DISPENSARIO DE LA
CALLE PRIM DE SAN SEBASTIÁN Nº 61
CENTRO DE SALUD AMARA CENTRO
La Cruz de Lorena en San
Sebastián se encuentra en la calle Prim nº 61 en el antiguo Dispensario
Antituberculoso. En su parte delantera el blasón o escudo de piedra está
deteriorado por el paso de los años, en su parte posterior del edificio en el
Paseo del Árbol de Gernika, se encuentra en perfecto estado el blasón con la
Cruz de Lorena, escudo y símbolo contra la tuberculosis.
FOTO 1 Cruz de Lorena. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº
61. San Sebastián (Parte posterior, Paseo del Árbol de Gernika)
Símbolo de la Cruz
de Lorena
En el IV
Congreso Internacional de la Tuberculosis, celebrado en Berlín en el año 1902, Gilbert Sersiron, secretario general de
la Federación de Asociaciones Francesas contra la Tuberculosis, propuso adoptar
la Cruz de Lorena de doble barra
como insignia internacional de la lucha contra la tuberculosis. Esta es la cruz
de Godofredo de Bouillon, príncipe
de Lorena, que la puso en su estandarte al conquistar Jerusalén en el año 1099,
convirtiéndose en el símbolo de las cruzadas, y de ahí su sentido como emblema
de la cruzada internacional contra la tuberculosis.
El Consejo de la Unidad Internacional
Contra la Tuberculosis
(UICT) recomendó, en el Congreso Internacional de Roma de 1928, adoptar como
símbolo de la lucha mundial antituberculosa la Cruz de Lorena de doble barra.
FOTO 2 Centro de Salud
Amara–Centro. Antiguo Dispensario
Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián (Parte posterior, Paseo del
Árbol de Gernika)
La Lucha contra la tuberculosis o peste blanca
La tuberculosis era la plaga más terrible que sufre el género humano,
azote del que no se libra ningún país, que no respeta edades, ni clase social
alguna y la más mortífera de cuantas enfermedades contagiosas existen, es
motivada por un microbio que lo descubrió Koch y que por eso lleva su nombre, y
es de tal modo contagiosa que supera al cólera, viruela y otras enfermedades
tan temidas por el género humano (1).
La única causa de esta enfermedad es el bacilo de
Koch; este bichito mil veces menor que la cabeza de un pequeño alfiler, lo
contienen todos los tuberculosos y ellos son los que con sus esputos, con el
pus de sus úlceras, con sus deposiciones, contagian a los individuos sanos,
pues es tan enorme el número de microbios tuberculosos que contienen esas
materias que es difícil librarse del contagio si previamente no son destruidas
(1).
“El mal romántico”
A principios del siglo XIX se elabora una concepción e esta
enfermedad impregnada del romanticismo entonces dominante. El XIX es la época
de la tisis (2).
La tisis o tuberculosis; se pensaba entonces que era una
enfermedad hereditaria, que se cebaba sobre todo en los ricos, los jóvenes, las
mujeres, los seres frágiles, que son consumidos por las “pasiones tristes” de las
que habla Laennec. Es una afección que se confunde con un mal existencial. Es
una enfermedad de moda que gusta por representar una belleza etérea, una
palidez y una transparencia. También se está fascinado por la pasión que la
devora. Esta pasión se expresa en el amor ardiente, en la sensibilidad
artística, el gusto por lo bello, por el arte y la creación literaria. La
fiebre no es más que la expresión orgánica de algo ardiente, genial, que se
manifiesta en la palidez del enfermo. La mirada brillante, los pómulos
sonrosados representan al tuberculoso que quema sus días. La tuberculosis es
también una forma de vida llena de lujo y de ociosidad. Es una enfermedad donde
“hay
mucho de dulzura”, escribe Kafka a Milena hacia 1920.
A principios del siglo pasado la enfermedad se vive en la familia,
el tuberculoso pasa sus días en la intimidad de su habitación, en secreto,
protegido por su familia. También hay otra forma opuesta de vivirla, es la
utopía del viaje salvador, el viaje de aventuras, privilegio de un condenado.
Después la enfermedad tendrá otro escenario: el sanatorio.
FOTO 3 Sellos de correos en pro de los Tuberculosos Pobres
Los primeros se crearon en Silesia a mediados del siglo pasado, y
Thomas Mann nos ha descrito uno de ellos, inmortalizado en las páginas de su
obra “La montaña mágica”. Frente a
esta historia del tuberculoso está la historia de los médicos ilustres como:
Fracastoro, Bayle, Delsaut, Laennec, Villemin, Koch, y Calmette, que se
ocuparon de este problema (2).
Fueron precisando la descripción de la enfermedad y se acercaron a
su etiología, que culminó con el descubrimiento del bacilo de Koch en 1882.
Pero la terapéutica no avanzó demasiado. En pleno siglo XX la cura dietético - higiénica
y los sanatorios eran las únicas armas. Se puede añadir la utilización de las
sales de oro y la toracoplastia. Recordamos los tratamientos con aceite de
hígado de bacalao e incluso se llegaban a utilizar remedios tan pintorescos como
comer limacos crudos. Habrá que esperar cinco duros años, a la llegada de los
antibióticos, para que las curvas de mortalidad desciendan definitivamente.
