LLAMADA POR LOS SOLDADOS HERIDOS “MADRE SEACOLE”
¿QUIÉN FUE MAMÁ SEACOLE, EL ÁNGEL NEGRO DE CRIMEA?
Foto 1 Mary Jane Seacole. 1873
Antecedentes
El conflicto de la Guerra de Crimea (1854 - 1856) marcó un antes y un después en la Historia de la Enfermería gracias a la labor realizada por Florence Nightingale, tradicionalmente considerada verdadero referente dentro de la Enfermería profesional. Sin embargo, los soldados heridos y enfermos en la Guerra de Crimea también recibieron los cuidados de la llamada “Nightingale Negra”, otra gran mujer que por diversas razones pronto fue olvidada no sólo para la Historia en general, sino también por la propia Enfermería, aun cuando su labor como enfermera fue verdaderamente encomiable, se llamaba “Mary Seacole” y así permaneció hasta que una enfermera británica fortuitamente, encontrase un ejemplar de su autobiografía Wonderful Adventures of Mrs. Seacole in Many Lands (Las Maravillosas Aventuras de la señora Seacole en muchas tierras), en 1973 (1).
Tras salir del más absoluto olvido en muy pocos años esta figura ha alcanzado una gran popularidad, suscitando un estimable interés y admiración entre los británicos. Así lo demuestran el que en el año 2004, en una encuesta de la BBC fuese elegida “La Británica de Color más importante a lo largo de la Historia de Inglaterra”, así como la serie de trabajos publicados en los últimos años dirigidos a ahondar en la dimensión de la labor de esta controvertida mujer.
Foto 2 Guerra de Crimea
Los objetivos de este trabajo son contribuir a la difusión de la figura de Mary Seacole en sus distintas facetas y analizar la innegable aportación a la Historia de la Enfermería. Asimismo, estudiar las causas de su invisibilidad frente a la notoriedad de Nightingale, máxime cuando ambas figuras fueron trascendentales para el impulso y desarrollo de la Enfermería a mediados del siglo XIX (1).
Introducción
Es prácticamente imposible analizar el desarrollo histórico de la Enfermería sin tener en cuenta los conflictos bélicos, ya que como expone el profesor José Siles en uno de los capítulos de su obra “Historia de la Enfermería”, un aspecto tan negativo como la guerra y todos sus efectos, han constituido una clara fuente de experimentación para el avance del conocimiento de las distintas disciplinas, entre las que se encuentra la Enfermería. José Siles en su obra “Historia de la Enfermería, publicada en el año 1999, dedica un apartado del capítulo IV, al análisis de “La incidencia de los conflictos bélicos en la profesionalización de la Enfermería”. El doctor Siles, especifica que la relación enfermera – conflictos bélicos se manifiesta en dos frentes: el fenómeno bélico como fuente de experimentación, y como caudal empírico –científico (1).
En este sentido, la Guerra de Crimea (1853 - 1856), que enfrentó a Rusia contra Turquía y las potencias aliadas de Francia, Gran Bretaña y los reinos de Cerdeña y Piamonte, interesadas en evitar la desmembración del Imperio Otomano, ha sido considerada como la primera Guerra moderna de la historia, tanto por el material bélico utilizado, como por el hecho de que hubiera corresponsales de guerra, como el irlandés Edwin Lawrence Godkin, enviado por el Daily News, que fue el primer corresponsal en presenciar los combates en 1853, y Roger Fenton, reportero gráfico, quién nos dejó numerosas imágenes que nos han permitido conocer algunos detalles, como las características de los uniformes de los soldados ingleses, el aspecto del campo de batalla después de la contienda, o de los campamentos militares ingleses (1).
Foto 3 Foto de Roger Fenton. Ataque de la infantería francesa a la fortaleza rusa de Malakoff, el 8 de septiembre de 1855. Pintura del artista francés Adholpe Yvon. Escenario de la Guerra de Crimea
Pero la Guerra de Crimea tiene una especial relevancia para la Historia de la Enfermería gracias a la figura de Florence Nightingale, considerada como verdadera heroína de este conflicto, por su magnífico trabajo en el Hospital de Scutari que cambiaría para siempre, no sólo el curso de la Enfermería, sino también, las condiciones higiénico - sanitarias de los cuarteles ingleses y sus soldados (1).
El peso que tuvo esta guerra, por ejemplo, en el desarrollo de la medicina y la enfermería moderna es fundacional. Ochenta por ciento de las bajas, es decir 750 mil, fueron debidas a problemas de logística y mala administración de los recursos que las diferentes fuerzas poseían para atender a sus heridos y enfermos. El ejército más incompetente en estos menesteres fue el inglés. Paradójicamente, Inglaterra encarnaba a la sociedad material y tecnológicamente “más avanzada” de su tiempo. Al abordar esta arista de la guerra de Crimea, surge el nombre de Florence Nightingale como la responsable de la mejoría en la organización de los hospitales de campaña británicos. En cambio, es difícil encontrar bibliografía que haga el debido reconocimiento a la labor y los logros de otra enfermera: Mary Jane Seacole (2).
Foto 4 Los ejércitos británico y francés luchan en Sebastopol contra los rusos en 1854
Aún hoy, en el siglo XXI, Nightingale sigue siendo la única Enfermera que ha conseguido traspasar las barreras de la propia Disciplina de la Enfermería, siendo uno de los grandes nombres de la Historia de la Humanidad (1).
Sin embargo, ¿fue Nightingale la única enfermera que realizó una destacada labor en la Guerra de Crimea?, la respuesta es rotundamente no, en la actualidad sabemos que otras mujeres cuidaron de los soldados heridos en el campo de batalla, Mary Seacole, cuya actividad por diversas causas, ha permanecido en la sombra durante largos años, Rosa Barr en “Encuentros en Sebastopol” y algunas compañeras más (1).
Los Historiadores de la Enfermería tenemos la responsabilidad de investigar nuestro pasado contribuyendo a asentar sólidamente nuestra Historia, por ello este trabajo tiene como objetivos contribuir a la difusión de la figura de Mary Seacole, analizando su aportación a la Historia de la Enfermería, y estudiar las causas de su invisibilidad frente a la notoriedad de Florence Nightingale (1).
Foto 5. Rosa Barr enfermera en Encuentros en Sebastopol, en castellano e inglés
MARY JANE SEACOLE (1805 - 1881)
La figura de Mary Seacole fue rescatada de las sombras en 1973, cuando una enfermera británica, de manera accidental, encontró en una librería en Londres su libro Wonderful Adventures of Mrs. Seacole in Many Lands, publicado en (1857).
El libro fue publicado originalmente en 1857, siendo un texto clave para cualquier estudio de Mary Seacole. En 1984 se llevó a cabo una reedición moderna a cargo de Alexander Ziggi y Audrey Dewjee. Los primeros 39 años de su vida los relata en un breve primer capítulo, mientras que dedica seis capítulos, a sus años en Panamá, y los doce capítulos restantes a su trabajo en Crimea, concluyendo con su vuelta a Inglaterra. Además, es interesante resaltar que el Prólogo del libro es de William H. Russell, periodista enviado por el The Times para cubrir el conflicto de la Guerra de Crimea (1).
Esta obra constituye la primera autobiografía de una mujer negra publicada en Gran Bretaña, y debido a su gran éxito, en 1858 se publicó una nueva reimpresión. Mary Seacole escribió este libro tras su vuelta de Crimea, relatando a lo largo de 200 páginas todas las experiencias de su vida, y se convierte en una fuente imprescindible para conocer al personaje ya que es el único documento escrito por ella.
Foto 6 Portada de la primera autobiografía de Mary Seacole
Mary Seacole, nacida Mary Jane Grant, vio la luz en la ciudad Kingston en la isla de Jamaica, en 1805, era hija de un oficial escocés de quién decía haber heredado su energía y ambición, mientras que de su madre, una mujer negra liberta, fue una habilidosa y reconocida curandera de la ciudad de Kingston. y regentaba siendo la dueña de una hostería dedicada a cuidar a los soldados británicos inválidos y sus familias (2), Mary aprendió los conocimientos médicos que la permitieron adquirir una amplia cultura del tratamiento de los enfermos y las enfermedades, fundamentalmente las epidémicas como el cólera y la fiebre amarilla (1).
Aunque técnicamente “libre”, siendo de raza mixta, Mary y su familia tenían pocos derechos civiles: no podían votar, ocupar cargos públicos o ingresar en las Facultades y Universidades (3).
Debido a la profesión de su madre, Mary tuvo asiduo contacto con la medicina de su época. A los doce años ya la ayudaba en la atención y cuidado de sus pacientes (2).
Apasionada por los viajes, realizó su primera visita a Londres en 1821, donde dijo tomar conciencia del color de su tez ante la risa de los niños por las calles, hay que tener en cuenta que la esclavitud no fue abolida en las Indias Occidentales hasta 1834 y que aún, así, los prejuicios raciales se mantienen hasta nuestros días.
Jamaica fue posesión española desde la llegada de Cristóbal Colón en 1494, pasando a manos inglesas en 1655 y permaneciendo 200 años bajo el dominio británico, llegando a convertirse en el primer país exportador de azúcar, una productividad que habría sido impensable sin la ayuda de la mano esclava. A principios del siglo XIX la población negra era 20 veces mayor que la blanca, situación que produjo numerosos conflictos hasta la abolición oficial de la esclavitud en 1834. Jamaica consiguió su Independencia el 6 de agosto de 1962.
Antes de contraer matrimonio, a la edad de 29 años, viaja a las Bahamas, Cuba y Haití, y en 1836 se casa con Edwin Horacio Seacole, quién fallece cinco años después en 1844 debido a su delicado estado de salud, y pese a los cuidados de su esposa. Poco después abrió su propia hostería, dedicada también a atender a los enfermos e inválidos. Rápidamente cosechó excelente reputación como enfermera (1 y 2).
