domingo, 26 de junio de 2011

CURANDEROS, SANADORES Y SANTIGUADORAS EN LANZAROTE




ENTRE EL SIGLO XVI Y XIX

Autores: Todos ellos son profesores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. La excelente doctora y profesora titular de Enfermería Mª Luz Fika Hernando. El Vicedecano de Enfermería Juan Manuel Martín Ferrer, Blanca Fernández Vallhonrat, José Bravo Martínez, M. Cristina Chas Barbeito y Eduardo Nuñez González.

Dirección de contacto: María Luz Fika Hernando. Plaza de la Constitución, nº 9. 35530 Villa de Teguise. Lanzarote. Teléfono: 928 59 30 10. E-mail: mfica@denf.ulpgc.es
FOTO 001 Entrada de la escuela en la Villa de Teguise

Resumen
Curanderos y sanadores nacieron ante la necesidad de hacer frente a los escasos medios que tenía la isla para curar sus enfermedades, la poca confianza que les daban los conquistadores y sobre todo ante la aparición de nuevas epidemias y plagas, que año tras año dejaban los visitantes y transeúntes. Partiendo de la premisa de que la “magia” popular es utilitaria, un medio para lograr un fin.

Summary
Curanderos and sanadores were born in front of the need to face up to the scarce means that had the island to cure his illnesses, the little confidence that gave them the conquistadores and especially in front of the apparition of new epidemics and pests, that year after year left the visitors and transeúntes. Bearing of the premise that the “popular” magic is utilitaria, a half to attain an end.

Palabras clave: Curanderos, sanadores, santiguadoras, brujería, magia, enfermedades.

Objetivos
El objetivo principal de este trabajo es conocer el origen y la evolución de las prácticas mágicas y curativas en la isla de Lanzarote en el período comprendido entre los siglos XVI y XIX.

Metodología
La metodología de este trabajo se centra fundamentalmente en la búsqueda de datos administrativos, revisión de datos bibliográficos y análisis y procesos de los mismos en el contexto socio-sanitario de Lanzarote, así como de los legajos del Archivo Histórico Municipal de la Villa de Teguise y del Archivo del Museo Canario, junto con los custodiados en el Archivo Histórico Nacional, Inquisición.

Introducción
El hecho insular y la difícil situación que vivió la isla de Lanzarote con las invasiones piráticas, las hambrunas y las epidemias, motivó de algún modo a los lanzaroteños a crear una medicina tradicional o popular, mezcla de creencias y ritos, así nacieron los curanderos y santiguadoras, que cada día se encontraban con nuevas enfermedades contra las que no podían ni las hierbas ni los instrumentos mágicos.

Ni la Inquisición ni las numerosas barreras impuestas a los naturales de la isla de Lanzarote, pudieron borrar muchas prácticas curativas, cuyas raíces son una mezcla de creencias locales enriquecidas con las distintas aportaciones peninsulares, francesas, africanas, portuguesas y sudamericanas.

La medicina de los curanderos estaba relacionada con los recursos y medios que encontraba a su alrededor y con esa mirada a reojo a través de signos y rezos. Motivaciones religiosas que aprendieron de los franciscanos que en una gran labor, religiosa y cultural, asimilaron de los lanzaroteños los elementales conocimientos que sobre la curación tenían, manteniendo aquello que consideraban más provechoso y añadiéndole las técnicas traídas desde sus lugares de origen.

Curanderos y sanadores nacieron ante la necesidad de hacer frente a los escasos medios que tenía la isla para curar sus enfermedades, la poca confianza que les daban los conquistadores y sobre todo ante la aparición de nuevas epidemias y plagas, que año tras año dejaban los visitantes y transeúntes. Partiendo de la premisa de que la “magia” popular es utilitaria, un medio para lograr un fin.

Curanderos, santiguadoras y sanadores en Lanzarote
La mezcla de culturas hace que al curandero canario y especialmente al lanzaroteño se le vea como una especie de nigromante, al que se le relaciona con los antiguos brujos y brujas isleños que dejaron su huella en la toponimia de nuestra isla, como son los bailaderos de las brujas. (Bethencourt Alfonso, J: Costumbres de la nación canaria bailes y cantos). Mujeres que, según la creencia popular se dedicaban a hacer aquelarres bailando en torno a una hoguera, para posteriormente bañarse desnudas en el mar.

Canarias contó desde una fecha imprevista del siglo XV, como producto de las expediciones de saqueo realizadas a la vecina costa africana, con una población de berberiscos que, aunque cristianizados, conservaron durante mucho tiempo elementos de su lengua, su religión, sus costumbres y creencias. La isla de Lanzarote, por su proximidad al continente africano, por su pobreza en población y otros recursos, así como por la necesidad o ambición de sus señores, participaron de manera destacada en las incursiones a Berbería, y albergaron el mayor contingente de población morisca.
FOTO 002 Bruja Sanadora. Mujer asistiendo al parto

La más antigua referencia a las prácticas hechiceriles de los moriscos es de 1505: una denuncia en Las Palmas, en 1505, contra Fernán Pérez, morisco de Berbería, alfaquí, por practicar curaciones. (Archivo del Museo Canario, Colección Bute, vol. I, 1ª serie, fº.43). Y como consecuencia de una visita a Lanzarote realizada por el provisor del obispado, en 1510, varias moriscas fueron acusadas de realizar sortilegios adivinatorios para saber quién iría como adalid de la armada y si había de regresar. (Archivo del Museo Canario, Inquon. CXXV-8). Aparece ya entonces, como procedimiento, el trazado de rayas en el suelo y estiércol de camello, primera vez que encontramos en el Archipiélago esta suerte morisca, procedente de África, que se empleará repetidamente en los dos siglos siguientes. (Archivo del Museo Canario CLXXII-35 y CLXXIX-81). Desde principios del siglo XVI, por tanto, los moriscos, quizás en proporción mayor que los cristianos viejos, facilitan por medios mágicos la satisfacción de los deseos que la población tiene en materia de amores, de adivinación o salud.

En Lanzarote, al menos en la primera mitad del siglo XVI, los moriscos no viven con los cristianos viejos en los poblados, sino apartados de éstos, en sus aduares. (Poblado o aldehuela).

En 1524 Juan García de León, camellero, declaraba en Las Palmas, ante el inquisidor, que estando en Lanzarote: “…en el pueblo de la dicha isla, tuvo necesidad de ir al Jable, donde están los moriscos…, y vido una gran burla que anda entre ellos, que ni se tratan como cristianos ni en obras ni en nombres ni en cosa del mundo, y que ni son cristianos ni tienen obras de cristianos, sino grandes hechiceros y hechiceras…”. Archivo del Museo Canario, Inquon. Colección Bute, Vol. II, 1ª Serie, fº 166).

De nuevo la imagen de los moriscos como “gente mágica”7. (Ver la obra de Julio Caro Baroja Vidas mágicas e Inquisición, Madrid, Taurus, 1996, 2 vols., particularmente el capítulo “Magia y grupo étnico, o la tribu mágica”, en el que muestra que es frecuente que pueblos vecinos, pero distintos y hostiles tengan la idea, recíproca, de que el otro es un peligroso conocedor de las artes mágicas).

Y se reitera en otros documentos de esta época: los moriscos que viven en sus tiendas en Tinguatón (Lanzarote), se reúnen por las noches a la luz de las hogueras, cantan en su lengua y ejecutan sus bailes, que tenían un carácter mántico, divinatorio, pues el danzante entraba como en trance, con “una lanza en la mano retemblándola dando alaridos a fuer de moro”, e iba diciendo lo que “veía”; del mismo modo que bailaba sobre una mujer a la que azotaba ritualmente para curarla. (Proceso de Luís Perdomo de Lanzarote (1532-33) Archivo Museo Canario., Inquon, CXVIII-17).

La frecuencia de las visitas a Lanzarote, de la Inquisición o de los delegados episcopales, encuentra sin duda una razón en la gran preocupación que se tiene por las actividades y prácticas de la población morisca, muy poco asimilada y siempre proclive a renegar. Uno de los procedimientos adivinatorios más usados en Canarias es el del plomo y estaño derretido, que se vierte en una escudilla de agua para predecir o revelar, según la forma que tomen los pedazos de metal al enfriarse y solidificarse, lo que ha de suceder o lo desconocido. Ignoramos si se trata de un ritual específicamente morisco. Son muy escasos e insuficientes los estudios existentes sobre la magia de los musulmanes españoles y de sus descendientes, a pesar de ser muy frecuente la afirmación de que la practicaban. (Se mencionan algunos hechizos característicos, pero no el uso de estos metales, en J. Rivera Tarragó: “Supersticiones moriscas”, Revista crítica de Historia de las Literaturas Española, Portuguesa e Hispano-Americanas, T. IV., nos IX y X, septiembre-octubre de 1899, pp. 141-157. En Fajardo Spínola, F (1995): La hechicería de Lanzarote y Fuerteventura. IV Jornadas de Estudios de Lanzarote y Fuerteventura. Tomo I. Historia. Servicio de publicaciones del Excmo. Cabildo Insular de Lanzarote y Excmo. Cabildo Insular de Fuerteventura. Arrecife, p. 227.

En todo caso, en nuestras islas hacen la suerte del plomo derretido, desde principios del siglo XVI, que sepamos, moriscos de procedencia berberisca; y hay testimonios que hacen pensar que era considerada propia de ellos, aunque gentes de otros grupos étnicos la repitan también. De este modo, a propósito de una cura con estaño y sebo hecha en Telde en 1606, su autora, una morisca, decía que en Lanzarote había visto hacer aquellos. (Archivo del Museo Canario, Inquon, XLVIII-3).

La última referencia que tenemos del uso en el Archipiélago de las suertes del estaño es de La Oliva (Fuerteventura), en 1765. Ya no se habla, por supuesto, de moriscos. La ejecutora de las suertes era María de León, vecina del pago de La Orilla, a quien procesó el Santo Oficio al año siguiente, en 1766. (Archivo Museo Canario, CXXXVI-33). Era hija de Justa de León, vecina del mismo caserío, procesada por hechicera en 1740. (Archivo Museo Canario, Inquon, X-27, XIII-25 y XXIII-9). Y nieta de María Domínguez, natural y vecina de Las Calderetas, en Lanzarote, procesada en 1729 y desterrada de esta isla por la Inquisición, siendo lo más probable que se estableciese en Fuerteventura. (Archivo Museo Canario, Inquon, XV-10). Tenía entonces más de ochenta años, y desde 1682 había sido denunciada y presa en Teguise por supuestos maleficios y diversos sortilegios, entre ellos los del estaño. (Archivo Museo Canario, Col. Bute, vol. XXII, 1ª serie, fº 45). Estas tres generaciones de mujeres son ejemplo de la transmisión por vía femenina, sobre todo en pequeñas aldeas y oralmente, de elementos culturales que de esta manera, por un mecanismo casi diríamos que de relevo, se conservan a lo largo de los siglos.
FOTO 003 Mujeres Sanadoras

Naturalmente, las hechiceras no utilizaban sólo el repertorio supersticioso propio de su grupo étnico o de su lugar de origen, sino que tomaban en préstamo, además, fórmulas e ingredientes de otra procedencia. Son abundantes los ejemplos de contaminaciones y de ceremonias eclécticas, como el fundir estaño al tiempo que se reza la oración de Santa Marta. (Lo hacía María Anríquez, lanzaroteña, en El Hierro, en 1632. Archivo Museo Canario, Inquon, LXVII-6). O echar excrementos de camello invocando a las ánimas del Purgatorio, Lanzarote, 1624, Archivo Histórico Nacional, Inquisición, 1828, 3 F, fº13), o a la Santísima Trinidad. (Lanzarote, 1624, Ibídem, fº 17).

El grado de difusión de las creencias mágicas en la isla de Lanzarote puede inferirse del hecho de que no solamente afectan a pobres mujeres, sino que la comparten desde la marquesa de Lanzarote y su administrador, hasta destacados miembros del clero y de la propia Inquisición, como es el caso de don Guillén Betancor, beneficiado y vicario del obispo en Lanzarote, comisario del Santo Oficio en esta isla, quien estando enfermo, en 1636, llamó para que lo curara a Catalina Luzarda, quien le dijo que su enfermedad procedía de hechizos y lo estuvo tratando durante un mes, aplicándole las suertes del estaño.( Archivo Museo Canario, Inquon., CL-1).

No debemos olvidar la importancia de la mujer en la transmisión de la cultura popular. La mujer era una especialista del cuerpo humano, al que alimentaba y curaba. Esto suponía observar y conocer las funciones del organismo, las propiedades de las plantas, el fenómeno de su cocción. De su experiencia obtenía una cierta influencia social, un cierto reconocimiento. Por eso la persecución de las brujas, casi siempre mujeres, tiene mucho que ver con el intento de destruir la cultura popular, que mantenía vivos elementos paganos.

Algunos de los componentes que se describen dentro del campo de la superstición corresponden a técnicas tradicionales de curación, a los tabúes cotidianos, a procedimientos ordinarios de conocimiento de la realidad.

