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1 La Obra de las Hermanitas de los Pobres, 1898
La
Congregación de las Hermanitas de los Pobres fue fundada por Juana Jugan en 1839, estando al
servicio de los ancianos en 32 países de los cinco continentes. Tal fue el
proyecto de su fundadora, Santa Juana Jugan. Era una religiosa francesa y fue
beatificada por Juan Pablo II, el día 3 de octubre de 1982 y canonizada el 11
de octubre de 2009 por Benedicto XVI.
Después
de medio siglo de formación y desarrollo, la Congregación de las Hermanitas de
los Pobres ha venido a ocupar definitivamente en la sociedad un puesto muy
importante. Así cómo otras Congregaciones han organizado al amparo de la infancia
y de la juventud, la Congregación de las Hermanitas de los Pobres ha logrado
organizar el de la pobre vejez desvalida; llenando de tal manera un vacío en la
sociedad, y correspondiendo a una necesidad tan grave de nuestra época, que en
cincuenta años ha fundado 273 Asilos de ancianos en diferentes países del orbe.
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2 Hermanitas de los Pobres, Aldaconea. San Sebastián
Las
Hermanitas de los Pobres unen a la vida de hospitalidad la vida religiosa;
forman una Congregación de Religiosas hospitalarias consagradas al servicio de
los ancianos pobres y achacosos. Su misión bien definida en la Iglesia, bien
determinada entre los diversos institutos de caridad, consiste en ser
exclusivamente una obra en favor de los ancianos.
Conságranse
las Hermanitas de los Pobres, con el vínculo estrecho del voto de hospitalidad,
al servicio de la vejez indigente y desamparada. Su inteligencia, sus fuerzas,
su corazón, sus desvelos, se aplican al consuelo de estos pobres desvalidos. El
alivio corporal y espiritual de sus ancianitos es el único objetivo de su
existencia en la tierra, como lo indica de manera tan expresiva su nombre de
Hermanitas de los Pobres.
Dos
condiciones, dos títulos se requieren para ser recibido en sus Asilos: la vejez
y la indigencia.
Para
las Hermanitas de los Pobres, la vejez comienza a los sesenta años; a partir de
esta edad, tienen derecho los necesitados a solicitar un puesto en sus Asilos;
después, continúa la vejez indefinidamente. Octogenarios, nonagenarios, de todo
se encuentra en estas casas; hasta se ven algunas veces, alguno que otro que
pasaron de los cien años.
Albérganse
en estos piadosos asilos ancianos de ambos sexos; en estas casas hay una parte
reservada a los hombres y otra a las mujeres, con patios, salas, enfermerías y
dormitorios dispuestos separadamente. A poca diferencia, el número de hombres
iguala al de las mujeres, según las condiciones del local disponible. Algún
vetusto matrimonio entra en el Asilo, y marido y esposa acaban tranquilamente
en él su existencia, viviendo en buena vecindad.
Pero
los ancianos acogidos tienen que ser indigentes. Las Hermanitas no admiten
pensiones; no hay ancianos privilegiados, a no ser los más desamparados y
enfermos. Careciendo todos de suficientes medios de subsistencia, son adoptados
todos por la caridad, que a todos prodiga iguales cuidados.
La
Casa de las Hermanitas de los Pobres es el puerto adonde vienen a parar muchas
existencias que han seguido distintos derroteros.
Rodeadas
de sus viejecitos, las Hermanitas de los Pobres ejercitan la hospitalidad.
Nunca tienen criados ni personas asalariadas. Ellas mismas sirven a sus
viejitos y se distribuyen los empleos de la casa. A la Hermanita se la ve
siempre atareada: en la enfermería, con sus pobrecitos enfermos; en la sala,
con sus viejitos menos inválidos; en la cocina, aderezando la comida; en la
ropería, preparando los trajes; se la encuentra en la huerta, en el lavadero,
en la portería. En realidad las Hermanitas de los Pobres hacen todo el trabajo
de la casa, ayudados solamente de la buena voluntad y de las débiles fuerzas de
sus ancianitos.
