Toda una vida dedicada a la enfermería
Otra mirada a la Historia de la enfermera colombiana
Foto 1 Portada del libro de Ana Luisa Velandia Mora, Pasión por la Enfermería
Ana Luisa Velandia Mora
Nace en El Socorro, Santander, Colombia (Bogotá) el 24 de octubre de 1942. En 1964 obtiene el título de Enfermera general en la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Colombiana en Bogotá. En 1969 obtiene la Licenciatura en Enfermería por la Universidad Nacional de Colombia. En 1975 obtiene el Magíster en Administración de Servicios de Enfermería, por la Universidad Nacional de Colombia y en 1981 PhD in Medicine Sciences del Instituto de Medicina Sanitaria de San Petersburgo en Rusia. Curso de Postgrado (500 horas) en Planificación de la Salud. Facultad de Salud Pública, Universidad de Antioquia, Medellín, 1972. Y Beca Senior para actividades postdoctorales. Universidad de Alicante (España) 2004.
Profesora Titular y Emérita de la Universidad Nacional de Colombia. Coordinadora de la Red Colombiana y de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería. Miembro de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina.
Autora de los libros: Historia de la enfermería en Colombia, 1ª edición en 1995 y 2ª edición en 2016 y la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia en el siglo XX en 2006. Capítulos en libros de Historia publicados en Brasil, Colombia, España y Estados Unidos. Autora de múltiples artículos sobre los temas: Historia de la Enfermería, Salud Pública, Salud de la Familia y Calidad de Vida.
Fue Decana de la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia, Presidenta de la Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia, Presidenta de la Asociación Colombiana de Facultades y Escuelas de Enfermería y miembro de la Junta directiva de la Asociación Latinoamericana de Facultades de Enfermería.
Pasión por la Enfermería contraportada
Resolví escribir mis recuerdos, en forma de relato o narrativa, porque al revisar la Historia de la Enfermería Colombiana entre 1960 y 2010, encuentro qué en mi devenir, primero como estudiante y luego como profesional, recoge mucho de esta historia; siento que he sido testigo, más aún, que he vivido, las grandes transformaciones de la enfermería colombiana en estas cinco décadas con la pasión que siempre he sentido por esta profesión.
Ana Luisa Velandia Mora
Es una autobiografía construida a manera de crónicas sobre las vivencias y experiencias familiares, la formación académica, la vida laboral en asistencia, administración de servicios de enfermería, docencia, investigación, actividad gremial, viajes y su relación con comunidades científicas. Crónicas a través de las cuales busca responder a la pregunta por la construcción de su ser profesional como enfermera. Es también una manera de agradecer el apoyo y enseñanzas recibidas de su familia nuclear y extensa, de las maestras que dejaron huella, a las instituciones que le permitieron su desarrollo y andar profesional y un reconocimiento a algunas de las amigas con quienes compartió sueños y proyectos.
Ma. Consuelo Castrillón A.
El libro consta de 266 páginas distribuidas de la siguiente forma:
Prólogo; Introducción
1.- Vida en familia
2.- Colegio Avelina Moreno Uribe
3.- Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Colombiana
4.- Mis grandes Maestras
4.- 1.- Blanca Martí de David’ Almeida
4.- 2.- Nelly Garzón Alarcón
5.- Mi experiencia en el Fondo Hospitalario de Cundinamarca
6.- El barco HOPE
7.- Universidad Nacional de Colombia
8.- Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia
9.- Los años sesenta
10.- Universidad de Antioquia
11.- Una enfermera colombiana haciendo el doctorado en Rusia
12.- Bolivia
13.- Asociación Colombiana de Facultades de Enfermería -ACOFAEN-
14.- Mis grandes amigas enfermeras
14.- 1.- Cecilia Campaña de Paredes
14.- 2.- Eduarda Ancheta Niebla. Cuba
14.- 3.- María Cecilia Gaitán Cruz
14.- 4.- Mabel Castañeda Montoya
14.- 5.- María Consuelo Castrillón Agudelo
14.- 6.- María Iraidis Soto Soto
14.- 7.- María Mercedes Durán de Villalobos
14.- 8.- Rita Cecilia Plata de Silva
14.- 9.- María Mercedes Rizo Baeza. España
14.- 10.- Elsa Olmos Quiroz. Bolivia
14.- 11.- Soledad Sánchez Puñales. Uruguay
14.- 12.- María del Carmen Álvarez. Venezuela
15.- El Programa de Doctorado en Enfermería en la Universidad Nacional de Colombia
16.- Universidad El Bosque. Bogotá
17.- Universidad de Alicante. España
18.- Mi experiencia con los teléfonos, los computadores y el Internet
En el Prólogo de Pasión por la Enfermería, Ana Luisa nos entrega, tanto su biografía, como cincuenta años de Historia de la Enfermería en Colombia entre los años 1960 al año 2010, periodo en que fue protagonista. Se apoya en recuerdos que evocan a su familia, su infancia, las instituciones donde estudió y trabajó, experiencias profesionales, relaciones interpersonales, notas autobiográficas, entrevistas y fotografías que ha conservado a través de los tiempos.
La narrativa está construida por procesos que contribuyeron a su formación cultural, política y profesional. Nos abre la puerta a su infancia y adolescencia en El Socorro, Santander, donde estudió primaria y una secundaria que le aportó competencias para trabajar en una empresa comercial: aprendió contabilidad, derecho, y archivos.
Con sus padres y hermanos conformó un amplio clan familiar amoroso, solidario y respetuoso de la diferencia, valores fundamentales para vivir en sociedad. Su padre los orientó a todos al estudio que consideraba una prioridad, y lo demostró con creces en el caso de Ana Luisa. El seno familiar también adquirió disciplinas esenciales para su proyecto académico: leer, y leer en voz alta, en las noches, en familia, con el padre corrigiendo la entonación, que es aprender el ritmo que da la puntuación a la escritura.
Foto 2 Hermanas de la Presentación en el Hospital San Juan de Dios de Bogotá. Ilustración de un artículo de Arturo Alape en el periódico El Tiempo.
Nos habla de sus recuerdos de juventud y de sus estudios como enfermera, de su casamiento y de sus hijas; y de la Universidad Nacional de Colombia que tanto le aportó en sus conocimientos.
Rinde un sentido homenaje a sus maestras destacando como influyeron en la construcción de su forma de pensar y de actuar en la vida. En este libro también nos habla de sus grandes amigas y compañeras de sueños y proyectos, enfermeras de su propio país o de otros.
Comparte sus experiencias en el Fondo Hospitalario de Cundinamarca que le dio la oportunidad de conocer prácticamente todo el departamento, asistir al proceso de secularización de los servicios hospitalarios, desarrollar programas de formación y capacitación de enfermeras, ayudantes y auxiliares de enfermería. Destaca la importancia académica del “ruralito” que realizaban las estudiantes de enfermería de la Universidad Nacional de Colombia, así como haber adquirido una gran experiencia intercultural al conocer de primera mano las diferencias entre municipios del mismo departamento.
Luego, en el “barco Hope”, que cumplía las veces de hospital atendiendo a la población de bajos recursos, aprendió de las entregas de turno y los estudios de caso y obtuvo una importante experiencia internacional.
Su vida en la Universidad Nacional de Colombia, su nicho académico, recoge la historia de la Facultad de Enfermería. Su participación como estudiante, docente e investigadora dejó huella en los cargos administrativos que desempeñó, en la docencia, la investigación y en sus publicaciones. No podía faltar su paso y participación por la Asociación Nacional de Enfermeras –ANEC– y en la Asociación Colombiana de Escuelas y Facultades de Enfermería –ACOFAEN–, que se nutrieron con su liderazgo, como también las Escuelas de Enfermeras de Bolivia, cuando estuvo en calidad de consultora temporal de la Organización Panamericana de la Salud, en el Ministerio de Educación para la definición de políticas de educación superior en enfermería.
Foto 3 Grupo de estudiantes de la Primera Promoción, 1925 – 1927, de la Escuela de Comadronas y Enfermeras de la Universidad Nacional de Colombia. Al extremo izquierdo, Emilia Escobar (luego de Velandia) y al extremo derecho, Hericinda Peña. Ilustración de un artículo de Juan Mendoza Vega en El Espectador, 2 de noviembre de 1975
Reconoce Ana Luisa, que la experiencia más importante de su vida fue “el viaje a Rusia y su permanencia allí por cuatro años durante los cuales vivió en otro continente, en otro modelo económico, aprendió a comunicarse en otro idioma, vivió una cultura totalmente diferente y, además, realizó un doctorado en salud pública que le cambió la vida por completo”.
Ana Luisa nos cuenta en la introducción, que decidió escribir sus recuerdos en forma de relato, ya que al revisar la Historia de la Enfermería Colombiana entre los años que le tocó vivir entre 1960 al año 2010, primero como estudiante de enfermera y luego como profesional, siendo testigo vivo de esta historia, con sus transformaciones en estas cinco décadas y la pasión que siempre ha sentido por esta profesión enfermera.
Hablando de la relación memoria – recuerdos, dice Juan Gabriel Vásquez: La continuidad es esa conciencia de ser parte de un proceso, o, por decir mejor, de un relato. Un pasado débil hace imposible la comprensión del presente. Restablecer esa continuidad es buscar en el relato los recuerdos del pasado, las noticias de nuestro presente; se trata de verdades que se perderían para siempre, si de ellas se olvidaran los narradores. Estas palabras me hacen muy feliz, porque hago más conciencia, que mis recuerdos como enfermera colombiana, son también historia, pero historia viva, y muestran mi pasión por haber sido enfermera.
Foto 4 María Mora de Velandia y sus hijos. Día de la Madre de 2006
Ana Luisa empezó sus narrativas hace ya muchos años sobre las instituciones en las cuales estuvo involucrada, y que ya desaparecieron, como la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Colombiana donde hizo el programa de enfermería general; el Fondo Hospitalario de Cundinamarca, que fue mi primer trabajo, ya como enfermera graduada (profesional), y que fue cerrada en 1982; el barco hospital Hope que estuvo anclado en Cartagena en 1967 y en el cual hice una pasantía de tres meses; su experiencia viviendo en Rusia durante 4 años, mientras hacíamos el doctorado con su esposo Juan de Dios Varela, los años sesenta, que para ella fueron especialmente significativos porque en esa década estudié para formarme como enfermera, , ocupé el primer cargo de enfermería y cerré la década haciendo el programa complementario de la Licenciatura en la Universidad Nacional de Colombia
1.- Vida en familia
Ana Luisa estudió la primaria con las monjas, primero en el Colegio de la Presentación de El Socorro municipio del departamento de Santander, localizado a 121 kilómetros de Bucaramanga, municipio colombiano, capital del departamento de Santander; y luego en una Escuela pública, a cargo de la cual estaba una religiosa de la misma Comunidad, la Hermana Gabriela. La secundaria la hizo en una institución pública el Colegio Avelina Moreno Uribe, en donde aprendió muchas cosas relacionadas con contabilidad, derecho, archivos, etc., y otros aspectos necesarios para trabajar en una empresa comercial. Permaneció en El Socorro hasta los 18 años, cuando se fue a Bogotá a estudiar enfermería. Si no hubiese realizado la carrera de enfermería, habría entrado a trabajar en un banco, y habría llegado muy alto, ya que salíamos muy bien formadas, dice ella.
