIII, todo cambió con el cirujano francés Jean Dominique Larrey, miembro destacado del ejército de Napoleón Bonaparte que cambió el concepto de ambulancia, al convertirla en un vehículo que trasladaba a los médicos y sanitarios cerca del campo de batalla en primera línea y la llamó “ambulance volante”. Anteriormente a esta época los heridos eran trasladados atados a caballos, mulas o camellos (2, 3, 4).

Larrey estuvo presente en la batalla de Spires entre Francia y Prusia, entristeciéndole el hecho de que los soldados heridos no eran recogidos por las numerosas ambulancias que Napoleón ordenó situar a lago más de 3 kilómetros del lugar de batalla, hasta que no acababa la batalla no se les podía recoger a los heridos y pensó en desarrollar un nuevo método. Este cirujano decidió utilizar el método que ya habían utilizado antes los normandos, de hamacas y animales de tiro, y que fuesen transportados en carros de dos o cuatro ruedas, tirados por caballos, mulas o vacas. Los heridos y enfermos eran trasladados en estos carros desde el campo de batalla hasta los hospitales después de recibir los cuidados necesarios en el mismo sitio de la batalla. Estas “ambulancias volantes” se estrenaron con el ejército del Rhin de Napoleón en 1793. Larrey posteriormente desarrolló servicios similares para el resto de tropas de Napoleón adaptando sus ambulancias a las distintas condiciones, incluyendo hamacas que podían ser portadas por camellos en las campañas de Egipto (2, 3, 4).

Los primeros servicios de ambulancias para la población civil se iniciaron al parecer en Londres en 1832 y se utilizaron para el traslado de los enfermos de cólera, según afirmaba el periódico The Times y decía así: “el proceso de curación comienza en el mismo instante en el que el paciente es llevado en el carruaje; siendo el tiempo ahorrado empleado en atender al paciente y además, pueden conducir al paciente al hospital tan rápidamente, que los hospitales pueden ser menos numerosos y pueden localizarse a mayores distancias entre ellos”.


FOTO 11 Ambulancias antiguas

También se utilizaron en la ciudad de Cincinnati, Ohio en el “Commercial Hospital” hoy en día “Cincinnati General Hospital” en 1865 y en 1869 en la ciudad de Nueva York. El cirujano Edward Dalton del ejército Federal, fue el encargado de crear un hospital en dicha ciudad y creó un servicio de ambulancias para que los enfermos fuesen más rápidos al hospital. Afirmaba que su servicio era el primero de su tipo. Sus ambulancias eran vehículos o carromatos tirados por caballos y contaban con equipamiento médico, tablillas, bombas estomacales, morfina y brandy. Afirmaba que, tras una llamada, se partía en los 30 segundos siguientes. El servicio se hizo muy popular y creció rápidamente. En 1870, el servicio atendía a 1.401 llamadas de emergencias, veinte años después, las llamadas de emergencias fueron el triple, en un total de 4.392. En 1895 también lo ofreció el “Bellevue Hospital” de Nueva York. A comienzos del siglo XX, los médicos interinos del hospital acompañaban en las ambulancias de Nueva York, prestando la atención necesaria en el mismo lugar de la llamada y frecuentemente, los dejaban en su misma casa (2, 3, 4).

Avances durante la Guerra Civil Estadounidense. 1861 - 1865

Durante la Guerra Civil Americana se produjeron un mayor número de avances en la atención médica a los soldados. Los médicos militares de la Unión: Joseph Barnes y Jonathan Letterman, revisaron los avances de Larrey y diseñaron un sistema de atención pre-hospitalaria para los soldados, que incluía nuevas técnicas de transporte. Se aseguraron de que cada regimiento contara con al menos una ambulancia, con un carro diseñado para llevar de dos a tres heridos al mismo tiempo. Desgraciadamente estas ambulancias demostraron ser muy ligeras para la tarea encomendad y fueron reemplazadas por la nueva “ambulancia Rucker”, llamada así en honor del General Mayor Rucker, estos vehículos tenían cuatro ruedas y señales visibles para las batallas de la guerra (2, 3, 4).

Otros vehículos fueron usados en la Guerra Civil americana como los barcos de vapor convertidos en hospitales móviles para las tropas. Fue en este periodo cuando se inició también el transporte por ferrocarril de los soldados heridos hacia los hospitales.

FOTO 12 Sellos de correos donde aparecen ambulancias

En 1867 el Metropolitan Asylums Board de Londres recibió seis ambulancias tiradas por caballos con el propósito de transportar a los enfermos de viruela y fiebre de sus casas al hospital. Estas ambulancias fueron diseñadas para que pareciesen carruajes privados, pero fueron equipadas  con rodillos en sus suelos y unas grandes puertas reversibles para que pudiese entrar y salir más fácil las camillas de los heridos y enfermos. Además había espacio suficiente para que un sanitario pudiese estar junto a él, y además estaba diseñada para su buena limpieza y descontaminación. Así todo era más fácil y limpio. Cualquiera que pudiera costearse este nuevo servicio, solamente tenía que llamarlo.

Diez años después en junio de 1887, la Saint John Ambulance Brigade, se formó para prestar ayuda de emergencia y su servicio de ambulancia correspondiente en eventos públicos de Londres. Se formó como un comando de estilo militar. Esta misma organización había estado prestando y enseñando los primeros auxilios al público en general durante diez años.

A finales del siglo XIX varias ciudades entre ellas Salvador de Bahía en Brasil y San Luis en el estado de Misuri en los Estados Unidos, comenzaron a utilizar sus tranvías como ambulancias para el transporte de enfermos y heridos. El tranvía de Salvador de Bahía incluía un compartimento de fumigación y una camilla con dos enfermeras profesionales. El diseño del tranvía de San Luis en 1894, permitía a éste funcionar como ambulancia tranvía y podía llegar hasta las 16 enfermerías de la ciudad.

