sábado, 2 de noviembre de 2019

TESTAMENTO DE JUVENTUD 1933. VERA BRITTAIN




FOTO 1 Portada del libro Testamento de Juventud de Vera Brittain

Vera Brittain. Nació en Newcastle-under-Lyme 1893 y falleció en Wimbledon 1970. Fue una de las escritoras británicas más singulares del siglo XX, conocida también por sus ideas pacifistas y feministas. Estudió en la Universidad de Oxford, aunque se vio obligada a retrasar su formación para trabajar como enfermera durante la I Guerra Mundial. En 1923 publicó su primera novela (ya era conocida, en algunos círculos como poeta), The Dark Tide, pero el reconocimiento público le llegó diez años después con “Testamento de juventud”, que fue todo un éxito de crítica y ventas y se convirtió en uno de los libros más comentados de su época.


FOTO 2 Vera Mary Brittain. Vestida de enfermera voluntaria

Vera Brittain dedicó casi veinte años a escribir esta obra portentosa, en la que debía haber espacio “para los seres queridos y también para aquellos a quienes no conoceremos nunca, pero que, no cabe duda, son nuestros iguales”. Pocas veces se ha contado la vida de aquella juventud, la que sufrió la Primera Guerra Mundial y la posguerra, con tanta profundidad, elegancia y exactitud. Se combinan aquí las peripecias (siempre verdaderas) de la hija del propietario de una fábrica de papel de provincias que luchaba por emanciparse con las de la joven estudiante de Oxford y con el sufrimiento que esa misma joven, convertida en enfermera, encuentra en el frente durante la guerra; su pasión por el estudio y la literatura con el afecto por muchos de los que la rodearon desde adolescente…

Todos sus amigos lucharán en las trincheras, y todos sus amigos vivirán el fin de una época mejor en la que todo parecía más puro e ingenuo.

“Si la guerra me perdona la vida”, escribió Brittain a su hermano, “mi único objetivo será inmortalizar en un libro nuestra historia, la de nuestros amigos”. Aquel deseo, casi una promesa, se convirtió en uno de los libros de memorias más famosos y conmovedores del siglo XX. A pesar de su interés por ajustarse al marco histórico de lo sucedido y a los datos reales, Vera Brittain, cuando escribe, siempre lo hace en los alrededores de la poesía y de los sentimientos, respaldados por una inteligencia viva y sus fervientes creencias pacifistas y feministas.

Cuando finalmente se publicó, en 1933, Testamento de Juventud fue un éxito instantáneo. La primera edición se agotó en pocas semanas; Virginia Woolf anotó en su diario que se sentía impelida a quedarse despierta toda la noche para terminar de leerlo; y cuando apareció su edición americana, The New York Times escribió con entusiasmo que aquella historia autobiográfica era “honesta, reveladora… y desgarradoramente hermosa”.

Un clásico emocionante que, al fin, casi noventa años después, podemos descubrir en castellano.


FOTO 3 Portada y contraportada del libro Testamento de Juventud en Castellano

El Libro consta de 847 páginas, con su índice.
Primera Parte
Capítulo I. De Newcastle al mundo.
Capítulo II. Una juventud provinciana.
Capítulo III. Oxford o la guerra.
Capítulo IV. El conocimiento o la vida.
Capítulo V. Camberwell o la muerte.

Segunda Parte
Capítulo VI. “Cuando muere la visión…”.
Capítulo VII. La isla leonada.
Capítulo VIII. Entre las dunas y el mar.
Capítulo IX. “En esta hora, la más solitaria”.

Tercera Parte
Capítulo X. Supervivientes, no gracias.
Capítulo XI. Desgañitarse por la paz.
Capítulo XII. “Otro extraño”.
Agradecimientos de la autora.

El capítulo I de Newcastle al mundo, comienza así:

Nacimos en ciudades y aldeas,
y en pueblos perdidos en el tiempo;
una era agonizante se burlaba de nuestro despertar ingenuo
una era agonizante se burlaba de nuestro despertar ingenuo
con tintineos de nana militar.
Pero no oímos repiques de alarma en ese canto,
ni imaginamos en aquellas horas benévolas y dulces
el amenazante infortunio que nuestros osados pies
conocerían brutalmente.

