El doctor Federico Rubio y Gali incorporó a su soñado proyecto de construir un Instituto Quirúrgico de Terapéutica Operatoria, y crear la primera Escuela de Enfermeras en España, similar a las ya existentes en el mundo anglosajón y que, por aquella época, eran modelo y guía de la enfermería por todo el mundo (1).
Foto 1 Doctor Federico Rubio y Gali. Fundación María Teresa Miralles Sangro
El doctor Federico Rubio fundó la primera Escuela de Enfermeras laicas en España, mucho antes de que se regulasen los estudios oficiales de enfermeras en dicho país, que fue gracias a las Religiosas Siervas de María, Ministras de los enfermos, el 7 de mayo de 1915.
Como todo proyecto que emerge tuvo sus detractores. Inicialmente, el laicismo institucional del cuerpo de enfermeras, que no de su formación y régimen de vida, tuvo sus no pocos enfrentamientos con la Iglesia, e incluso retiradas de algunas de sus subvenciones. Médicos y Practicantes fueron, posteriormente, sus mayores detractores.
Los primeros sin duda, por las envidias corporativas dada la cada vez mayor influencia del doctor Federico Rubio y Gali en la Casa Real, en el ámbito profesional internacional y en la sociedad en su conjunto. Los segundos, porque veían cómo, poco a poco, estas profesionales iban ocupando espacios que antes les eran propios, así como obteniendo un respaldo profesional, social e institucional que ellos consideraban lesivo para sus intereses profesionales.
Está documentado que el Instituto Quirúrgico de Terapéutica Operatoria inició su construcción el 4 de julio de 1896 como un Instituto de nueva construcción e independiente de cualquier otra institución sanitaria, con el espaldarazo de S.M.R. Regente y toda la familia Real, siendo arquitecto de la construcción el señor don Manuel Martínez Ángel.
Estaba ubicada en la parte alta de la Moncloa, en la prolongación de la calle del Ensanche (donde hoy está ubicada la Fundación Jiménez Díaz).
El Instituto se construyó sobre una superficie de 163.912 metros cuadrados cedidos por el Estado. La inversión total fue de 430.000 pesetas, de las cuales, 178.215 pesetas fueron conseguidas mediante suscripciones voluntarias, corriendo a cargo del doctor Federico Rubio el resto de la inversión.
Foto 2 Procesión verificada en la Real Escuela de Enfermeras Santa Isabel de Hungría, en el día de su celebración, con motivo de la comunión que se dio a los enfermos ingresados en el Instituto. Mundo Gráfico, página 30 del 27 de noviembre de 1912
El Reglamento para las enfermeras se dividía en dos, uno para enfermeras externas y otro para las internas. En el caso de las alumnas externas, recibían un Certificado de Aptitud como alumnas del Instituto Quirúrgico de Terapéutica Operatoria una vez terminados los dos cursos con el beneplácito de sus profesores.
Se exigía, para formalizar la matrícula, ser mayor de 23 años y menor de 43, o, siendo menores, licencia paterna, saber leer, escribir, sumar, restar, multiplicar y partir, estar sanas, vacunadas, ser aseadas y tener buenos modales y costumbres.
La formación que recibían era la siguiente:
Nociones de higiene; higiene personal; nociones generales de infección y desinfección, el arte de la asepsis, el arte de manejar y cuidar a los enfermos; el arte de cocinar para los mismos; lavado y planchado; rapar, afeitar y amasar; el arte de curar asépticamente úlceras y heridas, y el arte de aplicar apósitos, vendajes, tópicos e inyecciones. El número de alumnas externas admitidas en esta primera promoción fue de 24, siendo preferidas las primeras inscritas más sanas y de mejores modos, y las internas 8, prefiriéndose, en este caso, las mujeres desamparadas, que recibían las mismas enseñanzas gratuitas que las externas, obteniendo, además, casa, vestido uniforme, asistencia a sus enfermedades y ración de la sobrante de los enfermos.
Como este nuevo modelo de la Escuela de Enfermeras sustituía, de alguna manera, a las Hijas de la Caridad, fue muy contestado desde algunas instancias poderosas en la sociedad española de finales del siglo XIX, retirándole, en algunos casos, incluso las subvenciones.
