miércoles, 31 de enero de 2024

Federico Chopin y la Tisis 1838

 

Por aquel entonces la célebre novelista francesa George Sand, feminista que se enamoró perdidamente de él y de su música, vino a España en compañía del no menos ilustre compositor Federico Chopin. El motivo del viaje no podía ser más triste. Chopin, agotados ya todos los recursos de la ciencia, ponía sus esperanzas nunca muertas de tuberculoso, en el aire puro, el cielo azul, el sol ardiente que París no le podía brindar.

 

Foto 1 Federico Chopin y George Sand

 

Mas ni el sol, ni el cielo, ni el aire habían de devolver la salud a su organismo ya completamente arruinado; y esta desilusión, añadiéndose a las angustias permanentes de la enfermedad y a los mil tropiezos de la jornada, dejaron en el alma de su sensible amiga una indecible amargura y un recuerdo doloroso.

 

Por lo tanto, no tiene nada extraño en no encontrar en el relato de su triste odisea, las frases entusiastas y cariñosas para España que brotaron casi en la misma época de las plumas de Teófilo Gautier y de Víctor Hugo. En cambio, tiene para nosotros, los médicos españoles, un interés especial como se desprende de lo que voy a extractar.

 

«Al fin hemos vuelto a Francia, escribe George Sand, después del más desdichado ensayo de viaje que se puede imaginar. Tras mil dificultades y con no pocos gastos, habíamos logrado establecernos en Mallorca, isla magnífica pero inhospitalaria como el que más. Al cabo de un mes, el pobre Chopin se sentía peor. Llamamos a un médico, a dos médicos, a tres médicos…, quiénes propalaron por toda la isla la especie de que el enfermo padecía de tisis en el último periodo. ¡Terrible espanto! La tisis poco frecuente en esos parajes, tienen fama de contagiosa».

 

No olvidamos que esto pasa durante el invierno de 1838 y anotemos tres puntos importantes de la cita que antecede: Primero, la declaración, oficial o no, de la tuberculosis pulmonar por los médicos encargados de curarla; segundo, la emoción de la gente culta e inculta de Mallorca al saber la fatal noticia; tercero, la afirmación de que los médicos españoles de la época admitían la contagiosidad del mal.

 

A los ojos de George Sand, las tres cosas, sólo se explicaban por la poca cultura y los ridículos prejuicios de los habitantes. En efecto, sabía por los sabios de Viena, Londres y París, que la tisis reconocida como causas habituales la permanencia en lugares fríos y húmedos, la mala calidad o la deficiencia de la alimentación, la falta de ejercicio, el abuso de los placeres, etcétera, etcétera, sin que interviniera para nada en su etiología la vida común más o menos estrecha con los individuos dañados.

 

Foto 2 Retrato de Frédéric Chopin tocando el piano frente al príncipe Antoni Radziwill's en 1829

 

René Laënnec había vislumbrado la verdadera naturaleza de la enfermedad; pero ¿quién se acordaba de él, cuando la poderosa dialéctica de François Joseph Victor Broussais hubo avasallado todos los cerebros «que piensan» al dogma indiscutible de la inflamación?

 

En Europa, fuera de España y de los Estados Pontificios donde, según el decir irónico de François de Chateaubriand, existía para esos fines una «ley gótica», nadie se ocupaba de la profilaxis. El tísico no era temible; al contrario, rodeado de una especie de gloria enfermiza, celebrado en versos y prosa por los románticos a cuya escuela pertenecía a George Sand, atraía a sí las simpatías más atrevidas y más imprudentes en sus manifestaciones que se pueden idear.

 

Más aún; la moda que todo lo admite y todo lo impone, había decretado suprema elegancia el morir tuberculoso, desde que la tosecilla de Napoleón II habíase apagado en los salones del palacio de Schoenbrünn.

 

Para abrir los ojos a la realidad del contagio, Francia esperaba la comunicación de Jean Antoine Villemin a la Facultad de París, el 5 de diciembre de 1865; Alemania, el descubrimiento del bacilo de Koch en 1882. Pero sigamos leyendo; «El propietario de la casita que habíamos alquilado nos despidió y pretendió obrar en justicia contra nosotros, obligándonos a revocar de nuevo la casa infectada por el contagio».

 

He aquí los primeros resultados de la declaración facultativa: el saneamiento de la estancia, para el cual, si no se cumple de buen grado, la justicia intervendrá. No pretendemos justificar la prisa inhumana con que obró el susodicho propietario, pero sírvale de circunstancia atenuante la poca frecuencia de la enfermedad en el país.

 

Foto 3 Frédéric Chopin tocando el piano en el salón del príncipe Radziwil. Óleo de Hendryk Siemiradzki

 

Este carácter de insólita bastaba para qué asustados los habitantes, trataran al pobre compositor y a su acompañante con el mismo rigor con que se trataba a los leprosos en la Edad Media: Aislamiento y abandono completo del enfermo. A pesar de su mágico poder, el mismo dinero no sirvió de nada para remediar la actual situación.

 

«Nos instalamos en la Cartuja de Valldemossa entre el 15 de diciembre de 1838 al 11 de febrero de 1839, dice el documento con él, pero es imposible encontrar criados; nadie quería servir a un tísico».

 

Tampoco la amistad, la compasión, la caridad cristiana lograron sobreponerse al cruel egoísmo del miedo.

 

«La humedad de la Cartuja era tal que decidimos marcharnos a todo coste, aunque Chopin se pudiera apenas arrastrar. Pedimos un solo, primero y último favor: un coche para llevarnos a Palma donde teníamos la intención de embarcar. Este favor se nos negó, aunque nuestros amigos tuviesen carruajes y fortuna. Tuvimos que recorrer tres leguas en carretilla por malos caminos».

 

Al llegar a Palma, Chopin tuvo una hemoptisis abundantísima como para confirmar antes de su partida el fatal pronóstico de los médicos mallorquines; y al día siguiente, la desgraciada pareja se embarcó en un vapor que servía al transporte de cerdos al Barcelona.

