ESCUELA DE DAMAS ENFERMERAS DE LA CRUZ ROJA DE
SAN SEBASTIÁN
S. M. Doña María Cristina y la Cruz Roja de San
Sebastián
En 1917 se
dan dos cursos de Damas Enfermeras de la Cruz Roja en San Sebastián, En la
Villa María Cristina, que la reina vinculó al nuevo hospital
FOTO 1 Villa María Cristina en la
calle Matia. Escuela de Damas Enfermeras de San Sebastián 1917
El
hospital de la Cruz Roja se instaló en villa María Cristina, en la calle Matia,
en 1917. El centenario se celebró en 2017, porque en 1917 se
ofrecieron dos cursos de Damas Enfermeras de la Cruz Roja en San
Sebastián, una sección que presidió la reina María Cristina y
la circunstancia se vincula al nuevo hospital de la Cruz Roja. En 1917 la reina
modifica los estatutos de la Cruz Roja española y crea la sección de Señoras
independiente de la de Caballeros. Se ultiman los preparativos para que “Villa María Cristina” se convierta en Hospital
Dispensario dirigido por el doctor Egaña. Aquel Hospital de la Cruz
Roja es, desde 2003, un centro sociosanitario que ofrece 73
plazas concertadas con la Diputación de Gipuzkoa.
LAS DAMAS ENFERMERAS
Las Escuelas de
Damas Enfermeras están ligadas al hospital de la Cruz Roja y al Dispensario
Médico de Santa Isabel. Gratuito para los pobres de San Sebastián. «En 1909,
durante la interminable guerra de Marruecos, ocurrió el episodio del
Gurugú», relata el médico Enrique Samaniego en su libro “La
Cruz Roja: memoria y paz”, escrito con motivo del 150 aniversario de la
institución celebrado en 2013 (1).
FOTO 2 S. M. la
Reina Victoria Eugenia, Presidenta Honoraria de las Damas Enfermeras de la Cruz
Roja Española, con el uniforme de la Benéfica Institución, que tan humanitarios
servicios está prestando a la Sociedad. Revista Mundo Gráfico Año 1, número 1,
de 2 de noviembre de 1911
«Un grupo de
damas donostiarras estaban sensibilizadas para actuar como enfermeras en ayuda
de la sanidad militar, pero carecían de formación. Se pensó en aprovechar la
oportunidad para reunirlas, adiestrarlas y formarlas creando un grupo de
enfermeras voluntarias de Cruz Roja como ya existían en ciudades allende la
frontera».
El 11 de junio
de 1910, en la calle Larramendi número 25 de San Sebastián, los doctores
franceses que ejercían en San Sebastián como el doctor Charles Vic,
junto con los doctores Michel Leremboure, cirujano y el oftalmólogo Augusto Harriet,
médicos franceses con consulta en San Sebastián, fundaron el Dispensario
Médico de caridad de Santa Isabel, donde se estableció una escuela de
formación de Damas Enfermeras. «Acudían a los cursos señoritas y damas de la
alta sociedad donostiarra», junto a los también médicos franceses el
oftalmólogo Esteban Durruty y el odontólogo Pedro Harriet, hermano de Augusto
(2).
FOTO 3 S. M. la
Reina María Cristina en la Villa María Cristina de San Sebastián. Damas
Enfermeras de la Cruz Roja. Revista Mundo Gráfico Año 1, número 1, de 2 de
noviembre de 1911
Una curiosa modalidad del ejercicio profesional,
hoy desconocida, era la de los Consultorios gratuitos en los cuales los
médicos, al tiempo de desarrollar una labor social de asistencia a los
menesterosos, trataban de ampliar sus conocimientos y de darse a conocer entre
la población.
La reina María
Cristina había visitado el dispensario durante sus veraneos en la ciudad en
repetidas ocasiones. «El Dispensario de Santa Isabel estaba dirigido
por una Junta de señoras y esto gustaba a doña María Cristina».
«Muy
probablemente este deseo influyó en la modificación de los estatutos de la Cruz
Roja española, y así, el 16 de enero de 1917, se redactan los nuevos estatutos
de la Cruz Roja». Surge así la sección de señoras independiente de la de
caballeros.
No fue tarea
fácil. «El Comité de Gipuzkoa consideró a la sección de señoras como
una Cruz Roja paralela y origen de un grave conflicto. El presidente,
José Elósegui, para frenar esa sección, acudió a la Asamblea Central de Madrid
y a la mismísima reina sin ningún éxito».
FOTO 4 Dama
Enfermera de la Cruz Roja con las autoridades militares en Villa María Cristina.
Fotógrafo Ricardo Martín. Fototeka Kutxa, 1921
La reina no le
hizo caso. Con la sección independiente de señoras buscaba la puesta en marcha
de una red hospitalaria y de dispensarios de caridad que sirviese para la
formación de Damas Enfermeras.
En febrero
de 1917 se había creado el Cuerpo de Enfermeras y su programa de estudios.
En junio de ese año, la reina reestructuró la Junta de Señoras de San Sebastián
y se reservó la presidencia de la misma. En julio se realizó el primer curso para
Damas Enfermeras en el Hospital Provincial de San Antonio Abad y en noviembre
se anunciaba un nuevo curso en el mismo hospital».
Comenzó la
fundación de hospitales en Madrid, Bilbao, Barcelona, Granada, San Sebastián y
Ceuta. En San Sebastián, la reina María Cristina encargó al doctor Egaña la
creación de un hospital-escuela al estilo del Dispensario de Santa Isabel. Se
necesitaba un edificio no muy alejado de la ciudad, que permitiese
instalar, además de una clínica operatoria, un dispensario para los más
necesitados, a los que se daría asistencia gratuita.
Se decidió que
“Villa María Cristina”, en el Antiguo, era el edificio adecuado. «Comprada
la villa, se contrató al arquitecto Luis Elizalde para que hiciese las reformas
necesarias». «Tanto la compra como las obras fueron costeadas por la reina
madre María Cristina» (1).
FOTO 5
La caridad de S. M. La Reina María Cristina era proverbial.
Con anécdotas relacionadas sobre el tema habría para llenar un libro
voluminoso.
Desde ayudas a familias
aristocráticas que por reveses de fortuna acudían a su magnánimo corazón,
seguras de encontrar los medios de hacer frente a sus necesidades, creando
pensiones de su propio peculio, hasta las innumerables obras de caridad
realizadas a favor de asilos, Juntas benéficas, Colegios, artistas noveles,
músicos, huérfanos, etc., así como cuantas desgracias ocurrían en Donostia, la
Reina se apresuraba a prestar su ayuda moral y material: naufragios,
catástrofes como la del “Topo” en Irún, en la que personalmente acudió al
hospital de aquella ciudad para visitar e informarse del estado de los heridos,
prodigándoles toda clase de consuelos. Así mismo, la Reina Madre, al fin de la
jornada veraniega, remitía al Alcalde de la Ciudad 5.000 pesetas (de las de
entonces) a fin de distribuirlas en su nombre, a los más necesitados de los
pobres de la Ciudad. En los 41 años que veraneó en San Sebastián, sus pobres
contaban con el reparto de estas limosnas del mes de octubre.
FOTO 6 S. M. La Reina María
Cristina. Presidenta de la Junta de Señoras de la Cruz Roja de San Sebastián
Las campañas de la guerra de
África, que periódicamente se recrudecían, dio lugar a que se reorganizase la
Cruz Roja de España, siendo la Presidenta en España S.M. la Reina Victoria, la
que designó como Presidenta de la Cruz Roja en Guipúzcoa a S. M. María
Cristina.
Una de las grandes ilusiones de Doña
María Cristina, era la creación de un pequeño hospital para Escuela de
Enfermeras, y se comprende bien que, siendo la Presidenta de la Institución en
San Sebastián, y estando encariñada con su función, estimaba el disponer de una
plantilla de buenas enfermeras, con buena instrucción, lo que sin un hospital
de prácticas hubiera sido muy difícil.
