RESUMEN
El
presente texto pretende ofrecer un acercamiento a la arquitectura para la
curación y el cuidado, revisando los diferentes modelos arquitectónicos, que
desde el siglo XV se han venido desarrollando a lo largo de la Historia de la Humanidad para poder dar
una respuesta a las necesidades de salud que se han originado hasta llegar a
los nuevos ejemplos que surgen tras los descubrimientos científicos propios del
siglo XIX, produciéndose un giro importante en la concepción del edificio
hospitalario. El breve recorrido por la arquitectura hospitalaria, que se
centra en el panorama europeo, además aborda la importancia que presentó en su
momento, y que nos ha llegado hasta la actualidad, la figura de Florence
Nightingale, tanto en el entorno anglosajón, como en el resto del planeta.
Palabras clave:
Hospital / arquitectura
hospitalaria / Florence Nightingale / cuidados
FOTO 001 Francisco Javier Castro
Molina, Enfermero de Salud Mental del Hospital Universitario de Canarias y
doctorando en Historia del Arte
Arquitectura Hospitalaria y Cuidados de Enfermería durantes los Siglos
XV al XIX
Las
primeras noticias que tenemos acerca de los hospitales, las encontramos en el
Imperio Romano de Oriente, en Asia Menor y Siria, lugares donde aparece una
fuerte resistencia cristiana, frente al paganismo romano. Ya a mediados del
siglo IV, la situación anteriormente comentada, propició la aparición de
centros hospitalarios, como el que funda, a las puertas de Cesarea en la Anatolia Oriental,
Basilio el Grande (1). Al mismo tiempo, aparecieron otras fundaciones
hospitalarias ubicadas en Oriente, los pandokheion (albergues de peregrinos),
xenodochium (albergues de forasteros) o los nosocomium (casa de enfermos).
A
finales del siglo IV, surgió en Italia y en la Galia merovingia fundaciones hospitalarias,
siendo las de mayor relevancia los pertenecientes a ésta última. Su
proliferación, fue debida en gran medida, al contacto mantenido con el Imperio
Bizantino. En el siglo VI, en la Península Ibérica, nos encontramos como el obispo
Masona fundó un xenodoquio (580
C.) en la ciudad de Mérida. Es en este momento, cuando
aparecen las primeras referencias a hospitales
inclusas y casa de lázaros o también llamados casas de leprosos.
Siglos
más tarde, durante la Edad
Media, proliferaron numerosos establecimientos benéficos,
cuya ubicación estaba en el centro de las ciudades, próximas, e incluso anexas,
a instituciones eclesiásticas tales como los monasterios, catedrales y
conventos. Dos claros ejemplos muestran la realidad del momento: el Hôtel Dieu
de París, que data del 829, y el plano ideal, de 820, de la distribución de los
diferentes edificios de la abadía de Saint Gall.
FOTO
002 Plano ideal para la abadía de Sant Gall, aproximadamente del 820: detalle
de la enfermería
Desde
el siglo XII, tomó relevante importancia este fenómeno asistencial - benéfico
por su condición de depositarios de donaciones y legados, que la caridad
cristiana consolidaba siglo tras siglo. Destacan excepcionalmente, las órdenes
militares, de las que la más antigua fue la de San Juan de Jerusalén u
Hospitalarios, presente en el panorama europeo a partir de 1070. Fundaron
hospitales en diferentes puntos de la cristiandad, tales como Acre,
Villefranche, Viterbo, Chipre, Messina y, sobre todo, Jerusalén, su
establecimiento “modélico”. Posterior a esta orden, fueron la de los
Templarios, fundada en 1118, y la de los Caballeros Teutónicos, fundada en 1190.
Todas
estas fundaciones hospitalarias fueron respaldadas por personajes nobles de la
sociedad del momento, así como ciudades o villas, e incluso congregaciones
religiosas, movidos por una mentalidad donde primaba la caridad en Cristo (2).
Por regla general, estos establecimientos benéficos disfrutaban de privilegios
e inmunidades de la Iglesia,
que los eximían de cargas y contribuciones, además del pago por los derechos de
alimentos, bebidas y medicinas.