Foto 3 Alumnas de la Real Escuela de Enfermeras Santa Isabel de Hungría, en la inauguración del monumento en homenaje a su fundador el doctor Federico Rubio y Gali, en Rosales. 1904. Fundación María Teresa Miralles Sangro
El doctor Federico Rubio y Gali quiso contestar a lo que él consideraba como una injuria; era un hombre de profundas convicciones religiosas, estableciendo un régimen de funcionamiento para las alumnas internas, incluso más dura que el establecido en los hospitales en los que prestaban sus servicios las Hijas de la Caridad.
Las alumnas internas, al inscribirse, contraían los mismos compromisos que las externas y, además, abstinencia de visitas, salidas del Hospital, relaciones exteriores, correspondencias, noviazgos y tocar moneda.
Una de las alumnas tenía que ser supervisora, en este caso fue doña Socorro Galán Gil, que jugaría el papel de contacto entre las alumnas y la superioridad, de control de los turnos, que serán diurnos y nocturnos, y del cumplimento de las prácticas cristianas e higiénicas siguientes. La primera enfermera del Instituto fue Salvadora D’Anglada, quién concluyó su vida profesional como matrona de la Casa Real.
Se levantaban a las cinco de la mañana y mientras se vestían en el dormitorio común, rezaban el Bendito, el Padre Nuestro, la Salve y el Credo. Seguidamente se arrodillaban ante la imagen de Santa Isabel de Hungría y rezaban una oración previamente establecida. Acto seguido, pasaban al local de baños y, cada una en un departamento aislado, “tomarán un baño de lluvia, cubierta con un peinador y guardando su propia honestidad. Después de friccionarse brevemente, se vestirán y repartirán en sus respectivos servicios diciendo mentalmente: Como el agua lava el cuerpo, así las buenas obras laven mi alma y la libre de infección”.
Foto 4 Vista general del instituto Rubio. Foto Nuevo Mundo, página 13 del 5 de septiembre de 1902
La Escuela de Enfermeras, con estas normas de funcionamiento, inició su andadura el 1º de octubre de 1896 y prosiguió más allá de la muerte de su fundador el 31 de agosto de 1902, que fue enterrado en la capilla del Instituto y cuyos restos fueron rescatados por el Conde de San Diego, director en esa época del Instituto, y los nietos del doctor Rubio, señores de Reixa. La última promoción concluyó los estudios en 1932.
Tuvo su espaldarazo legal en mayo de 1915 al publicarse la Real Orden de 7 de mayo (Gaceta de 21) por la que se aprueba el programa de los conocimientos que son necesarios para habilitar de enfermeras a las que lo soliciten, pertenecientes o no a Comunidades Religiosas. Posteriormente siguieron sus pasos la Escuela de Santa Madrona (Barcelona) que llegó incluso a enviar como emisario al Dr. Baltasar Pijoan para conocer su experiencia, posteriormente la Escuela de Cruz Roja de San Sebastián y de Madrid, y así sucesivamente (1)
El Doctor Federico Rubio
En el mes de octubre de 1900 cumplirá setenta años de vida el eminente cirujano don Federico Rubio y Gali, y cumplió cincuenta años de vida profesional el día 28 de junio de este mismo año, porque en igual día del año 1840 la Escuela de Medicina de Cádiz, le concedió el título de licenciado en dicha facultad (2).
La prensa periódica y los profesores de la clase médica, no quisieron que pasara desconocida y menospreciada la fecha en que uno de nuestros más fecundos maestros contemporáneos celebraba sus bodas de oro con la profesión donde prestó muchos y extraordinarios servicios, y, rindiéndole homenaje inusitado, ha ensalzado al ilustre anciano con tan numerosas y variadas muestras de veneración y afecto, que su sólo relato ocuparía la mayor parte del espacio que Nuevo Mundo puede conceder a esta manifestación, asociándose como uno de tantos admiradores del fundador del Instituto de Terapéutica Operatoria en Madrid, a la común fiesta realizada.