Foto 7 Portadas de libros de Mary Seacole
En 1850 una epidemia de cólera fustigó la isla de Jamaica causando la muerte de 31.000 personas, y Mary Seacole trabajó incansablemente al lado de los médicos de la isla como una magnífica enfermera, observando la enfermedad y conociéndola de primera mano, además de estudiar lo que funcionaba o no. Seacole atribuyó esta epidemia de cólera a la llegada de un barco de vapor procedente de Nueva Orleáns, demostrando tener conocimientos sobre la teoría del contagio, como así lo refiere Sadih Sara, en Wonderful Adventures of Mrs. Seacole in Many Lands, Editado por Penguin Books en 2005. Posteriormente viaja a Panamá para visitar a su hermano y abre un British Hotel en Cruces, desde el que proporcionaba alimentos, medicamentos y suministros generales. Ella decía “yo puedo vender cualquier cosa, desde champagne a un pañuelo, desde un ancla a una aguja”.
No mucho después de terminado este episodio, viajó a Panamá para visitar a su hermano. Una vez acomodada en la ciudad de Cruces no debió esperar demasiado para verse otra vez en medio de una epidemia. Nuevamente fue la lucha contra el cólera la que requirió sus servicios (2).
Las terribles condiciones sanitarias de Panamá, donde el calor y la humedad eran un caldo de cultivo idóneo para la aparición de enfermedades tropicales, facilitaron el estallido del cólera en Cruces, por lo que Seacole se ofreció a ayudar ya que tenía experiencia sobre esta enfermedad, sin embargo las autoridades se negaron por el hecho de que fuera mujer y además negra, pero finalmente aceptaron su ayuda (1).
Mary trabajó día y noche en la lucha contra el cólera, exponiendo la importancia de la limpieza, el aire fresco y la buena comida, como elementos imprescindibles para combatir esta enfermedad contagiosa, aun cuando estas ideas no eran compartidas por los médicos.
Foto 8 Mary Jane Seacole
Finalizada su labor en Panamá, se convenció de que el cólera era contagioso, idea no compartida por la medicina de su época. Gracias a su vasta experiencia en la lucha contra enfermedades tropicales (fiebre amarilla, disentería, etcétera) había llegado a la conclusión de que la higiene y ventilación de los ambientes, junto con la buena alimentación de los enfermos, eran factores decisivos en el éxito del tratamiento de las enfermedades. Aunque suene extraño, estas cuestiones no eran comúnmente aceptadas por los parámetros médicos de la época (2).
Además, y en su interés por conocer más detalles sobre la enfermedad, realizó una autopsia a un niño que había fallecido de cólera, con el objetivo de observar con mayor detalle lo que ocurría en el interior del organismo de las víctimas.
El trabajo realizado en Cruces le proporcionó un gran éxito y algunos americanos que vivían en Panamá la llamaron “el ángel de la misericordia”, aunque no faltaron quienes provocaron su ira con comentarios racistas y mostrando malas actitudes hacia los negros.
La historia se repetirá una y otra vez. Al decir de varias fuentes, Mary Jane Seacole encarnaba una de las personalidades más autorizadas y capacitadas en la lucha contra epidemias de enfermedades tropicales (2).
Tras esta experiencia Mary Seacole se trasladará Cuba para cuidar nuevamente de las víctimas del cólera siendo conocida como “la mujer negra de Jamaica, con la medicina del cólera”. En 1853, con motivo de una grave epidemia de fiebre amarilla, regresará a Kingston, Jamaica, demostrando una vez más sus conocimientos sobre herboristería, utilizando el zumo de plátano para aliviar las hemorragias internas, y la hierba de limón y el té de jengibre para la fiebre. Una vez más, demostró su eficacia en el tratamiento de esta enfermedad, trabajando incansablemente con el fin de evitar la muerte de los enfermos (1).
Su herencia afro-caribeña, la permitió obtener conocimientos sobre el cólera y la fiebre amarilla, enfermedades poco comunes en Europa, y que le serían de gran utilidad durante su trabajo en Crimea, ya que los médicos militares desconocían el tratamiento de las mismas (1).
MARY SEACOLE EN LA GUERRA DE CRIMEA
En 1854 estalla la Guerra de Crimea y comienzan a llegar las primeras noticias sobre la guerra a Jamaica, donde algunas unidades establecidas en Jamaica son alistadas para ir al frente, desde donde el reportero del Times, William H. Russell, enviaba informes sobre las terribles condiciones de los soldados, sus crónicas causaron una profunda conmoción en Inglaterra. Este conflicto tiene especial interés para Mary Seacole, no sólo por involucrar a la Inglaterra de la cual se sentía ella parte, sino también porque “sus chicos”, como ella llamaba a los soldados de la corona destacados en Jamaica, habían sido llevados a esa guerra. Y las noticias no son buenas, para nada. En la Guerra perdieron la vida 20.000 soldados británicos, de los que 3.000 murieron en la batalla y los 17.000 restantes por enfermedades (1 y 2).
En la Tribuna “Biznietos de W.H. Russell”, publicada en El País de Cataluña el 19 de noviembre de 2004, con motivo de la celebración de los 150 años de la Guerra de Crimea, el periodista Jaume Guillamet, evoca la figura de Russell, destacando su libertad de acción y su actitud crítica con las deficiencias del ejército británico y los errores de su comandante en jefe, ya que fue testigo de la carga suicida de la Brigada Ligera de la Caballería Británica. La publicación de sus crónicas, causaron la caída de un Gobierno, la creación de un cuerpo de enfermeras, el uso de la fotografía como arma de propaganda y las primeras normas de control de la información (1).
Los soldados morían de cólera antes de embarcar, otros durante el viaje, y las perspectivas no eran mejores al llegar a los hospitales. Esta lamentable situación fue el motivo por el que Sydney Herber, Ministro de la Guerra inglés, solicitara la ayuda de Florence Nightingale, quien comenzó a reclutar enfermeras para trabajar en los hospitales militares de Crimea (1).
Foto 9 Carromato de fotografía de Roger Fenton en Crimea 1855. Sargento Mcgregor del 17º de Lanceros británicos de la Reina Victoria. Ejército británico
La noticia le llegó a Mary Seacole, cuando tenía ya casi cincuenta años, quién convencida de que su experiencia y conocimientos de las enfermedades tropicales serían de gran ayuda, sin dilaciones decidió partir a Londres y ofrecer sus servicios como enfermera voluntaria, acompañándose de las mejores cartas de recomendación firmadas por los distintos médicos militares de Jamaica y Panamá. En el otoño de 1854 llegó a la capital Británica y se dirigió a la Oficina del Ministerio de la Guerra para solicitar un puesto de enfermera en Crimea, pero fue rechazada al igual que en otras oficinas y dependencias militares, la misma situación ocurrió cuando pidió ayuda a la Fundación de Crimea la cual había surgido gracias a la suscripción popular para apoyar a los heridos de Crimea, en todos los casos, el motivo de que no se la aceptara fue el color de su piel, algo que Seacole ya había vivido en América. El hecho de que declinaran su oferta por el color de su piel la produjo un gran dolor, pero no consiguió disuadirla de su decisión de ir a Crimea, donde estaba segura que podría ser de gran ayuda. También se puso en contacto con la misma Florence Nightingale, que a la sazón se encontraba reclutando al Cuerpo de enfermeras que partirían hacia Crimea. De todas estas instancias obtuvo la misma respuesta: no necesitaban sus servicios (1 y 2).
Para tomar real dimensión de cuán prejuiciada era esta actitud basta citar a Trevor Royle, que en su libro Crimea (St. Martin’s Press, 2000) sostiene que de acuerdo a las propias palabras de Nightingale, el Cuerpo de Enfermeras que lograría reclutar estaba lejos de destilar excelencia y abnegación, dado que sólo unas pocas estaban alfabetizadas y muchas otras eran propensas a emborracharse. Más aún, y de acuerdo con el mismo Royle, el primer contingente de enfermeras que partió junto Nightingale no superaba las treinta y ocho almas, mientras que del lado francés, por cada división se disponía de cuarenta y seis doctores y 104 enfermeras (2).
Contando con la colaboración de un amigo de su difunto marido, Thomas Day, el 27 de enero de 1855 se embarcó en un vapor holandés hacía Constantinopla, el barco hizo escala en Malta, donde Seacole se encontró con un médico que había estado recientemente en Scutari, quién le escribió una carta de presentación para Nightingale. Al llegar a Pera, el puerto de Constantinopla, cruzó el Bósforo para visitar a Nightingale en el Hospital Militar inglés y al llegar se encontró entre los pacientes, a muchos de los soldados que ella había conocido en las Indias Occidentales. La reunión con Nightingale, fue nuevamente descorazonadora para Mary Seacole, ya que esta declinó sus servicios, entre otras razones por que era negra, pero también por no reunir los requisitos que ella exigía para sus enfermeras (1).
Foto 10 Embarque de los enfermos y heridos en el puerto de Balaklava en la Guerra de Crimea. Litografía de W. Simpson
Mary Seacole no vacila: decide financiar su propia campaña sanitaria en Crimea. Logra hacerse de un buen stock de comida y medicamentos y, sin demoras innecesarias, zarpa hacia Turquía (2).
Para Nightingale, Seacole no reunía los requisitos que ella buscaba en sus enfermeras, ya que además de su color, entre otras características no debían ser mayores, Seacole tenía 50 años, y tenían que pertenecer a una cierta clase social. Esto lo expone Seacole en el Capítulo VIII de su obra (1).