El gran número de curanderos que en estos años ejercían en Lanzarote, preocupó a la Diputación, no así a las instituciones insulares, pues estos maestros de la medicina popular cubrían la falta de médico titulado. Así lo recoge, en junio de 1822, el libro que acopia el registro de correspondencia, con el título de Pliego Ordinario en un tratado sobre el abuso de permitir el ejercicio de curanderos y curanderas.

Raro es el pueblo de Lanzarote donde no exista una señora conocedora de la medicina popular y sobre del secreto de nuestras plantas.
Los curanderos dicen que tienen un poder especial para curar, y los vecinos de Lanzarote acuden a ellos impulsados por ese sentido que hace caminar guiados por el corazón, cuando los cuerpos se ven atacados por el mal de ojo, susto, sol en la cabeza y otras dolencias y males llamados “enfermedades de tipo cultural”, o simplemente cuando no encuentran solución en la medicina científica.

Francis Coleman, cónsul británico en Canarias entre 1825 y 1830, hablando sobre la superstición de los canarios, en su libro Las Islas Canarias según su estado actual y con especial referencia a la topografía, estadística, industria, comercio y costumbres (1831), comenta la creencia en brujas y en espíritus, el miedo al “mal de ojo” y el ensalmo extendido de la creencia en la almas de los difuntos, que no pueden encontrar descanso, y se incorporan al cuerpo de los vivos, motivo por el que ante la presencia de ciertos síntomas se fuera a buscar a un “animero”, en lugar de al médico, para intentar expulsar el alma intrusa. Rezos, plantas y creencias, son los medios que unen al paciente con el curandero.

El lenguaje de los curanderos y sanadores lanzaroteños brota como una lucha de ritos y creencias, en la que el resultado depende de la fe del paciente, de la eficacia de las plantas y de los conocimientos y habilidades de las curanderas o santiguadoras.

La enfermedad se considera en este ambiente mágico, no sólo como un dolor físico de nuestro cuerpo, sino también de nuestra mente, de ahí los rezos y curas que se realizan a los pacientes.

Sobre los rezados y prácticas de las sanadoras lanzaroteñas se han realizado algunos trabajos, como los de Jesús María Godoy, los de María Luz Fika y cols., y los del propio Archivo Municipal de Teguise.

En los trabajos citados figuran fórmulas para distintas enfermedades, como el asma y asfixias, la insolación, las fístulas, heridas producidas por animales, etc.

En una evolución histórica de la medicina popular aplicada por algunos curanderos, encontraríamos los primeros pasos en la savia de algunos árboles que se utilizaron como bebida y para cataplasmas.

El sebo o grasa de carnero y camello se utilizaba como remedio para los dolores y contusiones, mientras que la manteca de cabra mezclada con hojas de algunas plantas, la utilizaron para las heridas.

Las manos de los curanderos son los hilos conductores que le transmiten el grado de enfermedad de sus pacientes. Las creencias religiosas, tanto del sanador como del paciente, juegan un papel importante en el proceso. Los métodos son tan numerosos como tipos de enfermedades hay, desde la imposición de manos, pasando por el uso de las plantas, las oraciones o invocaciones, y los talismanes.

Las clases bajas son extraordinariamente supersticiosas y, además de creer firmemente en brujas, espíritus y presagios, les tienen un miedo especial a los efectos del mal de ojo. Sin embargo, no juzgaban siempre este hechizo como un acto de maldad, sino que también creen que un exceso de cariño o admiración ante el objeto pueden provocar el mismo efecto perjudicial, que suele consistir en que se seca o muere todo aquello en lo que recae tal hechizo. Sin embargo, cualquier cosa en forma de cuerno puede hacerlo inofensivo y, por esta razón, suelen encontrarse con frecuencia pedacitos de hueso tallados en esta forma. Y ni siquiera las clases altas se ven libres de superstición. Si un campesino teme que una bruja esté cerca, vuelve hacia fuera la parte interior de la pretina de su pantalón o, para asegurarse mejor, se quita del todo los pantalones y se los vuelve a poner, después de haberlos vuelto del revés. Los labradores consideran que este remedio es tan poderoso, que ninguna bruja tiene el poder de causarles ningún mal.

Poner una escoba detrás de la puerta es siempre recomendable, si se quiere evitar a las brujas; pues si ésta pisara el umbral, su primer intento consistiría en privar a los niños pequeños de la respiración; así cuando un niño muere de repente, se considera siempre obra de las brujas. Espanto general causa el graznido de un ave, que llaman apagado (lechuza), a causa de la similitud de esta palabra con el sonido que emite en un tono chillón. (Coleman Macgregor, F y Batista Rodríguez, JJ. (2005). Op. cit. pp.147-149).

Otra superstición bastante extendida consiste en creer que a las almas de los difuntos que no pueden encontrar descanso les es dado pasar al cuerpo de los vivos y atemorizarlos con su presencia. Así, si se presentan ciertos síntomas en un enfermo, se manda a buscar un animero, quien intenta expulsar el alma intrusa, en parte mediante conjuros y en parte mediante el acto de poner secretamente al fuego, en una encrucijada, una olla, en la que hay cuernos de macho cabrío, cascos de caballo y otro montón de cosas bienolientes. Si arde el contenido de la olla, vuelve el animero a la habitación del enfermo en una suerte de trance, abre de golpe la puerta y las ventanas, corretea sin sentido aparente de un lado para otro y continúa con los conjuros, mientras le sale espuma por la boca. No obstante, si el enfermo no se siente aliviado, esto significa que el alma que ocupa su cuerpo no quiere marcharse y entonces el charlatán se ayuda con la excusa de que alguien ha debido de haber visto arder la olla. (Coleman Macgregor, F y Batista Rodríguez, JJ. (2005). Op. cit. pp.147-149).

Por lo demás, tampoco faltan las videntes, las que adivinan mirando el agua y todo tipo de servidores de la superstición. Sin olvidar, a los amañados y charlatanes que ofician de médicos con el ánimo de hacerse ricos a costa de la credulidad reinante.
FOTO 004 Eloina Expósito Mendoza santiguadora de La Laguna

En todos los pueblos hay personajes que dejan en la memoria de sus vecinos una huella imborrable, recordándoseles de generación en generación. Este es el caso de doña Balbina que destacó por su admirable labor curativa y humanitaria.
“…Era comadrona y médico naturista a la vez. Se le pagaba con los productos del campo y alguna peseta que ella cogía, pero nunca puso precio. Venían de todas las zonas. Atendía lo mismo a una cabra que traía el baifo atravesado que a un camello. Se moría un niño y lo amortajaba. Fue la mujer más importante que he conocido. La venían a buscar en burro o en camello, de Tiagua, de Tinajo, de Soo”. (Falero Lemes, M.A, Montelongo Franquiz, A. Hernández González, J. (2006): Trás las huellas del Ajey. Patrimonio Etnográfico. Sanidad. Enfermedades. Patrimonio Cultural de San Bartolomé, Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de San Bartolomé, p.120).

La Organización Mundial de la Salud, define al curandero como toda persona reconocida por la propia comunidad en que vive como competente para prestar atención de salud mediante el empleo de productos vegetales, animales y minerales, y la aplicación de algunos otros métodos de origen social, cultural y religioso, basados en los conocimientos, actitudes y creencias de la comunidad en lo que respecta al bienestar físico, mental, social y al origen de la enfermedad y la invalidez. Basándonos en esta definición, entendemos cómo y por qué estas personas han sobrevivido, a lo largo de los siglos, en Lanzarote.

Conclusiones
La hechicería aparece cuando la manipulación mágica de las situaciones y las cosas se profesionaliza. Cuando alguien al que se supone poderes o saberes superiores a los demás se especializa en procurar, a cambio de una retribución, la resolución de problemas que la mayoría tiene.

Entre los motivos del recurso a la magia está la búsqueda de la salud. Los procedimientos curativos incluyen elementos puramente mágicos junto con santiguados y rezos más o menos ortodoxos, pero comprenden también habilidades y conocimientos empíricos sobre las virtudes de ciertas sustancias naturales. Por eso son borrosos los límites entre el curanderismo mágico y la medicina popular.

Esta gestación de la brujería en Lanzarote, en nada se parece a las prácticas de nuestros curanderos y santiguadoras, cuyas raíces hay que situarlas en ritos y creencias que van de la mano de los elementos localizados en nuestra isla, aunque lleven el sello de una multiculturización que, lejos de anularla, la ha enriquecido y cuyas prácticas en nuestras aldeas y pueblos se ve con la mayor naturalidad.

El historiador griego Herodoto (484-425 a.C.) relataba sobre los babilónicos que, pese a existir los médicos o especialistas de la salud, la mayoría de las personas llevaban a los enfermos a la plaza o mercado de la ciudad, y si algún transeúnte había padecido la misma enfermedad, se paraba a hablar con él y le daba buenos consejos o le indicaba algún remedio para su mal.

El enfermo, muchas veces no busca la ciencia en el curandero, sino la esperanza, un depositario de sus problemas que le ayude a llevarlos. La gente normal del pueblo, especialmente los que han estado alejados de zonas urbanizadas y donde han podido llegar con dificultad los estamentos sanitarios, no han tenido más remedio que solucionarse los problemas de salud como han podido. El pueblo, actuando como si fuera una esponja cultural, ha ido asimilando a lo largo de muchos años diversos conceptos y conocimientos hasta desarrollar su propia medicina popular. La medicina popular es variadísima en cada país, pero todos tienen un punto en común: la fe que las gentes de los pueblos han tenido y continúan haciéndolo en sus curanderos, sanadores y esteleros.
FOTO 005
Un sacerdote o médico, junto a una sacerdotisa o enfermera, cura a un paciente en nombre de Esculapio.

AGRADECIMIENTOS
Mª Luz Fika Hernando

Juan Manuel Martín Ferrer
Blanca Fernández Vallhonrat
José Bravo Martínez
M. Cristina Chas Barbeito
Eduardo Nuñez González
Universidad de Enfermería. Las Palmas de Gran Canaria

AUTORES
Jesús Rubio Pilarte

Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP
jrubiop20@enfermundi.com

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
masolorzano@telefonica.net

jueves, 23 de junio de 2011

"DE HOMBRE A HOMBRE, HABLA DEL VIH", la nueva campaña informativa del Ministerio de Sanidad.


El Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad lanza una nueva campaña informativa sobre la importancia de no olvidarse del virus de inmunodeficiencia humana (VIH).


La campaña se llama "DE HOMBRE A HOMBRE, HABLA DEL VIH" y está dirigida a hombres que tienen sexo con hombres (también llamados HSH), y protagonizada por Boris Izaguirre, Jesús Vázquez e Íñigo Lamarca.


Aunque la campaña de prevención del VIH vaya dirigida a HSH (que no sólo homosexuales y gais), no se pretende inculcar a estos como "colectivo" ni dar una desinformación sobre las únicas personas que pueda padecer la infección, ni se está discriminando a nadie.


Pero sí las estadísticas son desesperanzadoras, ya que en España, 1 de cada 10 HSH está infectado por el VIH; además, 1 de cada 3 lo desconoce. Otros lo saben pero tienen miedo al rechazo.


Podeis ver el video de la campaña en el siguiente enlace, el folleto y toda la información de la campaña en la web del MSPSI.


PORQUE EL SILENCIO NO PUEDE SER UN SÍNTOMA MÁS.

domingo, 19 de junio de 2011

VERA MARY BRITTAIN. ENFERMERA VOLUNTARIA I GUERRA MUNDIAL











Trabajo original de las autoras Mª Luz Fernández Fernández, Enfermera y Licenciada en Historia Profesora de la E.U.E. “Casa de Salud Valdecilla” Universidad de Cantabria. Y su compañera Soledad Fernández Moral, Licenciada en Historia.
FOTO 001 Vera Mary Brittain. Vestida de enfermera voluntaria

RESUMEN
La Enfermería ha mantenido a lo largo de la historia una estrecha relación con los conflictos armados, siendo la necesidad de atención a los heridos y la urgencia ante las enfermedades epidémicas como el tifus, cólera, fiebre amarilla, o el hambre, los que han demostrado la necesidad y eficacia del trabajo de las enfermeras.

La escritora británica Vera Mary Brittain, feminista y pacifista, reflejó en su obra Testament of Youth (Testamento de juventud 1933), su trabajo como enfermera voluntaria en la I Guerra Mundial, mostrándonos sus devastadoras experiencias, ante las terribles condiciones que sufrían los soldados en el frente, y los hospitales de campaña. Además esta obra, es un testimonio del dolor de su generación y de la lucha por la paz y la igualdad de sexos, ya que Vera Mary Brittain fue una luchadora a favor de los derechos de la mujer en una época de cambios trascendentales para la humanidad.

El objetivo de este trabajo, es indagar en las circunstancias de la participación de la mujer en el terreno de la Enfermería durante la I Guerra Mundial, fundamentalmente a través del relato de Vera Mary Brittain, quien, como muchas mujeres de su época, desarrolló un importante papel dentro del mundo del voluntariado dedicado a paliar la carencia de personal de enfermería en situaciones de extrema necesidad. Aspectos estos que han sido poco estudiados y conocidos por la profesión enfermera, y que en los últimos años está sacando a la luz la Historia social.

