domingo, 15 de noviembre de 2009

ORÍGENES DE LA ENFERMERÍA COLOMBIANA

Ana Luisa Velandia Mora, ha escrito numerosos artículos y varios libros sobre la Historia de la Enfermería en Colombia; es egresada de la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja y luego se tituló como Licenciada en Enfermería en la Facultad de Enfermería de la Universidad nacional de Colombia. Posteriormente recibió de esta misma facultad su Diploma de Magíster en Administración de Servicios de Enfermería y más adelante obtuvo un Ph. D. en Ciencias Médicas, con énfasis en Salud Pública, en el Instituto de Medicina Sanitaria de San Petersburgo en Rusia.
Ingresó a la Facultad de Enfermería como Instructora Asociada, pasando por todas las categorías hasta jubilarse siendo Profesora Titular. Recibió la distinción de Profesor Emérito y ya jubilada el Diploma de Profesor Honorario.

La enfermería, como ocupación, tiene una presencia muy antigua en el territorio nacional. En los primeros tiempos las labores de enfermería eran realizadas por gente de buena voluntad, sin ninguna preparación; solamente en algunos asilos se contaba con la presencia de religiosas que, sin ser enfermeras, al menos conocían más el oficio y demostraban constancia y disciplina.
En 1867 se establece “un curso especial teórico – práctico para comadronas y Parteras” en el Hospital San Juan de Dios de Bogotá, dictado por un profesor de la Universidad Nacional de Colombia y el Jefe de la Clínica del Servicio. El código civil de 1887 consagra como trabajos específicamente femeninos los de Directora de Colegio, Maestra de Escuela, Obstetriz, Posadera y Nodriza. En 1905 cuando se reglamenta la profesión de medicina, se establece que: “Podrán ejercer como comadronas las enfermeras que presenten certificados de dos o más doctores en medicina y cirugía”.

Según Nancy San Juan y Elba Romero, en su Trabajo Historia de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Cartagena, desde 1903 el doctor Rafael Calvo venía preparando en Cartagena personal de enfermería en forma empírica; dicho doctor seleccionó a la señorita Carmen de Arco, le dio enseñanza y la entrenó con el fin de hacer de ella su mejor colaboradora. Al mismo tiempo otros médicos realizaron idéntica labor de enseñanza a otras jóvenes con el fin de cubrir una necesidad que existía en la ciudad. Más tarde, por iniciativa del doctor Teofrasto Tatis, como miembro de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena y por medio de la misma, se les reconoció este entrenamiento y se les otorgó el “diploma de enfermeras”. La Escuela de Enfermeras de la Universidad de Cartagena fue fundada oficialmente en 1924.

HERMANA MAGDALENA

En Bogotá, en 1911, el doctor José Ignacio Barberi, “quien presentó un informe a la Municipalidad de Bogotá sobre Escuelas Profesionales, que aun cuando despertó críticas y oposición, pues las jóvenes, al igual que en la época de la Colonia, no tenían otra perspectiva que no fuera el matrimonio”, propuso la creación del Taller Municipal de Artes y Labores Manuales (para señoritas), el cual incluía un curso de enfermería práctica en el recién instalado Hospital de La Misericordia. Comenzó a funcionar en 1912 y en noviembre de 1915 el mismo doctor Barberi graduó a un grupo de seis jóvenes a quienes el municipio concedió el diploma, por demás curioso, de “Idoneidad en Medicina y Enfermería”. En esta misma ciudad en 1917, la Escuela de Comercio y Profesorado para mujeres otorgó el “Título de Enfermera” a nueve señoritas en el Hospital San Juan de Dios de Bogotá.
No es entonces de extrañar que a estas primeras enfermeras las miraran con desconfianza pues “eran consideradas como mujeres libres, algunas de ellas hasta fumaban”.
En 1919 la Cruz Roja Colombiana invitó a la enfermera belga Madame Ledoux a Colombia, enviada por la Liga de Sociedades de la Cruz Roja para fundar una Escuela de Enfermeras con todos los requisitos de la técnica; fue seguida poco después por la señorita Genoveva Gateau, cuyo nombre, según Inés Durana y citando a Laurentino Muñoz, aparece por última vez en el primer mosaico de las enfermeras hospitalarias en 1937. “Esta creación fue la iniciación de muchas señoritas de la alta sociedad bogotana de hacer estudios de enfermería. Todas ellas fueron enfermeras en servicio y su ejemplo ha servido para dar mayor rango a tan noble profesión”.