FOTO 13 Ambulancias antiguas

A finales del siglo XIX el automóvil estaba todavía en fase de desarrollo, por lo que se comenzó con los nuevos modelos de ambulancias que estaban con las antiguas tiradas por animales. En el siglo XX las ambulancias empezaron a funcionar con vapor, electricidad y gasolina.

La primera ambulancia motorizada se utilizó en 1899 por primera vez en Estados Unidos y fue presentada en el “Michael Reese Hospital” de Chicago, se trataba de un vehículo muy pesado que avanzaba a la velocidad de 20 kilómetros por hora. Fue el primer automóvil convertido en ambulancia. Esta fue sufragada por 500 empresarios de la ciudad. En 1900 aparece en Nueva York otra ambulancia, donde se alabó su mayor velocidad, seguridad y comodidad para los heridos y enfermos y su rapidez para detenerse. Estas dos primeras ambulancias automóviles eran eléctricas, con dos caballos de potencia en los motores de su eje trasero.

En Alemania en 1902 presentaron un tren ambulancia para su uso en los accidentes de ferrocarril. Albergaba una sala de operaciones móvil y ocho camillas. Los cirujanos empleados vivían cerca de la estación de trenes, donde el tren ambulancia se estacionaba y desde donde eran convocados en caso de una llamada urgente. El tren ambulancia tenía prioridad en las vías y el resto de los trenes estaban obligados a cederle el paso.

FOTO 14 Sellos de correos donde aparecen ambulancias

La primera ambulancia movida por gasolina fue la “Ambulancia Palliser”, presentada en 1905, y nombrada así en honor del Mayor Palliser de la Milicia Canadiense. Constaba de tres ruedas, una en la parte delantera y dos en la trasera, y una chapa a prueba de balas con una pequeña abertura exterior con el objetivo de que el personal de la ambulancia pudiera salir. Fue diseñada de forma que podía ser utilizada en los campos de batalla bajo el fuego enemigo.

También en 1905 el ejército británico introdujo las ambulancias, el Cuerpo Médico de la Armada Real encargó una serie de vehículos y fueron realizadas por la empresa Straker-Squire de Bristol. Se parecían a un autobús de dos pisos aunque con una menor distancia entre sus ejes. Varias de ellas tuvieron su sede en Oxfordshire, al servicio de los campamentos militares de la zona (2, 3, 4).

En 1909 en Rochester, Nueva York se produjo la primera producción en masa de ambulancias y las realizó la empresa James Cunningham, Son & Company. Estas contaban con 32 caballos de potencia y 4 cilindros en el motor de combustión interna. El chasis se montaba sobre neumáticos, mientras que el cuerpo disponía de luz eléctrica, suspensión en la camilla, dos asientos cercanos a la camilla y un gong en un lateral.

Durante la Primera Guerra Mundial, la Cruz Roja llevó a cabo las primeras labores de auxilio en los campos de batalla con ambulancias motorizadas, en vez de las ambulancias tiradas por animales, con su consiguiente éxito. Esto llevó a la progresiva eliminación de las ambulancias tiradas por caballos. Su equipamiento cambiaba de un modelo a otro, se introdujeron tablillas teniendo un efecto positivo en el traslado de los heridos sobre todo en los que presentaban fracturas en las extremidades inferiores

FOTO 15 Ambulancias antiguas y ambulancia en camello (campaña Egipto)

Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, una ambulancia moderna llevaba un avanzado equipo médico y se comunicaban por radio, llegando al lugar mucho más rápido. Era frecuente que las ambulancias se pareciesen a coches fúnebres, ya que era el único que podía llevar a un herido tumbado y por tanto muchas de ellas fueron dirigidas por funerarias.

En la atención de las urgencias para civiles, los servicios de ambulancias se gestionaban o se enviaban desde los propios hospitales siendo los servicios mucho más eficientes y se llamaban según las zonas por radio, telégrafo o teléfono, así fue como también se gestionaron estos servicios desde los departamentos de policía.

Durante la Segunda Guerra Mundial la calidad en el personal de las ambulancias descendió ya que los médicos y el personal sanitario eran enviados a primera línea y estaban destinados en las fuerzas armadas donde eran más necesarios, dejando desabastecidas de personal los vehículos de las ambulancias.

Durante la Batalla de Inglaterra la necesidad de ambulancias era enorme y todas las furgonetas fueron requisadas según las necesidades, a menudo en un vehículo llevaban a varios heridos. Posteriormente a la guerra en algunos países los médicos volvieron a ocupar sus puestos en las ambulancias. Otros vehículos que se incautaron fueron coches particulares, taxis y coches de policía. Las ambulancias militares como la “Austin K2” fueron usadas tanto en el campo de batalla como para traslado de civiles (2, 3, 4).

FOTO 16 Ambulancias antiguas

En el año 1970 las ambulancias se convirtieron en vehículos furgoneta que contaban en algunos países con un equipo sanitario y unas señales acústicas y luminosas, donde el accesorio más importante era la camilla.

Con el paso del tiempo las ambulancias mejoraron en sus prestaciones y equipos, pasando a integrarse en los servicios de salud.

También queremos decir que existen y existieron para la evacuación de heridos y enfermos, buques hospitales, trenes, aviones, helicópteros; que contribuyen al perfecto traslado tanto en tiempos de guerra como en la paz, de los heridos y enfermos.

