domingo, 19 de enero de 2020

TUBERCULOSIS EN DONOSTIA Y EL DISPENSARIO ANTITUBERCULOSO DE LA CALLE PRIM


DISPENSARIO DE LA CALLE PRIM DE SAN SEBASTIÁN Nº 61

CENTRO DE SALUD AMARA CENTRO

La Cruz de Lorena en San Sebastián se encuentra en la calle Prim nº 61 en el antiguo Dispensario Antituberculoso. En su parte delantera el blasón o escudo de piedra está deteriorado por el paso de los años, en su parte posterior del edificio en el Paseo del Árbol de Gernika, se encuentra en perfecto estado el blasón con la Cruz de Lorena, escudo y símbolo contra la tuberculosis.

FOTO 1 Cruz de Lorena. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián (Parte posterior, Paseo del Árbol de Gernika)

Símbolo de la Cruz de Lorena
En el IV Congreso Internacional de la Tuberculosis, celebrado en Berlín en el año 1902, Gilbert Sersiron, secretario general de la Federación de Asociaciones Francesas contra la Tuberculosis, propuso adoptar la Cruz de Lorena de doble barra como insignia internacional de la lucha contra la tuberculosis. Esta es la cruz de Godofredo de Bouillon, príncipe de Lorena, que la puso en su estandarte al conquistar Jerusalén en el año 1099, convirtiéndose en el símbolo de las cruzadas, y de ahí su sentido como emblema de la cruzada internacional contra la tuberculosis.

El Consejo de la Unidad Internacional Contra la Tuberculosis (UICT) recomendó, en el Congreso Internacional de Roma de 1928, adoptar como símbolo de la lucha mundial antituberculosa la Cruz de Lorena de doble barra.

FOTO 2 Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián (Parte posterior, Paseo del Árbol de Gernika)

La Lucha contra la tuberculosis o peste blanca
La tuberculosis era la plaga más terrible que sufre el género humano, azote del que no se libra ningún país, que no respeta edades, ni clase social alguna y la más mortífera de cuantas enfermedades contagiosas existen, es motivada por un microbio que lo descubrió Koch y que por eso lleva su nombre, y es de tal modo contagiosa que supera al cólera, viruela y otras enfermedades tan temidas por el género humano (1).

La única causa de esta enfermedad es el bacilo de Koch; este bichito mil veces menor que la cabeza de un pequeño alfiler, lo contienen todos los tuberculosos y ellos son los que con sus esputos, con el pus de sus úlceras, con sus deposiciones, contagian a los individuos sanos, pues es tan enorme el número de microbios tuberculosos que contienen esas materias que es difícil librarse del contagio si previamente no son destruidas (1).

“El mal romántico”
A principios del siglo XIX se elabora una concepción e esta enfermedad impregnada del romanticismo entonces dominante. El XIX es la época de la tisis (2).

La tisis o tuberculosis; se pensaba entonces que era una enfermedad hereditaria, que se cebaba sobre todo en los ricos, los jóvenes, las mujeres, los seres frágiles, que son consumidos por las “pasiones tristes” de las que habla Laennec. Es una afección que se confunde con un mal existencial. Es una enfermedad de moda que gusta por representar una belleza etérea, una palidez y una transparencia. También se está fascinado por la pasión que la devora. Esta pasión se expresa en el amor ardiente, en la sensibilidad artística, el gusto por lo bello, por el arte y la creación literaria. La fiebre no es más que la expresión orgánica de algo ardiente, genial, que se manifiesta en la palidez del enfermo. La mirada brillante, los pómulos sonrosados representan al tuberculoso que quema sus días. La tuberculosis es también una forma de vida llena de lujo y de ociosidad. Es una enfermedad donde “hay mucho de dulzura”, escribe Kafka a Milena hacia 1920.

A principios del siglo pasado la enfermedad se vive en la familia, el tuberculoso pasa sus días en la intimidad de su habitación, en secreto, protegido por su familia. También hay otra forma opuesta de vivirla, es la utopía del viaje salvador, el viaje de aventuras, privilegio de un condenado. Después la enfermedad tendrá otro escenario: el sanatorio.

FOTO 3 Sellos de correos en pro de los Tuberculosos Pobres

Los primeros se crearon en Silesia a mediados del siglo pasado, y Thomas Mann nos ha descrito uno de ellos, inmortalizado en las páginas de su obra “La montaña mágica”. Frente a esta historia del tuberculoso está la historia de los médicos ilustres como: Fracastoro, Bayle, Delsaut, Laennec, Villemin, Koch, y Calmette, que se ocuparon de este problema (2).