Ninguna
distinción hay entre ellas. Ni hay Hermana de coro, ni Hermana lega o freila:
todas son igualmente Hermanitas de los Pobres, con el mismo título, con los
mismos derechos y con los mismos deberes.
Cada
casa se gobierna por una Superiora, a la que dan el nombre de Buena Madre, secundada por una Hermanita Asistenta. La Buena Madre
recibe a los ancianos y juzga si se deben ser admitidos o no. Ella administra
los recursos del Asilo, para el mayor bien de sus pobres. Ella cuida del buen
orden de la casa y del ejercicio fiel de la hospitalidad. Cada casa cuenta con
un número de Hermanitas proporcionado al de los ancianos en ella albergados. A
su vez la Superiora depende de la Casa Matriz, en la cual tiene su asiento el
Gobierno general de la Congregación de las Hermanitas de los Pobres.
Pero
¿cómo se reclutan las Hermanitas de los
Pobres y en dónde se forman?
Las
Hermanitas de los Pobres salen de todas las clases sociales. Unas vienen del
campo, en donde vivían apaciblemente; otras han dejado la industria, el
comercio, el colegio; algunas eran señoras y otras quizás las servían, como,
según los principios evangélicos, toda condición honrada es aceptable, ninguna
es excluida, mientras la persona sea digna.
Su
distintivo es el desvelo, la virtud, el amor de Dios y de los pobres. Estos son
los signos de vocación. Para las postulantes el tiempo de prueba empieza junto
a los ancianos, en algunos Asilos de la Congregación. Allí se dan cuenta por sí
mismas de las diferentes funciones de la hospitalidad y ensayan la vida de
Hermanita. Si las satisface y son aptas para este género de vida, entran
entonces en el Noviciado.
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3 Índice de La Obra de las Hermanitas de los Pobres, 1898. Santa Juana Jugan
Durante
mucho tiempo sólo había un Noviciado en la Tour Saint – Joseph en Francia, pero
luego se abrieron Noviciados en Italia, España, Bélgica y Estados Unidos. En
estos Noviciados visten las aspirantes el hábito de la Orden y reciben gradualmente
una formación religiosa y profesional, a la vez que de ellas hace acabadas
Hermanitas de los Pobres. El tiempo de Noviciado se prolonga unos dos años,
terminando por la profesión religiosa. En el Noviciado reciben formación sobre
cómo cuidar a los ancianos desvalidos.
Todas
llevan el mismo nombre, el mismo hábito religioso y observan la misma Regla.
Todas se consagran al servicio de los ancianos pobres y desvalidos.
La Familia Hospitalaria
La
Obra de las Hermanitas de los Pobres tiene su constitución propia. Es, en
efecto, una Familia Hospitalaria.
El
ejercicio de la hospitalidad, como es sabido, no consiste en visitar a los
pobres y traerles socorros a domicilio, sino en hospedarles y en asilarlos.
Cuando se les ha recogido, la hospitalidad continúa su obra, manteniéndoles;
ella es quien les proporciona vestido, alimento y todos los cuidados necesarios
para la vida. Si enferman, ella les asiste en sus dolencias y les socorre en
sus achaques; si mueren, ella recoge piadosamente su último aliento y les
amortaja con respeto.
En
sus Casas, los ancianos no son considerados forasteros. Los ancianos que entran
en los Asilos de las Hermanitas de los Pobres, cuando se abre la puerta para
recibirlos son acogidos enseguida con bondad; se les adopta y se les trata como
a miembros de su propia Familia. Rodeados de la suave benevolencia que sola la
caridad sabe inspirar, acabarán allí sus días; considerándose en su casa
propia, llegan a poner tanto apego al Asilo como si fuera aquella la casa
natal; por esto se interesan mucho por ella, y se desliza su vida en santa paz
y alegría. Si la separación de los suyos es penosa, este régimen particular la
compensa en gran manera.