FOTOGRAFÍAS:
Archivo privado de Manuel Solórzano Sánchez
Kutxa e Internet. Sellos de correos de internet

AGRADECIMIENTOS:
Los doctores Luis y Eduardo Ayestarán
Dr. Juan José Múgica Aguinagalde
José Eugenio Guerra González

BIBLIOGRAFÍA
1.- Doctor Severiano Gastaminza. Guipúzcoa Médica. Año II, número 9. Enero de 1917. Páginas 26 -32
2.- La historia de la ambulancia. Dr. Elpidio Cruz Martínez, et. al. Revista de La Asociación Mexicana de Medicina Crítica y Terapia Intensiva. Vol: XX, nº 3. julio 2006, páginas 103-104
3.- Preguntas sobre las ambulancias
4.- Historia de la ambulancia
5.- Foto de ambulancia cedida por el Dr. Juan José Múgica Aguinagalde

Manuel Solórzano Sánchez
Diplomado en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)

domingo, 15 de noviembre de 2015

PRESIDENTE HONORARIO DEL COLEGIO DE PRACTICANTES DE GUIPÚZCOA



FRANCISCO PÉREZ CUADRADO

PRESIDENTE DEL COLEGIO DE MÉDICOS DE GUIPÚZCOA: 1916 - 1920

FOTO 1 Francisco Pérez Cuadrado. Presidente Honorario Colegio Practicantes de Guipúzcoa

El Dr. Francisco Pérez Cuadrado se hizo cargo del Colegio en un momento crítico, tras la Presidencia de Tomás Maíz, época en la que el Colegio tuvo una cierta crisis, que coincide con la desaparición del Boletín (1).

Cuadrado da una nueva vida al Colegio, ayudado por el eficiente Secretario Dr. Emiliano Eizaguirre, luego también Presidente. Decide volver a publicar una revista que bautizará con el nombre de “Guipúzcoa Médica”, siendo su primer número el de mayo de 1916. Sucedió al Boletín, que termina en 1911.

Pérez Cuadrado fue un gran dinamizador de la vida colegial, se encargó de escribir un buen número de biografías de médicos notables que viven o fallecen a principios del siglo XX o en los años 20. Gracias a su labor mantuvo la periodicidad de “Guipúzcoa Médica” y trató de ofrecer artículos y noticias de interés, destacándose como un buen profesional del periodismo médico y animando a los jóvenes a escribir en la revista.

El Dr. Mariano Echáuz, que realizó a su vez un buen número de semblanzas de los Presidentes de la “Academia Médico – Quirúrgica”, al referirse al Dr. Pérez Cuadrado, señala que: “dispone de un “stok” de cuentos médicos, episodios del interesado, artículos científicos, trabajos de divulgación, que maneja con una amenidad encantadora”.

FOTO 2 Francisco Pérez Cuadrado

Esta labor dinamizadora la realizó, asimismo, en la “Academia Médico – Quirúrgica”. Allí ofreció disertaciones sobre el aborto, complicaciones y tratamiento de la pulmonía, diagnóstico y tratamiento de la apendicitis, etc. Médico amenísimo y de fácil y elocuente palabra. Tuvo una larga práctica clínica, especialmente en obstetricia, y trabajó de forma altruista, “por amor a la ciencia, con un desinterés absoluto, cuando, por su gran bienestar social podía dedicarse al descanso, sin la menor preocupación de orden económico”.

Mariano Echáuz escribió de él que “en todos los puestos que ha desempeñado demostró siempre un celo inteligentísimo y una orientación eminentemente práctica en las cuestiones sanitarias, que le valieron, pese a su natural modestia ser vocal permanente de la Junta de Sanidad” (1 y 2).

ORIGEN DE LOS COLEGIOS DE ENFERMERÍA
El origen de los Colegios profesionales proviene de la Ley General de Sanidad de 1855, mediante la que se instituye en cada provincia un Jurado Médico Farmacéutico de calificación para fines disciplinarios y arbitrales.
En 1898 se implantó la colegiación obligatoria para médicos y farmacéuticos dentro de la Instrucción General de Sanidad (1904), que preveía la creación de Colegios Profesionales por parte de todas las profesiones sanitarias reconocidas. Pero no será hasta diciembre de 1929 cuando se concede la colegiación oficial y obligatoria de los practicantes, mientras que la de matronas llegará unos meses después, en mayo de 1930. Por su parte, las enfermeras tendrán que esperar hasta 1944, por medio de la ley de Bases de Sanidad, para poder constituir su colegio.

En estos años, la profesión de Enfermería no está unida en una sola rama, sino que conviven a la vez practicantes, las enfermeras y las matronas (3).

COLEGIO PRACTICANTES DE GUIPÚZKOA
Desde la aparición en 1855 de la Ley General de Sanidad, por la que se establecieron las bases para la creación de instituciones profesionales, se sucedieron una serie de acontecimientos relacionados con la profesión que condujeron a la creación de los distintos Colegios de Practicantes. Aunque es de suponer la existencia del Colegio guipuzcoano, aunque de forma oficiosa, desde algunos años antes, la primera noticia que tenemos del mismo la hemos visto datada el año 1904 cuando se recuerda la asistencia de su representante a la I Asamblea Nacional de Practicantes de España, según queda constatado en “El practicante del Norte”, publicación editada dicho año en Bilbao (4).

Curiosamente, para encontrar el día en el que se fundó el Colegio de Practicantes de Guipúzcoa debemos remontarnos al Boletín Oficial Extraordinario de la Provincia de Guipúzcoa, Junta Provincial del Censo Electoral de Guipúzcoa, Censo Electoral Corporativo del 21 de marzo de 1930 y observar cómo en la relación definitiva de las Corporaciones con derecho a representación corporativa se incluye al Colegio de Practicantes, con domicilio social en la Plaza de la Constitución nº 6, constituido el miércoles 27 de julio de 1904, con 80 socios y teniendo como objeto la “Defensa de Clase” (4).

De este día en el que se creó el Colegio de Practicantes de Guipúzcoa tenemos los siguientes datos curiosos que sirven para conocer, quizá, el espíritu reinante en aquellas personas que protagonizaron el hecho: “Por la mañana lució el sol y por la tarde a ratos. La población se vio más animada que en días anteriores, pues al aumento diario de veraneantes había que añadir el de los socialistas que llegaron el domingo, con objeto de pasar los dos días de fiesta con sus correligionarios de esta ciudad. Al anochecer se encapotó la atmósfera y a las ocho cayó un chaparrón de los buenos, haciendo que la temperatura descendiese bastante. Sin embargo, esto no fue obstáculo para que se quemasen los fuegos artificiales en Alderdi Eder, lugar que se vio concurridísimo. Por la tarde pudo verse a S. M. La Reina con la infanta, a pie, dirigiéndose por la Concha a la casa del señor Benquet, donde hicieron algunas compras, saliendo a continuación, en carruaje, a realizar una excursión hasta Hernani”.