Una vez más la decisión y el coraje que habían guiado a Mary Seacole durante su vida, volvió a ponerse a prueba, y sin dudarlo, se embarcó en un viaje de cuatro días hacia Balaklava, donde se encontraba el puesto de mando británico, recogiendo durante el camino los restos de metal y madera que encontraba con el objetivo de construir un Hotel y proporcionar provisiones al ejército, además de cuidar de los soldados heridos y enfermos (1).
Al poco de llegar adquirió un almacén de alimentos y medicinas y una casa a dos millas de Balaklava y lo llamó “El Hotel Británico”, el nuevo The British Hotel, el cual constaba de una planta baja donde estaba el restaurante y el bar, y una superior a modo de hospital para cuidar de los soldados. En su hotel proporcionaba “un comedor y cuartos cómodos para oficiales enfermos y convalecientes” (3). El Hotel abría seis días a la semana y cerraba los domingos, se daba mercancía a crédito, y se cuidaba especialmente de la comida ya que Seacole consideraba que la dieta era fundamental para el restablecimiento de la enfermedad, por ello el hotel disponía de un cocinero blanco que además proveía de comida también para fuera. El bar y la despensa le posibilitaban financiar sus servicios para los Cuidados de enfermería (1 y 2).
Foto 11 A la izquierda, Seacole atendiendo a un soldado enfermo en la parte superior del hotel, a la derecha en la parte baja donde se ubicaba el restaurante y el bar
Cada mañana Seacole preparaba sus mulas con provisiones y un bolso de color negro donde llevaba su “equipo médico”, vendas, aguja e hilo etc., y se dirigía al campo de batalla para atender a los soldados heridos, incluso a los del ejército enemigo, y dándoles consuelo en sus últimos minutos, resultando fácilmente identificable por su atuendo de colorido brillante con lazos de colores que contrastaban, algo que sin duda chocaba en la sociedad de la época. Mary se convirtió en una figura muy querida y familiar a la que todos llamaban “Mama Seacole”.
Foto 12 Retrato al óleo pintado por el artista Abert Charles Challen en 1869, en el que se aprecia el colorido de la ropa que utilizaba Mary Seacole. Esta pintura (desaparecida durante largos años), se expone en la Nacional Protrait Gallery de Londres, desde enero del 2005
El nombre de “Madre Seacole” se haría rápidamente popular entre las tropas británicas, sobre todo al ser vista en el frente de batalla atendiendo a los heridos mientras el enfrentamiento continuaba. Infinidad de bajas eran producto del traslado de los heridos a los hospitales de Balaclava, dado que las condiciones de transporte eran extremadamente precarias (2).
Trevor Royle sostiene: “Atender a los enfermos y heridos en un hospital de campaña era una cosa: proveer cuidado inmediato en el campo de batalla era otra muy diferente. Y respecto a esto, los franceses habían llegado a Crimea totalmente preparados. Sus ambulancias conducidas por soldados rasos eran infinitamente superiores” (2).
Cuando el 8 de septiembre de 1855 cae Sebastopol, Seacole fue la primera mujer a la que se le permitió entrar en la ciudad para llevar refrescos y atender a los heridos, los soldados comenzaron a llamarla la “Nightingale Negra” (1).
Foto 13 Soldados británicos heridos durante la Guerra de Crimea y atendidos por Mary Seacole
Un día de 1856, el periodista William Howard Russell de 'The Times' llega a la British Hotel con ganas de escribir un artículo acerca de Mary Seacole (2).
El abrupto fin de la Guerra en marzo de 1856 dejó a Mary Seacole, con grandes cantidades de provisiones que ya no podía vender a un precio justo, y los tuvo que malvender, lo que la condujo a la bancarrota, situación a la que también habían contribuido los negocios “poco claros” de su socio Thomas Day. Su reconocida labor para con los soldados no sirvió para que ayuda alguna le llegara del gobierno británico. Y a pesar del respaldo que recibió de los oficiales de alto rango y de los soldados que habían aprendido a quererla y valorarla, pusieron en marcha un fondo para ayudarla en su situación financiera, y tras pagar sus deudas, toda la fortuna de Seacole eran 223 libras. Logró salir de su pobreza gracias a la publicación de su autobiografía: Las extraordinarias aventuras de la señora Seacole en lejanas tierras (1 y 2).
De regreso a Londres, en 1857, y con el objetivo de recuperarse económicamente, decidió escribir Wonderful Adventures of Mrs. Seacole in Many Lands, un libro autobiográfico que fue todo un éxito.
Mucho tiempo después de concluida la Guerra de Crimea el Gobierno inglés le concedió la Medalla de Crimea e incluso recibió condecoraciones del ejército francés, ruso y turco.
Foto 14 Imágenes de la tumba de Mary Seacole en el St. Marys Catholic Cementery
Los últimos años de su vida los dividió entre Jamaica e Inglaterra, donde murió, en Paddington, Londres, el 14 de mayo de 1881, dejando una fortuna valorada en 2.600 libras. El The Times y el Manchester Guardian, publicaron sendos obituarios en reconocimiento a sus servicios a pesar de haber estado veinticinco años fuera del ojo público; después, Mary Seacole se desvaneció en la memoria durante largos años.
Antes de morir, en 1881, había logrado granjearse cierto reconocimiento. Prueba de esto son las medallas que le fueron otorgadas por distintas potencias beligerantes en la guerra de Crimea. Pero eso quedó enterrado por la arena de los tiempos. La memoria historiográfica posee los mismos prejuicios que sufriera Mary Seacole en vida. Bibliotecas enteras ignoran la labor de esta enfermera. Ni siquiera la voluminosa y minuciosa obra sobre el género femenino Historia de las Mujeres, dirigida por los historiadores franceses George Duby y Michelle Perrot, hace mención alguna de la señora Seacole (2).
En 1973, el hallazgo fortuito de su libro por Elsie Gordon, permitió localizar su tumba en St. Marys Catholic Cementery, en Harrow Road, Londres (1).
MARY SEACOLE Y FLORENCE NIGHTINGALE
En la actualidad, ya no existe ninguna duda, de que tanto Florence Nightingale como Mary Seacole o Rosa Barr, fueron figuras trascendentales en la Guerra de Crimea, ya que las tres realizaron una magnífica labor como enfermeras, cuidando de los soldados enfermos y heridos en la batalla, sin embargo, mientras Nightingale pasó a ser una auténtica heroína para el pueblo inglés, e incluso para la Humanidad, además de ser considerada como la fundadora de la Enfermería profesional, la figura de Mary Seacole y de Rosa Barr, han permanecido en la más completa oscuridad, ¿cuáles han sido las causas de esta invisibilidad?, ¿Dónde se establecen las diferencias? (1).
Foto 15 Mary Seacole y Florence Nightingale
Es obvio que existen diferentes factores que fueron determinantes en la falta de reconocimiento de Mary Seacole, entre ellos, el color de su piel, el hecho de que fuera negra, constituyó una de las principales barreras algo que como expresó en su libro ya había sufrido en América, pero que fue más patente cuando no fue aceptada por los distintos Organismos relacionados con la Guerra de Crimea, ni por la misma Nightingale, para prestar sus servicios como enfermera. Es importante tener en cuenta el contexto en el que se desarrollan los acontecimientos en este caso la Inglaterra Victoriana, y todo lo que esto supone para una mujer de esta época, así, mientras Nightingale era una dama de la alta sociedad británica con buenos contactos en las altas esferas y una esmerada educación, además de tener una piel absolutamente blanca, Seacole era una criolla, hija de madre negra, y encajaba muy poco con lo que se esperaba de una dama en ese momento (1).
Foto 16 Florence Nightingale, en una foto realizada en 1858, dos años después de su vuelta de Crimea. Esta foto ha sido descubierta recientemente con motivo de la celebración del 150 aniversario de la Guerra de Crimea y fue realizada por el fotografo amateur William Slater, en la Residencia Familiar de Florence Nightingale en Embley Park, Hampshire
Florence Nightingale, que se encontraba reclutando al Cuerpo de Enfermeras que partiría hacia Crimea. De todas estas instancias obtuvo la misma respuesta: no necesitaban sus servicios, por ser mayor y negra. Para tomar real dimensión del problema y saber cuál era esta actitud, basta citar a Trevor Royle, que en su libro Crimea (St. Martin’s Press, 2000) sostiene que de acuerdo a las propias palabras de Nightingale, el Cuerpo de Enfermeras que lograría reclutar estaba lejos de destilar excelencia y abnegación, dado que sólo unas pocas estaban alfabetizadas y muchas otras eran propensas a emborracharse. Más aún, y de acuerdo con el mismo Royle, el primer contingente de enfermeras que partió junto Nightingale no superaba las treinta y ocho almas, mientras que del lado francés, por cada división se disponía de cuarenta y seis doctores y 104 enfermeras.
Según relata Royle: al poco de llegar instala una hostería a dos millas de Balaklava. “El hotel británico”, se llamó. En la planta baja funcionaban un bar y una despensa y los pisos superiores fungían como hospital. El bar y la despensa le posibilitaban financiar sus servicios de enfermería. El nombre de “Madre Seacole” se haría rápidamente popular entre las tropas británicas, sobre todo al ser vista en el frente de batalla atendiendo a los heridos mientras el enfrentamiento continuaba. Infinidad de bajas eran producto del traslado de los heridos a los hospitales de Balaklava, dado que las condiciones de transporte eran extremadamente precarias. Trevor Royle sostiene: “Atender a los enfermos y heridos en un hospital de campaña era una cosa: proveer cuidado inmediato en el campo de batalla era otra muy diferente. Y respecto a esto, los franceses habían llegado a Crimea totalmente preparados. Sus ambulancias conducidas por soldados rasos eran infinitamente superiores”.