 

Foto 4 El famoso cuadro de Delacroix con George Sand y Frédéric Chopin

 

Una vez allí, en la culta y laboriosa Ciudad Condal, la higiene ablandó algo sus rigores para con ellos y la Fonda les abrió sus puertas sin dificultad; pero no sin precauciones qué por ser más en armonía con la moral cristiana, no dejaron de tener tanta eficacia como las anteriormente tomadas. A pesar del interés que tenían los viajeros en ocultar la naturaleza del mal, se divulgó enseguida. ¿Reanudándose la hemoptisis? ¿Intervino otro médico con su correspondiente declaración?

 

El texto que tengo a la vista no lo dice; pero acaba con la significativa frase siguiente: «En el momento de dejar la fonda, el fondista nos quiso cobrar el precio de la cama donde había dormido Chopin, pretextando que se había infectado y que la policía la mandaba quemar».

 

Así vemos confirmaba la acción de las autoridades españolas de 1838 en esa lucha antituberculosa, que hoy día reanudada con bases más científicas, tiende a defender a nuestro país de los azotes de tan terrible dolencia.

 

A riesgo de abusar de la atención de mis lectores, me parece interesante recordar la notable prioridad de España en tan importante cuestión de higiene, en los mismos momentos en que la Medicina Nacional anhela la emancipación del extranjero, buscando en sí misma el fundamento de sus doctrinas y la razón de sus iniciativas.

Doctor Antonio Aparisi Serres (médico francés).

 

Foto 5 Muerte de Chopin por tuberculosis, de Félix Joseph Barrias, 1885

 

Bibliografía

1.- Un poco de Historia: Chopin. Guipúzcoa Médica. Año III. Número 22. Páginas 51 a 54. Febrero de 1918

 

Enciclopedia Wikipedia

Manuel Solórzano Sánchez. Grado en Enfermería

https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez

Día 20 de octubre de 2022, jueves

 

La Voz de Enfermería en la Enciclopedia Auñamendi

Primera parte

http://www.euskomedia.org/aunamendi/39190

Segunda parte

http://www.euskomedia.org/aunamendi/39190/132780

 

El legado del enfermero Manuel Solórzano. Antton Iparraguirre. Artículo del Diario Vasco de San Sebastián. Lunes, 7 de agosto de 2023

https://www.diariovasco.com/gipuzkoa/historia/legado-enfermero-manuel-solorzano-enfermeria-gipuzkoa-donostia-blog-manuel-solorzano-20230807210304-nt.html

 

Manuel Solórzano Su Legado Enfermero. Publicado el lunes día 4 de septiembre de 2023

https://enfeps.blogspot.com/2023/09/manuel-solorzano-su-legado-enfermero.html

 

Foto 6 Chopin tocando el piano durante sus últimos días de vida. El compositor tuvo una salud delicada y murió a los 39 años. Mary Evans Picture Library

 

Manuel Solórzano Sánchez

Graduado en Enfermería. Enfermero Jubilado

Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF

Premio a la Difusión y Comunicación Enfermera del Colegio de Enfermería de Gipuzkoa 2010

Miembro de Enfermería Avanza

Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos

Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería

Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería

Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.

Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)

Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA

Comisión de Historia de la Enfermería del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa / Gipuzkoako Erizaintza Elkargo Ofiziala

Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa. Años 2019 y 2022

Sello de Correos de Ficción. 21 de julio de 2020 y 31 de diciembre de 2022

masolorzano@telefonica.net

 

 

lunes, 22 de enero de 2024

Mairi Chisholm y Elsie Knocker en la Primera Guerra Mundial

 

 

Foto 1 Cartel original de la Cruz Roja de Howard Chandler Christy de la Primera Guerra Mundial “¡El espíritu de América!”, año 1917

 

Primera Guerra Mundial

La Primera Guerra Mundial creó una gran demanda de enfermeras en todos los países implicados y exigió un enorme esfuerzo a los profesionales sanitarios del mundo entero. Los países en guerra pronto se enfrentaron a una carencia extrema de médicos, enfermeras, material sanitario y demás recursos para un adecuado cuidado de la salud y de los soldados heridos en combate (1).

 

Al estallar la guerra, la Cruz Roja Americana envió unidades de médicos y enfermeras para ayudar a Francia, Austria, Serbia y Rusia. Cuando Estados Unidos entró en la guerra en abril de 1917, el Servicio de Enfermeras de la Cruz Roja Americana se convirtió en la reserva del Ejército y la Marina. Bajo la hábil dirección de Jane Delano, sirvió como organización de abastecimiento y reclutamiento y equipó a las enfermeras destinadas a los servicios de ultramar (1).

 

Se inscribieron más de 20.000 enfermeras en el servicio militar y como enfermeras voluntarias. Muchas de estas enfermeras de la Cruz Roja permanecieron en Europa y Asia después de la guerra para colaborar en los programas de formación de socorro en los países afectados.

 

Las autoridades gubernamentales americanas ordenaron enviar a Francia solamente a las enfermeras que estuviesen preparadas. Conforme avanzaba la guerra, se fue viendo que era evidente que el número de enfermeras era insuficiente para atender a la vez todas las necesidades civiles y militares.

 

Los portavoces civiles, así como los médicos hospitalarios recomendaron encarecidamente que se recortaran drásticamente todos los requisitos de admisión y graduación en las Escuelas de Enfermeras y que se dejaran de lado los requisitos legales.

 

Las enfermeras Adelaide Nutting, Annie Goodrich y Lillian Wald se reunieron el 24 de junio de 1917 y formaron el “Comité de Enfermeras de Emergencia Nacional”. El propósito declarado de este comité era desarrollar “los métodos más apropiados para hacer frente a los problemas actuales en relación con el cuidado de los enfermos y soldados heridos en los hospitales y en los hogares, los problemas educativos de las enfermeras y las emergencias extraordinarias que según vayan surgiendo”. Consejo Nacional de Defensa de los Estados Unidos de América, 1917 (1).

 

Las enfermeras no estaban preparadas para hacer frente a la cantidad de cuidados que se necesitaban realizar cuando comenzó la Primera Guerra Mundial en 1914, por lo que tuvieron que transformar radicalmente su forma organizarse, de seguir unos estudios y de trabajar para adaptarse a las características del conflicto armado.