En el registro de la Propiedad nº 2 de San Sebastián correspondiente al año 1904 aparece que el inmueble estaba a nombre de los Hermanos Laffitte y que en 1919 lo vendieron a don Javier Arcelus. Las habitaciones ocupadas por el Colegio estaban dentro de los arkupes y a ellos daban las ventanas, estando actualmente en la parte inferior la Carpintería Recarte y en la superior los balcones numerados como 114, 115, 117 y 118.

FOTO 3 Francisco Pérez Cuadrado

Tan solo a título anecdótico y como ambientación de la época que estamos tratando, recogemos el texto de tres sueltos publicados en el periódico local “La Voz de Guipúzcoa” de dicho año 1904: “Hace falta practicante de farmacia que se halle bien instruido en el despacho, prefiriéndose quien posea el vascuence. Asignación mensual de 120 pesetas” (4 y 5).

La falta de una documentación detallada sobre el Colegio guipuzcoano nos obliga a seguir sus pasos a través de las distintas Asambleas anuales, a las que cabe suponer envió representación, motivo por el que en 1907, en el transcurso de la cuarta asamblea celebrada, sabemos se llegó a la conclusión de elevar a los Poderes públicos las siguientes peticiones: Ingreso de los practicantes en todos los servicios de Beneficencia mantenidos por el Estado, el libre ejercicio de partos normales, la patente para el pago de contribución y nombramiento de subdelegados y la inclusión en la Ley de Sanidad de todos los deberes y derechos de los practicantes (4).

Entre tanto, con fecha 14 de Noviembre de 1911 se convocó una plaza de Practicante que estaba vacante en el Hospital de San Antonio Abad, en Manteo, y el Alcalde Presidente de la junta de beneficencia, don Marino Tabuyo, publicó el pliego de condiciones para quienes quisieran optar al cargo, entre las que figuraba como obligación indispensable del Practicante tener la condición de barbero, “puesto que ha de encargarse del rasurado y corte de pelo de los enfermos”. El sueldo sería 127,50 pesetas mensuales, con un incremento de 170 pesetas por cada quinquenio que estuviera en el puesto.

Las Instituciones profesionales y entre ellas los Colegios de Practicantes atraviesan dos etapas de crisis fundamentales: la  primera desde 1915 a 1920 y la segunda durante el período de la Guerra Civil Española (4).

Entre los años 1915 y 1920 y según documentos pertenecientes al Colegio Profesional de Practicantes de Sevilla, en San Sebastián los problemas económicos hacen peligrar la permanencia del colectivo que, según parece, desaparece durante unos años, o están bajo mínimos.

FOTO 4 Publicación del nombramiento en Guipúzcoa Médica 1919

En su nueva andadura a partir de 1919, seguía el Colegio de Practicantes guipuzcoano sin dinero y sin tener un local propio, muchos de los profesionales no estaban colegiados, ni tampoco pagaban las cuotas necesarias para poder tener el colegio Profesional a flote; pero gracias al Colegio de Médicos de Guipúzcoa que prestó su local y su revista, el Colegio de Practicantes vuelve a funcionar con fuerza, hasta la llegada de su segunda época de profunda crisis, en el período de la Guerra Civil.

En reconocimiento a su inestimable colaboración, será nombrado Presidente Honorario el entonces presidente del Colegio de Médicos, el Doctor Francisco Pérez Cuadrado.

Ecos del Colegio de Practicantes de Gipuzkoa

La ponencia nombrada para todo lo relacionado con la “Asamblea Médica Vasca” está constituida por nuestros compañeros colegiados Nicanor López Pariza, Baltasar Díaz y José Antonio Elícegui, quienes representarán al Colegio de Practicantes de Guipúzcoa (6).

Carta del Colegio de Practicantes de Guipúzcoa, Octubre 1919
A nuestros compañeros
Reorganizado el Colegio de practicantes de esta provincia, no tiene razón de ser, la indiferencia, individualismo y aislamiento en que muchos compañeros se encuentran colocados. Precisamente estamos en unos momentos de lucha, de carestía de la vida, cuando todas las clases se asocian y con tenacidad y energía defienden su bienestar y mejoramiento. Sólo los practicantes se encontraban desunidos, sin local donde reunirse, sin periódico que reflejase sus ideales, con un Colegio sólo de nombre y sin una junta que imprimiera dirección a las justas aspiraciones de clase tan modesta como necesaria.

El Colegio de Practicantes es hoy una realidad, sus primeros pasos no pueden ser mejores, con local debido a la generosidad del Colegio Médico de Guipúzcoa, situado en la calle EMBELTRAN nº 11 - 1º, teléfono 10-58: con periódico debido al desinterés de la notable revista Guipúzcoa Médica, con una junta deseosa de trabajar y en inmediato contacto con las autoridades, mandatarias de los ayuntamientos donde prestan servicios muchos de nuestros compañeros.

Los cimientos están echados, la casa empezada a construir, su altura y desarollo depende de los demás compañeros que esperamos se unan a este grupo de amigos e iniciadores de la reorganización del Colegio al que ya se concede la beligerancia necesaria para cuantos asuntos afectan a las clases sanitarias. Prueba de lo que digo es la actuación oficial del Colegio en la próxima asamblea que se celebrará el 19 de este mes organizada por la Sociedad de Estudios Vascos, y de cuyos resultados daremos cuenta a nuestros lectores, pues en ella se han de discutir asuntos de gran interés para los practicantes de la hermosa región vasco-navarra.