Foto 17 London News, mujer en la guerra y el Hotel British
Mary Seacole, era mujer y negra, aunque ella decía que era de color amarillo, dos factores con connotaciones bastante negativas para la época, a lo que hay que añadir su espíritu viajero, siendo considerada como una de las grandes viajeras del siglo XIX.
Por otra parte hay que añadir a su ansia de aventura el hecho de que se dedicara a la provisión de víveres y de todo tipo de mercancías tanto tabaco, alcohol, café, azúcar, etc., e incluso medicinas, esta dedicación es lo que se conocía como “sutler”, un trabajo que estaba relacionado con la bebida, las apuestas y la prostitución, generando muy mala fama, un modelo que económicamente había dado muy buenos resultados tras la colonización del nuevo continente americano y que ella trasladó a Crimea, lo que muestra su espíritu decididamente emprendedor (1).
Mary Seacole tenía un concepto de cuidados integral, velando por las necesidades de los soldados de quienes cuenta que estaban tan acostumbrados a la muerte, a los disparos y las granadas, actuando en ocasiones como si no apreciasen sus vidas o como si no fueran conscientes del riesgo (capítulo XVI). Por ello se ocupaba del entretenimiento de los soldados y en los intervalos entre los combates, programaba actuaciones en el Hotel y les vendía bebidas alcohólicas. Esto explica en cierto modo las duras críticas que recibió por parte de sectores más tradicionales y de la misma Florence Nightingale que no quería que sus enfermeras se mezclaran con ella, aunque no expresó su desaprobación abiertamente.
En una carta dirigida en 1870 a su cuñado Sir Harry Verney, Nightingale acusaba a Seacole de regentar un establecimiento que distaba poco de ser un burdel. Robinson J: Mary Seacole: The Charismatic Black Nurse Who Became a Heroine of the Crimea.
Por otro lado, también existen cartas en las que Nightingale reconoce la labor y la valía de Mary Seacole, contribuyendo económicamente en la campaña que se llevó a cabo en 1857 para recaudar fondos y aliviar su mala situación financiera tras la Guerra de Crimea. Indudablemente otra de las cuestiones que ha contribuido a ensalzar la figura de Nightingale por encima de la de Mary Seacole, fue el ingente volumen de documentación escrita que nos ha legado la primera, ya que produjo más de 3.000 informes e innumerables cartas, que nos han permitido conocer no sólo los más mínimos detalles de la situación de la soldados británicos en los hospitales de Crimea, sino también, sus directrices organizativas y los resultados de las mismas, ya que fue innovadora en las técnicas de análisis estadístico, mostrando como un fenómeno social podía ser medido objetivamente y analizado matemáticamente, por lo que fue invitada a pertenecer a la Sociedad Estadística Real en 1858, siendo nombrada miembro honorario de la Asociación Americana de Estadística en 1874.
A todo ello hay que añadir la publicación en 1859 por parte Nightingale de su libro Notas de Enfermería. Qué es y qué no es, que se convirtió en una guía esencial para las mujeres británicas, y posteriormente, tras la creación en 1860 de la Escuela de Enfermeras, en Manual de Formación básico en todas las Escuelas de Enfermería del mundo, lo que sin duda contribuyó aún más a su afianzamiento.
El testimonio escrito de Seacole se redujo a una obra de carácter autobiográfico, cuestión que favoreció el hecho de que la difusión de labor quedara limitada a un período concreto, siendo reconocido su trabajo por sus coetáneos, y por aquellos que recibieron directamente sus cuidados, cuyos agradecimientos se recogen en el capítulo XIII de su obra.
Un ejemplo lo constituye la carta que le escribió John Hall, Inspector General de Hospitales el 30 de junio de 1856 y que se recoge en el capítulo XIII de su libro:
“tengo un gran placer en expresar mi testimonio hacia la amabilidad y atención de la Sra. Seacole hacia los enfermos y heridos del ejército y los cuerpos de transporte de tierra durante los inviernos de 1854 y 1855, no sólo por la administración de sus conocimientos ante las enfermedades sino también, por darles de comer de forma caritativa, ya que no querían ir al hospital”.
Foto 18 Enfermeras de la Escuela Nightingale del Hospital Santo Tomás de Londres. Museo Nightingale, 1860
Por último, destacar según Ivenson-Ivenson J, Florence Nightingale realizó sobre todo una labor administrativa fuera de la línea del frente, mientras que Mary Seacole, no dudó en ir al campo de batalla y atender directamente a los heridos aliviando su sufrimiento y proporcionando comodidad a los moribundos.
Sin duda alguna ambas mujeres fueron un referente para su tiempo y realizaron una labor encomiable, no deja de ser interesante como lo apunta Jane Robinson, en la introducción de su libro Mary Seacole: The Charismatic Black Nurse Who Became a Heroine of the Crimea, que cualquiera que se acerque a la Guerra de Crimea encontrará aspectos extraños, sin duda uno de ellos es que al finalizar la misma dos de los personajes más célebres fueron dos mujeres, ambas enfermeras.
REDESCUBRIR A MARY SEACOLE
La reedición moderna de su autobiografía, gracias a los esfuerzos de investigación llevados a cabo por los editores Alexander Ziggi y Autrey Dewjee, en 1984 permitieron recuperar la figura de Mary Seacole, convirtiéndose en la actualidad en una industria en crecimiento como lo demuestran la publicación de trabajos de investigación de los últimos años, y las numerosas revisiones bibliográficas aparecidas en prensa sobre todo en el último año (1).
El 24 de noviembre de 2003 se inició una campaña para un monumento de Mary Seacole en Londres, reconociéndola como heroína de la Guerra de Crimea, ya que a diferencia de Florence Nightingale, ella no está en el Memorial que se erigió para conmemorar a los héroes de este acontecimiento (1).
Foto 19 Placas de reconocimiento, en la Universidad y en los libros
En el 2004 los televidentes de la BBC la votaron como la persona de color más importante en Gran Bretaña, además en la Web, se pueden encontrar más de 2.000 entradas sólo en el Reino Unido.
El Director del Museo Florence Nightingale Alex Attewell, con motivo de la celebración del bicentenario del nacimiento de Mary Seacole, en el 2005, expuso lo siguiente: “Ahora está comenzando a ser recordada por sus logros y por ser capaz de superar los obstáculos de todo tipo a los que tuvo que enfrentarse”.
El 29 de noviembre de 2007, con la presencia de la Ministra de Cultura Británica, se colocó una placa en la casa de Mary Seacole en Londres (1).
En la The Valley University, la Profesora Elizabeth Anionwu, dirige el Centro para la Práctica Enfermera de Mary Seacole, a través del que se puede obtener numerosa información sobre las últimas investigaciones, pudiéndose acceder a través de su página web: http://www.maryseacole.com
Sin duda alguna, Mary Seacole representa la decisión y la lucha de una gran mujer que no decayó antes las adversidades de su tiempo, luchadora aún a pesar del racismo y los prejuicios victorianos, se mostró como una emprendedora empresaria, sin miedo a viajar en solitario, o a regentar su propio negocio.
Además, demostró ser una magnífica enfermera que no vaciló, aun sabiéndose rechazada y siguió adelante hasta llegar a Crimea, demostrando su valía y la calidad de sus conocimientos, que fueron de inestimable ayuda para los soldados, con la salvedad de que atendió a las tropas de los distintos ejércitos involucrados en el conflicto de Crimea.
Foto 20 Mural, sello de correos, fotos y esculturas
La Historia de la Enfermería tiene ahora otra gran heroína, la labor de investigación continúa, la dificultad estriba en los pocos documentos escritos, aunque esto debe ser a la vez un reto para conocer más detalles sobre esta gran Enfermera.
Nada mejor que recordar ahora las palabras escritas por William Russell, el famoso corresponsal de The Times en la Guerra de Crimea, quién escribió en el prefacio del libro autobiográfico de Mary Seacole:
“He presenciado su devoción y su valentía y confío en que Inglaterra no olvide a quién cuidó de sus enfermos y buscó ayuda y socorro para sus heridos, y realizó los últimos oficios para algunos de sus más ilustres muertos” (William Russell)
Foto 21 Retrato de Mary Jane Seocale
Florence Nightingale y Mary Seacole, compartieron un mismo destino, la Guerra de Crimea, ambas trabajaron por un mismo objetivo, mejorar las condiciones de salud de los soldados enfermos y heridos, aliviar su dolor y acompañarles en el momento irreversible del desenlace final. Dos figuras claves para el desarrollo de la Enfermería, dos mujeres valientes que supieron superar las barreras de su tiempo.
Mary Seacole, se quedó enterrada por la arena de los tiempos. La memoria historiográfica posee los mismos prejuicios que sufriera Mary Seacole en vida. Bibliotecas enteras ignoran la labor de esta enfermera. Ni siquiera la voluminosa y minuciosa obra sobre el género femenino Historia de las mujeres, dirigida por los historiadores franceses George Duby y Michelle Perrot, hace mención alguna de la señora Seacole (1).
LA IMPORTANCIA HISTÓRICA DE MARY SEACOLE
Se significó en la lucha contra los prejuicios raciales pero a su muerte cayó en el olvido
Mary Seacole fue una mujer excepcional en su lucha contra la enfermedad. Sufrió los prejuicios de género y raciales del siglo XIX por su doble condición de mujer y negra. Pero Seacole no se rindió jamás en sus empeños (4).
En el año 1850 nuestra protagonista se distinguió en la ayuda a los enfermos de la epidemia de cólera en Jamaica, aprendiendo mucho de dicha enfermedad. Aquella epidemia se llevó a la tumba a más de treinta mil personas (4).