Sin embargo, a lo largo del siglo XIX, antes incluso del
descubrimiento del bacilo de Koch y de toda intervención médica eficaz, la
enfermedad había comenzado a disminuir de forma espontánea. Pero los
contemporáneos no tuvieron conciencia de ello: “la mitad de Europa tiene los pulmones más o menos defectuosos”,
afirma Kafka. Al comenzar nuestro
siglo, cuando otras enfermedades infecciosas están siendo dominadas, es el
momento en que el terror por la tuberculosis es más grande. Precisamente en
esta época aparece la tuberculosis como una enfermedad, mejor, como una plaga
social que ya nada tiene que ver con la visión romántica, y la sociedad le “declara
la guerra a la tuberculosis” (2).
FOTO 4 “La montaña Mágica” fue publicada en 1924 por el
escritor alemán Thomas Mann. Está inspirada en la experiencia que tuvo Mann
tras la visita al Sanatorio Antituberculoso Wald de Davos
“El proletario, sembrador de bacilos”
Se constata que la tuberculosis no es una enfermedad de ricos,
sino una enfermedad de la clase obrera. Los microbios se reproducen en las
barracas, en los lugares sin aire y sin sol, y también, se piensa, por los
hábitos detestables de las clases populares. Se le asocia a la falta de
higiene, a la pobreza, al alcoholismo, pero también a los salarios insuficientes
y a la explotación en el trabajo. Es la enfermedad de la miseria, del trabajo
extenuante y del hambre.
A lo largo del siglo XIX la tuberculosis pasó con una doble y
opuesta valoración; primero, la pasión, la ociosidad, el lujo del sanatorio y
una vida aparte buscando la felicidad. Por otro lado, estaba el bacilo, las
chabolas sin aire y sin sol, mala alimentación y escasa, además del agotamiento
que se termina por una atroz agonía. Son, pues, dos discursos diferentes:
exaltación del tísico y rechazo del portador de gérmenes (2).
El Problema Social de la
Tuberculosis en el País Vasco
No hay duda que en el siglo XIX y primer tercio del siglo XX, fue
la tuberculosis la enfermedad endémica con mayor incidencia social y a la que
se respondió, con campañas de divulgación de consejos de fácil cumplimiento,
creando centros asistenciales especializados, como el fundado por el Dr. Francisco Ledo, en Bilbao, Sanatorios y
Clínicas privadas para estos enfermos, y desarrollando una labor médica eficaz,
destacando la figura del tisiólogo donostiarra, Dr. Emiliano Eizaguirre.
El Dr. Victoriano Juaristi
hizo el año 1920 una relación de las instituciones que se crearon para luchar
contra la tuberculosis, considerando a Guipúzcoa la provincia más afectada. Gregorio Múgica, en 1913, amplió la
referencia a la totalidad del País Vasco. Desde luego, el problema sanitario
que planteaba la tuberculosis en esas fechas era de gran impacto; sobre todo
las referidas a Guipúzcoa y Vizcaya, indicaban que eran de las provincias más
castigadas y con mayor tasa de mortalidad.
FOTO 5 Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San
Sebastián
Por aquellas fechas, la tuberculosis pulmonar se declaraba en uno de
cada seis o siete certificados médicos de defunción; estos documentos se
falseaban, siendo frecuente el hecho, y no hay duda de que la proporción sería
más elevada, ya que la tuberculosis se ocultaba como un mal vergonzante, una
tara hereditaria, pues la “Tisis”,
como se la conocía en esa época, se asociaba al alcoholismo, abusos sexuales,
promiscuidad, pobreza y otras lacras sociales.
Los médicos que certifican dichas muertes, dudaban primero del
secreto y confidencialidad que se daban a esos certificados, y dadas las connotaciones
negativas que rodeaban a la enfermedad, evitaban causar un gran daño a la
familia y certificaban que había fallecido de causa natural o se limitaban a
consignar un diagnóstico difuso y poco claro.
En un informe que remite el Dr. Luis Alzúa a la Junta del Patronato contra la Tuberculosis de
Gipuzkoa, en 1914, se dice que el 13,10 % de las defunciones de Guipúzcoa eran
producidas por la tuberculosis, cifra superada por Vizcaya con un 13,70 %,
siendo ambas provincias las de mayor mortalidad de todo el Estado, y las de
menor serían Huesca y Lérida con un 5,26 y 5,39 %, según datos ofrecidos por el
Dr. Malo de Poveda, que era
secretario general de la Comisión.
FOTO 6 Memoria y trabajos de los Sanatorios Antituberculosos de
Palencia y Santa Cruz de Tenerife
La mayoría de las defunciones correspondían a la tuberculosis. El
número de defunciones que causaban otras enfermedades infecto-contagiosas, como
la viruela, la tifoidea, la escarlatina, la difteria, el sarampión y el
coqueluche eran mucho menores.