Fueron precisando la descripción de la enfermedad y se acercaron a su etiología, que culminó con el descubrimiento del bacilo de Koch en 1882. Pero la terapéutica no avanzó demasiado. En pleno siglo XX la cura dietético - higiénica y los sanatorios eran las únicas armas. Se puede añadir la utilización de las sales de oro y la toracoplastia. Recordamos los tratamientos con aceite de hígado de bacalao e incluso se llegaban a utilizar remedios tan pintorescos como comer limacos crudos. Habrá que esperar cinco duros años, a la llegada de los antibióticos, para que las curvas de mortalidad desciendan definitivamente.

Sin embargo, a lo largo del siglo XIX, antes incluso del descubrimiento del bacilo de Koch y de toda intervención médica eficaz, la enfermedad había comenzado a disminuir de forma espontánea. Pero los contemporáneos no tuvieron conciencia de ello: “la mitad de Europa tiene los pulmones más o menos defectuosos”, afirma Kafka. Al comenzar nuestro siglo, cuando otras enfermedades infecciosas están siendo dominadas, es el momento en que el terror por la tuberculosis es más grande. Precisamente en esta época aparece la tuberculosis como una enfermedad, mejor, como una plaga social que ya nada tiene que ver con la visión romántica, y la sociedad le “declara la guerra a la tuberculosis” (2).

FOTO 4 “La montaña Mágica” fue publicada en 1924 por el escritor alemán Thomas Mann. Está inspirada en la experiencia que tuvo Mann tras la visita al Sanatorio Antituberculoso Wald de Davos

“El proletario, sembrador de bacilos”
Se constata que la tuberculosis no es una enfermedad de ricos, sino una enfermedad de la clase obrera. Los microbios se reproducen en las barracas, en los lugares sin aire y sin sol, y también, se piensa, por los hábitos detestables de las clases populares. Se le asocia a la falta de higiene, a la pobreza, al alcoholismo, pero también a los salarios insuficientes y a la explotación en el trabajo. Es la enfermedad de la miseria, del trabajo extenuante y del hambre.

A lo largo del siglo XIX la tuberculosis pasó con una doble y opuesta valoración; primero, la pasión, la ociosidad, el lujo del sanatorio y una vida aparte buscando la felicidad. Por otro lado, estaba el bacilo, las chabolas sin aire y sin sol, mala alimentación y escasa, además del agotamiento que se termina por una atroz agonía. Son, pues, dos discursos diferentes: exaltación del tísico y rechazo del portador de gérmenes (2).

El Problema Social de la Tuberculosis en el País Vasco
No hay duda que en el siglo XIX y primer tercio del siglo XX, fue la tuberculosis la enfermedad endémica con mayor incidencia social y a la que se respondió, con campañas de divulgación de consejos de fácil cumplimiento, creando centros asistenciales especializados, como el fundado por el Dr. Francisco Ledo, en Bilbao, Sanatorios y Clínicas privadas para estos enfermos, y desarrollando una labor médica eficaz, destacando la figura del tisiólogo donostiarra, Dr. Emiliano Eizaguirre.

El Dr. Victoriano Juaristi hizo el año 1920 una relación de las instituciones que se crearon para luchar contra la tuberculosis, considerando a Guipúzcoa la provincia más afectada. Gregorio Múgica, en 1913, amplió la referencia a la totalidad del País Vasco. Desde luego, el problema sanitario que planteaba la tuberculosis en esas fechas era de gran impacto; sobre todo las referidas a Guipúzcoa y Vizcaya, indicaban que eran de las provincias más castigadas y con mayor tasa de mortalidad.

FOTO 5 Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián

Por aquellas fechas, la tuberculosis pulmonar se declaraba en uno de cada seis o siete certificados médicos de defunción; estos documentos se falseaban, siendo frecuente el hecho, y no hay duda de que la proporción sería más elevada, ya que la tuberculosis se ocultaba como un mal vergonzante, una tara hereditaria, pues la “Tisis”, como se la conocía en esa época, se asociaba al alcoholismo, abusos sexuales, promiscuidad, pobreza y otras lacras sociales.

Los médicos que certifican dichas muertes, dudaban primero del secreto y confidencialidad que se daban a esos certificados, y dadas las connotaciones negativas que rodeaban a la enfermedad, evitaban causar un gran daño a la familia y certificaban que había fallecido de causa natural o se limitaban a consignar un diagnóstico difuso y poco claro.

En un informe que remite el Dr. Luis Alzúa a la Junta del Patronato contra la Tuberculosis de Gipuzkoa, en 1914, se dice que el 13,10 % de las defunciones de Guipúzcoa eran producidas por la tuberculosis, cifra superada por Vizcaya con un 13,70 %, siendo ambas provincias las de mayor mortalidad de todo el Estado, y las de menor serían Huesca y Lérida con un 5,26 y 5,39 %, según datos ofrecidos por el Dr. Malo de Poveda, que era secretario general de la Comisión.

FOTO 6 Memoria y trabajos de los Sanatorios Antituberculosos de Palencia y Santa Cruz de Tenerife

La mayoría de las defunciones correspondían a la tuberculosis. El número de defunciones que causaban otras enfermedades infecto-contagiosas, como la viruela, la tifoidea, la escarlatina, la difteria, el sarampión y el coqueluche eran mucho menores.