Una madura Seacole, con ya cincuenta años pero con gran energía, ofreció sus servicios al gobierno británico para marchar a la guerra de Crimea cuando se enteró de la situación de la sanidad militar. No lo consiguió, al contrario que Florence Nightingale. Es evidente que una cosa era aceptar a una mujer blanca en hospitales militares, a pesar de lo que le costó a Florence, y otra muy distinta que trabajase una mujer negra en la sanidad militar. Pero Mary no se amilanó, se hizo con medicamentos y alimentos, y marchó a la guerra costeándose el viaje. Fundó el British Hotel para poder atender a los enfermos. Era conocida como Madre Seacole por los heridos (4).
Hoy sabemos de su labor y merece nuestro reconocimiento. Existe la Fundación Mary Seacole de la Unesco. En 1991 se le concedió a título póstumo la Orden del Mérito de Jamaica, y en 2004 fue proclamada la más grande británica negra (4).
MARY SEACOLE LA CONTROVERTIDA «MADRE» DE LOS SOLDADOS DE LA GUERRA DE CRIMEA
Si hablamos del Ángel de Crimea muchos sabrán que nos referimos a Florence Nightingale, aquella dama británica de clase acomodada que decidió dedicarse a la enfermería (5).
Revolucionó la profesión tras su paso por la Guerra de Crimea atendiendo a los heridos de ambos bandos con una serie de innovaciones. La Historia ha sido justa con la que también fue conocida como Dama de la lámpara (por su costumbre de realizar rondas nocturnas, lámpara en mano, para asegurarse de que los pacientes estaban bien).
Pero no tanto con una compañera que quedó en segundo plano, eclipsada por Nightingale, probablemente por el hecho de no ser enfermera ni blanca: la jamaicana Mary Seacole.
Foto 22 Mary Jane Seacole. Fotografía de 1873
El caso es que también hay voces que dicen lo contrario: que de un tiempo a esta parte se la ha ensalzado demasiado precisamente por ser de afroamericana y establecer así cierta paridad cultural (5).
O sea, que su papel en aquel conflicto estaría hinchado, habida cuenta de que sólo era una cantinera con aficiones sanitarias y no aportó nada nuevo concreto en ese campo, ya que en realidad lo que hacía era vender tentempiés a los soldados y, eso sí, tratarlos muy amablemente en un duro contexto en que éstos se lo agradecieron mucho.
Incluso se apunta el nombre de otra sanitaria negra, Kofoworola Pratt, que reuniría más méritos que ella para ser recordada, estudiada y homenajeada. En suma, la controversia sobre este personaje continúa vigente, por lo que lo mejor será hacer un rápido repaso a su biografía y que cada uno decida (5).
Mary era cuarterona (mulata, según otra versión), es decir, descendiente de blanco y mestiza, una mezcla de la que siempre se mostró orgullosa, tal como afirmó en su autobiografía Wonderful adventures of Mrs. Seacole in many lands (Las maravillosas aventuras de la señora Seacole por muchas tierras).
Hija de un militar escocés destinado a esa colonia y una curandera criolla, que sería quien enseñó a su hija sobre herboristería y medicina tradicional extra-académica, nació en Kingston en 1805, donde sus padres regentaban una popular hostería. Recibió una buena educación y en 1821 viajó a Londres para visitar a su familia paterna, que se dedicaba al comercio. Regresó a América con un cargamento de productos que puso a la venta y luego repitió la operación varias veces, iniciando así el oficio al que se dedicaría cinco años (5).
En Jamaica ayudaba a su madre en el negocio mientras colaboraba en el Hospital Militar Británico y realizaba visitas a otros lugares del Caribe (Bahamas, Haití e incluso la Cuba española) desarrollando un boyante negocio de ultramarinos a la inversa. Así pudo reunir un capital gracias al que contrajo un provechoso matrimonio en 1836 con Edwin Horatio Hamilton, otro comerciante de quien se decía que era hijo ilegítimo de Nelson.
Los nuevos esposos se instalaron en Río Negro y abrieron una tienda pero la cosa no fue bien y tuvieron que volver a la capital jamaicana en 1840. Se inició entonces un período de catorce años en el que se fue sucediendo una adversidad tras otra: Mary enviudó en 1844, un año después de que un incendio destruyera la hospedería (aunque logró reconstruirla); su madre falleció también y una gravísima epidemia de cólera asoló la isla con la consiguiente incidencia negativa sobre la economía (y permitiendo a Mary practicar en el cuidado de los enfermos, lo que le valió el reconocimiento de los soldados británicos, que resultaron especialmente afectados).
Todo aquello la decidió a dar un giro a su vida. Su medio hermano, que se había establecido en Panamá, le escribió una carta invitándola a trasladarse allí y ayudarle a regentar una posada que tenía, pues la Fiebre del Oro que se desató en California en 1848 hacía que un aluvión de aventureros recurriera a Panamá para pasar a la costa oeste de Estados Unidos en vez de atravesar las inacabables y peligrosas praderas del joven país (5).
Mary hizo las maletas y se puso en marcha, ocupándose de un negocio cuya clientela no era precisamente la mejor: todos los buscavidas ávidos de fortuna se alojaban allí y con ellos tenía que bregar, sin echarse nunca atrás. No obstante, el establecimiento se había construido en Cruces, cerca del río Chagres (un lugar que tiene cierto renombre porque en él estaría destinado Ulysses Grant poco después, en 1852) y que constituía un punto de paso para atravesar el istmo; eso sí, tan apartado y envuelto por la selva que en la estación de las lluvias solía inundarse y, con ello, extenderse los miasmas.
Foto 23 Retrato de Florence Nightingale con 38 años. ‘World Noted Women’, Mary Cowden Clarke. Pierre Gustave Eugene Staal 1858
Así, en 1851 el cólera también llegó a esos lares y, dada la ausencia de médicos, Mary Seacole volvió a desarrollar su labor sanitaria, inventando fármacos y tratamientos lo suficientemente exitosos como para que la gente acomodada pagase por sus servicios, aunque ella no cobraba a los pobres. Incluso llegó a realizar una autopsia a un bebé que le vino muy bien para aumentar sus conocimientos de anatomía y paliar la falta de formación (5).
Ella misma enfermó pero pudo sobrevivir, que fue más de lo que pudo decir el centenar y medio de muertos registrados. Poco después los Seacole se trasladaron de nuevo, esta vez a la localidad de Gorgona, donde abrieron una hospedería con restaurante y un hotel exclusivo para mujeres. Pero el negocio no iba tan bien como esperaba y en un intento de viaje a Jamaica por razones comerciales sufrió por primera vez (o, al menos, la primera importante) el golpe del racismo, al no permítirsele embarcar en un navío estadounidense (5).
Cuando por fin llegó a su tierra en 1853 se encontró con que había una nueva epidemia, esta vez de fiebre amarilla. Las autoridades le pidieron ayuda y ella no se la negó, aunque reconoce en su libro que poco se podía hacer. Pese a todo, abrió su antigua hostería a los enfermos y procuró tratarlos como pudo, ganándose el sobrenombre de la Doctora Amarilla.
Mary estaba de regreso en Panamá, donde trataba de liquidar sus ruinosos negocios (ruinosos porque había invertido todo en una mina de oro que la obligó a atravesar la selva en piragua para descubrir que no había metal por ninguna parte), cuando se recibió la noticia de que había estallado la guerra en Europa: los imperios Británico, Francés y Otomano (más el Reino de Cerdeña) contra el Ruso, al que intentaban impedir una salida al Mediterráneo (5).
El escenario bélico era la península de Crimea, en el Mar Negro. La intrépida aventurera decidió irse a Inglaterra a ofrecer sus servicios, pues el ministro de Guerra Sidney Herbert había encargado a Florence Nightingale la organización de un Cuerpo de Enfermeras, pero su solicitud fue rechazada por no poder acreditar formación ni experiencia. Tras varios intentos en diferentes instancias, todos fracasados porque entonces la enfermería solía ser cosa de mujeres de la alta sociedad y blancas, resolvió marchar a Crimea por su cuenta.
Allí se presentó ante Florence Nightingale avalada por la carta de un médico que había conocido durante una parada en Malta. La célebre enfermera la recibió con amabilidad, la alojó y le permitió incorporarse al frente, aunque sin incluirla en su grupo. Antes de partir, Mary Seacole había formado una sociedad para instalar un British Hotel tras las líneas, en Kadikoi, cerca de Balaclava, donde se había situado el principal campamento militar para acomodar a las tropas que desembarcaban; un sitio donde los pacientes pudieran gozar de cierta comodidad en habitaciones individuales y con comedor durante su convalecencia (5).
Y eran muchos los que se encontraban en tal situación porque el número de heridos era superado, cosa habitual entonces, por el de enfermos por epidemias, especialmente el cólera, y los masificados y antihigiénicos hospitales de campaña no hacían sino empeorar el cuadro. No lo tuvo fácil y para construir las instalaciones del edificio hubo de reunir materiales de ocasión, reciclando desde chapas de metal a maderamen de buques, pasando por vigas o puertas abandonadas, escombros, etc. Pero en marzo de 1855, con una inversión total de ochocientas libras, se inauguró el British Hotel.
No disponía de camas, ya que la gente dormía en sus tiendas de campaña o en las literas de la Royal Navy, pero sí de un cocinero francés llamado Alexis Soyer (10) que se empeñó en mejorar la dieta de la tropa, así como una tienda con multitud de productos muy apreciada por todos porque allí podían conseguir casi cualquier cosa que necesitaran. También contaba con un establo del que a menudo robaban ganado, pero aun así el negocio prosperó porque la calidad de la comida servida atrajo a multitud de oficiales, siempre más exquisitos (5).