Un problema de tal magnitud superaba el campo clínico y entraba en
un ámbito social y político. Los médicos y las Academias de Medicina serán las
primeras voces de alarma que tratan de concienciar a las autoridades civiles y
sanitarias y a la población, de la gravedad del problema y proponen las medidas
de la lucha antituberculosa. Hoy llama la atención que la lucha contra la
tuberculosis no se considerase una obligación social del Estado, sino una obra
de beneficencia particular en la que el Estado ejercía un papel tutelar.
FOTO 7 Enfermera poniendo una vacuna al niño. Lucha
Antituberculosa, 1954
En 1914 el Dr. Luis Alzúa se expresa ante la Junta del Patronato
contra la Tuberculosis así: pidiendo se construyan sanatorios en la provincia
de Guipúzcoa. “Los tísicos guipuzcoanos
se ven privados del más poderoso elemento de defensa contra esa plaga,
desapareciendo prematura y paulatinamente del suelo que les vio nacer,
despoblando valles, pueblos y montañas, dejando un vacío imposible de llenar,
ocasionando una pérdida de riqueza incalculable y dejando como secuela natural
una semilla raquítica que al seguir las huellas de sus progenitores, ha de
caminar rápidamente a que desaparezca esa hermosa raza con caracteres físicos
propios, con una lengua exclusivamente suya y una historia gloriosa que data de
los tiempos más remotos; quedará a la posteridad solamente como recuerdo de lo
que fue en sus antiguos esplendores”.
En otro momento de su expresión el Dr. Luis Alzúa, refiriéndose a
la capital guipuzcoana como: “ciudad
modelo por sus servicios higiénicos”, en donde “se ha desterrado la viruela y hecho desaparecer las fiebres eruptivas
en gran proporción, la tuberculosis reina en absoluto en San Sebastián, a
despecho de nuestra higiene y de nuestros servicios sanitarios; y es que la
higiene tiene poco poder contra la miseria, nada puede contra el alcoholismo
que la provoca en gran parte, preparando entre ambos el terreno a esa plaga,
consumiendo el jornal del obrero, que por economizar algo, economiza lo que
menos debiera, esto es, el aire puro necesario a la vida, del cual se ve
privado por el hacinamiento que una renta modesta amontona juntos al sano y al
enfermo en esa horrible promiscuidad de seres, de la cual sale tan mal parada
lo moral y lo físico del individuo”.
FOTO 8 El 21 de diciembre de
1912, día de Santo Tomás en Donostia - San Sebastián, volvió a compaginar dos
actividades como núcleo fundamental de la jornada. Por un lado la tradicional
feria en la plaza Constitución y por otro, la cuestación, a la que se le daba
gran importancia y cobertura mediática, a favor del Sanatorio Antituberculoso
El Dr. Alzúa, refiriéndose a las autoridades municipales y
provinciales de Gipuzkoa, dirá “que los
tísicos no nos asustan ni nos preocupan, cuando un varioloso, un tífico y un
diftérico nos hacen salir de nuestras casillas haciéndonos tomar precauciones a
veces irrisorias, ¡por algo le llaman a esta enfermedad la peste blanca!”.
El Dr. Alzúa, en 1913, pide “una
campaña vigorosa por parte de las autoridades para la creación de Dispensarios,
construcción de Casas de Obreros, preocuparse de educar a la infancia
estableciendo Cantinas Escolares y Colonias de Vacaciones” que sirvan al
objeto de fortalecer nuestra juventud preparándola para la ruda labor de
ganarse el sustento y añade: “El hecho
tangible de la existencia extraordinaria de tuberculosos que arrastran una vida
lánguida y siembran la enfermedad, tal vez por ignorancia, es la más poderosa
de las razones que abogan por la necesidad apremiante de la construcción de un
Sanatorio para tísicos” (2).
FOTO 9 II Congreso Español
Internacional de la Tuberculosis, 1912
Donostia – San Sebastián
En San Sebastián, coincidiendo
con la celebración del II Congreso Español Internacional de la Tuberculosis, Alfonso XIII inauguró el 15 de
septiembre de 1912 el Sanatorio de
Nuestra Señora de las Mercedes, muy cerca de la ermita de la Virgen de Uba,
en Ametzagaña, en lo que es hoy el barrio de Loiola (3).
Para mentalizar a la gente sobre el problema, los doctores
Emiliano Eizaguirre y Manuel Zaragüeta diseñaron la cartilla
antituberculosa e iniciaron una gran Campaña Antituberculosa, campaña que se
cristalizó primero con la redacción de la “Cartilla Antituberculosa”, con
objeto de mentalizar al pueblo y redactada en términos concisos y llanos, que
se distribuyó por toda la provincia de Guipúzcoa y con la ayuda del Obispo que
recomendó a todos los párrocos que a través de las iglesias y de sus púlpitos
aconsejaran a sus feligreses para que la pusieran en práctica, además se
unieron los maestros y la prensa. La prensa ayudó a esta labor y La Voz de
Guipúzcoa la publicó íntegra en sus páginas. Asimismo, dieron
conferencias en Centros Católicos, Sociedades Obreras, Centros Religiosos,
Ateneos, Colegios etc., tratando de concienciar al pueblo guipuzcoano. Esta
campaña estuvo patrocinada por la Diputación Foral de Gipuzkoa. En 1930 se
comenzó con la vacunación en San Sebastián. En 1934 habían sido vacunados 6.000
niños. La cartilla antituberculosa “que daba cuenta de las causas del contagio
y de los medios para evitarlo” estaba escrita en términos claros y sencillos,
pues el objetivo era que llegara a toda la población. Se hizo una tirada de
10.000 ejemplares que se repartieron por toda Gipuzkoa; además la leyeron los
párrocos en todas las iglesias de Guipúzcoa (1).