Puesta de acuerdo con el Doctor Luis Egaña a quien ya conocía por haber
sido llamado a Palacio para prestar sus servicios médicos a sus nietos, y con
la colaboración de la Junta de Damas, se propuso resolver la dificultad de
buscar un local adecuado, no lejos de la Ciudad y que permitiese instalar
además de una clínica, un dispensario en el que pudieran recibir asistencia
gratuita los pobres de la Ciudad. S. M. Tuvo un rasgo de su generosidad y
cariño al pueblo donostiarra, adquiriendo de su propio peculio un chalet
situado en el Antiguo, reformándolo convenientemente para el caso, por el
arquitecto don Luis Elizalde.
FOTO 7 El Dr. Harriet, su mujer y
6 Damas Enfermeras Aristocráticas. Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián
(2)
ESCUELA DE DAMAS ENFERMERAS 1909
Existía un precedente en San
Sebastián, en el Dispensario Médico de
Santa Isabel, gratuito para los pobres de San Sebastián, fundado en 1909
por el Dr. Carlos Vic. Disponía de un cuadro de especialistas y un grupo de
Damas aristocráticas que se formaban como enfermeras, recibiendo clases
teóricas y prácticas (2).
En 1909, durante la interminable
guerra de Marruecos, ocurrió el episodio del Gurugú ampliamente difundido por
la prensa. Un grupo de damas donostiarras estaban sensibilizadas para actuar
como Enfermeras en ayuda de la Sanidad Militar pero carecían de formación. Se
pensó en aprovechar esta oportunidad para crear una Escuela de Enfermeras, reunirlas
y adiestrarlas y crear un grupo de señoritas enfermeras voluntarias de la Cruz
Roja, como ya existían en otras ciudades allende de la frontera.
En San Sebastián, en la calle
Larramendi, el Dr. Carlos Vic,
medicina general, junto con sus compañeros los doctores Michel Leremboure, cirujano y el oftalmólogo Augusto Harriet, todos ellos médicos franceses con ejercicio en la
Ciudad, fundaban el Dispensario para pobres de Santa Isabel, donde se
estableció la Primera Escuela de formación de Damas Enfermeras, a cuyos
cursos acudían señoritas y damas de la alta sociedad donostiarra. Estaba
dirigido por una Junta de Señoras (2).
FOTO 8 Consultorio del Dr. Vic. Dispensario de Santa Isabel de San
Sebastián (2)
Seguían el programa de la Cruz Roja Francesa, se les exigía ser
súbdita española, una edad mínima de 17 años y hacerse voluntarias.
Especialistas de la ciudad se encargaban de un amplio abanico de consultas por
las que rotaban las enfermeras en formación. Se hacía especial hincapié en la
perfecta esterilización y asepsia del material de curas y del instrumental
quirúrgico, además de una esmerada limpieza general. Médicos, enfermeras y
dirección trabajaban de forma totalmente gratuita y los recursos económicos
provenían de ayudas oficiales y de donativos.
La Reina Doña María Cristina,
durante sus veraneos en la ciudad había visitado este Dispensario para pobres
de Santa Isabel, en repetidas ocasiones, lo que hizo incubar la idea de crear
una red de Hospitales y Dispensario, en los que las Damas Voluntarias siguieran
un programa de formación reglado para obtener, en este caso, el Diploma de Dama
Enfermera de la Cruz Roja Española (2).
VILLA MARÍA CRISTINA DE SAN SEBASTIÁN
ESCUELA DE DAMAS ENFERMERAS DE LA CRUZ ROJA DE
SAN SEBASTIÁN
El Hospital María Cristina es Escuela
de Damas Enfermeras de la Cruz Roja de San Sebastián. Consta de una Clínica
operatoria con diez camas y un Consultorio – Dispensario donde se verifican
consultas en número ilimitado.
Fue fundado por S. M. la Reina
Doña María Cristina con objeto de que las Damas Enfermeras que hubieran
obtenido el título de aptitud para el cargo pudieran hacer prácticas
constantemente y que el día en que, por su misión, fuesen llamadas a prestar
servicios a la Patria y a la humanidad, no fueran enfermeras solamente de
nombre.
FOTO 9 Damas
Enfermeras Voluntarias de la Cruz Roja. Médico Luis Egaña y heridos de la
Guerra de Marruecos. Fotógrafo Ricardo Martín. Fototeka Kutxa, 1921
Se ha limitado a diez el número
de camas por ser estas suficientes para el fin que se persigue y porque dad la
carestía de la vida, no era prudente comprometerse a sostener mayor número sin
contar con recursos fijos.
En cambio, el servicio de
Consultorio-Dispensario es ilimitado por considerar que en él es donde más
práctica adquieren las Damas Enfermeras y porque su sostenimiento es menos
costoso que el de la Clínica.
El Hospital funciona bajo la
dirección del Dr. Luis Egaña y es
regentado por la Junta de Hospital, integrada según manda el reglamento de 22
de febrero de 1922 por la Presidenta, Tesorera y Secretaria de la Junta de
Señoras, el Director del Hospital y la Superiora. La Presidenta, S. M. la Reina
Doña María Cristina delega sus funciones en la señorita de Brunetti y en la
señora Marquesa de Caviedes; el Director del Hospital es el doctor Luis Egaña,
la Superiora Sor Pilar Romeo; la
Tesorera señorita Carmen Resines (3)
y la Secretaria señorita Pilar Jordán de
Urries.
FOTO 10 Sala de operados. Villa María
Cristina. Escuela de Damas Enfermeras
Actualmente sustituye a ésta en
sus cargos la señora de Rezola, vocal de la Junta de Señoras. El Cuerpo
facultativo lo constituyen los señores doctores siguientes:
Director: Dr. Luis de Egaña.
Médico Cirujano.
Médico de número: Dr. Luis
Ayestarán. Médico Cirujano.
Médico de guardia: José Goiburu.
Medicina general.
Médico consultor: Dr. Román Marticorena.
Oculista
Médico consultor: Dr. Ramón
Aramburu. Piel y vías urinarias.
Médico consultor: R. Leandro Aramburu. Circulación y respiración.
Médico consultor: R. Agustín
Uzcanga. Enfermedades de mujeres.
Médico consultor: R. Fernando
Asuero. Nariz, oídos y garganta.
Médico consultor: Dr. Miguel
Kutz. Cirugía general.
Médico consultor: Dr. Rafael
Larumbe. Enfermedades de niños.
Médico consultor: Dr. Nemesio
Mendizábal. Aparato digestivo.
Médico consultor: Dr. Julio Maeso.
Enfermedades de pecho.
Médico consultor: Dr. Sebastián
Córdoba. Radiólogo.
Médico consultor: Dr. Luciano
Zurriarrain. Dentista.
El cuidado del Hospital y de los
enfermos está encomendado a cinco Hijas de la Caridad, de las cuales cuatro
poseen el título de enfermeras de la Cruz Roja y dos ostentan, además, el de
enfermeras de la Facultad de Medicina de San Carlos. Todas ellas tienen gran
experiencia en el servicio de medicina y cirugía y son una gran ayuda a los
médicos encargados de formar el Cuerpo de Damas Enfermeras de la Cruz Roja de
San Sebastián.
FOTO 11 Sala de mujeres. Villa
María Cristina. Escuela de Damas Enfermeras
Las Damas Enfermeras preparan la
sala y material de operaciones, hacen curas en el Dispensario y ayudan a los
Doctores en sus respectivas consultas, procurándose adquieran gran práctica en
todos los servicios, para lo cual, en honor a la verdad, no hay necesidad de
estímulos pues todas ellas se hallan siempre animadas del mejor deseo.
Los Doctores tienen sus consultas
una o dos veces por semana, según lo requiera su especialidad, y su cooperación
es completamente desinteresada.
Quedando, con esta pequeña
explicación, definido lo que es el Hospital María Cristina y su funcionamiento,
haremos una breve historia del mismo desde su creación hasta fin del año 1923,
relatando los trabajos llevados a cabo durante ese periodo, con el fin de que
el público y las entidades que tan generosamente han contribuido a su
sostenimiento puedan darse del bien hecho con su ayuda.
