sábado, 16 de noviembre de 2019

DISPENSARIO DE SANTA ISABEL EN EL DIARIO VASCO


Una curiosa modalidad del ejercicio profesional, hoy desconocida, era la de los Consultorios gratuitos en los cuales los médicos, al tiempo de desarrollar una labor social de asistencia a los menesterosos, trataban de ampliar sus conocimientos y de darse a conocer. Nunca fueron bien vistos por la colegiación en su conjunto a juzgar por las notas aparecidas en nuestra Revista durante la segunda y comienzos de la tercera década de este siglo y por la reglamentación al respecto aprobada en Asamblea del 12 de mayo de 1935. Todas hacen referencia no solamente a tales Consultorios sino también a las consultas públicas establecidas en Hospitales y Dispensarios al crear una competencia desleal por no controlarse debidamente la pobreza exigible a quienes acudían a ellas.

FOTO 1 El distinguido Doctor Carlos Vic en el Dispensario para pobres, establecido al principio de su inauguración en la calle Larramendi nº 27 esquina con la plaza Easo, practicando una vacunación antitífica. Ayudan al doctor Vic aristocráticas señoras y señoritas donostiarras que a diario evidencian sus generosos sentimientos de amor al prójimo. (Novedades Domingo, 26 de octubre de 1913).

Tres consultas gratuitas se mencionan en Guipúzcoa Médica en varios años:

La primera abierta el 10 de agosto de 1901 en el número 2 de la calle San Bartolomé por don Pedro Moya “antiguo alumno externo de París y correspondiente de la Sociedad Ginecológica Española” con el “ilustrado doctor Vicente Barrueta”, de quienes no tengo otra referencia profesional, como Consulta Pública de enfermedades de la matriz y de vías urinarias.

La segunda es la abierta en 1907 por los médicos de guardia del Hospital Civil, los internistas Luis Alzúa y José Beguiristain y los cirujanos Modesto Huici y Luis Egaña Monasterio quienes abren un Consultorio gratuito para pobres, los lunes, miércoles y viernes, en la calle Urbieta esquina con Urdaneta.
Del éxito que coronó su iniciativa son testigo estas palabras pronunciadas por Beguiristain en el homenaje a Huici en su fallecimiento. Dijo así: “Con el afán de hacernos paso, abrimos una policlínica en la calle Urbieta que es algo frecuentada, de gratis, pero no somos ricos y nos cuesta el alquiler y sobre todo los algodones y gasas, y para alivio de cargas ponemos a una peseta la consulta: resultando que un mes más tarde cansados de esperar y de pagar, cerramos nuestra flamante policlínica”.

Si los médicos del Hospital habían abierto un Consultorio no iban a ser menos los de San Ignacio y así Benigno Oreja, Luis Urrutia, Ramón Castañeda y Miguel Vidaur abrieron otro análogo en el bajo del número 24 de la misma calle Urbieta, o sea más cerca de la Avenida. No hay en ninguna parte que consten los datos de la labor realizada en él ni del tiempo de su pervivencia.
La celosamente mantenida competencia entre Hospital y San Ignacio, los dos centros de mayor nivel científico de la ciudad, como puede verse no desaprovechada la ocasión para manifestarse (1).

FOTO 2 Consulta del doctor Carlos Vic recetando un medicamento al niño que se encuentra en las manos de su madre, con las Enfermeras Aristocráticas. Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián. 1909


Dispensario de Santa Isabel comienzos

En 1909, cuando los soldados españoles luchaban en Marruecos, un médico francés, afincado en San Sebastián, el doctor Carlos Vic, pensó en crear un Cuerpo de Enfermeras y un Dispensario que a la vez que sirviera de Escuela de Enfermeras y preparación a aquellas, prestase auxilio a los pobres que no podían pagarse el lujo de acudir a consultas de médicos.

El doctor Carlos Vic expuso la idea a colegas y amigos que la acogieron con calor, y así nació el Dispensario de Santa Isabel, cuyo cuerpo médico estaba formado en un principio por los doctores Carlos Vic, Michel Leremboure y Luis González Ayani.