 

En Europa, las mujeres enfermeras tenían una conciencia de valor social, dando importancia a su profesión. Apareció una figura importante llamadas enfermeras voluntarias, o enfermeras VAD (Destacamento de Voluntarios de Ayuda); aquellas que presentaban un certificado médico y alguna carta de referencia y, después de pasar una entrevista, empezaban a colaborar y ayudar directamente en los campos de batalla, atendiendo a los soldados heridos en combate. “No tenían unas funciones definidas, y era difícil distinguirlas de las enfermeras profesionales, pero fueron una pieza fundamental dentro de la enfermería en la Primera Guerra Mundial” (2).

 

Apareció el mito de la enfermera gentil y joven, que a menudo era voluntaria y miembro no entrenada del VAD (Destacamento de Voluntarias de Ayuda), vestida con su uniforme blanco e inmaculado, era universalmente admirada (4).

 

Foto 2 Cartel de la Enfermera de la Cruz Roja en la Primera Guerra Mundial, recibiendo a los soldados heridos con los brazos abiertos, 1914 - 1918

 

El trabajo de las enfermeras en la Gran Guerra

La labor diaria que desempeñaban las enfermeras durante el conflicto bélico fue el de aplicar los cuidados básicos de enfermería a los soldados heridos que llegaban a los hospitales; además de proporcionar la alimentación, seguir las pautas de los cirujanos y generar un espacio lo más cómodo posible para los soldados.

 

La Primera Guerra Mundial trajo la aplicación de los últimos avances científicos a la contienda y un elevado número de nuevos ingenios y armas más letales hicieron su aparición a lo largo de los cuatro años que duró el conflicto. Tanques, ametralladoras y gases venenosos de fosfeno y mostaza causaron heridas a unos niveles desconocidos hasta entonces y los efectos psicológicos de una contienda tan larga provocaron terribles secuelas en millones de soldados (3).

 

Los cuidados de las enfermeras contribuyeron a la mejora de la salud de los soldados, a través de la aplicación de medidas de higiene en las intervenciones sobre las heridas, con la aplicación de nuevos medicamentos, como la Solución Dakin, en base al ácido bórico diluido, y el hipoclorito de sodio; a paliar el dolor con clorhídrico de cocaína como anestésico local y cloroformo como sedante y anestésico general en cirugía. Igualmente, la incorporación de las transfusiones sanguíneas representó la aplicación de nuevas técnicas de trabajo que exigía que las enfermeras estuviesen mejor preparadas.

 

La Primera Guerra Mundial además trajo la movilización de un importante número de enfermeras para cubrir todas las necesidades de la contienda, muchas de ellas voluntarias, que trabajaron tanto en la retaguardia como en los hospitales de campaña o en tiendas de campañas improvisadas, que se trasladaban según evolucionaba el frente de batalla. Todo ello significó la necesidad de una planificación rigurosa, rápida y eficaz, que se tradujo en el aumento considerable de las vidas salvadas.

 

La enfermería británica experimentó grandes cambios en esta época de guerra. El principal cuerpo de Enfermeras era el Servicio de Enfermería Militar Imperial de la Reina Alexandra (QAIMNS), fundado en 1902, en la época de la Guerra de los Bóeres y contaba al inicio de la Guerra con 300 enfermeras; al finalizar la contienda eran más de 10.000 las enfermeras que formaban parte del mismo (3 y 4).

 

Además, otras organizaciones formadas anteriormente tenían como propósito principal el cuidado de los miembros de las fuerzas armadas, como por ejemplo el “Cuerpo de Caballería de Enfermería de Primeros Auxilios” creado en 1907 (4).

 

Debido a que el ejército británico se oponía resueltamente a las enfermeras militares, con excepción de las de QAIMNS, las primeras voluntarias británicas estaban obligadas a servir con las fuerzas francesas y belgas. Muchas de ellas pertenecían a familias de la aristocracia o eran sus sirvientas. Las mujeres poderosas que dirigían grandes familias y grandes propiedades estaban bien entrenadas en administración y no tuvieron problemas en hacerse cargo de un hospital militar. Su confianza en sus propias capacidades era impactante (4).

 

Hacía falta muchas mujeres y se comenzó a invitar a las mujeres a servir en una variedad de funciones, entre las que se contaba la enfermería. Miles de jóvenes de hogares de clase media con poca experiencia en empleo doméstico, sin mucha educación relevante y en total ignorancia del cuerpo masculino, se ofrecieron como voluntarias y pronto fueron colocadas en funciones en los hospitales militares.

 

Foto 3 Cartel de la Cruz Roja Belga publicado en Gran Bretaña para estimular las donaciones a esta asociación. En la imagen vemos a una enfermera alada atendiendo a un soldado herido en el campo de batalla. Belgian Red Cross. Charles Buchel, Johnson, Riddle & Co., Ltd., 1915

 

En muchos casos, no fueron recibidas con amabilidad. Las enfermeras profesionales, que luchaban por algún tipo de reconocimiento y formación apropiada, temían que esa enorme invasión de voluntarias no calificadas socavara sus esfuerzos. Las integrantes del VAD, que estaban muy mal remuneradas, tenían principalmente la función del aseo doméstico, la limpieza de pisos, el cambio de sábanas y el vaciado de bacinillas, pero sólo en etapas posteriores de la guerra se les permitió que cambiaran vendajes o administraran medicamentos (4).

 

La Cruz Roja experimentó cambios sustanciales durante estos años de guerra, fue fundada en Suiza en 1863 por Henry Dunant, y tuvo unos inicios difíciles, constituyéndose el Comité Internacional de la Cruz Roja como órgano encargado de dar forma a una institución que pudiera intervenir en los conflictos bélicos de forma neutral para los bandos contendientes. Durante la Primera Guerra Mundial la institución experimentó unos cambios sin precedentes. A finales de 1914 tenía unos 1.200 trabajadores y durante los años siguientes llegó a contar con más de 3.000 colaboradores, haciéndose más compleja su organización administrativa: a finales de 1914 se creó la Agencia Internacional de Prisioneros de Guerra y se fueron fundando servicios nacionales conforme los países iban incorporándose a la contienda (3).