Y así empezamos –entre los ecos que una guerra anterior
proyectó sobre nuestra niñez,
demasiado sombría, olvidada demasiado pronto– a destronar
los sueños de una felicidad que creíamos asegurada;
mientras, inminente y fiero al otro lado de la puerta,
observando el florecimiento de una generación entera,
el destino que tenía en jaque nuestra juventud
aguardaba su hora.
Vera Brittain, «Ave, generación de la guerra», 1932.

Cuando estalló la Gran Guerra, me la tomé no como una tragedia superlativa, sino como una exasperante interrupción de mis proyectos personales.

Para explicar el motivo de tan egoísta consideración del mayor desastre de la historia, es necesario remontarse en el tiempo, remontarse apenas un instante, hasta el decadentismo de los años noventa del siglo XIX, que fue cuando abrí los ojos a un mundo nada prometedor. Ciertamente, tengo el honor de compartir con Robert Graves el recuerdo más temprano, que es el de observar, de muy niña, el ondear de las banderas por las calles de Macclesfield con motivo del Jubileo de Diamante de la reina Victoria.


FOTO 4 Vera Mary Brittain. Vestida de enfermera voluntaria, atendiendo a un herido

Por suerte, no es necesario emular el Adiós a todo eso de mi coetáneo y remontarme aún más en la agotadora época victoriana, pues no existe conjunto de antepasados menos notorio y más enérgicamente «pedestre» que el mío.

A pesar de que nací en la llamada «década malva», apogeo del libro amarillo y el clavel verde (es una novela publicada en 1894 de Robert Hichens), apostaría con total confianza a que ninguno de mis parientes oyó hablar jamás de Max Beerbohm o de Audrey Beardsley, y si por casualidad el nombre de Oscar Wilde estimulaba alguna respuesta en sus cerebros, no sería precisamente de admiración por su obra, sino de condena por su moral.

La familia de mi padre era originaria de Staffordshire; los primeros topónimos relacionados con mis recuerdos de infancia son los de las «cinco ciudades» y las localidades aledañas –Stoke, Hanley, Berslem, Newcastle, Longport, Trentham, Barlaston y Stone–, y todavía recuerdo vislumbrar, a muy temprana edad, a través de la ventanilla de un tren, los alarmantes destellos de los altos hornos, que ardían con furia contra un negro cielo invernal. Era una vieja casona de Barlaston –vinculada, entonces como ahora, a la extensa y dominante familia Wedgwood– nacieron mi padre y la mayor parte de sus once hermanos.

Hay pocos registros de mis ancestros más lejanos, pero al parecer se componían de esa mezcolanza de hombres de negocios locales y caballeros rurales con recursos independientes que abunda en los condados del interior de Inglaterra. Varias generaciones vivieron en la zona de Potteries –así llamada por la conocida porcelana que allí se produce–, razón por la que se consideraban gente importante, aun cuando no existen pruebas de que ninguno de ellos hiciera nada que trascendiera la relevancia local. El único antepasado al que los exiguos documentos familiares atribuyen una hazaña es un tal Richard Brittain, que fue alcalde de Newcastle-under-Lyme en 1741. Los demás fueron en su mayoría banqueros, administradores de fincas y productores a escala familiar.


FOTO 5 Enfermeras en el Hospital Oxford, 1915

En 1855, cuando la prosperidad victoriana florecía gracias a la cúspide que supuso la Gran Exposición Universal de Londres de 1851, mi bisabuelo abandonó su empleo en un banco privado de Newcastle y compró una pequeña fábrica de papel en las Potteries a una familia de hugonotes inventores de maquinaria papelera. Hacia el final del siglo, la pujante empresa, de la que mi padre era ya socio minoritario, adquirió otra modesta manufactura en los alrededores de Leek. Desde entonces, la mayor parte de los ingresos familiares ha derivado de dicho negocio, que en 1889 generaba unos salarios de menos de doce libras esterlinas semanales.
Mi padre fue uno de los cuatro directores hasta que se jubiló durante la guerra, y yo poseo algunas acciones que me convierten en dueña parcial de la fábrica.


FOTO 6 Médicos y Enfermeras en el Hospital Oxford, 1916

William Noel Hodgson, que con tan sólo veinte años murió en la batalla del Somme en el norte de Francia, lamentaba también esa juventud perdida que apenas si había conocido en una de las cancioncillas más tristes que ha dado la guerra. Recuerdo que casi me hizo llorar cuando, después de cuatro años de hospitales, últimos permisos y despedidas, la oí entonada por Topliss Green en el Royal Albert Hall; era 1919:

Toma mi juventud, que murió hoy,
túmbala sobre un lecho de rosas
tan gallarda y valiente como era,
que oculten su inerte cabeza,
rosas apasionadas y rojas
que pronto se marchitan.