En el verano de 1917 S. M. la
Reina (q. D. g.) dispuesta a cumplir con su misión, nombró la Junta de Damas de
la Cruz Roja de San Sebastián. La componían las señoras siguientes:
Presidenta: S. M. la Reina Doña
María Cristina.
Vicepresidenta: Excelentísima
Señora Doña Inés de Brunetti.
Secretaria: Excelentísima
Señorita Pilar Jordán de Urries.
Tesorera: Excelentísima Señora
Doña Teresa Barcáiztegui. Viuda de Zappino.
Vocal: Excelentísima Señora Doña
Concepción de B., Viuda de Gaytán de Ayala.
Vocal: Señora Eladia Luzunáriz de
Altube.
Vocal: Señora Eugenia Luzunáriz
de Moyúa.
Vocal: Señora María Lizarriturry
de Elósegui.
Vocal: Señora Eugenia Petit de
Meurville de Satrústegui.
Vocal: Señora Marquesa Viuda de
Rocaverde.
Vocal: Señora Condesa Viuda de
Peñaflorida.
Vocal: Señora María Ortega de
Pradera.
Vocal: Señora María Londáiz de
Gaytán de Ayala.
Vocal: Señora Luisa Lizarriturry
de Rezola.
Vocal: Señora Teresa H. de
Bermingham.
Vocal: Señora Condesa de Torre –
Múzquiz.
Vocal: Señorita Carmen Resines.
FOTO 12 S. M. La Reina Victoria Eugenia. Villa María Cristina.
Escuela de Damas Enfermeras de San Sebastián. 1917
En aquel mismo verano (1917) tuvieron
lugar los exámenes de las Primeras Damas Enfermeras de San Sebastián. Estuvo el
curso a cargo de los doctores Luis Ayani
y Mariano Echauz.
Los exámenes fueron presididos
por S. M. la Reina Doña María Cristina, siendo aprobados y recibiendo el brazal
las señoras y señoritas siguientes:
Victoria Amilibia.
Cristina Sánchez Juárez.
Mercedes Jordán de Urríes.
María Luisa Jordán de Urríes.
María Juantegui.
Señora Luisa L. de Rezola.
María Laffitte.
Señora Luisa Ruiz de Díaz
Montenegro.
Consuelo Machimbarrerna.
María Luisa Martínez de Aguiar y
Pedroso.
Blanca Martínez Molins.
Clara Pardiñas.
Señora de Ochoa.
Ana Oliva.
Rosa Orbegozo.
Señora de Tejada.
Señora de Zala.
FOTO 13 Sala de esterilización.
Sala de Rayos X. Villa María Cristina. Escuela de Damas Enfermeras
Deseando S. M. la Reina Doña
María Cristina que las Damas Enfermeras de San Sebastián tuviesen un Hospital
donde hacer prácticas que las pusieran en condiciones de llenar su sagrada
misión el día en que para ello fueran requeridas, encargó al doctor Luis Egaña
la formación de este Hospital-Escuela. Se presentó una dificultad grande, cuál
era la del local, en que aquél había de instalarse.
Para ello era indispensable un
edificio no muy alejado de la población, que permitiese instalar, además de una
Clínica operatoria, un Dispensario en el que habían de recibir asistencia
gratuita los pobres de San Sebastián.
Viendo lo difícil que se
presentaba la solución del problema, S. M. tuvo un rasgo digno de su
generosidad y cariño al pueblo de San Sebastián, comprando un chalet situado en
el barrio del Antiguo, reformándolo convenientemente para el caso el arquitecto
Luis Elizalde, por cuenta de la augusta señora (2).
COMPRAVENTA DEL CHALET VILLA MARÍA CRISTINA
(4)
ILUSTRE
COLEGIO NOTARIAL DE MADRID
COPIA
SIMPLE de la escritura de cesión gratuita del hotel Villa María, que hace S. M.
la Reina Doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, a favor de la Junta de
Señoras de la Cruz Roja de San Sebastián
Autorizada
NÚMERO
NOVECIENTOS DIEZ Y OCHO
EN MADRID,
a quince de Octubre de mil novecientos diez y ocho.
Ante mí,
Don Alejandro Arizcun y Moreno, Abogado y, por oposición, Notario de los
Ilustres Colegios de esta Capital, con vecindad y residencia en la misma.
COMPARECEN
De una
parte: El Excelentísimo Señor Don Miguel González de Castejón y Elio, Conde de
Aybar, Intendente General de la Real Casa y Patrimonio, mayor de edad, casado,
Militar, vecino de esta Corte, con cédula personal de sexta clase, número dos
mil cuatrocientos noventa y uno, fecha veinte de Mayo del año actual.
Y de otra:
Don Domingo Salazar e Ibañez de Sansoain, mayor de edad, casado, Secretario de
la sala tercera del Tribunal Supremo, vecino de Madrid, con domicilio en el
Paseo de Recoletos, número nueve y cédula de cuarta clase, número dos mil
ochocientos sesenta y tres, fecha veintinueve de Abril próximo pasado.
Concurren
a este acto: El Excelentísimo Señor Conde de Aybar, en representación de S. M.
la Reina Doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, conforme al poder que se
dignó conferirle ante mí en veintiséis de Noviembre de mil novecientos diez y
siete, en el cual figura la cláusula que dice así:
“Ceder y
adquirir por cesión fincas, créditos hipotecarios o de otra especie, derechos
reales, valores públicos y comerciales u otros bienes: admitir notificaciones
de cesiones, y hacer y aceptar cesiones de remates de fincas, censos u otros
bienes”.
Y el Señor
Salazar, como Inspector General y Secretario que es en la actualidad, según me
consta a mí el Notario de S. M. la Reina en la Asamblea Central de Señoras de
la Cruz Roja, cargo por razón del cual le corresponde la representación de la
Junta de Señoras, de la Cruz Roja de San Sebastián.
Y teniendo
ambos a mi juicio en la calidad en que intervienen, la capacidad legal
necesaria para otorgar esta escritura de cesión gratuita por tiempo
indeterminado del uso de un edificio, exponen y otorgan.
FOTO 14 Villa
María Cristina en la calle Matía. Escuela de Damas Enfermeras de San Sebastián
1917
Que S. M.
La Reina Doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, y en su nombre y
representación, el Excelentísimo Señor Don Miguel González de Castejón y Elio,
Conde de Aybar, cede a la Junta de Señoras de la Cruz Roja de San Sebastián
representada por el Señor Don Domingo de Salazar e Ibañez de Sansoain, la finca
denominada “VILLA MARIA CRISTINA”
sita en San Sebastián, calle de Matía, esquina al camino que sube a Lugariz,
inscrita en el Registro de la Propiedad al ser adquirida por S. M. La Reina
Doña María Cristina en veintiocho de Septiembre último en el tomo ciento
setenta y nueve del archivo, cincuenta de San Sebastián, folio ciento treinta y
dos, finca número mil novecientos cuarenta y ocho, inscripción sexta, con
arreglo a las condiciones siguientes:
1ª- S. M.
La Reina Doña María Cristina se reserva la propiedad de la expresada finca,
cediendo a la Cruz Roja tan sólo el uso gratuito de la misma, para que
establezca en ella un hospital de urgencia y dispensario, para lo cual se
entrega renovada y en perfecto estado de conservación.
2ª- Esta
cesión será revocable en cualquier momento en que S. M., o sus
derecho-habientes lo deseen así, sin que la expresada Asociación tenga derecho
a percibir indemnización ninguna por obras realizadas ni por cualquier otro
concepto. Como quiera que los ocupantes de la finca la tendrán en precario, se
amplía a dos meses, el término legal del aviso que ha de preceder al ejercicio
de la acción de desahucio.