Si bien es cierto que estas primeras enfermeras desempeñaron en su momento un papel profesional y social muy importante, es indiscutible que hasta 1920 no existió en Colombia una Escuela de Enfermería como tal, sino cursos esporádicos organizados por médicos en los mismos hospitales o cursos en otras instituciones que formaron algunas enfermeras, a la par que formaban mujeres en otros oficios considerados como femeninos por esa época.

La Escuela del doctor Ignacio Barberi, en el Hospital Pediátrico de La Misericordia en Santafé de Bogotá, había funcionado entre 1911 y 1914; la Escuela de Enfermeras de la Universidad de Cartagena, al parecer sólo había expedido diplomas a un grupo de enfermeras en 1906, porque no se han encontrado evidencias de cursos posteriores en las primeras décadas del Siglo XX y los dos cursos de enfermería de un año de duración que el doctor Miguel María Calle abrió en Medellín hacia 1917, parece que no graduaron sino dos grupos de enfermeras, todas ellas religiosas.

El doctor Barberi escribía lo que él cree que debía ser una enfermera y la función para la cual era formada: “La necesidad sentida por todos, de que exista alguien, siquiera medianamente ilustrado, que pueda acompañar a un enfermo y que ayude a la familia a prodigar las atenciones que necesita el ser querido que sufre en nuestro hogar, ha preocupado desde hace tiempo mis horas tranquilas de reflexión, y he decidido establecer una cátedra en donde las señoritas que deseen puedan instruirse en las nociones que son indispensables para hacer su cooperación inteligente y cariñosa en este asunto (…..). A nadie se ocultan los inconvenientes que trae consigo el hecho de que sea un joven quien vaya a ayudar al cuidado del enfermo, y si se comprenden todas las ventajas que traerá para una familia el que sea una señorita la que le llene este cometido (….). Toda nación civilizada tiene casas establecidas con este objeto como Nurses Home en Inglaterra, o École Professionnelle des Infirmiéres en Francia, y el médico o los interesados piden colaboración de una de ellas”.
Con este escrito podemos sacar varias conclusiones, una, que la atención de la salud, sobre todo a las personas acomodadas se daba en su propia casa, por el médico de familia; otra que los estudiantes de medicina iban a las casas a ayudar a cuidar a los pacientes y, además, que la enfermería se consideraba una profesión absolutamente femenina.

En 1925 se establece la enseñanza de comadronas y enfermeras en la Facultad Nacional de Medicina; esta escuela debía preparar al personal laico que pudiera prestar satisfactoriamente el servicio de enfermería en la capital del país, especialmente en el Hospital San Juan de Dios y “pudiera servir de núcleo a instituciones semejantes en las demás ciudades del país”. La atención de enfermería venía siendo dispensada por comunidades religiosas, inicialmente hacia 1768 por los Hermanos de San Juan de Dios, y a partir de 1873 por las Hermanas de la Presentación solicitadas por el Síndico del Hospital San Juan de Dios de Bogotá.
Los requisitos de admisión establecidos incluían la aprobación de un examen de admisión el cual consistía en dos pruebas: una oral y otra escrita. Para estos exámenes se constituyó un grupo de examinadores entre los mismos profesores. El plan de Estudios era de dos años y las asignaturas eran cinco: anatomía y fisiología, medicina, cirugía, partos, pediatría y puericultura. Como es evidente, la educación de enfermería en esta época estaba orientada a las especialidades médicas, además, los profesores eran médicos.
La Escuela quedó sometida al Reglamento del Hospital de San Juan de Dios. Según el Decreto Reglamentario, dos Hermanas de la Caridad enfermeras, pedidas a Europa, fueron designadas como Superioras Jerárquicas del Cuerpo de Enfermeras, y encargadas de “secundar por cuantas medidas sea posible la tarea de instrucción práctica que desarrollen los profesores, y supervigilar la conducta de las enfermeras”.