Que la pequeña tumba se halle
donde mis ojos nunca la vean;
que no haya lápida, ni lamento,
no vaya a quebrarse mi pobre corazón (pero
que haya, para mi flaqueza,
ramilletes de ruda y romero). (1)

RESUMEN
La Enfermería ha mantenido a lo largo de la historia una estrecha relación con los conflictos armados, siendo la necesidad de atención a los heridos y la urgencia ante las enfermedades epidémicas como el tifus, cólera, fiebre amarilla, o el hambre, los que han demostrado la necesidad y eficacia del trabajo de las enfermeras (2).


FOTO 7 Sanitarios alemanes atendiendo a un herido, 1917

La escritora británica Vera Mary Brittain, feminista y pacifista, reflejó en su obra Testament of Youth (Testamento de juventud 1933), su trabajo como enfermera voluntaria en la I Guerra Mundial, mostrándonos sus devastadoras experiencias, ante las terribles condiciones que sufrían los soldados en el frente, y los hospitales de campaña. Además esta obra, es un testimonio del dolor de su generación y de la lucha por la paz y la igualdad de sexos, ya que Vera Mary Brittain fue una luchadora a favor de los derechos de la mujer en una época de cambios trascendentales para la humanidad.

El objetivo de este trabajo, fue indagar en las circunstancias de la participación de la mujer en el terreno de la Enfermería durante la I Guerra Mundial, fundamentalmente a través del relato de Vera Mary Brittain, quien, como muchas mujeres de su época, desarrolló un importante papel dentro del mundo del voluntariado dedicado a paliar la carencia de personal de enfermería en situaciones de extrema necesidad. Aspectos estos que han sido poco estudiados y conocidos por la profesión enfermera, y que en los últimos años está sacando a la luz la Historia social (2).

Se ha tardado 90 años en tener el libro traducido al castellano el “Testamento de juventud” publicado en 1933.


FOTO 8 Carro-ambulancia a prueba de mosquitos, tirado por una mula. Utilizado por el ejército británico en Macedonia en agosto de 1918, Salónica, Grecia

VERA BRITTAIN (1893 - 1970)
Vera Mary Brittain nació en Newcastler-under-Lyme el 29 de diciembre de 1893, hija de Thomas Brittain, un rico industrial fabricante de papel, y de Bervon Edith, recibió una educación clásicamente victoriana como correspondía a una dama de la alta sociedad de su época, que una vez concluidos los estudios elementales se preparaban para contraer matrimonio. Sin embargo, Vera deseaba seguir estudiando e ir a la Universidad, al igual que su hermano Edward, por lo que luchó contra los prejuicios sociales y familiares, consiguiendo finalmente una beca para ingresar en Somerville College de Oxford y la aprobación familiar para el estudio de Literatura Inglesa.

Sin embargo el estallido de la I Guerra Mundial dará al traste con los planes de Vera, y decide enrolarse como enfermera voluntaria VADs, primero en Londres, y posteriormente en Francia y Malta. El alistamiento de su novio Roland Leighton, quien sería asesinado 1915, sus dos amigos cercanos Víctor Richardson y Geoffrey Thurlow y su hermano Edward, quienes también morirían en el frente italiano en 1918, fueron los motivos por los que Brittain decidiría unirse al Destacamento de Ayuda Voluntaria VADs.


FOTO 9 Vera Mary Brittain con sobrilla 1912 y retrato 1914

En el libro Género e Historia. Mujeres en el Cambio socio-cultural europeo de1780 a 1920, Barbara Caine y Glenda Sluga, refieren que no sólo los hombres anhelaban la guerra, haciendo referencia a Vera Mary Brittain, quien después de 1914 escribiría en su diario la desesperación que sentía con su hermano y su prometido en el frente, ante las limitaciones impuestas por su condición de mujer, quejándose de su confinamiento en el “frente doméstico” y deseando ser hombre para poder entrenarse y jugar “ese gran juego de la muerte”:

Noble o bárbaro, estoy bastante segura de que si yo hubiera nacido niño habría marchado a tomar parte de ella hace mucho tiempo; de hecho, he malgastado muchos momentos lamentando ser joven. Las mujeres sufren todo el aburrimiento de la guerra, y ninguna de sus emociones”. (Citado en Layton 1987:73)

La desilusión de la guerra alentó un sentimiento antibélico entre los hombres, que a menudo se volvía contra las mujeres, según Claine y Slogan, quienes consideran que la contribución femenina en tiempos de guerra sólo intensificó la separación entre sexos. Nuevamente hacen referencia a Brittain, para quien la guerra “había colocado una barrera de indescriptibles experincias entre los hombres y las mujeres que se aman. (Brittain, citada en Gilbert 1987: 200).

Una vez concluida la guerra, las mujeres consiguieron ser miembros de pleno derecho en la Universidad de Oxford, a donde regresó Vera para llevar a cabo sus estudios. Allí conoció a Winifred Holtby, una ardiente feminista que había servido en el Cuerpo Auxiliar de Mujeres del Ejército durante la Primera Guerra Mundial, y con la que desarrollaría una estrecha amistad, ambas se graduaron en 1921 y se trasladaron a Londres con el objetivo de establecerse como escritoras. Para entonces en la Universidad de Oxford se había abolido el estudio de la lengua griega, pero Vera, y otras aspirantes a escritoras pudieron estudiar los textos clásicos de la Iliada y la Eneida en sus idiomas originales, lo que la permitiría realizar una adaptación de los temas épicos a formas modernas tales como las memorias de la I Guerra Mundial.


FOTO 10 Carteles de propaganda de enfermeras voluntarias VADs

En su primera etapa como escritora Brittain publica dos novelas The Dark Tide (1923) y Not Without Honour (1925), que tuvieron poco éxito de público y además fueron ignoradas por la crítica, En la primera relata su vida en Oxford y los comportamientos sexistas que había vivido, así como su lucha como mujer para lograr una educación.

En su faceta como periodista tuvo más éxito, concretamente en los artículos que escribió en 1920 para la revista feminista Time and Tide. En relación a la mujer publicó dos libros, Women´s Work in Modern Britain (1928) y Halcyon or the Future of Monogamy (1928). En estos años se unió al Partido Laborista expresando sus ideas más radicales de izquierdas, y se convirtió en portavoz de la Liga de la Unión de Naciones. Vera fue una pacifista convencida y militante que viajó por todo el país defendiendo estas ideas. Ella fue vilipendiada por hablar en contra de la saturación de bombas sobre las ciudades alemanas durante la II Guerra Mundial. A consecuencia de la defensa de estas posiciones pacifistas llegó a ser considerada, por ciertos sectores, simpatizante de los alemanes y fue encarcelada.

Vera contrajo matrimonio con el científico y político George Catlin en 1925, trasladándose a EEUU, pero regresó a Inglaterra tras el nacimiento de sus dos hijos Jhon en 1927, autor de una autobiografía Family Quartet en 1987, y Shirley en 1930, quién llegó a ser Ministra del Gabinete Laborista.


FOTO 11 Ambulancia Primera Guerra Mundial 1914 - 1918

En 1933 Vera publica Testament of Youth, obra autobiográfica en la que describe su lucha por la educación y su experiencia como enfermera en la I Guerra Mundial y que inmediatamente se convertirá en un betseller en EEUU y Gran Bretaña, siendo considerado un importante documento feminista. Años más tarde publicaría Testament of Experience (1957) que es la continuación de la historia de su vida entre 1925 y 1950.

La prematura muerte de su amiga y compañera Winifred Holtby (1935), sería un duro golpe para Vera, quien en tributo a su memoria escribiría en 1940 Testament of Friendship.

Vera Mary Brittain fue desde su juventud una feminista convencida, participe y testigo, de la mayor revolución de las mujeres en la reivindicación y consecución de los derechos en el siglo XX, cuando por fin comienza a hablarse del derecho a la maternidad, ya que las bajas producidas por la guerra exigían la puesta en marcha de campañas de maternidad. A este respecto, Ana I. Marrades, en su obra Luces y sombras del derecho a la maternidad. Análisis jurídico de su reconocimiento, en el apartado que hace referencia al “Origen y evolución de la lucha de las mujeres por la protección de la maternidad en el Derecho Comparado Europeo” recuerda las palabras de Vera Mary Brittain, quién en 1953 sostenía que:

la cuestión de la mujer es la esencia del estado de bienestar: en él las mujeres se han convertido en fines en si mismas y no en simples medios para los fines de los varones, el Estado de Bienestar ha sido la causa y la consecuencia del segundo gran cambio gracias al cual las mujeres han pasado en treinta años de rivalizar con los hombres a obtener un nuevo reconocimiento de su valía exclusiva como mujeres.”. (V. Brittain: Lady into Woman. A History of Woman from Victoria to Elizabeth II. Londres, Dakers, 1953, p. 224)