 

La imagen y los uniformes conspicuos de la Cruz Roja eran románticos, pero el trabajo en sí mismo era agotador, no tenía descanso y en ocasiones resultaba repugnante. Las relaciones entre las enfermeras profesionales y las asistentes voluntarias, se reducía a una rígida e inquebrantable disciplina. Los contratos de las VAD podían modificarse incluso por romper las regulaciones más leves. El clima de la vida hospitalaria era severo y muchas VAD, tuvieron que enfrentar la tensión en las relaciones con sus padres y otros familiares. La retaguardia durante la Gran Guerra estaba muy lejos de los frentes donde en las batallas se peleaban (4).

 

“Las Madonnas de Pervyse”

 

Mairi Chisholm (1896 - 1981) y Elsie Knocker (1884 - 1978)

 

Durante la Primera Guerra Mundial, en el frente belga, dos mujeres emprendieron una lucha intensa por salvar la vida de miles de soldados heridos y enfermos. La pasión por las motocicletas, algo poco habitual en mujeres de finales del siglo XIX, las unió en una aventura que marcaría sus vidas para siempre. La prensa las recordó como las «Damas de Pervyse», localidad en la que fijaron su centro de operaciones; fueron condecoradas una y otra vez por Inglaterra y Bélgica; sus rostros fueron inmortalizados una y otra vez siendo las mujeres más fotografiadas en el frente de la Gran Guerra. La historia de Elsie y Mairi, dos mujeres que se enfrentaron a la muerte, al hambre y la desesperanza de un conflicto que se llevó por delante a miles de almas (5).

 

El 25 de septiembre de 1914, Elsie Knocker y Mairi Gooden-Chilsom se embarcaron rumbo a Bélgica, país que había sido ocupado por las tropas alemanas poco después del inicio de la Primera Guerra Mundial. Una curiosa afición común las había unido tiempo atrás. Elsie y Mairi eran unas apasionadas de las motocicletas y se habían conocido en una de las muchas carreras que se celebraban entre Hampshire y Dorset. Pero más allá de su afición a los vehículos de dos ruedas, Elsie y Mairi venían de mundos muy distintos. Para empezar, les alejaba una amplia diferencia de edad Elsie tenía 30 años y Mairi 18.

 

Foto 4 Elsie Knocker y Mairi Chisholm en 1915

 

Elsie Knocker, más tarde baronesa de T'Serclaes, de soltera Elizabeth Blackall Shapter nació el 29 de julio de 1884 en Exeter, Devon en Inglaterra y falleció a los 93 años el 26 de abril de 1978 en Ashtead, Surrey en Inglaterra. Fue la menor de cinco hijos del Doctor Thomas Lewis y Charlotte Shapter (de soltera Bayly). Durante su infancia adoptó el apodo de “Elsie”. Quedó huérfana a una edad temprana. Su madre murió cuando ella tenía cuatro años y su padre murió de tuberculosis dos años después. Posteriormente fue adoptada por Lewis Edward Upcott, profesor del Marlborough College, y su esposa Emily, quienes la enviaron a educarse primero en la escuela de chicas en Saint Nicholas en Folkestone, Kent y en 1903 sus padres adoptivos a los que llamó siempre tíos la enviaron al Colegio en el exclusivo Château Lutry en Suiza (5). Con la edad de 12 años Elsie sufría el rechazo de sus compañeras en el Colegio por ser adoptada.

 

De vuelta a Inglaterra y después de formarse en el Children's Hip Hospital de Sevenoaks, se casó con veinte años con Leslie Duke Knocker el 5 de abril de 1906, con quien tuvo un hijo, Kenneth Duke, un año después. Su marido trabajaba en un Banco en Londres y tenía diez años más que ella. Poco tiempo después la pareja se trasladó a Singapur donde uno de los hermanos de Leslie le había conseguido un trabajo en la China Mutual Insurance Company. Pero el matrimonio fracasó y, poco después de divorciarse, comenzó a formarse como partera en el Hospital Queen Charlotte uno de los hospitales de maternidad más antiguos de Europa, fundado en Londres en 1739. Dado que al estar divorciada era un estatus mal visto en la Inglaterra eduardiana, Elsie Knocker inventó el mito de que su marido había muerto en Java, dejándola viuda (5 y 6).

 

Sin embargo, ser divorciada / viuda y madre soltera no permaneció a Elsie Knocker alejada de sus pasiones. Cuando Elsie conoció a Mairi y al resto de personas con las que compartiría su vida durante la Primera Guerra Mundial se inventaría otro pasado haciéndose pasar por una mujer viuda. Ya que ella se consideraba una mujer independiente gracias a su herencia paterna.

 

Foto 5 Mairi Chisholm y Elsie Knocker atendiendo a un soldado belga herido en su “Poste de Secours Anglais” en “Pervyse”, Bélgica. 6 de agosto de1917

 

Pero antes de que estallara la Gran Guerra, Elsie empezaría una nueva vida como partera en el Queen Charlotte’s Hospital de Londres mientras su hijo permanecía con los Upcotts en Marlborough. En julio de 1913 se reencontró con los suyos y vivió una de las épocas más felices de su vida. Con parte de la herencia que había recibido de un tío suyo, Elsie decidió hacer algo poco habitual en una mujer, se convirtió en una apasionada entusiasta de las motos y se compró una motocicleta y un sidecar, cumpliendo uno de sus sueños, poder disfrutar de la velocidad que le permitían estos nuevos artilugios colocando a su pequeño Kenneth en el asiento del sidecar. Elsie se unió al Gypsy Motor Cycle Club y exprimió la vida al máximo, hasta que la guerra estalló.

 

Cuando conducía su moto llevaba una falda de cuero verde oscuro y un abrigo largo de cuero abotonado hasta el final con un cinturón “para mantener todo junto” diseñado por Dunhill. Se gano el nombre de “Gypsy” debido a su amor por la carretera y su membresía en el Gypsy Motorcycle Club. Poseía varias motocicletas, incluida una Scott, una Douglas y una Chater-Lea con sidecar que viajaría con ella al frente occidental (5 y 6).