FOTO 10 Primer sello calcográfico
de Bélgica incidido por Jean De Bast se emitió en 1926, serie del rey Alberto I y la
duquesa Isabel Gabriela Valeria María de Baviera con el nombre de reina Isabel
de los Belgas, el diseño adoptado y grabado por De Bast, cuajó en esta emisión de dos valores sobretasada a favor
de la lucha contra la tuberculosis
En San Sebastián el primer
Dispensario Antituberculoso se inauguró el día 11 de marzo de 1913 en una sala
del Hospital San Antonio Abad a cargo del médico Emiliano Eizaguirre, que luchó denodadamente hasta conseguir su fundación.
Según la memoria de 1919, publicada en Guipúzcoa
Médica, “todos los pacientes han mejorado notablemente, ganando en salud y
peso, algunos hasta nueve kilos y medio, gracias a la sobrealimentación, el
reposo y el aire puro oxigenado”.
En 1928 se
inauguró otro Dispensario en la calle San Bartolomé número 1, que desapareció
en la guerra Civil. Además de estos, el Dr. Emiliano Eizaguirre inauguró los de Eibar, Irún, Tolosa y en 1934,
los de Azpeitia y Vergara.
En 1928 se iniciaron las obras de
construcción del Sanatorio
Antituberculoso de Andazarrate en terrenos de Asteasu, que se inauguró el 1
de junio de 1933. Este nuevo centro sanitario se dedicó desde su creación a la
asistencia de hombres y contaba con servicio quirúrgico. Poco antes de la
inauguración se incorporan al centro 15 Hermanas
Mercedarias, que junto a 3 médicos, 2 practicantes internos, 10 personas de
servidumbre y 1 capellán, formaban la plantilla del sanatorio. Este sanatorio
fue posible gracias a la Diputación
Provincial de Guipúzcoa que se hizo cargo de toda la obra.
FOTO 11 Cartilla
Antituberculosa del Dr. Emiliano Eizaguirre. Cartel de la Lucha Antituberculosa de España.
Inaugurado en julio de 1934 en la calle Pí y Margall nº 6 de San Sebastián, hoy
calle Arrasate
Sin duda, la gran contribución del Dr. Emiliano Eizaguirre a la tisiología
española constituyó la utilización del recurso quirúrgico en la tuberculosis;
fue el pionero Sus grandes dotes de organizador se vieron palpables en las Jornadas
Médicas de San Sebastián de 1929; la capital donostiarra, en aquellos
días de septiembre, acogió a los clínicos más renombrados de España y algunos
del extranjero. La Revista Guipúzcoa
Médica, homenajeó al Dr. Eizaguirre reconociéndole el gran mérito y
éxito de la trascendencia de aquellas Jornadas.
Su afán por enseñar y
transmitir lo que sabía, hizo que su “Escuela
de Tisiología de San Sebastián” se colocara entre las primeras del país, a
la misma altura que la de Luis Sayé,
en Barcelona, o la de Verdes Montenegro
y Tapia, en Madrid. Y no sólo se limitó a enseñar en Congresos y conferencias
de alto vuelo, pues, verano tras verano recibía a todos los estudiantes que
quisieran aprender su especialidad o iniciarse en la auscultación
cardiopulmonar. Fue, pues de los pioneros en organizar cursos de verano, que se
realizaron durante 1929 a
1936.
En 1931, por falta de medios económicos, el sanatorio
fue transferido a la Junta
de Beneficencia, que lo vendió en 1942 al Patronato
Nacional Antituberculoso (PNA) por la cantidad de 536.884 pesetas.
En julio de 1934 se
inauguraba el Primer Dispensario Oficial Antituberculoso a nivel
Provincial, que había sido creado por oposición en la calle Pí y Margall nº 6
bajo, de San Sebastián con el número de teléfono 13722, que ganó el médico Salvador Bravo y tenía por compañeras de
trabajo a las enfermeras: Agueda Epelde,
Felisa Ortiz de Zárate y Pepita Bedialauneta.
FOTO 12 Centro
de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario
Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián (Parte posterior, Paseo del
Árbol de Gernika)
La calle primero se
llamaba calle Príncipe en 1886, al proclamarse la República en 1931 hasta
1937 se llamó calle Pí y Margall; a partir de 1937 se llamó calle Hermanos
Iturrino y a partir del 9 de julio de 1979 se llama como hoy en día
calle Arrasate.
En 1936 la Diputación de Gipuzkoa
nombra la Comisión de la “Lucha Antituberculosa” que recae en
los señores Quintín Altolaguirre, Irizar y Brunet.