LA I GUERRA MUNDIAL
La guerra constituye uno de los fenómenos permanentemente presentes en la Historia de la Humanidad, y que al igual que otros hechos sociales, ha afectado en mayor o menor grado, según su intensidad, a la estructura social. Según dice la socióloga María Vidaurreta que refleja cómo en la civilización occidental y europea, la Historia pone de manifiesto que la presencia de la guerra ha constituido un factor activo en los distintos cambios sociales, transformando dicha civilización.
FOTO 002 Hospital Oxford Enfermería

Las guerras han sido más o menos cruentas en función del desarrollo tecnológico y la utilización de todo tipo de armamento de cada momento histórico. Es decir, la sofisticación en la capacidad destructiva del armamento bélico (como en el caso de las armas químicas) ha ampliado su radio de acción haciendo llegar sus devastadores efectos no sólo para los combatientes directos sino también a la población civil.

Entre los conflictos armados que surgen en Europa, hasta el siglo XIX, es interesante destacar la Guerra de Crimea (1854-1856), ya que por diversas razones ha sido considerada como la primera guerra moderna. En este conflicto armado que enfrentó a Rusia contra Turquía y sus aliados Francia, Inglaterra y el Piamonte; se usaron por primera vez los rifles con cañón estriado en lugar de los mosquetes de ánima lisa, un armamento que permitía luchar y matar a mayor distancia, los proyectiles explosivos, en vez de los macizos, y las minas marinas que utilizó la armada rusa en sus acciones en el Báltico, además de los barcos acorazados. Esta prolija descripción puede parecer excesiva e innecesaria, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta que las lesiones producidas por el armamento de distintas características va ha condicionar la evolución y el cuidado de las heridas una de las cuestiones fundamentales para la Enfermería en el contexto bélico.

Aún así, y a pesar de los cambios en el equipamiento militar, para autores como J.A.S. Grenville, la Guerra de Crimea es la última del siglo XVIII, ya que la mayoría de las muertes no las causó la acción enemiga, sino las enfermedades y las epidemias, triunfando la tecnología militar sobre la táctica, ya que esta guerra se libró casi con el mismo equipamiento, armas, uniformes, y concepciones tácticas, que la Batalla de Waterloo (1815).
FOTO 003 Ambulancia británica interior 1918. Traslado de herido 1918

De paso, destacar la magnífica intervención de Florence Nightingale, Mary Seacole, Rosa Barr, Nora McCormack, Martha Clough y tantas otras enfermeras anónimas en este cruento contexto, crucial para la salvación de un gran número de vidas y para el desarrollo de la Enfermería como tal. Por otra parte, recordar que por primera vez en la historia en esta guerra los ciudadanos en casa recibieron fotografías e información cercana del desarrollo del conflicto en el frente, destacando la labor del corresponsal del The Times, W.H. Russell, y del fotógrafo Roger Fenton. Sin duda, la concurrencia de todas estas circunstancias, convierten a la Guerra de Crimea en un conflicto sin precedentes. En palabras de D. Murphy: “durante la guerra de Crimea, el mundo dio un paso hacia la idea de guerra total, y fue un caso en el cual las poblaciones civiles de las naciones beligerantes fueron vistas como blancos legítimos”.

Casi sesenta años después, en los inicios del siglo XX, Europa iba a vivir uno de los episodios más trágicos y traumáticos de historia, la conocida como la Gran Guerra o I Guerra Mundial, un fenómeno clave en la cultura occidental que como refleja Aránzazu Usandizaga, desestabilizaría para siempre los esquemas en los que Occidente había confiado desde la Ilustración, además de las convicciones morales derivadas de la seguridad y la razón. Una guerra, que condujo a la muerte a millones de jóvenes, como consecuencia de la ineficacia e indeficiencia de los políticos y los mandos militares entrenados en conflictos del pasado.

A finales del siglo XIX las potencias europeas se enfrentaban a lo que se conoció como la “gran depresión”, tratando de paliar sus efectos mediante la búsqueda de nuevos mercados, territorios ricos en materias primas que pudieran utilizarse en la industria del país. La guerra y la conquista, fueron las acciones que las naciones europeas llevaron a cabo para conseguir el dominio del mundo y afianzar su poder, en un momento en el que los Imperios de la Edad Moderna estaban en decadencia.
FOTO 004 Hospital 1916

La apertura del Canal de Suez, que comunicaba África y Asia, volverá a imprimir un nuevo protagonismo al Mar Mediterráneo, que había perdido importancia a lo largo de la Edad Moderna, siendo Gran Bretaña, como dueña del Canal, el país que se convertirá en el gran dominador de la zona. La carrera por la colonización de África y el Extremo Oriente había comenzado, los distintos países europeos lucharían por imponer su Imperio lo que provocaría una situación de permanente conflicto, y que se uniría a las dos sucesivas guerras de los Estados balcánicos, la primera contra Turquía y la segunda entre ellos, provocando un vuelco en la situación de la zona, ya que tras el tratado de Bucarest (1913), Turquía quedó reducida en los Balcanes a la región entorno a Estambul y Serbia, aliada de Rusia, se consolidó como principal Estado de la región, situación que provocó la alarma en el Imperio Austro-Húngaro, al que Alemania estaba decidido a apoyar. El asesinato del heredero al trono de Austria-Hungría, el Archiduque Francisco Fernando, el 28 de junio de 1914, será el detonante de la I Guerra Mundial.

Si la Guerra de Crimea supuso un notable avance armamentístico, en este nuevo conflicto entre las potencias industriales, se daría un paso más, alcanzándose un índice de violencia y horror nunca antes conocido como consecuencia de la utilización de las nuevas armas, granadas, lanzallamas, tanques y el terrible gas mostaza, cuyas efectos incrementaron aún más el nivel de las masacres. Esta guerra, constituyó además un martirio para millones de hombres que intentaban sobrevivir al fuego enemigo a lo largo de kilómetros de trincheras infectadas de ratas, entre el barro, la humedad y el frío.

El 11 de noviembre de 1918 finalizaba una de las mayores tragedias de la humanidad, millones de muertos, heridos e inválidos, innumerables pérdidas económicas, los países participantes en este conflicto debieron hacer frente a las enfermedades, el dolor y la desolación. La esperanza era pensar que nunca más se volviera a repetir un hecho de tal magnitud, nada hacia sospechar que Europa viviría en el mismo siglo otro nuevo conflicto armado, que sería considerado como el más sangriento de la Historia mundial, la II Guerra Mundial.
FOTO 005 Mujeres enfermeras y conductoras de ambulancia

LAS MUJERES Y LA I GUERRA MUNDIAL
Cuando se inició el conflicto en 1914, se pensaba, en una guerra “fresca, alegre y corta”, incluso los movilizados adornaban sus fusiles con flores, sin embargo, el equilibrio de fuerzas entre los dos bandos sería un impedimento para la victoria rápida. Además, cuando los frentes se estabilizaron y se iniciaron las batallas de desgaste, se puso de manifiesto la falta de experiencia en la coordinación de los mandos militares fundamentalmente de los ejércitos aliados de Francia y Gran Bretaña, lo que unido a las dificultades para acceder a los refuerzos debido a la precariedad de los transportes, como expone Aránzazu Usandizaga Sainz, provocó unas cifras astronómicas de muertos y heridos, que obligó a enviar al frente a masas incontables de hombres.

Por otro lado, la urgencia de la guerra provocó el vacío en las fábricas, los despachos, el campo, las profesiones liberales, de los puestos de trabajo ocupados por los hombres, y que ahora serían sustituidos por las mujeres. Así, si el trabajo de las mujeres fue importante desde el principio de la guerra, a partir de 1915 se convierte en imprescindible, ya que el equilibrio de fuerzas lleva a los países beligerantes a aumentar y perfeccionar la fabricación de armamento con el fin de ganar la guerra, provocando una gran demanda de mano de obra que obligó a las mujeres a ocupar los puestos de trabajo a los que nunca habían tenido acceso en el pasado. Pero además según Usandizaga, las mujeres tuvieron que encargarse física y psicológicamente de los miles de heridos, descubriendo por primera vez el cuerpo masculino, y recomponiéndolo tras los destrozos devastadores de la guerra, haciendo referencia en este sentido al artículo de Sandra M. Gilbert, que con su publicación en 1983 revolucionó los estudios de género y la forma de comprender la Gran Guerra, mantiene que:

A medida que los hombres jóvenes se iban alienando de sus identidades de antes de la guerra, se iban hundiendo en la inmundicia y la sangre de la Tierra de Nadie, como por efecto de un tenebroso movimiento del péndulo de la historia, las mujeres parecían ser cada vez más poderosas. Como enfermeras, dueñas, como trabajadoras en las fábricas de armamento, conductoras de autobús o soldados en el “ejército de tierra”, incluso como esposas y madres, estas criaturas hasta ahora sumisas, empezaron a verse en una dimensión malévolamente agrandada.

La I Guerra Mundial supuso un gran cambio para las mujeres, que irrumpieron en todos los campos, la adopción de los nuevos roles que tuvieron que desarrollar condicionaron en todos los sentidos su vida cotidiana, acortaron sus faldas, se cortaron el pelo y comenzaron a usar pantalones para trabajar más cómodamente en las fábricas, las circunstancias las obligaron a moverse solas, algo impensable antes de 1914, ya que siempre debían ir acompañadas.

Las mujeres tomaron conciencia de su valor social, se sintieron alentadas a demandar y reclamar su derecho al sufragio, algo que ya habían conseguido en Nueva Zelanda a finales del siglo XIX (1893), Australia y Finlandia a principios del siglo XX y Noruega en 1913. En este sentido María Vidaurreta destaca el caso danés ya que aunque la Constitución de 1908, ya había concedido derechos municipales a las mujeres, el 5 de junio de 1915, en plena Guerra Mundial, el Parlamento danés concede a las mujeres el derecho al sufragio y a la elegibilidad. Dinamarca no era un país beligerante, sin embargo, los acontecimientos que se estaban sucediendo en Europa, podían arrojar a este país al conflicto, por ello Marie de la Hire reconoce el gesto de este país: “Ha reconocido en un homenaje calmado y grandioso al pueblo de sus mujeres otorgándolas los derechos de sufragio y de elegibilidad”. “Mientras el cañón truena sobre los campos de Europa, en el momento en que los hombres de un país pueden esperar correr a las fronteras para defender con su sangre la integridad del suelo, es muy bello hacer un gesto, cumplir un acto como éste que ha firmado el Rey Christian X”.
FOTO 006 Mujeres en la guerra

Tras el final de la I Guerra Mundial en 1918, las mujeres de Alemania, los Países Bajos, Polonia, Rusia, Austria, Bélgica, y Gran Bretaña, sólo tuvieron derecho al voto de manera restringida, es decir aquellas que tenían más de 30 años, vieron como sus luchas daban fruto al conseguir el derecho a voto. A pesar de este movimiento generalizado, en Francia esto no fue posible hasta después de la II Guerra Mundial en 1945.

Otro hecho fundamental a tener en cuenta es que por primera vez la escritura femenina se hace eco de los horrores de la guerra y la posguerra con una nueva dimensión, aunque como sostiene Usandizaga, los primeros estudiosos de la literatura producida por la guerra excluyen totalmente el trabajo femenino, no teniéndose en cuenta hasta la aparición del mencionado estudio de Sandra Gilbert. Las mujeres escritoras emplearon la autobiografía, la novela, el relato corto, todo tipo de género literario para expresar sus experiencias y opiniones sobre la Guerra.

Usandizaga mantiene que uno de los textos más informativos para comprender los procesos contradictorios y complementarios que sufrieron las mujeres durante la Gran Guerra, es la obra autobiográfica de Vera Mary Brittain Testament of Youth (1933), la cual constituirá nuestra principal fuente de referencia en este estudio. Brittain se identificó desde el primer momento con el enorme sacrificio de los combatientes como consecuencia del alistamiento de su hermano Edward y de su novio Roland, y de su círculo de amigos cercanos al que seguiría el tremendo sentimiento de pérdida tras la muerte de todos ellos a lo largo del interminable conflicto. Además, Brittain relata su lucha por conseguir el acceso a una educación universitaria, hasta entonces vetada a las mujeres. Mientras que la mayor parte de su autobiografía está dedicada a detallar sus desgarradores recuerdos y terrible experiencia como enfermera voluntaria en la I Guerra Mundial.

ENFERMERÍA Y LA GUERRA
El primer conflicto bélico de la Historia en que quedó patente la trascendencia del trabajo de la Enfermería fue la Guerra de Crimea (1854-1856), entre los más destacados personajes Florence Nightingale y Mary Seacole demostraron, con sus conocimientos y su buen hacer, la importancia del trabajo de las enfermeras en el cuidado de los soldados enfermos y heridos. Una vez finalizada la Guerra, Nightingale fue nombrada Superintendente General del Establecimiento de Mujeres Enfermeras de los Hospitales Militares del Ejército, escribiendo años más tarde el manual Introducción de las Mujeres Enfermeras en el Ejército, utilizado por la Oficina de Guerra como libro de consulta hasta 1872.
FOTO 007 Enfermeras en el campo de batalla. Poniendo una bolsa de sangre

La Reina Victoria de Kent, conocedora de la labor de Nightingale y de la importancia de contar con un cuerpo de enfermeras debidamente preparadas para atender a las tropas en situaciones de guerra, ordenó construir un hospital que capacitara a las enfermeras y a los cirujanos para cuidar de los pacientes militares en el mismo año en que Nightingale fundara la que sería la primera Escuela de Enfermeras de la Historia en el Hospital Santo Tomás de Londres (1860). En 1863 abría sus puertas el “Royal Victoria Hospital” de Netley, admitiendo a los pacientes militares que requerían cuidados, y en 1881 se crearía un cuerpo de enfermería del ejército que prestarían sus servicios en las guerras contra los Boer.