Foto 5 Familia Varela Velandia en el jardín posterior de su casa en Bogotá
Tuve la suerte de tener una beca para estudiar enfermería en la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja; desde allí se desencadenaron todas las demás opciones, que fueron aprovechadas con entusiasmo y seriedad. Por medio de esta experiencia puede contar y mostrar cómo eran las Escuelas de Enfermeras en aquella época en Colombia, y así con todas las demás experiencias que ha vivido en mi condición de enfermera. Es una herencia o un legado de su carrera como enfermera que les deja a sus “nietas y bisnietas” enfermeras, para que sepan cómo era ser enfermera en Colombia en la segunda mitad del siglo XX.
2.- Colegio Avelina Moreno Uribe
Hizo sus estudios primarios, en una Escuela pública, pero de características especiales, le llamaban la “Escuela del Convento”, porque funcionaba en una casa esquinera del parque que quedaba enfrente del hospital, que antes había sido un convento; y la maestra, era una Hermana de la Presentación, de la misma Orden que atendía el Hospital, la Hermana Gabriela. Años después la buscó y la encontró en el Hospital de San Gil en Santander, pero ya estaba jubilada.
Foto 6 Colegio Avelina Moreno Uribe
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Colegio Avelina Moreno Uribe. Su Historia: Andrea Avelina Moreno Uribe nació el 10 de noviembre de 1839 en el hogar de don Francisco Moreno y doña María Antonia Uribe. Estudió en el primer colegio femenino que entre 1840 y 1850 establecieron en el convento de los Capuchinos doña Mercedes Nariño de Ibáñez, hija del precursor, don Antonio Nariño y doña Matilde Baños.
En 1778 El Socorro contaba con dos centros educativos, siendo la Escuela de Letras una de las primeras instituciones académicas.
En 1941, el Dr. Horacio Rodríguez Plata, siendo director de la Escuela Pública del Departamento de Santander, ordenó la creación del Colegio Avelina Moreno Uribe. Se expidieron diferentes títulos, pero en 1954 se otorgó el título de Experta en Comercio. En 1965 se graduó la última promoción de Expertas en Comercio, bajo la dirección de la señorita Maruja Guarín Ordóñez. Esta fue la época en que estudié en este colegio y guarda gratos recuerdos de su directora y de sus profesoras.
La formación del Colegio Avelina Moreno Uribe, era excelente, además de en mecanografía y taquigrafía que salían hechas unas expertas, teniendo además formación de fondo, por ejemplo, en derecho comercial, con un abogado que sabía mucho, fue el que intentó inculcarle para que le dirigiera en su vida por la carrera de derecho, era muy buena estudiante y le gustaba mucho el derecho. Además, les enseñaron redacción de correspondencia, archivos, contabilidad, etc.
Foto 7 Aniversario de la Escuela Nacional Superior de Enfermeras de la Universidad Nacional de Colombia, 1944 – 1957. Sentada en el centro, Helen Howitt, Directora de la Escuela
3.- Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Colombiana
Una chica de provincia estudiando la carrera de enfermera en la capital del país. Recuerdo que acudió un médico de ciudad al colegio y les habló de las becas que ofrecía la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Colombiana para estudiar la carrera en Bogotá.
El esfuerzo económico que tuvo que realizar su padre fue muy grande, porque con la beca no llegaba para todo, hubo que comprar un par de uniformes, además el del hospital y el abrigo azul de paño y de corte militar, que debían llevar siempre encima del uniforme, más zapatos y otros complementos, y todo ello era muy costoso. Además, debían tener un reloj de pulso y máquina de escribir; los cuales su papá le compró de “segunda mano”.
Los sábados nos organizaban salidas a diferentes sitios, museos, conocer la ciudad y culturizarnos lo más posible. Otra oportunidad eran los domingos por la mañana que nos llevaban a misa a la Iglesia de Santa Ana. El domingo teníamos salida de 2 de la tarde hasta las 6, y había que firmar la salida y la llegada.
Cuando salíamos nos revisaban como íbamos vestidas. No permitían que saliéramos de cualquier forma, teníamos que ir “bien vestidas”; la directora doña Blanca decía que teníamos que aprender no sólo enfermería, sino a comportarnos como unas buenas profesionales.
Foto 8 Edificio construido en la década de 1940 en los predios de la Ciudad Universitaria para la Escuela Nacional Superior de Enfermeras de la Universidad Nacional de Colombia
Su Escuela de Enfermeras, creo que se puede comparar con otras organizadas también a semejanza de la creada por Florence Nightingale en el Hospital Santo Tomás de Londres a mediados del siglo XIX: como la Escuela Nacional Superior de Enfermeras adscrita a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, que funcionó entre 1942 y 1957.
La experiencia del internado en su caso fue muy interesante y muy formativa, nunca había salido de casa, más que por un par de semanas a pueblos cercanos, donde pasaban las vacaciones sus familiares. La vida en el internado se desarrollaba en el quinto piso del edificio de la Cruz Roja Nacional, donde estaba ubicada la Escuela que estaba muy bien programada y controlaban bien a las estudiantes.
En el primer año de estudios, o preclínico, en que todavía no íbamos a prácticas, el miércoles era un día especial para nosotras, porque teníamos clase de educación física, y como la escuela quedaba a una cuadra al sur del parque Nacional, nos llevaban allá, y ¡eso ya era un paseo!
La directora de la Escuela de Enfermeras era doña Blanca Martí de David’ Almeida, el sólo nombre era imponente y ella, toda una matrona de clase alta, muy reconocida a nivel nacional. “Doña Blanca” como le decía todo el mundo, era además de directora, una especie de madre sustituta de sus hijas adoptivas, de superiora de convento, y todas ellas sus “novicias”. De paso, la ceremonia de imposición de tocas (cofias), ahora la recuerdo como un rito medieval, tengo la impresión de que se debía parecer al juramento de votos en un convento femenino.
Foto 9 Carnet de afiliación de la Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia a nombre de Ana Luisa Velandia Mora, 1966
Los horarios de estudio y de trabajo en general eran muy intensivos y extensos; aun cuando por entrevistas para sus trabajos históricos, se dio cuenta, que era como el estilo de la época, que respondía a dos concepciones de la enfermería, la una que se aprendía haciendo, la otra que la enfermería era una vocación, similar a la religiosa, que implicaba muchos sacrificios. Así que esta Escuela, hoy lo corrobora, era un modelo de ese tipo de Escuelas-internado.
Las prácticas iban de lunes a viernes, en el horario de la mañana, de 7 a. m. a 1 p.m., y las clases eran en las tardes, dictadas por médicos especialistas, famosos en sus especialidades, que les hablaban de diagnósticos y tratamientos médicos; lo cual significaba que los cursos teóricos no estaban orientados a la atención de enfermería en cada especialidad.
La enseñanza de la parte técnica de la enfermería estaba centrada en las largas horas en los “laboratorios” de enfermería, que eran clases prácticas en unos espacios que simulaban habitaciones hospitalarias, donde las instructoras, que sí eran enfermeras y eran quienes les supervisaban las prácticas clínicas, les enseñaban los procedimientos de enfermería, que luego repetían con sus mismas compañeras. Tenían un Manual de Procedimientos de Enfermería, que era el principal libro de texto en nuestra formación; yo creo que no era una publicación como tal, sino más bien, un documento como mecanografiado y multiplicado en esténcil, que era la forma de reproducir escritos, antes de que aparecieran las máquinas Xerox, que hacían reproducciones, que en ese momento se llamaban así, xerocopias. Este Manual libro había sido elaborado por doña Blanca, porque luego lo encontró en la Biblioteca Luis Ángel Arango de la ciudad de Bogotá.
Foto 10 Alumnas del Curso de Instructoras – Secretaría de Salubridad y Asistencia. Morelos, 1959. Archivo Fotográfico Iberoamericano de la Enfermería
Pero los sábados hacían prácticas extras, les mandaban al servicio de urgencias del Hospital San Juan de Dios, que era el hospital más grande de Bogotá, y tal vez en ese entonces, el más importante del país, era el hospital sede de la Universidad Nacional de Colombia; los médicos directores de departamento en la Universidad, eran los jefes de los respectivos servicios en el hospital, del cual recibían una bonificación, pues aparecían en su nómina de personal. La verdad, en este servicio, practicó muchos procedimientos de enfermería, pero también conocí el mundo, porque venía de un pueblo, digamos de una ciudad pequeña, El Socorro, con una vida muy en el seno familiar.
En el Hospital de La Hortúa, por el nombre de la hacienda en la cual se había construido y como lo llamaba todo el mundo; supe que había prostitutas, que existían homosexuales y que había ladrones “profesionales” y el papel de la policía alrededor de la violencia que se vivía en la capital, y cuyas víctimas llegaban todas a ese hospital. En el piso 6.º, en la llamada “rotonda” al extremo oriente del piso, a veces atendían a las víctimas y al victimario, bien fuera de un atraco, del robo de una casa, o de una pelea callejera. Y con frecuencia, había policías cuidándolos.
Tuvo dos prácticas clínicas que fueron experiencias muy intensas y que recuerda vívidamente, por una parte, por el dolor intenso de estos pacientes, y por otra, por el olor característico de sus heridas, una en el Instituto Nacional de Cancerología, y otra, en la unidad de quemados del Hospital San Juan de Dios. Pero también desde entonces admira mucho a las enfermeras que trabajan en estos servicios y que son tan dedicadas a sus pacientes, como Bertha Gómez, supervisora de la práctica de quemados en la Universidad Nacional de Colombia, institución de la cual hablará en otro aparte de estos recuerdos.
Foto 11 Carnet de la Enfermera diplomada doña Felicia Figueroa Villa. Primeras enfermeras Chocoanas de Escuela. Por: Américo Murillo Londoño Mis memorias (2)
Como estudiante de la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja, recuerda mucho sus prácticas en el Instituto Materno Infantil. En esa época, entre 1961 y 1964, la carrera 10.ª no existía en la zona que correspondía al Hospital San Juan de Dios. Frente a la carrera décima, había un portón que daba acceso a los dos hospitales: al oriente el Instituto y al occidente, el Hospital.
En esa época las enfermeras atendían partos y nuestra práctica en el Instituto Materno Infantil, que estaba separado por una zona verde del edificio del Hospital San Juan de Dios, debía tener como producto la atención de veinte partos, para lo cual, si era necesario, había que ir a completarlos en turno nocturno. De esa experiencia le queda un recuerdo muy significativo.