Se pidió ayuda a las mujeres y se constituyó la primera Junta directiva del Dispensario: la Marquesa de Rocaverde era la presidenta y doña Luisa Lizariturry de Rezola, doña Carmen Lizariturry, la señora de Vic, la señora de O´Ryan y las señoritas Adelaida y Luisa Minondo, Clara Pardiñas, Pilar Novallas y Elisa Brissac eran las vocales.

FOTO 3 Dispensario Santa Isabel funcionaba en la esquina de la calle Larramendi número 27 con Easo

El Dispensario funcionaba en la esquina de la calle Larramendi número 27 con Easo, en un local pequeño que luego pudo ampliarse. Un día (septiembre de 1915) lo visitó la Reina Madre doña María Cristina y poco después ella creaba un Cuerpo de Enfermeras tituladas para los Dispensarios y Hospitales de la Cruz Roja.

El Dispensario se había quedado pequeño para los pacientes que atendía, y en 1932 se trasladó a la calle de San Francisco número 52, cerca del Hospital San Antonio Abad o de Manteo, y el 22 de noviembre abrió sus puertas. Las instalaciones eran modernas y no faltaba ningún aparato de los que la ciencia médica iba creando para ayuda de los diagnósticos y tratamientos.

En el nuevo Dispensario de Santa Isabel el número de médicos que prestaban sus servicios había aumentado, y el plan de trabajo era los: Lunes Dr. Antonio Echeto que se encargaba de los niños y del laboratorio. Martes el Dr. Carlos Vic, ginecología. Miércoles el Dr. Augusto Harriet, oftalmología y el Dr. Julio Albea, medicina general. Jueves el Dr. Michel Leremboure que era cirujano y su íntimo amigo el Dr. Ángel Jaén que realizaba la radiología y la diatermia, ultravioletas e infrarrojos, ayudado por el Dr. Ángel Eizaguirre. Viernes el Dr. Antonio Arrieta que se dedicaba a la ototorrinolaringología. Sábado el Dr. Joshe Mari Gastaminza de medicina general. El Dr. Carlos Vic daba los cursillos a las Enfermeras un día a la semana.

FOTO 4 El doctor Antonio Echeto con dos enfermeras en el laboratorio del Dispensario y con su magnífico microscopio para combatir a los microbios. Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián. 1909

La Junta la formaban la presidenta doña Luisa Lizariturry; vicepresidenta señora de Ugarte; tesorera señora de Vic; secretaria señorita Belén Machimbarrena, y vicesecretaria señorita de Ugarte.

Se hablaba que en el Dispensario el avance de la ginecología y de la profilaxis de la madre había sido importantísimo, salvándose a niños condenados antes de nacer y a madres condenadas a una vida de sufrimientos y torturas… (2).

Un día de septiembre de 1915 en el Dispensario de Santa Isabel

La gente se agrupaba por donde iba a pasar la Reina Madre doña María Cristina, quería verle y mostrarle su cariño y simpatía. Motivos inmensos tenía el pueblo de San Sebastián para ofrecer a la Reina testimonios espontáneos y constantes de profunda gratitud.

FOTO 5 Consulta del otorrinolaringólogo Dr. Antonio Arrieta con las enfermeras voluntarias. Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián. 1909

Un día de septiembre de 1915 ante el número 27 de la calle de Larramendi se reunió gran muchedumbre: se esperaba a la Reina protectora. Iba a visitar el Dispensario de Santa Isabel, un dispensario gratuito que honraba a San Sebastián, en el que lo más granado de las aristocráticas señoras y señoritas de nuestra sociedad, presididas por doña Inés Brunetti y Gayoso, hermana del duque de Arcos, con la cooperación activísima de doña Luisa Lizariturry de Rezola y los servicios médicos de los doctores Carlos Vic, Michel Leremboure, Luis González Ayani y Luis Olalde, prestaban sus caritativos cuidados, y que gracias a ellos funcionaba con una precisión admirable.

La Reina en su visita se enteró de todos los detalles de la marcha del establecimiento, su régimen, administración, método de las curas, aparatos quirúrgicos y material sanitario del centro, etcétera.