Doce años antes del estallido de la I Guerra Mundial, cuando el Imperio Británico gozaba de una paz relativa, bajo la protección de la Reina Alexandra se crea el Servicio Militar de Enfermería (ANS, Army Nursing Service) y el Servicio de Indias de Enfermería (INS, Indian Nursing Service), por una R.O. de 27 de marzo de 1902 que se reconvertiría posteriormente durante la Gran Guerra en Queen Alexandra´s Royal Army Nursing Corps (QARANC), o Cuerpos de Enfermería de la Armada Real Reina Alexandra, que prestaron sus servicios en diferentes países como Francia, India, África oriental, Italia, Palestina, Egipto, Mesopotamia, Tesalónica y Rusia.
FOTO 008 Carteles Cruz Roja

En relación a la implicación de las enfermeras en la guerra, es importante destacar la creación de la Cruz Roja Internacional, un organismo directamente relacionado con la asistencia sanitaria en situaciones de conflicto.

El 24 de junio de 1857 los ejércitos franco-sardos se enfrentan a las tropas austriacas en su lucha por la unidad italiana, en una aldea al norte de Italia llamada Solferino. Una multitud de refugiados y heridos llegó a la vecina localidad de Castiglione donde casualmente se encontraba el ginebrino Henry Dunant, quién consternado por la inhumana y caótica visión se involucra directamente prestando su ayuda a las mujeres del lugar en la atención a los necesitados. A su regreso a Ginebra y terriblemente afectado por lo que había visto, Dunant escribe la obra Recuerdos de Solferino, publicada en 1862 donde describe la batalla y la situación de los heridos constatando que la mayor parte del sufrimiento hubiera podido evitarse, y concluyendo con la siguiente reflexión:
"¿No se podría, durante un período de paz y de tranquilidad, fundar sociedades de socorros cuya finalidad sería prestar o hacer que se preste, en tiempo de guerra, asistencia a los heridos, mediante voluntarios dedicados, abnegados y bien calificados para semejante obra?".

Dunant apeló asimismo a las autoridades militares de distintas naciones y las reuniones extraordinarias que mantenían haciéndoles esta pregunta “¿no sería de desear que aprovechen la ocasión de esta especie de congreso para formular algún principio internacional, convencional y sagrado que, una vez aprobado y ratificado, serviría de base para sociedades de socorro a los heridos en los diversos países de Europa?”.

Dunant hizo un llamamiento a varios gobiernos europeos con la finalidad de crear un organismo internacional que brindara ayuda voluntaria a los combatientes, y el 23 octubre de 1863 se llevó a cabo la Primera Conferencia en Ginebra, donde se reconocerá la neutralidad de los servicios sanitarios así como la de los habitantes del país al que prestasen socorro, creándose así la Cruz Roja Internacional. Su emblema una cruz roja sobre fondo blanco, sería adoptado por todos los países miembros, y figuraría a partir de entonces en las ambulancias, hospitales y uniformes del personal sanitario, con el fin de que salvaguardarlos de los ataques en los conflictos armados.

La creación de este organismo servirá en cierto modo de estímulo para el impulso de la Enfermería, teniendo en cuenta que a finales del siglo XIX esta profesión como tal estaba aún dando sus primeros pasos. En 1886 el Hospital Victoria House de Berlín enviaría a la Escuela Nightingale a su Enfermera Jefe para que ésta ampliase allí su formación. La misma actuación sería seguida por enfermeras procedentes de diversos países europeos. A partir de este momento se promovieron en Alemania y otros países los cursos de formación, con una duración de un año que a partir de 1920 se extendería a dos, incrementándose el número de Escuelas de Enfermería de Cruz Roja por todo el mundo. A lo largo de la I Guerra Mundial la Cruz Roja reclutó un total de 20.000 enfermeras, que prestaron sus servicios en las distintas zonas del conflicto.

Las devastadoras consecuencias de la Gran Guerra con miles de soldados heridos y enfermos, puso de manifiesto la carencia de enfermeras, con cifras que a todas luces resultaban insuficientes, fundamentalmente porque a principios del siglo XX aún continuaban en vigor las normas que en su día instituyera Florence Nightingale necesarias para acceder a la formación de enfermeras, tales como ser mayor de 25 años, no estar casada y pertenecer a una clase media alta.

Para intentar paliar esta situación se empleó personal auxiliar, cuestión que por otra parte ha sido recurrente a los largo de la Historia de la Enfermería como consecuencia de la falta de personal cualificado sobre todo en situaciones de enfrentamiento bélico. Así en el período entre 1914 - 1918, durante la I Guerra Mundial se produjo una gran afluencia de personal auxiliar de Enfermería procedente de los Destacamentos de Ayuda Voluntaria (V.A.D.s.), como fue el caso de Vera Mary Brittain. Por este motivo las Asociaciones de Voluntarios alcanzaron gran relevancia durante la I Guerra Mundial, ya que las mujeres pudieron participar como conductoras de ambulancias, cocineras y ayudantes de las enfermeras, aún cuando las autoridades militares no aceptaron sus servicios en primera línea del frente hasta 1915, contando inicialmente con aquellas mujeres que tenían entre veinte y veintitrés años y más de tres meses de experiencia.

En Inglaterra, y con la ayuda de la Cruz Roja y la Orden de San Juan, se habían creado en 1909 los Destacamentos de Ayuda Voluntaria (VADs) con el objetivo de proporcionar asistencia médica en tiempos de guerra, en el verano de 1914 había más de 2.500 voluntarias en los destacamentos de Gran Bretaña, que pasarían a ser 38.000 a lo largo de los cuatro años de guerra. Algunas de estas mujeres escribían las cartas a los soldados que estaban demasiado enfermos, o no sabían escribir.

Entre las ayudantes voluntarias más famosas que trabajaron como enfermeras en la I Guerra Mundial se encuentran la novelista Agatha Christie quién plasmó sus experiencias como VADs en su Autobiografía publicada póstumamente en 1977, y la escritora Vera Mary Brittain, quién relató sus vivencias en Testament of Youth. El mismo tema es el hilo conductor en la novela Adiós a las armas, en la que Ernest Hemingway relata su propia historia de amor con una enfermera voluntaria inglesa en un hospital de Milán, vivida mientras este, oficial estadounidense prestaba servicio en las ambulancias.

En el artículo “British Nurses at War 1914 - 1918: Ancillary Personnel And the Battle for Registration”, Julia Roberts pone de manifiesto que a finales del siglo XIX la Enfermería se ocupaba fundamentalmente de tareas domésticas, administración de medicamentos y la cura de heridas, pero no existía un cuerpo unificado de conocimientos. Cuando estalló la I Guerra Mundial el número de enfermeras en Gran Bretaña era de 12.000, algunas con formación reconocida, aunque muchas otras tan sólo habían recibido un entrenamiento básico sobre higiene, dietética y anatomía. El trabajo se desarrollaba básicamente en los hospitales y esta dedicación se fue haciendo más popular entre la creciente clase media.

La demanda de enfermeras durante la Gran Guerra fue creciendo a medida que, contra lo previsto, se alargaba el conflicto. Para aliviar el problema se contrató personal voluntario de los destacamentos, popularmente conocidos/as como V.A.D.s., a quienes se les exigía un certificado médico, solicitud con referencias y entrevista, firmando, si finalmente eran aceptadas, por un período inicial de seis meses o hasta el final de la guerra, siempre con un mes previo de prueba.

El trabajo de las VADs, no estaba remunerado y se hacía bajo la supervisión de una enfermera. Las edades de las auxiliares voluntarias oscilaban entre 18 y 40 años y se les daba nociones de primeros auxilios. En un principio su trabajo se desarrolló en Gran Bretaña, pero las necesidades de la guerra extendieron su labor al continente, concretamente a Francia, donde llegaron en 1915 siendo la proporción con las enfermeras de 3 a 2, se las colocaba a cargo de las salas. Las enfermeras comenzaron a temer por sus puestos de trabajo, sobre todo al finalizar la guerra. Sin duda esta situación puso de manifiesto la vulnerabilidad de la Enfermería y la falta de definición de unas funciones claras, y por tanto la coherencia de su papel ocupacional, ya que en ocasiones no era fácil distinguir entre una V.A.Ds. y una enfermera profesional, situación que provocó numerosas tensiones. En este sentido un ejemplo ilustrativo es el hecho de que en el Birmingham Hospital, se contratasen entre 18 y 20 VADs como enfermeras, ejemplos que se repiten a lo largo de toda la guerra.

RELATOS DE LA EXPERIENCIA ENFERMERA EN LA GUERRA
Muchas de las enfermeras, tanto profesionales como auxiliares voluntarias escribieron relatos sobre sus experiencias, que permitieron conocer a la población los terribles efectos de la Gran Guerra. Sus vivencias en los hospitales de campaña, fundamentalmente a través de la correspondencia con sus familiares, de diarios personales y posteriormente la publicación de otros géneros literarios. Todos ellos son muestra del horror y el sufrimiento de los soldados, como puede apreciarse en la obra The Roses Of No Man´s Land, escrita por Lyn Macdonald, donde se describe el panorama de dificultades, la desilusión y la desesperación, pero también la resistencia y el valor supremo.
FOTO 009 Carteles enfermeras voluntarias VADs

Por otra parte, nos permite conocer las nuevas técnicas médicas puestas en práctica en esta guerra, como las transfusiones de sangre, la cirugía plástica o la psiquiatría, en un intento de salvar a los soldados destrozados en cuerpo y espíritu. Los numerosos testimonios nos describen el impacto y el horror de la batalla, el stress traumático, que condujo a la creación de Centros en toda Gran Bretaña como el Hospital Militar de St. Luke´s y el Hospital General de Londres Nº 1. Asimismo detallan las dificultades del personal médico para diseñar las máscaras que protegieran de las emanaciones de gas, en este sentido es ilustrativo el relato de la británica Hermana Luard que cuidó del Subdirector de Servicios Médicos de la Quinta División, quién había experimentado con todo tipo de máscaras en un granero lleno de gas de cloro.

Entre las preocupaciones que las enfermeras reflejan como uno de los problemas más importantes al que tenían que enfrentarse eran los piojos y las ratas, ya que los soldados permanecían en las trincheras completamente mojados; a lo que se añadía la escasez de agua y las dificultades para mantener las mínimas condiciones de higiene.

En la misma línea se encuentra el libro Nurse At The Trenches, que recoge las cartas de una enfermera canadiense de Cruz Roja en el frente francés, en las que refleja las duras condiciones de su jornada de trabajo. Otro ejemplo es el libro Mademoiselle Miss, cartas de una enfermera americana que sirve como teniente en hospital del ejército francés cerca de las trincheras de Marne.

La autobiografía constituye uno de los géneros más apreciados por las escritoras en el siglo XX, para hacer oír su voz, a través de su propia experiencia, los distintos acontecimientos en los que las mujeres se vieron envueltas y la lucha de muchas de ellas por conseguir la representación de sus derechos.

Durante la Primera Guerra Mundial, 65 millones de hombres combaten en los frentes repartidos por todos los continentes. Mueren 6.000 al día, y tras cuatro años, solo siete de cada ocho logra sobrevivir. En total, fueron ocho millones de fallecidos en la guerra más sangrienta hasta el momento. Y aún así, durante ese tiempo no fueron los soldados los que encabezaron la lista mundial de fallecidos. Fueron las mujeres.

Mientras los hombres guerreaban, nosotras seguíamos quedándonos embarazadas. Durante la Primera Guerra Mundial murieron más mujeres en el parto que hombres en combate. No se las consideraba importantes. “Si fueran los hombres los que murieran por, simplemente, completar su ciclo reproductivo, ¿el mundo permanecería impasible?”, se preguntaba hace unos años Asha Rose Migiro, vicesecretaria de Naciones Unidas.

En la presentación de la obra Cartografías del yo, Julia Salmerón e Isabel Zamorano definen la autobiografía como un híbrido, ya que se mezclan en este género literario las distintas formas de prosa, la poesía, la escritura epistolar con la historia y los diarios. Por lo que la autobiografía desdibuja la frontera entre los géneros y entre lo público y lo privado. A lo largo de esta obra, pueden apreciarse las distintas perspectivas sobre la escritura autobiográfica que enriquecen el debate actual, ya que tratan aspectos como la sexualidad, la nacionalidad, cuestiones de tipo étnico-culturales o la procedencia social. En definitiva como exponen estas autoras, la autobiografía se muestra como una negociación constante entre la autora, el texto, y la protagonista, que pretende trasmitir una experiencia, real o no, pero que el sujeto percibe como vital.