El
Primer Dispensario que hubo, era privado, estaba ubicado en el jardín de la
casa donde vivía el médico Emiliano Eizaguirre, en la plaza del 13 de
septiembre en Gros (Hoy plaza de Euskadi). Allí tenía con el atendiendo el
centro a las enfermeras Consuelo y Agueda Acha, Pilar Merino y Felisa Ortiz
de Zárate, esto ocurría en el año 1937.
Dispensario
Antituberculoso de la Calle Prim nº 61
En
el año 1940 se crea el Dispensario
Antituberculoso de la calle Prim nº 61, siendo Director el médico Salvador Bravo Olalla y van con él las
enfermeras Pilar Merino y Felisa Ortiz de Zárate, siendo el
médico ayudante José Labayen Toledo.
FOTO
13 Al fondo se ve la puerta de entrada por la calle Prim nº 61. Sala de espera
que había nada más entrar en el Dispensario donde se sentaba la gente antes de
ser atendida. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº 61. San
Sebastián, 1948 - 1950
Nuestra ciudad, siempre en
vanguardia del progreso, cuenta desde hace cuatro meses (mayo 1948) con un
nuevo establecimiento dedicado a paliar los dolores y miserias fisiológicas de
la humanidad. Se trata de un Consultorio Clínico, instalado en la finca “Villa Luz” sita en el paseo del Maestro
Arbós, y de cuya inauguración y bendición, efectuadas el 25 de Septiembre de
1948, ya dio oportuna noticia la prensa diaria de su época. Este Consultorio es
un arma más al alcance de sus fundadores, los doctores Salvador Bravo y José
Labayen, en su laudable cruzada contra la tuberculosis y enfermedades del
corazón. Conocido del público y nunca suficientemente alabado este constante
batallar de hombres que, como los doctores Bravo y Labayen, han hecho de la
lucha antituberculosa la exclusiva finalidad de su vida; y pocos tan
autorizados como ambos, por su capacidad profesional, que les valió, antes de
ahora, la dirección y subdirección, respectivamente, del Dispensario
Antituberculoso de Guipúzcoa.
“Villa Luz”, interesa aclarar este concepto, no es una Clínica más
en el amplio sentido que se tiene de estos beneméritos establecimientos. En
“Villa Luz”, los doctores Bravo y Labayen han montado con todos los posibles
adelantos dentro de la especialidad, eso sí un Consultorio de carácter clínico
para atender e intervenir, exclusivamente todas las enfermedades comprendidas
bajo estos dos enunciados: Tisiología y Cardiología; es decir, pulmón y
corazón. Felicitamos a los doctores Bravo y Labayen por haber dotado a San
Sebastián de esta utilísima instalación, una de las primeras de su género en
España. Este último es padre del magnífico neumólogo Francisco Javier Labayen Berdonces.
FOTO 14 Sala de espera de la Consulta de Cardiología en la parte posterior
del edificio, sus ventanas daban al Paseo del Árbol de Gernika. Centro de Salud
Amara–Centro. Antiguo Dispensario
Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950
Según el periódico “Diario Vasco” de San Sebastián, en su
artículo del día 12 de julio de 1953, decía así: La Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa adquirirá
una moderna estación móvil de radiofotografía seriada y vacunación B.C.G. para
la lucha contra la tuberculosis, enfermedades cardiacas y despitaje del cáncer,
que permitirá realizar una labor de profilaxis contra dichas enfermedades en
toda la provincia de Guipúzcoa.
Este servicio será el
primero que se va a implantar en España y será llevado en su parte técnica por
el Dispensario Central Antituberculoso de San Sebastián que dirige el médico
Salvador Bravo Olalla. Su sostenimiento correrá a cargo de la Caja de Ahorros Provincial de
Guipúzcoa.
Estudiadas
diversas proposiciones de distintas casas y encomendando al consejero de la
referida Caja de Ahorros Miguel Sagardía
y el médico Bravo Olalla el informe sobre las mismas, se ha decidido la
adquisición del equipo móvil que presenta la central de material Hospitalario
Francés, de París, después de comprobar personalmente su buen funcionamiento y
absoluta garantía.
Esta
“Campaña
de la Erradicación de la Tuberculosis” empezó en el año 1964 terminando
en 1972.
FOTO 15 Cartel original de la Lucha
Antituberculosa de España. Cedida la imagen por el Museo de San Telmo de San
Sebastián. Gráficas Urezbea de Rentería (Gipuzkoa)
El
personal sanitario en el Dispensario antituberculoso de la Calle Prim de 1964 y
1974
El
año 1964, al crearse la Campaña de la Erradicación de la Tuberculosis, llevada
por el médico Director Salvador Bravo
Olalla (1934 - 1973) y como subdirector José Labayen Toledo (fallecido en 1976), se incorporan a ella las
enfermeras Felisa Ortiz de Zárate, Esperanza González, Pilar Bastarrica y Mª Rosario Martín, haciendo desplazamientos diarios a toda la
provincia de Guipúzcoa; patrocinada dicha Campaña por la Caja de Ahorros Provincial de
Guipúzcoa, siendo su Director en dicha entidad el señor Santos Alegría y de la Diputación el
señor Murua.