Un problema de tal magnitud superaba el campo clínico y entraba en un ámbito social y político. Los médicos y las Academias de Medicina serán las primeras voces de alarma que tratan de concienciar a las autoridades civiles y sanitarias y a la población, de la gravedad del problema y proponen las medidas de la lucha antituberculosa. Hoy llama la atención que la lucha contra la tuberculosis no se considerase una obligación social del Estado, sino una obra de beneficencia particular en la que el Estado ejercía un papel tutelar.

FOTO 7 Enfermera poniendo una vacuna al niño. Lucha Antituberculosa, 1954

En 1914 el Dr. Luis Alzúa se expresa ante la Junta del Patronato contra la Tuberculosis así: pidiendo se construyan sanatorios en la provincia de Guipúzcoa. “Los tísicos guipuzcoanos se ven privados del más poderoso elemento de defensa contra esa plaga, desapareciendo prematura y paulatinamente del suelo que les vio nacer, despoblando valles, pueblos y montañas, dejando un vacío imposible de llenar, ocasionando una pérdida de riqueza incalculable y dejando como secuela natural una semilla raquítica que al seguir las huellas de sus progenitores, ha de caminar rápidamente a que desaparezca esa hermosa raza con caracteres físicos propios, con una lengua exclusivamente suya y una historia gloriosa que data de los tiempos más remotos; quedará a la posteridad solamente como recuerdo de lo que fue en sus antiguos esplendores”.

En otro momento de su expresión el Dr. Luis Alzúa, refiriéndose a la capital guipuzcoana como: “ciudad modelo por sus servicios higiénicos”, en donde “se ha desterrado la viruela y hecho desaparecer las fiebres eruptivas en gran proporción, la tuberculosis reina en absoluto en San Sebastián, a despecho de nuestra higiene y de nuestros servicios sanitarios; y es que la higiene tiene poco poder contra la miseria, nada puede contra el alcoholismo que la provoca en gran parte, preparando entre ambos el terreno a esa plaga, consumiendo el jornal del obrero, que por economizar algo, economiza lo que menos debiera, esto es, el aire puro necesario a la vida, del cual se ve privado por el hacinamiento que una renta modesta amontona juntos al sano y al enfermo en esa horrible promiscuidad de seres, de la cual sale tan mal parada lo moral y lo físico del individuo”.

FOTO 8 El 21 de diciembre de 1912, día de Santo Tomás en Donostia - San Sebastián, volvió a compaginar dos actividades como núcleo fundamental de la jornada. Por un lado la tradicional feria en la plaza Constitución y por otro, la cuestación, a la que se le daba gran importancia y cobertura mediática, a favor del Sanatorio Antituberculoso

El Dr. Alzúa, refiriéndose a las autoridades municipales y provinciales de Gipuzkoa, dirá “que los tísicos no nos asustan ni nos preocupan, cuando un varioloso, un tífico y un diftérico nos hacen salir de nuestras casillas haciéndonos tomar precauciones a veces irrisorias, ¡por algo le llaman a esta enfermedad la peste blanca!”.

El Dr. Alzúa, en 1913, pide “una campaña vigorosa por parte de las autoridades para la creación de Dispensarios, construcción de Casas de Obreros, preocuparse de educar a la infancia estableciendo Cantinas Escolares y Colonias de Vacaciones” que sirvan al objeto de fortalecer nuestra juventud preparándola para la ruda labor de ganarse el sustento y añade: “El hecho tangible de la existencia extraordinaria de tuberculosos que arrastran una vida lánguida y siembran la enfermedad, tal vez por ignorancia, es la más poderosa de las razones que abogan por la necesidad apremiante de la construcción de un Sanatorio para tísicos” (2).

FOTO 9 II Congreso Español Internacional de la Tuberculosis, 1912

Donostia – San Sebastián
En San Sebastián, coincidiendo con la celebración del II Congreso Español Internacional de la Tuberculosis, Alfonso XIII inauguró el 15 de septiembre de 1912 el Sanatorio de Nuestra Señora de las Mercedes, muy cerca de la ermita de la Virgen de Uba, en Ametzagaña, en lo que es hoy el barrio de Loiola (3).