No es sorprendente que fuesen numerosas las escritoras que utilizaron el género autobiográfico para reflejar sus vivencias en los hospitales de campaña y trasmitir el horror de las masacres, el sin sentido de aquella interminable guerra que supuso el desperdicio de tantas vidas, y de la que no se libró prácticamente ninguna familia en el Reino Unido, ni en los demás países que participaron en la guerra. En sus obras volcaron no sólo las emociones de la propia autora sino también las de quienes la rodeaban, de las numerosas víctimas que tenían a su cuidado y de las que morían en sus brazos ante la impotencia de las mismas cuidadoras, quienes en innumerables casos se convertían en su último lazo, la última conexión con éste mundo, llegando incluso a convertirse temporalmente y sólo ante los ojos del moribundo en su madre, su hermana, su mujer o su novia.

En no pocas ocasiones era la propia enfermera, que había asistido al soldado en los últimos instantes de su vida, quien asumía la responsabilidad de hacer llegar a las familias de los fallecidos, a través de cartas las últimas palabras de éstos. Función que, a decir de las propias protagonistas de estas acciones de índole tan humanitaria y de las familias afectadas, resultaba mucho más cercana, íntima y gratificante que los formales, pero fríos comunicados de los servicios oficiales de guerra. Sin duda alguna, las enfermeras se vieron envueltas en un conflicto sin precedentes cuyas devastadoras consecuencias pusieron de manifiesto las miserias y la debilidad del ser humano.

Para la Historia de la Enfermería estos relatos constituyen una fuente de primera mano que nos permite identificar los “nuevos enemigos” a los que las enfermeras tuvieron que enfrentarse en su actuación diaria, estos son, las heridas provocadas por las nuevas armas de fuego, las producidas por la utilización del gas mostaza o las enfermedades de de tipo psicológico entre otras. A lo que hay que añadir los problemas derivados de las condiciones en las que se encontraban los soldados soportando el frío y la humedad, factores que contribuían a la aparición de problemas respiratorios y epidemias. Además de la falta de agua, condicionando una higiene deficiente, la aparición de parásitos, sumado a la escasez de material quirúrgico y sanitario.

La producción literaria de las enfermeras estuvo fuertemente influenciada por las particulares condiciones de cada lugar y del espacio físico y temporal concreto en que les tocó prestar sus servicios y por ende al comparar los distintos escritos se observan diferencias en las circunstancias de cada historia. Aunque todas las obras coinciden en plasmar el horror y la compasión ante el trauma que expresaban sus pacientes. Para el historiador, resulta revelador rastrear, como refleja Christine E. Hallett, las diferencias en el estilo y contenido de las cartas y diarios del personal de Enfermería registrado y el voluntario VADs.

Este último fue el caso de Vera Mary Brittain, ejemplo claro de que tanto el lenguaje como el estilo empleado en sus cartas eran el resultado de su educación y condición social, estando muy alejado de las características estilísticas y de las experiencias vitales de sus compañeras al inicio y antes de la guerra.

VERA BRITTAIN (1893-1970)
Vera Mary Brittain
nació en Newcastler-under-Lyme el 29 de diciembre de 1893, hija de Thomas Brittain, un rico industrial fabricante de papel, y de Bervon Edith, recibió una educación clásicamente victoriana como correspondía a una dama de la alta sociedad de su época, que una vez concluidos los estudios elementales se preparaban para contraer matrimonio. Sin embargo, Vera deseaba seguir estudiando e ir a la Universidad, al igual que su hermano Edward, por lo que luchó contra los prejuicios sociales y familiares, consiguiendo finalmente una beca para ingresar en Somerville College de Oxford y la aprobación familiar para el estudio de Literatura Inglesa.

Sin embargo el estallido de la I Guerra Mundial dará al traste con los planes de Vera, y decide enrolarse como enfermera voluntaria VADs, primero en Londres, y posteriormente en Francia y Malta. El alistamiento de su novio Roland Leighton, quien sería asesinado 1915, sus dos amigos cercanos Víctor Richardson y Geoffrey Thurlow y su hermano Edward, quienes también morirían en el frente italiano en 1918, fueron los motivos por los que Brittain decidiría unirse al Destacamento de Ayuda Voluntaria VADs.

En el libro Género e Historia. Mujeres en el Cambio socio-cultural europeo de1780 a 1920, Barbara Caine y Glenda Sluga, refieren que no sólo los hombres anhelaban la guerra, haciendo referencia a Vera Mary Brittain, quien después de 1914 escribiría en su diario la desesperación que sentía con su hermano y su prometido en el frente, ante las limitaciones impuestas por su condición de mujer, quejándose de su confinamiento en el “frente doméstico” y deseando ser hombre para poder entrenarse y jugar “ese gran juego de la muerte”:

Noble o bárbaro, estoy bastante segura de que si yo hubiera nacido niño habría marchado a tomar parte de ella hace mucho tiempo; de hecho, he malgastado muchos momentos lamentando ser joven. Las mujeres sufren todo el aburrimiento de la guerra, y ninguna de sus emociones”. (Citado en Layton 1987:73)

La desilusión de la guerra alentó un sentimiento antibélico entre los hombres, que a menudo se volvía contra las mujeres, según Claine y Slogan, quienes consideran que la contribución femenina en tiempos de guerra sólo intensificó la separación entre sexos. Nuevamente hacen referencia a Brittain, para quien la guerra “había colocado una barrera de indescriptibles experincias entre los hombres y las mujeres que se aman”. (Brittain, citada en Gilbert 1987:200).
FOTO 010 Vera Mary Brittain con sobrilla 1912 y retrato 1914

Una vez concluida la guerra, las mujeres consiguieron ser miembros de pleno derecho en la Universidad de Oxford, a donde regresó Vera para llevar a cabo sus estudios. Allí conoció a Winifred Holtby, una ardiente feminista que había servido en el Cuerpo Auxiliar de Mujeres del Ejército durante la Primera Guerra Mundial, y con la que desarrollaría una estrecha amistad, ambas se graduaron en 1921 y se trasladaron a Londres con el objetivo de establecerse como escritoras. Para entonces en la Universidad de Oxford se había abolido el estudio de la lengua griega, pero Vera, y otras aspirantes a escritoras pudieron estudiar los textos clásicos de la Iliada y la Eneida en sus idiomas originales, lo que la permitiría realizar una adaptación de los temas épicos a formas modernas tales como las memorias de la I Guerra Mundial.

En su primera etapa como escritora Brittain publica dos novelas The Dark Tide (1923) y Not Without Honour (1925), que tuvieron poco éxito de público y además fueron ignoradas por la crítica, En la primera relata su vida en Oxford y los comportamientos sexistas que había vivido, así como su lucha como mujer para lograr una educación.

En su faceta como periodista tuvo más éxito, concretamente en los artículos que escribió en 1920 para la revista feminista Time and Tide. En relación a la mujer publicó dos libros, Women´s Work in Modern Britain (1928) y Halcyon or the Future of Monogamy (1928). En estos años se unió al Partido Laborista expresando sus ideas más radicales de izquierdas, y se convirtió en portavoz de la Liga de la Unión de Naciones. Vera fue una pacifista convencida y militante que viajó por todo el país defendiendo estas ideas. Ella fue vilipendiada por hablar en contra de la saturación de bombas sobre las ciudades alemanas durante la II Guerra Mundial. A consecuencia de la defensa de estas posiciones pacifistas llegó a ser considerada, por ciertos sectores, simpatizante de los alemanes y fue encarcelada.

Vera contrajo matrimonio con el científico y político George Catlin en 1925, trasladándose a EEUU, pero regresó a Inglaterra tras el nacimiento de sus dos hijos Jhon en 1927, autor de una autobiografía Family Quartet en 1987, y Shirley en 1930, quién llegó a ser Ministra del Gabinete Laborista.

En 1933 Vera publica Testament of Youth, obra autobiográfica en la que describe su lucha por la educación y su experiencia como enfermera en la I Guerra Mundial y que inmediatamente se convertirá en un betseller en EEUU y Gran Bretaña, siendo considerado un importante documento feminista. Años más tarde publicaría Testament of Experience (1957) que es la continuación de la historia de su vida entre 1925 y 1950.

La prematura muerte de su amiga y compañera Winifred Holtby (1935), sería un duro golpe para Vera, quien en tributo a su memoria escribiría en 1940 Testament of Friendship.

Vera Mary Brittain fue desde su juventud una feminista convencida, participe y testigo, de la mayor revolución de las mujeres en la reivindicación y consecución de los derechos en el siglo XX, cuando por fin comienza ha hablarse del derecho a la maternidad, ya que las bajas producidas por la guerra exigían la puesta en marcha de campañas de maternidad. A este respecto, Ana I. Marrades, en su obra Luces y sombras del derecho a la maternidad. Análisis jurídico de su reconocimiento, en el apartado que hace referencia al “Origen y evolución de la lucha de las mujeres por la protección de la maternidad en el Derecho Comparado Europeo” recuerda las palabras de Vera Mary Brittain, quién en 1953 sostenía que:

la cuestión de la mujer es la esencia del estado de bienestar: en él las mujeres se han convertido en fines en si mismas y no en simples medios para los fines de los varones, el Estado de Bienestar ha sido la causa y la consecuencia del segundo gran cambio gracias al cual las mujeres han pasado en treinta años de rivalizar con los hombres a obtener un nuevo reconocimiento de su valía exclusiva como mujeres.”. (V. Brittain: Lady into Woman. A History of Woman from Victoria to Elizabeth II. Londres, Dakers, 1953, p. 224)

En 1966, cuando se dirigía a una reunión política sufrió una seria caída en la calle fracturándose una pierna y un dedo de su mano derecha, estas lesiones iniciaron un declive físico y afectaron también a su mente, que se volvió más confusa y ausente.

Nunca superó la muerte de su hermano, y tras su fallecimiento el 29 de marzo de 1970 sus cenizas se esparcieron sobre la tumba de Edward en Italia, como ella había dejado dispuesto.

En 1979 la BBC 2, llevó a cabo una adaptación de su autobiografía, y la compositora y compañera pacifista Sue Gill Murray, escribió una canción en memoria de Brittain titulada “Vera”.

TESTAMENT OF YOUTH Y LA EXPERIENCIA DE VERA BRITTAIN COMO ENFERMERA VOLUNTARIA EN LA I GUERRA MUNDIAL
Testament of Youth, fue publicado en 1933 y constituye la obra más destacada de la escritora Vera Mary Brittain. Basándose en las notas de su Diario, la autora describe a modo de autobiografía las experiencias de su vida entre 1900 y 1925. El libro está estructurado en tres capítulos, en la primera parte narra sus dificultades para acceder a la educación en un país donde la formación estaba vetada a la mujer, y sus dificultades para estudiar en Oxford.
FOTO 011 Testamento de Vera Mary Brittain

Pero sin duda uno de los aspectos más interesantes de su obra es la narración de su experiencia como enfermera voluntaria VADs durante la I Guerra Mundial en los hospitales de Londres, Malta y Francia, cerca del Frente Occidental cuidando de los soldados ingleses y los prisioneros alemanes, siendo testigo directo de las devastadoras consecuencias del combate moderno. Experiencias estas, que convirtieron a Vera en una pacifista convencida y un miembro activo de los movimientos pacifistas tanto en Inglaterra como en EEUU.

En lo que concierne a su experiencia como enfermera VADs, es interesante la descripción de su trabajo en las tareas diarias en el hospital ubicado en el campo de batalla de Étaples (Francia), en 1918.

Nunca antes en mi vida me he sentido tan completamente sucia y mugrienta como estando de guardia aquí”, escribí a mi madre en respuesta a sus peticiones de una descripción de mi trabajo.
“La Hermana A tiene seis pabellones y no hay ninguna enfermera voluntaria en el pabellón de al lado, sólo un ordenanza, por lo que ni ella ni él pasan mucho tiempo aquí. Por lo tanto, yo soy Hermana
(enfermera cualificada), voluntaria VAD y ordenanza todo en uno (alguien dijo el otro día que nadie excepto el Todopoderoso Dios podría dar una correcta definición del trabajo de una V.A.D.! (enfermera voluntaria) y además después, bastante lejos de lo que es realmente la enfermería, he mantenido el fuego de la cocina toda la noche, he hecho dos o tres rondas recogiendo bacinillas de las camas, y mantenido las ollas hirviendo y preparado las comidas en una ennegrecida cocina (…). Me siento como si me hubieran arrastrado por el suelo. (p. 360)

Vera refleja que una de las partes más duras de su trabajo era la cirugía, que además tenía resultados muy pobres. En su narración hace referencia a la situación que vivió cuando se produjo un ataque el 22 de marzo de 1918, explicando como las camas y las camillas estaban por el suelo, las botas de los soldados desperdigadas, mientras que bajo las mantas ennegrecidas quedaban al descubierto los miembros destrozados entablillados con vendajes sucios y llenos de sangre, consciente de que bajo esos vendajes le esperaba una terrible imagen a la que tenía que enfrentarse con tan sólo un par de fórceps, ya que éste era todo el instrumental que había en el antiguo pabellón médico. Igualmente resulta significativa su descripción de las condiciones en las que vivían soportando el frío mientras las placas de hielo cubrían las ventanas del pabellón, hasta las esponjas y las cacerolas de agua caliente se quedaban heladas. Así, levantarse por las noches para hacer guardia, refiere Vera es un ejercicio tan agotador como la propia enfermedad.