Durante
los siglos XII y XIII, los mejores hospitales los podemos encontrar en Francia,
tales como el de Angers (fundado en 1153), Ourscamp (Oise, fundado a principios
del siglo XIII) y Tonnerre (Yonne, fundado en 1293); el mayor y más famoso,
será el Hôtel Dieu de París, compuesto por cuatro grandes salas de dos naves.
En el
siglo XVII, se desarrollará considerablemente, llegando a dar alojo a 1.280
pacientes que en ocasiones precisaban compartir cama con otras personas. Será a
partir de ahora, una práctica frecuente la separación de los manicomios de los
hospitales de agudos; Burdett, cita como ejemplos al de Gante en Bélgica o el
de Bethlehem en Londres, durante los siglos XII y XIII. Esta costumbre no
llegará a España hasta el siglo XV, donde ciudades como Valencia, Zaragoza,
Sevilla, Valladolid y Toledo, acogerán primeramente esta práctica.
A
partir del siglo XV, nos encontramos con un nuevo tipo de estructura
hospitalaria que se desarrolló en la península Itálica, siendo el primer
ejemplo, el Hospital de Santa Maria Nuova de Florencia fundado en 1286. Ya en
1334 la planta de este establecimiento presenta forma de cruz, con cuatro salas
radiales de diferente tamaño (menores las del este y oeste) en cuyo centro
estaba ubicado el altar. Esta distribución espacial innovadora, fue un siglo
más tarde retomada para la construcción del Pammatone de Génova.
Esta tipología fue trasladada, al
que se ha considerado el más importante diseño hospitalario del Renacimiento:
el Ospedale Maggiore de Milán [2], encargado por el duque Sforza a Filarete en
1456. Su Treatise, nos lo reproduce y describe de forma detallada: “es un
rectángulo de 1.000 pies
de fachada, dividido en: centro, con gran patio y en medio la capilla; a
izquierda y derecha, está constituida por cuatro sala dispuestas en forma de
cruz, con su altar en el cruce”. Tanto Santa Maria Nuova como el Ospedale
Maggiore constituyeron los modelos de inspiración para el Hospital del Santo
Spirito de Sassia, en la reconstrucción que efectuó el Papa Sixto IV entre los
años 1474 y 1482.
En
Inglaterra y España, esta tipología se hace presente a principio del siglo XVI.
Los primeros casos españoles se materializan en los diseños que realizó Enrique
de Egas para el Hospital Real de Santiago de Compostela (1501 - 1511) [3], el
Hospital de Santa Cruz de Toledo (1504 - 1514) y el Hospital Real de Granada
(1504). Valencia y Sevilla se unieron a estas nuevas formas durante este mismo
siglo.
FOTO
003 Filarete, plano propuesto para el Ospedale Maggiore de Milán (posterior a
su Treatise, comienzos de la década de 1460)
El
Hôpital Saint Louis, diseñado por Claude Vellefaux y fundado por Enrique IV en
1607, fue uno de las mejores edificaciones de su momento, en contraposición con
el Hotel - Dieu, cuya condición de “horrible” no la había perdido desde la Edad Media (3). De
manera opuesta, digno de ejemplo fue el Hospital de los Inválidos, obra
proyectada por Brunt (4) en 1670, la cual fue comparado con el Hospital de
Chelsea, diseñado por el arquitecto anglosajón Wren.
Esta
rivalidad entre el mundo galo y anglosajón se hace claramente patente, ante el intento
de impulsar como su máximo exponente al Hospital de Greenwich, que se consideró
el establecimiento inglés modélico, por excelencia, en este momento.
A
finales del siglo XVII y principios del XVIII, vemos como el modelo
arquitectónico que había perdurado casi dos siglos, se modificó buscando el
aumento de la capacidad del establecimiento. Antonie Desgodets, en su Edifices
antiques de Rome propuso una tipología articulada a partir de un centro
octogonal con cerramiento cupular que favoreciera el intercambio de aire con el
exterior, en torno a este espacio, disponía de dieciséis salas radiales.
Leonhard
Christoph Sturm, debió conocer este proyecto durante su estancia en Francia, ya
que en 1720 formuló su hospital ideal, en el que, como en el Ospedale Maggiore,
el edificio se articula a partir de un rectángulo en el que está inserta en el
centro la iglesia de planta octogonal, de la que nacen ocho salas radiales con
capacidad para 1.525 enfermos (5).
