A continuación pongo el enlace de un articulo publicado en el EL MUNDO.es por la médico Mónica Lalanda, bajo el título "Mi objeción de conciencia", en el que hace una interesante y personal reflexión sobre la objección de conciencia.
http://www.elmundo.es/blogs/salud/profesionsanitaria/2010/07/15/mi-objecion-de-conciencia.html
Los continuos cambios a los que afortunadamente se ve sometida la Enfermería actual, nos obliga a estar constantemente actualizados sobre las innovaciones técnicas, la enfermedades emergentes, la evidencia científica. Porque la Enfermería avanza, los profesionales avanzamos con ella.
jueves, 29 de julio de 2010
miércoles, 28 de julio de 2010
Germán Pacheco Borrella; Doctor en Enfermería
Germán Pacheco Borrella se doctora con su Tesis: “La construcción social enfermo mental, su repercusión en el individuo y familia y en los cuidados de salud mental”
Trabaja como enfermero en el Servicio Andaluz de Salud. Consejería de Salud. Junta de Andalucía y Adscrito a la Unidad de Salud Mental Comunitaria de Jerez del Distrito de Atención Primaria Jerez-Costa Noroeste. Diplomado en Enfermería. Especialista en Enfermería de Salud Mental. Su actividad incluye las tareas propias de la especialidad de Enfermería de Salud Mental.
Foto 001 Germán Pacheco Borrella
Termina la carrera de Ayudante Técnico Sanitario en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona en el año 1980, Ayudante Técnico Sanitario de Empresa por la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo (1983-1984). Especialista en Enfermería en Salud Mental por la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona en el año 1984. Licenciado en Antropología Social y Cultural en la Facultad de Geografía e Historia (Departamento de Antropología) de la Universidad de Sevilla en el año 2001 y Doctor en Enfermería por el Departamento de Enfermería de la Universidad de Alicante en el año 2010.
Tiene un sinfín de publicaciones de reconocido valor científico. Entre ellos divulgaremos los nombres de: Guía de intervención rápida de Enfermería en Psiquiatría y Salud Mental, Atención integral a las personas con problemas de salud mental y psiquiatría, El compromiso de la Asociación Nacional de Enfermería de Salud Mental, Perspectivas sobre la formación de la enfermera especialista en Enfermería de Salud Mental. Cambios sociales y cambios profesionales, Los espacios de la enfermera de salud mental, Enfermero Interno Residente (EIR): las especialidades como distintivo categórico de una profesión, Del manicomio a la comunidad, A corazón abierto, La adherencia en otras modalidades terapéuticas en salud mental, La necesidad de los psiquiátricos: más despropósitos para la estigmatización, Perspectiva antropológica y psicosocial de la muerte y el duelo, El diagnóstico psiquiátrico desde una perspectiva enfermera, Programa de psicoeducación familiar en el trastorno bipolar, enfermedad mental vs. Trastorno mental, Estigmatización del paciente mental: ¿es posible una mirada enfermera?, etc.
Así podría seguir escribiendo nombres de libros, artículos, publicaciones, ponencias, es un enfermero muy prolífico en sus excelentes publicaciones y referente mundial en la Enfermería de Salud Mental. Con su doctorado en Enfermería engrandece nuestra profesión y es un acicate para los nuevos profesionales para seguir su magnífico ejemplo.
El jueves día 22 de julio de 2010, a las 11,30, Germán leyó su Tesis doctoral en la Universidad de Alicante, en la Sala Ernest Lluch de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales.
Foto 002 El Tribunal con Germán Pacheco Borrella
Director de Tesis: Dr. D. Luis Cibanal Juan. Departamento de Enfermería. Universidad de Alicante.
Miembros del Tribunal:
Presidente: Dr. D. José Siles González. Catedrático de Escuela de Enfermería. Departamento de Enfermería. Universidad de Alicante.
Secretario: Dr. D. José Ramón Martínez Riera. Profesor Titular. Departamento de Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia. Universidad de Alicante.
Vocal 1: Dra. Dña. María Isabel Mariscal Crespo. Profesora Titular. Departamento de Enfermería. Universidad de Huelva.
Vocal 2: Dra. Dña. Genoveva Granados Gámez. Profesora Titular. Departamento de Enfermería. Universidad de Almería.
Vocal 3: Dr. D. Manuel Moreno Preciado. Profesor Titular. Departamento de Enfermería. Universidad Europea de Madrid.
De él se ha dicho que la Tesis ha sido todo un éxito para la Enfermería, habiendo recibido la Calificación de Sobresaliente Cum Laude por su excelencia, a juicio del Tribunal. Es la máxima calificación que se puede otorgar a una tesis según la normativa reguladora del Tercer Ciclo de la Universidad de Alicante. Esto supone que se ha reconocido el magnífico trabajo de investigación de Germán y es para darle la Enhorabuena de todo el colectivo de Enfermería, por su trabajo tan bien expuesto y tan bien realizado.
Los miembros del Tribunal donde leyó la Tesis dijeron:
“Un trabajo de investigación intenso. Se intuye que refleja el trabajo de toda una vida profesional. Correcto en contenidos y forma. Manejo con maestría del lenguaje; de fácil lectura. Absoluta competencia en la metodología”.
“Mi felicitación y reconocimiento por el trabajo de investigación realizado. Valoración positiva de la revisión bibliográfica y selección de autores”. Se valora positivamente “la utilización del lenguaje…”
“Tengo que felicitar al doctorando y a su entorno. Tema pertinente y relevante. Una investigación valiente y necesaria. Muy bien planteada en lo teórico y en lo metodológico”.
“Enhorabuena por el trabajo realizado”.
“Felicidades. Enhorabuena. Intenta sacar lo mejor de sí mismo. Coherente utilización del lenguaje. Investigación que cumple una función social”.
Como comprenderéis huelgan las palabras, ya lo han dicho todo los expertos, pero yo me quiero sumar a tan excelentes elogios, y desde mi pequeña aportación, quiero enseñar al mundo desde esta ventana, que es “ENFERMERÍA AVANZA”, a un magnífico y excelente amigo y enfermero. Rápidamente me escribió mi amigo y enfermero Carlos Álvarez Nebreda para darme la buena noticia, ya tenemos otro Doctor en Enfermería y así poder ser de los primeros en felicitarle.
Foto 003 Germán Pacheco Borrella firmando el acta de Doctor de Enfermería, delante del tribunal
RESUMEN DE LA TESIS DOCTORAL
La construcción social enfermo mental, su repercusión en el individuo y familia y en los cuidados de salud mental
La construcción social enfermo mental implica estigma, exclusión y marginación del actor social etiquetado como tal. Por tanto, su integración social es una necesidad tanto para él como para su familia, que debe ser atendida por la enfermera de salud mental. ¿Qué hace que la sociedad se defienda fóbicamente del paciente mental?
Objetivo: Profundizar en el significado social de la noción enfermo mental, así como en las consecuencias derivadas de tal categoría social, tanto para el individuo como para la familia; y averiguar en qué medida todo ello condiciona o determina los cuidados de salud mental.
Marco teórico: Para la comprensión de los fenómenos objeto de estudio, el investigador se ha posicionado en la perspectiva del Interaccionismo Simbólico (IS) (Blumer, 1982), que provee ideas que facilitan la reflexión y ayuda a interpretar (en el sentido weberiano) fenómenos sociales y humanos (Gálvez, 2006). Esta perspectiva teorética y metodológica está estrechamente relacionada con el paradigma cualitativo e influyó considerablemente en la Escuela de Chicago (Azpurua, 2005). Inspirado en las aportaciones de Mead (1973/1999), el IS acuñado por Blumer en 1937, analiza los procesos por los cuales los actores sociales acuerdan sus conductas, sobre la base de sus interpretaciones de la realidad que les rodea. Además, se ha considerado tanto la perspectiva antropológica (Siles, 2003) como fenomenológica (Cibanal, 1991; Fernandes de Feritas y col., 2007) de la Enfermería y de los cuidados, en su aplicación al ámbito de la Enfermería de Salud Mental.
Metodología:
Marco teórico-metodológico: Se ha optado por el paradigma cualitativo (interpretativo y fenomenológico), que se centra en el estudio de las acciones humanas y de la vida social; y puede sacar a la luz cómo los pacientes mentales construyen sus experiencias a partir del trastorno mental que sufren y en relación a sus interacciones con quienes les rodean; es decir, da la palabra a quienes a menudo permanecen callados para que expongan sus puntos de vista (Mercado y col., 1999/2000; Amezcua, 2000; Tordera, 2000; Pacheco, 2007a).
Método para la obtención de datos: La Teoría Fundamentada (Strauss y Corbin, 2002) es un método de investigación cualitativa en el que la teoría emerge de los datos obtenidos en la investigación; tiene sus orígenes en la Escuela de Chicago (De la Cuesta, 2006) y proviene del IS (Amezcua y Gálvez, 2002; De la Cuesta, 2006). De esta teoría se toman prestados algunos de sus procedimientos, es decir, el potencial metodológico que ofrece la codificación (abierta y axial) y comparación constante. También se consideran los presupuestos descriptivos de la Escuela de Chicago para proporcionar una imagen fidedigna de lo que los informantes dicen, sienten y hacen.