3ª- Si el
edificio dejara de emplearse en el fin para que S. M. lo cede, o no fuera la
Cruz Roja quien lo utilizare, por este sólo hecho se entenderá caducada la
concesión, y S. M. recaba para ese caso, para sí y sus sucesores, el pleno
dominio y uso de la finca, con posibilidad de ejercitar ipso facto la antes
referida acción.
4ª- Será
de cargo y cuenta de la Cruz Roja, mientras no quede extinguido todo derecho
suyo sobre la finca el sostenimiento de la misma en el buen estado en que se le
entrega, así como el pago de las obras que para ello sean menester, y el de las
contribuciones y gastos de cualquier clase que deban satisfacerse por el uso y
la propiedad del inmueble.
El Señor
Salazar, por encargo expreso de la Junta de Señoras de la Cruz Roja de San
Sebastián y de toda la Asociación al aceptar, como lo hace, el contenido
íntegro de esta escritura, rinde el debido y más expresivo tributo de gratitud
por su generosísimo desprendimiento a S. M. la Reina Doña María Cristina, que
una vez más asocia su Augusto Nombre a esta obra excelsa de caridad y
patriotismo.
Presentes
a este acto los Señores otorgantes con los testigos instrumentales mayores de
edad, de esta vecindad, y sin excepción legal para serlo o según aseguran Don
Tomás Díaz de la Huerta y Martínez y Don Julio Muñoz Alvarez y leída
integramente por mí el Notario, esta escritura, previa renuncia que todos hacen
al derecho de que les entero a leerla por sí, prestan los primeros su
consentimiento, según intervienen y firman con los segundos.
Y yo, el
Notario, doy fe de conocer a los Señores otorgantes y de cuanto queda
consignado en este instrumento público extendido en dos pliegos de la clase
undécima Serie D, número siete millones ochocientos noventa y ocho mil doscientos
cincuenta y cuatro y el siguiente en orden: El Conde de Aybar; Domingo Salazar;
Tomás Díaz; Julio Muñoz.
Signado:
Alejandro Arizcun. Rubricado.
Es copia
simple (4).
El 5 de agosto de 1918 y bajo la
presidencia de S. M. la Reina Doña María Cristina, tuvieron lugar los exámenes
de aquel año, habiendo estado el curso a cargo del doctor Modesto Huici, ayudado por los doctores Luis Ayani y Mariano Echauz.
Fueron aprobadas y recibieron el
brazal las señoras y señoritas siguientes:
Señora Concepción Mercader de
Espada.
María Londáiz de la Quintana.
María Belén Machimbarrena.
Dolores de la Peña.
Carmen Merry del Val.
Señora Asunción Resines de
Arancibia.
Carmen Resines.
En octubre del mismo año pudo S.
M. la Reina Doña María Cristina
inaugurar su Hospital, que iba a funcionar bajo la dirección de los doctores Luis Egaña y Modesto Huici. Fue nombrado médico de guardia el doctor José Goiburu.
Tuvo lugar la primera operación
el 28 de noviembre de 1918 y fue verificada por el doctor Luis Egaña.
FOTO 15 Damas enfermeras
trabajando en el laboratorio. Villa María Cristina
Los Ingresos y Gastos fueron en
aquel primer año 1918, como sigue:
Por una fiesta celebrada en 1917,
otra en 1918 y donativos e ingresos varios, un total de pesetas de 51.391,18. Y
los gastos fueron de 31.465,29 pesetas, quedando un remanente de 19.925,87
pesetas.
A principio del año 1919 tuvimos
que lamentar el fallecimiento del doctor Modesto Huici, que con tanto celo
había trabajado por la institución, dejando su prematura muerte un recuerdo
imborrable.
La señora Viuda de Zappino
dimitió de su cargo de Tesorera de la Junta, pasando a ocupar la Tesorería la
vocal señorita Carmen Resines.
El médico cirujano doctor Luis
Ayestarán entró a formar parte del Cuerpo Facultativo del Hospital. El
movimiento del Hospital-Dispensario fue este año el siguiente:
Operaciones: 50
Intervenciones quirúrgicas: 91
Consultas: 573
Curas: 6.436
Inyecciones hipodérmicas: 228
Inyecciones intravenosas: 82
Durante el verano de este año
tuvo el Hospital el honor de ser visitado por SS. MM. Y AA. RR., quienes
felicitaron a la Junta, al Director y a la Comunidad de Religiosas Hijas de la
Caridad, por su organización y servicios.
También en la temporada de verano
organizó la Junta un festival en el Hotel María Cristina, siendo su resultado
altamente satisfactorio.
Los Ingresos y Gastos de este año
1919, fueron como sigue:
Remanente del año anterior, más
el festival celebrado y más ingresos y donativos un total de 60.974,98 pesetas.
Los gastos fueron de sostenimiento del Hospital y el dinero remitido a la
Asamblea Central por un valor de 38.932,15 pesetas. Quedando un remanente por
valor de 22.042,83 pesetas.
Durante el año 1920 siguió el
Hospital funcionando con la misma regularidad de siempre, esforzándose los doctores
en dar enseñanzas prácticas que las Damas Enfermeras aprovechaban con todo celo
y entusiasmo.
Queriendo dar mayor impulso a los
trabajos de este Centro, el doctor Luis Egaña presentó a S. M. la Reina Doña
María Cristina un grupo de doctores que, desinteresadamente, se ofrecían a
formar la Policlínica del mismo y que en la actualidad siguen prestando sus
valiosos servicios, en bien del Hospital, de las Damas Enfermeras y de la
humanidad doliente.
Se hizo presente a la Junta la
necesidad de ampliar la sala de operaciones y la sala de curas, pues el número
de enfermos que acudía al Dispensario era cada vez mayor y también muy
numerosas las Damas Enfermeras que asistían a las operaciones.
En consecuencia, se decidió una
pequeña reforma, quedando con ella el Hospital muy bien dispuesto para las
necesidades antes citadas. Se instaló calefacción por agua caliente para la
sala de operaciones y la sala de curas.
En abril de este año 1920, el
Gran Casino organizó un Festival, donando sus ingresos de 7.127 pesetas al
Hospital de la Cruz Roja. Más tarde, la señora Condesa de Zubiría, Presidenta
de la Junta de Señoras de la Cruz Roja de Bilbao, organizó una fiesta con el
concurso de distinguidos jóvenes de San Sebastián y tuvo el generoso rasgo de
remitir a este Hospital 4.250 pesetas, mitad del ingreso de la fiesta
mencionada.
La señora Condesa de Torre –
Múzquiz presentó en este año su dimisión, siendo nombrada para reemplazarla en
su cargo a la señora Marquesa de Caviedes.
La Junta organizó durante el
verano los festejos de costumbre, destacándose entre éstos una representación
de bailes rusos, llevada a cabo por aristocráticos jóvenes de esta ciudad, bajo
la dirección de José Caro y fue tal su interpretación y el éxito obtenido que
hubieron de repetirse cuatro días.
Los trabajos verificados durante
el año 1920 en el Hospital María Cristina fueron los siguientes:
Operaciones: 45
Intervenciones quirúrgicas: 60
Consultas: 1.128
Curas: 7.828
Inyecciones hipodérmicas: 285
Inyecciones intravenosas: 80
Análisis de orina: 69
Extracciones dentarias: 71
Vacunas: 569
Raciones de aceite de hígado de
bacalao repartidas: 541
Los Ingresos y Gastos de este año
de 1920, fueron como sigue:
Por existencias del año anterior,
más festivales organizados, más lo recibido por la Asamblea Central, más
donativos, más ingresos por donaciones y varios, más el dinero recibido del
Festival del Gran Casino, más lo recibido de la señora Condesa de Zubiría, en
total 118.481,15 pesetas. En los gastos de sostenimiento del Hospital, más las obras
realizadas y lo remitido a la Asamblea Central por 71.440,60 pesetas. Quedando
un remanente a día 31 de diciembre un saldo a favor de 47.040,55 pesetas.