Ya de
lleno en el siglo XVIII, la arquitectura hospitalaria presentó un auge
considerable, colocándose Gran Bretaña a la cabeza, con innovaciones tales como
la especialización por patologías de los pacientes ingresados en los
establecimientos. Ejemplos de tal hecho los encontramos en el Hospital de
Bethelem (Bedlam) y Saint Luke, destinados a la asistencia a dementes; el
Hospital Queen Charlotte, para maternidad; o Foundling que se trataba de una
inclusa.
FOTO 004 Santiago de Compostela,
Hospital Real, 1501-1511, de Enrique Egas: plano
En Norteamérica, los edificios
hospitalarios tuvieron impresa la huella anglosajona, remarcándose, como en
Gran Bretaña, a principios del siglo XIX, un considerable gusto neoclásico en
el que las largas fachadas con pórticos y cúpulas son principalmente su
característica más destacada. Las dimensiones de los establecimientos
hospitalarios adquieren un tamaño considerable ante el aumento de la demanda de
la población, así como un importantísimo crecimiento de ésta. El Hotel - Dieu
de Lyon, diseño de J. G. Soufflot en 1741, fue un claro ejemplo de esta
situación ante la magnitud de la obra, no viendo su conclusión hasta 1842.
La preocupación por las
condiciones higiénicas de los recintos hospitalarios fue marcada a ambos lados
del Océano Atlántico. El doctor Rothman, en su examen de los hospitales
norteamericanos, y Chamousset, con su análisis del Hôtel Dieu de París,
manifestaron su inquietud ante este tema, al que no se le prestaba la atención
necesaria por no considerarlo importante. Junto a ellos, Jean Baptiste Le Roy
propuso la construcción de pabellones que se articulaban a partir de un patio
central, con la intención de favorecer la ventilación de los recintos. Esta
idea se materializó en 1756 cuando se dio comienzo al proyecto Rowehead para el
Hospital Naval de Stonehouse en Plymouth (6).
A
comienzos del siglo XIX, en 1801, Durand en su Recuil et Parallèle comparó
gráficamente, tanto el Ospedale Maggiore de Milán como el Pammatone de Génova
(7), con ejemplos galos (Saint Louis y Los Incurables, ambos de París) y
anglosajones (Stonehouse), además del diseño que realizó Poyet para su segundo
informe. Los dos últimos, articulados con pabellones, son los que consideró más
adecuados, incorporándolos en su obra titulada, Précis des leçons. En ella, propuso siete pabellones ubicados a
ambos lados de un patio central rectangular que moría en un “bosque de
columnas” (8).
La
funcionalidad, atendiendo a la distribución espacial de los establecimientos
arquitectónicos, primó de manera considerable en Gran Bretaña, aunque se
construyeron ejemplos que mostraban concomitancia con modelos anteriores a los
acometidos en este momento, muy en la órbita del medievo (9).
En el panorama europeo, esta
propuesta se materializó en ejemplos como el Hospital Saint André (1825 – 1829)
de Burdeos de 650 camas, obra de Bourguet; el diseño de Partois para el
Hospital de Beaujon en París (1837 - 1846) y para el de Saint Jean en Bruselas
(1838 - 1849); o Gauthier, que proyectó para la condesa Laribisière un hospital de 905 camas cuyo plano atendía
plenamente a la distribución en pabellones [4].
Estos
nuevos planteamientos, unidos a la preocupación por la higiene y salubridad de
los establecimientos hospitalarios, llevan a tratar la figura de una mujer que
en su época marcó un antes y un después en todas las actividades destinadas al
cuidado. Guiada por las ideas de progreso de los pensadores victorianos, centró
sus esfuerzos en reformar el sistema de cuidados que se prestaban en la salud
militar y la elaboración de un programa
de formación de enfermeras sólido cimentado por normas profesionales. Para
tal empresa se ayudó de la observación y el uso de la estadística social (10).