Para mentalizar a la gente sobre el problema, los doctores Emiliano Eizaguirre y Manuel Zaragüeta diseñaron la cartilla antituberculosa e iniciaron una gran Campaña Antituberculosa, campaña que se cristalizó primero con la redacción de la “Cartilla Antituberculosa”, con objeto de mentalizar al pueblo y redactada en términos concisos y llanos, que se distribuyó por toda la provincia de Guipúzcoa y con la ayuda del Obispo que recomendó a todos los párrocos que a través de las iglesias y de sus púlpitos aconsejaran a sus feligreses para que la pusieran en práctica, además se unieron los maestros y la prensa. La prensa ayudó a esta labor y La Voz de Guipúzcoa la publicó íntegra en sus páginas. Asimismo, dieron conferencias en Centros Católicos, Sociedades Obreras, Centros Religiosos, Ateneos, Colegios etc., tratando de concienciar al pueblo guipuzcoano. Esta campaña estuvo patrocinada por la Diputación Foral de Gipuzkoa. En 1930 se comenzó con la vacunación en San Sebastián. En 1934 habían sido vacunados 6.000 niños. La cartilla antituberculosa “que daba cuenta de las causas del contagio y de los medios para evitarlo” estaba escrita en términos claros y sencillos, pues el objetivo era que llegara a toda la población. Se hizo una tirada de 10.000 ejemplares que se repartieron por toda Gipuzkoa; además la leyeron los párrocos en todas las iglesias de Guipúzcoa (1).

FOTO 10 Primer sello calcográfico de Bélgica incidido por Jean De Bast se emitió en 1926, serie del rey Alberto I y la duquesa Isabel Gabriela Valeria María de Baviera con el nombre de reina Isabel de los Belgas, el diseño adoptado y grabado por De Bast, cuajó en esta emisión de dos valores sobretasada a favor de la lucha contra la tuberculosis

En San Sebastián el primer Dispensario Antituberculoso se inauguró el día 11 de marzo de 1913 en una sala del Hospital San Antonio Abad a cargo del médico Emiliano Eizaguirre, que luchó denodadamente hasta conseguir su fundación.

Según la memoria de 1919, publicada en Guipúzcoa Médica, “todos los pacientes han mejorado notablemente, ganando en salud y peso, algunos hasta nueve kilos y medio, gracias a la sobrealimentación, el reposo y el aire puro oxigenado”.

En 1928 se inauguró otro Dispensario en la calle San Bartolomé número 1, que desapareció en la guerra Civil. Además de estos, el Dr. Emiliano Eizaguirre inauguró los de Eibar, Irún, Tolosa y en 1934, los de Azpeitia y Vergara.

En 1928 se iniciaron las obras de construcción del Sanatorio Antituberculoso de Andazarrate en terrenos de Asteasu, que se inauguró el 1 de junio de 1933. Este nuevo centro sanitario se dedicó desde su creación a la asistencia de hombres y contaba con servicio quirúrgico. Poco antes de la inauguración se incorporan al centro 15 Hermanas Mercedarias, que junto a 3 médicos, 2 practicantes internos, 10 personas de servidumbre y 1 capellán, formaban la plantilla del sanatorio. Este sanatorio fue posible gracias a la Diputación Provincial de Guipúzcoa que se hizo cargo de toda la obra.

FOTO 11 Cartilla Antituberculosa del Dr. Emiliano Eizaguirre. Cartel de la Lucha Antituberculosa de España. Inaugurado en julio de 1934 en la calle Pí y Margall nº 6 de San Sebastián, hoy calle Arrasate

Sin duda, la gran contribución del Dr. Emiliano Eizaguirre a la tisiología española constituyó la utilización del recurso quirúrgico en la tuberculosis; fue el pionero Sus grandes dotes de organizador se vieron palpables en las Jornadas Médicas de San Sebastián de 1929; la capital donostiarra, en aquellos días de septiembre, acogió a los clínicos más renombrados de España y algunos del extranjero. La Revista Guipúzcoa Médica, homenajeó al Dr. Eizaguirre reconociéndole el gran mérito y éxito de la trascendencia de aquellas Jornadas.

Su afán por enseñar y transmitir lo que sabía, hizo que su “Escuela de Tisiología de San Sebastián” se colocara entre las primeras del país, a la misma altura que la de Luis Sayé, en Barcelona, o la de Verdes Montenegro y Tapia, en Madrid. Y no sólo se limitó a enseñar en Congresos y conferencias de alto vuelo, pues, verano tras verano recibía a todos los estudiantes que quisieran aprender su especialidad o iniciarse en la auscultación cardiopulmonar. Fue, pues de los pioneros en organizar cursos de verano, que se realizaron durante 1929 a 1936.

En 1931, por falta de medios económicos, el sanatorio fue transferido a la Junta de Beneficencia, que lo vendió en 1942 al Patronato Nacional Antituberculoso (PNA) por la cantidad de 536.884 pesetas.

En julio de 1934 se inauguraba el Primer Dispensario Oficial Antituberculoso a nivel Provincial, que había sido creado por oposición en la calle Pí y Margall nº 6 bajo, de San Sebastián con el número de teléfono 13722, que ganó el médico Salvador Bravo y tenía por compañeras de trabajo a las enfermeras: Agueda Epelde, Felisa Ortiz de Zárate y Pepita Bedialauneta.