Foto 24 Dibujo del British Hotel realizado por una enfermera en Crimea
No era raro que Mary se acercase a las trincheras a llevar té, limonada y tabaco, y ello hizo que la animasen a proporcionarles también medicamentos, levantando la admiración de los soldados (que la llamaban Madre Seacole), de los corresponsales de prensa y de la misma Florence Nightingale. Al contrario que ésta, cuyo hospital estaba alejado del frente, Mary no tenía problema en moverse entre las balas y alguna vez se dedicó a entrar en edificios donde poco antes se habían desarrollado combates para recoger todo aquello que pudiera resultar de utilidad, lo que hizo que en una ocasión una patrulla francesa la tomara por saqueadora y la arrestara, hasta que los británicos aclararon la cosa a sus aliados (5).
A menudo la acompañaba una adolescente llamada Sarah o Sally, que muchos pensaban que era hija suya pero nunca se ha podido confirmar (5).
La guerra terminó en marzo de 1856, los ejércitos volvieron a casa y Mary quedó en una apurada situación económica, presionada por las deudas de un negocio lleno de mercancía para la que ya no tendría clientela. Subastó todo lo que pudo, primero entre los aliados y después entre los rusos que empezaban a regresar a sus hogares, pero el 9 de julio de ese año zarpó el último barco con ella a bordo medio arruinada. De nuevo en Inglaterra, sufriendo achaques de salud, siguió sintiendo el acoso de los acreedores y se declaró en quiebra.
Foto 25 Los movimientos de Mary Jane Seacole en Crimea. 1855
Pero su penosa situación no pasó desapercibida: la prensa alertó de ella e inmediatamente la revista Punch organizó una colecta popular en la que colaboraron masivamente los excombatientes, aún agradecidos por sus cuidados. Esas recaudaciones de fondos se repetirían un par de veces más a lo largo de una década, siempre con importante participación general del estamento militar, del público en general e incluso del mismísimo Príncipe de Gales (5).
Entre eso y la publicación en 1857 de su autobiografía (la primera que escribía una mujer de color), diez años más tarde pudo adquirir un terreno en Kingston, construir una casa para vivir, otra para alquilar y retirarse.
O eso parecía, porque si nueve años antes hubo que disuadirla de que viajara a la India para ayudar a los heridos de la Rebelión de los Cipayos, en 1870 volvió a brotar su incansable espíritu e intentó hacer otro tanto en la Guerra Franco-Prusiana; en este segundo caso, el círculo de Florence Nightingale desaconsejó que se aprobara su ofrecimiento insinuando que en Crimea había regentado una casa de dudosa moralidad e incitado a la bebida. Así que los soldados galos y germanos se quedaron sin sus atenciones y, en cambio, la familia real británica sí la recibió e incluso contrató, pasando a ser la masajista personal de la Princesa de Gales, que sufría de reumatismo.
Mary Seacole murió en Londres en 1881, víctima de una apoplejía. Irónicamente, dejó una herencia considerable: a su hermana los inmuebles; a varios militares, valiosas joyas de diamantes que le habían regalado.
Fue enterrada en el cementerio católico de St. Mary (se había convertido al catolicismo unos años antes) y cayó en el olvido durante un siglo hasta que Jamaica recuperó al que podía considerarse uno de sus personajes históricos más destacados, colmándola de honores que no tardaron en repetirse en todo el Reino Unido: monumentos, hospitales y premios con su nombre, exposiciones, sellos con su efigie, galardones in memoriam… Así hasta la citada polémica que se desató en 2012 (5).
Foto 26 Enfermeras británicas en 1881
MARY SEACOLE LA ENFERMERA QUE NADIE RECUERDA
La mayoría no sabe que existió. Mary Seacole. El nombre parece sacado de una leyenda, podría decirse que es un personaje inventado de una historia, pero no de la Historia, que es la que cuenta, al fin y al cabo. Mary fue una mujer que aprendió enfermería de manera autodidacta, que se enfrentó a la epidemia del cólera hasta en dos ocasiones, que la venció con su innovador protocolo sanitario y que logró salvar miles de vidas en Crimea, pero que fue relegada a un segundo plano. Su figura apenas se distingue, la han borrado con la misma rapidez con la que eliminas los restos de lápiz de una página en blanco. Cuesta creerlo pero a Florence y a Mary nada les diferenciaba salvo el color de la piel (6).
Mary Seacole fue hija de un soldado escocés y una “afamada curandera” de Kingston (Jamaica), quien también regentaba el Blundell Hall, una hostería donde acudían inválidos, enfermos o personas que tenían pocos recursos.
Foto 27 Pintura de Mary Jane Seacole. Colección Getty Images. Lleva la medalla de la Orden del Mérito de Jamaica
Mary Seacole aprendió a ser enfermera observando a su madre y a los doce años ya empezó a poner en práctica los conocimientos adquiridos ayudándola en el hotel. Además de su pasión por cuidar a los que más lo necesitaban, la caracterizaba el deseo de viajar, quería vivir aventuras. Antes de casarse con Edwin Seacole en 1836, tuvo la oportunidad de ver el Caribe, incluidas Cuba, Haití y las Bahamas, América Central y Gran Bretaña. En estos viajes, ella complementó su conocimiento de la medicina tradicional de su país con las ideas y sistemas que había en Europa. También se convirtió en una mujer de negocios (6).
Un año trágico
Después de casarse, montó una tienda junto a su marido pero la idea no cuajó así que decidieron volver a gestionar el hotel. Sin embargo, en 1843, hubo un incendio en la región de Kingston y como muchas otras propiedades, esta también se quemó. Ese año fue muy trágico para Mary porque tanto su marido como su madre murieron. La vida le fue poniendo retos, como en 1850, cuando llegó la epidemia de cólera a Jamaica, donde murieron cerca de treinta mil personas. Ella, con sus lecciones aprendidas de su madre, intentó ayudar a los enfermos. A esas alturas, su vocación estaba bastante clara (6).
Foto 28 Montaje de la silueta de Mary Jane Seacole sobre un lienzo con la caballería británica cargando contra las tropas rusas en Balaclava. Es la carga de la Brigada Ligera, de Richard Caton Woodville. En primera instancia vemos a jinetes del 11º de Húsares; y al fondo, los 17º de Lanceros
Más tarde, construyó un nuevo hotel mejor que el anterior, gracias a su perspicacia para los negocios, y lo dejó en manos de una prima para poder marcharse a Panamá, proposición que le hizo su hermano. Nuevamente, el fantasma del cólera apareció allí y ella, una vez más, pudo combatirlo. Tenía experiencia con la enfermedad y en esta ocasión dio un pasito más allá: se dio cuenta de que era necesario fomentar la higiene y ventilación de los hogares y de los hospitales.
Asimismo, comprendió que había que administrar una correcta alimentación a los pacientes. Propuso nuevos tratamientos para los enfermos, y con el dinero que ganó (sólo hacía pagar a los que más tenían), abrió un negocio: “The British Hotel”, que consistía en un comedor y contaba también con una barbería, dos servicios que los viajeros apreciaban mucho (6).
Le fue bastante bien pero no quiso quedarse allí, algo le hizo cambiar de idea. La Guerra de Crimea estaba en boca de todos y la necesidad de Inglaterra de mandar enfermeras al campo de batalla. No se lo pensó dos veces y cruzó el atlántico (6).
Madre Seacole para los soldados
En 1854, Mary viajó a Inglaterra y se acercó a la Oficina de Guerra convencida de poder ir a Crimea como enfermera del ejército. Las balas no estaban matando tanto como el cólera, el tifus y la disentería, y ella podía aportar conocimiento médico, mejorando de esta manera la salud de muchos soldados. Había cierta necesidad de enfermeras, el ministro Sidney Herbert, escandalizado por lo que se publicó en The Times sobre el estado lamentable del hospital de Scutari, contrató a Florence Nightingale, a la que conocía, para que estuviera al mando y reclutara a un grupo de enfermeras en total con ella fueron treinta y ocho.
Foto 29 Mujeres con Corazón: Mary Jane Seacole. Sellos de Ficción de José Cortes Fernández. 6 de agosto de 2015
Seacole fue rechazada. Nadie le dijo que lo que no querían eran enfermeras negras. Nadie se lo dijo, pero ella intuía que detrás de “su falta de formación y experiencia” hubiese otra razón, una que tuviera que ver con su color de piel, ni más ni menos. Esta negativa haría retroceder a cualquiera, pero no a Mary que viajó a Crimea (¡¡con 50 años de edad!!) por su cuenta, financió su viaje y estableció el “British Hotel” en Kadikoi, cerca de Balaclava, donde se encontraba el principal campamento militar para acomodar a las tropas que desembarcaban (6).
También visitó el campo de batalla, se acercó en más de una ocasión a las trincheras a llevar té, limonada y tabaco, además de medicamentos a los heridos y enfermos. Pronto la bautizaron como “Madre Seacole”. Gracias al buen hacer de muchas enfermeras, entre ellas Nightingale y Seacole, bajó la mortalidad en los hospitales militares (6).
Después de la Guerra –el Imperio ruso perdió y se firmó el Tratado de París en 1856– volvió a Inglaterra alicaída: se encontraba en bancarrota y con una salud que empezaba a resentirse. Estaba arruinada y encima su trabajo no había sido reconocido por el gobierno británico. Aun así, fue portada de los periódicos en varias ocasiones, muchos estaban agradecidos por la labor que había hecho Mary en Crimea y en cuanto se enteraron de su situación económica, muchos de ellos quisieron ayudar. En 1857, por ejemplo, se organizó un festival benéfico para recaudar fondos y asistieron miles de personas. Mary aprovechó el tirón de su fama y publicó sus memorias en Las maravillosas aventuras de la señora Seacole.
No puede decirse que Mary Seacole sea solo olvido porque finalmente reconocieron su trabajo…, tarde, eso sí. En 1991, por ejemplo, se le concedió a título póstumo la Orden del Mérito de Jamaica y en 2004 fue proclamada “la más grande británica negra”.