FOTO 16 La Reina Madre saliendo de Villa María
Cristina. Fotógrafo Ricardo Martín. Fototeka Kutxa, 1921
Este año fue nombrada una Junta de
Hospital, compuesta por S. M. la Reina Doña María Cristina, y en su nombre, la
señora Marquesa de Caviedes, el Director del Hospital, la Tesorera de la Junta
señorita Carmen Resines, la señora de Rezola, la señorita María Cristina
Sánchez Juárez y la señorita María Luisa Martínez de Aguiar y Pedroso. Esta
última fue nombrada Secretaria de la Junta de Hospital.
Entre otros acuerdos se tomó el
de distribuir raciones de aceite de hígado de bacalao entre los niños del
barrio durante tres meses cada año. Este acuerdo tuvo entonces buena acogida,
pero más tarde ha sido un verdadero éxito, pues hay día en que pasan de
cuatrocientas las raciones distribuidas. Los niños mejoran notablemente,
aumentan de peso y contribuye esta ayuda a su mejor y más rápido desarrollo.
Las raciones de aceite de hígado de bacalao son distribuidas por distinguidas
señoras y señoritas que voluntariamente se han ofrecido a practicar este acto
de caridad.
Durante el año de 1919 estuvo el
curso a cargo del doctor Luis Egaña. Fueron examinadas las alumnas, como de
costumbre, en presencia de Su Majestad doña María Cristina, siendo aprobadas y
recibiendo el brazal las señoras y señoritas siguientes:
Dolores Bornás.
Amparo Canalejas.
María Jesús Ferrer.
Señora Elvira Morea de Egaña.
Señora Salomé Miranda de Martín
de la Peña.
Isabel Pedroso.
María Aurora Victoria.
Beatriz Victoria.
FOTO 17 Dispensario. Villa María Cristina. Escuela de Damas
Enfermeras
El curso del año de 1920 estuvo a
cargo del doctor Luis Ayestarán, examinándose y obteniendo el brazal las
señoras siguientes:
Sor Concepción Aguilar.
Sor Juana Lapeira.
Felisa Celaya.
Carmen Escolar.
Señora Condesa de Fuentecilla.
Señora María Paz Montoya de
Lamuela.
Milagros Jordán.
Carmen Masdeu.
Al ocurrir los tristes sucesos de
Marruecos de 1921, S. M. la Reina Doña María Cristina, deseosa de que su
Hospital pudiera ser uno de los primeros en brindar cuidados y cariño a los
pobres heridos de África, dispuso la ampliación de aquél y, secundada por la
Junta con el mayor entusiasmo, en pocos días quedaba instalado un nuevo
hospital, anexo al existente, utilizándose para ello la Villa Chillardegui,
cedida a la Augusta Señora por sus propietarios los señores de Iturria y los
señores de Gurruchaga que a la sazón la ocupaban.
FOTO 18 Dispensario. Villa María Cristina. Escuela de Damas
Enfermeras
Hubiera sido el deseo de muchas
Damas Enfermeras marchar a África a prestar allí su ayuda, creyendo cumplir así
mejor su misión, y en tal sentido se ofrecieron desde el primer momento, pero
la Asamblea Central dispuso que los hospitales de Marruecos fuesen atendidos
por enfermeras de Madrid, permaneciendo las demás en sus puestos respectivos, y
sólo excepcionalmente se autorizó a ir a Melilla a las señoras de Díaz
Montenegro y Rodriguez Arias, quienes prestaron allí su ayuda con gran
abnegación durante todo el tiempo de la campaña, representando al Hospital de
la Cruz Roja de San Sebastián.
El pueblo donostiarra y la
colonia veraneante dieron en aquella ocasión prueba de la mayor esplendidez,
amor patrio y cariño a S. m. la Reina Doña María Cristina. Constantemente se
recibían donativos para el Hospital, tanto en metálico como en ropas y enseres,
para la habilitación del mismo. Gracias a esta generosidad, en muy pocos días
quedó ampliamente dotado de todo lo necesario.
Se instalaron cuarenta camas,
cedidas éstas por la Intendencia Militar. Los Caballeros de la Cruz Roja de San
Sebastián hicieron un importante donativo consistente en un autoclave, vitrinas
para instrumental, hervidores, depósitos para agua esterilizada, bombonas, etc.
El entonces Obispo de la
Diócesis, Monseñor Eijo, bendijo el nuevo Hospital, con asistencia de Su
Majestad Doña María Cristina y distinguidas personalidades.
El 15 de agosto de este año
(1921) y por orden de S. M. la Reina Doña Victoria Eugenia, se organizó las
Fiesta de la Bandera, recaudándose en la misma, 33.025,25 pesetas, suma que, en
su totalidad, fue remitida al señor Intendente de los Reales Palacios para, por
su mediación, ser trasladada a los Hospitales de África.
Llegada de los primeros heridos
Fueron dos oficiales del
Regimiento de Ingenieros, a los que el 22 de septiembre siguió una expedición
de soldados. S. M. la Reina Doña María Cristina fue a la estación del Norte a
recibirlos, trayendo dos en su propio automóvil. Con gran orden se efectuó el
traslado de heridos al Hospital en automóviles cedidos por particulares a tal
efecto, actuando de camilleros los Caballeros de la Cruz Roja con su Presidente
a la cabeza señor Pavía.
En Chillardegui esperaban los
doctores, Junta, Religiosas y Damas Enfermeras, y cada uno en su misión se
esforzó en demostrar a aquellos valientes heridos en defensa de la Patria, que
en el Hospital de la Cruz Roja habían de encontrar cariño y cuidados que les
hicieran más llevaderos sus sufrimientos.
Las autoridades civiles y
militares, que desde la estación del Norte habían acompañado la expedición de
heridos, presenciaron la instalación de éstos en el Hospital y las primeras
curas. Menos de dos horas después de su llegada a San Sebastián, descansaban
tranquilos en el Hospital de Chillardegui los valientes soldados cuya curación
se nos encomendaba.
Las Damas Enfermeras compartían
con las Hermanas de la Caridad el cuidado de los enfermos y se organizaron los
servicios de aquéllas en forma que su presencia fuera constante en el Hospital.
Allí estaban desde las ochos de la mañana hasta las nueve de la noche, velando
cuando fue necesario hacerlo.
El Reglamento manda que en tiempo
de guerra los Hospitales de la Cruz Roja sean militarizados, y, en cumplimiento
de ello, fue nombrado Director militar el doctor Díez Tortosa, compartiendo la dirección del Hospital con el doctor Luis Egaña.
FOTO 19 S. M. La Reina María
Cristina fue a la estación del Norte a recibir a dos oficiales heridos,
llevándolos en su propio automóvil hasta el Palacio Hospital Miramar
Entre los donativos importantes
recibidos, merece citarse un automóvil Panhard, regalado por los señores de
Abrisqueta, regalo que prestó excelentes servicios en las necesidades del
Hospital.
Y muy agradecida quedó la Junta a
los señores de Viuda de Londáiz y Sobrinos de Mercader por su esplendidez,
regalando durante todo el tiempo de la campaña la gasolina que fue necesaria
para el funcionamiento del automóvil anteriormente citado.
Con la llegada del otoño se
recrudeció el paludismo en África y, siendo insuficientes los hospitales allí
existentes o tal vez creyendo que un cambio de aires devolvería más rápidamente
la salud a los soldados enfermos, se solicitó de la Junta de San Sebastián una
ampliación del hospital, que permitiese recibir cien enfermos más.
Difícil hubiera sido a la Junta
satisfacer este deseo sin el nuevo rasgo de generosidad de S. M. la Reina Doña
María Cristina. La Augusta señora ofreció para los soldados de África su
Palacio de Miramar, y la Junta, con el Arquitecto señor Elizalde, instaló un
hospital de cien camas en el magnífico edificio destinado a dependencias. En
menos de una semana se llevaron a cabo los trabajos necesarios para dejar el
nuevo hospital dotado de todo cuanto era preciso para su buen e inmediato
funcionamiento. La Asamblea Central remitió cuarenta camas completas que, con
las sesenta existentes en el edificio, hacían el número que se nos había
pedido.