FOTO 12 Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián (Parte posterior, Paseo del Árbol de Gernika)

La calle primero se llamaba calle Príncipe en 1886, al proclamarse la República en 1931 hasta 1937 se llamó calle Pí y Margall; a partir de 1937 se llamó calle Hermanos Iturrino y a partir del 9 de julio de 1979 se llama como hoy en día calle Arrasate.

En 1936 la Diputación de Gipuzkoa nombra la Comisión de la “Lucha Antituberculosa” que recae en los señores Quintín Altolaguirre, Irizar y Brunet.

El Primer Dispensario que hubo, era privado, estaba ubicado en el jardín de la casa donde vivía el médico Emiliano Eizaguirre, en la plaza del 13 de septiembre en Gros (Hoy plaza de Euskadi). Allí tenía con el atendiendo el centro a las enfermeras Consuelo y Agueda Acha, Pilar Merino y Felisa Ortiz de Zárate, esto ocurría en el año 1937.

Dispensario Antituberculoso de la Calle Prim nº 61
En el año 1940 se crea el Dispensario Antituberculoso de la calle Prim nº 61, siendo Director el médico Salvador Bravo Olalla y van con él las enfermeras Pilar Merino y Felisa Ortiz de Zárate, siendo el médico ayudante José Labayen Toledo.

FOTO 13 Al fondo se ve la puerta de entrada por la calle Prim nº 61. Sala de espera que había nada más entrar en el Dispensario donde se sentaba la gente antes de ser atendida. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950

Nuestra ciudad, siempre en vanguardia del progreso, cuenta desde hace cuatro meses (mayo 1948) con un nuevo establecimiento dedicado a paliar los dolores y miserias fisiológicas de la humanidad. Se trata de un Consultorio Clínico, instalado en la finca “Villa Luz” sita en el paseo del Maestro Arbós, y de cuya inauguración y bendición, efectuadas el 25 de Septiembre de 1948, ya dio oportuna noticia la prensa diaria de su época. Este Consultorio es un arma más al alcance de sus fundadores, los doctores Salvador Bravo y José Labayen, en su laudable cruzada contra la tuberculosis y enfermedades del corazón. Conocido del público y nunca suficientemente alabado este constante batallar de hombres que, como los doctores Bravo y Labayen, han hecho de la lucha antituberculosa la exclusiva finalidad de su vida; y pocos tan autorizados como ambos, por su capacidad profesional, que les valió, antes de ahora, la dirección y subdirección, respectivamente, del Dispensario Antituberculoso de Guipúzcoa.

Villa Luz”, interesa aclarar este concepto, no es una Clínica más en el amplio sentido que se tiene de estos beneméritos establecimientos. En “Villa Luz”, los doctores Bravo y Labayen han montado con todos los posibles adelantos dentro de la especialidad, eso sí un Consultorio de carácter clínico para atender e intervenir, exclusivamente todas las enfermedades comprendidas bajo estos dos enunciados: Tisiología y Cardiología; es decir, pulmón y corazón. Felicitamos a los doctores Bravo y Labayen por haber dotado a San Sebastián de esta utilísima instalación, una de las primeras de su género en España. Este último es padre del magnífico neumólogo Francisco Javier Labayen Berdonces.

FOTO 14 Sala de espera de la Consulta de Cardiología en la parte posterior del edificio, sus ventanas daban al Paseo del Árbol de Gernika. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950

Según el periódico “Diario Vasco” de San Sebastián, en su artículo del día 12 de julio de 1953, decía así: La Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa adquirirá una moderna estación móvil de radiofotografía seriada y vacunación B.C.G. para la lucha contra la tuberculosis, enfermedades cardiacas y despitaje del cáncer, que permitirá realizar una labor de profilaxis contra dichas enfermedades en toda la provincia de Guipúzcoa.

Este servicio será el primero que se va a implantar en España y será llevado en su parte técnica por el Dispensario Central Antituberculoso de San Sebastián que dirige el médico Salvador Bravo Olalla. Su sostenimiento correrá a cargo de la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa.

Estudiadas diversas proposiciones de distintas casas y encomendando al consejero de la referida Caja de Ahorros Miguel Sagardía y el médico Bravo Olalla el informe sobre las mismas, se ha decidido la adquisición del equipo móvil que presenta la central de material Hospitalario Francés, de París, después de comprobar personalmente su buen funcionamiento y absoluta garantía.

Esta “Campaña de la Erradicación de la Tuberculosis” empezó en el año 1964 terminando en 1972.

FOTO 15 Cartel original de la Lucha Antituberculosa de España. Cedida la imagen por el Museo de San Telmo de San Sebastián. Gráficas Urezbea de Rentería (Gipuzkoa)

El personal sanitario en el Dispensario antituberculoso de la Calle Prim de 1964 y 1974

El año 1964, al crearse la Campaña de la Erradicación de la Tuberculosis, llevada por el médico Director Salvador Bravo Olalla (1934 - 1973) y como subdirector José Labayen Toledo (fallecido en 1976), se incorporan a ella las enfermeras Felisa Ortiz de Zárate, Esperanza González, Pilar Bastarrica y Mª Rosario Martín, haciendo desplazamientos diarios a toda la provincia de Guipúzcoa; patrocinada dicha Campaña por la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, siendo su Director en dicha entidad el señor Santos Alegría y de la Diputación el señor Murua.