Al dar cuenta el periódico El Pueblo Vasco de la visita, escribía:

Las lindas enfermeras, cuyo lindo palmito es ya un bálsamo de consuelo en aquella casa, con una abnegación sin límites que les honra, se esfuerzan, con hechos y palabras, en mitigar los sufrimientos de los pacientes dándoles la ayuda requerida. Timbre de honor glorioso es para estas valientes mujeres, en los tiempos egoístas que corremos, la obra de misericordia de socorrer a los enfermos. Su juventud y su hermosura puestas al servicio de tan humanitaria causa, resplandecen con destellos de virtud”.

El establecimiento estaba a cargo de distintas señoras que bajo la dirección de una enfermera con título, religiosa Dominica, habían constituido una sociedad de Damas Enfermeras, que ingresaron en la Cruz Roja Española.

FOTO 6 Visita de la Reina Madre Doña María Cristina, rodeada de señoras y señoritas aristocráticas que prestaban sus caritativos cuidados, y que gracias a ellos funcionaba el Dispensario de Santa Isabel con una precisión admirable.

El alma de la casa hace 80 años era la Hermana Sor Renata, Dominica procedente del convento de Nuestra Señora del Pilar, de Ategorrieta, en cuya orden todas tenían título oficial de enfermeras, razón por la cual varias de ellas fueron trasladadas a Francia para cuidar en los hospitales a los heridos de la guerra europea.

En 1914 la estadística de los atendidos en el Dispensario arrojaba estos datos: medicina 1.901 personas atendidas; cirugía 1.239 personas atendidas; oftalmología 1.340 personas atendidas; curas realizadas 3.373; ojos 4.365; inyecciones puestas 554; total 12.757 personas atendidas y 148 operaciones.

Según nos relataba el periódico de la época y extraído del artículo El Dispensario Santa Isabel del Diario Vasco con fecha 30 de Septiembre de 1995 (3).

FOTO 7 Enfermeras de San Sebastián

Nuevas señoritas Enfermeras en la Cruz Roja y Dispensario Santa Isabel
Presidiendo la Reina doña María Cristina y los doctores Luis Egaña, Luis Ayestarán y Díez Tortosa, se celebraron ayer por la mañana en el Hospital de la Cruz Roja del Antiguo, los exámenes para obtener el título de Enfermeras de la Asociación benéfica de la Cruz Roja, Damas Enfermeras de la Cruz Roja.

Después de brillantes ejercicios fueron aprobadas las nuevas enfermeras señoritas Ana María Ganuza; María Jesús Indart; Paloma Sanjuanena; Caya Basterra; María Luisa Murua; Carmen Galdós; Pilar Galdós y Valentina Sorozábal.

También obtuvieron el título de enfermeras, la señora doña Manuel Goñi de Abaroa y las Hermanas religiosas Sor Francisca Zurutuza; Sor María Arriaga; Sor Sabina Azpiazu y Sor Pilar Cano.

Todas las nuevas enfermeras fueron muy felicitadas, como así también la Junta de Señoras y el doctor Luis Egaña, que tanto se desvelan por la benéfica institución (4).

Fiesta benéfica, la del Dispensario de Santa Isabel

Uno de los más brillantes acontecimientos del veraneo elegante lo constituye siempre la fiesta que anualmente organiza el Dispensario de Santa Isabel.

Esta Institución benéfica, patrocinada por distinguidas damas, y muy especialmente, y con fervoroso cariño, por S. M. la Reina doña Cristina, tiene su domicilio, como nadie ignora, en la calle Larramendi.

Allí, un servicio facultativo a cargo de prestigiosos especialistas, acoge durante el año a millares de enfermos pobres que, incluso operados cuando es necesario, y siempre atendidos con la mayor solicitud, reciben, además, gratuitamente, los medicamentos que sus dolencias exigen y que sus escasos medios de fortuna no les permitirían adquirir.

FOTO 8 El doctor Augusto Harriet y su mujer Laura Aguirre Dihursubehere y 6 enfermeras aristocráticas. Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián. 1909

El Dispensario de Santa Isabel se nutre exclusivamente de donativos particulares y del producto de su fiesta anual. Ellos le permiten realizar su intensa labor bienhechora, y por eso las damas que lo constituyen se esfuerzan en dar a esta fiesta el máximo relieve y esplendor posibles.