Diseño: Investigación exploratoria, descriptiva y sincrónica, basada en métodos y técnicas cualitativas de recolección y análisis de datos.
Unidad de Observación: Área Hospitalaria Norte de Cádiz, del Servicio Andaluz de Salud, que tienen su cabecera en el Hospital General de Jerez de la Frontera, y está compuesta por dos Distritos Sanitarios (Jerez-Costa Noroeste y Sierra de Cádiz); que da una cobertura asistencial a una población de más de 427.000 habitantes. Y su Servicio de Salud Mental cuenta con una unidad de hospitalización breve, una comunidad terapéutica, una unidad de salud mental infanto-juvenil y tres unidades de salud mental comunitaria
Informantes: Los informantes potenciales eran profesionales de salud mental, adscritos a la unidad de observación, pacientes mentales y familiares de éstos, que están siendo atendidos por el Servicio de Salud Mental de dicha unidad; y algunos miembros de la población (que no son pacientes, ni familiares de estos, ni profesionales sanitarios). Sin embargo, se concretaron en cuatro psicólogos clínicos, 10 psiquiatras, 12 enfermeras (cuestionarios) y otras tres del grupo de discusión; ocho pacientes mentales entrevistados y 29 más, de los que se obtuvo información que quedó plasmada en el diario de campo; siete familiares de pacientes mentales entrevistados; y 21 miembros de la población general (cuestionario).
Recolección de datos: En consonancia con el paradigma cualitativo, la recogida de datos se realizó mediante dos estrategias interactivas (Taylor y Bogdan, 1984/2002) como son la observación participante (diario de campo) y la entrevista en profundidad (con la que se pretende ahondar en los procesos de los fenómenos sociales, que se observan desde la subjetividad de los actores sociales). Además, se han empleado otras técnicas como el grupo de discusión (que permite indagar y contrastar hechos y discursos en una situación de interlocución entre informantes) y los cuestionarios (que posibilitan el acceso a informantes físicamente alejados).
Análisis de datos: Se ha centrado en la búsqueda del significado que para los actores sociales tienen los fenómenos objeto de estudio. Por tanto, la unidad de análisis ha sido el discurso del actor social interpelado. En este estudio, el análisis de datos se ha dividido en tres etapas: a) lectura y análisis sincrónico de los datos; b) comparación constante y descubrimiento; y c) lectura y análisis diacrónico. Este procedimiento se aplicó a las entrevistas en profundidad, cuestionarios, grupo de discusión y anotaciones registradas en el diario de campo. Además, para la identificación de categorías se utilizó el paquete informático NVivo 8.
Resultados y Discusión: Los datos obtenidos han sido agrupados en función de los cuatro objetivos específicos de esta investigación (1a, 1b, 2 y 3); y, posteriormente, para facilitar el apartado de la Discusión, fueron agrupados en función de las tres premisas del IS. Si bien el objetivo segundo se ha subdivido en el discurso de los pacientes y de los familiares. De tal forma, se enuncian los siguientes apartados: 1a) Los factores que intervienen en el acto diagnóstico (paradigmas de comprensión de los fenómenos mentales, elementos que intervienen en el proceso diagnóstico, consecuencias que se derivan del diagnóstico psiquiátrico). 1b) Visión social de la población general del enfermo mental (características que se le atribuyen, necesidades de los pacientes y sus familias, convivencia con el trastorno mental). 2a) Repercusiones del diagnóstico psiquiátrico para las familias (los apoyos y la atención recibida, necesidades propias y ajenas derivadas de la presencia del trastorno mental, conductas estigmatizantes). 2b) Repercusiones del diagnóstico psiquiátrico para el paciente (vivencias y situaciones que enfrentar, necesidades de apoyo, atención y soporte emocional, estigmatización atribuida y percibida). 3) Necesidades de cuidados que se derivan de la categoría social enfermo mental (satisfacción de necesidades básicas y psicosociales, el paciente mental y su entorno, cuidados psicosociales desde la perspectiva enfermera, consecuencias del diagnóstico psiquiátrico y sufrimiento familiar, construcción social enfermo mental y cuidados psicosociales, juicio clínico enfermero en salud mental, necesidades percibidas y diagnósticos enfermeros).
Foto 004 Germán, en su consulta de enfermería
Conclusiones: La variedad de paradigmas (de comprensión de los fenómenos mentales), dificulta el consenso para establecer con cientificidad las nociones de salud mental, enfermo mental y caso necesitado de atención psiquiátrica.
El etiquetaje de un fenómeno conductual como patológico es una construcción social, independientemente de que pueda existir un trastorno psicopatológico subyacente (aun con las dificultades en la delimitación del objeto de estudio de la psicopatología).
El aislamiento y la falta de relaciones interpersonales, son carencias que suelen ir asociadas al diagnóstico psiquiátrico; sin embargo, la carga estigmatizadora es mayor o menor según el tipo de etiquetaje atribuido.
La falta de información respecto al trastorno mental y quien lo padece, genera fábulas y leyendas que dan una imagen distorsionada del paciente mental; al que se le discrimina y se le excluye por la diferencia y por la naturaleza de la marca enfermo mental.
Se confirma la tendencia hacia un cambio actitudinal en positivo de la población general hacia el paciente mental: comprensión y aceptación.
Al servicio de salud mental de la unidad de observación se le reclama más tiempo de atención, tanto en la consulta como en el domicilio familiar; así como programas específicos que promuevan la integración social del paciente.
La cuidadora informal, presta cuidados básicos y psicosociales al paciente mental, por ello precisa que la enfermera de salud mental le provea asesoramiento, apoyo emocional y cuidados psicosociales.
La evolución en el tiempo del trastorno mental, influye en la sobrecarga y el estrés psicosocial que soportan las cuidadoras informales, quienes ejercen un rol no suficientemente visible y reclaman mayor atención.
Persiste la tendencia al ocultamiento del trastorno mental en el seno familiar; y se infiere el temor al rechazo social y de la familia extensa.
Aunque ningún actor social está libre de padecer un trastorno mental, el rechazo social y de la familia extensa dificulta las posibilidades de integración social del paciente mental.
Se reclama el reconocimiento del sufrimiento que produce el trastorno mental, independientemente de la etiqueta diagnóstica que se le atribuya.
Las limitaciones en la autonomía personal y la baja autoestima inciden negativamente en el desarrollo de estrategias de afrontamiento de la vida cotidiana. Y por el contrario, una valoración positiva de sí mismo le permite al paciente mental minimizar las consecuencias del trastorno mental y su adaptación al medio.
El clínico debe ser consciente de que el etiquetaje diagnóstico contribuye a la estigmatización y que la contratransferencia también puede generar atributos desacreditadores del paciente mental.
El etiquetaje del diagnóstico psiquiátrico es percibido por el actor social como la incrustación de una “marca”, a través de la cual quedan señalados para toda la vida, que comporta descalificaciones y genera temores y recelos en los otros, que no facilitan su adaptación al medio.
Para conseguir la plena integración social, los pacientes mentales reclaman a la sociedad actitudes positivas con las que se descarte el rechazo y la discriminación y reivindican la inclusión en lugar de la exclusión.
La noción de cuidado psicosocial, según el paciente mental, incluye estar insertado en la realidad, asumir responsabilidades y compromisos, sin imponerse limitación alguna; desarrollar capacidades intelectuales, afectivas, relacionales, culturales, políticas y sociales.
Tener conciencia de que padece un trastorno, al paciente mental le permite darse cuenta de la fragilidad de las personas, de los momentos y de la vida; y a partir de esto, valora y disfruta de las cosas sencillas de la vida cotidiana; y así, partiendo de una vida que le satisface, puede aspirar a su autorrealización personal.
El predominio del modelo biomédico arrastra tras de sí las acciones enfermeras, impidiendo una mayor atención a los cuidados psicosociales.
La etiqueta diagnóstica que es la base para el posterior estigma, no forma parte de las características definitorias del individuo. No se es esquizofrénico ni obsesivo. El historial clínico no conforma los rasgos identitarios del individuo.
Se defiende el aumentar e intensificar las intervenciones enfermeras con las familias de los pacientes mentales. Se trabaja con éste a pesar de la familia, no con el paciente y la familia.
La emancipación del paciente mental está en su integración social más que en la “reintegración” familiar.
Los cuidados psicosociales se contemplan en las intervenciones individuales, familiares y grupales; aunque las enfermeras de salud mental no expresaron una noción del cuidado psicosocial equivalente a la referida por los pacientes mentales informantes ni a la que citan los expertos en las fuentes documentales.
La enfermera de salud mental puede ejercer una acción facilitadora y/o mediadora del encuentro entre el paciente mental y la sociedad para la inclusión de este.
Entre los diagnósticos enfermeros de mayor frecuencia en su aplicación, se echa en falta una mayor presencia de aquellos cuya unidad de cuidados es la familia, lo que contradice lo declarado respecto a la atención a las familias.
Se propone un nuevo diagnóstico enfermero de comunidad: Estigmatización, relacionada con el desconocimiento del trastorno mental y la incapacidad de acogida del paciente mental en el grupo social de referencia y manifestado por los atributos desacreditadores hacia el mismo y actitudes y conductas de rechazo, marginación y exclusión social.
Los cuidados básicos y psicosociales prestados por la enfermera de salud mental van más allá de los diagnósticos enfermeros.