Florence
Nightingale nace en Florencia en 1820, en el seno de una familia británica de
clase alta. Recibió una esmerada educación, dominando, con tan solo 17 años,
varios idiomas antiguos y modernos, además de diferentes disciplinas propias de
una señorita de la alta sociedad victoriana. Tras cumplir los veinte años,
mostró un marcado interés por el cuidado de los enfermos y las condiciones
físicas de los hospitales, situación que le llevó a visitar varios
establecimientos con la intención de conocer sus condiciones y su organización.
En 1847, marchó a Alemania
durante varios meses, tras haber visitado con anterioridad Egipto y Grecia,
lugares donde se familiarizó con la práctica del cuidado de los enfermos
realizada por las órdenes religiosas. En el mundo germano, se formó con las
Diaconisas de Kaiserswerth (11), para posteriormente viajar a París, ciudad
donde recibió estudios de las Hermanas de la Caridad en la Maison de la Providence. Un
año más tarde, en 1854, Florence se desplaza a Crimea para la dirección y
coordinación de un hospital turco (12). El inicio de esta Guerra llevó a que el
Secretario de Guerra, Sir Sydney Herbert, solicitara su auxilio, junto a treinta
y siete enfermeras más (13).
Florence Nightingale fue nombrada
superintendente del
Female Nursing Establishment of the English General Hospitals de Turquía. Este hospital militar, de planta cuadrada, con capacidad para
albergar a 1.700 pacientes, alojaba en realidad, un total de casi 4.000
enfermos. Los cuidados prestados a los soldados ingresados en el
establecimiento eran considerablemente precarios, llegándolos a calificar de
“vergonzosos” (14).
En 1856
regresó a casa, débil, tras haber estado gravemente enferma de la “fiebre de
Crimea”, situación que casi la llevó al borde de la muerte. A partir de este
momento, su interés se centró en la mejora de las condiciones de los hospitales
ingleses, fijando su vista en el Hospital Militar de Netley, en Hampshire,
establecimiento comenzado en 1856, para el que propuso el proyecto diseñado por
Lariboisière.
FOTO
005 París, Hôpital Lariboisière, 18391854, de Gauthier: plano, fachada y
sección longitudinal
Este mismo año, un médico de
Edimburgo llamado John Roberton, manifestó públicamente su apoyo a los
establecimientos hospitalarios articulados a partir de pabellones (15),
situación que interesó considerablemente a Florence. Lord Panmure remitió el
proyecto de Netley a Florence Nightingale para que se pronunciara; ella apeló a
Palmerston con argumentos que lo convencieron, aunque el edificio continuó
construyéndose, sin modificación alguna, hasta su conclusión en 1863 (16).
En los siguientes años, realizó
numerosas publicaciones con las que procuró dar una visión antagónica, a la que
se tenía en ese momento, sobre las condiciones higiénicas de los hospitales y
su destacada importancia para la rápida y correcta reposición de los enfermos
que en ellos se alojaban. Entre ellas destacaron obras tales como: Notas sobre
las cuestiones relativas a la salud, eficacia y administración hospitalaria del
ejército británico (1858); Notas de Hospitales (1859); Observaciones sobre la
situación sanitaria del ejército en la
India (1863); ¿Vida o muerte en la India? (1873); Notas de
enfermería para las clases trabajadoras (1861); y su obra más universal, Notas
sobre enfermería: qué es y qué no es (1859), donde plasmó su filosofía entorno
a los cuidados, conductas y las condiciones higiénicas que deben estar
presentes en un hospital (17). A todo este arduo trabajo, se le unió la
elaboración de una nomenclatura estandarizada para las enfermedades y el diseño
de un Formato Estadístico del Hospital Modelo (18).
La
arquitectura hospitalaria articulada a partir de pabellones fue argumentada y
defendida por diferentes autores, entre ellos Kuhn en su Handbuch der Architektur (1897) o Guadet en Elèments et thèoriesde l’architecture (1902). Esta
propuesta arquitectónica se convirtió en un “signo de autoridad progresista”.
Los ejemplos son múltiples, entre ellos, el ya nombrado de Lariboisière y el
nuevo Hotel Dieu de París, reformado tras su incendio de 1772.
Numerosas
veces fue consultada Miss Nightingale para la planificación de nuevos
hospitales en Inglaterra, Australia, Canadá y los Estados Unidos de
Norteamérica, destacando, en este último país, la crítica que efectuó a los
planos del Johns Hopkins Hospital de Baltimore, obra de Niernsee que se
concluyó en 1879, tres años después de su comienzo.