La de este año tendrá lugar en la tercera decena de agosto y en lugar que oportunamente se anunciará. Desde ahora puede asegurarse que sobrepasará en atarctivos a las de los años anteriores: habrá baile,música a cargo d ela smejores orquestinas. Y “jazzes”, regalos y sorpresas, algunos de gran valor, pasteles preparados por excelentes cocinas particulares, un “american-bar” servido por bellas y aristocráticas “baewomen”… Todo lo necesario para que la fiesta sea un éxito y quede de ella un recuerdo imborrable.

En días sucesivos iremos ampliando detalles relacionados con este festival del Dispensario de Santa Isabel (5).

Dispensario de Santa Isabel

No todo eran fiestas, toros, bailes compañías de teatro, playas, conciertos, ... en aquel San Sebastián veraniego y turístico de hace 80 años. Los cronistas de la época que recogían en sus escritos aquel mundo festivo de entonces, no se olvidaban de otros aspectos de un San Sebastián ejemplo de humanidad y de caridad.

FOTO 9 Enfermera preparando la medicación en la Farmacia del Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián. 1909

Uno de aquellos cronistas, Cyrano, escribía que las muchachas que figuraban en las fiestas no sólo pensaban en el novio, en el baile, en el golf, en el cine o en el tenis. También tenían otras preocupaciones y muchas de las horas del día lo pasaban ejerciendo obras de caridad.

Y ponía por ejemplo el Dispensario de Santa Isabel, que entonces estaba en la calle Larramendi, número 27, esquina Easo. «Sobre las tres y media hice mi entrada en el Dispensario. Muchas de las gentiles señoritas que solemos hallar en los sitios de diversión, encontrábanse allí con su uniformes de enfermeras, curando a gentes pobres sus repugnantes llagas, sus ojos purulentos, sus heridas, ulceraciones, etc...».

¡Un horror! Y todo ello sin ese nerviosismo de la mujer histérica, sin la morbosa exaltación de quien cumple ese menester por los azares de la moda. Aquellas muchachitas cumplían su misión voluntariamente, con serena conciencia, con franciscana abnegación.

FOTO 10 Dos enfermeras se dedicaban a prestar servicios de rayos X. Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián. 1909

El Dispensario de Santa Isabel fue fundado por el médico Charles Vic, el popular y muy acreditado doctor Vic. La directora, una monjita todo nervio en su cuerpo menudo, era una mujer que estaba en todas partes. Había una Junta Directiva formada por señoras, Junta que presidía Inés Brunetti, de la que formaban parte la señora de Rezola (vicepresidenta), señora de Vic (tesorera), señora de Borie (vicetesorera), señora de Tejada (secretaria) y señorita Pilar Novallas (vicesecretaria).

Dirigía el benéfico establecimiento una monja Dominica, Sor Renée (Sor Renata), ejemplo vivo de actividad, de generosa entrega. Acudía a todas partes con la celeridad del rayo resolviendo con rapidez cuantas cuestiones la consultaban. La Escuela de Enfermeras se formó en un local adyacente al Dispensario para que hiciesen sus prácticas. Siempre contó con la valiosa colaboración de las Madres Dominicas, cuya superiora era la Madre Mauricia, que prestó toda clase de ayudas, pudiendo contar con todo el material médico y quirúrgico desde el sábado 11 de junio de 1910.

Estas enfermeras se formaron a partir del programa de las Damas Enfermeras de la Cruz Roja Francesa, precisando para realizar los cursos: ser súbdita española, mayor de diecisiete años y pertenecer como asociada a la institución.

La Dama Enfermera antes de decidirse a serlo ha de reflexionar seriamente, ya que su misión será muy difícil. Necesita unos conocimientos sólidos, teóricos y prácticos, piadosa abnegación, espíritu de severa disciplina, cristiano amor al prójimo, dulzura atrayente y paciencia ejemplar e inagotable con los enfermos y que vale más no ser enfermera que serlo sólo de nombre.

La mujer posee cualidades que le dan el privilegio de endulzar los dolores y pone su corazón fácilmente de acuerdo con la razón cuando desea consagrarse al cuidado de los enfermos.

Desde luego ha de reconocer la necesidad de someterse en el Hospital o Dispensario a una rigurosa disciplina en tiempos de guerra y de una buena organización en el Dispensario en tiempo de paz.