En 1966, cuando se dirigía a una reunión política sufrió una seria caída en la calle fracturándose una pierna y un dedo de su mano derecha, estas lesiones iniciaron un declive físico y afectaron también a su mente, que se volvió más confusa y ausente.

Nunca superó la muerte de su hermano, y tras su fallecimiento el 29 de marzo de 1970 sus cenizas se esparcieron sobre la tumba de Edward en Italia, como ella había dejado dispuesto.

En 1979 la BBC 2, llevó a cabo una adaptación de su autobiografía, y la compositora y compañera pacifista Sue Gill Murray, escribió una canción en memoria de Brittain titulada “Vera”.

TESTAMENT OF YOUTH Y LA EXPERIENCIA DE VERA BRITTAIN COMO ENFERMERA VOLUNTARIA EN LA I GUERRA MUNDIAL
Testament of Youth, fue publicado en 1933 y constituye la obra más destacada de la escritora Vera Mary Brittain. Basándose en las notas de su Diario, la autora describe a modo de autobiografía las experiencias de su vida entre 1900 y 1925.

El libro está estructurado en tres capítulos, en la primera parte narra sus dificultades para acceder a la educación en un país donde la formación estaba vetada a la mujer, y sus dificultades para estudiar en Oxford.


FOTO 12 Testamento de Vera Mary Brittain, 1933

Pero sin duda uno de los aspectos más interesantes de su obra es la narración de su experiencia como enfermera voluntaria VADs durante la I Guerra Mundial en los hospitales de Londres, Malta y Francia, cerca del Frente Occidental cuidando de los soldados ingleses y los prisioneros alemanes, siendo testigo directo de las devastadoras consecuencias del combate moderno. Experiencias estas, que convirtieron a Vera en una pacifista convencida y un miembro activo de los movimientos pacifistas tanto en Inglaterra como en EEUU.

En lo que concierne a su experiencia como enfermera VADs, es interesante la descripción de su trabajo en las tareas diarias en el hospital ubicado en el campo de batalla de Étaples (Francia), en 1918.

“Nunca antes en mi vida me he sentido tan completamente sucia y mugrienta como estando de guardia aquí”, escribí a mi madre en respuesta a sus peticiones de una descripción de mi trabajo.

“La Hermana A tiene seis pabellones y no hay ninguna enfermera voluntaria en el pabellón de al lado, sólo un ordenanza, por lo que ni ella ni él pasan mucho tiempo aquí. Por lo tanto, yo soy Hermana (enfermera cualificada), voluntaria VAD y ordenanza todo en uno (alguien dijo el otro día que nadie excepto el Todopoderoso Dios podría dar una correcta definición del trabajo de una V.A.D.! (enfermera voluntaria) y además después, bastante lejos de lo que es realmente la enfermería, he mantenido el fuego de la cocina toda la noche, he hecho dos o tres rondas recogiendo bacinillas de las camas, y mantenido las ollas hirviendo y preparado las comidas en una ennegrecida cocina (…). Me siento como si me hubieran arrastrado por el suelo. (p. 360)


FOTO 13 Enfermera con soldados heridos de la Primera Guerra Mundial, 1916

Vera refleja que una de las partes más duras de su trabajo era la cirugía, que además tenía resultados muy pobres. En su narración hace referencia a la situación que vivió cuando se produjo un ataque el 22 de marzo de 1918, explicando como las camas y las camillas estaban por el suelo, las botas de los soldados desperdigadas, mientras que bajo las mantas ennegrecidas quedaban al descubierto los miembros destrozados entablillados con vendajes sucios y llenos de sangre, consciente de que bajo esos vendajes le esperaba una terrible imagen a la que tenía que enfrentarse con tan sólo un par de fórceps, ya que éste era todo el instrumental que había en el antiguo pabellón médico. Igualmente resulta significativa su descripción de las condiciones en las que vivían soportando el frío mientras las placas de hielo cubrían las ventanas del pabellón, hasta las esponjas y las cacerolas de agua caliente se quedaban heladas. Así, levantarse por las noches para hacer guardia, refiere Vera es un ejercicio tan agotador como la propia enfermedad.