Foto 12 Título de Licenciada en Ciencias de la Enfermería a nombre de Ana Luisa Velandia Mora, 15 de diciembre de 1969
Una estudiante de enfermera de la Universidad Nacional, que vivía en la misma cuadra del barrio en el cual residía su hermana Myriam, a cuya casa salía los fines de semana, un día se acercó y le dijo que yo era su segunda mamá, porque yo la había recibido en el Materno Infantil. Después se hizo enfermera en nuestra Facultad de la Universidad Nacional de Colombia.
Pero además de las experiencias académicas o curriculares, doña Blanca les organizaba otras prácticas “extracurriculares”, como acompañar al ejército u otras organizaciones en las llamadas “brigadas de salud” en zonas marginales de Bogotá; y también le correspondió cuidar a domicilio a personajes importantes en la política o la academia, como el Dr. Carlos Lleras Restrepo, ex – Presidente de Colombia o el Dr. Uribe Cualla. Y probablemente por ser la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Nacional, también hacíamos presencia en eventos multitudinarios, donde seguramente había necesidad de prever situaciones que necesitaban atención de salud.
Una que recuerdo perfectamente, fue la visita de Jhon F. Kennedy, Presidente de los Estados Unidos y de Jacqueline, Primera Dama de la nación americana. Yo estuve con otras personas de la Cruz Roja, en el entonces Aeropuerto de Techo, donde luego se construiría el complejo habitacional que lleva el nombre de ese presidente. Recuerdo haber estado a pocos metros de ellos y tengo grabado en la memoria ese precioso vestido color pastel que la Primera Dama de los Estados Unidos lució ese día en esa ceremonia.
Una forma especial de práctica, era instrumentar cirugías en algunos Hospitales de Bogotá. Para ello nos recogían muy temprano en la Escuela, porque las cirugías comenzaban a las 7 a.m. y, naturalmente, había que estar en la sala antes de esa hora. Una de esas clínicas era la Clínica de San Rafael, regentada por los Hermanos de San Juan de Dios. La otra institución era el Hospital Santa Clara, cuyo Departamento de Enfermería estaba en manos de las Hermanas Vicentinas, y por esa época estaba destinado a pacientes con problemas pulmonares serios, especialmente tuberculosis y, creo que también con cáncer.
Aquí hice mi primera práctica de instrumentación, una cirugía de tórax con la técnica del momento que implicaba una incisión en un espacio intercostal para llegar a los pulmones, y de paso, se hacía visible el corazón. Yo en ese momento sentí que la cabeza me daba vueltas y que me iba a desmayar, pero seguramente hice mucho esfuerzo y eso no sucedió.
Las intervenciones quirúrgicas en la Clínica San Rafael, eran en su mayoría de ortopedia, porque trataban muchos niños con osteomielitis; de tal manera que eran cirugías que tenían mucha semejanza con un taller de carpintería: serruchos, tornillos y cosas así. Lo que las hacía semejantes, era que eran administradas por religiosas y ya sabemos, como es la comida de los refectorios o comedores de las órdenes religiosas: de alta calidad y no escasas en cantidad; y como en el internado en la Escuela, la comida era variada, bien balanceada y abundante, pero sin delicatesen, lo que sí abundaba en los desayunos que les servían después de terminadas las cirugías, a las personas que habían intervenido en ellas, pues para mí, eso era suficiente y suplía con creces las actividades del trabajo.
Doña Blanca, era una persona muy activa, y participaba en muchos proyectos de carácter nacional y, dentro de ellos, tenía dentro del programa de Televisión educativa, uno sobre primeros auxilios que luego se llamó Enfermería en su casa, en directo como se hacía en la época. Los sets de los diferentes programas estaban organizados en diferentes puntos de un gran salón que había en la Televisora Nacional, en la calle 24 entre carreras 6.ª y 5.ª, al occidente de la Biblioteca Nacional. Recuerdo que el set de nuestro programa estaba al lado de uno que manejaba Gloria Valencia de Castaño, el Cumpleaños Ramo, un programa de televisión que se presentaba a continuación del de ellas, y era un problema para su programa, porque hacían mucho ruido, mientras estaban organizando los niños cumpleañeros en una amplia escalera de madera, a manera de asientos.
Foto 13 Título de Magister en Ciencias de la Enfermería de Ana Luisa Velandia Mora por la Universidad Nacional de Colombia, 27 de octubre de 1975
Los temas del programa de la Escuela, al cual les enviaban a las estudiantes de último año, versaban sobre procedimientos como sábanas frías (en las cuales se envolvía el paciente para bajarle la fiebre), o baño en cama. Recuerda que ella hizo este programa, y como era obvio, las estudiantes estaban todas en la Escuela viéndolo y evaluando si los procedimientos estaban siendo bien hechos. Cuando regresó a la Escuela, le dijeron que se había equivocado porque había limpiado el ojo cercano antes que el lejano, y era, al contrario; o viceversa; mejor dicho, se había equivocado.
Por otra parte, el año lectivo, era prácticamente el mismo año calendario. No tenían vacaciones programadas. El primer año, les avisaron después del 20 de diciembre que tenían vacaciones; y naturalmente, su hermana Myriam y Ana, no tenían un peso, pero sí unas ganas locas de viajar a Bucaramanga, a donde se había trasladado su familia. Así que decidieron, algo que ahora parece insólito: vender su sangre, y con lo que les dieron, compraron además de los tiquetes en la empresa de transporte terrestre Copetrán, algunos regalos (jaboncitos y cosas por el estilo en el almacén Tía, un almacén popular, por departamentos, que vendía objetos de consumo diario, situado en la carrera 10, como con calle 11). Cuando su padre lo supo, casi les mata; bueno es un decir, se puso muy bravo, creo que se sentía muy mal de haber recibido algún regalito, comprado con “su propia sangre”, y en este caso, era un hecho real.
Recién había ingresado a la Escuela de Enfermeras le dijeron que sus cuatro años de secundaria no eran de bachillerato, sino de formación comercial, aun cuando muy buena por cierto y que le ayudó mucho en sus estudios, tanto la taquigrafía que le permitía tomar nota del 100 % de las clases, como la mecanografía, que le dio la habilidad de escribir hasta 120 palabras por minuto sin mirar el teclado, los principios de los sistemas de archivo para organizarlo por carpetas reales o virtuales, como lo hizo con los computadores, y la contabilidad para cumplir mejor sus responsabilidades como tesorera en juntas directivas o para entender mejor los presupuestos en cargos administrativos.
Foto 14 Escuela de Enfermeras con la Hermana María Josefa. Hospital San José de Bogotá. Foto del libro: La Enfermería en Colombia
Seguramente con la asesoría de doña Blanca, hizo las diligencias del caso y al final del primer año, en las vacaciones, lo validó en el Colegio de la Presentación de Bucaramanga. Piensa que le designaron ese colegio para hacerlo, porque sabían que Ana había estudiado en ese departamento y pensaban que ella vivía allí; además era un colegio muy serio, regentado por religiosas, y aun cuando era privado, recibía auxilios oficiales; sé de una pariente, que fue profesora en uno de ellos, pero sus salarios eran pagados por la Gobernación de Santander. Para validar los cuatro años de bachillerato, estudió muchísimo, pero realmente creo que las monjitas le ayudaron porque veían su entusiasmo, y porque creían que estaban trabajando por una buena causa, mejor dicho, estaban cumpliendo el mandamiento de “ayudar al que no sabe”, o, dicho de otra manera, estaban haciendo “una obra de caridad”.
Hasta 1963 la Escuela de Enfermeras tuvo un plan de estudios de 3 años. Pero doña Blanca, siempre pendiente de los cambios en enfermería, resolvió agregarles un cuarto año y afiliar la Escuela de Enfermeras a la Universidad, con el ánimo de que saliéran Licenciadas en Enfermería; les dijo a quienes tenían sólo cuatro años de bachillerato que tenían que validar para completarlo. Eso significó que Ana debió validar 5.º y 6.º de bachillerato, durante dos años, creo que fue en los fines de semana o en las vacaciones, no recuerda muy bien, en la Casa Cultural Moreno y Escandón, de la ciudad de Bogotá; con orientación de su cuñado Rodrigo González, que piensa que también había validado ahí su bachillerato.
Todo ello para poder recibir el título de la Universidad de América, cuyo rector en ese momento, Jaime Posada, fue después ministro de Educación; y a donde doña Blanca había afiliado la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja.
Foto 15 Enfermeras colombianas de la Escuela Nacional Superior de Enfermeras en la ceremonia especial de la imposición de tocas (cofias) o grados. Foto Ana Luisa Velandia
Realizaron el cuarto año; la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja recibió el respaldo académico de la Universidad de América, digamos que avaló los diplomas expedidos por ella en 1964, colocando su escudo al otro lado del de la Escuela, y firmando los mismos; pero... el diploma reza: Enfermera General y Auxiliar de la Sanidad Militar; como quien dice, a pesar de los cuatro años y que el diploma era expedido por la Universidad, el título era el mismo que recibían las enfermeras egresadas de las otras Escuelas con programas de tres años, a excepción de la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional, que ya tenía el programa de licenciatura de cuatro años y estaba expidiendo diplomas de Licenciada en Enfermería.
De tal manera, la promoción 1961-1964, hicieron cuatro años de carrera. En 2012 casualmente me enteré que, a otro grupo en la década del cincuenta, también doña Blanca las hizo estudiar 4 años, pero ellas luego utilizaron esa condición para hacerse clasificar mejor en sus cargos dentro de su carrera administrativa en el sector público.
En realidad, Ana en sus estudios de enfermera, nunca sintió la diferencia con las demás compañeras, aun cuando la mayoría eran bachilleres o normalistas superiores, porque no recuerda de nadie más que hubiera tenido que validar el bachillerato. Incluso en bioquímica, de 32 o 33 estudiantes que fuimos, sólo 3 aprobamos el curso.
Foto 16 Primera semana de la Banderita. La necesidad de capital para asegurar la continuidad de los programas humanitarios que venía desarrollando la Cruz Roja Colombiana dio origen a una jornada de recolecta de dinero, mejor conocido como el Día de la Banderita. La iniciativa surgió de un grupo de damas de la sociedad santafereña. Mayo de 1924
Una actividad extracurricular que es muy recordada por las egresadas de esta Escuela, es el Día de la Banderita, o sea el Día Internacional de la Cruz Roja, el 8 de mayo; pero no era recordado sólo porque ese día había desayuno especial en el internado, como quien dice, “desayuno con huevo” (éste es un chiste familiar porque en mi casa en que éramos 7 hermanos, el desayuno con huevo era para el día del cumpleaños); sino por toda la parafernalia que se organizaba alrededor de esa fecha. Con mucha anticipación doña Blanca preparaba unas cartas, que Ana suponía que era solicitando algún tipo de apoyo, las cuales debían salir a entregar personalmente las estudiantes, naturalmente con su precioso uniforme de calle, con abrigo tipo militar y todo.