Según Héctor Pedraza, “de aquella escuela salieron numerosas enfermeras parteras, quienes comenzaron a ayudar eficazmente a los médicos obstetras en la atención de partos a domicilio, porque las clínicas particulares no prestaban ese servicio”.

Una de las actividades de mayor trayectoria dentro de la enfermería de comienzos de siglo fue la ejercida por parteras y comadronas. En Popayán, eran bien conocidos los nombres de dos parteras: Gertrudis Albán y Lucía Peña. La organización y los títulos que expedían corrían a cargo de las dos Escuelas, la Universidad de Cartagena y la Universidad Nacional.

La Ley 35 de 1929, reglamenta el ejercicio de la profesión de medicina en Colombia y en su artículo 11 comprende la profesión de odontólogo al lado de la de veterinarios, homeópatas, farmacéuticos, comadronas y enfermeras, En 1930 tenemos como pionera de la enfermería y representante de La Cruz Roja Nacional a Beatriz Restrepo. Con el tiempo, las féminas prefirieron estudiar enfermería y odontología, luego sociología y psicología; antropología a partir de 1962, y luego posteriormente todas las carreras.
Con la ayuda de la Fundación Rockefeller, se crea la Escuela de Enfermeras Visitadoras, en la recién creada Dirección Nacional de Higiene; posteriormente, las hermanas Isabel y Ana Sáenz Londoño crean la Escuela del Centro de Acción Social Infantil de Bogotá, que era privada y otorgaba el título de “Enfermera Social”; y al final de la década, la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja. Aquí vemos la gran influencia que tuvo la Fundación Rockefeller en el desarrollo de la Enfermería en América Latina y, además, el nacimiento de la profesión de trabajo social dentro del seno de la enfermería.

El 25 de enero de 1937 el Consejo Académico de la Universidad Nacional de Colombia dictó el Acuerdo 5, por el cual se reorganizó la Escuela de Comadronas y Enfermeras que venía funcionando en el Hospital de San Juan de Dios. Su nombre se cambió por el de Escuela Nacional de Enfermeras. El nuevo sitio de prácticas fue el Hospital San José, inaugurado en 1925, y era uno de los más modernos de la capital. Se tuvieron en cuenta sus condiciones de organización y la ausencia de alumnos de la Facultad de Medicina. El convenio incluía el “internado en el hospital” para las estudiantes y las Instructoras, aun cuando quienes supervisaban las prácticas eran las religiosas del hospital, que no siempre eran enfermeras.

El objetivo principal que la Universidad se propuso con esta nueva organización de la Escuela de Enfermeras, era que dependiera directamente del organismo universitario y preparara un número suficiente de enfermeras que poseyeran los conocimientos teóricos y prácticos indispensables para la correcta atención de los enfermos.
Para lograr ese objeto no era posible continuar como anteriormente se había hecho (….) permitiendo que las enfermeras de la escuela fueran simultáneamente estudiantes y enfermeras de los diferentes servicios hospitalarios, encargadas desde el primer momento del cuidado de las salas, porque en tales condiciones, los estudios teóricos que debían constituir la base de su preparación quedaban necesariamente relegados a un segundo plano”.

Uno de los aspectos más importantes fue la reorganización de la Dirección de la Escuela. “La Escuela Nacional de Enfermeras tendrá una Directora que será enfermera graduada, provista de méritos y títulos suficientes para esta función. Podrá ser colombiana o extranjera”. Este nombramiento recayó en la señorita Helena Samper Gómez, quien había obtenido su grado de Enfermera en la Escuela de Enfermeras del Medical Center Hospital de Nueva York y una especialización en la Escuela del John Hopkins Hospital de Baltimore, en Estados Unidos.