Asimismo, comenta como a medianoche tenían que echar a la gente de sus camas y hacerles dormir en el suelo, para colocar a los heridos más graves que llegaban del frente.

En otro de los párrafos refleja la crudeza de la situación:
Sólo desearía que aquellos que escribieron con tanta palabrería que ésta iba a ser una Guerra santa, y los oradores que siguen hablando tanto sobre continuar, sin importar cuanto pueda durar la Guerra y lo que ésta puede significar, pudieran ver un caso - por no mencionar los diez casos- de gas mostaza en las fases iniciales, pudiesen ver a los pobres infelices totalmente quemados y cubiertos de ampollas que supuran, cegados -algunos temporalmente, pero otros permanentemente- todos hacinados y pegajosos, permanentemente luchando por mantener la respiración mientras apenas pueden mediante un susurro decir que se les está cerrando la garganta y que son conscientes de que están ahogándose”.

Sin duda su relato es estremecedor, y refleja la angustia y el miedo mientras las bombas enemigas y las ametralladoras de los aviones hacían caer los trenes ambulancia día y noche. Los hombres, escribe Vera, cubiertos de barro, moribundos, bajo los efectos del gas, gritan retorciéndose “en una parodia de hombría, cadáveres con los ojos fijos en el vacío y brillantes caras amarillas”.

Para situar a nuestra protagonista conviene recordar que Vera Mary Brittain era una mujer británica de clase media alta, y que por tanto no tenía ninguna formación como enfermera, salvo un curso previo a su marcha al continente. Pero tampoco estaba acostumbrada a las tareas cotidianas que todas las mujeres, a excepción de las de las clases privilegiadas, acostumbraban a realizar en la vida diaria, algo que se refleja en el libro cuando expone sus dificultades para freír un huevo es algo más que anecdótico.

Muy pocas mujeres perdieron la vida en la I Guerra Mundial, pero este sería el último caso. La moderna guerra aérea mataba indiscriminadamente a hombres y mujeres. Cuando Vera escribió Testament of Youth estaba recordando una guerra cuyo impacto fue desigual entre clases y sexos. El mayor impacto se produjo sobre el soldado raso británico, aunque un popular mito nos haría creer que fueron sobre todo los oficiales los que sufrieron el mayor número de bajas.

En 1914 Vera tenía 18 años y cuando decide ir Oxford estalla la guerra, cuatro años más tarde, su vida y la vida de toda una generación había cambiado de una forma inimaginable en la aparente tranquilidad de los años de la preguerra. Brittain inicia sus memorias de la guerra con estas palabras:
Cuando la Gran Guerra estalló yo no lo ví como una inmensa tragedia, sino como la más exasperante interrupción de mis planes personales. Para explicar la razón de esta egoísta perspectiva del mayor desastre de la historia es necesario retroceder un poco, tan sólo por un momento hasta los decadentes años noventa en los que yo nací (...) con las banderas ondeando en las calles para celebrar el Jubileo de Diamantes de la Reina Victoria
Testament of Youth es una de las más famosas autobiografías de la I Guerra Mundial, es el relato de cómo la autora sobrevivió a la misma, cómo ella perdió al hombre que amaba, cómo cuidó de los heridos y cómo se adentró en un mundo totalmente cambiado. Este apasionado relato de una generación pérdida hizo de Vera una de las más apreciadas escritoras de la época.

Con respecto a esta obra Nicola Beaumann escribe:
El impacto sobre las mujeres fue más duradero: a menudo sus vidas fueron irrevocablemente distorsionadas. Nadie puede leer Testament of Youth sin lágrimas y es un gran tributo al estilo en prosa de Vera Mary Brittain que mantiene al lector cautivado a lo largo de casi 700 páginas. Ella describe su infancia en el Buxton provincial, su breve permanencia en Oxford, su creciente amor por Roland Leighton, así como sus cuatro años de enfermería. Los despiadados dramas de los años de de guerra la dejan emocionalmente aturdida, y aunque finalmente encuentra un nuevo amor ella no pretende que sea más que un sustituto del fallecido Roland, quien personifica tanta tragedia y tanto heroísmo. Ya que este es uno de los temas más obsesivos de las pocas novelas escritas por mujeres cuyos amantes murieron en la guerra pueden encontrar a otros hombres, pero éstos nunca remplazarían a aquellos que habían perdido”.

Mª Luz Fernández Fernández. Profesora Titular de la Escuela Universitaria de Enfermería. “Casa de Salud Valdecilla”. De la Universidad de Cantabria. Santander, de la asignatura de Bases Históricas y Teóricas de la Enfermería. Diplomada en Enfermería. Licenciada en Historia. Master en Historia Contemporánea.
FOTO 012 Mª Luz Fernández Fernández. Enfermera e historiadora

A lo largo de estos años viene desarrollando una intensa actividad investigadora presentando numerosas comunicaciones y participando como Ponente invitada en distintos Congresos y Jornadas. Entre sus últimas publicaciones pueden destacarse, “La famosa escritora Vera Brittain, enfermera en la I Guerra Mundial”, publicada en el libro La Trasformación de la Enfermería nuevas miradas para la Historia, de la Editorial Comares, y cuyos editores han sido Carmen González Canalejo y Fernando Martínez López, y el capítulo sobre “Historia de la Enfermería Traumatológica”, en la obra de la editorial DAE, Cuidados al paciente con alteraciones traumatológicas y ortopédicas, próximo a publicarse. En estos momentos se encuentra desarrollando su trabajo de Tesis Doctoral sobre “La Escuela de Enfermería Casa de Salud Valdecilla 1929 - 1954”. Desde aquí le deseamos que concluya su Tesis con la mejor nota, ya que su trayectoria así lo merece.

CONCLUSIÓN
La obra de Vera Brittain nos permite abordar el trabajo de la Enfermería desde otra óptica, sin duda es interesante observar su relato ya que siempre escribió desde el corazón y basándose en gente real.

La I Guerra Mundial puso de manifiesto la debilidad de la profesión enfermera que aún no había hecho más que empezar unos años antes cuando Florence Nightingale creara la Escuela de Enfermería en 1860. El personal voluntario VADs, se vió abocado a suplantar en más de una ocasión a las enfermeras que temieron por sus puestos de trabajo como consecuencia de la indefinición de funciones y la falta de un corpus de conocimientos propio. Sin duda, las experiencias de esta guerra, entre los que ha que reseñar la consecución del sufragio femenino, ya que no podemos olvidar que la Enfermería era una profesión sólo para mujeres, empujaron a las enfermeras a la creación de Colegios y Asociaciones con el fin de luchar y reivindicar sus derechos. Este sería el camino hacia la profesionalización que sin embargo tendría que esperar a la finalización de otro gran conflicto, la II Guerra Mundial, para conseguir la consolidación de la Enfermería como una Disciplina científica.
FOTO 013 Mª Luz y alumnos de 1º Grado de Enfermería de la E.U.E. “Casa de Salud Valdecilla” de la Universidad de Cantabria

AGRADECIMIENTO
Jorge Osorio Letamendía, por sus fotografías.

AUTORES
Jesús Rubio Pilarte

Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP
jrubiop20@enfermundi.com

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
masolorzano@telefonica.net

viernes, 17 de junio de 2011

I JORNADA DE ENFERMERÍA EN OFTALMOLOGÍA. HUESCA




Con el título “Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE)”, se ha celebrado la I Jornada de Enfermería en Oftalmología en Huesca el día 3 de mayo de 2011 en el Salón de Actos del Hospital General San Jorge de Huesca.

La dirección del curso ha corrido a cargo de tres magníficas enfermeras: Mª Pilar Broto Torres, Rosa Mª Higuera Ubau y Nuria Mateos Fernández-Arroyo, que han conseguido que de una ilusión y un pequeño sueño haya nacido esta jornada.
FOTO 001 Hospital General San Jorge. Rosa Mª, Mª Pilar y Nuria

En la secretaría técnica han estado Carmen Tosat Mancho, supervisora de docencia y Ana Cristina Ara, supervisora de consultas externas.

En la inauguración de la Jornada estuvo presidida por el Gerente del Sector de Huesca Javier Marión Buen, por la Directora de Enfermería Ana Isabel Cabrero Claver y por el Jefe del Servicio de Oftalmología Mariano Osan Tello.

Empezó la jornada el dr. José Luis Laliena, médico adjunto de la sección de retina con el título “Importancia en nuestro medio de la DMAE”, definición, clasificación y clínica de la DMAE. Nos contaba que la DMAE es una enfermedad ocular degenerativa que afecta a un área de la retina, la mácula, que es la responsable de la visión central directa, necesaria para las actividades de la vida diaria como leer, conducir o identificar a las personas.
FOTO 002 Mesa de los ponentes

¿Qué es la DMAE? La DMAE es una alteración que provoca un importante deterioro de la calidad de vida del paciente cuya evolución clínica lleva de forma rápida hacia la ceguera irreversible, que presenta un alto índice de bilateralidad (25-35% de los casos) y que supone un gran impacto socioeconómico. También nos decía de la Importancia de la DMAE en nuestro medio: Es la primera causa de pérdida visual irreversible en los países desarrollados en pacientes de más de 50 años. Y lo comparó con otras enfermedades como la Retinopatía diabética: primera causa de ceguera legal en los países desarrollados en pacientes de menos de 65 años. La Catarata: primera causa de ceguera legal en el mundo reversible. El Glaucoma: primera causa de ceguera legal en el mundo irreversible.

Mª Pilar Broto y Rosa Mª Higuera hablaron sobre “Metodología de Exploración”. Agudeza visual Rejilla de Amsler, Tomografía de coherencia óptica (OCT), Angiofluoresceínica (AGF). Hablaron de cómo tomar la agudeza visual, el material a utilizar, los oclusores, los optotipos, la técnica de realización, la exploración con la rejilla de Amsler, la exploración que realiza la enfermería, la prevención, la metodología que emplean y los diagnósticos de enfermería que utilizan. Pasaron luego a exponer la prueba de la angiografía, la preparación del paciente, la preparación del personal de enfermería, el material a utilizar, el material de urgencia por si fuese necesario, el desarrollo de la técnica, las posibles complicaciones y los cuidados de enfermería. Y para terminar hablaron de la Tomografía de coherencia óptica (OCT). Ventajas e inconvenientes de la prueba, metodología y las imágenes obtenidas. Todas las presentaciones tuvieron una excelente exposición, acompañadas con abundante material fotográfico.
FOTO 003 Directoras del curso, Directora de Enfermería y Supervisora

Después del café la dra. Mª Rosa Burdeus Gómez, Jefe de sección de retina habló sobre el “Diagnóstico de la DMAE”. Exploración del fondo de ojo, AGF, OCT y tratamiento. Habló de los tipos de DMAE y sus diferencias. Dio las recomendaciones de la DMAE seca o atrófica como son: la autoevaluación monocular periódica con la rejilla de Amsler. El abandono del tabaco. Usar las gafas de sol y tomar los aportes vitamínicos y antioxidantes, zeaxantina, luteína, zinc, ácidos grasos omega 3. También habló del tratamiento de la DMAE, de las angiografías, el verde de indocianina, las inyecciones intravítreas, su procedimiento, normas y modo de inyectarlo, pautas de tratamiento y signos de alarma y vigilancia. Muy buena exposición con buen material fotográfico.

Y para terminar la enfermera Nuria Mateos habló sobre las “Recomendaciones Generales”. Dentro de las recomendaciones fueron sobre todo en las nutricionales, dietéticas y vitamínicas. Y como dar apoyo al paciente con DMAE. ¿Qué debemos conocer? Hay que realizar una dieta rica en antioxidantes y carotenoides. Ésta ayuda a prevenir enfermedades de la visión, entre ellas la DMAE. Las vitaminas A, C, E y los minerales. Los alimentos ricos en carotenoides son: Espinacas, Berzas, Nabos, Lechugas, Brócoli, Calabacín, Calabaza, Guisantes, Maíz, Tomate, Yema del huevo, Zanahoria, Melón, Naranja, Uva, etc.
Los complementos vitamínicos no deben utilizarse como sustitutos de una dieta variada, equilibrada y con una vida saludable.
Para terminar habló de las ayudas al paciente con DMAE, o las ayudas para los pacientes de baja visión. ¿Qué es la baja visión? ¿Cómo reconocer que se padece baja visión? ¿Qué causa la baja visión? Y las ayudas que existen para la baja visión. Perfectamente explicado en esta fenomenal jornada de enfermería oftalmológica.
FOTO 004 Ponentes y Direcciones

Para terminar desear que el año que viene se pueda celebrar las II Jornadas de Enfermería oftalmológica y agradecer a las directoras del curso Mª Pilar, Rosa Mª y Nuria, por su dedicación a la Enfermería Oftalmológica y a los fieles colaboradores como han sido el Hospital General San Jorge de Huesca, el Servicio Aragonés de Salud, el Gobierno de Aragón y el Laboratorio Novartis; pero lo más importante han sido y serán siempre los compañeros y compañeras que acuden a estas jornadas de formación, sin ellos no se podrían celebrar dichos actos.
FOTO 005 José Luis Laliena, Rosa Burdeos y Pilar broto entrevistados por la periodista del Heraldo de Aragón

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
masolorzano@telefonica.net

domingo, 12 de junio de 2011

FRANCESCA LLONCH Y BADIELLA MATRONA CATALANA








Doña Francesca nació a las diez de la mañana del día 14 de Julio del año 1906 en Terrassa gracias al esfuerzo que hacia su madre y a los trabajos profesionales de la matrona Gertrudis Llopart Ubach. Sus padres, Jaume Llonch de 45 años, y Anna Badiella de 42, vivían en la calle Mas Adei, número 28, y con la llegada de la Francesca incrementaron la familia en un total de cuatro hijos.
FOTO 001 Francesca Llonch, cedida por la familia Llonch

La señora Anna no tuvo un parto fácil, ocasionando que la niña llegara a este mundo con algunas dificultades, su familia explica que para reanimarla le dieron un poco de vino rancio. Quién sabe si esta llegada al mundo tan peculiar con sabor a rancio la impregno para que en un futuro ella se dedicara a trabajar para que el acto del parto fuera una experiencia gratificante.