Y el propio Día de la Cruz Roja había un desfile tipo militar de todas las estudiantes de la Escuela de Enfermeras, y en los días próximos a esta fecha, salían a pedir limosna, suena feo, pero eso era; con unas alcancías especiales, blancas con una cruz roja impresa; alguien les contaba después que esa colecta era motivo de discusión en las directivas de la Cruz Roja, porque lo que recogían las estudiantes no iba a las arcas generales, sino que doña Blanca lo tomaba como auxilio para la Escuela. ¡Vaya uno a saber!
El capellán de la escuela, que tenía su propia capilla, era monseñor Luis Andrade Valderrama y además cree que era miembro de las directivas de la Escuela, porque siempre estaba presente en la mesa directiva los días de ceremonias especiales, imposición de tocas (cofias) o grados; Ana tuve el honor de que él le entregara su diploma. Pero además era muy cercano a las estudiantes, una vez les hizo, creo que, a las estudiantes de primer año, un estudio grafológico que Ana conserva y que siempre le ha parecido muy acertado.
Foto 17 Clínica San Pedro Claver ubicada en la calle 24 A, hoy en día: Hospital Universitario Méderi, foto de los años 70
En el cuarto año les permitieron dejar el internado y entonces Ana resolvió salirse y fue a vivir con una prima: Lucinda Duarte, que vivía en una casa que quedaba en una de esas pequeñas calles perpendiculares a la calle 28 en el costado sur del Museo Nacional (carrera 7 entre calles 28 y 29), y que en ese momento eran muy modestas; ya al comienzo de este siglo XXI, ese sitio se había convertido en un sector con muchos restaurantes y negocios de servicios, como floristerías y cosas por el estilo. Su prima, le acondicionó el mejor cuarto, se lo amuebló con sus muebles de soltera y aun cuando pequeña, era una habitación cómoda, que ella le ayudaba a mantener muy limpia y ordenada. Los primeros meses de enero a abril, Ana no le pagó nada, pero a partir de mayo, cuando entró a trabajar en el turno nocturno en la recién inaugurada Clínica San Pedro Claver del Seguro Social, ella le iba cancelando, aun cuando ella no quería aceptar, el mes actual y uno de los meses atrasados.
Ese sitio era para ella muy cómodo, porque era equidistante entre la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja, tenía su sede en la carrera 7 números 34 - 65, donde también funcionaban otras dependencias de la Cruz Roja, como el servicio de urgencias, el de vacunación y el Socorro Nacional. Y frente a las oficinas del Seguro Social en la avenida Caracas con calle 26, se ubicaba el bus que llevaba y traía a los empleados desde y hasta la Clínica San Pedro Claver, en la carrera 30, un poco al sur de la calle 26.
Foto 18 Enfermeras de la Escuela Nacional Superior de Enfermeras, Bogotá
Una de las circunstancias por las cuales quería trabajar, además de su independencia y de salir del internado, era poder ahorrar para comprarse el uniforme ya no de estudiante sino de profesional para la ceremonia de su grado. Como requisito de grado había que hacer un trabajo de tesis, que en su caso fue el siguiente: “Contribución al estudio de las enfermedades tiroideas y participación de la enfermera en la solución del bocio endémico en Colombia”. Trabajo de grado para optar al título de Enfermera General Universitaria. Bogotá: Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja, 1964; sobre el cual había que presentar una sustentación pública.
Esa ceremonia fue algo muy especial, entre otras cosas, porque a mucho honor, le designaron para pronunciar el consabido “Discurso de grado a cargo de una de las graduadas”. Y además porque tuvo mucha familia cerca: su padre que viajó desde Bucaramanga a acompañarme, su hermano Crisanto, su hermana Myriam que ya estaba casada y vivía en Bogotá, su esposo y algunos otros familiares cercanos por el lado de la familia de su prima Lucinda. Para completar la dicha, Alfredo Penagos, su esposo, era fotógrafo social y un gran profesional, quien tomó muchas y excelentes fotografías que hoy hacen parte de su gran archivo fotográfico.
Foto 19 Enfermeras colombianas de la Escuela Nacional Superior de Enfermeras en la ceremonia especial de la imposición de tocas (cofias) o grados. Foto Ana Luisa Velandia
Un hecho importante en la política colombiana fue que en 1957 las mujeres obtuvieron el derecho a elegir y ser elegidas. Como doña Blanca Martí, era una de las mujeres líderes del país y había trabajado mucho por esa conquista, les motivó a todas las estudiantes a participar en la votación para presidente de la República. Ana, en esa oportunidad no pudo hacerlo, porque la mayoría de edad era a los 21 años, y Ana todavía no los había cumplido. Esa fue una época de poca o ninguna confrontación entre los dos partidos tradicionales, el Liberal y el Conservador, porque a partir del plebiscito celebrado el 10 de mayo de 1957, inicia el Frente Nacional en que se alternaban el poder entre ellos, y de tal manera, pues le cerraron las puertas a la oposición.
Ya a comienzos de la década de los setenta la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja estaba afiliada al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y expedía diplomas como Licenciada en Enfermería y Miembro Auxiliar Honorario de los Servicios de Sanidad de las Fuerzas Militares.
Me parece pertinente reseñar que el ministro de Salud propuso al Comité Central de la Cruz Roja Colombiana, suspender el ingreso de nuevas alumnas a su Escuela de Enfermeras, a partir de 1981. Se argumentó que en ese momento había en el país 25 Escuelas de Enfermeras, hecho que, de acuerdo con la Federación Internacional de la Cruz Roja, hacía innecesaria la existencia de la Escuela. Me atrevo a pensar que la causa oculta fue el Decreto 80 de 1980 que reglamentó la educación postsecundaria, el cual estableció que sólo las instituciones de educación superior podían expedir títulos universitarios. La Escuela finalmente desapareció en diciembre de 1983.
4.- Mis grandes Maestras
4.- 1.- Blanca Martí de David´ Almeida
La directora de la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Colombiana
Blanca Martí de David’ Almeida, nació en Bogotá, hija de español y colombiana; su padre fue el general Rafael Martí Miralles y Franci, instructor del ejército colombiano, y su madre, doña María Teresa Escobar Nieto. Hizo sus primeras letras en el Colegio de las Señoritas Casas y posteriormente estudió en Ibagué y Tunja. Obtuvo su diploma de profesora superior en el Colegio de la Presentación de Bogotá. En Estados Unidos ingresó a la Universidad Frances P. Bolton en Cleveland, donde revalidó sus estudios de High School y siguió estudios de enfermería. Su esposo fue el Licenciado en Filosofía y Letras, Ignacio David´ Almeida.
Foto 20 Reunión Nacional de Escuelas de Enfermería. Blanca Martí: segunda de izquierda a derecha, primera fila sentadas.
Con Lotti Wiesner Vanegas, y Grace Morgan de Morillo, le hicieron una entrevista en septiembre de 1974, de la cual como muchos datos para este escrito. Cuenta en esa entrevista que en 1931 el Dr. Pablo García Medina fundó en Bogotá la Escuela de Enfermeras Visitadoras cuyo primer director fue el Dr. José María Montoya. En el primer grupo que ingresó a esta Escuela estaban Blanca Martí y Beatriz Restrepo. Allí se graduó, Blanca, en 1934, cuando ya la dirección de la Escuela estaba en manos de dos enfermeras norteamericanas.
Doña Blanca tenía el propósito de crear una Escuela de Enfermeras y tenía elaborado un pénsum; y Lucía Lozano, quien se había graduado como enfermera en el Perú, ingresó al Comité de la Cruz Roja y presentó la misma inquietud a esta Institución y el Dr. Jorge Cavelier llamó a doña Blanca, para realizar el proyecto que ella tenía pensado.
Doña Blanca funda en 1938 la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Colombiana, que fue la primera Escuela que tuvo ocho horas diarias de trabajo, en vez de las doce acostumbradas. También fue iniciativa de ella, separar las dependencias de la Escuela de las del Hospital, con el fin de que las estudiantes llevaran una vida más normal. Inicialmente, la Escuela funcionó en el centro de la ciudad, en la calle 13 entre carreras 5.ª y 6.ª, posteriormente se trasladó al edificio de la Cruz Roja Nacional, en la carrera 7° entre calles 34 y 35. Fue su directora desde su creación en 1938, hasta el año 1965.
Foto 21 Grado de Licenciadas en Ciencias de la Enfermería de la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia en diciembre de 1969
En esa época las Escuelas de Enfermeras exigían para su ingreso tener 4.º año de bachillerato. Y doña Blanca, con su visión de futuro ya debía estar pensando que próximamente todas las Escuelas de Enfermeras irían a pedir la secundaria completa, como desde 1943 lo estaba haciendo la Escuela Nacional Superior de Enfermeras en la Universidad Nacional de Colombia; y en 1961 solicitó al Ministerio de Educación, la creación de un colegio de bachillerato para las Enfermeras de la Cruz Roja; el cual pronto inició sus labores en una de las casas de estilo inglés al costado sur del actual parque Nacional, como quien dice muy cerca de la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja.
Inicialmente el colegio sólo funcionaba en la jornada de la mañana, pero al final de la década del sesenta, bajo el nombre de Liceo Nacional Femenino Magdalena Ortega de Nariño, ya se había creado la jornada de la tarde. Luego se trasladó al barrio Las Ferias, inicialmente con jornada de mañana y tarde; más adelante también se ofreció la jornada nocturna. Esto no lo supe cuando estudiaba en la Escuela, sino hace poco investigando sobre doña Blanca, para este escrito.
La Asociación Nacional de Enfermeras Visitadoras de Colombia fue la primera organización gremial de mujeres en nuestro país. A esta asociación se debe que el ejercicio de la profesión de enfermería en Colombia tuviera reglamentación oficial, por medio de la Ley 87 de 1946. Posteriormente, en 1949 la Asociación Nacional de Enfermeras Visitadoras se convirtió en la Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia –ANEC– de la cual también formó parte de su junta directiva. Doña Blanca, además definió el perfil ocupacional de la enfermera que contribuyó a cimentar su papel en el sistema de la salud de ese momento.
Foto 22 Enfermeras Auxiliares de la Cruz Roja “Damas Grises”
Doña Blanca, en octubre de 1942, fundó el voluntariado de Enfermeras Auxiliares de la Cruz Roja, conocidas luego como “Damas Grises”, constituido por un grupo de mujeres, profesionales, madres y amas de casa, que encontraron en el trabajo comunitario y la ayuda social, un complemento ideal a sus vidas. Diariamente dedicaban parte de su tiempo para atender aquellas zonas marginadas, pobres y abandonadas.