La transformación paradigmática de la Enfermería de Salud Mental no debería eludir la perspectiva fenomenológica de los cuidados.
Foto 005 Colage de chistes
Palabras clave: Enfermería de salud mental, cuidados psicosociales, diagnóstico enfermero, Fenomenología y Enfermería, Interaccionismo Simbólico, paradigma cualitativo, salud mental, enfermo mental, paciente mental, trastorno mental, diagnóstico psiquiátrico, sufrimiento mental, estigma, estigmatización, rechazo social, integración social.
Enhorabuena Germán por tan espléndida Tesis Doctoral.
Si hay algún compañero o compañera, que le quiera felicitar o ponerse en contacto con él, su correo electrónico es: g.pacheco.b@gmail.com
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián.
Director de la Revista y vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net
Trabaja como enfermero en el Servicio Andaluz de Salud. Consejería de Salud. Junta de Andalucía y Adscrito a la Unidad de Salud Mental Comunitaria de Jerez del Distrito de Atención Primaria Jerez-Costa Noroeste. Diplomado en Enfermería. Especialista en Enfermería de Salud Mental. Su actividad incluye las tareas propias de la especialidad de Enfermería de Salud Mental.
Foto 001 Germán Pacheco Borrella
Termina la carrera de Ayudante Técnico Sanitario en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona en el año 1980, Ayudante Técnico Sanitario de Empresa por la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo (1983-1984). Especialista en Enfermería en Salud Mental por la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona en el año 1984. Licenciado en Antropología Social y Cultural en la Facultad de Geografía e Historia (Departamento de Antropología) de la Universidad de Sevilla en el año 2001 y Doctor en Enfermería por el Departamento de Enfermería de la Universidad de Alicante en el año 2010.
Tiene un sinfín de publicaciones de reconocido valor científico. Entre ellos divulgaremos los nombres de: Guía de intervención rápida de Enfermería en Psiquiatría y Salud Mental, Atención integral a las personas con problemas de salud mental y psiquiatría, El compromiso de la Asociación Nacional de Enfermería de Salud Mental, Perspectivas sobre la formación de la enfermera especialista en Enfermería de Salud Mental. Cambios sociales y cambios profesionales, Los espacios de la enfermera de salud mental, Enfermero Interno Residente (EIR): las especialidades como distintivo categórico de una profesión, Del manicomio a la comunidad, A corazón abierto, La adherencia en otras modalidades terapéuticas en salud mental, La necesidad de los psiquiátricos: más despropósitos para la estigmatización, Perspectiva antropológica y psicosocial de la muerte y el duelo, El diagnóstico psiquiátrico desde una perspectiva enfermera, Programa de psicoeducación familiar en el trastorno bipolar, enfermedad mental vs. Trastorno mental, Estigmatización del paciente mental: ¿es posible una mirada enfermera?, etc.
Así podría seguir escribiendo nombres de libros, artículos, publicaciones, ponencias, es un enfermero muy prolífico en sus excelentes publicaciones y referente mundial en la Enfermería de Salud Mental. Con su doctorado en Enfermería engrandece nuestra profesión y es un acicate para los nuevos profesionales para seguir su magnífico ejemplo.
El jueves día 22 de julio de 2010, a las 11,30, Germán leyó su Tesis doctoral en la Universidad de Alicante, en la Sala Ernest Lluch de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales.
Foto 002 El Tribunal con Germán Pacheco Borrella
Director de Tesis: Dr. D. Luis Cibanal Juan. Departamento de Enfermería. Universidad de Alicante.
Miembros del Tribunal:
Presidente: Dr. D. José Siles González. Catedrático de Escuela de Enfermería. Departamento de Enfermería. Universidad de Alicante.
Secretario: Dr. D. José Ramón Martínez Riera. Profesor Titular. Departamento de Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia. Universidad de Alicante.
Vocal 1: Dra. Dña. María Isabel Mariscal Crespo. Profesora Titular. Departamento de Enfermería. Universidad de Huelva.
Vocal 2: Dra. Dña. Genoveva Granados Gámez. Profesora Titular. Departamento de Enfermería. Universidad de Almería.
Vocal 3: Dr. D. Manuel Moreno Preciado. Profesor Titular. Departamento de Enfermería. Universidad Europea de Madrid.
De él se ha dicho que la Tesis ha sido todo un éxito para la Enfermería, habiendo recibido la Calificación de Sobresaliente Cum Laude por su excelencia, a juicio del Tribunal. Es la máxima calificación que se puede otorgar a una tesis según la normativa reguladora del Tercer Ciclo de la Universidad de Alicante. Esto supone que se ha reconocido el magnífico trabajo de investigación de Germán y es para darle la Enhorabuena de todo el colectivo de Enfermería, por su trabajo tan bien expuesto y tan bien realizado.
Los miembros del Tribunal donde leyó la Tesis dijeron:
“Un trabajo de investigación intenso. Se intuye que refleja el trabajo de toda una vida profesional. Correcto en contenidos y forma. Manejo con maestría del lenguaje; de fácil lectura. Absoluta competencia en la metodología”.
“Mi felicitación y reconocimiento por el trabajo de investigación realizado. Valoración positiva de la revisión bibliográfica y selección de autores”. Se valora positivamente “la utilización del lenguaje…”
“Tengo que felicitar al doctorando y a su entorno. Tema pertinente y relevante. Una investigación valiente y necesaria. Muy bien planteada en lo teórico y en lo metodológico”.
“Enhorabuena por el trabajo realizado”.
“Felicidades. Enhorabuena. Intenta sacar lo mejor de sí mismo. Coherente utilización del lenguaje. Investigación que cumple una función social”.
Como comprenderéis huelgan las palabras, ya lo han dicho todo los expertos, pero yo me quiero sumar a tan excelentes elogios, y desde mi pequeña aportación, quiero enseñar al mundo desde esta ventana, que es “ENFERMERÍA AVANZA”, a un magnífico y excelente amigo y enfermero. Rápidamente me escribió mi amigo y enfermero Carlos Álvarez Nebreda para darme la buena noticia, ya tenemos otro Doctor en Enfermería y así poder ser de los primeros en felicitarle.
Foto 003 Germán Pacheco Borrella firmando el acta de Doctor de Enfermería, delante del tribunal
RESUMEN DE LA TESIS DOCTORAL
La construcción social enfermo mental, su repercusión en el individuo y familia y en los cuidados de salud mental
La construcción social enfermo mental implica estigma, exclusión y marginación del actor social etiquetado como tal. Por tanto, su integración social es una necesidad tanto para él como para su familia, que debe ser atendida por la enfermera de salud mental. ¿Qué hace que la sociedad se defienda fóbicamente del paciente mental?
Objetivo: Profundizar en el significado social de la noción enfermo mental, así como en las consecuencias derivadas de tal categoría social, tanto para el individuo como para la familia; y averiguar en qué medida todo ello condiciona o determina los cuidados de salud mental.
Marco teórico: Para la comprensión de los fenómenos objeto de estudio, el investigador se ha posicionado en la perspectiva del Interaccionismo Simbólico (IS) (Blumer, 1982), que provee ideas que facilitan la reflexión y ayuda a interpretar (en el sentido weberiano) fenómenos sociales y humanos (Gálvez, 2006). Esta perspectiva teorética y metodológica está estrechamente relacionada con el paradigma cualitativo e influyó considerablemente en la Escuela de Chicago (Azpurua, 2005). Inspirado en las aportaciones de Mead (1973/1999), el IS acuñado por Blumer en 1937, analiza los procesos por los cuales los actores sociales acuerdan sus conductas, sobre la base de sus interpretaciones de la realidad que les rodea. Además, se ha considerado tanto la perspectiva antropológica (Siles, 2003) como fenomenológica (Cibanal, 1991; Fernandes de Feritas y col., 2007) de la Enfermería y de los cuidados, en su aplicación al ámbito de la Enfermería de Salud Mental.
Metodología:
Marco teórico-metodológico: Se ha optado por el paradigma cualitativo (interpretativo y fenomenológico), que se centra en el estudio de las acciones humanas y de la vida social; y puede sacar a la luz cómo los pacientes mentales construyen sus experiencias a partir del trastorno mental que sufren y en relación a sus interacciones con quienes les rodean; es decir, da la palabra a quienes a menudo permanecen callados para que expongan sus puntos de vista (Mercado y col., 1999/2000; Amezcua, 2000; Tordera, 2000; Pacheco, 2007a).
Método para la obtención de datos: La Teoría Fundamentada (Strauss y Corbin, 2002) es un método de investigación cualitativa en el que la teoría emerge de los datos obtenidos en la investigación; tiene sus orígenes en la Escuela de Chicago (De la Cuesta, 2006) y proviene del IS (Amezcua y Gálvez, 2002; De la Cuesta, 2006). De esta teoría se toman prestados algunos de sus procedimientos, es decir, el potencial metodológico que ofrece la codificación (abierta y axial) y comparación constante. También se consideran los presupuestos descriptivos de la Escuela de Chicago para proporcionar una imagen fidedigna de lo que los informantes dicen, sienten y hacen.
Diseño: Investigación exploratoria, descriptiva y sincrónica, basada en métodos y técnicas cualitativas de recolección y análisis de datos.