 

Cuando se declaró la Gran Guerra en 1914, Elsie Knocker le escribió a su amiga y compañera fanática de las motocicletas, Mairi Chisholm, que había “trabajo por hacer”, y sugirió que fuera a Londres para convertirse en motociclistas del Cuerpo de Emergencia de Mujeres. Cuando Chisholm fue elegida para unirse al Cuerpo de Ambulancia Voladora de Héctor Munro, pudo convencer a Munro de que aceptara a Elsie Knocker también, ya que tenía cierta formación como enfermera, era una excelente mecánica y chófer y hablaba francés y alemán. Esto significó que Knocker tuvo que cancelar una “prueba de confiabilidad rígida para damas” con “muchas curvas cerradas” a lo largo de 120 millas de la campiña de Hampshire y Dorset. El día antes de su embarque, escribió en su diario: “Mañana por la noche a esta hora estaré en Bélgica, en medio de todos los terrores de la guerra”.

 

Foto 6 Elsie Knocker y Mairi Chisholm afuera de su “Poste de Secours Anglais” en “Pervyse”, Bélgica. Abril de 1917. The Illustrated War

 

A primera hora de la tarde del 25 de septiembre de 1914, Elsie Knocker, Mairi Chisholm y las demás voluntarias, entre las que se encontraban Lady Dorothie Feilding y May Sinclair siguieron al Doctor Munro por la pasarela del SS Princess Clementine en Ostende, Flandes Occidental. Mientras visitaban la ciudad de Nazaret a 12 kilómetros al suroeste de Gante, donde inicialmente estaba acuartelado el cuerpo de enfermeras, Elsie Knocker fue testigo de las consecuencias de una masacre cuando se encontró con 26 policías militares belgas que habían sido fusiladas y mutiladas por los alemanes (6).

 

A finales de octubre, el cuerpo de enfermeras se trasladó a Furnes, en la Bélgica desocupada, cerca de Dunkerque, donde las mujeres trabajaron incansablemente recogiendo a los soldados heridos a mitad de camino desde el frente y llevándolos de regreso a su hospital de campaña en la retaguardia. Elsie Knocker y Mairi Chisholm pronto se dieron cuenta de que podían salvar más vidas tratando a los soldados heridos directamente en el frente.

 

En noviembre, las dos decidieron abandonar el cuerpo de enfermeras y establecer su propio puesto de avituallamiento cinco millas al este en una ciudad llamada “Pervyse”, al norte de Ypres, a sólo cien metros de las trincheras. En esta ciudad, en un sótano vacío al que llamaron “Poste de Secours Anglais”, “Puesto de primeros auxilios británico”, las dos pasarían los siguientes tres años y medio ayudando a los soldados heridos en el sector belga. Elsie Knocker brindó la mayor parte de la atención sanitaria, mientras Mairi Chisholm transportaba a los soldados heridos, a menudo en condiciones terribles y bajo fuego enemigo, a una base hospitalaria a 15 millas de distancia en ambulancia (6).

 

Foto 7 Knocker y Chisholm posan en las ruinas de una iglesia en Pervyse, Bélgica, para “Illustrated War News”, el 22 de abril de 1917

 

Se vieron obligadas a recaudar sus propios fondos. Con donaciones consiguieron reforzar el sótano con hormigón y colocar una puerta de acero, suministrada por Harrods. Gracias a su perseverancia, Elsie Knocker logró que las dos fueran enviadas oficialmente a la guarnición belga estacionada allí. Equipadas con cámaras, ambas mujeres se fotografiaron no sólo entre sí, sino también gran parte del sufrimiento que las rodeaba.

 

En enero de 1915, fueron recompensados por su valiente trabajo en el frente cuando ambas fueron condecoradas por el rey Alberto I de Bélgica con la Orden de Leopoldo II, Cruz de Caballero (con palma) (6).

 

En enero de 1916, Elsie Knocker se volvió a casar con el barón Harold de T'Serclaes, piloto del Cuerpo de Vuelo Belga y un devoto católico romano. La recién formada baronesa escribió sobre su matrimonio: “Gran parte de mí se dedicó a mi trabajo que supongo que me dejé llevar fácilmente por una marea de glamour y frivolidad bienvenida. Tal vez tenía el deseo de ir a la deriva por una vez, no de luchar. Era agradable imaginar que todo saldría bien, y después de quince meses arriesgando mi vida en el frente, el matrimonio parecía un riesgo comparativamente pequeño. Quería que alguien me quitara parte de la carga de encima y pensé que bueno “Sería para Kenneth” tener un padre. Después de una luna de miel relámpago, casi no nos volvimos a ver. Yo estaba demasiado ocupada en Pervyse y mi marido tuvo que regresar a su escuadrón” (6).

 

Entre 1916 a 1918 Elsie Knocker y Mairi Chisholm participaron en múltiples rescates en el campo de batalla, incluso llevando a los hombres caídos y heridos sobre sus espaldas a su puesto de primeros auxilios. Después de que ella y Mairi Chisholm rescataran a un piloto alemán herido en “Tierra de Nadie”, ambas mujeres recibieron la Medalla Militar Británica y fueron nombradas Oficiales de la Más Venerable Orden de San Juan de Jerusalén.

 

Foto 8 Elsie Knocker y Mairi Chisholm con su ambulancia de la Wolseley Red Cross. National Portrait Gallery, London

 

La voluntaria del cuerpo May Sinclair dijo de Elsie Knocker: “Tenía una inclinación irresistible hacia el mayor peligro posible”. A medida que se corrió la voz de sus hazañas, comenzó a recibir visitas de periodistas, fotógrafos y personalidades importantes, convirtiéndose en una de las mujeres más fotografiadas de la guerra. Ambas mujeres fueron gaseadas durante la ofensiva alemana en marzo de 1918 y tuvieron que regresar a casa. Ambas presenciaron el resto de la guerra en Gran Bretaña como miembros de la recién formada Royal Air Force femenina (6).

 

En 1919, el matrimonio de Knocker con el barón se había desmoronado cuando tanto él como la Iglesia Católica Romana descubrieron la verdad sobre su matrimonio anterior. Para Mairi Chisholm, este engaño acabó con su amistad. Las dos apenas volvieron a hablar. Como parte del acuerdo, a Elsie Knocker se le permitió seguir siendo baronesa sólo de nombre.