Foto 30 Reverso del que podría haber sido en el billete de 50 libras del Banco de Inglaterra
Además, hay una Fundación de la Unesco que lleva su nombre. Aunque se encadenaron ciertas alabanzas hacia su meritorio trabajo, Seacole no salió de las sombras. En Los versos satánicos, Salman Rushdie escribe: “¿Qué son? Pues figuras de cera, nada más. ¿Quiénes son? La Historia. Miren, aquí está Mary Seacole, que en Crimea hizo tanto como otra enfermera maravillosa pero que, por ser de piel oscura, apenas se la veía, al lado de la llama brillante de Florence” (6).
LA ENFERMERA OLVIDADA MARY SEACOLE
Por aquéllas fechas Mary Seacole, ya contaba con 50 años. Su capacidad de tomar decisiones y de ser resolutiva ante las adversidades ya había quedado patente en otras etapas de su vida. Por ello, no se arredró; se hizo con un importante acopio de alimentos y medicamentos y viajó a Crimea por sus propios medios; estableció allí su «The British Hotel» en Kadikoi, cerca de Balaclava, donde se encontraba el principal campamento militar, dispuesta, a poner en práctica sus conocimientos como enfermera y los cuidados que llevaba aplicando casi toda su vida (7).
En la planta baja funcionaban un bar y una despensa y los pisos superiores eran su hospital. El bar y la despensa le permitían financiar sus servicios de enfermería. Numerosas veces se presentó en el campo de batalla, en las trincheras, para llevar té, limonada y tabaco a los combatientes, además de medicamentos a heridos y enfermos. Atendía a los hombres, incluso, en los campos de batalla.
Gracias a su trabajo y dedicación se le dio el cariñoso sobrenombre de «Madre Seacole» o «Mamá Seacole», los soldados la respetaban y la querían.
Hoy día es incuestionable que en la Guerra de Crimea la labor de las enfermeras, entre las que se encuentran Mary Seacole y la reconocida Florence Nightingale, salvaron las vidas de miles de soldados al aplicar novedosas medidas de higiene y salubridad. Eso sí, la forma de trabajar y de cuidar de una y otra eran diametralmente diferente; pero, cada una en su estilo, ambas fueron determinantes (7).
Su recuerdo fue absolutamente engullido, casi sin dejar rastro, por el paso del tiempo de tal forma que muy pocas personas saben hoy quién fue y qué hizo Mary Jane Seacole. El libro Los versos satánicos de Salman Rushdie, (1988), recoge una frase que muy bien puede resumir el motivo de este injusto olvido «Mira, aquí yace Mary Seacole, quien hizo tanto en Crimea como otra dama de lámpara mágica, pero, al ser negra, apenas podía verse por la llama brillante de la vela de Florence».
En 1991 se le concedió a título póstumo la Orden del Mérito de Jamaica y en 2004 fue proclamada por el Reino Unido «la más grande británica negra». Además, hay una Fundación de la Unesco que lleva su nombre (7).
Sirva este artículo para hacer un pequeño homenaje y reconocimiento al trabajo y a la dedicación de una magnífica enfermera, Mary Jane Seacole, a la que la historia borró de forma estúpida e injusta solo por ser de raza negra. Debería haber sido encumbrada al lado o cerca de Florence Nightingale, dado que ambas, cada una a su manera innovaron en la ciencia del cuidado en un lugar y conflicto muy icónico (7).
Nightingale fue el orden, la disciplina y el estudio académico; y Seacole fue el instinto, el coraje, la empatía, el corazón…
Foto 31 Mary Seacole, la enfermera jamaicana que cuidó y curó a cientos de soldados heridos durante la Guerra de Crimea
Creo que, si Mary Seacole no hubiera sido negra, Florence Nightingale la habría entrevistado y aceptado sin dudar en su equipo de enfermeras, habría valorado sin pestañear su experiencia y sus conocimientos; pero el racismo lo impidió. Lo realmente fascinante de esta enfermera es que no se rindió y a las dificultades que en esos tiempos sufrían las mujeres, sólo por el mero hecho de serlo, para llevar a cabo cualquier proyecto por su cuenta, se sumaba el rechazo general a nivel social que se tenía hacia las personas negras. Aun así, con todo en contra, Seacole se fue a Crimea e hizo lo que creía que tenía que hacer. Fue una magnífica mujer (7). Me gustaría saber que ahora se la conoce un poquito más. Lola Montalvo Carcelén.
MARY SEACOLE LA ENFERMERA QUE BAJÓ AL CAMPO DE BATALLA
Su enfrentamiento con Florence Nightingale en la guerra de Crimea ha quedado como uno de los puntos negros en la historia de la enfermería
Florence Nightingale marcó el camino a seguir en la enfermería profesional, pero fue Mary Seacole quien le puso el corazón y la compasión, convirtiéndose en una figura mítica. Las dos atendieron enfermos en la guerra de Crimea, pero cada una a su manera. Nightingale organizaba los hospitales, daba las pautas de tratamiento, y procuraba la higiene y alimentación de los enfermos. Seacole bajaba al campo de batalla y salvaba vidas bajo el ruido de las cargas. A los soldados no les gustaba ir al hospital de Nightingale, porque decía que entrabas vivo y salías en una caja de madera. Preferían a Mary Seacole, a la que veían como una de las suyas y llamaban “madre” (8).
No podía haber dos personas más antagónicas. Nightingale representaba el orden, el estudio académico, la frialdad estadística, una cierta aristocracia. Tanto es así que, a pesar de su experiencia, no aceptó a Seacole en su hospital porque aseguraba que no había pasado su adiestramiento de enfermeras. Nightingale era una persona orgullosa que creía tanto en su método que no aceptaba ningún otro. Mary Seacole, por su parte, era una mujer mulata, oriunda de Jamaica, que había tenido que batallar toda su vida no sólo con la misoginea de la sociedad, sino también con el racismo. Sí, nadie la había formado como enfermera, lo había aprendido todo en directo, en diferentes guerras, epidemias de cólera, de fiebre amarilla, y sabía cómo salvar vidas aun poniendo en riesgo la suya (8).
Esto es lo que explicaba de ella William Russell, periodista de “The Times”, tras cubrir la guerra de Crimea: “La he visto bajar en medio del fuego cruzado con la única compañía que un maletín para confortar a los hombres heridos. No he visto una mano más tierna y hábil a la hora de tratar una herida o un hueso roto ni siquiera comparado con nuestros mejores médicos y cirujanos. La he visto en el asalto al Redan, en Chernaya, en la caída de Sebastopol, en las cargas, y no para saquear sino como una vieja alma caritativa, siempre con un poco de vino, vendajes y comida para los heridos y prisioneros”.
Mary Seacole aseguraba que sus ansias de conocer y de ser útil a los demás, la llevaron a viajar por medio mundo, donde completó su formación como enfermera, uniendo lo aprendido junto a su madre con las técnicas europeas más modernas. “No me avergüenza confesar que adoraba ser de ayuda a todos aquellos que necesitaban consuelo. Y cuando la necesidad de ayuda crecía, no importa que lejos estuviese la costa, no pedía un privilegio mayor que ofrecer mis servicios” (8).
Por supuesto, nadie la aceptaba ni como médico ni como enfermera, pero lo más sorprendente fue que la gran y piadosa Florence Nightingale no viese en ella a una gran aliada y la rechazase también como enfermera. Mary Jane Seacole se limitó a ofrecer suministros médicos y empezó a trabajar donde Nightingale nunca se atrevió, en el mismo campo de batalla, repartiendo agua, té y atendiendo a los más necesitados. “Llegaban malas noticas tan a menudo que pensé que mi deber era adelantarme y ofrecer mi ayuda allí donde los soldados más la necesitaban”, recordaba (8).
Foto 32 Heroísmo de Mary Seacole en la guerra de Crimea. Una batalla durante la Guerra de Crimea. Hulton-Deutsch Collection Corbis,1855
En su hospital de campaña conoció a un joven soldado de largo pelo rubio y ojos azules, “como si fuera un ángel” que había enfermado de disentería. Gracias a sus cuidados, el soldado pudo recuperarse y en poco tiempo volvía a vestir su elegante uniforme. “Sentía verdadero amor maternal por aquel muchacho”, aseguraba. Al cabo de unos días, volvió a verle, con su uniforme manchado de barro y sangre, y sus ojos azules cerrados para siempre. No quiso que aquello volviese a sucederle. “Mi primera experiencia en una batalla fue lo suficiente interesante. Veías como los ejércitos avanzaban y cómo una y otra vez se formaban pequeñas nubes de humo blanco que se elevaban luego por las colinas. Sentí una extraña excitación que se transformó en deseo de ver más. Lamentablemente, mi deseo se cumplió en muy poco tiempo”, aseguraba Seacole (8).
¿Fue el color de su piel lo que llevó a Nightingale a rechazarla? La historia de Mary Seacole se ha convertido en todo un ejemplo de coraje y amor. Al finalizar la guerra, sin el reconocimiento del gobierno inglés, y arruinada, volvió a Inglaterra sin mucho a lo que aferrarse. Sus memorias, “Las maravillosas aventuras de Mrs. Seacole en múltiples tierras” es uno de los mejores libros sobre enfermería que se hayan escrito nunca y documentan una extraordinaria vida al servicio de los demás (8).
En “Los versos satánicos”, el gran Salman Rushdie aprovecha para realzar por una vez por todas su figura y escribe: “Miren, aquí está Mary Seacole, que en Crimea hizo tanto como otra enfermera maravillosa pero que, por ser de piel oscura, apenas se la veía, al lado de la llama brillante de Florence” (8).