FOTO 11 Hijas de la Caridad con las Damas Enfermeras, San Sebastián 1927. Fotógrafo Pascual Marín

Todos los jueves, había consulta de oftalmología por el doctor Augusto Harriet a quien ayudaban las señoritas Clara Pardiñas, María Borie, Mercedes Novallas, Blanca Martínez, Asunción Mendizábal y Renné de Maricourt.

De otorrinolaringología había consulta los viernes, a cargo del doctor Luis Olalde que contaba con la colaboración de doña Luisa Ruiz de Díaz y de las señoritas María Luisa Novallas, María Francia, Consuelo Machimbarrena y Cristina Miret. Y los martes y sábados, se destinaban a medicina general, por los doctores Carlos Vic y Luis González Ayani, secundados por las enfermeras designadas por las señoras de Ochoa, Carrasco, Lamarca, Leyun, Masarasa, Maldonado y viuda de Arteaga y las señoritas de Peñaflorida, Goyeneche, Canalejas, Amilibia, Lola Peña, Mariquie Laffitte, Sofía Miret, Cristina Sánchez, Belén y Lolotte Machimbarrena, María, Conchita y Pepa Quintana, María Urdampilleta, María Pedroso, Isabel Rivera, Marichu y Carmen Juantegui, Margarita Ayani, Marichu Londaiz, Beatriz Besselere, Leonor Montero de Espinosa, Rosita Orbegozo y Mari Flor y Pilar Caudilla.

Este grupo numeroso de Enfermeras, todas ellas voluntarias, cambiaban de destino todas las semanas por riguroso turno siendo destinadas a medicina general, cirugía, esterilización, curas, inyecciones, ventosas, etc...

FOTO 12 Dos enfermeras en el Aparato de Diatermia y ultrasonidos. Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián. 1909

Era muy grande el culto que en el Dispensario se rendía a la caridad, pero no era menor el que se tenía a la limpieza, la asepsia era proverbial. La blancura de suelos y paredes era inmaculada. El funcionamiento de la estufa de esterilización era continuo. Los guantes de caucho estaban constantemente en danza. Los aparatos, instrumentos y ropa podrían figurar en vitrinas de una exposición.

Aquel numeroso grupo de enfermeras lo formaban señoras y señoritas cuyos nombres nutrían las crónicas que entonces publicaban los periódicos sobre reuniones, fiestas y saraos en el Golf, en el Tenis, en los bailes aristocráticos del Casino y del Hotel María Cristina.

Otro periodista de Madrid, que, visitó el Dispensario en 1.918, escribió que «las gentiles señoritas que solemos hallar en los sitios de diversión, encuéntranse ahora allí con su uniforme de enfermeras, curando a gentes pobres sus repugnantes llagas, sus ojos purulentos, sus heridas y ulceraciones, etc. ... Aquellas señoritas cumplían su misión voluntaria y nobilísima con serena conciencia, con franciscana abnegación. Ancianos, mujeres, hombres fuertes, débiles criaturas, todos estaban atendidos con fraternal solicitud, con palabras de dulzura, de aliento, de esperanza».
En la vida de aquel San Sebastián de 1918 había algo más, mucho más, que bailes y noviazgos, tenis y golf ..., había dulzura, había humanidad y había cariño (6).

FOTO 13 Dos enfermeras preparando la medicación y atendiendo a un niño en el Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián. 1920

Bibliografía
1.- Dispensario Médico de Santa Isabel. Edita: Hospital Donostia. Autor: Manuel Solórzano Sánchez. Julio 2002
2.- Diario Vasco, sábado 21 de noviembre de 1992, página 25
3.- Diario Vasco, sábado 30 de septiembre de 1995, página 21
4.- La Voz de Guipúzcoa, miércoles 3 de agosto de 1927
5.- La Voz de Guipúzcoa, miércoles 10 de agosto de 1927, página 9
6.- Diario Vasco, sábado 16 de mayo de 1998, página 19

Agradecimientos:
Esteban Durán León
Ion Urrestarazu Parada
Anna Arregui Barahona

Autor:
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Osakidetza, Hospital Universitario Donostia, Gipuzkoa
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019


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