Se celebra en el doctor Rubio su amor a la enseñanza útil, progresiva y desinteresada; sus fecundas iniciativas y organizaciones, encaminadas al desarrollo científico de la profesión médica, y al servicio de la humanidad enferma considerada entre las clases proletarias; su cooperación al desarrollo de los intereses morales de la patria, engrandeciendo doctrinas, mejorando publicaciones, perfeccionando remedios y creando nuevos organismos que a los propios fines apliquen su actividad; sus entusiasmos tenaces, luchadores y triunfantes por la obtención de frutos útiles a los demás y onerosos para sí propio; sus privilegiadas dotes de cirujano eminente, que cuidó siempre de estar ojo avizor a los adelantos que verificaba ésta rama de la ciencia del curar en el extranjero, para luego implantarlos en España, afrontando con su autoridad y sus energías, las censuras y ataques que caen sobre los innovadores quirúrgicos; sus ruinosas larguezas y grandes sacrificios por dotar a la humanidad y a la enseñanza de un prestigiosos centro donde el profesor se perfeccione en su arte dificilísimo, y el paciente se cure de su terrible enfermedad; y, finalmente, aquel su severo ascetismo y hondo menosprecio de bienes y honores, que en quien los siente engendran una religión, trazan con firmes líneas un carácter, desarrollan un apostolado y convierten al hombre en un verdadero bienhechor de la humanidad.
He aquí lo que ha presentado de grandioso y de adorable éste esclarecido profesor, y qué realizado en el transcurso de una larga existencia, consagrada al bien de los demás, le convierte en una de las figuras más hermosas de nuestro país.
El doctor Manuel Martínez Ángel, ha trabajado, también, con laudable actividad en los preparativos del acto, y todos los médicos del Instituto de la Moncloa han rivalizado en la tarea que se impusieron.
Entre los artículos y documentos oficiales que los hombres de ciencia han dedicado al doctor Federico Rubio en sus bodas de oro, sobresale el Mensaje de la Academia de Medicina, suscripto por su Presidente señor Matías Nieto y Serrano, Marqués de Guadalerzas y por todos los miembros de la ilustre corporación.
Foto 5 Doctor Federico Rubio y Gali. Retrato de la revista Nuevo Mundo, página 12 del 4 de julio de 1900
En el Instituto de Terapéutica Operatoria, fue un día de gala el del jueves. El veterano maestro comenzó a las nueve de la mañana la visita de los innumerables enfermos que llenan sus clínicas. Le acompañaban los señores Moreno Zancudo, Manuel Martínez Ángel, Castillo, (D. R. y D. M.), Arnal, Redondo, Muñoz, Batin, Camacho, Durán y otros profesores que practican las doctrinas científicas del fundador del hospital.
Más tarde llegó al Instituto Quirúrgico de Terapéutica Operatoria, el Ministro de Instrucción Pública señor García Alix, a felicitar al doctor Federico Rubio, en nombre del Gobierno, y se cambiaron afectuosos discursos, descollando en el del Ministro la nota reformista que expuso con palabras elocuentes.
Foto 6 El doctor Federico Rubio y sus discípulos en el Instituto de la Moncloa. Foto de la revista Nuevo Mundo, página 13 del 4 de julio de 1900
Durante todo el día recibió el doctor Federico Rubio millares de cartas y telegramas de todas las provincias y del extranjero, y mensajes valiosos de Universidades, Institutos, Ateneos y Academias inspirados en profundos sentimientos de cariño, de respeto y de admiración al eminente cirujano, gloria de España (2).
Muerte del doctor Federico Rubio
En una sala operatoria del Hospital de la Princesa cuando este hospital, según referencias, carecía de prestigio o no lo había logrado extraordinario. Reunió lo más granado de los especialistas quirúrgicos de Madrid, con la muerte del doctor Rubio y en poco tiempo consiguió una reputación tan excepcional para los suyos, que esfuerzo grande ha costado a los profesores de San Carlos conservar la que de abolengo gozan (3).
Y el espíritu de emulación fue causa de que los médicos del referido Hospital de la Princesa, se esforzaran con ahínco en igualar a los que en un rincón de sus propio edificio constituían el Instituto Rubio, organizando una Policlínica externa en competencia con la de éste, tan numerosa y bien servida como aquella, pero falta el espíritu organizador del doctor Federico Rubio, que les produjo una pérdida de trabajo útil por haber quedado muy poco de su esfuerzo como testimonio escrito de tales luchas; y falta, además, de unidad de miras y trascendencia de fines, pues si del Instituto se perdiese casi todo, quedaría aquello que no se puede perder, su espíritu y su historia personal consignado en sus Anales, y en estos tres años y medio últimos en la Revista Ibero Americana de Ciencias Médicas, que tuvo el doctor Federico Rubio el talento de fundar para que en ella perduren los resultados finales de lo que el Instituto ha realizado desde sus fundación, por confesión de los propios fundadores, convertidos en colaboradores de esta interesante y ejemplar revista.