El director de la Campaña es el entonces Director del Dispensario Antituberculoso Salvador Bravo. Los desplazamientos a empresas se hacían en los coches del P.M.M., vehículos donados por la Caja de Ahorros Provincial, cuyo conductor era Antonio Peñamaría, acompañado por 4 señoritas auxiliares: Mª Sol Ortiz, Arancha de Pablos, Rita Martínez y Toya Insausti. También estuvo de conductor a tiempo parcial y también trabajaba en una farmacia Miguel Martiarena.

FOTO 16 Consulta de Cardiología en la parte posterior del edificio, sus ventanas daban al Paseo del Árbol de Gernika. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950

Al empezar la Campaña y tener que desplazarse las enfermeras Pili Bastarrica y Charo Martín, se incorporan a la consulta de Cardiología, Mª Dolores Aguilar, Gloria Aymerich y a Radiología Irene Fernández Matamoros y Belén Dapena, todas ellas Damas enfermeras y Damas auxiliares del ejército. Al causar baja por traslado Belén Dapena, se incorpora una nueva auxiliar Isabel Ruiz Pérez, que va a Radiología.

La coordinación de la Campaña Antituberculosa está a cargo del médico Luis Alzúa Mimendía y del médico de Sanidad Militar Carlos Alberto Lacasa de Claver. En el Servicio de Cardiología están Salvador Bravo, Enrique Pérez Ruiz y Javier Lasheras Garde. En el Servicio de Neumología y Radiología están el médico José Labayen Toledo, que era el subdirector (no podía ser director, por no ser militar), el médico Joaquín Olondris Adúriz y los dos neumólogos de la coordinación de la campaña.

FOTO 17 Sala de pruebas. Electrocardiógrafo con sus cables y el aparato de registro para realizar electrocardiograma. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950

El director Salvador Bravo, hacía dos desplazamientos semanales a los Dispensarios de Vergara y Mondragón, así hasta finalizar la Campaña de Erradicación de la Tuberculosis en el año 1972. Al cerrar el Dispensario de Tolosa, se incorpora la enfermera Tomasita Bravo al dispensario, (esta enfermera al incorporarse lo hace en el turno de tarde que esta desde el año 1960 hasta el año 1973 que pasa al turno de la mañana jubilándose en 1982, incorporándose a su plaza la enfermera Mª Luisa Ayestarán.

Al finalizar la Campaña se incorpora la plantilla al servicio del Dispensario: En Cardiología: los médicos Salvador Bravo, Enrique Pérez Ruiz y Javier Lasheras y como colaboradores voluntarios los médicos Ignacio Eizaguirre, Pablo Recondo Ponte y Goena. En Neumología: Los médicos José Labayen, Joaquín Olondris, Luis Alzúa y Carlos Lacasa y se incorpora voluntario y colaborador el José Miguel Otaegui.

En Radiología, están José Miguel Otaegui, Joaquín Olondris y el técnico de Rayos X y fotoseriación Carlos Altolaguirre Castellón. La consulta de Oftalmología la pasa Carlos Gansow. La de Dermatología y Venéreas Luis Ángel Fernández. Y la consulta de Otorrino la pasa el médico Cusí.

FOTO 18 Sala de Rayos X. Se ve un aparato de aquella época con su pantalla. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950

A estos servicios se unían las revisiones de todos los deportes de Guipúzcoa (cicloturistas, pelotaris, remeros, subacuaticas, etc...). Revisiones para los desplazamientos de las Colonias de Verano, que las llevaban Enrique Pérez Ruiz, Luis Alzúa, Gloria Aymerich y Mª Dolores Aguilar. Estas revisiones se hacían por las tardes, durante los meses de abril y mayo. (Por supuesto todos eran escolares).

También se hacía control médico a los extranjeros que trabajan en la provincia (Servicio de Extranjería), estos acudían al servicio de Fotoseriación. Las revisiones de algunas empresas como: Kraff, Ramón Vizcaino, Bancos y Cajas de Ahorros de Guipúzcoa, etc.

La parte de secretaría, la llevaban en Fotoseriación Mª Teresa Zarranz y del Dispensario en general Carmen Oyón, Josefa Bedialauneta y Carmen Portero. En la recepción del Dispensario estaba el conserje Francisco Montesinos, y de encargado del garaje y chofer estaba Jacinto Miñano.

Al jubilarse Salvador Bravo el 1 de octubre de 1973, nombran Director al médico Rafael Bartolomé Martínez de la Pera, hasta su jubilación el 13 de julio de 1980 y subdirector a Joaquín Olondris Adúriz. El 4 de agosto de 1980 es nombrado Director Enrique Pérez Ruiz y como subdirector a Javier Lasheras Garde, cargos que desempeñan hasta el traslado al Hospital de Amara el 1 de septiembre de 1984.