 

En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, la baronesa se unió a la Fuerza Aérea Auxiliar Femenina (WAAF) como aviadora de segunda clase, convirtiéndose en oficial en febrero de 1940. Trabajando con el Comando de Cazas de la RAF, ascendió al rango de Oficial de escuadrón en marzo de 1942.

 

La tragedia ocurrió el 3 de julio de 1942 con la muerte de su hijo, el comandante de ala Kenneth Duke Knocker, que murió cuando su avión fue derribado sobre Groningen. Dejó la RAF en octubre de 1942, tras la muerte de su hijo y porque necesitaba cuidar de su anciano padre adoptivo.

 

Después de la Segunda Guerra Mundial, la baronesa participó en la recaudación de fondos para la Asociación RAF y el Fondo Benevolente.

 

Vivió en Earl Haig Homesen Park Lane, Ashtead, Surrey, aproximadamente desde 1926 hasta su muerte. Allí tenía una casa unifamiliar en las afueras de la finca, a la que se llegaba por un tramo de escaleras desde Park Lane, y llamada 'Pervyse'.

 

El 26 de abril de 1978 moría, a los 93 años, de neumonía y demencia senil. Ella no se volvió a casar nunca más.

 

Mairi Lambert Gooden Chisholm, nació el 26 de febrero de 1896 en Escocia y falleció el 22 de agosto de 1981 a los 85 años en Perth, Escocia, conocida como Mairi Chisholm, fue una enfermera y conductora de ambulancia escocesa en la Primera Guerra Mundial. Era hija del capitán Roderick Gooden-Chisholm, jefe del Clan Chisholm, un clan escocés de las Tierras Altas y de Margaret Fraser. La infancia de Mairi estuvo llena de alegría y ciertos lujos como bicicletas y caballos para ella y su querido hermano, Ualiean. Su familia era rica de forma independiente y poseía una plantación en Trinidad. Cuando cumplió los cuatro años se trasladó a vivir con su familia a Dorset. En esta ciudad Mairi y Ualiean fueron educados por una gobernanta hasta que fueron enviados a la escuela. En 1906, la familia creció con la llegada de la pequeña Lucy y un año después Mairi empezaba sus estudios en Redmoor y después al Saint Katharine’s School (5 y 7).

 

Cuando Mairi se reencontró con su hermano unos años después, lejos de divertirse con entretenimientos dignos de una señorita, ambos disfrutaban de actividades masculinas, entre ellas, hurgar en las tripas de una motocicleta. Mientras que a su padre no le importaba que Mairi se dedicara a montar aquellos cacharros, su madre se desesperaba creyendo que su hija iba a arruinar su futuro.

 

Foto 9 Elsie Knocker y Mairi Chisholm, enfermeras condecoradas, 1914

 

Uailean, propietario de una motocicleta Royal Enfield de 425 cc, competía en rallyes y en las pruebas de velocidad de Bournemouth. Por aquella época, y en contra de los deseos de su esposa, su padre le compró una motocicleta Douglas. Mairi Chisholm pasó muchas horas en los establos familiares desmontando las motocicletas y reparándolas. Tenía sólo 18 años cuando, mientras recorría las calles de Hampshirey en Dorset, conoció a Elsie Knocker, de treinta años, divorciada y madre de un hijo pequeño. Se hicieron amigas rápidamente y pronto comenzaron a competir juntas en pruebas de motocicletas y sidecars.

 

Pero la felicidad de Mairi junto a su hermano Uailean también terminó pronto. Sus padres hacía poco que habían comprado una hacienda en Trinidad y se trasladaron allí a vivir con la pequeña Lucy reclamando también la presencia de su hijo (5 y 7).

 

En el otoño de 1913, Mairi había conocido a una mujer a la que se la conocía como la «gitana», que disputaba carreras de motos. Era Elsie Knocker. Así que cuando la guerra estalló, hacía muy poco tiempo que ambas se habían conocido. Pero su amistad, fundada en la pasión por las motos, había arraigado con fuerza y así permanecería durante la dura etapa de la Gran Guerra.

 

Cuando se declaró la guerra en 1914, Elsie Knocker le escribió unas palabras a Mairi Chisholm que cambiaría su vida para siempre: que había “hay trabajo por hacer” y sugirió que fuera a Londres para unirse al convertirse en la Women’s Emergency Corps que había fundado Evelina Haverfield junto con otras mujeres sufragistas. Mairi Chisholm viajó en moto desde Dorset hasta Londres.

 

Foto 10 Elsie y Mairie en Londres trabajando como mensajeras en moto. National Portrait Gallery, London

 

Aunque su padre apoyó su deseo de ir a la guerra, la madre de Mairi se opuso totalmente, negándose incluso a dejarle a su hija una maleta para empacar sus cosas. Pero la joven se escapó y partió en su motocicleta, recorriendo todo el camino desde Dorset a Londres, una distancia de aproximadamente 100 millas, donde se encontró con Elsie (8).

 

Foto 11 Elsie y Mairi con el gato Chink, en el exterior del puesto de socorro en Pervyse, 1917. National Portrait Gallery, London

 

Fue mientras conducía su motocicleta haciendo de mensajera cuando la observó el médico británico Héctor Munro y la invitó a unirse al Flying Ambulance Corps, una unidad que se estaba preparando para cuidar y tratar a los soldados heridos en el frente belga. El médico lo describe en una entrevista de junio de 1976: “Munro quedó profundamente impresionado por mi capacidad para montar en moto y me invitó a pertenecer al Cuerpo de Emergencia de Mujeres y le dijo: “¿Te gustaría ir a Flandes?” y le contesté, “Sí, me encantaría” (7).

 

Mairi no se lo pensó dos veces y también incorporó a Elsie en el proyecto, quien, además de ser una consumada motociclista, también era enfermera y mecánica y hablaba francés y alemán (8). El 25 de septiembre de 1914, Elsie y Mairi se embarcaron en un barco rumbo a Bélgica. Junto a ellas y el doctor Munro viajaban otras voluntarias como Dorothie Feilding y May Sinclair, llegando a Ostende en Flandes Occidental (8). Inicialmente acuarteladas en Gante, la unidad se trasladó a Veurne a finales de octubre, donde las mujeres trabajaron incansablemente, recogiendo a los soldados heridos a medio camino del frente y transportándolos en ambulancias de regreso a su hospital de campaña en la retaguardia. Una vez que se acabaron las camas, los soldados heridos quedaron tendidos en el suelo o apoyados contra la pared. A medida que los muertos se acumulaban, les dijeron a las dos enfermeras que los llevaran a la morgue (7).