Los estudios de su niñez y adolescencia
Este es un apartado difícil de completar debido a la falta de testimonios verbales y documentos escritos, aunque sabemos porque ella misma lo habÍa explicado que realizó sus estudios primarios en la Escuela Nacional dirigida por la maestra Teresa Sanz y posteriormente continuó estudiando en la Escuela Municipal de Cultura Femenina. A los 13 años se sintió atraída por la música y se matriculó para estudiar solfeo y piano en el Conservatorio de Música de Terrassa. Gracias a su constancia diaria en el estudio, a los 23 años con fecha 29/6/1929 obtuvo el título de Profesora de teoría, solfeo y capacitación pedagógica. Y más tarde, el día 15/2/1934 recibió el diploma de Profesora de piano, en ambas titulaciones obtuvo la calificación de sobresaliente. Pensamos que se recrearía tocando melodías y posiblemente también esta práctica del ritmo sería útil para mostrar a las embarazadas la frecuencia con las que habían de hacer sus respiraciones.

Durante la República asistió a clases de catalán en el “Liceu Dalmau” de la calle Sant Antoni de Terrassa, en este mismo instituto también recibió lecciones de esperanto, lengua que en aquel momento parecía que había de arraigar entre las sociedades, pero el inglés pasó a la delantera. Gracias a su gran facilidad para los estudios, en 1934 obtiene la inscripción en el Censo de Profesores de Catalán de la “Generalitat de Catalunya” hecho que le permitió dar clases de lengua catalana y sustituir en esta asignatura y durante el periodo de la Guerra Civil Española al profesor Delfín Dalmau Janer. También impartió clases de lengua en la Escuela Municipal de Artes y Oficios.

Motivada por la enfermería
No sabemos si además de dar clases de catalán y de música se sentía atraída por los temas sanitarios ni si colaboraba en actividades de atención a enfermos. Es a partir del año 1937, cuando tenía 28 años, que nos consta se había examinado de un curso de Enfermería organizado por la Comisión de Sanidad del Consejo Municipal de Terrassa. El país estaba en plena Guerra Civil y en los hospitales de sangre no paraban de llegar heridos, era lógico, pues, que el Ayuntamiento se preocupara por formar a futuras enfermeras para afrontar la situación. El profesor que les dio clases fue el doctor Viñals y entre los miembros del tribunal examinador constaban también los doctores Palau y Duran.

El examen se hizo en el Sanatorio Médico Quirúrgico, según acta de 27 de enero de 1937, y lo aprobaron un total de 22 alumnas, que eran las siguientes: Francesca Llonch Badiella, María del Carmen Carbón Campillo, Isabel Marín Ballester, Clara Puigros Beltran, Teresa Brossa Villa, Antonia Jané Balú, Carme Burrull Torrella, Segunda Bartolomé Guijarro, Carmen Valero Valero, María Valero Valero, Rosa Ferrer Salas, María Prats Comas, Francesca Puig Alba, Jacinta Lobo Borrell, Francesca Boada Dula, Teresa Amigó Santanas, Olga Duch Costa, Cristina Laborable Bosch, Anita Figueras Claret, Pascuala Tellez Santo, Francesca Graells Lloveras y Ángela Carreras Caridad.

Si observamos el listado de las alumnas, vemos que no sigue un orden alfabético, por lo tanto es posible que estuviera confeccionado de acuerdo con el orden de las calificaciones obtenidas. En este caso quedaría confirmado lo que nos decían algunos miembros de la familia de la señora Francesca Llonch: siempre era la primera en los estudios.

El título expedido por la Comisión Municipal durante el periodo de la República, más tarde quedó sin validez, por este motivo Francesca curso unos estudios para obtener la titulación de Dama Auxiliar Voluntaria de la Cruz Roja. Según el carné personal consta que se examinó del primer curso el día 26 de Junio de 1940 y del segundo curso el día 1 de Julio de 1941, consta también con fecha del 14 de diciembre del año 1937 como asociada de la Cruz Roja con el número 70.109.

Su primer trabajo como enfermera en la clínica maternal la decepcionó
El día 1 de febrero de 1936 se inauguró en Terrassa la Clínica Maternal, era un edificio de nueva construcción situado en la calle de la Unión. Francesca Llonch después de que fuese aprobada de los estudios de enfermería en el año 1937, fue contratada para trabajar en dicha clínica.
FOTO 002 Atendiendo un bebe después del parto, fotografía publicada por el periódico de Terrassa

De acuerdo con lo que ella misma redactó, la experiencia en este sitio de trabajo la decepciono, incluso sintió un distanciamiento por la profesión de matrona. Después de esta experiencia, una vez acabada la Guerra Civil prefirió dedicarse otra vez a la enseñanza y dejar de lado los temas relacionados con la sanidad.

En el año 1945 vuelve a sentir interés por la profesión
En el año 1945, es cuando durante sus espacios de tiempo libre, se dedica a prepararse los temas que contenían el programa de estudios de la carrera de Practicante y de Matrona.

Tras cinco años de estudios y viéndose con los conocimientos suficientes se presentó a los exámenes libres que se hacían en la Facultad de Medicina de Barcelona y con fecha 10 de octubre de 1949 le son entregados los diplomas de Practicante y Comadrona con la calificación de sobresaliente en las dos especialidades.

Sin embargo, ella misma escribe que, si bien considera que sus conocimientos teóricos son muy buenos, no se ve con la vocación de ejercer como comadrona dadas las características de los paritorios, por lo que continúa con la docencia.

La lectura del libro “El parto sin dolor” la motivó definitivamente para ejercer de comadrona
En 1954, llega a sus manos un libro titulado El parto sin dolor de Consuelo Ruiz Vélez-Frías. Lo leyó con gran interés y vio claro que aquel método abriría nuevos horizontes a las comadronas.

Debido a su temperamento emotivo, como ella misma se auto define, no podía soportar que el momento del parto se convirtiera en un acto dramático, es por ello que cuando vislumbró la posibilidad de dar a luz de una manera más serena por parte de las madres se implico en prepararse y trabajar en esta línea.
FOTO 003 Saliendo de un bautizo con el bebe en brazos, cedida por la familia Masana

Con fecha 24 de junio de 1955 obtiene un permiso de trabajo en el Instituto Sainte-Elisabeth situado en la Avenue Defré, 206 Ucle (Bruselas) y en este Instituto trabajó durante los meses de agosto y septiembre del año 1955 en calidad de enfermera y con la oportunidad de observar la técnica de asistencia que empleaban las matronas del centro.

Posteriormente, y aconsejada por el doctor Santiago Dexeus, director en aquellos momentos de la Maternidad provincial de Barcelona, se inscribe en el curso organizado por el Colegio Oficial de Matronas y el Dr. V. Marcas Bertran titulado “La conducta del parto por el método Pisco-profiláctico” (MPP), realizado gracias a la colaboración de los doctores J.M. Dexeus, Trias de Bes, M. Garriga Roca, L. Marqués Giraut y J.M. Mateo Aragonés. Dicho curso le permitió hacer una estancia completa, de día y de noche, en la Maternidad de Barcelona pasando por los servicios de gestantes, puerperio, partos y laboratorio. Le dieron todo tipo de facilidades en la realización de las prácticas y quedó muy entusiasmada por la disciplina y el control riguroso del parto.

Un hecho social hizo que este método tomara una nueva fuerza. Corría enero de 1956 cuando el Papa de Roma Pío XII pronunció un discurso favorable a su utilización. Rápidamente este comunicado tuvo un eco mundial y fueron muchos los profesionales que decidieron aprender y aplicar esta técnica. Motivada como estaba para hacer que el parto fuera un acto lo más sereno posible y favorecida por las opiniones positivas del método, en 1956 decidió ir a hacer un stage, en el Centro de Santé des Métallurgistes -Maison de Santé Maternité- de París, dirigido por el Dr. Pierre Rouquès con el objetivo de aprender el “Methode psychoprophylactique de accouchement sans doleur”, centro pionero en Francia sobre la implantación de dicha técnica.

Durante la estancia en este centro conoció a dos colegas aragonesas, Carmen Mateo y Carmen Pastor; con esta última surgió una buena amistad. Movidas por el afán de aprender, visitaron otros hospitales de París donde se aplicaba el MPP, uno de ellos fue la maternidad del Hospital Saint Antoine, la Clínica Belvédère y el Hôpital Térton. Una aportación docente muy importante fueron las clases prácticas que la comadrona Madame Dubois, experta del MPP, les hizo en su consulta particular, fueron a casa de Madame Dubois como si estuviesen embarazadas de verdad; de este forma aprendieron directamente paso a paso todo lo que se tenía que hacer para preparar a la futura madre.
FOTO 4 Instrumentos de Enfermedades de las mujeres

Fundamento científico del método
Este fue el título que Francesca Llonch empleó para explicar en qué consistía el método en el documento entregado al Consejo Nacional de Matronas y Milupa. Utilizaremos sus mismas palabras para definirlo. “Las raíces del MPP se basan en las doctrinas de Pavlov. El MPP tiene el gran mérito de haber elaborado una técnica accesible a cualquier médico y a toda comadrona, debidamente instruida. Nicolaiev cree que el dolor no es indispensable. Para él existe un “substratum” material psicológico del parto; son modificaciones mecánicas de los órganos genitales, modificaciones vasculares y humorales del organismo que actúan sobre receptores del dolor”.

Estas modificaciones se pueden percibir como sensaciones de pesadez, de tensión y no necesariamente dolores. Las sensaciones se hacen dolorosas cuanto se les suman factores de orden emocional o reflejos condicionados, los dolores están determinados por causas anatomofuncionales (pero no forzosamente patológicas), por perturbaciones neurodinámicas o por el conjunto de ambas. El MPP da a la mujer una educación racional que le enseña a suprimir las emociones negativas y crear emociones fuertemente positivas. Es necesario crear reflejos condicionados positivos (excitación) y entorpecer los reflejos que sean inútiles y perjudiciales para la buena marcha del parto (inhibición o freno). La excitación y la inhibición deben estar equilibradas. Uno de los libros que Francesca utilizó para perfeccionarse en el MPP fue el del Dr. L. Chertok, es un libro que da una visión muy amplia del tema. Este libro lo pude consultar porque lo guarda su ex alumna, colega y amiga de la señora F. Loncha, señora Antónia Hidalgo también enfermera y comadrona, que debido a la mutua amistad que las unía; Francisca antes de morir le regaló algunos de sus libros.
FOTO 005 Sala del Hotel de Dieu. Grabado siglo XVI

Su vida profesional
Por los hechos observados y por la cronología, vemos que Francesca Llonch tuvo que esperar mucho tiempo, unos 19 años, desde que hizo el curso de enfermera en 1937, hasta que una vez preparada, en el año 1956, se decidiera a atender a las mujeres embarazadas. Podemos deducir, e incluso ella misma lo había explicado, que el trabajo de matrona según el sistema clásico asistencial no le interesaba, por lo que fue consecuente con su pensamiento y no ejerció hasta que no lo pudo hacer siguiendo el estilo en el que ella creía y se sintiera cómoda.

Según un breve currículum hecho por el señor Santiago Llonch, Francesca al llegar de París comenzó a preparar a varias mujeres embarazadas procedentes de la consulta privada del doctor Joaquim Mundó. La primera parturienta que atendió y que había sido preparada junto con un grupo de ocho gestantes más, fue el día 11 de mayo de 1956; todo un éxito. Explica que varias embarazadas de las que atendió habían sido alumnas suyas y se creó un trato muy cordial y familiar. Fueron ellas las que contribuyeron a divulgar este método, que sólo podía aplicarse, en principio, como un servicio privado.

La preparación completa consistía en asistir a ocho sesiones en un grupo de seis a ocho personas una vez a la semana. Les daban un libro, veían una película y las orientaban en la clínica que habían de asistir. En casi todas estas las visitas de seguimiento del embarazo asistía el marido. Ese mismo año en 1956, empezó a prestar sus servicios como comadrona en la Mutua de Terrassa.
FOTO 006 Madre con su bebe, familia Masana. Gráfico comparativo 1958 - 1962

Gracias a haberse guardado una instancia con fecha 4/7/1973 hecha por un grupo de matronas formado por J. Adell, J. Olivet, C. Del Moral, M. Colomer y F. Llonch, que iba dirigida al señor inspector privado de la Mutua de Terrassa, con el objetivo de conseguir unas mejoras laborales y de infraestructuras, ahora hemos podido obtener una información muy interesante por el tema que nos ocupa. Por ejemplo, sabemos que las mencionadas cinco comadronas trabajaban en la Mutua desde el año 1957 y que desde entonces hasta el año 1973 el incremento de partos fue del 35%. También constan unos datos comparativos entre los años 1958 y 1962.