El
director de la Campaña es el entonces Director del Dispensario Antituberculoso Salvador Bravo. Los desplazamientos a
empresas se hacían en los coches del P.M.M., vehículos donados por la Caja de
Ahorros Provincial, cuyo conductor era Antonio
Peñamaría, acompañado por 4 señoritas auxiliares: Mª Sol Ortiz, Arancha de
Pablos, Rita Martínez y Toya Insausti. También estuvo de
conductor a tiempo parcial y también trabajaba en una farmacia Miguel Martiarena.
FOTO
16 Consulta de Cardiología en la parte posterior del edificio, sus
ventanas daban al Paseo del Árbol de Gernika. Centro de Salud Amara–Centro.
Antiguo Dispensario Antituberculoso
calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950
Al
empezar la Campaña y tener que desplazarse las enfermeras Pili Bastarrica y Charo
Martín, se incorporan a la consulta de Cardiología, Mª Dolores Aguilar, Gloria
Aymerich y a Radiología Irene
Fernández Matamoros y Belén Dapena,
todas ellas Damas enfermeras y Damas auxiliares del ejército. Al causar
baja por traslado Belén Dapena, se incorpora una nueva auxiliar Isabel Ruiz Pérez, que va a Radiología.
La
coordinación de la Campaña Antituberculosa está a cargo del médico Luis Alzúa Mimendía y del médico de
Sanidad Militar Carlos Alberto Lacasa de
Claver. En el Servicio de Cardiología están Salvador Bravo, Enrique
Pérez Ruiz y Javier Lasheras Garde.
En el Servicio de Neumología y Radiología están el médico José Labayen Toledo, que era el subdirector (no podía ser director,
por no ser militar), el médico Joaquín
Olondris Adúriz y los dos
neumólogos de la coordinación de la campaña.
FOTO
17 Sala de pruebas. Electrocardiógrafo
con sus cables y el aparato de registro para realizar electrocardiograma. Centro
de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario
Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950
El
director Salvador Bravo, hacía dos
desplazamientos semanales a los Dispensarios de Vergara y Mondragón, así hasta
finalizar la Campaña de Erradicación de la Tuberculosis en el año 1972. Al
cerrar el Dispensario de Tolosa, se incorpora la enfermera Tomasita Bravo al dispensario, (esta enfermera al incorporarse lo
hace en el turno de tarde que esta desde el año 1960 hasta el año 1973 que pasa
al turno de la mañana jubilándose en 1982, incorporándose a su plaza la
enfermera Mª Luisa Ayestarán.
Al
finalizar la Campaña
se incorpora la plantilla al servicio del Dispensario: En Cardiología: los
médicos Salvador Bravo, Enrique Pérez Ruiz y Javier Lasheras y como colaboradores
voluntarios los médicos Ignacio
Eizaguirre, Pablo Recondo Ponte
y Goena. En Neumología: Los médicos José Labayen, Joaquín Olondris, Luis Alzúa
y Carlos Lacasa y se incorpora
voluntario y colaborador el José Miguel
Otaegui.
En
Radiología, están José Miguel Otaegui, Joaquín Olondris y el técnico de Rayos X
y fotoseriación Carlos Altolaguirre
Castellón. La consulta de Oftalmología la pasa Carlos Gansow. La de Dermatología y Venéreas Luis Ángel Fernández. Y la consulta de Otorrino la pasa el médico Cusí.
FOTO
18 Sala de Rayos X. Se ve un aparato de aquella época con su pantalla. Centro
de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario
Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950
A
estos servicios se unían las revisiones de todos los deportes de Guipúzcoa
(cicloturistas, pelotaris, remeros, subacuaticas, etc...). Revisiones para los
desplazamientos de las Colonias de Verano, que las llevaban Enrique Pérez Ruiz, Luis Alzúa, Gloria Aymerich y Mª Dolores
Aguilar. Estas revisiones se hacían por las tardes, durante los meses de abril
y mayo. (Por supuesto todos eran escolares).
También
se hacía control médico a los extranjeros que trabajan en la provincia
(Servicio de Extranjería), estos acudían al servicio de Fotoseriación. Las
revisiones de algunas empresas como: Kraff, Ramón Vizcaino, Bancos y Cajas de
Ahorros de Guipúzcoa, etc.
La
parte de secretaría, la llevaban en Fotoseriación Mª Teresa Zarranz y del Dispensario en general Carmen Oyón, Josefa
Bedialauneta y Carmen Portero.
En la recepción del Dispensario estaba el conserje Francisco Montesinos, y de encargado del garaje y chofer estaba Jacinto Miñano.
Al
jubilarse Salvador Bravo el 1 de octubre
de 1973, nombran Director al médico Rafael
Bartolomé Martínez de la Pera, hasta su jubilación el 13 de julio de 1980 y
subdirector a Joaquín Olondris Adúriz.
El 4 de agosto de 1980 es nombrado Director Enrique Pérez Ruiz y como subdirector a Javier Lasheras Garde, cargos que desempeñan hasta el traslado al
Hospital de Amara el 1 de septiembre de 1984.