Asimismo, comenta como a medianoche tenían que echar a la gente de sus camas y hacerles dormir en el suelo, para colocar a los heridos más graves que llegaban del frente.

En otro de los párrafos refleja la crudeza de la situación:
“Sólo desearía que aquellos que escribieron con tanta palabrería que ésta iba a ser una Guerra santa, y los oradores que siguen hablando tanto sobre continuar, sin importar cuanto pueda durar la Guerra y lo que ésta puede significar, pudieran ver un caso - por no mencionar los diez casos-  de gas mostaza en las fases iniciales, pudiesen ver a los pobres infelices totalmente quemados y cubiertos de ampollas que supuran, cegados -algunos temporalmente, pero otros permanentemente- todos hacinados y pegajosos, permanentemente luchando por mantener la respiración mientras apenas pueden mediante un susurro decir que se les está cerrando la garganta y que son conscientes de que están ahogándose”.


FOTO 14 Enfermeras en el campo de batalla. Poniendo una bolsa de sangre

Sin duda su relato es estremecedor, y refleja la angustia y el miedo mientras las bombas enemigas y las ametralladoras de los aviones hacían caer los trenes ambulancia día y noche. Los hombres, escribe Vera, cubiertos de barro, moribundos, bajo los efectos del gas, gritan retorciéndose “en una parodia de hombría, cadáveres con los ojos fijos en el vacío y brillantes caras amarillas”.

Para situar a nuestra protagonista conviene recordar que Vera Mary Brittain era una mujer británica de clase media alta, y que por tanto no tenía ninguna formación como enfermera, salvo un curso previo a su marcha al continente. Pero tampoco estaba acostumbrada a las tareas cotidianas que todas las mujeres, a excepción de las de las clases privilegiadas, acostumbraban a realizar en la vida diaria, algo que se refleja en el libro cuando expone sus dificultades para freír un huevo es algo más que anecdótico.

Muy pocas mujeres perdieron la vida en la I Guerra Mundial, pero este sería el último caso. La moderna guerra aérea mataba indiscriminadamente a hombres y mujeres. Cuando Vera escribió Testament of Youth estaba recordando una guerra cuyo impacto fue desigual entre clases y sexos. El mayor impacto se produjo sobre el soldado raso británico, aunque un popular mito nos haría creer que fueron sobre todo los oficiales los que sufrieron el mayor número de bajas.


FOTO 15 Soldados del ejército británico heridos y cuidados por Enfermeras Voluntarias VADs, en una Casa de Campo en la campiña inglesa convertida en hospital en Norfolk. Fotógrafo Neil Holmes, 1916

En 1914 Vera tenía 18 años y cuando decide ir Oxford estalla la guerra, cuatro años más tarde, su vida y la vida de toda una generación había cambiado de una forma inimaginable en la aparente tranquilidad de los años de la preguerra. Brittain inicia sus memorias de la guerra con estas palabras:
Cuando la Gran Guerra estalló yo no lo ví como una inmensa tragedia, sino como la más exasperante interrupción de mis planes personales. Para explicar la razón de esta egoísta perspectiva del mayor desastre de la historia es necesario retroceder un poco, tan sólo por un momento hasta los decadentes años noventa en los que yo nací (...) con las banderas ondeando en las calles para celebrar el Jubileo de Diamantes de la Reina Victoria”.


FOTO 16 Enfermeras y médicos dentro de una barcaza hospital, 1917

Testament of Youth 1933 es una de las más famosas autobiografías de la I Guerra Mundial, es el relato de cómo la autora sobrevivió a la misma, cómo ella perdió al hombre que amaba, cómo cuidó de los heridos y cómo se adentró en un mundo totalmente cambiado. Este apasionado relato de una generación pérdida hizo de Vera una de las más apreciadas escritoras de la época.