Otro
importante avance acaecido durante el siglo XIX fue la especialización de los
establecimientos hospitalarios para mejorar los cuidados prestados a los
pacientes, atendiendo a un solo tipo de dolencia. De esta manera se crearon los
hospitales para inclusas, asilos para dementes, hospitales para pernoctar, etc.
Tempranamente, durante el primer tercio de este siglo, encontramos los primeros
ejemplos en Londres y París.
En España, el Real Decreto de
1885 refleja la concepción que la sociedad de la época tenía del enfermo mental
como una especie de ser extraño y temible, poseído o endemoniado, de cuya
presencia había que proteger al cuerpo social por medio de la reclusión. El
ingreso en el recinto hospitalario, el manicomio, constituyó en aquel tiempo la
atribución por parte de la sociedad de la condición de loco a un individuo,
situación que conllevó a establecer importantes trabas legales para evitar
ingresos improcedentes, aunque una vez producido éste, las expectativas de
salida de los manicomios eran casi nulas.
La Ley de Beneficencia de 1849 recogía la obligación
del Estado de proporcionar atención sanitaria a sus ciudadanos, si bien las
Diputaciones fueron asumiendo esta responsabilidad en el campo de la salud
mental iniciando la construcción de manicomios, hasta que un decreto de 19 de
abril de 1887 estableció que la obligación de atender a los dementes era imputable a la Diputación de cada
provincia.
Aunque
la legislación vigente acotaba estas cuestiones, la inexistencia de recursos
asistenciales fue la tónica presente durante el siglo XIX, no recibiendo los
alienados atención sanitaria y encontrándose desatendidos por las calles o
encerrados en sombríos calabozos en los que transcurrían sus días. Los
manicomios de la época eran verdaderos pudrideros de locos en los que el
ambiente reinante, lejos de favorecer la buena evolución de los pacientes,
contribuía a su descompensación y a su desorganización.
Ante la
ausencia de hospitales psiquiátricos en el País Vasco, los enfermos eran
ingresados fundamentalmente en los Manicomios de Valladolid y Zaragoza, lo que
implicaba un importante desplazamiento y en muchos casos, una definitiva
desconexión de la comunidad originaria.
El
siglo XX vendrá marcado, considerablemente, por una sucesión de formas
estéticas que se remarcan en esta tipología. Además de los pabellones, aparecen
las colonias que procuraron ubicar los recintos sanitarios en zonas rurales,
situación que marcó una diferencia con respecto al siglo XIX. El primer ejemplo
de esta innovación arquitectónica se acometió en la ciudad de Nancy, en el
Hospital de Maréville.
En los
años sucesivos a la década de 1870, el concepto de los hospitales en pabellones
se fue desechando poco a poco, para dar paso a formas arquitectónicas que se
elevaban, creciendo en altura. Estas nuevas soluciones se debieron
principalmente a las novedades que aparecieron en este momento, con respecto a
materiales y técnicas constructivas, a lo que se unió nuevos descubrimientos en
el campo de la medicina que efectuaron los doctores Luis Pasteur y Joseph Lister
(19). Estos nuevos hallazgos, derogaban el anterior concepto de mediados del
XIX en el que el aire enrarecido era el principal enemigo de los pacientes
enfermos hospitalizados.
FOTO
006 Luis Pasteur vacunando, lienzo
En 1907,
Ochsner y Sturm (20) defienden el “compactar edificios de pisos” como solución
a las necesidades de la arquitectura hospitalaria. Esta compactación buscaba
disminuir la movilidad del paciente y minimizando su contacto con el exterior.
Los primeros ejemplos están presentes en Estados Unidos de Norteamérica, como
el que diseñó James Gamble Rogers para el Columbia Presbyterian Medical Center
de Nueva York, con una capacidad total de 1.499 camas.
Hospitales Sus Orígenes
Origen
histórico:
Siglo IV:
Renacimiento: Inicio de la Secularización y la Beneficencia Civil:
NOTAS A PIE DE PÁGINA
(1) Fue fundado en el 370 a.C., destinado a los
enfermos, siendo sus benefactores los poderosos del lugar.