 

Foto 12 Elsie Knocker y Mairi Chisholm con su ambulancia de la Wolseley Red Cross. National Portrait Gallery, London

 

En agosto de 1914, la aldea agrícola de Pervyse estaba en primera línea y fue atacada con dureza, dejándola completamente destruida. Casi todos los habitantes abandonaron la aldea, y los demasiado tercos para no escapar, no sobrevivieron mucho. En los cuatro años que duró la guerra las únicas personas que habitaron en el pueblo fueron los soldados belgas, y dos mujeres británicas: Mairi Chisholm y Elsie Knocker. Dirigieron su propio puesto de primeros auxilios en Pervyse, sobreviviendo a intensos bombardeos, disparos de francotiradores y ataques con gas (9).

 

Mairi Chisholm escribió en su diario en 1914: “Nadie puede entenderlo, a menos que haya visto las filas de hombres muertos dispuestos. Se ven hombres con las mandíbulas arrancadas y los brazos y piernas mutilados” (7).

 

«Uno ve las escenas más horribles imaginables, hombres con las mandíbulas desgarradas, brazos y piernas mutilados, y cuando entras en la habitación una se horroriza por el sufrimiento, que es espantoso. Nunca hubiera podido creer que tendría que soportar todo esto» (9).

 

Foto 13 Elsie Knocker, Mairi Chisholm y Joseph, un soldado belga, trabajando en su pequeño huerto en la trasera del puesto de socorro en Pervyse, 1917. National Portrait Gallery, London

 

Había tantos cadáveres, muertos, moribundos, con heridas leves o conmocionantes, tirados en el suelo, que era difícil caminar sin pisarlos”. «Dos niños pequeños con una carretilla de mano llevaron a los muertos al vertedero. Cuando nuestras ambulancias llegaban con una carga nueva, teníamos que ponernos manos a la obra apartando a los muertos para dejar espacio a los vivos» (9).

 

Mairi Chisholm y Elsie Knocker pronto llegaron a la conclusión de que podrían salvar muchas más vidas tratando a los soldados heridos directamente en el campo de batalla.

 

En noviembre, decidieron abandonar el cuerpo del Doctor Héctor Munro y decidieron establecer su propio puesto de avituallamiento a ocho kilómetros al este, en una ciudad llamada Pervyse, al norte de Ypres, a sólo cien metros de las trincheras. Aquí, en un sótano vacío al que llamaron el “Poste de Secours Anglais” o el “Puesto Británico de Primeros Auxilios”; las dos pasarían los siguientes tres años y medio atendiendo a los soldados heridos (7).

 

Durante los siguientes tres años y medio, ayudaron a los soldados heridos; Elsie se centró en brindar atención sanitaria como enfermera y junto con su compañera transportaban a los heridos a un hospital a 24 kilómetros de distancia, a menudo en condiciones terribles y normalmente bajo fuego enemigo (8).

 

Foto 14 Mairi Chisholm en Pervyse con soldados belgas, cargando a un soldado herido en una de las ambulacias de la Wolseley Red Cross, 1917. National Portrait Gallery, London

 

Como dejaron el Cuerpo de Ambulancias, la pareja, conocida como “Las Madonnas de Pervyse”, ya no estaban afiliadas a la Cruz Roja Belga trabajando completamente como agentes libres y tuvieron que apoyar su trabajo, recaudando sus propios fondos para financiar su puesto de primeros auxilios (8). El puesto de Pervyse no estaba vinculado a ninguna organización internacional por lo que fueron ellas mismas las que tuvieron que buscar los recursos necesarios. En varias ocasiones viajaron a Inglaterra donde daban conferencias explicando su labor en el frente y recogiendo todo tipo de donativos en dinero y especies para poder no sólo curar, sino también vestir y alimentar a los soldados heridos y enfermos.

 

Foto 15 Elsie Knocker, Mairi Chisholm, las heroínas de Pervyse, en el magazine “Home Chat” del 11 de abril de 1918

 

Con las donaciones que consiguieron, les permitieron reforzar el sótano donde trabajaban con los soldados heridos con hormigón y colocaron una puerta de acero (8). Gracias a su perseverancia, Elsie Knocker consiguió que las dos fueran enviadas oficialmente a la guarnición belga estacionada allí (7).

 

Elsie y Mairi hicieron una labor inmensa en el frente de batalla, pero también tuvieron tiempo para pasarlo bien organizando veladas con los soldados y fotografiando el que se había convertido en su mundo. Un mundo al que llegaron infinidad de periodistas que querían retratar y conocer a las que fueron bautizadas como las «Damas de Pervyse» o los «Ángeles de Pervyse». Además de ser las mujeres más inmortalizadas en el frente durante la Primera Guerra Mundial, fueron también de las más condecoradas (5 y 7).

 

En enero de 1915, ambas fueron condecorados por el rey Alberto I de Bélgica con la Orden de Leopoldo II, Cruz de Caballero (con palma), en reconocimiento a su valentía en el frente (7 y 8).

 

También recibieron la Medalla Militar Británica y ambas fueron nombradas Oficiales de la Muy Venerable Orden de San Juan de Jerusalén. Mairi Chisholm también fue condecorada con la Medalla Reina Isabel de Bélgica y las medallas de la campaña británica, incluida la Estrella de 1914.

 

En 1916, Mairi Chisholm se comprometió con un piloto de la Royal Naval Air llamado Jack Petrie, quien murió un año después durante una práctica de vuelo. Su trabajo abarcaba a atender a todos los soldados heridos, sin importar de qué lado estuvieran (8).

 

Foto 16 Elsie Knocker y Mairi Chisholm con su ambulancia de la Wolseley Red Cross. National Portrait Gallery, London

 

Fue el rescate de un piloto alemán herido en tierra de nadie lo que le valió a Elsie y Mairi la Medalla Militar en 1917. Mairi recibió la Estrella de 1914 en 1917, y ambas mujeres fueron nombradas Oficiales de la Muy Venerable Orden de San Juan de Jerusalén en 1918.