FOTO 19 Enfermeras vacunando y atendiendo en la camilla a unas niñas. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1949. Foto cedida por la enfermera María Luisa Ayestarán

Al Hospital de Amara suben en septiembre de 1984 el director Enrique Pérez Ruiz y Luis Alzúa, ya que los demás, unos se habían jubilado como Joaquín Olondris, Pepita Bedialauneta y Carmen Portero, y otros piden excedencia. El resto del personal se incorpora en diferentes servicios del Hospital de Amara, como: Carmen Oyón, Esperanza González, Pili Bastarrica, Irene Fernández Matamoros (que cesa en el hospital en el año 1986), Mª Luisa Ayestarán, Carlos Altolaguirre, Toya Insausti y Mª Dolores Aguilar.

José Antonio Angulo, siendo practicante en Bilbao, le trasladan a Sanidad en la Avenida de Navarra, pero con plaza en el Dispensario; se incorpora a su plaza en el dispensario cuando les trasladan a los trabajadores al Hospital de Amara. Al poco tiempo (3 meses) pide excedencia y pasa como practicante en el ambulatorio de Nuestra Señora del Coro. Hace la especialidad de Podología y monta su propia consulta de podología en la Avenida de Francia.

Enfermeras que han trabajado en el dispensario: Pepita Bedialauneta, Carmen Portero, Felisa Ortiz de Zárate, Carmen Oyón Latienda, Mª Teresa Zarranz, Charo Martín Sánchez, Esperanza González, Pili Bastarrica Aguirre, Mª Luisa Ayestarán y Tomasita Bravo Ramos (El 4 de junio de 1952 es nombrada Enfermera Interina de este Patronato con Destino en la Consulta de Tisiología del Dispensario Comarcal de Tolosa. (Centro Secundario de Higiene Rural de Tolosa). El 5 de agosto de 1954, le nombran Enfermera Instructora destinada al Sanatorio Antituberculoso de Santa Marina (Vizcaya).

FOTO 20 Sala de espera de la Sala de Rayos X. A la derecha se ven las puertas de las cabinas a las que entraba la gente para quitarse la ropa y por la otra puerta entraban en la sala anterior. Sala de Rayos X, con otro aparato para escopias. Sala de Enfermería con un aparato de esterilización. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1949. Fotos cedidas por la enfermera María Luisa Ayestarán y por María del Coro Picabea Urquía

Auxiliares que han trabajado en el Dispensario Antituberculoso: Irene Fernández Matamoros, Mª Dolores Aguilar Pérez, Belén Dapena, Gloria Aymerich San Román, Isabel Ruiz Pérez, Arancha De Pablos, Toya Insausti Sansinenea, Mª Sol Ortiz y Rita Martínez.

Diario Vasco del 4 de marzo de 1995
Según el periódico “Diario Vasco” de San Sebastián, en su artículo del sábado día 4 de marzo de 1995 decía así hablando del Dispensario de la Calle Prim: Si hoy es el sida la enfermedad que más preocupa a las gentes y la que cada vez causa más víctimas, hace años era la tuberculosis. Se la combatía con todos los medios que la ciencia había puesto en manos de los hombres, pero seguía atacando a muchos. En San Sebastián se creó en 1930 el Dispensario Antituberculoso que dirigía el eminente tisiólogo doctor Emiliano Eizaguirre, cuya labor se extendió a toda la provincia pues se crearon centros en Tolosa, Vergara y Azpeitia.

En 1934 se reconocieron en el Dispensario de San Sebastián a 6.000 escolares pertenecientes a las escuelas públicas, Instituto y Escuela de Artes y Oficios. La Caja de Ahorros Provincial encomendó al Dispensario el reconocimiento de 887 niños que habían solicitado su ingreso en las colonias escolares. El sistemático reconocimiento de los familiares de los enfermos que acudían a las consultas sirvió para diagnosticar los casos de contaminados, aislar al enfermo contagiante, vigilar a los familiares sospechosos, ingresar algunos hijos suyos en el servicio de primoinfecciones del hospital y vacunar a los no contagiados. Este servicio resultó tan eficaz que el peligro de contagio de los enfermos quedó prácticamente anulado.

FOTO 21 Sala de Enfermería con un espirómetro de aquella época y la bala de oxígeno. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950

Los enfermos que acudieron a consulta en 1934 fueron 2.500 y cuando se creó este servicio en 1930 sólo eran 500. En este mismo año 1934 se comenzó con la campaña de vacunación en San Sebastián, siendo vacunados 6.000 niños. En 33 años en Guipúzcoa disminuyó la mortalidad por tuberculosis en 58 % y en el conjunto de España en el 40 %. La labor realizada por radioscopias, inyecciones, análisis, vacunaciones y labores sociales fue enorme.