FOTO
19 Enfermeras vacunando y atendiendo en la camilla a unas niñas. Centro
de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario
Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1949. Foto cedida por la
enfermera María Luisa Ayestarán
Al
Hospital de Amara suben en
septiembre de 1984 el director Enrique Pérez Ruiz y Luis Alzúa, ya que los
demás, unos se habían jubilado como Joaquín Olondris, Pepita Bedialauneta y
Carmen Portero, y otros piden excedencia. El resto del personal se incorpora en
diferentes servicios del Hospital de Amara, como: Carmen Oyón, Esperanza
González, Pili Bastarrica, Irene Fernández Matamoros (que cesa en el hospital
en el año 1986), Mª Luisa Ayestarán, Carlos Altolaguirre, Toya Insausti y Mª
Dolores Aguilar.
José Antonio Angulo, siendo
practicante en Bilbao, le trasladan a Sanidad en la Avenida de Navarra, pero
con plaza en el Dispensario; se incorpora a su plaza en el dispensario cuando
les trasladan a los trabajadores al Hospital de Amara. Al poco tiempo (3 meses)
pide excedencia y pasa como practicante en el ambulatorio de Nuestra Señora del
Coro. Hace la especialidad de Podología y monta su propia consulta de podología
en la Avenida de Francia.
Enfermeras que han
trabajado en el dispensario: Pepita Bedialauneta, Carmen Portero, Felisa Ortiz
de Zárate, Carmen Oyón Latienda, Mª Teresa Zarranz, Charo Martín Sánchez,
Esperanza González, Pili Bastarrica Aguirre, Mª Luisa Ayestarán y Tomasita
Bravo Ramos (El 4 de junio de 1952 es nombrada Enfermera Interina de este
Patronato con Destino en la Consulta de Tisiología del Dispensario Comarcal
de Tolosa. (Centro Secundario de Higiene Rural de Tolosa). El 5 de agosto
de 1954, le nombran Enfermera Instructora destinada al Sanatorio
Antituberculoso de Santa Marina (Vizcaya).
FOTO
20 Sala de espera de la Sala de
Rayos X. A la derecha se ven las puertas de las cabinas a las que entraba la
gente para quitarse la ropa y por la otra puerta entraban en la sala anterior.
Sala de Rayos X, con otro aparato para escopias. Sala de Enfermería con un
aparato de esterilización. Centro de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario Antituberculoso calle Prim nº
61. San Sebastián, 1949. Fotos cedidas por la enfermera María Luisa Ayestarán y
por María del Coro Picabea Urquía
Auxiliares que han
trabajado en el Dispensario Antituberculoso: Irene Fernández Matamoros, Mª
Dolores Aguilar Pérez, Belén Dapena,
Gloria Aymerich San Román, Isabel Ruiz Pérez, Arancha De Pablos, Toya
Insausti Sansinenea, Mª Sol Ortiz
y Rita Martínez.
Diario Vasco del 4 de
marzo de 1995
Según el periódico “Diario Vasco”
de San Sebastián, en su artículo del sábado día 4 de marzo de 1995 decía así
hablando del Dispensario de la Calle Prim: Si hoy es el sida la enfermedad que más
preocupa a las gentes y la que cada vez causa más víctimas, hace años era la
tuberculosis. Se la combatía con todos los medios que la ciencia había puesto
en manos de los hombres, pero seguía atacando a muchos. En San Sebastián se
creó en 1930 el Dispensario Antituberculoso que dirigía el eminente tisiólogo
doctor Emiliano Eizaguirre, cuya labor se extendió a toda la provincia pues se
crearon centros en Tolosa, Vergara y Azpeitia.
En
1934 se reconocieron en el Dispensario de San Sebastián a 6.000 escolares
pertenecientes a las escuelas públicas, Instituto y Escuela de Artes y Oficios.
La Caja de
Ahorros Provincial encomendó al Dispensario el reconocimiento de 887 niños que
habían solicitado su ingreso en las colonias escolares. El sistemático
reconocimiento de los familiares de los enfermos que acudían a las consultas
sirvió para diagnosticar los casos de contaminados, aislar al enfermo
contagiante, vigilar a los familiares sospechosos, ingresar algunos hijos suyos
en el servicio de primoinfecciones del hospital y vacunar a los no contagiados.
Este servicio resultó tan eficaz que el peligro de contagio de los enfermos
quedó prácticamente anulado.
FOTO
21 Sala de Enfermería con un
espirómetro de aquella época y la bala de oxígeno. Centro de Salud
Amara–Centro. Antiguo Dispensario
Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950
Los
enfermos que acudieron a consulta en 1934 fueron 2.500 y cuando se creó este
servicio en 1930 sólo eran 500. En este mismo año 1934 se comenzó con la
campaña de vacunación en San Sebastián, siendo vacunados 6.000 niños. En 33
años en Guipúzcoa disminuyó la mortalidad por tuberculosis en 58 % y en el
conjunto de España en el 40 %. La labor realizada por radioscopias,
inyecciones, análisis, vacunaciones y labores sociales fue enorme.