El lema de que la unión representa la fuerza se demuestra en los hechos; el intrusismo que es una plaga arraigada en el país lo perseguiremos denunciándolo a las autoridades; nuestras buenas relaciones con los señores médicos las estrecharemos más íntimamente y nuestro respeto a la Excelentísima Diputación y ayuntamientos será la norma de nuestra conducta como administradores de la clase que representamos.

En sucesivos números iremos exponiendo nuestro programa, para el desarrollo del cual necesitamos el concurso de todos los practicantes de Guipúzcoa.- San Sebastián, Septiembre 1919. Joaquín NUÑEZ, secretario del Colegio (4 y 7).

FOTO 5 Sección Practicantes del Colegio de Practicantes de Guipúzcoa

LOS PRACTICANTES EN LA ASAMBLEA VASCA
Cuando apenas constituido el Colegio de Practicantes de Guipúzcoa, fuimos invitados a colaborar en la obra de reorganización de los municipios vasco-navarros, hemos de confesar las insuperables dificultades con que necesariamente habríamos de tropezar para realizar felizmente nuestro cometido, fue el de declinar modestamente el honor que se nos hacía, ofreciéndonos un puesto en la Asamblea.

En efecto; ¿cómo improvisar en tan breve plazo una fórmula que satisfaciese las aspiraciones generales de la clase siendo éstas de carácter tan complejo?
Sin orientación alguna que nos sirviera de base para emprender el estudio de los problemas que afectan a las clases sanitarias en general y al cuerpo de practicantes en particular; desconociendo en absoluto cuantos trabajos han venido realizándose hasta el día, cerca de las corporaciones oficiales, para alcanzar el mejoramiento de las diversas entidades facultativas que integran la familia sanitaria, mal podíamos aventurarnos en semejante empresa si no acudían en auxilio nuestro, compañeros de otras provincias.
Y como era de esperar, no faltó quien viniera en nuestra ayuda.

El Colegio de Practicantes de Vizcaya, cuya representación ostentaban nuestros queridos compañeros señores Salazar e Iglesias, nos trajo un estudio acabadísimo de las cuestiones que afectan a la clase.

Los practicantes de Navarra a cuyo colegio vinieron representando los señores Gallo Biurrun y Ezcurza, merecieron igualmente los más entusiastas elogios por sus trabajos presentados, especialmente por el que se refiere a la demarcación de los partidos rurales.
Gracias pues al valiosísimo concurso de tan entusiastas compañeros y a los términos de concordia en que los diversos temas fueron discutidos, pudo llevarse a cabo felizmente, nuestra labor, dentro de la Asamblea.

En las conclusiones presentadas, quedan concretadas nuestras aspiraciones.
Que éstas lleguen a realizarse o no depende del mayor o menor entusiasmo con que prosigamos la labor bajo tan buenos auspicios comenzada.
Para terminar, Un saludo cordial a los dignos representantes de los colegios de Navarra y Vizcaya, que nos han honrado con su visita, el cual hacemos extensivo a todos los compañeros de ambas provincias así como también a los de Álava representados en Guipúzcoa, por el Colegio de guipúzcoa.

Nuestra enhorabuena a los señores Juan Ramón Aldasoro Ormazabal y Joaquín Nuñez Presidente y secretario respectivamente de este Colegio, vicepresidente Miguel López Elzo, vocal primero Don Luis Capella, y por el acierto con que han llevado a cabo cuantas gestiones hubieron de realizarse para la previa organización de los trabajos relacionados con el Congreso Vasco.
MIGUEL LOPEZ. Vicepresidente, practicante y escritor en la revista Guipúzcoa Médica. San Sebastián - Septiembre de 1919 (4 y 7).

En ese mismo año, 1.919, se crea paralelamente la Unión de Clases Sanitarias para médicos, veterinarios, farmacéuticos y practicantes, con 178 delegaciones y 1.370 colegiados en 48 colegios profesionales. Juan Ramón Aldasoro y Joaquín Núñez acuden en representación del Colegio guipuzcoano, a la Asamblea Vasca de practicantes con el lema de "la unión representa la fuerza y en contra del intrusismo". Además un año antes también Gipuzkoa está presente en el intento de creación de  una Unión de Practicantes del Norte, así como en el proyecto para la puesta en marcha de la Federación de Practicantes Vasco-Navarra (4).

En 1.928 el entonces presidente Francisco Losada presenta algunas denuncias que nos llevan a comprobar el resurgir de la institución. Las matronas se suman a los colegios de practicantes, que a partir de entonces tendrán dos secciones, mientras surge la figura de la enfermera oficial como servicio social, un cargo para el que ya era necesario haber aprobado 4º de Bachiller. En esta época, entre los años 1.928 y 1.935, los practicantes y matronas se reúnen en el Colegio de Médicos y en el Ateneo Guipuzcoano.

En 1.930 un Boletín Oficial Extraordinario del 21 de marzo ubica el Colegio de Practicantes en el número 6 de la Plaza de la Constitución, en su entresuelo derecha; un espacio de dos habitaciones situado encima de la actual Arkubide, en el que se agrupan 80 socios en pro de la “defensa de clase”. Las referencias recogidas en los documentos de la época hablan de otras ubicaciones para el colectivo de practicantes de la provincia - la Calle Mayor nº 1 -2º y la Calle Embeltrán nº 11 - 1º-. Aunque es muy posible que otras ubicaciones además de éstas (4).

FOTO 6 Diploma del Colegio de Practicantes de Guipúzcoa

En 1.933 se habla de un segundo piso en el número 4 de la calle Legazpi como nueva sede del colectivo de practicantes sanitarios, No hay demasiados datos para confirmarlo, ya que durante el período de la Guerra Civil, y en años posteriores, desaparece un gran número de documentos, incluidas las Actas del colectivo (4).