El nombramiento de una enfermera en la dirección de la escuela logró un cambio sustancial dentro de la carrera y un reconocimiento de las enfermeras como profesionales. La Universidad se preocupó más por la escuela; aceptó y aprobó los cambios introducidos, comprendió la necesidad de hacer conocer más la carrera dentro de la sociedad y de la misma universidad. “Cabe exaltar que Helena Samper fue la primera mujer que desempeñó un cargo directivo dentro de la Universidad Nacional de Colombia”.
Se estableció un Consejo integrado por la Directora de la Escuela, un representante de la Universidad, un representante de la Sociedad de Cirugía, un profesor de la Escuela elegido por el personal docente, y una alumna de la escuela elegida por sus condiscípulas. La Madre Superiora del Hospital San José tendrá voz pero no voto en las deliberaciones. El personal científico estaba integrado por los profesores y el personal administrativo por una monitora instructora y una monitora vigilante. Es evidente que las instructoras de las enfermeras ya no eran religiosas.

Helena Samper le dio a la Escuela una excelente organización, similar al de las buenas escuelas norteamericanas. Puede decirse que esta era la Escuela con la organización más seria de cuantas habían existido hasta entonces en el país. De ella salieron enfermeras con una magnífica preparación. Se expidieron 67 diplomas de enfermeras.
El Consejo fijó un moderno plan de estudios, con una duración de tres años, con tesis y examen de grado; exigía a las estudiantes preparación en enseñanza secundaria y exámenes de admisión. El pensum estaba subdividido en seis periodos o semestres. En el tercer año se incluían asignaturas completamente novedosas para los planes de estudios de la época, como administración hospitalaria, estadística, elementos de ciencias sanitarias sociales, en las cuales era claro el enfoque higienista de la época.

El título conferido era el de “Enfermeras Generales” o “Enfermera Hospitalaria” o “Enfermera Visitadora Social”. El acuerdo mencionado establecía que “para obtener el Diploma de Visitadora o Enfermera Social, se deberá haber cursado y aprobado un año más de estudios, las materias que determine posteriormente el Consejo Directivo”.
A la muerte de la directora Helena Samper se nombra al médico Manuel Antonio Rueda Vargas, y como Instructora Jefe a Rosa Sáenz, enfermera colombiana graduada en la Escuela de Enfermeras del Hospital Santo Tomás de la zona del canal en Panamá.