(2) Clavijo Hernández, F. (1982).
El Hospital de San Salvador de Sevilla en el siglo XV. III Coloquio de Historia
Medieval Andaluza. Jaén pp. 78-83.
(3) Pese a que había sido
remodelado también por Claude Vellefaux.
(4) Su capilla, la de Saint Louis
des Invalides, fue diseñada por Hardouin-Mansart.
(5) Esta planta en forma de cruz
estará presente hasta el siglo XIX, donde será de primera elección en los
diseños propuestos para asilos.
(6) Esta solución arquitectónica
está presente en las obras de Howard, Lazaretos (1789) y la de Durand, Recueil,
donde Stonehouse es reproducida y tomada como ejemplo.
(7) Ambos con una distribución en
forma de cruz.
(8) Esta solución recuerda a las
propuestas por Boulleè a modo de ornato.
(9) Stonehouse y el proyecto de
Stonehouse Le Roy Tenon se utilizó en casos excepcionales.
(10) Cohen L.B. (1984). Florence Nightingale. Scientific
American. s.l. p.128. En 1853, asumió la superintendencia del Establishment for
Gentlewomen During Illness de Londres. Su administración y gestión fue
modélica, procurando incluso crear una escuela para la formación de enfermeras.
Nunca se llevó a cabo tal empresa, lo que decepcionó considerablemente a
Florence.
(11) Las Diaconisas de
Kaiserswerth se fundan hacia 1833
a iniciativa de Teodor Fliedner (1800 - 1864).
(12) Woodham-Smith, C. (1951). Florence Nightingale.
Ediciones McGraw-Hill Book Co. Nueva
York pp. 87 – 89.
(13) Donahue, M. P. (1988).
Historia de la
Enfermería. Editorial Doyma. Barcelona pp. 242 - 243.
(14) Ibídem; pp. 242243. Ante
esta precaria situación, William Howard Russell, corresponsal de guerra del
periódico The Times remitió varias crónicas que denunciaban la realidad
sanitaria de este conflicto bélico. Florence Nightingale tomó medidas con
respecto a la higiene y de organización que consiguieron disminuir la
mortalidad de manera sorprendente, de un 42 a un 2.2 %.
(15) Pone como ejemplos los
hospitales de: Saint André en Burdeos, Saint Jean en Bruselas y Beaujon y
Lariboisière en París.
(16) Pevsner, N (1979). Historia tipológica
arquitectónica. Editorial Gustavo Gili. Barcelona p.185.
17) Ibídem; pp. 134 – 140.
18) Aprobado por el Congreso
Internacional de Estadística celebrado en Londres en 1860.
19) El Dr. Luis Pasteur descubrió
que las bacterias eran los agentes causantes de la enfermedad; el Dr. Joseph
Lister formuló la importancia del tratamiento antiséptico de las heridas para
evitar infecciones.
20) Pevsner, N. (1979): opus cit;
p.186.
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Cultura
de los Cuidados. (Edición digital) 16, 32. http://dx.doi.org/10.7184/cuid.2012.32.05
Enfermería
Avanza: http://enfeps.blogspot.com.es/
AUTORES
Francisco Javier Castro Molina, Enfermero de Salud Mental del
Hospital Universitario de Canarias y doctorando en Historia del Arte. Dra. Maripaz Castro González, Profesora
titular de Universidad, Escuela Universitaria de Ciencias de la Salud, ULE. Francisco Megias Lizancos, Profesor
titular de Universidad, Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia,
UAH. Felisa Vanesa Martín Casañas,
Enfermera del Hospital Universitario de Canarias y Álvaro Causapie Castro, Licenciado en Historia.
Correo electrónico de Javier
Castro Molina: javier_tenerife@hotmail.es
Manuel Solórzano
Sánchez
Enfermero Servicio de
Oftalmología
Hospital Universitario Donostia
de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de
Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados
Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los
Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP
1 comentario:
Sin duda alguna un interesantísimo documento sobre la historia, concepto arquitectónico, funcionalidad, personal sanitario y evolución de los complejos hospitalarios, que aclara muchos aspectos de los mismos.
Enhorabuena.
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