Que el espíritu en don Federico Rubio fue altruista lo demuestra que procuró ensalzar y encumbrar a cuantos le rodearon y en quienes acertó a descubrir alguna aptitud, habiéndole oído decir que le habrían dado mejor resultado las medianías bien cultivadas que los talentos, con tal de que fueren perseverantes.
Y cual nuevo Ignacio de Loyola, supo sacar partido y muy excepcional de quienes es posible que espíritus menos perspicaces, no hubieran descubierto aptitud ni condición alguna aprovechable (3).
Foto 7 Enfermeras de la Real Escuela de Enfermeras Santa Isabel de Hungría en el entierro del doctor Federico Rubio. Foto Nuevo Mundo, página 13 del 5 de septiembre de 1902
En su trato jovial, afable y sencillo con sus discípulos y compañeros se aprendía mucho mundo, porque, eso sí, lo tenía como pocos.
Si eran sus interlocutores espíritus mediocres, eruditos a la violeta o chapeados a la extranjera, con austeridad y firmeza resolvía por propia personal experiencia muy abundosa y bien sentida toda apreciación que se le ocurría; y con su aspecto de Padre Eterno, mirando con aquella tranquilidad profética, parecía como que escudriñaba en su dialogante el efecto que le producía cada palabra o cada atrevimiento de libre pensar, que los tenía también para toda cosa.
Más cuando, por el contrario, apreciaba en su interlocutor esa convicción del que sabe lo que se dice o reconocía en él algo personal de labor propia, el doctor Federico Rubio sentencioso, verboso y que no escuchaba a nadie para oírse bien lo que a los demás decía con gran atildamiento y elegantes y oportunas citas, se convertía en el más modesto y humilde oyente que con el mayor temor de ser inoportuno preguntaba de vez en cuando algo que, seguramente, debía ser preguntado (3).
Foto 8 La Nochebuena en el Instituto Rubio. El doctor Gutiérrez, director del Instituto Rubio, y las damas protectoras del benéfico establecimiento repartiendo entre los enfermos una cena extraordinaria el día de Nochebuena. Nuevo Mundo, página 21 del 31 de diciembre de 1908
Y era tal su entusiasmo por todo el espíritu original, que yo no he conocido a nadie que se sintiese tan devoto admirador e incondicional estimulante del mérito ajeno; y en esto el pueblo español debe aprender, puesto que era el doctor Federico Rubio un mirlo blanco, y sería bien del país que fuéramos todos como él.
Su vida política es fiel reflejo de su carácter. Fue diputado y senador con la República, y hubiera debido serlo siempre. No tuvo cargo alguno oficial docente, porque no lo necesitó; se constituyó una Escuela de Enfermeras suya y quedará por muchos años. Fue ministro plenipotenciario en Londres, y con este motivo se enteró de la cirugía británica, cuyos progresos supo traer a su regreso sin mezcla de amaneramiento, porque convertía en cosa propia lo aprendido.
Mantuvo contacto en aquel periodo con Florence Nightingale y su Escuela de Enfermeras en Londres, de donde sacó las nuevas ideas para fundar en España la primera Escuela de Enfermeras laicas, donde también impartió sus inmensas experiencias.
Fue Académico de la Real de Medicina; del Real Colegio de Cirujanos de Londres que le nombró hace pocos años miembro honorario, y en mayo último se le ofreció un título de Castilla que no aceptó, otorgándole con toda justicia la Gran Cruz de Alfonso XII.
Antes de terminar este artículo, quiero dejar bien planeado lo que yo creo que se propuso en vida el gran maestro y profesor don Federico Rubio.
Foto 9 Apertura del curso en Madrid. El personal del Instituto Rubio y de la Real Escuela de Enfermeras Santa Isabel de Hungría, depositando una corona de flores en el monumento al ilustre doctor, con motivo del aniversario de su muerte y de la apertura del nuevo curso para enfermeras. Nuevo Mundo, página 19 del 8 de octubre de 1919
La enseñanza práctica de la cirugía en la clínica y en el consultorio, por forma socrática. La protección al desvalido enfermo gastando la fortuna propia para remediar los males ajenos, gozándose en esta verdadera caridad.