Con respecto a esta obra Nicola Beaumann escribe:
El impacto sobre las mujeres fue más duradero: a menudo sus vidas fueron irrevocablemente distorsionadas. Nadie puede leer Testament of Youth sin lágrimas y es un gran tributo al estilo en prosa de Vera Mary Brittain que mantiene al lector cautivado a lo largo de casi 700 páginas. Ella describe su infancia en el Buxton provincial, su breve permanencia en Oxford, su creciente amor por Roland Leighton, así como sus cuatro años de enfermería. Los despiadados dramas de los años de de guerra la dejan emocionalmente aturdida, y aunque finalmente encuentra un nuevo amor ella no pretende que sea más que un sustituto del fallecido Roland, quien personifica tanta tragedia y tanto heroísmo. Ya que este es uno de los temas más obsesivos de las pocas novelas escritas por mujeres cuyos amantes murieron en la guerra pueden encontrar a otros hombres, pero éstos nunca remplazarían a aquellos que habían perdido” (2).

Mª Luz Fernández Fernández. Profesora Titular de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Cantabria Casa de Salud Valdecilla”. Responsable de la asignatura de Bases Históricas y Teóricas de la Enfermería. Diplomada en Enfermería. Licenciada en Historia. Master en Historia Contemporánea.


FOTO 17 Mª Luz Fernández Fernández. Enfermera e historiadora

A lo largo de estos años viene desarrollando una intensa actividad investigadora presentando numerosas comunicaciones y participando como Ponente invitada en distintos Congresos y Jornadas. Entre sus últimas publicaciones pueden destacarse, “La famosa escritora Vera Brittain, enfermera en la I Guerra Mundial”, publicada en el libro La Trasformación de la Enfermería nuevas miradas para la Historia, de la Editorial Comares, y cuyos editores han sido Carmen González Canalejo y Fernando Martínez López, y el capítulo sobre “Historia de la Enfermería Traumatológica”, en la obra de la editorial DAE, Cuidados al paciente con alteraciones traumatológicas y ortopédicas, próximo a publicarse. En estos momentos se encuentra desarrollando su trabajo de Tesis Doctoral sobre “La Escuela de Enfermería Casa de Salud Valdecilla 1929 - 1954. Desde aquí le deseamos que concluya su Tesis con la mejor nota, ya que su trayectoria así lo merece (2).


FOTO 18 Alumnos del 1º Curso de Grado en Enfermería, con su magnífica Profesora Mª Luz Fernández Fernández, Responsable de la Asignatura “Bases Históricas y Teóricas de la Enfermería Facultad de Enfermería de la Universidad de Cantabria. 11 de enero de 2019

CONCLUSIÓN
La obra de Vera Brittain nos permite abordar el trabajo de la Enfermería desde otra óptica, sin duda es interesante observar su relato ya que siempre escribió desde el corazón y basándose en gente real.

La I Guerra Mundial puso de manifiesto la debilidad de la profesión enfermera que aún no había hecho más que empezar unos años antes cuando Florence Nightingale creara la Escuela de Enfermería en 1860. El personal voluntario VADs, se vio abocado a suplantar en más de una ocasión a las enfermeras que temieron por sus puestos de trabajo como consecuencia de la indefinición de funciones y la falta de un corpus de conocimientos propio. Sin duda, las experiencias de esta guerra, entre los que hay que reseñar y contar es la consecución del sufragio femenino, ya que no podemos olvidar que la Enfermería era una profesión sólo para mujeres, y empujaron a las enfermeras a la creación de Colegios y Asociaciones con el fin de luchar y reivindicar sus derechos.

Este sería el camino hacia la profesionalización que sin embargo tendría que esperar a la finalización de otro gran conflicto, la II Guerra Mundial, para conseguir la consolidación de la Enfermería como una Disciplina científica (2).

Bibliografía
1.- Testamento de Juventud de Vera Brittain. Primera edición: octubre de 2019. Título original: Testament of Youth. Traducción: Regina López Muñoz. Edición: Errata naturae editores y Editorial Periférica. Imagen de portada: C. Rakeman, 1917. Depósito Legal: M-30420-2019.
2.- Trabajo original de las autoras Mª Luz Fernández Fernández, Enfermera y Licenciada en Historia Profesora de la E.U.E. “Casa de Salud Valdecilla” Universidad de Cantabria. Y su compañera Soledad Fernández Moral, Licenciada en Historia.
3.- Vera Mary Brittain. Enfermera Voluntaria. Primera Guerra Mundial. Publicado el domingo día 19 de junio de 2011

Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Osakidetza, Hospital Universitario Donostia, Gipuzkoa
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019

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