BIBLIOGRAFÍA
1.- Guipúzcoa Médica, XII, 133, Junio 1927, p. 45
2.- Cien Años de Medicina en Gipuzkoa 1899 – 1999. José María Urkia Etxabe. Fundación Kutxa Obra Social. Colegio Oficial de Médicos de Gipuzkoa. SS-473/1999. ISNB: 84-7173-359-5
3.- Origen de los Colegios de Practicantes. Carlos Álvarez Nebreda. 2008.
4.- Apuntes históricos de Gipuzkoa. Practicantes, Matronas y enfermeras. 1904 – 2004. Libro del Centenario del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa. Manuel Solórzano Sánchez. Depósito legal: SS-1254/06. Diciembre 2006
5.- La Voz de Guipúzcoa. 22 de enero de 1904.
6.- Guipúzcoa Médica, Año IV, número 41. Septiembre de 1919, páginas 279-280
7.- Guipúzcoa Médica, Año IV, número 42. Octubre de 1919, páginas 308-310

FOTOGRAFÍAS
Escaneadas del libro Cien Años de Medicina en Gipuzkoa 1899 – 1999.
Archivo fotográfico privado Manuel Solórzano
Postales compradas en el Mercado del Anticuario de Bayona (Francia)

AGRADECIMIENTOS:
José María Urkia Etxabe
Carlos Álvarez Nebreda
Eduardo y Luis Ayestarán
Colegio de Enfermería de Gipuzkoa
Colegio de Médicos de Gipuzkoa

AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Diplomado en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)

domingo, 8 de noviembre de 2015

MARY ANN BALL DEFENSORA DE LOS DERECHOS DE LOS SOLDADOS



MADRE BICKERDYKE

Las Enfermeras Voluntarias
Un gran número de hombres y mujeres laicos se ofrecieron como enfermeros voluntarios durante la Guerra de Secesión americana. Muchos de ellos destacaron como líderes y tuvieron una gran influencia en la enfermería de su tiempo. Todos proporcionaron un servicio compasivo a los soldados durante esas épocas de necesidad. Llevaron esperanza a los que habían sido abandonados y dieron fe a los que desesperaban. Cuidaron a los enfermos y heridos y consolaron a los moribundos. La mayoría eran jóvenes y principiantes, pero sus esfuerzos tuvieron un efecto positivo entre las tropas (1).

FOTO 1 Mary Ann Ball o Madre Bickerdyke. Batalla de Fort Donelson

La Guerra de Secesión es la mayor tragedia de Norteamérica, cuyas heridas no se han cicatrizado ni aun con el bálsamo de todo un siglo; de todas formas, es una tragedia iluminada por nombres nobles tanto del norte como del sur. América perderá una herencia preciosa si alguna vez permite que estos nombres caigan en el olvido. Nuevas formas y nuevos nombres llaman nuestra atención desplazando a los viejos. De vez en cuando, las hojas verdes deberían entrelazarse con los laureles marchitos de los enfermeros de la Guerra de Secesión. (2).

La “MadreBickerdyke perteneció a esta saga. Su chal de frazada, su vestido de percal y su bonete tipo Shaker eran indicativos de su estilo pionero y han pasado a formar parte indisoluble de un período de la historia americana. Los soldados le pusieron el sobrenombre de “Madre” como término afectuoso que expresaba su gratitud. Mary Bickerdyke era una viuda de Galesburg, Illinois, con una formación media y dos hijos pequeños cuando respondió a la llamada de ayuda para paliar los efectos de la guerra.

Mary Ann Ball nace el 19 de julio de 1817 en el condado de Konx en Ohio y fallece en Kansas en 1901. Sus padres Hiram y Annie Rodgers Ball. Fue criada por sus abuelos, ya que su madre murió cuando ella era joven. Casada con Robert Bickerdyke en 1847. Vivieron en Cincinnati hasta 1856. Él falleció en 1859 justo dos años antes de que comenzara la Guerra Civil. Tuvieron dos hijos.

Se matriculó en el Oberlin College, una de las pocas instituciones de educación superior abierta a las mujeres en ese momento en los Estados Unidos, pero no se graduó. Al salir de Oberlin, Bickerdyke se convirtió en una enfermera. Ella ayudó a los médicos en Cincinnati, Ohio, durante la epidemia de cólera de 1837. Diez años más tarde, se casó con Robert Bickerdyke. María Bickerdyke continuó trabajando como enfermera para mantener a sus dos hijos pequeños.

FOTO 2 En el aula de una clase de formación de enfermeras. Illinois

Su padre espiritual, Henry Ward Beecher, había hecho un llamamiento a algunas mujeres de su congregación para que acudieran a los hospitales del gobierno y a los campos de batalla para cuidar a los enfermos y heridos. Realizó un curso de homeopatía impartido por el Dr. Samuel Hahnemann y recibió la graduación de doctora en Botánica Médica (3).

Se trasladó a Galesburg en Illinois donde trabajó como médica botánica y trabajó principalmente con medicinas alternativas, el uso de las hierbas y las plantas. Comenzó a ir a la “Iglesia Congregacional de Galesburg”, cuando se quedó viuda. No fue una enfermera como las demás.

En la Guerra Civil fue una enfermera que no dejó que nadie se interpusiese en su camino, tenía las ideas muy claras de lo que debía realizar. Sus soldados heridos le empezaron a llamar “Madre Bickerdyke”. Cuando discutía con los médicos y cirujanos les contestaba: “Por la autoridad del Señor Dios Todopoderoso” ¿Hay alguien superior a él? En realidad su reputación provenía de su trabajo en la Comisión Sanitaria y su gran popularidad entre los soldados heridos.

Ella con un amigo suyo y el Dr. Woodward escribieron a su casa una carta contando como estaban los hospitales militares: sucios, caóticos, sin material y sin medicinas. Esta carta fue leída en voz alta en su iglesia para los ciudadanos de Galesburg. Recaudaron más de 500 $ en suministros y ella misma se encargo de llevarlos para que llegasen a su destino.