Vino S. M. la Reina Doña María
Cristina a recibir la nueva expedición. Quedó muy complacida al ver los
trabajos realizados y felicitó a la Junta por su actividad y acierto en
interpretar sus deseos. Con esta instalación eran tres los Hospitales de la
Cruz Roja de San Sebastián, distribuidos en esta forma: Hospital-Escuela
destinado a Oficiales, Chillardergui destinado a heridos y el Palacio de
Miramar destinado a enfermos.
Al frente de cada hospital puso
la Superiora una Hermana de la Caridad responsable y éstas fueron secundadas
por otras que, de distintas casas, vinieron a ampliar el número reducido de que
disponía la Cruz Roja de San Sebastián. De sobra es conocida la labor de las
Hijas de la Caridad, ejemplo de virtud y abnegación, para que tratemos de
descubrirlas ahora, pero sí debemos hacer constar el agradecimiento de la Junta
por la valiosísima ayuda prestada en aquellos momentos.
Las Damas Enfermeras hacían
servicio siete mañanas o siete tardes consecutivas, con intervalo de una semana
de descanso. Las que prestaban servicio por la mañana entraban a las ocho y
permanecían en el Hospital hasta la una. Las que prestaban servicio por la
tarde, lo hacían de tres a nueve. No siendo las enfermeras muy numerosas en
aquella ocasión para el servicio de tres hospitales, se aceptó con gratitud el
generoso ofrecimiento de distinguidas damas de la localidad que vinieron a
prestar su ayuda en los distintos servicios en que podían ser útiles,
secundando en ellos a las señoras de la Junta, que tomaban parte activa en las
distribuciones de comida, costura, planchado y mil menesteres de una casa con
cien hospitalizados, aliviando así notablemente el trabajo de las Damas
Enfermeras y de las Hermanas de la Caridad.
El 24 de noviembre de 1921, a las diez de la
noche, entraba en la estación del Norte de esta ciudad el tren militar que
traía a 5 oficiales y 96 soldados destinados a los Hospitales de la Cruz Roja.
Fueron recibidos por S. M. la Reina Doña María Cristina, las Autoridades
civiles y militares y numerosísimo público que acogió con una salva de aplausos
y vivas a los valientes soldados de África. Con perfecto orden, como la vez
anterior, se hizo el traslado de los enfermos a los hospitales, llevando S. M.
dos en su propio automóvil, los restantes en automóviles particulares y los que
tenían que ser trasladados en camilla, lo fueron en un camión de Palacio,
convenientemente preparado para el caso.
A fin de que los enfermos y
heridos no sintiesen la nostalgia del hogar durante las fiestas de Navidad, se
organizaron algunas veladas con el concurso de algunos aficionados que, muy
amablemente, se prestaron a proporcionar un rato de alegría a nuestros
soldados. Hubo un árbol de Navidad con bonitos regalos de S. M., de la Junta,
Damas Enfermeras y particulares, quedando todos muy satisfechos y agradecidos.
El movimiento del Hospital hasta
el 31 de julio, fecha en que fue militarizado, es así:
Operaciones: 61
Intervenciones quirúrgicas: 66
Consultas: 2.832
Curas: 8.666
Inyecciones hipodérmicas: 883
Inyecciones de tuberculina: 105
Inyecciones intravenosas: 258
Análisis de orina: 130
Análisis de sangre: 126
Análisis de esputos: 28
Análisis de pus: 43
Análisis de jugos gástricos: 54
Análisis de heces: 34
Extracciones dentarias: 308
Raciones de aceite de hígado de
bacalao distribuidas: 1.023
FOTO 20 Las Damas Enfermeras de la Cruz Roja,
esperando la llegada de las Reinas en Villa María Cristina. Fotógrafo
Ricardo Martín. Fototeka Kutxa, 1921
Los Gastos e Ingresos durante el
año de 1921 fueron como sigue:
Dinero del año anterior 47.040,55
pesetas, más donativos recibidos 168.009,35 pesetas, recaudación en dos
festivales 36.505,10 pesetas, más Fiesta de la Bandera 33.025,25 pesetas, más
intereses y otros ingresos 8.304,70 pesetas. Y los gastos fueron de:
instalación de los Hospitales de 39.316, 15 pesetas; sostenimiento de los
mismos 69.324,83 pesetas, ropas remitidas a África por valor de 1.770,67;
remitido a la Asamblea Central 6.310,73 pesetas y remitido a Madrid el importe
de la fiesta de la bandera por valor de 33.025,25 pesetas, que lo entrante y lo
saliente, queda un saldo a favor de 143.137,12 pesetas.
El curso de 1921 estuvo a cargo
del doctor José Goiburu. Se examinaron y recibieron el brazal las Hermanas de
la Caridad y las señoras y señoritas siguientes:
Sor Pilar Romeo.
Sor Amparo.
Sor Micaela.
Sor Máxima.
Sor María.
Señora Luisa Artola de Martínez
Señorita Mercedes Camps.
Señorita Amparo Lassala.
Señorita Luisa Martínez Artola.
Señorita Juana Martínez Artola.
Señora de Merino.
Señorita de Merino.
Señora de Rodríguez Arias.
Otra expedición llegó el 3 de enero
de 1922, y S. M. la Reina Doña María Cristina emprendió, para recibirla, otro
viaje a San Sebastián.
Esta expedición constó de 63
enfermos, palúdicos en su mayoría.
El 9 de febrero de 1922 tuvo el
Hospital el honor de recibir la visita de S. M. el Rey. Vino acompañado del
Duque de Miranda, siendo recibido por las Autoridades, Junta de señoras,
Comunidad, Damas Enfermeras y los doctores Luis Egaña, Díez Tortosa, Luis Ayestarán
y José Goiburu. Recorrió todas las salas, deteniéndose de cama en cama y
alentando bondadosamente a aquellos valientes muchachos.
Al final de la visita, uno de los
soldados leyó un pequeño discurso, al que contestó S. M. con palabras muy
sentidas. S. M. salió muy complacido de la buena instalación y orden de los
hospitales, felicitando por ello a la Junta y a los doctores.
Desgraciadamente, no todos
sanaron en el Hospital, y hubo que lamentar la muerte de dos pobres muchachos,
víctimas del paludismo, que exarcebó antiguas dolencias. No siendo posible
hacer nada más por ellos, se hizo venir a sus padres, que tuvieron el consuelo
de acompañarlos en sus últimos días. Confortados con los auxilios de la
Religión, entregaron su alma al Señor y hoy descansan sus restos en terreno
propiedad de la Cruz Roja en el cementerio de Polloe en San Sebastián (5 y 6).
Durante la Cuaresma hubo tres
días de Retiro, a cargo del reverendo Padre Arechavaleta, S. J., terminando por
una solemne Misa cantada, en la que se acercaron a la Sagrada Mesa todos los
soldados y Señoras de la Junta y Damas Enfermeras.
Al ser dado de alta en el
Hospital, cada soldado recibía una muda completa y un donativo en metálico.
Durante todo el tiempo que los
soldados permanecieron en los Hospitales, los Caballeros de la Cruz Roja
vinieron asiduamente a acompañarlos y distraerlos, sirviendo de secretarios a
los que, por la índole de sus heridas, no podían servirse de sus manos y a los
que carecían de la instrucción suficiente para valerse solos.
En el mes de julio llegaron 12
oficiales heridos. Hubo entre éstos algunos que inspiraron serios cuidados y
que hicieron precisas intervenciones quirúrgicas.