Unidad de Observación: Área Hospitalaria Norte de Cádiz, del Servicio Andaluz de Salud, que tienen su cabecera en el Hospital General de Jerez de la Frontera, y está compuesta por dos Distritos Sanitarios (Jerez-Costa Noroeste y Sierra de Cádiz); que da una cobertura asistencial a una población de más de 427.000 habitantes. Y su Servicio de Salud Mental cuenta con una unidad de hospitalización breve, una comunidad terapéutica, una unidad de salud mental infanto-juvenil y tres unidades de salud mental comunitaria
Informantes: Los informantes potenciales eran profesionales de salud mental, adscritos a la unidad de observación, pacientes mentales y familiares de éstos, que están siendo atendidos por el Servicio de Salud Mental de dicha unidad; y algunos miembros de la población (que no son pacientes, ni familiares de estos, ni profesionales sanitarios). Sin embargo, se concretaron en cuatro psicólogos clínicos, 10 psiquiatras, 12 enfermeras (cuestionarios) y otras tres del grupo de discusión; ocho pacientes mentales entrevistados y 29 más, de los que se obtuvo información que quedó plasmada en el diario de campo; siete familiares de pacientes mentales entrevistados; y 21 miembros de la población general (cuestionario).
Recolección de datos: En consonancia con el paradigma cualitativo, la recogida de datos se realizó mediante dos estrategias interactivas (Taylor y Bogdan, 1984/2002) como son la observación participante (diario de campo) y la entrevista en profundidad (con la que se pretende ahondar en los procesos de los fenómenos sociales, que se observan desde la subjetividad de los actores sociales). Además, se han empleado otras técnicas como el grupo de discusión (que permite indagar y contrastar hechos y discursos en una situación de interlocución entre informantes) y los cuestionarios (que posibilitan el acceso a informantes físicamente alejados).
Análisis de datos: Se ha centrado en la búsqueda del significado que para los actores sociales tienen los fenómenos objeto de estudio. Por tanto, la unidad de análisis ha sido el discurso del actor social interpelado. En este estudio, el análisis de datos se ha dividido en tres etapas: a) lectura y análisis sincrónico de los datos; b) comparación constante y descubrimiento; y c) lectura y análisis diacrónico. Este procedimiento se aplicó a las entrevistas en profundidad, cuestionarios, grupo de discusión y anotaciones registradas en el diario de campo. Además, para la identificación de categorías se utilizó el paquete informático NVivo 8.
Resultados y Discusión: Los datos obtenidos han sido agrupados en función de los cuatro objetivos específicos de esta investigación (1a, 1b, 2 y 3); y, posteriormente, para facilitar el apartado de la Discusión, fueron agrupados en función de las tres premisas del IS. Si bien el objetivo segundo se ha subdivido en el discurso de los pacientes y de los familiares. De tal forma, se enuncian los siguientes apartados: 1a) Los factores que intervienen en el acto diagnóstico (paradigmas de comprensión de los fenómenos mentales, elementos que intervienen en el proceso diagnóstico, consecuencias que se derivan del diagnóstico psiquiátrico). 1b) Visión social de la población general del enfermo mental (características que se le atribuyen, necesidades de los pacientes y sus familias, convivencia con el trastorno mental). 2a) Repercusiones del diagnóstico psiquiátrico para las familias (los apoyos y la atención recibida, necesidades propias y ajenas derivadas de la presencia del trastorno mental, conductas estigmatizantes). 2b) Repercusiones del diagnóstico psiquiátrico para el paciente (vivencias y situaciones que enfrentar, necesidades de apoyo, atención y soporte emocional, estigmatización atribuida y percibida). 3) Necesidades de cuidados que se derivan de la categoría social enfermo mental (satisfacción de necesidades básicas y psicosociales, el paciente mental y su entorno, cuidados psicosociales desde la perspectiva enfermera, consecuencias del diagnóstico psiquiátrico y sufrimiento familiar, construcción social enfermo mental y cuidados psicosociales, juicio clínico enfermero en salud mental, necesidades percibidas y diagnósticos enfermeros).
Foto 004 Germán, en su consulta de enfermería
Conclusiones: La variedad de paradigmas (de comprensión de los fenómenos mentales), dificulta el consenso para establecer con cientificidad las nociones de salud mental, enfermo mental y caso necesitado de atención psiquiátrica.
El etiquetaje de un fenómeno conductual como patológico es una construcción social, independientemente de que pueda existir un trastorno psicopatológico subyacente (aun con las dificultades en la delimitación del objeto de estudio de la psicopatología).
El aislamiento y la falta de relaciones interpersonales, son carencias que suelen ir asociadas al diagnóstico psiquiátrico; sin embargo, la carga estigmatizadora es mayor o menor según el tipo de etiquetaje atribuido.
La falta de información respecto al trastorno mental y quien lo padece, genera fábulas y leyendas que dan una imagen distorsionada del paciente mental; al que se le discrimina y se le excluye por la diferencia y por la naturaleza de la marca enfermo mental.
Se confirma la tendencia hacia un cambio actitudinal en positivo de la población general hacia el paciente mental: comprensión y aceptación.
Al servicio de salud mental de la unidad de observación se le reclama más tiempo de atención, tanto en la consulta como en el domicilio familiar; así como programas específicos que promuevan la integración social del paciente.
La cuidadora informal, presta cuidados básicos y psicosociales al paciente mental, por ello precisa que la enfermera de salud mental le provea asesoramiento, apoyo emocional y cuidados psicosociales.
La evolución en el tiempo del trastorno mental, influye en la sobrecarga y el estrés psicosocial que soportan las cuidadoras informales, quienes ejercen un rol no suficientemente visible y reclaman mayor atención.
Persiste la tendencia al ocultamiento del trastorno mental en el seno familiar; y se infiere el temor al rechazo social y de la familia extensa.
Aunque ningún actor social está libre de padecer un trastorno mental, el rechazo social y de la familia extensa dificulta las posibilidades de integración social del paciente mental.
Se reclama el reconocimiento del sufrimiento que produce el trastorno mental, independientemente de la etiqueta diagnóstica que se le atribuya.
Las limitaciones en la autonomía personal y la baja autoestima inciden negativamente en el desarrollo de estrategias de afrontamiento de la vida cotidiana. Y por el contrario, una valoración positiva de sí mismo le permite al paciente mental minimizar las consecuencias del trastorno mental y su adaptación al medio.
El clínico debe ser consciente de que el etiquetaje diagnóstico contribuye a la estigmatización y que la contratransferencia también puede generar atributos desacreditadores del paciente mental.
El etiquetaje del diagnóstico psiquiátrico es percibido por el actor social como la incrustación de una “marca”, a través de la cual quedan señalados para toda la vida, que comporta descalificaciones y genera temores y recelos en los otros, que no facilitan su adaptación al medio.
Para conseguir la plena integración social, los pacientes mentales reclaman a la sociedad actitudes positivas con las que se descarte el rechazo y la discriminación y reivindican la inclusión en lugar de la exclusión.
La noción de cuidado psicosocial, según el paciente mental, incluye estar insertado en la realidad, asumir responsabilidades y compromisos, sin imponerse limitación alguna; desarrollar capacidades intelectuales, afectivas, relacionales, culturales, políticas y sociales.
Tener conciencia de que padece un trastorno, al paciente mental le permite darse cuenta de la fragilidad de las personas, de los momentos y de la vida; y a partir de esto, valora y disfruta de las cosas sencillas de la vida cotidiana; y así, partiendo de una vida que le satisface, puede aspirar a su autorrealización personal.
El predominio del modelo biomédico arrastra tras de sí las acciones enfermeras, impidiendo una mayor atención a los cuidados psicosociales.
La etiqueta diagnóstica que es la base para el posterior estigma, no forma parte de las características definitorias del individuo. No se es esquizofrénico ni obsesivo. El historial clínico no conforma los rasgos identitarios del individuo.
Se defiende el aumentar e intensificar las intervenciones enfermeras con las familias de los pacientes mentales. Se trabaja con éste a pesar de la familia, no con el paciente y la familia.
La emancipación del paciente mental está en su integración social más que en la “reintegración” familiar.
Los cuidados psicosociales se contemplan en las intervenciones individuales, familiares y grupales; aunque las enfermeras de salud mental no expresaron una noción del cuidado psicosocial equivalente a la referida por los pacientes mentales informantes ni a la que citan los expertos en las fuentes documentales.
La enfermera de salud mental puede ejercer una acción facilitadora y/o mediadora del encuentro entre el paciente mental y la sociedad para la inclusión de este.
Entre los diagnósticos enfermeros de mayor frecuencia en su aplicación, se echa en falta una mayor presencia de aquellos cuya unidad de cuidados es la familia, lo que contradice lo declarado respecto a la atención a las familias.
Se propone un nuevo diagnóstico enfermero de comunidad: Estigmatización, relacionada con el desconocimiento del trastorno mental y la incapacidad de acogida del paciente mental en el grupo social de referencia y manifestado por los atributos desacreditadores hacia el mismo y actitudes y conductas de rechazo, marginación y exclusión social.
Los cuidados básicos y psicosociales prestados por la enfermera de salud mental van más allá de los diagnósticos enfermeros.
La transformación paradigmática de la Enfermería de Salud Mental no debería eludir la perspectiva fenomenológica de los cuidados.