En España
En
1863 penetró en España la Obra de las Hermanitas de los Pobres; y en pocos años
se desarrolló de tal manera, que actualmente está sembrada de Asilos de
ancianos.
Don
Mariano Lluch, secundado poderosamente por su hermano el Cardenal del mismo
nombre, fue el hombre del cual la Providencia se sirvió en esta Nación para
hacer conocer a las Hermanitas de los Pobres, estableciéndolas en Barcelona,
Manresa y en Granada en 1863.
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4 La Obra de las Hermanitas de los Pobres. La Familia Hospitalaria, 1898
En
la fundación de Barcelona hubo hechos sumamente notables. Dos Hermanitas de los
Pobres llegaron allí el día 19 de marzo, fiesta de San José. El Gobernador y el
Obispo las recibieron cordialmente, y hubo en la ciudad un movimiento general
de simpatía a su favor. Se alquiló una casa por 3.000 pesetas, y fueron
acogidas en seguida veintitrés ancianas, y el mismo día de firmar el contrato,
un desconocido les pagó el alquiler.
No
había puesto en la casa más que para mujeres. Se presentó un anciano de 80 años
que les dijo: “vengo para quedarme aquí”. No se le admite, “me llamo José” dice
el pobre infeliz, y en honor del santo se le dio cobijo. Pero cómo estaba
cubierto de harapos y no había en la casa ningún traje de hombre, dos
Hermanitas de los Pobres salieron a pedir limosna, y en una de las casas donde
pidieron se encontraron con la sorpresa de que les entregaron un traje completo
de hombre.
En
Manresa, las autoridades civiles y eclesiásticas aguardaban a las Hermanitas de
los Pobres en la estación del ferrocarril. Un cortejo respetable las acompañó a
la cueva de San Ignacio, como queriéndolas confiar al celo de la ínclita
Compañía de Jesús. De allí fueron a la Iglesia, profundamente iluminada, y, por
último, a la casa de fundación. Tres pobres entraban al día siguiente en ella.
Dos
Asilos fueron fundados en 1864, el de Lérida y el de Lorca; en 1865 uno en
Málaga y otro en Antequera. Y en 1867 la Obra se instalaba en la Capital del
Reino. En aquella época había en España 51 casas de las Hermanitas de los
Pobres.
Siguiendo
la línea de los Pirineos, se encuentran los Asilos de San Sebastián, Bilbao,
Vitoria, Pamplona, Huesca, Lérida, Manresa, Gerona, Vich, Mataró y Arenys de
Mar, llegando a Barcelona que tiene tres casas, en la que albergan de 500 a 600
ancianos. Más debajo de Barcelona nos encontramos con los Asilos de Valls, Tarragona,
Reus y Tortosa. Un vapor hace el trayecto de Barcelona a la Isla de Mallorca,
en cuya ciudad de Palma tienen las Hermanitas de los Pobres un floreciente
establecimiento. Al Norte de Madrid, yendo hacia el Atlántico, hay Asilos en
Segovia, Valladolid, Salamanca y Zamora, y también en el Ferrol.
Con
frecuencia los sentimientos católicos y el carácter caballeresco de los
españoles colmó de honores la humildad de las Hermanitas de los Pobres.
Recepción solemne de las autoridades, cortejo popular, serenatas, etc.,
celebraron su llegada en diferentes poblaciones. Después se envolvía la Obra en
su humildad característica y venían también las pruebas inherentes a toda
fundación.
En
Madrid la prensa predispuso la opinión en su favor; y las señoras principales
de la villa coronada adornaron la capilla improvisada, viéndose parados a la
puerta del modesto Asilo lujosos carruajes que acompañaban al Señor Nuncio de
su Santidad, que iba allí a presidir la función.
Cuando
las Hermanitas de los Pobres colectoras aparecieron en los mercados, las cestas
resultaron pequeñas. En aquella época, en Madrid había dos Asilos, que
albergaban unos 840 ancianos y un floreciente Noviciado de este Instituto
benéfico.