4.- 2.- Nelly Garzón Alarcón
Decana de la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia
Nelly Garzón Alarcón nació en La Mesa (Cundinamarca) el 8 de marzo de 1932. Hija única de Waldino Garzón Rincón y Dolores Alarcón Castillo. Hizo sus estudios primarios en esa población y el bachillerato en el Colegio Pestaloziano de la ciudad de Bogotá. Comenzó a estudiar como enfermera en el año 1953 en la Escuela Nacional Superior de Enfermeras, en la Universidad Nacional de Colombia, en donde obtuvo su diploma de Enfermera General en 1955.
Su primer trabajo como enfermera, fue en el Seguro Social, inicialmente en la ciudad de Cali y luego en Buga. En marzo de 1958 se vinculó con la Universidad Nacional en calidad de instructora y en 1964 sale en comisión de estudios a la Universidad Católica de Washington, en donde realizó, primero el bachellor, (licenciatura), y seguidamente, con una beca de la Fundación Kellogg cursó el programa de magíster. Fue una de las primeras enfermeras latinoamericanas en hacer su bachellor (licenciatura) y máster en los Estados Unidos, a comienzos de la década del sesenta.
Regresó a la Facultad de Enfermería como docente de las asignaturas Administración de Servicios de Enfermería y Clínica Avanzada. Fue jefe de la Dirección de Postgrados de la Universidad Nacional de Colombia. En varias oportunidades, decana de la Facultad de Enfermeras de la Universidad Nacional de Colombia, a la cual dedicó la mayor parte de su vida, contribuyendo de manera significativa en la docencia y la investigación. Fue presidenta de la Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia.
Fue directora de la División de Recursos Humanos del Ministerio de Salud de Colombia. Subdirectora Académica, y en varias ocasiones directora encargada, del Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior. Fue presidenta del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) entre 1985 y 1989, siendo la única enfermera hispanoamericana que ha ocupado este cargo. Fue una eticista reconocida a nivel continental y presidenta del Tribunal de Ética de Enfermería, de Colombia. Recibió múltiples distinciones académicas tanto en Colombia, como en otros países.
Nelly Garzón apareció muy temprano en mi vida profesional y tuvo una gran influencia en mis decisiones profesionales más tempranas y, por ende, más significativas. Cuando yo trabajaba como jefe de la División de Enfermería del Fondo Hospitalario de Cundinamarca, que manejaba alrededor de treinta hospitales que había en este departamento en la segunda mitad de la década del sesenta, me encontré con el hecho de que en la mayoría de ellos había religiosas de diferentes órdenes, y aun cuando se suponía que la jefe del Departamento de Enfermería de estos hospitales era una religiosa enfermera profesional, empecé a dudarlo y luego pude constatar que eso no era realidad en todos ellos.
Entonces, pensé que había que hacer algo para mejorar su desempeño en ese cargo, y hablé en la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia, con el objetivo de establecer algún programa de educación continuada para ellas. De la respuesta altamente positiva de Nelly, como su decana, resultó una serie de cuatro seminarios de una semana de duración cada uno, organizados en la Facultad; que se realizaron con frecuencia semestral, y el tiempo entre uno y otro se aprovechaba para que las religiosas pusieran en práctica en sus respectivos hospitales, las enseñanzas recibidas en la Universidad.
El programa recibió mi acompañamiento en las visitas de supervisión que permanentemente hacía a esas instituciones.
Foto 23 Nelly Garzón en su condición de Presidenta, del Consejo Internacional de Enfermeras
Por la misma época de mi trabajo en el Fondo Hospitalario de Cundinamarca, yo estaba interesada en formarme más en administración hospitalaria y apliqué a una beca, creo que, de la OEA, a través del Instituto para el Fomento de la Educación Técnica en el Exterior –ICETEX–; oficinas que quedaban cerca de la mía, en el magnífico edificio de la entonces Gobernación de Cundinamarca, en la avenida Jiménez entre carreras 7.ª y 8.ª de la ciudad de Bogotá, junto a la Iglesia de San Francisco, que luego le fue entregado en comodato a la Universidad del Rosario. La beca era para ir a una Universidad en Santiago de Chile, a hacer un curso de un año sobre Administración de Servicios de Enfermería.
Hablando sobre el tema con Nelly, ella me aconsejó que no lo hiciera y me explicó el porqué. Yo en ese momento, aun cuando había estudiado cuatro años en la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja, el diploma que me habían expedido era de enfermera general; de tal manera que el curso sería para mí un curso post básico, de esos que en ese momento suplían los programas formales de postgrado para las enfermeras generales. Ella me sugirió que mejor, entrara en la Universidad Nacional a hacer el curso complementario de licenciatura, y luego, sí podía ir a hacer un magíster como se llamaban en ese momento. Es bueno aclarar que el programa que ofrecía la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia era el primer programa de licenciatura en enfermería en países de habla hispana. Yo acepté su sugerencia y ese curso complementario de licenciatura fue mi primera gran experiencia de formación académica; estudié cuatro semestres, con clases tres veces por semana, de 4 a 8 p.m. y algunos cursos que tomábamos de día con estudiantes regulares del programa de enfermería o de otros programas de la Universidad Nacional de Colombia.
Las profesoras docentes eran esa pléyade de educadoras que habían ido a realizar sus programas de máster en diferentes universidades de Estados Unidos. Y dentro de ellas, recuerdo especialmente a Nelly Garzón, la señorita Nelly o miss Nelly, como le decían muchas colegas. Nelly como profesora de la asignatura sobre Administración de Servicios de Enfermería le dirigió el trabajo final, que en la práctica era como el trabajo de grado del programa de licenciatura, y que, analizando después, era de una exigencia similar a la de las posteriores tesis de magíster.
A comienzos de 1970, y ya con su título de Licenciada en Ciencias de Enfermería, se vinculó a la carrera docente como instructor asociado. Ana, de manera casi que inmediata empezó a preparar su trabajo para la promoción a profesor asistente, la cual obtuvo en el tiempo mínimo de permanencia en la categoría de instructor asociado, dos años.
El año 1972, fue un año muy especial para su formación académica y su experiencia como docente. En el primer semestre tomó el curso de Planificación en Salud en la Escuela de Salud Pública en la Universidad de Antioquia, en la ciudad de Medellín; en esta ocasión Nelly se lo sugirió como una gran oportunidad que no debía desaprovechar y le apoyó para ello; y en el segundo semestre, ella siente que le retó a hacerlo, al decirle algo así como: “¿Se le mide a…?”. Y el reto era el de impartir el curso de Administración de Servicios de Enfermería en la Universidad de Caldas, en la ciudad de Manizales, como parte de las asignaturas del primer grupo de cuarto año de la licenciatura en enfermería ofrecida por esa universidad con la asesoría de la Universidad Nacional; el cual iba a ofrecer la Profesora Hortensia Angarita Somoza, quien por problemas de salud no pudo viajar.
5.- Su experiencia en el Fondo Hospitalario de Cundinamarca
Su llegada al Fondo Hospitalario Cundinamarca fue interesante. Aceptó de una compañera de su trabajo en el turno de la noche entre mayo y diciembre de 1964 en la Clínica San Pedro Claver, la nueva y más importante clínica del Instituto Colombiano de Seguros Sociales –el famoso ICSS–; el ofrecimiento que le hizo de un reemplazo de alrededor de dos meses, para suplir la licencia de maternidad de una enfermera del Hospital La Samaritana, en el cual su colega era la directora del Departamento de Enfermería. En esa época, debido a la escasez de enfermeras, a la apertura de nuevas instituciones, y yo creo que también a los malos salarios, muchas enfermeras trabajaban en dos sitios a la vez, su trabajo principal de día era en una institución asistencial bien fuera hospitalaria o de carácter ambulatorio, como en un centro de salud; y un trabajo complementario de noche, cuyos turnos eran en las noches alternas, para un promedio de quince turnos mensuales, que en esa época representaban un buen ingreso, porque las horas nocturnas tenían recargo, es decir un pago adicional, y lo mismo los días festivos; considera que el pago por un mes, era por lo menos un 50 % más del pago por un turno diurno de la misma categoría.
Foto 24 El Hospital de la Samaritana en Bogotá, (Cundinamarca), 1948
Le dijeron que el Hospital de la Samaritana dependía del mencionado Fondo Hospitalario de Cundinamarca (FHC) y entonces Ana se dirigió allá para tomar posesión de su cargo provisional. Le recibió el Dr. Luis Fernando García, director de la parte médica del FHC, y estuvieron hablando por un largo tiempo, ella creía que alrededor de dos horas. Su hermana Leonor García era enfermera egresada de la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Colombiana y él era muy amigo de doña Blanca Martí, su directora. En la charla le dijo que ellos tenían un cargo de enfermera jefe de la División de Enfermeras, que llevaba un tiempo largo, vacante; que si le interesaría entrar a ocuparlo. Después se enteró de que en algún momento él había hablado por teléfono con doña Blanca respecto de Ana, y ella le había dicho que Ana se acababa de graduar, pero que había sido la mejor estudiante de su promoción y que ella creía que Ana era capaz de asumirlo.
Y así fue, la posesión para el reemplazo en el Hospital de la Samaritana fue en otra parte, pero empezó a trabajar en el FHC el 20 de enero de 1965, cuando terminó el mencionado reemplazo y renunció a su trabajo en la Clínica San Pedro Claver.
Este trabajo ha sido una de las tantas experiencias interesantes que ha tenido la oportunidad de vivir en su vida, no sólo en lo profesional sino también en lo personal. Antes de viajar a Bogotá a estudiar enfermería en la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Colombiana, Ana no conocía sino El Socorro, en donde obtuvo su diploma de Experta en Comercio; Bucaramanga, a donde había ido con su padre a hacer algunas compras para su grado en el Colegio Avelina Moreno, Confines de donde era oriunda su madre, María de los Ángeles Mora Rugeles; San Gil a donde habíamos ido alguna vez de paseo y los pueblitos por donde pasaba la carretera central Bucaramanga - Bogotá.
Foto 25 Directivos del Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública. Colombia Década de 1940
La mayoría de los Hospitales, por no decir casi todos, estaban administrados por Comunidades Religiosas femeninas, la mayoría de ellos por las Hermanas de la Presentación, algunos pocos por las Hermanas Vicentinas y algún otro, por otras Comunidades. Los contratos con estas Comunidades eran de carácter general para encargarse de la administración del personal de enfermería y del personal de aseo, pero no estipulaban el nivel de formación de las personas que prestaban estos servicios. Esto representaba un problema para los servicios de enfermería porque no había ninguna obligación, por ejemplo, de tener una religiosa con estudios de enfermería superior para que orientara y supervisara al personal de enfermería.