Foto 005 Colage de chistes
Palabras clave: Enfermería de salud mental, cuidados psicosociales, diagnóstico enfermero, Fenomenología y Enfermería, Interaccionismo Simbólico, paradigma cualitativo, salud mental, enfermo mental, paciente mental, trastorno mental, diagnóstico psiquiátrico, sufrimiento mental, estigma, estigmatización, rechazo social, integración social.
Enhorabuena Germán por tan espléndida Tesis Doctoral.
Si hay algún compañero o compañera, que le quiera felicitar o ponerse en contacto con él, su correo electrónico es: g.pacheco.b@gmail.com
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián.
Director de la Revista y vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net
sábado, 24 de julio de 2010
(2) 50 AÑOS DE LA DESAPARICIÓN DEL PRIMER HOSPITAL DE SAN SEBASTIÁN
2ª PARTE. HOSPITAL CIVIL DE SAN ANTONIO ABAD. JULIO 1960
7.- PERÍODO (1887 - 1938)
El Hospital San Antonio Abad en el Manteo se inauguró el 20 de Enero de 1887. Y el traslado de enfermos comenzó el 24 de Octubre de este mismo año. Allí se daba atención preferente a los enfermos pobres de la Capital, a los acogidos de la Misericordia y a los enfermos provinciales. Tenía habitaciones para distinguidos, comunes y para el personal de la casa; sala de maternidad; quirófano; y los servicios pertinentes. Se atendía a los enfermos crónicos y quirúrgicos; a las embarazadas y parturientas de la ciudad y de la provincia. Era un buen Hospital en el momento de su creación, con un pabellón especial para enfermos contagiosos. Con el tiempo, resultó insuficiente para cubrir las necesidades municipales y provinciales que se le fueron agregando.
FOTO 001 Hospital San Antonio Abad
Desde este momento se separan Asilo y Hospital. La Casa de la Misericordia siguió funcionando en el barrio de San Francisco, aunque era insuficiente para acoger a todos los asilados, así que los más pequeños estuvieron en el Asilo de Uba desde 1886 hasta que se construyó la nueva Misericordia en 1910.
La escasez de personal y la gran distancia existente entre las salas, impedía que, durante la noche, se pudiera ejercer una activa vigilancia sobre los enfermos; a los presos trasladados al Hospital había que tenerlos con guardia permanente. Se aprovechó para levantar una cárcel de partido con enfermería propia para ponerse a recibir presos desde el 1890 en adelante.
FOTO 002 Nueva Casa de Misericordia de San Sebastián. Foto cedida por Karmele García Rivero, Junta del Patronato Zorroaga de Donostia – San Sebastián
En un documento de 1894 se indica los requisitos necesarios para entrar en este Hospital, para evitar abusos que perjudicasen a la población de San Sebastián. Además se reputa enfermedad del riesgo inminente de dar a luz.
JUNTA DE BENEFICENCIA DE SAN SEBASTIÁN
Al objeto de evitar los perjuicios que a los enfermos de la clase proletaria pudiera causar una mala inteligencia en las disposiciones que esta Junta de Beneficencia tiene adoptadas para su admisión en el Hospital San Antonio Abad, y cortar al propio tiempo los abusos que se pudieran cometer; por acuerdo de la expresada Junta se advierte que los enfermos que deseen ingresar en el citado Hospital salvo los casos de accidentes o aquellos de inminente peligro de muerte deberán cumplir las formalidades siguientes:
1ª. Solicitar verbalmente o por escrito del Sr. Alcalde la admisión en el Hospital, haciendo constar el domicilio y médico titular o particular que lo visite, si estuviese asistido por facultativo.
2ª. Pueblo de naturaleza del enfermo, y en el caso de no ser natural de esta Ciudad, cuánto tiempo de residencia lleva en ella.
3ª. Para los enfermos que no sean naturales de San Sebastián y no figuren en el padrón de vecinos, será necesario que por medio de información de dos testigos acrediten el tiempo que llevan de residencia en esta Ciudad.
4ª. Si en la información a que se refiere la disposición anterior resultare falsedad en las declaraciones de los testigos, serán estos denunciados a los Tribunales de Justicia.
Nota. Las anteriores reglas podrán ser modificadas, en casos de epidemia, por disposición del Señor Alcalde Presidente de la Junta. Dios guarde a V. muchos años.- San Sebastián 24 de Octubre de 1894. (El Alcalde Presidente de la Junta), Joaquín Lizasoain.
MUJERES QUE NO TENGAN DERECHO A LA SALA DE MATERNIDAD
AYUNTAMIENTO DE SAN SEBASTIÁN
Para los fines que se expresan en el artículo 2º de las Instrucciones para el régimen interior del hospital civil de San Antonio Abad se refuta enfermedad el riesgo inminente de dar a luz, siempre que la interesada no tenga derecho de acceso a la Sala de Maternidad. En dicho hospital existen departamentos especiales para estos rarísimos casos.
FOTO 003 Sala San Damián de Mujeres
La Sala de Maternidad a que se hace referencia en el artículo 6º de dichas Instrucciones, está sostenida a expensas de la Excelentísima Diputación provincial de Guipúzcoa; fue instalada por la mencionada corporación, para refugio de las solteras que, habiendo concebido ilegítimamente, no se vieran por su carencia de recursos pecuniarios, en condiciones de ser atendidas (dentro del sigilo más escrupuloso) con la solicitud que exige tan delicado estado. Además de las condiciones expresadas para ingreso en dicha sala, se requiere la de que lleve la interesada un año cuando menos de vecindad en jurisdicción de la provincia de Guipúzcoa, y la de que haya aquella entrada en el séptimo mes de su embarazo.
Las reglas generales citadas en dicho artículo 6º, de 12 de Noviembre de 1886, son las siguientes:
1º. Las estancias que causen en el hospital los enfermos, los detenidos presos provisionalmente para ser curados en el Hospital.
El 5 de Junio de 1894 restableció la Comisión provincial el artículo 61 del Reglamento que dice así: Los que caen enfermos en el Hospicio ingresarán en el Hospital con el pase del facultativo de casa visado por el Jefe de Semana: pero los que enfermen en los pueblos en sus domicilios deberán traer la papeleta (papeleta rellenada por el facultativo que les hubiese asistido con un oficio del Alcalde Local, expeditiva para el Presidente del Distrito que acredite la procedencia: y en su vista y después de llenar los demás requisitos que previene la misma papeleta, se les dará ingreso en la Sala correspondiente, anotando inmediatamente en el registro. Se exceptúan del artículo anterior según circular de la Comisión Provincial de 6 de Septiembre de 1894, los que a consecuencia de algún accidente sean conducidos inmediatamente a un hospital, encontrándose en situación tal que podría acarrear consecuencias fatales para su vida el denegarles la admisión en el mismo, a juicio del Facultativo del establecimiento, debiendo enseguida la Junta de Beneficencia poner el hecho en conocimiento del Señor Alcalde del pueblo a que pertenezca, siendo curado y en su caso trasladado al establecimiento benéfico de la localidad, siempre que el estado del paciente lo permita.
Las entradas y salidas de expósitos no prohijados y sifilíticos se verificarán a virtud de orden de la Junta provincial de Expósitos de este Partido.
FOTO 004 Hijas de la Caridad, Practicantes y miembros de las Sociedades Gastronómicas en la entrada del Hospital San Antonio Abad
Tanto la Misericordia como el Hospital estaban atendidos por las Hijas de la Caridad, que junto con el médico, el capellán y el maestro formaban su personal cualificado. Se nombró un celador en los píos establecimientos para que cuidara del orden interior, ayudar a las Hermanas para reprimir cualquier alboroto y acompañara a los jóvenes acogidos en las horas de paseo y recreo.
Cuando se abrió el Hospital de Manteo hubo dos comunidades de Hermanas: una la encargada de la atención del Hospital y otra de la Misericordia y del Asilo de Uba.
La separación del Asilo y del Hospital fue beneficiosa para los acogidos, al disponerse de mayor espacio y evitarse posibles contagios.
FOTO 005 La solemne inauguración del Dispensario Antituberculoso. Reverenda Madre Superiora, (1) doctor Manuel Zaragüeta presidente de la Comisión Social del Dispensario y (2) el director doctor Emiliano Eizaguirre, médicos, practicantes y concejales del Ayuntamiento de San Sebastián. 1917
En el Hospital había habitaciones para la atención de dementes, se preparaban departamentos en los sótanos del Hospital que no eran idóneos para tal objeto, fueron aumentando y se les dedicó todo un pabellón, hasta que fueron trasladados a Santa Águeda; de presos; de venéreas; la maternidad, etc., servicios que no gustaban de atender en otros sitios y que llegaban a la Capital.
Su postura referente a la atención a las mujeres embarazadas era mucho más abierta que la de la provincia. También atendían a las mujeres solteras para que dieran a luz en una sala especial. Decidió asistir a todas las mujeres embarazadas fuera cual fuese su estado civil, que por necesidades económicas precisaba cuidados especiales. Se dejaba la posibilidad a las forasteras si los médicos lo consideraban ineludible. Se les ofrecía la misma atención y no se garantizaba la reserva y el anonimato de la sala de maternidad.