La educación científica e inteligente del sentimiento femenino para utilizarle en pro de los enfermos, instituyendo una orden laica de enfermeras que quizás hubiera sido buena semilla para la creación de otra orden religiosa, pues hasta le dio el nombre de Santa Isabel de Hungría.
La elevación científica y social de la prensa médica, elevándola al mayor nivel intelectual e inquisitivo en su ejemplar Revista Ibero – Americana.
¿Qué quedará de todo esto a su muerte? Pese al pesimismo de muchos quedará mucho, pues sólo el doctor Federico Rubio ha logrado formar y fundar una Escuela de Enfermeras.
El Instituto tiene edificio propio, medios de subsistencia y profesores que deben responder ante la patria y ante su conciencia del gran legado que acaban de recibir. Será centro docente mientras subsista un solo alumno de los suyos, y tiene muchos: pero si se perdiese este carácter, quedaría a perpetuidad convertido en un excelente hospital, el mejor de Madrid, con su propia Escuela de Enfermeras y con rentas propias para sobrevivir.
Es decir, será siempre un hotel para los enfermos pobres (3).
Foto 10. Las señoritas enfermeras del Instituto Rubio y de la Real Escuela de Enfermeras Santa Isabel de Hungría, depositando una corona de flores en el monumento al eminente doctor Federico Rubio, instalado en el Parque del Oeste en Madrid. Nuevo Mundo, página 9 del 17 de octubre de 1923
La Escuela práctica de Enfermeras de Santa Isabel de Hungría es ya una realidad y un germen que se desarrollará en otros centros en lo porvenir. Su formación se realizaba durante tres años consecutivos en régimen interno o externo y con examen final. Al terminar los tres años recibían la Titulación para poder trabajar cómo enfermera, y además era la primera vez que tenían una remuneración económica por su trabajo y podía depender de él para vivir. La Esfera, Madrid 1914. (3)
Cómo debería ser una alumna de enfermera en la Escuela de Enfermeras de Santa Isabel de Hungría:
“Sencillez, humildad, paciencia y, sobre todo, respetabilidad de conducta y porte para igualarse, como no podía ser menos, a personas respetables, a saber, médicos, abogados y sacerdotes. Por otra parte, el hacerse enfermera era un medio decoroso de vida. Ante todo, la enfermera debía: obediencia al médico, auxiliarle y ejecutar las órdenes del tratamiento para que las operaciones lleguen a buen fin. La mujer enfermera debía formar una familia tanto dentro del hospital como fuera, ya que la mujer era la otra mitad. Ser buena madre de familia, consagrando su vida a los demás y sintiendo paz interior”. Dra. Mª Carmen Sellán Soto, 2006
La Revista del doctor Federico Rubio no debe morir por honor patrio y por gratitud a su fundador, pues es la mejor publicación médica de España.
¿Y quién heredará el espíritu del doctor Federico Rubio? No sabría anticiparme a los acontecimientos.
Foto 11 Enfermeras profesionales, señora y señoritas del Comité femenino de Higiene popular condecorando con el distintivo de dicha Sociedad a la ilustre escritora doña Sofía Casanova, primera presidenta y fundadora de dicha Institución. Mundo Gráfico, página 19 del 7 de mayo de 1919
Yo personalmente agradezco a Nuevo Mundo la ocasión que me ha proporcionado de tributar este recuerdo de cariño al más incondicional amigo que he tenido, muerto mi Letamendi. No parece, sino qué desde el otro mundo, díjole éste al oído: Federico, en el mundo dejo un discípulo que es buen conmigo y quiero que lo prohijes. Y sin haber mediado de fijo tal cosa, me encontró un día y convirtió en algo como un hijo menor suyo y me unió tanto a su corazón, que de no tenerlos legítimos y cariñosísimos y buenos, lo hubiera sido adoptivo, seguramente él (3).
Doctor Forns
Fallecimiento del Doctor Manuel Castillo
El sábado de este mes de julio, fallecía en Madrid, en su casa de la calle Prim, el ilustre médico y operador don Manuel Castillo. Discípulo del doctor Federico Rubio, le había sucedido en la dirección del famoso Instituto de la Moncloa, del cual hemos hablado anteriormente, presentándolo como modelo en su género (4).
El doctor Manuel Castillo era una verdadera eminencia como operador, y muy especialmente en todo lo concerniente a lesiones, patología y cirugía del sistema óseo, a cuyo estudio había consagrado con preferencia su vida.