El único hospital que en 1965 no tenía religiosas era el de Mesitas del Colegio, logró que crearan el cargo de Enfermera Jefe del Departamento de Enfermería, pero fue muy difícil conseguir una profesional que quisiera irse a trabajar “tan lejos de Bogotá”, a unas dos horas por carretera. Finalmente, una colega de apellido Ladrón de Guevara me aceptó el puesto y se fue a trabajar allí. El cargo era atractivo económicamente porque tenía derecho a alojamiento y alimentación, al igual que los médicos y demás profesionales de la salud, que no eran muchos: odontólogo, en algunos casos, bacterióloga; y nutricionista donde no había religiosas.
Durante su permanencia en el FHC y por sugerencia de Nelly Garzón tuvo la oportunidad de hacer una pasantía de tres meses en el Barco estadounidense Hospital HOPE que estuvo anclado en la ciudad de Cartagena durante el año 1967, y fue una experiencia muy interesante.
6.- El Barco Hospital HOPE
La experiencia de una enfermera en pasantía en un barco-hospital
Una experiencia muy valiosa desde el punto de vista profesional, y muy interesante desde el punto de vista personal, fue su estancia de tres meses durante 1967 en el Barco Hospital HOPE, un barco norteamericano anclado durante ese año en los muelles de la ciudad de Cartagena. Había sido un barco de la Armada de los Estados Unidos que había estado en la Segunda Guerra Mundial, y desde 1958 cuando se creó el proyecto HOPE, hacía estancias de un año en puertos de América Latina cumpliendo las veces de Hospital, atendiendo población de bajos recursos económicos y formando personal de salud en tierra. Los médicos, las enfermeras y algunos otros profesionales de salud eran voluntarios. Entre los médicos recuerdo que había varios de origen cubano. Las enfermeras, la mayoría, eran norteamericanas. Visto hoy en día, Ana cree que este proyecto fue una de las acciones políticas de presencia de los Estados Unidos en los países de América Latina para contrarrestar la influencia de la revolución cubana en la región.
Una profesional de enfermería que era profesora de la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia, que me conocía y probablemente me estimaba, y hoy día me honro en mencionar, Nelly Garzón Alarcón, me informó que había becas del Ministerio de Salud para hacer pasantías de tres meses en ese barco-hospital. Inmediatamente hice las diligencias del caso ante el Ministerio de Salud y ante el Fondo Hospitalario de Cundinamarca, en donde trabajaba. Afortunadamente todo se resolvió en el curso de una semana y muy pronto llegué a la ciudad de Cartagena y a ese barco hospital.
La Facultad de Enfermería de la Universidad de Cartagena, que era una de las seis unidades académicas: Universidad Nacional de Colombia, Universidad de Cartagena, Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja en convenio, primero con la Universidad de América, y luego con la del Rosario, Universidad Javeriana, Universidad de Antioquia y Universidad del Valle, que ya habían obtenido el nivel de Facultad, que en Colombia significa no ser una Escuela o Departamento dependiente de otra Facultad; estaba haciendo presencia allí con estudiantes que realizaban sus prácticas en diversos servicios, y algunas profesoras, una de ellas, Vilma Mercado, también vivía dentro del barco. Ocupaban un camarote para cuatro personas, en dos literas de dos niveles: una nutricionista de Santa Marta, una enfermera de Barranquilla, Vilma de la misma Cartagena, y yo.
Foto 26 Los internos de la Facultad de Medicina del Barco Hospital Hope, 1967
A Ana le asignaron como contraparte a la enfermera norteamericana, Mary Bachman, y se hicieron muy amigas, posteriormente se vieron en el primer semestre de 1972, en Medellín, cuando Ana estaba haciendo un curso post básico sobre Planificación en Salud en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, y ella estaba de vacaciones con sus padres por nuestro país. Las pasantías eran de tres meses, Ana estuvo en la primera y era la única enfermera del interior del país y, además, por el viaje que estaba planeando a los Estados Unidos, había hecho varios cursos de inglés en el Instituto Colombo Americano.
El hecho de que el hospital era un barco significó una serie de experiencias muy lindas. Después del turno se subía a la cubierta del barco, colocaba una silla mirando hacia el mar, atrás estaba el puerto y más atrás la ciudad de Cartagena, pero como el barco estaba anclado en el muelle, pues las olas lo movían, así que Ana sentía como que estaba viajando en barco, tal vez desde ahí empezó a soñar en viajar en un barco.
Todo el personal que trabajaba en el hospital, vivía dentro del barco, y, por lo tanto, había programas de recreación dentro y fuera de él. Dentro de los elementos que cada uno debía llevar, sugerían llevar un vestido de fiesta, preferiblemente largo y, naturalmente, vestido de baño e implementos para ir a la playa.
De esa pasantía en el Barco Hospital Hope, le quedaron dos grandes amigas colombianas, Vilma Mercado, que luego fue decana de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Cartagena y Aída Luz Nájera, que en ese momento era estudiante y que luego fue líder gremial en el Departamento de Bolívar y profesora de esa Facultad.
Y como enfermeras norteamericanas, Doris A. Edwards, del equipo directivo del Departamento de Enfermería; Mary Bachman, enfermera jefe de unidad, quien años más tarde me invitó a su matrimonio y Rita L. Ailinger, quien era la directora del Departamento de Enfermería del Barco-Hospital Hope, posteriormente hizo el doctorado y más adelante tuvo el placer de encontrarse con ella en Washington en una reunión de la Organización Panamericana de la Salud, en donde intercambiaron libros, Ana le llevó uno sobre Cartagena de Indias, con unas fotos preciosas del excelente fotógrafo cartagenero Nereo López, y ella le regaló un ejemplar del Nursing Interventions Classification (NIC).
Foto 27 Grupo de Investigadoras. Sentadas de izquierda a derecha: Ana Luisa Velandia, Consuelo Gómez y Clara Munar. De pie de izquierda a derecha: Elisabeth Vargas, Yaneth Mercedes Parrado y Gloria Stella Urbano. Ausente: Mireya Elvira Rodríguez
7.- Universidad Nacional de Colombia
Antes de hablar de la Facultad de Enfermería, es procedente mencionar que antes de la creación de la Facultad existieron en la Universidad Nacional 3 Escuelas: la Escuela de Comadronas y Enfermeras creada por la Ley 39 de 1920, que estableció la enseñanza de comadronas y enfermeras en la Facultad de Medicina; la Escuela Nacional de Enfermeras fue el resultado de la reorganización de la escuela anterior por medio del Acuerdo No. 5 del Consejo Académico de la Universidad Nacional de Colombia del 25 de enero de 1937. El Servicio Cooperativo Interamericano coordinó esfuerzos con la Oficina Sanitaria Panamericana y la Fundación Rockefeller parar crear la Escuela Nacional Superior de Enfermeras, lo cual se hizo por el Acuerdo 466 del 13 de marzo de 1943, donde se fusionaban las dos grandes tendencias de la época, por un lado, la formación hospitalaria que venía teniendo la anterior escuela, y por otro, la salubrista, que se venía promoviendo desde los servicios de salud del Estado.
En 1958, esta última Escuela fue elevada a la categoría de Facultad de Enfermería por el Acuerdo N.º 1 de enero 16 de 1958, que muy pronto facilita la aprobación del Programa de Licenciatura en Enfermería. En 1962 se pensó en la posibilidad de abrir un programa post básico dirigido a aquellas enfermeras que tenían Diploma de Enfermera General y estaban interesadas en obtener el título de Licenciada. Este programa que se denominó Complementario de Licenciatura, se aprobó por el Acuerdo N.º 4 de 1963 del Consejo Académico, con un programa de dos años de tiempo parcial.
Foto 28 Alicante en el III Simposio Iberoamericano de Historia de la Enfermería. XII Congreso Nacional y VII Congreso Internacional de Historia de la Enfermería. VII Jornadas Internacionales de Cultura de los Cuidados. Universidad de Alicante los días 24, 25 y 26 de noviembre de 2011
Su relación con la Universidad Nacional de Colombia nació a partir de su trabajo en el Fondo Hospitalario de Cundinamarca, inicialmente con la decana Myriam Ovalle, hacia 1966 - 1967, y luego de manera más formal, con Nelly Garzón Alarcón, por los cursos que ofreció la Facultad para las enfermeras de los hospitales del departamento de Cundinamarca desde su Fondo Hospitalario; después como estudiante del Curso Complementario de Licenciatura en Enfermería y más adelante, como docente.
Por esa época todavía la Facultad de Enfermería, tenía su sede en el edificio que había construido el Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública en asocio con otras organizaciones, para la Escuela Nacional Superior de Enfermeras dentro del campus de la Universidad Nacional de Colombia; el cual fue transformado en residencias universitarias femeninas, y más adelante cuando el rector Marco Palacios, cerró definitivamente todas las residencias de la universidad, la ocuparon dependencias académicas.
Entre 1971 y 1988, la Facultad de Enfermería ocupó el 5.º piso del edificio de la Facultad de Medicina, ya que como dije arriba, los espacios que habían sido construidos para la Escuela Nacional Superior de Enfermeras y que incluían residencias para estudiantes y algunas profesoras, habían sido ampliados por la Universidad para utilizarlos como residencias estudiantiles femeninas.
Foto 29 Hospital San Juan de Dios de Bogotá
Un aspecto importante de su vinculación con la Universidad Nacional de Colombia, fue el contacto con el Hospital San Juan de Dios, y la época más significativa fue a mediados de la década del setenta, cuando fue con estudiantes, que hacían allí su práctica de Administración de Servicios de Enfermería, asignatura de la cual Ana era profesora. Valoro la presencia de la facultad de enfermería en ese hospital, como desarrollo del Plan Kellogg, del cual habla la Hermana María Cecilia Gaitán.
14.- Mis grandes amigas enfermeras
14.- 1.- Cecilia Campaña de Paredes
Ingresó en la Escuela Nacional Superior de Enfermeras en 1957, en esa época la directora de la Escuela era miss Helen Murphy, cuando salió graduada Cecilia, la directora era María Teresa Murillo, quien fue la primera colombiana que fue Directora de esa Escuela; ella terminó en abril de 1960, cuando ya la Escuela se había convertido en Facultad y la decana era Inés Durana.
Su primera experiencia profesional fue como secretaria - directora de la Escuela de Auxiliares de Enfermería del Hospital San Juan de Dios, específicamente, del Instituto Materno Infantil; el director del Instituto era el Dr. Carlos Martínez Sáenz. Con ella, llegó como profesora Alicia Vela. Cecilia estuvo varios años en ese cargo, luego fue nombrada como directora Lotti Wiesner y Cecilia pasó a ser profesora, o monitora (instructora) como se llamaban entonces.
Foto 30 Cecilia Campaña, primera a la izquierda, en el lanzamiento del libro: Historia de
la enfermería en Colombia
14.- 2.- Eduarda Ancheta Niebla. Cuba
Según datos tomados del blog: Enfermería Avanza, de Manolo Solórzano, y otras situaciones conocidas por Ana Luisa; Eduarda Ancheta nace el 5 de enero de 1940, en Caraballo, que antes era de la provincia de La Habana, y hoy en día pertenece a la nueva provincia de Mayabeque en Cuba.