Cuando
en 1875 el Rey Alfonso XII puso la primera piedra del edificio que iba a
construirse, pronunció ante la corte y personajes distinguidos que le rodeaban,
estas palabras notables: “La primera piedra que pongo hoy está destinada a
servir de fundamento a un edificio consagrado a Asilo de beneficencia. Y
declaro que el que sirve al pobre, a mí me sirve”.
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5 Exposición – subasta benéfica en favor del Asilo de las Hermanitas de los
Pobres, del 18 al 31 de marzo de 1954
Dirigiéndose
de Madrid a Portugal se encuentran los Asilos de ancianos de Talavera de la
Reina, Plasencia y Cáceres; y hacia el sur, Toledo y Ciudad Real, para llegar
después al grupo importante de la Andalucía. La casa de Sevilla, muy
floreciente, fue fundada en medio de pruebas y dificultades. Gracias al
Cardenal Lluch y a algunos decididos amigos, triunfó en ellas. Después de
Sevilla encuéntranse las casas de Jeréz de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda,
Puerto de Santa María, Medina Sidonia y Cádiz. Y al este, Osuna, Écija, Ronda,
Málaga, Antequera, Granada, Jaén, Baez y Úbeda.
Cuando
las Hermanitas de los Pobres llegaron a Sanlúcar, los pescadores decidieron
reservar para los ancianos algunos pescados a la llegada de las barcas; de modo
que el Asilo recibía un cesto de pescado fresco todos los días que le ofrecían
estos buenos marineros. ¡De cuántas maneras se manifiesta la caridad cristiana!
No
podemos olvidarnos de los Asilos de las Hermanitas de los Pobres de Alicante,
Murcia, Lorca y Cartagena, en cuya ciudad las Hermanitas de los Pobres se
establecieron en la casa en que vieron la luz los cuatro Santos: Fulgencio,
Leandro, Isidoro y Florentina.
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6 Las Hermanitas de los Pobres, con los ancianos. Foto de Paco Marí, 1960
Como
se cuenta, la Obra encontró en España una segunda patria, y cuenta en sus filas
con un número considerable de Religiosas españolas. El Cardenal González en
1886, dábale este valioso testimonio: “Hacemos
constar, y queremos hacer público, que la piadosa Congregación de las
Hermanitas de los Pobres, establecida en nuestra Archidiócesis, se ha hecho en
verdad recomendable por las virtudes cristianas que las Hermanas practican;
pero todavía más, por una caridad infatigable en favor de los pobres, cuyo hermoso
ejemplo es, con razón, objeto de la admiración y de las alabanzas de todos”.
Bibliografía
1.-
La Obra de las Hermanitas de los Pobres. Con licencia del Ordinario. Impreso
del Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesús. Calle de Juan Bravo, número 5.
Madrid. 1898
AUTOR:
Manuel Solórzano Sánchez
Graduado en
Enfermería. Servicio de Traumatología. Hospital Universitario Donostia de San
Sebastián. OSI- Donostialdea. Osakidetza- Servicio Vasco de Salud
Insignia de Oro
de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica 2010. SEEOF
Miembro de
Enfermería Avanza
Miembro de Eusko
Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos
Miembro de la
Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro de la
Red Cubana de Historia de la Enfermería
Miembro
Consultivo de la Asociación Histórico Filosófica del Cuidado y la Enfermería en
México AHFICEN, A.C.
Miembro no
numerario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. (RSBAP)
Académico de
número de la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia – Bizkaiko Erizaintza
Zientzien Akademia. ACEB - BEZA
3 comentarios:
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Precisamente eso de indigentes...!!?? Dicho por los mismos ancianos que deben entregar sus pagas, habrá algún que otro pobre realmente yo no sé cuáles. Una extrabajadora
Económicamente mal. Mal porque las hermanitas no pueden salir. Nosotras vivimos de la providencia y ahora, con 13 ancianos menos contamos con 13 pensiones menos. Aunque son pequeñas, eran una ayuda.... dicho por ellas mismas, todo una contradicción...
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