Para esta fecha el Hospital de
Miramar había dejado de funcionar. Viendo las dificultades grandes con que se
tropieza para lograr un local que reúna las condiciones debidas cuando los
servicios de la Cruz Roja han de ser utilizados en mayor escala que la normal,
sin ser de un coste excesivo, reuniera, sin embargo, las condiciones
indispensables para poder ser utilizado en caso de urgencia, teniendo, como
tenía, material suficiente para amueblarlo. Para poder atender debidamente a
los soldados hospitalizados en Chillardegui, a los oficiales hospitalizados en
el Hospital María Cristina, y a los que pudieran ser alojados en el hospital
nuevo, era indispensable una ampliación de la cocina, que fue hecha para
atender a la alimentación de quince a diecisiete personas y en el verano de
1922 tenía que servir para sesenta. Se reformó también, ampliándola, la
habitación de las Hermanas de la Caridad, trasladándose, con tal motivo, la
capilla a la planta baja y se construyó una pieza amplia, que sirviese de
ropero y cuarto de plancha, pues por las mismas razones antes citadas, lo
existente era insuficiente para las necesidades del momento.
De sobra
es conocida la labor de las Hijas de la Caridad que guiaban a las Damas
enfermeras, siendo inmejorables maestras de las mismas, que hacían servicio
siete mañanas o siete tardes consecutivas, con intervalo de una semana de
descanso. No siendo las enfermeras muy numerosas en aquella ocasión se aceptó
con gratitud el generoso ofrecimiento de distinguidas damas de la localidad,
que vinieron a prestar su ayuda en distintos servicios en que pudieron ser
útiles, secundando en ello a las señoras de la Junta, que tomaban parte activa
en las distribuciones de comida, costura, planchado y mil menesteres propios
del caso, aliviando así notablemente el trabajo de las Damas enfermeras y de
las Hermanas.
FOTO 21 Las Damas Enfermeras de la Cruz Roja e Hija de la
Caridad con los oficiales heridos en Villa María Cristina. Fotógrafo
Ricardo Martín. Fototeka Kutxa, 1921
El Hospital fue visitado en julio
por S. M. la Reina Doña Victoria Eugenia, mereciendo elogios calurosos toda la
instalación, así como la marcha que llevaba el Hospital, de la cual con todo
interés se informó la Augusta señora. S. M. visitó también a los soldados
hospitalizados en la Villa Chillardegui, quienes la recibieron con gran alegría
y cariño, entregándole un precioso ramo de flores.
Se organizaron este verano los
festejos de costumbre, que esta vez consistieron en una verbena y una tómbola,
siendo el resultado completamente satisfactorio.
Las necesidades del Hospital eran
grandes el año 1922, pero sin dificultad pudo hacerse frente a las mismas. La
Intendencia Militar abonó las estancias desde el 24 de noviembre, al igual que
lo hace en los hospitales militares, y esta fue una gran ayuda que permitió a
la Junta desenvolverse con holgura.
FOTO 22 Damas
Enfermeras con el Dr. Luis Egaña, auscultando a un enfermo por la tristemente
famosa gripe de 1918. Villa María Cristina. Foto cedida por Isabel Ruiz de
Arcaute Alustiza. San Sebastián, 1918
Los Ingresos y gastos de este año
1922 fueron como sigue.
Los ingresos que quedaban del año
anterior eran de 143.137,12 pesetas; recaudado en dos festivales 71.395,35
pesetas; donativos recibidos 19.035,90 pesetas; recibido por estancias de los
soldados 72.776 pesetas, otros pequeños ingresos 4.380,30 y recibido por la
Asamblea Central 7.739,15 pesetas. Los gastos de los Hospitales fueron
superiores por valor de 136.462,96 pesetas; obras en el hospital y en su
pabellón 41.073,18 pesetas; aparatos e instalación de Rayos X, diatermia y
corrientes eléctricas 10.250 pesetas, indemnización por la Villa Chillardegui
6.000 pesetas y remitido a la Asamblea Central 7.131,65 pesetas. Quedando un
remanente a favor de 117.546,03 pesetas.
El curso de 1922 estuvo también a
cargo del doctor José Goiburu, examinándose y obteniendo el brazal las
señoritas siguientes:
Modesta Acha.
Consuelo Acha.
María Luisa Yurrita.
Martina Yurrita.
Leonor Guirao.
Irene Ormaechea.
Asunción Morazo.
Durante el año 1922 fue nombrada
Vocal de la Junta la señora Dolores Áysa de Lataillade (5 y 6).
UNOS HECHOS LUCTUOSOS
GUADALUPE GAYTÁN DE AYALA y RAMONITA USABIAGA
MICHELENA
IN MEMORIAM
La Dama Enfermera de la Cruz Roja, primera mujer muerta en la
revolución donostiarra
Los primeros tiroteos. A la caza de fascistas.
El coche de la Cruz Roja. Un ejemplo de resignación y patriotismo
Los primeros tiros de la revolución
sonaron en la madrugada del domingo día 19 de julio de 1937.
En el Gobierno civil y en la Casa
del Pueblo, se habían repartido, con abundancia, armas y municiones.
Los muchachos socialistas y
comunistas paseaban por las calles retadores, palpándose el bolsillo posterior
del pantalón y moviendo el índice de la mano derecha para exteriorizar la
posesión de una browing.
Por indecisión, pagada al más
alto precio, no se opuso en el primer instante, la debida réplica a aquella
revolución que nacía.
Camisas azules, de la vieja
guardia, que durante meses y años habían mantenido el fuego sagrado de los
sentimientos españoles y la ilusión en una Patria mejor, fueron los primeros en
correr a ocupar el lugar de vanguardia, sin pararse a revistar sus escasos elementos
bélicos, ni a contar el número de los que, frente a ellas, se disponían a caer
sobre España.
La revolución avanzaba, al
impulso de jóvenes enardecidos por creer en la mano el triunfo, y verse
asistidos del apoyo oficial.
No había más peligro para su
causa, que la resistencia posible de los "fascistas". El fascismo era
para los marxistas, una preocupación constante. Le despreciaban públicamente y
hablaban de su número escaso. Pero presentían, sin duda, que tras ellos, y con
ellos, se hallaban toda la auténtica opinión española.
FOTO 23 Damas Enfermeras de la
Cruz Roja de San Sebastián. Foto cedida por Isabel Ruiz de Arcaute Alustiza
A LA CAZA DE FASCISTAS
Y surgió el grito de guerra; más
que de guerra de caza, en que la jauría roja se lanzaba a la busca del hombre,
para exterminarle.
—A por los “facistas”...
Había listas legras, que era la
selección honrosa y magnífica hecha entre los donostiarras que no querían
someterse a la dictadura del talón de cáñamo.
Las gentes empezaron a quitarse
la corbata y a despechugar la camisa. Salieron los trajes más viejos y se
escondieron todos los sombreros, en triunfo inmediato de la plebeyez.
El terrible y más repugnante
fenómeno de la guerra, hizo su aparición. Eran las mujeres “tiorras”, en
bautizo feliz del gran don Miguel, las que aparecieron llenas de odio,
embiscando todos los bajos y criminales instintos de los milicianos.
—A Juliano, que es “facista”.
Y se registraban las casas, en
caza de la persona decente acusada del delito enorme de ser español.
Las gentes de derecha, se
escondían aterradas. Los caseríos de los pueblos apartados, se iban llenando de
familias que en el escondite esperaban salvar la vida.
LA CAMISA AZUL EN SU PUESTO
Mientras tanto, los fascistas
auténticos, los que llevaban en el alma la doctrina y el pensamiento del César,
no buscaron escondite alguno.
Corrieron al puesto de honor y de
peligro, y uno contra mil, tuvieron a raya a las pistolas de los asesinos.
Una traca interminable, trepidaba
detonaciones secas y frías. Se hacían los disparos por miles, y en las azoteas
de algunas casas, corriendo por los tejados en acrobacias peligrosas, algunos
camisas azules contenían a la fiera que se creía señora ya de la ciudad.
FOTO 24 Enfermeras de San
Sebastián. Abril 1938. Foto cedida por Elena Labayen
TOCAS BLANCAS DE CARIDAD
La Cruz Roja disponía de gasas y
vendas. Empezaban a llegar los heridos a su clínica y las monjas preparaban
camas y servicios de socorros. En contraste con la furia de las milicianas que
pedían el exterminio de las gentes, otras mujeres abnegadas y heroicas, vestían
tocas blancas y esperaban con amorosa solicitud el momento de hacer el bien,
sin reparar en el color de quien los recibiera.