En
1901 en San Sebastián, con una población de 38.887 habitantes la mortalidad por
tuberculosis fue de 1.566 personas, lo que daba un promedio de 40,27 por 1.000.
En 33 años había disminuido la mortalidad por tuberculosis en el 63,76 %. En
Guipúzcoa, en 1933, con una población de 311.146 habitantes, fallecieron 374
personas por tuberculosis, dando un porcentaje de 1,20 por 1.000. Guipúzcoa era
en 1901 la primera provincia de España en mortalidad por tuberculosis y en 1934
ocupaba el décimo lugar.
Estos
datos figuraban en la memoria que en 1934 publicó el Dispensario
Antituberculoso de San Sebastián. Cifras que son ya sólo para el recuerdo.
El Antiguo “Sanatorio Antituberculoso de las Enfermedades del Tórax Amara”, que
comprendía los edificios donde hoy está la Universidad
de Enfermería y Medicina y el antiguo Hospital de Amara de San Sebastián hoy Edificio
Amara del Hospital Donostia, en él ya no quedan los recuerdos de un tiempo
pasado, ya no está la Cruz de Lorena que estaba insertada junto a su blasón en
el arco de entrada de dicho edificio. Cuando se incorporó al Hospital Donostia se pintó todo él de
blanco, perdiendo sus cruces antiguas de haber pertenecido al Patronato
Nacional Antituberculoso (PNA).
FOTO 22 Sala de
Enfermería para curas y donde también se ponían las vacunas y la tuberculina. Centro
de Salud Amara–Centro. Antiguo Dispensario
Antituberculoso calle Prim nº 61. San Sebastián, 1948 - 1950
Hoy en día se denomina Centro de Salud Amara–Centro,
perteneciente a la OSI Donostialdea. Como Directora de Enfermería de la OSI
Donostialdea, Doña Carmen Rodríguez
Ramírez. En el Centro está como Supervisora de Enfermería Lourdes Arrieta Tapia y como jefe de
unidad Gerardo Bereau Arizmendi. En
este centro de salud trabajan 11 enfermeras, 11 médicos de familia y 1 pediatra,
5 auxiliares administrativas y personal de servicios.
Fotos
Fotos Cedidas
por María del Coro Picabea Urquía
Fotos Cedidas por María Luisa Ayestarán
Archivo personal Manuel Solórzano
Archivo Museo San Telmo
Fototeka Kutxa
Foto 4: La Navidad y la Montaña
Mágica de José Vicente Carmona. 26 de diciembre de 2015
Bibliografía
1.- Cartilla
Antituberculosa. Causas del contagio de la tuberculosis y medios de evitarlo.
Por Emiliano Eizaguirre, doctor en Medicina. Campaña antituberculosa
patrocinada por la Excelentísima Diputación Provincial de Guipúzcoa. San
Sebastián. Imprenta de “La Voz de Guipúzcoa”. 1912
2.- La Tuberculosis. José María
Urkia Etxabe. Cuadernos de Sección. Ciencias Médicas número 2. (1992) p.
139-153. ISBN: 84-86240-40-4. Donostia: Eusko Ikaskuntza
3.- La Cruz de Lorena y el
Dispensario Antituberculoso de la calle Prim de San Sebastián. Jesús Rubio
Pilarte; Manuel Solórzano Sánchez. Publicado el martes día 20 de Septiembre de
2011
FOTO 23 Camión Unidad Médica
móvil del Dispensario
Central Antituberculoso Autoestación Fotorradioscópica de la Caja de Ahorros
Provincial de Guipúzcoa. PNA. José María Aristrain. Realizaba el recorrido por
los pueblos de Gipuzkoa
AGRADECIMIENTOS
Ion Urrestarazu Parada
Esteban Durán León
Anna Arregui Barahona
Carlos Altolaguirre
María del Coro Picabea Urquía
María Luisa Ayestarán
Colegio de Médicos
Dr. José María Urkia Etxabe
Francisco Javier Labayen Berdonces
Diario Vasco de San Sebastián
Museo San Telmo de San Sebastián
Raúl Expósito González
Fototeca Kutxa
FOTO 24 Enfermeras del
Dispensario Antituberculoso de San Sebastián. Con su uniforme blanco, la capa
azul oscuro y se puede ver bordada en rojo la “Cruz de Lorena”. En navidades
con el Obispo de San Sebastián Font Andreu. Año 1959. En la parte posterior de
la foto hay un sello de tinta que pone: “Marin, fotógrafo. Garibay, 24. San
Sebastián”. Foto cedida por la
enfermera María Luisa Ayestarán
Autor:
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en
Enfermería. Osakidetza, Hospital Universitario Donostia, Gipuzkoa
Insignia
de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de
Enfermería Avanza
Miembro de Eusko
Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la
Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la
Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro no
numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico
de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia –
Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia
de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019
2 comentarios:
Gracias por hacer publico el trabajo que desempeño mi abuelo materno, el doctor Emiliano Eizaguirre. En su vida familiar fue para sus numerosos nietos igual de maravillo.
Que buen articulo, estoy empezando este curso en farmacia, con el cual creo que me podre capacitar para realizar tareas de asistencia en la dispensación de productos farmacéuticos.
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