Observando las cifras de la foto superior, pensamos que habría partos de gemelos y de trillizos ya que en 1958 nacieron 20 niños más que partos había habido y en 1962 nacieron 25 bebés más. En cuanto a la retribución mensual, en el año 1957 el sueldo era de 1.308,15 pesetas y en 1962 una comadrona institucional cobraba 1.750 pesetas.

Francesca LLonch trabaja también como comadrona particular en la “Clínica del Remei” con el equipo del Dr. J. Mundó y como comadrona de ejercicio libre para el seguimiento del embarazo y preparación del MPP en su consulta de la calle de Volta, número 18. Nos consta que durante los años 1957 y 1958 pagaba impuestos al Ayuntamiento para ejercer de matrona.

Conversando con la señora Teresa Serrat, enfermera que durante unos años la ayudó en la consulta, nos explicaba que tenía muchas clientas y que entre las dos hacían un seguimiento del embarazo muy cuidadoso: control de la tensión arterial, albuminuria, peso, cálculo de tiempo de gestación, auscultación y encaje de la criatura y detección de posibles anomalías. En este caso las gestantes se derivaban al tocólogo, y en todos los casos se les daban orientaciones higiénico-dietéticas, aspecto éste que Francesca le daba una especial importancia. La señora Teresa Serrat fue una excelente enfermera trabajando con calidad y como Supervisora de las unidades asistenciales de la Mutua de Terrassa.

Preparación de futuras enfermeras
Debido a su innata vocación por la docencia, se dedicó durante varios años a impartir clases para preparar a las futuras enfermeras. Una vez que las estudiantes habían aprendido los temas del programa, las candidatas que habían realizado el bachillerato podían asistir a la Facultad de Medicina de Barcelona para efectuar los exámenes libres de Practicante y Matrona. Las candidatas vocacionales que no tenían el bachillerato también se las preparaba, pero en este caso tenían que ir a examinarse en el Hospital del Niño Jesús de Barcelona y se les daba un título de Enfermera Diocesana.

Según información recibida de su familia, Francesca desde el año 1939 hasta 1953 preparó 104 alumnas. Seguramente es por este motivo que casi todas las enfermeras terrassenses de una determinada época habían conocido a la señorita Llonch, así la llamaban. Había también otras profesionales que como ella que se dedicaron a preparar Enfermeras y Comadronas, como fue Florinda Montagut. Durante unos años las clases de preparación de enfermeras se hicieron en el Hospital de San Lázaro, donde colaboraban los médicos del hospital impartiendo diversas asignaturas del programa docente. También se realizaban las prácticas de enfermería en los diferentes servicios del hospital.

Activa colaboradora en la puesta en marcha de la primera Escuela de Ayudantes Técnicos Sanitarios de Terrassa
El día 21 de octubre de 1967, se inaugura en Terrassa la Escuela Oficial de Ayudantes Técnicos sanitarios (ATS). Se menciona que la escuela se había fundado en 1961 pero que dependía de la Escuela del Niño Jesús de Barcelona y ahora pasaba a depender del Hospital de San Lázaro. Cada alumno, en el año 1967 pagaba 400 pesetas mensuales como derechos de estudio. Según el acta de la constitución del Patronato de La Escuela Femenina de Ayudantes Técnicos Sanitarios de Terrassa, con fecha 5 de septiembre del año 1967, queda establecida la estructura orgánica de la Escuela y la señora Francesca Llonch consta como Secretaria de estudios y como Jefa de la Escuela la señora Dalmases. Todos los miembros son nombrados con carácter provisional.
FOTO 007 Hospital para niños abandonados

Según el acta del 2 de octubre de 1978, los cargos de Secretaria de estudios y Secretaria de la escuela se unifican en uno solo que lo pasa a desarrollar la señora Pepita Morera García. Anteriormente a la apertura de la escuela se había hecho público un edicto manifestando el acuerdo del pleno del Ayuntamiento para crear una Escuela Preparatoria para la Formación de Ayudantes Técnicos Sanitarios, aparece en el diario de Tarrasa, Información con fecha 11 de marzo de 1965 y su reglamento se hacía público en el Boletín oficial de la prensa de Barcelona con fecha 24 de febrero de 1966.

El patronato fundacional de la Escuela de ATS, amparándose en la Ley del 30-6-1887 y de acuerdo con sus estatutos, estaba formado por las siguientes personas: Iltre. alcalde de la ciudad, prior de la parroquia del Santo Espirito, presidente de la Mutua de Terrassa, presidente del Hospital Casa de Caridad de San Lázaro, cabeza comarcal de Terrassa del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, presidente local de la Cruz Roja, un representante de la Caja de Ahorros de Terrassa y un representante de la Caja de Pensiones.

Para más detalles sobre el acto de apertura de la escuela, podemos ver el artículo titulado “Solemne apertura del curso en la Escuela Femenina de ATS”. Se trataba del curso 1967 - 68. Abrió el acto la señora María de los Ángeles Roca, secretaria general del nuevo centro docente, que leyó una memoria de dicha institución y dio las gracias a la señora Teresa Gual, viuda de Barata, por la feliz idea de abrir la escuela. El doctor R. Avellaneda fue el director, además de profesor, durante varios años.

Una naturalista nata
Conversando con varias enfermeras y comadronas, manifiestan que Francesca era una persona responsable y que le gustaban las cosas bien hechas, pero lo que más destacan de ella es su talante, digamos naturalista, o sea, que siempre defendía lo que la naturaleza hace por sí misma.
FOTO 008 Diploma al merito de la Constancia, (Archivo Histórico)

En la época de su ejercicio profesional, estaba muy de moda utilizar el Pentotal y efectuar “vacuoms”, aplicar ventosas para extraer a la criatura, para ella estos sistemas eran poco aceptados, incluso tuvo algún problema debido a las divergencias de opiniones entre colegas. Uno de los aspectos que también daba mucha importancia a la hora de atender las gestantes, hay quien dice que incluso tenía una especie de manía, era la alimentación de la gestante, materia en la que sabemos también estaba formada, pues realizó un curso por correspondencia titulado “Nutrición y Dietética”impartido por la Escuela Mayo, como no es de extrañar el diploma expedido el día 31 de diciembre de 1966, consta que obtuvo la calificación de Sobresaliente.

Un aspecto que también tenía en consideración, era que al nacer el bebé procuraba ponerlo en brazos de su madre prefiriendo esperar a lavarlo para así preservar un poco más de tiempo su propia grasa sebácea y permanecer más tiempo en contacto con la madre.

La enfermera Paquita Pla que trabajó durante unos años con ella en el hospital de San Lázaro, opina que era una mujer que estaba adelantada a los tiempos, ahora, comenta, todo eso que ella decía y hacía es lo que estamos haciendo en estos momentos, sólo que entonces iba a contracorriente la mayoría de veces. Pero a pesar de todo, tuvo muchas seguidoras y colaboraron con ella para hacer que el acto de nacer fuera más satisfactorio. Este mismo año el 7 de junio de 1966, recibió un diploma y una medalla por parte de la Asamblea Suprema de la Cruz Roja Española como mérito a la Constancia por haber sido miembro de este Instituto Benéfico durante 25 años. Número de registro 3.640.

El final de su carrera y de su vida
Tenía 73 años y seguía trabajando con toda su dedicación, hasta que un inesperado problema de salud le mermó sus fuerzas, la operaron y le aplicaron radioterapia. Con todo, ella mantuvo una entereza admirable. La señora Antonia Hidalgo explica que una vez conversando con ella, quedó plenamente impresionada cuando mostró la afectación que tenía en la axila y le dio explicaciones sobre como era su enfermedad y la gravedad de la misma.

Siguiendo la conversación reflexionó: el acto de nacer es un hecho que el bebé debe pasar él solo, le podemos ayudar pero en definitiva es él quien tiene que pasar por la experiencia; el acto de morir es igual, lo tiene que afrontar la persona sola, es un momento único en la vida y hay que vivir con conciencia esta transición de una vida a la otra.

La señora Antonia me comentó: me di cuenta que no le tenía miedo a la muerte, me impresionó mucho en aquellos momentos que yo era mucho más joven. Visto el estado de salud en que se encontraba, varias ex alumnas, amigos y colaboradores se organizaron para prepararle un homenaje, pero no llegaron a tiempo: el día 12 de febrero de 1982 hizo el camino al cielo

Según el Diario de Terrassa, aquel día, era un día nublado y frío, sólo 12 grados de temperatura y con un nivel de contaminación atmosférica alta. Un día triste. Cuatro días después en la prensa, aparecía un titular que decía “Ha muerto Francisca Llonch” explicando muy resumidamente algunas de sus actividades profesionales de esta manera:

“Ex-alumna de Pompeu Fabra, durante muchos años desarrolló una intensa actividad en el campo de la enfermería, primero en la Escuela de la Cruz Roja y luego en el Hospital de San Lázaro. Ejerció a su vez como enfermera y comadrona y fue, dentro de este campo, la introductora en Terrassa del sistema de “parto sin dolor”. Su labor pedagógica la extendió también a otras disciplinas “estudios elementales, bachillerato, etc.” y la dirigió esencialmente hacia las mujeres de las clases modestas. La muerte le sobrevino precisamente cuando un grupo de ex alumnas le estaba preparando un homenaje, que ya hubo de suspenderse ante el agravamiento de su enfermedad y que finalmente no ha podido celebrarse. Descanse en Paz”.

Amigos y ex-alumnos el día 7 de marzo se reunieron en el Monasterio de las Carmelitas Descalzas para celebrar una solemne eucaristía y orar por ella. En el libro de firmas que le habían preparado se podía leer la siguiente dedicatoria: Todos sus alumnos tenemos un poco de Francesca Llonch. Hay mucho fruto en tanto como ella ha sembrado Hay mucho de agradecimiento en cada una de nosotras. Tenemos mucha fe y esperanza en otro encuentro. Y, sobre todo, hay mucho amor.
FOTO 009 Reportaje del periódico de Terrassa con motivo de ofrecer el nombre de Francesca Llonch a una plaza pública

Dedicación del nombre de Francesca LLonch Badiella a una plaza pública
La biografía de la señora Francesca Llonch ha sido publicada por la enfermera Rosa M. Masana Ribas en el libro editado el año 2000 por el Ayuntamiento de Terrassa en coordinación con la Regidora de Promoción de la Mujer dentro de la colección “Investigació I+D dona” donde se describían las biografías de mujeres que habían destacado por su aportación social. El título del libro era: ‘Elles, terrassenques del siglo XX’, o sea Ellas terrassenses del siglo XX.

En aquel momento, Francesca, no tenia hijos, pero si familiares directos, de ellos pudimos obtener información que hoy no podríamos conseguir. Por eso siempre he considerado necesario escribir lo que sepamos de nuestra profesión, especialmente referente a los profesionales que nos han precedido y que han trabajado con entrega para enaltecerla. He de decir que fue una grata noticia el hecho de saber que un grupo de comadronas se organizaban para pedir al Ayuntamiento que dedicaran el nombre de Francesca Llonch a una plaza pública. Durante el acto conmemorativo que se realizo el día 19 de febrero del 2011, después de 29 años de su muerte, se comento el hecho de la importancia de disponer de su biografía, factor determinante para que las nuevas generaciones sepan quien fue la persona que lleva el nombre de su plaza y que puso los primero cimientos para que el acto de nacer fuese menos rancio y más dulce. Firmado: Rosa M. Masana Ribas.
Las Parteras de Palafrugell. Publicado el 12 de Enero de 2009
http://enfeps.blogspot.com/2009/01/las-parteras-de-palafrugell.html

Gracias Rosa María Masana Ribas por este documento histórico que nos regalas a todos los compañeros de La Historia de la Enfermería.

AGRADECIMIENTOS
Rosa M. Masana Ribas

Familia Masana
Familia Llonch
Grupo FEBE. Historia de la Enfermería

BIBLIOGRAFÍA
Acta sobre exámenes para enfermeras. Archivo Histórico Comarcal de Terrassa. Caja de docencia, año 1937.

B. Ragón; (1972) "1936-39 Tres años difíciles de guerra civil", Terrassa.

Caja de docencia en 1967. Archivo Histórico de Terrassa.

Contribución industrial, cajas número. 13 y 14, Archivo Histórico Municipal de Terrassa.

Diario de Terrassa. El Tiempo, 3-2-1982.

Diario de Terrassa. 16-2-1982.

Dr. L. Chertok; (1958) Los Métodos psicosomáticos del parto sin dolor: historia, teoría y práctica. Editorial. Científico-Médica.

AUTORES
Jesús Rubio Pilarte

Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP
jrubiop20@enfermundi.com

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
masolorzano@telefonica.net