Años después se dejó de considerar como enfermedad la del embarazo, es decir, que si una mujer que carezca de recursos y sea de fuera de la ciudad no tendrá derecho a ingresar en el Hospital. Tampoco la tendrían las pobres procedentes de los pueblos donde existían establecimientos municipales de Beneficencia.
FOTO 006 Sala de enfermos, aquí se atendían enfermos de toda la provincia
En 1903 se trasladó el servicio de maternidad provincial al Hospital de Tolosa, aunque en San Sebastián continuó el provincial. Pero el 14 de Octubre de 1912 la Junta de Beneficencia de Tolosa pidió el traslado de la Sala de Maternidad al Hospital San Antonio Abad, aunque éste se negó por no haber sitio y dio la posibilidad de llevarlos al Convento de Uba.
Por otro lado la Diputación solicitó la reinstalación en el Hospital de la Casa de Maternidad. No se llegó a un acuerdo. (En 1933 se abre la nueva Maternidad, en donde hoy se ubica el Centro Nazaret).
ENFERMOS DISTINGUIDOS
También se abrieron las puertas a enfermos “distinguidos” que requiriesen asistencia quirúrgica.
El Hospital iba a dejar de ser lugar a donde iban a morir los pobres, para convertirse en un foco de esperanza de vida para todos: ricos y desheredados de la fortuna. Tuvo fama por sus salas quirúrgicas, que se fueron adaptando conforme lo indicaban los nuevos avances de la cirugía.
Desde 1886 el aumento de los enfermos y de los acogidos fue progresivo y continuado en el tiempo. Antes de trasladarse a Manteo el número de enfermos rara vez superaba el centenar, a partir de este momento fue siempre mayor. Las mayores dificultades que tuvo el Hospital de San Antonio Abad fueron causadas por el continuo temor a que quedase saturado y no poder atender allí a todos los enfermos que allí acudían. Sobre todo en invierno, cuando los enfermos colapsaban las instalaciones.
En 1906 se había propuesto el traslado de toda clase de enfermo contagioso al Hospital.
FOTO 007 Los nuevos pabellones de infecciosos. Revista Novedades 1912
En 1912 se añadió un nuevo pabellón aislado para los enfermos contagiosos, con lo que aumentó ligeramente el número de camas. En 1913 no se admite en el Hospital a las embarazadas que no lleven una orden escrita del Sr. Gobernador Civil. Las acogidas serán llevadas a un local apartadas de las enfermas venéreas.
FOTO 008 Hijas de la Caridad y enfermas de la Sala de San Damián
En Junio de 1917 se propuso construir un Hospital Provincial para aquellos Ayuntamientos que no tuviesen Hospital Propio, pues se decía que la mitad de los enfermos atendidos no eran vecinos de San Sebastián. No cuajó este proyecto que veremos fracasar varias veces hasta 1936, aunque la saturación del Hospital resultaba preocupante. Eran muchos los que creyeron que no se trataba de un Hospital Municipal, sino de uno Provincial.
FOTO 009 En la parte superior y en el centro está el Dr. Egaña, auxiliado por los doctores Marticorena y Clavero. Abajo a la izquierda el Dr. Beguiristain y a la derecha la Sala séptica de operaciones. Revista Novedades 1912
En este Documento decía así: San Sebastián a 3 de Febrero de 1916
Señor Alcalde de: Pasajes, Alza, Hernani, Oyarzun, Astigarraga, Rentería y Lezo:
La extensión de los servicios que se prestan en el Hospital de San Antonio Abad ha hecho suponer en éste el carácter de provincial siendo así que sucede todo lo contrario pues las disposiciones legales que rigen en materia de Beneficencia atribuyen al citado establecimiento un exclusivo carácter particular. Si bien en épocas normales y por vía de excepción son admitidos pacientes forasteros que adolecen de enfermedades comunes, no sucede lo mismo tratándose de males epidémicos, pues en los locales destinados a infecciosos tan sólo ingresaban los residentes en San Sebastián. Pero al presente, en manera alguna pueden ser admitidos los enfermos epidémicos cualquiera que sea su procedencia por carecerse de locales al efecto.
Ruego a Usted, pues, impida en absoluto todo intento de traslado que pudiera ocurrir respecto a virolentos, tifoideos, etc., a fin de evitar desgracias pues si algún paciente de esta clase se personara en el Hospital vería sus puertas cerradas y tendría forzosamente que regresar al punto de origen a causa de la prohibición que se ha dictado en sentido de que ningún contaminado de infección ingrese en el Hospital de San Antonio Abad.
Dios guarde a Usted muchos años. Junta de Patronato de la Casa de Misericordia.
FOTO 010 Día de San Sebastián, Fiesta y comida especial a cargo de las Sociedades Gastronómicas, Gimnástica de Ulía; Umore Ona y Kondarrak
Hospital de San Antonio Abad de San Sebastián 1917
Concurso para la provisión de tres plazas de Hospital referidos una de practicante con el sueldo anual de 1.277 pesetas y 50 céntimos, otra de enfermero con el haber anual de 547 pesetas y 50 céntimos y otra de enfermera con la retribución anual de 240 pesetas.
Se admiten solicitudes hasta las seis de la tarde del próximo 20 del actual, todos los día laborables, de nueve a una y de cuatro a seis de la tarde, en la Secretaría de la Junta (Pescadería, 5, principal derecha), donde se hallan de manifiesto los correspondientes pliegos de condiciones. San Sebastián, 5 de Abril de 1911. El Presidente Antonio Minando.
La Junta de Patronato del Hospital de San Antonio Abad, de esta capital, en comunicación fechada el 2 del mes actual, dice a la Comisión provincial lo siguiente:
Con fecha 3 de Febrero del año próximo pasado, dirigió esta Junta a los señores Alcaldes de Pasajes, Alza, Hernani, Oyarzun, Astigarraga, Rentería y Lezo, la siguiente circular: “La extensión de los servicios que se prestan en el Hospital de San Antonio Abad, ha hecho suponer en éste el carácter de provincial, siendo así que sucede todo lo contrario, pues las disposiciones legales que rigen en materia de beneficencia, atribuyen al citado establecimiento un exclusivo carácter particular. Si bien en épocas normales y por vía de excepción son admitidos pacientes forasteros que adolecen de enfermedades comunes, no sucede lo mismo tratándose de males epidémicos, pues en los locales destinados a infecciosos, tan sólo ingresan los residentes en San Sebastián. Pero al presente, en manera alguna pueden ser admitidos los enfermos epidémicos los enfermos epidémicos, cualquiera que sea su procedencia, por carecerse de locales al efecto. Ruego a Usted, pues, impida en absoluto todo intento de traslado que pudiera ocurrir respecto a virolentos, tifoideos, etcétera, a fin de evitar desgracias, pues si algún paciente de esta clase se personara en el Hospital, vería sus puertas cerradas y tendría forzosamente que regresar al punto de origen, a causa de la prohibición que se ha dictado en sentido de que ningún contaminado de infección ingrese en el Hospital de San Antonio Abad. En sesión de ayer, la Junta del Patronato que presido hubo de ocuparse en el conocimiento del problema resultante, como consecuencia del ingreso en el hospital de enfermos tuberculosos, procedentes de diversos pueblos de la Provincia. Sucede que el contingente que de tales desgraciados pacientes rinde la ciudad, ocupa con creces el pabellón especial de tuberculosos, tanto que alguno que otro tísico ha sido instalado fuera del pabellón, aunque en local separado de las salas generales de medicina, pero siempre dentro del cuerpo principal del Hospital, que es lo que se quiere evitar. Pero últimamente ha habido que instalar algunos tísicos forasteros en las salas comunes de la sección de medicina, y esto ha producido en la Junta impresión muy desagradable y penosa. La Junta quiere evitar a todo trance que tal cosa vuelva a suceder, y para ello ha tomado el mismo acuerdo que el adoptado relativamente a epidémicos a que se refiere la preinserta circular. Pero como no cuenta con medios apropiados para hacer saber tal decisión a todos los pueblos de la Provincia, han pensado en recurrir a V.S., que se encuentra en el caso opuesto a la Junta, rogándole se digne tomar nota de aquella resolución, prestar su respetable apoyo a la misma y dictar la oportuna circular para conocimiento de todos los Ayuntamientos de la Provincia. La Junta espera que V.S. se dignara acoger benévola esta solicitud y despacharla favorablemente, por lo que le expresa su profunda gratitud”.
Lo que traslada a V.I. Comisión provincial, para su conocimiento y efectos consiguientes.
Dios guarde a V. muchos años. San Sebastián, 11 de Octubre de 1917
El Vicepresidente: Julián Elorza y El Secretario: Ramón de Zubeldia
El 2 de Junio de 1919 queda terminantemente prohibido admitir enfermos dementes en el hospital.
En 1924 el Hospital no tiene sitio para acoger a tantos enfermos, por lo que, los enfermos de paso y con enfermedades crónicas se pide que puedan ser trasladados a sus respectivos países, porque carecían de local y se encontraban en pésimas condiciones. Al poco tiempo se aprueba la salida de los enfermos crónicos. En este año a los niños que no tenían padres y eran dado de alta en el hospital, fueron llevados a la Misericordia.