Se graduó como Enfermera General en 1961, en 1980 es licenciada, en 2012 máster en Enfermería y en 2015 se doctora en Enfermería; es profesora titular de la Universidad de La Habana, miembro titular de la Sociedad Cubana de Enfermería, coordinadora de la Red Cubana de Historia de la Enfermería y miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería.
Con Eduarda Ancheta, se conocieron en Granada, España, en donde estuvieron como ponentes en el VI Congreso Nacional y II Congreso Internacional de Historia de la Enfermería, celebrado en esa ciudad en octubre de 2004. Luego tuvimos la oportunidad de compartir de nuevo, como ponentes invitadas al 2º Coloquio de Historia de la Enfermería en América Latina, organizado por la Escuela de Enfermería Anna Nery de la Universidad Federal de Río de Janeiro en septiembre de 2005.
14.- 3.- María Cecilia Gaitán Cruz
La Hermana María Cecilia Gaitán Cruz, de la orden de las Carmelitas de la Presentación, nació en Pacho (Cundinamarca), el 30 de diciembre de 1939, pero nos dice que fue registrada y bautizada en Fontibón, porque nació en Pacho por accidente, en la finca de su familia.
Luego cuando profesó como religiosa, estuvo trabajando un año en la Clínica Palermo de Bogotá, para poderse formar en enfermería. Pero es de anotar que cuando era novicia la mandaron al Hospital de la Misericordia y allí al ver a los niños, dice ella, en esa situación tan solitos y los problemas de su entorno familiar; quiso hacerse enfermera.
Foto 31 María Cecilia Gaitán Cruz y Ana Luisa Velandia Mora, el día de su grado como licenciadas en enfermería
En la Universidad Javeriana estudió los tres años de Enfermería. Entró en 1960 y fue de la primera promoción cuando Cecilia Silva de Mojica era la directora. Se graduó como Enfermera General en 1962 y luego hizo el 6° año y obtuvo su título de bachiller. Su primer trabajo fue como instructora en la Escuela de Auxiliares de Enfermería de Tunja (Boyacá), allí estuvo durante cuatro años y medio.
14.- 4.- Mabel Castañeda Montoya
Nació en un corregimiento del municipio de Dabeiba, al occidente del departamento de Antioquia, donde actualmente habita mucha gente desplazada de los departamentos de Córdoba, Sucre y Chocó y de la región de Urabá.
Se presentó en la Universidad de Antioquia para estudiar una carrera del área de la salud, Mabel quería estudiar enfermería, pero en su casa no era bien vista esa carrera, así que dijo que iba a estudiar odontología, pero en definitiva entró en la Escuela de Enfermeras, dirigida por la Comunidad de las Hermanas de la Presentación. Recuerda de manera especial, la ceremonia de “imposición de tocas”, a la cual debían ir con uniforme de gala, y reseña además que, algunos accesorios, eran traídos de los Estados Unidos.
Foto 32 Eduarda Ancheta, Juana Hernández Conesa y Ana Luisa Velandia Mora. XI – 2017. Mabel Castañeda en su grado como enfermera general
En esa época, el Ministerio de Salud daba becas para estudiar enfermería, y ella obtuvo una a partir del segundo semestre de la carrera, lo cual la hizo sentir autónoma. Se graduó como enfermera general en diciembre de 1968 y en el listado de municipios a donde debían ir a trabajar en contraprestación por la beca, estaba Manizales y con una compañera, escogieron esa ciudad; Mabel se ubicó como docente de la Escuela de Auxiliares de Enfermería de la Dirección Seccional de Salud de Caldas, en donde laboró cerca de nueve años. Más adelante obtuvo una beca para hacer una capacitación en Ciudad de México en el Centro de Tecnología Educativa en Salud –CLATES–. Regresó a ocupar de nuevo el cargo de coordinadora de la Escuela de Auxiliares de Enfermería del municipio de La Dorada, en el mismo departamento de Caldas.
En 1977 se vinculó a la Escuela de Enfermería de la Universidad de Antioquia, en donde fue asignada como instructora en la Escuela de Auxiliares de Enfermería, hasta el cierre de ésta en 1979, cuando pasó como profesora del departamento de administración de la propia Escuela de Enfermeras.
14.- 5.- María Consuelo Castrillón Agudelo
Nació en Medellín, el 12 de septiembre de 1949. Se graduó en la Escuela de Enfermeras de la Universidad de Antioquia en diciembre de 1970 como enfermera general. En 1975 recibió el título de Licenciada en Enfermería, de la ya entonces, Facultad de Enfermería. En 1985 obtuvo su maestría en Investigación Socioeducativa por la Facultad de Educación de la misma universidad. En 1992 realizó la Especializacion en Planificacion de Recursos Humanos en Salud, en la Escuela de Salud Pública de la Fundacion Oswaldo Cruz en Rio de Janeiro.
14.- 6.- María Iraidis Soto Soto
Nació en Moniquirá, un municipio de Boyacá llamado también “ciudad dulce de Colombia”. Su formación como profesional de enfermería la realizó en la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia, en donde se graduó el 25 de abril de 1980. Esta era una época en la que antes del grado ya los graduandos sabían dónde harían el servicio social obligatorio, llamado coloquialmente, el año rural; así que inmediatamente empezó en Boyacá un trabajo con comunidades y promotoras rurales muy enriquecedor que, a la vez formaba parte de una investigación sobre extensión de coberturas en áreas rurales.
Como recibió el reconocimiento como la mejor estudiante de enfermeras en el pregrado, la Universidad Nacional le otorgó una beca para realizar un postgrado y cursó el magíster en Investigación y Tecnología Educativa en la Pontifica Universidad Javeriana.
14.- 7.- María Mercedes Durán de Villalobos
Nació en Bogotá, en el tradicional barrio Quinta Camacho. Terminó la carrera de enfermería en la Universidad Nacional de Colombia en 1968, y viajó a Estados Unidos. Después trabajó en el Hospital San Juan de Dios, lo que considera una experiencia “genial”. A María Mercedes, “María Mechas”, como le llaman coloquialmente, la conoció por la época en que Ana iniciaba su Programa Complementario de Licenciatura, es decir en 1968, cuando la Facultad funcionaba todavía en el edificio sobre la calle 26, que había sido construido en la década de los años 40, especialmente para la Escuela Nacional Superior de Enfermeras, por el Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública, la Fundación W. K. Kellogg, la Oficina Panamericana de la Salud y el gobierno colombiano. Por esa época la decana era Myriam Ovalle.
14.- 8.- Rita Cecilia Plata de Silva
Nació en San Vicente de Chucuri (Santander), entró a estudiar enfermería a la UIS, pero no estuvo sino un mes porque hubo una huelga y cancelaron el semestre; viajó a Bogotá y a través de una prima que estudiaba en la Escuela de la Enfermeras de la Cruz Roja, Gladys Torres, entró a estudiar en esa institución.
Eso fue en enero de 1974, estuvo primero con la directora, Carmen Ramírez y luego con Lucía Villamizar de Hill. Estudió con mucho entusiasmo, le gustaba muchísimo la enfermería, y dice que hacían unas prácticas excelentes en diferentes pabellones del Hospital San José.
Foto 33 María Consuelo Castrillón y Ana Luisa Velandia en Bariloche. Argentina. María Iraidis Soto, 4.ª de izquierda a derecha, en una reunión en Acofaen. María Mercedes Durán y Ana Luisa Velandia en Maryland, USA. Rita Cecilia Plata de Silva, vicerrectora académica Universidad El Bosque, septiembre 1019
Estaba en el quinto semestre cuando se casó, pero pudo seguir estudiando, hacer ruralito en el Hospital de Zipaquirá y graduarse, al tiempo que tenía su primer bebé. Y a los pocos meses entró a trabajar en la Clínica El Bosque, que estaba recién abierta, y desde esa época no ha dejado de trabajar. Dos años después, tuvo que hacer el rural, pero lo hizo en el Hospital San Antonio de Chía, y desde allí colaboraba con los estudiantes de medicina de la Universidad El Bosque; regresó a trabajar a la Clínica El Bosque, y empezó a ayudar en la docencia de los estudiantes de medicina, y más adelante, el Dr. Jaime Escobar Triana, Miembro fundador y decano, la invitó a trabajar a la Escuela Colombiana de Medicina como docente. Luego ya después en 1997 cuando se convirtió en universidad, continuó trabajando en la Facultad de Medicina, ya como coordinadora del área de Medicina Comunitaria.
14.- 9.- María Mercedes Rizo Baeza. España
Nació en Novelda, Alicante un 13 de agosto, estudió primero con monjas de origen francés, en el San José de Cluny, y luego en el instituto público de Elche, La Asunción, hizo la secundaria y el bachillerato; y al mismo tiempo, durante dos años, por la mañana y la tarde estaba trabajando como Auxiliar de Enfermería en un Centro de Atención Primaria, se encargaba de pasar consulta con los médicos y a las 6 p.m., cogía su mochila y su bocadillo y se iba hasta las once de la noche al Instituto.
Realizó sus estudios de enfermera en la Escuela de Ayudantes Técnicos Sanitarios femeninos en la Residencia del Seguro Obligatorio de Enfermedad, de Alicante. Los estudios que hizo, según su relato, complementado con datos de su currículum fueron: Diplomada en Enfermería. U. N. E. D. (10/12/1987); Diplomada en Salud Pública. Escuela Nacional de Sanidad. (27/07/1987); Enfermera Especialista en Pediatría y Puericultura. Universidad de Murcia. (15/06/1997); Licenciada en Antropología social y cultural. (28/04/2000); Doctora en Antropología social y cultural. UMH. (15/10/2003).
Foto 34 Estudiantes de la Facultad de Enfermería Elizabeth Setton, La Paz – Bolivia. Década de 1970. Cortesía de Elsa Olmos, de la Universidad Evangélica de Bolivia
14.- 10.- Elsa Olmos Quiroz. Bolivia
Nació en Pampagrande, provincia Florida de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, el 27 de noviembre de 1952. Durante su infancia vivió en la estancia de sus padres agricultores, ubicada frente al pueblo (cruzando el río); en esa región estudió hasta sexto de primaria y al no haber el nivel secundario sus padres la llevaron a un internado mixto cerca de la ciudad de Santa Cruz donde finalizó sus estudios secundarios a los diecisiete años de edad. A continuación, decidió estudiar teología a nivel técnico superior en el Seminario Bíblico “Berea”. Al finalizar el tercer año de estudios teológicos, tuvo la oportunidad de estudiar la carrera de enfermería en la Facultad de Enfermería de la Universidad Católica Boliviana, obteniendo el título de Licenciatura en Enfermería en 1977; al mismo tiempo fue invitada por su exdirectora del Colegio Secundario “Berea” a conformar el equipo fundador de la futura Universidad Evangélica Boliviana como directora de la carrera de enfermería, una de las cinco carreras con las que sería fundada la primera universidad privada de Bolivia.