Foto 33 Enfermeras en la Escuela de Enfermeras Nightingale en el St. Thomas Hospital de Londres en 1860
LOS MARAVILLOSOS VIAJES DE LA SEÑORA SEACOLE
El ángel negro de Crimea, la madre de los soldados británicos de Balaclava
“El único héroe de la guerra de Crimea fue una mujer”. Así se titulaba un artículo publicado en esta sección de grandes viajeras y viajeros el 26 de julio del 2019. Trataba sobre Florence Nightingale, la dama de la lámpara, de la que se decía que “iluminó los desastres de los conflictos bélicos y modernizó la enfermería”. Aquel titular debería haber sido: “Los únicos héroes de la guerra de Crimea fueron las mujeres” (9).
Hubo más de una Florence Nightingale, mujeres que se fueron a la otra punta del mundo para auxiliar a los soldados heridos de aquella sangría, aunque no todas fueron tratadas con el mismo rasero por la historia. La principal olvidada, condenada durante muchos años por el color de su piel a un ostracismo que no merecía, fue Mary Seacole (1805 - 1881), una mulata de tez oscura, nacida en la Jamaica británica, hija de una lugareña y un militar escocés (9).
Hace unos años, la BBC impulsó un debate para elegir al británico moderno más relevante. Winston Churchill ganó sin dificultad. Muchas personas, sin embargo, criticaron que en la lista de candidatos no figurase ninguna persona de raza negra, por lo que en internet se inició una encuesta alternativa. Mary Seacole encabezó de forma muy holgada esta segunda selección. ¿Quién fue mamá Seacole, el ángel negro de Crimea?
El Real Colegio de Enfermería, con sede en el centro de Londres, aplaudió las votaciones populares en las redes sociales y explicó que Mary Jane Seacole (Grant, de soltera) luchó contra innumerables prejuicios y trabas. Como mestiza, era en teoría una mujer libre, pero prácticamente sin derechos. Durante uno de sus muchos viajes y estancias en el extranjero, comprobó las miserias de la esclavitud (9).
Foto 34 Flagelación de esclavos en Brasil, por Johann Moritz
En Panamá presenció como una dama de Nueva Orleans ató y desnudó a una negra para azotarla. Aún con el látigo en la mano, la torturadora explicó que “la joven era de su propiedad, que le había costado mucho dinero y debía ser castigada porque se había portado mal”. ¿Por qué la esclava no había intentado huir? Porque su bebé seguía en Nueva Orleans y su ama amenazaba “con desollarlo vivo” si lo hacía (9).
Desde niña, Mary Seacole se aficionó a trazar rutas en los mapas y a imaginarse muy lejos. “Siempre seguía con la mirada los majestuosos barcos que zarpaban de Jamaica con rumbo a Inglaterra y anhelaba ir a bordo, mientras veía desvanecerse en la distancia las azules colinas de Jamaica”. En realidad, ella no decía que aquellos barcos iban a Inglaterra. “Van a casa”, escribía. Pero su casa no siempre se portó bien con ella (9).
Antes de cumplir su sueño e instalarse en la metrópoli, pasó largas temporadas en Centroamérica, recorrió el Caribe y visitó Cuba, Haití y las Bahamas. En esos viajes amplió los conocimientos sobre medicina que heredó de su madre. No estaba titulada, pero tampoco en ninguna universidad del mundo se puede estudiar altruismo y humanidad, dos de los sentimientos que siempre guiaron sus pasos (9).
Foto 35 Retrato de Mary Jane Seacole, William Simpson la dibujó así en 1881
En cuanto estalló la guerra y supo que “muchos de los regimientos que había conocido tan bien en Jamaica habían dejado Inglaterra para ir al escenario de la acción”, el deseo de unirse a ellos fue imparable. La propia Mary Seacole explica en su biografía, que solía quedarse durante horas meditando ante un viejo mapamundi, en cuyo rincón alguien había marcado con tiza una cruz roja…(9).
Aquella cruz indicaba el lugar donde estaba Crimea. En el viaje a Inglaterra para intentar unirse a las tropas expedicionarias, regresaron los fantasmas de Panamá y se topó con los prejuicios por el color de su piel. Cuando acudió al departamento de Guerra para tratar de unirse a Florence Nightingale, la rechazaron con la excusa de que ya no se necesitaban más enfermeras, aunque todo el mundo sabía la verdadera razón (9).
Era una mujer valiente, que no aceptaba una negativa por respuesta. Viajó por su cuenta y riesgo a Crimea. Ayudó en lo que pudo, no solo en retaguardia, cuidando a los heridos y confortando a los moribundos. Algunos han tratado de restarle méritos y la han presentado como una hostelera que vendía limonadas y te a los soldados, cosa que en efecto también hizo para poder sufragar sus otras actividades (9).
Tras la guerra, arruinada, regresó a Inglaterra. Su vida habría caído en el olvido, de no ser por William Howard Russell (1821-1907). Este irlandés fue un pionero del periodismo de guerra, que publicó numerosas crónicas desde Crimea y destacó en sus textos la abnegada labor de alguien a quien los reclutas adoraban. La llamaban mamá Seacole. Cuando supo de su triste retorno, el periodista se propuso ayudarla (9).
William Howard Russell volvió a escribir sobre ella en julio de 1857. Su pluma, que era muy respetada, movilizó a la opinión pública. La gala benéfica organizada en su honor para recaudar fondos fue un rotundo éxito. Hasta la reina Victoria envió un mensaje de felicitación para la homenajeada. Aquel mismo año, Mary Seacole publicó unas deliciosas memorias, The Wonderful Adventures of Mrs. Seacole in Many Lands (9).
Por desgracia, el cronista no tiene noticias de que Las maravillosas aventuras de la señora Seacole a lo largo y ancho del mundo se hayan traducido al castellano. El lector, sin embargo, puede acceder al original inglés aquí, en un enlace de la biblioteca digital de la Universidad de Pensilvania. En el prólogo de la obra, William Howard Russell tuvo unas emocionadas palabras para su ilustre amiga (9).
“Confío en que Inglaterra no olvidará a alguien que cuidó a sus enfermos, buscó a sus heridos para ayudarlos y socorrerlos, y realizó los últimos oficios para muchos de sus muertos en el campo de batalla”, escribió el reportero. La autora, por su parte, explica que no solo tuvo que esquivar las balas de los rusos, sino la incredulidad de su país, que desconfiaba de ella, “una mujer criolla desconocida”. Ella, una mujer negra (9).
Le dijeron que no hacían falta más enfermeras, pero era mentira, como descubrió en cuanto llegó a Crimea. Afrontó sin reproches el frío, la falta de provisiones, las penalidades y el horror de la guerra. Y, sobre todo, hizo justicia a su sobrenombre, mamá Seacole. Había visto, escribe en su libro, “el dolor y muerte en otros lugares, pero eso nunca me amedrentó. Me sentía feliz curando las heridas de mis propios hijos” (9).
Murió el 14 de mayo de 1881, a los 76 años. Por cierto, ¿recordáis a la esclava negra de Panamá? ¿La que no podía fugarse para no poner en peligro a su bebé? Mary Seacole participó en una colecta para comprar la libertad del pequeño y de su madre, que una vez obtenida la manumisión se fue a vivir al interior del país centroamericano, con la esperanza de reencontrarse algún día con su hijo, lejos de los látigos, el odio y el racismo.
Foto 36 William Howard Russell, reportero de Guerra. Library of Congress, 1854
AGRADECIMIENTOS
José Siles González
Mª Luz Fernández Fernández
Soledad Fernández Moral
Lola Montalvo Carcelén
José Cortes Fernández
Foto 37 Poster sobre la vida y obra de Mary Jane Seacole
Bibliografía
1.- Mary Seacole “La Nightingale Negra”. Manuel Solórzano Sánchez. María Luz Fernández Fernández. Soledad Fernández Moral. Publicado el sábado día 16 de octubre de 2010
http://enfeps.blogspot.com/2010/10/mary-seacole-la-nightingale-negra.html
2.- Hotel British. Trevor Royle. William Howard Russell de “The Times”. 1856
3.- Biografías y noticias de famosos.
https://www.biografias.es/famosos/mary-seacole.html
4.- Nueva Tribuna. La importancia histórica de Mary Seacole. Eduardo Montagut. 30 de enero de 2016
5.- La Brújula Verde. Mary Seacole la controvertida «madre» de los soldados de la Guerra de Crimea. Jorge Álvarez. 13 de marzo de 2017
6.- Mujeres con Ciencia. Uxue Razkin es periodista y colaboradora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU. Mary Seacole “La Enfermera que nadie recuerda”. 23 de mayo de 2019
7.- Mentes abiertas. Lola Montalvo Carcelén. La Enfermera Olvidada
8.-La Razón. Mary Seacole la enfermera que bajó al campo de batalla. Carlos Sala. 20 de mayo de 2020
https://www.larazon.es/cataluna/20200520/de6a6ouq65axpmxurbavw4ccne.html
9.-La Vanguardia. Los maravillosos viajes de la señora Seacole. Domingo Marchena. Barcelona. 28 de mayo de 2021
https://www.lavanguardia.com/ocio/viajes/20210528/7470058/maravillosos-viajes-senora-seacole.html
10.- Alexis Soyer: El Colaborador de Florence Nightingale en Crimea. Jesús Rubio Pilarte y Manuel Solórzano Sánchez.Publicado el viernes día 23 de enero de 2015
http://enfeps.blogspot.com.es/2015/01/alexis-soyer-el-colaborador-de-florence.html
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en Enfermería. Enfermero Jubilado
Insignia de Oro de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de Enfermería Avanza
Miembro de Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en México AHFICEN, A.C.
Miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza Zientzien Akademia. ACEB – BEZA
Insignia de Oro del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa 2019
Sello de Correos de Ficción. 21 de julio de 2020
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