Se restringió la admisión de embarazadas. Ya que se pide a la Junta del Patronato del Hospital que se les prohibía la entrada y que sean acogidas en la Casa de la Maternidad (subvencionada por el Ayuntamiento) o en la Casa - Cuna de Fray Soro (dispuesto por la Diputación para embarazadas solteras).
FOTO 011 Pabellón Doker. Enfermera, niños y la primera de la derecha Antonia Apalategi. 1930
Ya desde el 1922 se quería crear una escuela de enfermeros en el Hospital, para que los puestos vacantes fueran ocupados por estos cuando acabasen. Del 1931 hacia delante es reconocida la labor de las enfermeras y enfermeros y se les reconoce algunos derechos, como por ejemplo el descanso semanal y se establecen jornadas más llevaderas.
Hasta que el 8 de Enero de 1937 fue llevada a la práctica el proyecto de creación del Título de ENFERMERA DIPLOMADA DEL HOSPITAL SAN ANTONIO ABAD.
Cuerpo de Enfermeras del Hospital de San Antonio Abad. María Josefa Imaz (Jefa). 9 de Noviembre de 1.931
Vista en tiempo oportuno la instancia del Cuerpo de Enfermeras del Hospital San Antonio Abad, suscrita por Usted y fechada el 25 de Septiembre, la Junta del Patronato, que presido, hace el siguiente informe de la Comisión y despacha su cometido con fecha 3 del actual, siendo las conclusiones del informe las siguientes:
PRIMERO: Aceptación del reconocimiento facultativo sanitario de las enfermeras actuales y de las que ingresen en lo sucesivo, para que en caso favorable a las interesadas, puedan éstas desempeñar el cargo precitado.
SEGUNDO: En los casos de enfermedad que contraigan actuando en el Hospital tendrán derecho a la percepción del sueldo completo durante los tres primeros meses de abstención forzosa del trabajo, de tres a seis meses, en igual concepto, al cincuenta por ciento del sueldo y de seis a doce meses el veinticinco por ciento. Al año de abandono forzoso del trabajo dejarán de figurar en la plantilla del Hospital.
TERCERO: Puede aceptarse en principio la aplicación del descanso semanal en favor de las enfermeras.
CUARTO: Concesión del aumento de sueldo que quedará establecido en setecientas veinte pesetas anuales; desde el primero de año, y
QUINTO: Nada se decide en firme sobre el asunto de la suspensión del servicio de velas hasta tanto se experimente la práctica de un concursillo libre pero de todos modos se admite desde luego que deben quedar exentas de este servicio las enfermeras en fecha no lejana.
En su vista la Junta ha acordado la propuesta en el presente informe con la siguiente aclaración:
Las actuales enfermeras que no quisieran someterse al reconocimiento medical de que trata la cláusula primera quedarán fuera de los beneficios de la segunda, es decir que no podrán pretender el percibo de las pensiones por incapacidad para el servicio a causa de enfermedad.
Lo que traslado a Usted para su conocimiento y demás efectos. San Sebastián 9 de Noviembre de 1.931. EL PRESIDENTE.
SRA. DOÑA MARÍA JOSEFA IMAZ EN REPRESENTACIÓN DEL CUERPO DE ENFERMERAS DEL HOSPITAL DE SAN ANTONIO ABAD. SAN SEBASTIÁN
Servicio a cargo de los enfermeros diurnos del Hospital San Antonio Abad
El servicio diario comienza a las 5 de la mañana y continúa (con una interrupción de 15 o 20 minutos para desayunar) hasta las 12,30, hora de la comida. Después de ésta, si el servicio lo permite, pueden descansar dentro del recinto hospitalario hasta las 14,30 de la tarde, hora en que dan principio al servicio vespertino.
Este dura de las 14,30 a las 19 horas de la tarde; a las 19 es la cena de los enfermeros y terminada ésta, quedan dichos dependientes libres hasta las 21 horas de la noche, a excepción de los dos individuos que quedan de guardia en todo el establecimiento hasta la entrada de los enfermeros nocturnos.
Descansos
Además del que disfrutan diariamente, según se ha dicho en el punto anterior, tienen el descanso semanal, que se presta en la siguiente forma:
Hay establecido dos turnos, en los que entran, por mitades todos los enfermeros. Los domingos queda en franquía un turno completo y esta franquía da principio desde que dejan el servicio la noche del sábado (después de la cena) hasta las 5 de la mañana de lunes inmediato. Actualmente pueden salir desde primera hora de la mañana del domingo hasta las 23 horas.
El otro turno, que ha quedado de guardia en el Hospital, efectúa el descanso semanal disponiendo durante la semana e individualmente de un día completo de franquicia. A tal objeto y para que no se resienta el servicio de Salas, existe un enfermero con el cargo de “alternador”, encargado de sustituir al individuo que salga cada día y llena el hueco de éste: hay servicios que por su índole especial no permiten la asistencia por personal inexperto y estos servicios, para la franquía de los laborables no entran en la combinación anterior, sino que se arreglan para tener día franco saliendo dos tardes, en lugar de un día entero, y haciéndolo en tardes que no haya servicio (tales son los de Consulta, etc.).
FOTO 012 Plano del Hospital Civil de San Antonio Abad de San Sebastián
Peticiones
1º.- Desean obtener que los enfermeros que, a excepción de los guardianes, disponen de libertad para salir diariamente después de cenar (19,30 a 20 horas de la noche) y no se les permite el regreso después de las 21 horas, digo que desean obtener se les amplíe este plazo de franquicia hasta las 23 horas.
2º.- Relativamente el descanso dominical que, como se dice antes, ahora lo disfrutan (por turno, claro está) desde primera hora de la mañana hasta las 23 horas del mismo domingo, desean obtener que se les autorice para comenzar el descanso desde la noche del sábado, después de la cena y terminarlo a las 22 horas del domingo (y a las 23 horas en la temporada veraniega); de esta manera podrán pernoctar fuera del establecimiento, si lo desean, el sábado, pero siempre obligados a regresar a la Casa a las 24 horas de la noche del domingo en verano y a las 23 horas de la misma noche el resto del año.
Esta es la información obtenida por el que suscribe directamente de los propios interesados, representados por el enfermero más antiguo.
El 21 de Abril de 1.932, el Oficio con el número de entrada nº 17047, de 6 de Octubre de 1932
Este proyecto se formula a base de mejoramiento del personal el cual desea se implante el servicio en forma que se prescinda del mandato de las Hijas de la Caridad sobre los enfermeros y empleados, colocándose en las salas un Delegado para cada una con amplios poderes para todos los servicios y con responsabilidad de sus actos.
Creemos de absoluta necesidad presentar este proyecto por estar en unas condiciones que nos priva de cumplir el deber más elemental impuesto por la naturaleza al hombre y por vernos sujetos a una disciplina vieja y denigrante que nos quita nuestros derechos, cual es la libertad para poder constituirse el matrimonio y cumplir con los deberes para con la sociedad.
Artículo 1º.- Todo enfermero y empleado trabajará en el Hospital Civil la jornada legal de OCHO horas diarias o sea 48 horas a la semana.
Artículo 2º.- Los enfermeros y empleados tendrán un día de descanso a la semana.
Artículo 3º.- Anualmente gozarán de 15 días de permiso con sueldo.
Artículo 4º.- El jornal que se percibirá por estas horas de trabajo, será de tres mil pesetas anuales, cobradas por mensualidades aumentando cada cinco años quinientas pesetas.
Artículo 5º.- Queda prohibido el internado en el Hospital Civil.
Artículo 6º.- Los accidentes de trabajo (considerándose como tales las enfermedades adquiridas por contagio en el ejercicio de su cargo). Jornada, derecho de Asociación, etc. le será aplicada la Legislación Vigente respectiva.
Artículo 7º.- Para efectos de jubilación, viudedad, orfandad, etc., se regirán por los municipales.
Artículo 8º.- Ningún miembro de enfermeros y empleado del Hospital Civil, podrá ser baja del mismo sin previa formación de expediente que se iniciará motivado por falta grave y oyendo al interesado, rigiéndose para todos los demás efectos de excedencia, correcciones, etc.
Todo lo establecido en el presente contrato de trabajo será aplicable a los enfermeros, enfermeras y empleados.
Todo lo no previsto en este contrato será resuelto por los distintos organismos, de la Junta de Beneficencia y la Sociedad de enfermeros y empleados legalmente constituida.
San Sebastián a 5 de Octubre de 1.932. POR LA COMISIÓN. Juan Fernández; Amado San Agustín; María Elustondo y Feliciano Galparsoro (Practicante)
FOTO 013 Promoción de Practicantes 1947 – 1949. Foto cedida por Saturnina García Tamayo
BIBLIOGRAFÍA
Novedades Revista 1909 a 1915
San Sebastián Revista Municipal 1950 a 1974
Archivo Histórico de Guipúzcoa (Tolosa)
Estudios de Historia de la Medicina Vasca. Ignacio María Barriola
Diario Vasco 1935 a 2010
La Voz de España y Unidad
Historia de la Ciudad de San Sebastián a través de sus personajes. Javier Sada
La Medicina Donostiarra a comienzos del siglo XX. Ignacio María Barriola Irigoyen
Historia de la Beneficencia de San Sebastián. Berasategui.