Entre esas enfermeras, figuraban
desde hacía mucho tiempo unas damitas de la alta sociedad donostiarra, toda
ella hecha de bondades y de espíritu cristiano.
La simpatía, sintetizada en Guadalupe
Gaytán de Ayala, poseía un tesoro de abnegación.
Ramonita Usabiaga Michelena; escribía un herido lo que pensaba de
ella: Tengo verdadera admiración por la benemérita Cruz Roja y sus servidoras,
aunque debo confesar que más por las segundas que por la primera. Así es un
placer caer herido de gravedad. Ramonita es una de las enfermeras más guapas y
simpáticas que he visto y conocido, sobretodo vestida de blanco y con la cofia
blanca. Enrique.
Ramonita que era Dama Auxiliar
Voluntaria de la Cruz Roja había nacido el día 31 de agosto de 1913, trabajó
sin descanso y tan intensamente durante la guerra civil que falleció el 6 de
diciembre de 1938, a los 25 años de edad. Había dado su vida por los demás.
Guadalupe, con una fortuna
privilegiada y las mejores relaciones sociales, su vida estuvo consagrada al
bien. Era frecuente verla en las casas humildes donde el dolor o la necesidad
habían entrado, llevando el socorro material o la sonrisa consoladora. Durante
bastante tiempo acudió a la casa de una interina para convertirse en criada
suya, haciendo durante su enfermedad las labores de la casa.
FOTO 25 Guadalupe Gaytán de Ayala
de Enfermera Dama de la Cruz Roja. Fachada y Sala del Hospital de la Cruz Roja.
Carne y foto de Dama Enfermera de la Cruz Roja Ramonita Usabiaga, 1933. Fotos
cedidas por Miguel Tellería
EL ASESINATO DE LUPITA GAYTAN DE AYALA
Tan pronto comenzaron los tiros,
Lupita, como familiarmente la llamaban todos, corrió al Hospital de la Cruz
Roja para ayudar a los demás. El día 21 de julio, entró a su guardia a las ocho
de la mañana. Los momentos eran de una gravedad sin límites, pues la lucha se
libraba encarnizadamente a tiros.
Lupita, confesó y comulgó, y una
vez hecho esto, dijo sencillamente a la Madre Superiora.
Ya he comulgado. Se ahora lo que
quiera Dios. Si me pegan un tiro no importa ya nada.
Hasta después de las seis de la
tarde estuvo prestando sus servicios en el Hospital de la Cruz Roja. A dicha
hora, como el tiroteo parecía haber aminorado, se dispusieron a marchar a su
casa varias enfermeras, entre ellas las señoritas Gaytán de Ayala, Carmen
Resines (3), Juanita Ibáñez y Carmen Areizaga.
Iban vestidas de Damas Enfermeras
y en el coche, destacaba grandemente, la humanitaria señal de la Cruz Roja. Conducía
el coche Antonio Ríos, mecánico que en aquellos días, con valor y abnegación,
prestó grandes servicios.
A las siete menos cuarto, el
coche llegaba a la Plaza de la Reina Regente, donde vivía la señorita Resines.
Quedaban solo ella y la señorita Gaytán de Ayala, que había de continuar hasta
su casa de Ategorrieta. La señorita Resines quiso acompañar a Lupita, pero ésta
se apuró y continuó hacia su casa.
En aquellos momentos, el puente
del Kursaal estaba batido por intenso tiroteo. El chófer, en vista de ello,
torció por el Paseo de la República Argentina, para embocar al puente de Santa
Catalina. Cerca del Café Guría, se oyen unos tiros. Antonio Ríos, mete a fondo
el acelerador, a tiempo que grita a la señorita Gaytán de Ayala:
Tírese al suelo; tírese al suelo,
señorita.
Y siguió, mientras las balas
miserables seguían marcando la silueta de la cruz roja que el coche ostentaba. Entró
por la calle Miracruz, y al llegar al Café de la Paz, donde hoy se halla
instalado el Auxilio de Invierno, volvió atrás la mirada, viendo con espanto
que la señorita Lupita se hallaba derribada en el coche.
Señorita... señorita... la llamó
sin obtener respuesta.
Volvió inmediatamente el coche,
corriendo al Hospital de la Cruz Roja.
Cuando ya en él se sacó a la
abnegada enfermera, la señorita Gaytán de Ayala estaba agonizando.
Una bala que rompió el
parabrisas, le había entrado por la frente y le salía por la sien.
Así murió esta angelical
donostiarra, primera víctima femenina de la revolución que unía al separatismo
con el marxismo (7).
FOTO 26 Cortejo fúnebre. Damas
Enfermeras y sanitarios de la Cruz Roja, custodiando el féretro hasta el
cementerio de Polloe. San Sebastián. Foto cedida por Isabel Ruiz de
Arcaute Alustiza
RESIGNACIÓN EJEMPLAR
Algún tiempo después, cuando por
vez primera, nos encontramos con don Luis
Gaytán de Ayala, caballero ejemplar, padre de Lupita, le expresamos en un
abrazo la adhesión a su dolor. Y entonces tuvimos la admiración más grande de
nuestra vida, al ver el tesoro inmenso de resignación cristiana de aquel hombre
menudo y anciano ya, que tanto adoraba a sus hijos.
Había comulgado por la mañana y
estaba en Gracia. Dios lo ha querido. Tal vez sea un bien, pues ya hay un ángel
más en el cielo que pedirá por España y por vosotros.
Y en esa fortaleza de
resignación, en ese sincero conformarse con la voluntad de Dios, se mostraba
entero y en pie, el alma de la raza, española y cristiana.
El Conde de Algermi
Pseudónimo del falangista Alfredo
Rodríguez Antigüedad, al parecer doctor en medicina (7)
Agradecimientos
Ion Urrestarazu Parada
Esteban Duran León
Anna Arregui Barahona
Elena Labayen Berdonces
Isabel
Ruiz de Arcaute Alustiza
Enrique
Samaniego
Ramonita
Usabiaga Michelena
Miguel Tellería
Cristina Turrau
Diario Vasco
Unidad
Fototeka Kutxa
FOTO 27 Cortejo fúnebre. Damas
Enfermeras y sanitarios de la Cruz Roja, custodiando el féretro hasta el
cementerio de Polloe. San Sebastián. Foto cedida por Isabel Ruiz de
Arcaute Alustiza
Bibliografía
1.- Diario
Vasco, 18 de noviembre de 2017. Periodista Cristina Turrau
2.- Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián
Dispensario de Santa Isabel de San Sebastián
“Santa Isabel” Kontsultategia
Donostian
3.- Carmen Resines Primera
Concejal de España y de San Sebastián y Dama de la Cruz Roja. Publicado el
lunes día 12 de marzo de 2018
Pioneras Políticas: Carmen
Resines y Josefina Olóriz. Primeras Concejalas Donostiarras. Damas Enfermeras de la Cruz Roja. Publicado el viernes
día 8 de marzo de 2019
4.- Documento de compra venta del
chalet para el Hospital de la Cruz Roja de San Sebastián. Notario página 3.
Documento Fondo de Reserva Biblioteca Koldo Mitxelena
5.- Memoria Hospital María
Cristina. Escuela de Damas Enfermeras de la Cruz Roja de San Sebastián. 1917 –
1934
6.- Hospital María Cristina de
San Sebastián. Escuela de Damas Enfermeras de la Cruz Roja de San Sebastián.
Publicado el sábado día 18 de febrero de 2017
7.- Unidad: diario de combate
nacional-sindicalista. 28 de julio de 1937
Autor:
Manuel Solórzano Sánchez
Osakidetza,
Hospital Universitario Donostia, Servicio de Traumatología, Donostia, Gipuzkoa.
Graduado en
Enfermería
Insignia
de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de
Enfermería Avanza
Miembro de Eusko
Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la
Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la
Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro no
numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico
de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia –
Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia
de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019
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