Cuando conoció a María Livermore que fue nombrada agente de campo para la rama noroeste de la Comisión sanitaria, se hizo muy amiga de ella y le ayudó en el cuidado de sus dos hijos en Beloit, Wisconsin mientras ella se hacía cargo en el frente de la organización de los hospitales en esta guerra tan cruel. Mientras sus hijos se quedaron a cargo de maría en Beloit, ella permaneció en El Cairo como enfermera, ganándose la confianza del general Grant por su buen hacer en la atención de los heridos y en la organización de los hospitales de campaña. Organizó el tren para los soldados heridos y su traslado a los hospitales. Mientras el ejército se movía por el Missisipi, ella iba creando hospitales donde eran necesarios.

Durante las batallas, Bickerdyke comúnmente arriesgó su propia vida mediante la búsqueda de los soldados heridos. Una vez que caía la noche, se llevaría una linterna en la zona en disputa entre los dos ejércitos en competencia y recuperaba a los soldados heridos. Ella estuvo presente en la batalla de Shiloh, la campaña de Atlanta, y muchos otros compromisos.

Más tarde se unió como enfermera en el hospital de campaña en Fort Donelson, trabajando codo con codo con Mary J. Safford. Mary Ann Bickerdyke sirvió bajo el fuego enemigo en diecinueve batallas, desde Fort Donelson, en Tennessee, hasta Savannah, en Georgia. Organizó cocinas dietéticas, lavanderías y un servicio de ambulancias. Supervisó al personal de enfermería y distribuyó provisiones. Por la noche solía caminar por los desolados campos de batalla por miedo a que quedara alguna persona todavía con vida. Fue tanto una heroína como una de las más grandes enfermeras de la Guerra de Secesión. Eran muchas las historias que se contaban sobre sus hazañas.

Ella se dio perfectamente cuenta que en los hospitales de campaña carecían de servicios de lavandería, ella empacó toda la ropa sucia y la ropa de cama que eran utilizados por los soldados heridos, mandándola limpiar y añadiendo desinfectantes y lo envío todo por tren a Pittsburg para que fuese limpiado y arreglado por las personas que componían la Comisión Sanitaria de Chicago. Pidió a sus compañeros y compañeras de Chicago que enviasen suministros, lavadoras, calderas portátiles, etc. Para la organización y limpieza de los hospitales de campaña. Ayudó a los esclavos a que fuesen libres y les contrató para que proporcionasen servicios sanitarios en las lavanderías que había montado en los hospitales de campaña.

Después de servir como enfermera en el Fuerte Donelson, fue nombrada madrina en Gayoso en el Hospital de Memphis. Gayoso tenía 900 pacientes, incluidos 400 nativos americanos. Igual que había realizado anteriormente la Madre Bickerdyke contrató a antiguos esclavos de Gayoso para trabajar en sus hospitales.

FOTO 3 Confederados 1861. Mary Ann Ball

También se tuvo que enfrentarse al director médico del Hospital que había despedido a los esclavos que habían ayudado a proporcionar atención y alivio a los pacientes heridos del hospital. Cuando se enteró y después de cenar visitó al general Hurlbut que le dio una orden por escrito para poder mantener a sus empleados esclavos para el cuidado de los soldados heridos. También le dieron dinero para la adquisición de vacas y gallinas para proporcionar productos lácteos para los pacientes ingresados en el hospital.

El general Hurlbut reservó “Isla del Presidente” para sus pastos, para los empleados esclavos y para el cuidado de los animales.

Mary Ann Bickerdyke también trabajó estrechamente con Eliza Emily Chappell Porter de Chicago donde trabajaba en la rama de la Comisión Sanitaria de Estados Unidos. También trabajó en el primer barco hospital. Durante la guerra fue nombrada jefe de la enfermería bajo el mandato del general Ulysses S. Grant y sirvió en la Batalla de Vicksburg. Como jefa de enfermeras Mary Ann a veces deliberadamente ignoraba el procedimiento militar y el personal del general Grant se quejó de su comportamiento.

Cuando se lo comentaron al general William T. Sherman, éste levantó  las manos y exclamó: “Ella me supera. No puedo hacer nada en este mundo”. Éste reconoció que Mary Ann era una de sus mejores generales y un grupo de oficiales se refería al hablar de ella que era como una Brigada de Comandantes. Sherman reconoció que a él personalmente le gustaba el trabajo de esta enfermera voluntaria que siguió al cuerpo del ejército en toda su andadura, creando hospitales por donde pasaban.

Así creó el hospital de campaña del Decimoquinto Cuerpo del Ejército en la Batalla de Missionary Ridge, donde ella actuó sola durante cuatro semanas atendiendo y curando a los heridos.

Al finalizar la guerra la “Madre Bickerdyke” con la ayuda de la Comisión Sanitaria de Estados Unidos, había construido más de 300 hospitales y había curado y atendido a los soldados heridos en 19 campos de batalla. Ella era muy querida en todo el ejército pero sobretodo por los soldados rasos por los que ella luchó tanto en su vida de enfermera. Cuando ella aparecía era vitoreada por los soldados levantándoles la moral. Al finalizar la guerra y a petición del Dr. Sherman, encabezó cabalgando en su caballo a la cabeza del XV Cuerpo del Ejército.

Mary Ann fue sin duda una de las mujeres más capaces y queridas entre las que atendieron a las víctimas de dicha guerra: enfermos, heridos y moribundos. Un cirujano del ejército dijo de ella. “Es una mujer grande, fuerte como un hombre, músculos de hierro, nervios de acero, sensible pero segura de sí misma; lo hace todo por los demás, nada por ella”.

Al mirar desde su tienda a medianoche, un oficial observó una luz tenue que iba centelleando de aquí para allá en el campo de batalla abandonado; tras superar la extrañeza momentánea, envió a su sirviente a averiguar lo que sucedía. Era la “Madre” Bickerdyke con una lámpara. Agachándose entre los muertos y volviendo sus fríos rostros hacia sí, los examinaba solícitamente, con desasosiego por si quedaba alguno susceptible aún de ser cuidado. No podía descansar mientras pensase que se podía haber descuidado a un soldado con vida (4).