14.- 11.- Soledad Sánchez Puñales. Uruguay
Nació en Rocha, Uruguay, el 4 de agosto de 1932. Se graduó de enfermera en la Escuela Universitaria de Enfermería –EUE–, de la Universidad de la República Oriental del Uruguay, en Montevideo, en 1954. Esta Escuela, tenía una forma de organización que seguía el modelo de las Escuelas que tuvieron influencia de las egresadas de la Escuela Florence Nightingale en el Hospital Santo Tomás de Londres a mediados del siglo XIX; con internado y salida sólo los fines de semana. En el escrito que le envió a finales de junio de 2020, Sole le decía que, a excepción de los horarios, la Escuela era hacia 1950 como fueron las Escuelas canadienses, porque Dora Ibarburu, directora fundadora de la UEU hizo su primer postgrado en Toronto, y las conoció.
Foto 35 El doctor Carlos Nery con el primer grupo de alumnas. Escuela de Nurses. Montevideo, 1912
La Escuela de Nurses del Ministerio de Salud Pública de Montevideo, siguió expresamente el modelo de Florence Nightingale, aunque era dirigida por el médico, Dr. Carlos Nery. Recuerda que la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Colombiana también tenía una organización semejante.
La EUE, igual que muchas Escuelas de países latinoamericanos, por esa época, mediados del siglo XX, recibieron apoyo financiero de las Fundaciones Rockefeller y W. K. Kellogg. Y Sole como muchas otras colegas de América Latina, recibieron becas de estas fundaciones para hacer estudios de post grado, o más bien cursos post básicos, que no otorgaban títulos académicos, pero sí se recibían en prestigiosas universidades, especialmente, de los Estados Unidos de América. Igual sucedió en muchos países de América Latina, y Sole pertenece a esa generación de enfermeras que fueron pioneras del desarrollo de la enfermería en la región latinoamericana.
Enfermeras de Uruguay. Parte de su historia. Publicado el sábado día 11 de agosto de 2012
http://enfeps.blogspot.com.es/2012/08/enfermeras-de-uruguay-parte-de-su.html
Foto 36 Elsa Olmos y Ana Luisa Velandia en la Universidad Evangélica de Bolivia. Meri Rizo con su familia, y Ana Luisa Velandia, en Alicante. Soledad Sánchez en el IV Congreso Nacional de Enfermería Profesional, Montevideo 1987. Maricarmen Álvarez en el Museo Histórico de Enfermería en la Universidad Central de Venezuela
14.- 12.- María del Carmen Álvarez. Venezuela
“Maricarmen”, como le dicen sus amigos; nació el 14 de octubre de 1960 en Petare, Estado Miranda, Venezuela. Inició sus estudios de enfermería en el Liceo Mariano Picón Salas, egresando como Bachiller Asistencial en 1980. Con el avance de la profesionalización, cursó el Técnico Superior en Enfermería por la modalidad de Estudios Supervisados (EUS) en la Escuela de Enfermería de la Universidad Central de Venezuela en 1998, y la licenciatura en la Escuela de Enfermería de la Universidad del Zulia en el año 2001, también por la modalidad de EUS.
“Maricarmen” es jubilada del ejercicio profesional de la enfermería en la administración pública en el Hospital Universitario de Caracas desde el año 2013. Actualmente ejerce como docente en la Cátedra de Geriatría y Gerontología en la Escuela de Enfermería de la Universidad Central de Venezuela. Desde el 2014 coordina el proyecto del Museo Histórico de la Enfermería Venezolana en la Escuela de Enfermería de la Universidad Central de Venezuela.
17.- Universidad de Alicante. España
La Universidad de Alicante (UA), es una institución pública española, ubicada en el litoral mediterráneo, con sede en San Vicente del Raspeig, junto a la ciudad de Alicante. Fue creada en 1979 sobre la estructura del Centro de Estudios Universitarios que comenzó a funcionar en 1968 y como heredera de la Universidad de Orihuela de 1569.
A esta universidad llegó a raíz de su vinculación con la Universidad El Bosque, a donde llegaron también a dicha Universidad, el Dr. Ernesto Cortés, bioquímico y profesor de la Universidad de Elche (España) y su esposa, la Dra. María Mercedes Rizo, enfermera y profesora de la Universidad de Alicante.
La decana de la Facultad de Enfermería, Rita Cecilia Plata de Silva, me solicitó que acompañara a la Dra. Rizo durante su semana de permanencia en la Universidad, para lo cual elaboramos una agenda que correspondiera a los intereses de la pasantía de la Dra. Rizo.
Pasados unos meses me llamó para comunicarme que les había sido aprobada su solicitud, con mi hoja de vida, para una pasantía de seis meses, durante el año 2004. Luego de una propuesta de la Universidad de Alicante, y una contrapropuesta mía, quedó aprobado un primer periodo de pasantía de febrero a mayo y una segunda estancia de mediados de octubre a mediados de diciembre, para un total de seis meses. Enseguida me puse a preparar las dos asignaturas que iba proponer para ofertar en la Universidad de Alicante durante el primer semestre de 2004, en calidad de profesor visitante.
El 9 de febrero, escribió: “después de una semana, me siento bastante bien. Ya pasé la prueba del primer fin de semana. Le temía al sábado y sobre todo al domingo; pero finalmente resultó bien. Por otra parte, Ana se entrevistó con Pepe Siles, (José Siles González, el profesor encargado en la Universidad de los aspectos formales de su beca senior); al verse hicieron empatía, se portó muy deferente con ella. Dio a entender que Ana iba a estar con él en el doctorado y le dijo que tenían que comer juntos para charlar con más calma.
Conforme a la programación de mi pasantía, regresé a Alicante para reiniciar actividades a mediados de octubre y unos días después viajé a la ciudad de Granada, en donde presenté una comunicación sobre “Influencias étnicas de la enfermería latinoamericana” en el VI Congreso Nacional y II Congreso Internacional de Historia de la Enfermería, celebrado de octubre 21 a 23. Este congreso fue muy interesante en todo sentido, en lo profesional y en lo personal, en lo académico y en lo turístico. Estar reunido con Cecilio Eseverri, Francisca Hernández, Pepe Siles, Manuel Solórzano, etc., es una experiencia única.
Foto 37 Ana Luisa Velandia Mora con su libro Pasión por la Enfermería
Visitar el Hospital Real (1526 - 1950) donde ahora funciona el Rectorado de la Universidad de Granada; la Basílica de San Juan de Dios y subir al altar en dónde están sus reliquias, y entrar a la sacristía, llena de obras de arte religioso de valor incomparable, bueno, eso es algo especial.
Ver como la enfermería española está tomando una influencia significativa en América Latina, tanto por los cursos de doctorado que están ofreciendo, como por la cantidad de enfermeras, casi todas docentes de universidades latinoamericanas, que están haciendo su programa de doctorado en su suelo.
El resumen lo he realizado copiando los párrafos que me han parecido más interesantes del texto original con el permiso de la autora mi amiga Ana Luisa Velandia. Lo importante es poder leer el texto completo del libro.
Gracias Ana Luisa, por esta joya impresa de toda una vida dedicada a la Profesión Enfermera, por cómo nos has comunicado y mirado la Historia de la enfermera colombiana en primera persona, con tu propia vida. Una muestra más de nuestra profesión y una fuente de investigación para las futuras enfermeras colombianas y para todos los que nos dedicamos a la “Pasión por la Enfermería”.
Foto 38 Manuel Solórzano Sánchez con el libro Pasión por la Enfermería
Bibliografía
1.- Pasión por la Enfermería. Ana Luisa Velandia Mora. Ediciones Aurora. Bogotá D. C. 2022
2.- Primeras enfermeras Chocoanas de Escuela. Por: Américo Murillo Londoño Mis memorias
3.- Orígenes de la Enfermería Colombiana. Publicado el domingo día 15 de noviembre de 2009
http://enfeps.blogspot.com/2009/11/origenes-de-la-enfermeria-colombiana.html
4.- La Historia de Enfermería en el Hospital Universitario del Valle “Evaristo García”. Cali, Colombia. Publicado el domingo día 14 de noviembre de 2010
http://enfeps.blogspot.com/2010/11/la-historia-de-enfermeria-en-el.html
5.- Hospital San Vicente de Paúl de Palmira. Colombia. Publicado el viernes día 31 de diciembre de 2010
http://enfeps.blogspot.com/2010/12/hospital-san-vicente-de-paul-de-palmira.html
6.- Tres Escuelas: Una Historia. Colombia. La Formación de Enfermeras en la Universidad de Colombia. 1920 – 1957. Publicado el lunes día 8 de agosto de 2011
http://enfeps.blogspot.com/2011/08/tres-escuelas-una-historia-colombia.html
7.- Historia de la Escuela de Enfermería de la Universidad del Valle en Cali, Colombia, contada por sus actores. Yalila Yoda Cespedes. Publicado el lunes día 20 de abril de 2015
http://enfeps.blogspot.com.es/2015/04/historia-de-la-escuela-de-enfermeria-de.html
8.- Elvira Dávila Ortíz. Enfermera Colombiana. Publicado el sábado día 25 de mayo de 2019
https://enfeps.blogspot.com/2019/05/elvira-davila-ortiz-enfermera-colombiana.html
Manuel Solórzano Sánchez. Grado en Enfermería
Manuel Solórzano Sánchez - Wikipedia, la enciclopedia libre
https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez
Día 20 de octubre de 2022, jueves
Manuel Solórzano Sánchez. Entziklopedia en Euskera
https://eu.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez#Ibilbidea
Día 27 de octubre de 2022, jueves
El legado del enfermero Manuel Solórzano. Antton Iparraguirre. Artículo del Diario Vasco de San Sebastián. Lunes, 7 de agosto de 2023
Manuel Solórzano Su Legado Enfermero. Publicado el lunes día 4 de septiembre de 2023
https://enfeps.blogspot.com/2023/09/manuel-solorzano-su-legado-enfermero.html
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Enfermero Jubilado
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Premio a la Difusión y Comunicación Enfermera del Colegio de Enfermería de Gipuzkoa 2010
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa. Años 2019 y 2022
Sello de Correos de Ficción. 21 de julio de 2020
Sello de Correos. 31 de diciembre de 2022
1 comentario:
Es un honor que me hace Manuel Solórzano, al elaborar y publicar en su reconocido blog Enfermería Avanza, un resumen de mi libro Pasión por la Enfermería, complementado con fotos de su gran archivo personal.
Y un gran aporte a la historia de la enfermería colombiana, la bibliografía que coloca al final, constituida por una serie de artículos que él mismo ha publicado en su blog sobre la historia de la enfermería en nuestro país. Ana Luisa Velandia Mora.
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