 

En 1918, ambas mujeres se vieron gravemente afectadas por un bombardeo masivo y ataques con gases en su improvisado hospital de campaña. Chisholm se recuperó lo suficiente como para regresar al frente, antes de verse obligada a abandonar su puesto apenas unos meses antes del final de la guerra. Regresó a Gran Bretaña, donde tanto ella como Elsie Knocker presenciaron el resto de la guerra como miembros de la recién formada Royal Air Force femenina (7).

 

Foto 17 Mairi Chisholm y Elsie Knocker afuera de su “Poste de Secours Anglais” en “Pervyse”, Bélgica. Imperial War Museum

 

Tras el final de la guerra, las dos enfermeras continuaron siendo homenajeadas por el público y la prensa. Finalmente, tomaron caminos separados cuando Mairi Chisholm descubrió la verdad sobre el divorcio de Knocker de su primer marido. Las dos apenas se volvieron a hablar. La guerra había pasado factura a la salud de Chisholm. Había sido envenenada, contrajo septicemia y tenía el corazón débil. Sin embargo, siguió viviendo su vida a un ritmo rápido. Después de su breve paso por el WRAF, se dedicó al automovilismo. En una ocasión, estaba programada para participar en una carrera en Brooklands, pero tuvo que retirarse debido a un desmayo la noche anterior.

 

Por consejo de los médicos, Mairi Chisholm regresó a Nairn, donde se esperaba que llevaría una vida más tranquila. Allí se convirtió en una exitosa criadora de aves de corral con su amiga de la infancia, May Davidson, en la finca de la familia Davidson. En la década de 1930 trasladaron su negocio a Jersey.

 

Su último traslado fue a Cnoc an Fhurain, Rhugarbh, Barcaldine, Argyll, donde ella, May, “Bird” Partridge y “John” Johnstone, dirigieron una granja avícola durante décadas. En sus últimos años pasó mucho tiempo correspondiendo con la Sociedad Clan Chisholm, que se fundó en 1972. Mairi Chisholm murió el 22 de agosto de 1981 de cáncer de pulmón, a los 85 años, en el Hospital de Perth (7).

 

Ella, junto con su amiga Elsie Knocker, ganó numerosas medallas por su valentía y por salvar las vidas de miles de soldados en el Frente Occidental en Bélgica. Apodadas “Las Madonnas de Pervyse” por la prensa, las dos estaban entre las mujeres más fotografiadas de la Gran Guerra (7).

 

Foto 18 Las enfermeras Elsie Knocker y Mairi Chisholm afuera de su puesto de ayuda con sacos de arena en Pervyse, Bélgica. Fotografía de Ernest Brooks coloreada. Julio de 1917. Imperial War Museum

 

Bibliografía

1.- Primera Guerra Mundial. Historia de la Enfermería. M. Patricia Donahue. Ediciones Mosby. Páginas 397 – 398

2.- La enfermería en la Gran Guerra: las novedades del frente.

https://www.enfermeria21.com/diario-dicen/la-enfermeria-en-la-gran-guerra-las-novedades-del-frente-ddimport-055072/

3.- La enfermería en la I Guerra Mundial

https://diarioenfermero.es/la-enfermeria-en-la-guerra-mundial/

4.- Las batallas que enfrentaron las enfermeras de la Primera Guerra Mundial

https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/04/140404_primera_guerra_mundial_enfermeras_finde_men

5.- Las damas de Pervyse, Elsie Knocker (1884 - 1978) y Mairi Chisholm (1896 - 1981). Sandra Ferrer Valero. Este artículo se publicó en el blog Mujeres en la Historia de Sandra Ferrer Valero el 7 de julio de 2017.

https://www.mujeresenlahistoria.com/

6.- Elsie Knocker. Wikipedia

https://en-m-wikipedia-org.translate.goog/wiki/Elsie_Knocker?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc

7.- Mairi Chisholm. Wikipedia

https://en-m-wikipedia-org.translate.goog/wiki/Mairi_Chisholm?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc

8.- Medallas Militares - Elsie Knocker y Mairi Chisholm

https://www-joyvspicer-com.translate.goog/joy-blog/2021/3/28/history-military-medal-recipients-elsie-knocker-and-mairi-chisholm?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc

9.- Elsie y Mairi

https://virginiagasull.com/nicole/index.php/2019/05/29/elsie-y-mairi/

 

Foto 19 Las enfermeras Mairi Chisholm y Elsie Knocker, les encantaban las motocicletas y fueron pioneras en la atención sanitaria en primera línea. En la foto conducen un sidecar en Pervyse, el 7 de septiembre de 1917

 

Enciclopedia Wikipedia

Manuel Solórzano Sánchez. Grado en Enfermería

https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez

Día 20 de octubre de 2022, jueves

 

Manuel Solórzano Sánchez. Entziklopedia en Euskera

https://eu.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez#Ibilbidea

Día 27 de octubre de 2022, jueves

 

El legado del enfermero Manuel Solórzano. Antton Iparraguirre. Artículo del Diario Vasco de San Sebastián. Lunes, 7 de agosto de 2023

https://www.diariovasco.com/gipuzkoa/historia/legado-enfermero-manuel-solorzano-enfermeria-gipuzkoa-donostia-blog-manuel-solorzano-20230807210304-nt.html

 

Manuel Solórzano Su Legado Enfermero. Publicado el lunes día 4 de septiembre de 2023

https://enfeps.blogspot.com/2023/09/manuel-solorzano-su-legado-enfermero.html

 

Manuel Solórzano Sánchez

Graduado en Enfermería. Enfermero Jubilado

Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF

Premio a la Difusión y Comunicación Enfermera del Colegio de Enfermería de Gipuzkoa 2010

Miembro de Enfermería Avanza

Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos

Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería

Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería

Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.

Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)

Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA

Comisión de Historia de la Enfermería del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa / Gipuzkoako Erizaintza Elkargo Ofiziala

Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa. Años 2019 y 2022

Sello de Correos de Ficción. 21 de julio de 2020

Sello de Correos. 31 de diciembre de 2022

masolorzano@telefonica.net