Mary Ann Bickerdyke fue sin duda la amiga del soldado. Luchó con especial ahínco por los derechos y bienestar del soldado raso. Sus esfuerzos fueron reconocidos por el gobierno en la botadura del barco hospital SS Mary Ann Bickerdyke en 1943 en Richmond, California.

Los generales Ulysses S. Grant y William T. Sherman admiraban a Bickerdyke por su gran valentía y por su profunda preocupación por los soldados. Ella también se ganó una buena reputación por denunciar a los oficiales que no podían mantener a sus hombres. Para ayudar a los soldados, Bickerdyke dio numerosos discursos en toda la Unión, describiendo las difíciles condiciones que pasaban los soldados experimentados y veteranos. Ella también solicitó contribuciones para la población civil. Los soldados apodaron con el nombre de “Madre Bickerdyke” por su constante preocupación por ellos. El general Sherman preguntó a Bickerdyke si quería participar en el gran desfile en la capital del país después de acabar la Guerra Civil. Ella encabezó a caballo el desfile del XV Cuerpo del Ejército por la Avenida Pennsylvania. Sherman le ofreció a Bickerdyke un asiento en la tribuna cuando el desfile pasaba, pero Bickerdyke negó. Ella prefirió repartir agua a los soldados cansados después del desfile.

Después de terminar la Guerra Civil trabajó en muchos sitios entre ellos en el Hogar de los sin techo. Con la ayuda del coronel Charles Hammond ayudó a 50 familias de veteranos de guerra. Ayudó a conseguir los papeles y las pensiones a los soldados rasos veteranos de la guerra que tenían problemas legales. También trabajó para el Ejército de Salvación. En California fue elegida como la primera presidenta de Lyon del Socorro del Cuerpo de la mujer, ella se negó; pero en las listas de miembros aparece como miembro fundador.

FOTO 4 Generales Ulysses S. Grant y William T. Sherman

Con la conclusión de la Guerra Civil, Bickerdyke siguió prestando asistencia a los veteranos de la Unión. Les prestó asistencia jurídica a los veteranos que buscaban una pensión del gobierno federal. Ella también ayudó y contribuyó a las pensiones fuesen seguras y dignas para más de trescientas mujeres enfermeras. Bickerdyke no recibió una pensión hasta la década de 1880. Eran sólo veinticinco dólares al mes. Bickerdyke se trasladó a Kansas después de la guerra, donde ayudó a los veteranos a establecerse y comenzar una nueva vida.

Ella consiguió una donación de diez mil dólares de Jonathan Burr, un banquero, para ayudar a los veteranos a obtener tierras, herramientas y suministros. También convenció al Chicago, Burlington, y Quincy ferrocarril para proporcionar transporte gratuito para todos los veteranos de la guerra con la esperanza de establecerse en Kansas. Debido a los esfuerzos de Bickerdyke, el general Sherman autorizó a los colonos a usar vagones del gobierno y los equipos para el transporte de las pertenencias de los veteranos a sus nuevos hogares.

Bickerdyke permaneció en Kansas durante la mayor parte del resto de su vida. Se acomodó en Salina, Kansas, donde abrió un hotel. Siguió luchando por los derechos de los veteranos de la guerra. Se mudó brevemente a Nueva York, antes de regresar a Kansas con sus dos hijos. Bickerdyke se trasladó posteriormente a California, con la esperanza de que un cambio de clima restaurara su deterioro de la salud. Se instaló en San Francisco, donde aceptó un puesto en la Casa de la Moneda de Estados Unidos. Bickerdyke finalmente regresó a Kansas, donde murió el 8 de noviembre de 1901. Fue enterrada en Galesburg, Illinois (5).

FOTO 5 Bickerdyke Memorial in Galesburg, Illinois

Mary Ann Bickerdyke se retiró a Bunker Hill en Kansas para vivir con su hijo falleciendo en 1901 y fue enterrada en el cementerio de Galesburg.

Clara Barton escribió un poema titulado “Las mujeres que fueron al campo de batalla” y con él honró la memoria de Mary Ann Bickerdyke, Cornelia Hancock, Dorothea Dix, María Livermore y Anie Etheridge.

Se han erigido estatuas en Galesburg en Illinois y en Mount Vernon. Hay un barco hospital y un buque de la libertad llamados “María Bickerdyke” y un puente elevado llamado “Puente Bickerdyke”.

CONCLUSIONES
Ayudó a construir más de 300 hospitales durante la Guerra Civil para ayudar a los soldados enfermos y heridos.

A las noches recorría los desolados campos de batalla por miedo a que quedara algún soldado con vida, para rescatar y curar a los soldados heridos y llevarlos a los hospitales.

Elogiada por los generales Ulysses S. Grant y William T. Sherman por su valentía y su gran preocupación por los soldados.

Después de terminar la Guerra de la Unión, ayudo a las enfermeras y a los soldados veteranos a conseguir sus pensiones.

Mary Ann Ball era conocida como “Madre Bickerdyke”, porque fue la enfermera de los soldados durante la Guerra Civil Americana.

Fue tanto una “Heroína” como una de las “Más Grandes Enfermeras” de la Guerra de Secesión.

Luchó con especial ahínco por los derechos y bienestar del soldado raso.

BIBLIOGRAFÍA
1.- Historia de la Enfermería. M. Patricia Donahue. Versión española de la obra original “Nursing. The Finest Art. An Illustrated History”, publicada por The C. V. Mosby Company. B-24.474-99
2. Robinson, 1946; página 207
3.- Backer, 1952
4.- Baker, 1952, página 11
5.- Mary Ann Bickerdyke. Civil War
Fotos: Sacadas de internet

Manuel Solórzano Sánchez
Diplomado en Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (RSBAP)