En estas dos primeras etapas de la escuela estuvo organizada bajo el esquema de Escuela – Hospital; en la primera etapa en el Hospital de San Juan de Dios y en la segunda, en el Hospital de San José. En la Escuela de Enfermeras de Cartagena adscrita al Hospital Santa Clara, que propiciaba un horario de trabajo prácticamente sin límite semanal y que incluía turnos nocturnos.
El Presidente de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina el académico Efraín Otero Ruiz, nos hablaba de una enfermera Inés Durana Samper en estos términos: “Basta con que tú te presentes, sin necesidad de trabajo escrito, porque tú misma representas toda la historia de la enfermería en Colombia”. Quería recordar y ensalzar sus contribuciones a la historia de la medicina y la enfermería en Colombia. Porque a quienes llegábamos hace una década al edificio principal y después de concluido, al nuevo edificio de la Biblioteca, nos era familiar la figura de Inés trabajando en su escritorio o en una de las mesas de lectura, siempre con el comentario afable o la salida oportuna que hacía honor a su ancestro bogotano. Y esto era tan constante, aún en épocas en que se hallaba ya muy enferma, que parecía que ella hiciera parte esencial de una de estas casonas patricias que, en los últimos lustros, han albergado decorosamente nuestra Academia Nacional de Medicina. Efectivamente, no había nada más grato que hablar con Inés de la historia de la salud y la medicina preventiva en Colombia y en el mundo. Se conocía en detalle todas las anécdotas y personajes, desde la época de su graduación como Enfermera de la Escuela Nacional, 50 años atrás, hasta las épocas más recientes. Y hervía de indignación cuando tuvo que contemplar hechos como, en 1998, la demolición del antiguo edificio de la Dirección Nacional de Higiene, en la calle 6ª, vecino al Frenocomio de Mujeres, tan inolvidable para quienes fuimos allí alumnos de Edmundo Rico y de Luis Jaime Sánchez. Cuando se ofreció, ya al final de su meritoria existencia, a presentarnos en la Sociedad un trabajo sobre la historia de la enfermería profesional. Inés estuvo muy influenciada por la Directora, doña Lucía Lozano y Lozano, enfermera graduada en los Estados Unidos- quien, decía Inés, “nos dejó a muchas una huella que marcó posteriores ideales profesionales”. Desde entonces supo que sería enfermera y se dedicó de corazón a perseguir su perfeccionamiento en este campo. Y una de las maneras era la de mirar hacia atrás y darse cuenta de quiénes habían sido los pioneros y pioneras de esa abnegada profesión en el país. En todo momento ella tuvo veneración por la persona y la obra del Académico Pablo García Medina (1858-1935) a quien reconocía como el verdadero fundador de la salud pública y la enseñanza de la enfermería en Colombia.
Y para terminar me gustaría citar a la primera enfermera uniformada de Cabinas, se llamaba Josefina Poggioli de Cáceres, nació en la Vela de Coro el 19 de marzo de 1903. Tuvo 6 hijos, Eugenio José, Zoila Gala, Lourdes de Jesús, Ligia María, Víctor Manuel y Carlos Benito. Migró a Cabimas más o menos en 1928 donde vivió hasta su muerte el 27 de abril de 1955.

Queremos felicitar desde aquí a Ana Luisa Velandia Mora, “enfermera”, ya que gracias a ella, a sus estudios, investigaciones y publicaciones logra que la enfermería sea cada día más grande y nos ayude a entender más nuestra magnífica profesión. Desde Colombia a todo el mundo.
Fotos: Las fotos están escaneadas del mismo libro y de Internet. Varias de ellas son fotografías de la autora del libro y la donación de Nelly Álvarez de Espitia. *Manuel Solórzano Sánchez; **Jesús Rubio Pilarte y ***Raúl Expósito González
* Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
** Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
*** Enfermero Servicio de Medicina Interna del Hospital General de Ciudad Real
masolorzano@telefonica.net
jrubiop20@enfermundi.com
raexgon@hotmail.com

5 comentarios:

Ana Luisa Velandia-Mora dijo...

Gracias a los autores por su trabajo, es un honor que le hacen a la enfermería colombiana.

Agradezco sus amables palabras para mí, pero creo que me dan demasiado protagonismo.

AliceCoop dijo...

hola, agradecemos sus aportes al cuerpo de conocimientos de enfermería, como parte de nuestra formación de pregrado requerimos artículos acerca de la historia de la enfermería en Colombia en el siglo XX. Agradecemos cualquier ayuda que nos pueda brindar

Xio dijo...

Estoy Viendo con muchisimo agrado, esta página a la cual llegué por causalidades de la vida misma, y me he encontrado con un bello regalo, el cual ha hecho muy feliz a mi abuela Zoila Gala Cásares hija de la Primera enfermera Uniformada de Cabimas, en el estado Zulia En Venezuela, Muchisimas gracias por esta alegria otorgada a Zoila Gala, a sus 85 años... Josefina de Cáseres fué una gran luchadora... gracias por este pequeño homenaje que nos ha hecho tan felices..! desde Venezuela Felicidades por su página

anna katalina dijo...

BUENAS NOCHES.
DE LA CARTAGENA QUE HABLA ES LA CARTAGENA DE INDIAS,O UNA ESCUELA LLAMADA ASI EN COLOMBIA EN BOGOTA, O LA CARTAGENA DE ESPAÑA,EN MURCIA. O LA DE CHILE.

MIL GRACIAS. TEMA SUMAMENTE INTERESANTE.

Mrs.Irene Query dijo...

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