Otra especialidad, relacionada con ésta, por cierto, poseía el doctor Castillo, y en ella si que puede afirmarse con seguridad absoluta que no tenía rival: la cirugía aplicada a la cura de las heridas recibidas por los toreros en su faena profesional.
Todos los diestros acudían a él con fe ciega, y muchos son sin duda alguna los que le deben la vida.
Foto 12 Doctor Manuel Castillo, insigne cirujano y director del Instituto Rubio de Madrid. Salvadora D’Anglada. Alumna número uno. Real Escuela de Enfermeras Santa Isabel de Hungría (1896). Nuevo Mundo, página 12 del 18 de julio de 1907
Aparte de su valer como médico y operador, el doctor Castillo era además un hombre que gozaba de gran popularidad y afecto por sus dotes personales. Nacido en Sevilla, presentaba en su modo de ser el prototipo del andaluz ocurrente, alegre y simpático.
Cuando aún se hallaba en plenitud de la vida y gozaba de robusta salud, una pulmonía infecciosa ha venido a cortar repentinamente su vida.
El domingo 14, a las cinco de la tarde, se verificó el entierro, al que asistieron numerosos representantes de la ciencia médica española y muchos amigos particulares del difunto. Sus restos han recibido sepultura en el cementerio de Nuestra Señora de la Almudena (4).
Bibliografía
1.- Real Escuela de Santa Isabel de Hungría. Programa de estudios, 1922. Publicado el martes día 9 de diciembre de 2014
http://enfeps.blogspot.com.es/2014/12/real-escuela-de-santa-isabel-de-hungria.html
2.- El doctor don Federico Rubio. Nuevo Mundo, página 12 del 4 de julio de 1900
3.- Entierro del Doctor Federico Rubio. Nuevo Mundo, página 13 y 14 del 5 de septiembre de 1902
4.- Doctor Castillo. Nuevo Mundo, página 12 del 18 de julio de 1907
Foto 13 La Fundación Romanones en el Instituto Rubio, se construyó un pabellón por el Conde de Romanones con destino a Clínica Ortopédica infantil para albergar a seis niños y seis niñas. S. M. la Reina doña Cristina acompañada por S. A. la infanta Isabel, visitando el Pabellón Romanones a los niños ingresados en el Instituto Rubio. Mundo Gráfico, página 19 del 10 de febrero de 1915
Enciclopedia Wikipedia
Manuel Solórzano Sánchez. Grado en Enfermería
https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Sol%C3%B3rzano_S%C3%A1nchez
Día 20 de octubre de 2022, jueves
La Voz de Enfermería en la Enciclopedia Auñamendi
Primera parte: http://www.euskomedia.org/aunamendi/39190
Segunda parte: http://www.euskomedia.org/aunamendi/39190/132780
El legado del enfermero Manuel Solórzano. Antton Iparraguirre. Artículo del Diario Vasco de San Sebastián. Lunes, 7 de agosto de 2023
Manuel Solórzano Su Legado Enfermero. Publicado el lunes día 4 de septiembre de 2023
https://enfeps.blogspot.com/2023/09/manuel-solorzano-su-legado-enfermero.html
Foto 14 Enfermeras del Instituto Rubio y de la Real Escuela de Enfermeras Santa Isabel de Hungría, con el distinguido ginecólogo doctor Peña Galarza. El Día, página 6 del 16 de enero de 1916. Madrid
Noticias de Gipuzkoa domingo 14 de abril de 2024. Mí décimo tercer libro.
Una Gota de Leche para los niños donostiarras
https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/donostia/2024/04/14/gota-leche-ninos-donostiarras-8108257.html
Manuel Solórzano: curioso y defensor de su profesión
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Enfermero Jubilado
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Premio a la Difusión y Comunicación Enfermera del Colegio de Enfermería de Gipuzkoa 2010
Director y Miembro del Blog de Historia de Enfermería “Enfermería Avanza”
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro Supernumerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Comisión de Historia de la Enfermería del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa / Gipuzkoako Erizaintza Elkargo Ofiziala
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa. Años 2019 y 2022
Sello de Correos de Ficción. 21 de julio de 2020 y 31 de diciembre de 2022
Premio a la Visibilización de la ACEB. 15 de mayo de 2024. Deusto Bilbao