En 1901 en San Sebastián, con una población de 38.887 habitantes la mortalidad por tuberculosis fue de 1.566 personas, lo que daba un promedio de 40,27 por 1.000. En 33 años había disminuido la mortalidad por tuberculosis en el 63,76 %. En Guipúzcoa, en 1933, con una población de 311.146 habitantes, fallecieron 374 personas por tuberculosis, dando un porcentaje de 1,20 por 1.000. Guipúzcoa era en 1901 la primera provincia de España en mortalidad por tuberculosis y en 1934 ocupaba el décimo lugar.

Estos datos figuraban en la memoria que en 1934 publicó el Dispensario Antituberculoso de San Sebastián. Cifras que son ya sólo para el recuerdo.

El Antiguo “Sanatorio Antituberculoso de las Enfermedades del Tórax Amara”, que comprendía los edificios donde hoy está la Universidad de Enfermería y Medicina y el antiguo Hospital de Amara de San Sebastián hoy Edificio Amara del Hospital Donostia, en él ya no quedan los recuerdos de un tiempo pasado, ya no está la Cruz de Lorena que estaba insertada junto a su blasón en el arco de entrada de dicho edificio. Cuando se incorporó al Hospital Donostia se pintó todo él de blanco, perdiendo sus cruces antiguas de haber pertenecido al Patronato Nacional Antituberculoso (PNA).

FOTO 22 Sala de Enfermería para curas y donde también se ponían las vacunas y la tuberculina. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950

Hoy en día se denomina Centro de Salud Amara–Centro, perteneciente a la OSI Donostialdea. Como Directora de Enfermería de la OSI Donostialdea, Doña Carmen Rodríguez Ramírez. En el Centro está como Supervisora de Enfermería Lourdes Arrieta Tapia y como jefe de unidad Gerardo Bereau Arizmendi. En este centro de salud trabajan 11 enfermeras, 11 médicos de familia y 1 pediatra, 5 auxiliares administrativas y personal de servicios.

Fotos
Fotos Cedidas por María del Coro Picabea Urquía
Fotos Cedidas por María Luisa Ayestarán
Archivo personal Manuel Solórzano
Archivo Museo San Telmo
Fototeka Kutxa
Foto 4: La Navidad y la Montaña Mágica de José Vicente Carmona. 26 de diciembre de 2015

Bibliografía
1.- Cartilla Antituberculosa. Causas del contagio de la tuberculosis y medios de evitarlo. Por Emiliano Eizaguirre, doctor en Medicina. Campaña antituberculosa patrocinada por la Excelentísima Diputación Provincial de Guipúzcoa. San Sebastián. Imprenta de “La Voz de Guipúzcoa”. 1912
2.- La Tuberculosis. José María Urkia Etxabe. Cuadernos de Sección. Ciencias Médicas número 2. (1992) p. 139-153. ISBN: 84-86240-40-4. Donostia: Eusko Ikaskuntza
3.- La Cruz de Lorena y el Dispensario Antituberculoso de la calle Prim de San Sebastián. Jesús Rubio Pilarte; Manuel Solórzano Sánchez. Publicado el martes día 20 de Septiembre de 2011

FOTO 23 Camión Unidad Médica móvil del Dispensario Central Antituberculoso Autoestación Fotorradioscópica de la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa. PNA. José María Aristrain. Realizaba el recorrido por los pueblos de Gipuzkoa

AGRADECIMIENTOS
Ion Urrestarazu Parada
Esteban Durán León
Anna Arregui Barahona
Carlos Altolaguirre
María del Coro Picabea Urquía
María Luisa Ayestarán
Colegio de Médicos
Dr. José María Urkia Etxabe
Francisco Javier Labayen Berdonces
Diario Vasco de San Sebastián
Museo San Telmo de San Sebastián
Raúl Expósito González
Fototeca Kutxa

FOTO 24 Enfermeras del Dispensario Antituberculoso de San Sebastián. Con su uniforme blanco, la capa azul oscuro y se puede ver bordada en rojo la “Cruz de Lorena”. En navidades con el Obispo de San Sebastián Font Andreu. Año 1959. En la parte posterior de la foto hay un sello de tinta que pone: “Marin, fotógrafo. Garibay, 24. San Sebastián”. Foto cedida por la enfermera María Luisa Ayestarán

Autor:
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Osakidetza, Hospital Universitario Donostia, Gipuzkoa
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019

2 comentarios:

Marielo Espina Eizaguirre dijo...

Gracias por hacer publico el trabajo que desempeño mi abuelo materno, el doctor Emiliano Eizaguirre. En su vida familiar fue para sus numerosos nietos igual de maravillo.

Vale dijo...

Que buen articulo, estoy empezando este curso en farmacia, con el cual creo que me podre capacitar para realizar tareas de asistencia en la dispensación de productos farmacéuticos.