Historia de la Sociedad Kondarrak. Manuel Solórzano Sánchez. 2000
El Hospital Civil De San Antonio Abad u Hospital De Manteo, visto por José María Urkia Etxabe en su libro “CIEN AÑOS DE MEDICINA EN GIPUZKOA. 1899 1999”.
Artículos. José Luis Munoa
Eusko Entziklopedia Auñamendi. Bernardo Estornés Lasa
Museo de San Telmo
Ayuntamiento de San Sebastián
FOTO 014 Libro de estudio de la Carrera de Practicantes. 1946. Foto cedida por Saturnina García Tamayo
FOTOS Y AGRADECIMIENTOS
Sociedad Kondarrak. Familia Fuentes
Sociedad Umore Ona
Sociedad Gimnástica de Ulía. Familia Casanova - Azpiroz
Eusko Entziklopedia Auñamendi. Bernardo Estornés Lasa
María Ángeles Portu Mediavilla
Karmele García Rivero, Junta del Patronato Zorroaga de Donostia – San Sebastián
Teresa San Adrián Apalategi
Saturnina García Tamayo
Fotos de Internet
Archivo Fotográfico privado de Manuel Solórzano Sánchez
AUTORES
Nahikari De La Caba Rua *
* Enfermera y antropóloga
Esther Díaz Bravo. Enfermera
Jesús Rubio Pilarte **
** Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
jrubiop20@enfermundi.com
Manuel Solórzano Sánchez ***
*** Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián.
Director de la Revista y vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
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7.- PERÍODO (1887 - 1938)
El Hospital San Antonio Abad en el Manteo se inauguró el 20 de Enero de 1887. Y el traslado de enfermos comenzó el 24 de Octubre de este mismo año. Allí se daba atención preferente a los enfermos pobres de la Capital, a los acogidos de la Misericordia y a los enfermos provinciales. Tenía habitaciones para distinguidos, comunes y para el personal de la casa; sala de maternidad; quirófano; y los servicios pertinentes. Se atendía a los enfermos crónicos y quirúrgicos; a las embarazadas y parturientas de la ciudad y de la provincia. Era un buen Hospital en el momento de su creación, con un pabellón especial para enfermos contagiosos. Con el tiempo, resultó insuficiente para cubrir las necesidades municipales y provinciales que se le fueron agregando.
FOTO 001 Hospital San Antonio Abad
Desde este momento se separan Asilo y Hospital. La Casa de la Misericordia siguió funcionando en el barrio de San Francisco, aunque era insuficiente para acoger a todos los asilados, así que los más pequeños estuvieron en el Asilo de Uba desde 1886 hasta que se construyó la nueva Misericordia en 1910.
La escasez de personal y la gran distancia existente entre las salas, impedía que, durante la noche, se pudiera ejercer una activa vigilancia sobre los enfermos; a los presos trasladados al Hospital había que tenerlos con guardia permanente. Se aprovechó para levantar una cárcel de partido con enfermería propia para ponerse a recibir presos desde el 1890 en adelante.
FOTO 002 Nueva Casa de Misericordia de San Sebastián. Foto cedida por Karmele García Rivero, Junta del Patronato Zorroaga de Donostia – San Sebastián
En un documento de 1894 se indica los requisitos necesarios para entrar en este Hospital, para evitar abusos que perjudicasen a la población de San Sebastián. Además se reputa enfermedad del riesgo inminente de dar a luz.
JUNTA DE BENEFICENCIA DE SAN SEBASTIÁN
Al objeto de evitar los perjuicios que a los enfermos de la clase proletaria pudiera causar una mala inteligencia en las disposiciones que esta Junta de Beneficencia tiene adoptadas para su admisión en el Hospital San Antonio Abad, y cortar al propio tiempo los abusos que se pudieran cometer; por acuerdo de la expresada Junta se advierte que los enfermos que deseen ingresar en el citado Hospital salvo los casos de accidentes o aquellos de inminente peligro de muerte deberán cumplir las formalidades siguientes:
1ª. Solicitar verbalmente o por escrito del Sr. Alcalde la admisión en el Hospital, haciendo constar el domicilio y médico titular o particular que lo visite, si estuviese asistido por facultativo.
2ª. Pueblo de naturaleza del enfermo, y en el caso de no ser natural de esta Ciudad, cuánto tiempo de residencia lleva en ella.
3ª. Para los enfermos que no sean naturales de San Sebastián y no figuren en el padrón de vecinos, será necesario que por medio de información de dos testigos acrediten el tiempo que llevan de residencia en esta Ciudad.
4ª. Si en la información a que se refiere la disposición anterior resultare falsedad en las declaraciones de los testigos, serán estos denunciados a los Tribunales de Justicia.
Nota. Las anteriores reglas podrán ser modificadas, en casos de epidemia, por disposición del Señor Alcalde Presidente de la Junta. Dios guarde a V. muchos años.- San Sebastián 24 de Octubre de 1894. (El Alcalde Presidente de la Junta), Joaquín Lizasoain.
MUJERES QUE NO TENGAN DERECHO A LA SALA DE MATERNIDAD
AYUNTAMIENTO DE SAN SEBASTIÁN
Para los fines que se expresan en el artículo 2º de las Instrucciones para el régimen interior del hospital civil de San Antonio Abad se refuta enfermedad el riesgo inminente de dar a luz, siempre que la interesada no tenga derecho de acceso a la Sala de Maternidad. En dicho hospital existen departamentos especiales para estos rarísimos casos.
FOTO 003 Sala San Damián de Mujeres
La Sala de Maternidad a que se hace referencia en el artículo 6º de dichas Instrucciones, está sostenida a expensas de la Excelentísima Diputación provincial de Guipúzcoa; fue instalada por la mencionada corporación, para refugio de las solteras que, habiendo concebido ilegítimamente, no se vieran por su carencia de recursos pecuniarios, en condiciones de ser atendidas (dentro del sigilo más escrupuloso) con la solicitud que exige tan delicado estado. Además de las condiciones expresadas para ingreso en dicha sala, se requiere la de que lleve la interesada un año cuando menos de vecindad en jurisdicción de la provincia de Guipúzcoa, y la de que haya aquella entrada en el séptimo mes de su embarazo.
Las reglas generales citadas en dicho artículo 6º, de 12 de Noviembre de 1886, son las siguientes:
1º. Las estancias que causen en el hospital los enfermos, los detenidos presos provisionalmente para ser curados en el Hospital.
El 5 de Junio de 1894 restableció la Comisión provincial el artículo 61 del Reglamento que dice así: Los que caen enfermos en el Hospicio ingresarán en el Hospital con el pase del facultativo de casa visado por el Jefe de Semana: pero los que enfermen en los pueblos en sus domicilios deberán traer la papeleta (papeleta rellenada por el facultativo que les hubiese asistido con un oficio del Alcalde Local, expeditiva para el Presidente del Distrito que acredite la procedencia: y en su vista y después de llenar los demás requisitos que previene la misma papeleta, se les dará ingreso en la Sala correspondiente, anotando inmediatamente en el registro. Se exceptúan del artículo anterior según circular de la Comisión Provincial de 6 de Septiembre de 1894, los que a consecuencia de algún accidente sean conducidos inmediatamente a un hospital, encontrándose en situación tal que podría acarrear consecuencias fatales para su vida el denegarles la admisión en el mismo, a juicio del Facultativo del establecimiento, debiendo enseguida la Junta de Beneficencia poner el hecho en conocimiento del Señor Alcalde del pueblo a que pertenezca, siendo curado y en su caso trasladado al establecimiento benéfico de la localidad, siempre que el estado del paciente lo permita.
Las entradas y salidas de expósitos no prohijados y sifilíticos se verificarán a virtud de orden de la Junta provincial de Expósitos de este Partido.
FOTO 004 Hijas de la Caridad, Practicantes y miembros de las Sociedades Gastronómicas en la entrada del Hospital San Antonio Abad
Tanto la Misericordia como el Hospital estaban atendidos por las Hijas de la Caridad, que junto con el médico, el capellán y el maestro formaban su personal cualificado. Se nombró un celador en los píos establecimientos para que cuidara del orden interior, ayudar a las Hermanas para reprimir cualquier alboroto y acompañara a los jóvenes acogidos en las horas de paseo y recreo.
Cuando se abrió el Hospital de Manteo hubo dos comunidades de Hermanas: una la encargada de la atención del Hospital y otra de la Misericordia y del Asilo de Uba.
La separación del Asilo y del Hospital fue beneficiosa para los acogidos, al disponerse de mayor espacio y evitarse posibles contagios.
FOTO 005 La solemne inauguración del Dispensario Antituberculoso. Reverenda Madre Superiora, (1) doctor Manuel Zaragüeta presidente de la Comisión Social del Dispensario y (2) el director doctor Emiliano Eizaguirre, médicos, practicantes y concejales del Ayuntamiento de San Sebastián. 1917
En el Hospital había habitaciones para la atención de dementes, se preparaban departamentos en los sótanos del Hospital que no eran idóneos para tal objeto, fueron aumentando y se les dedicó todo un pabellón, hasta que fueron trasladados a Santa Águeda; de presos; de venéreas; la maternidad, etc., servicios que no gustaban de atender en otros sitios y que llegaban a la Capital.
Su postura referente a la atención a las mujeres embarazadas era mucho más abierta que la de la provincia. También atendían a las mujeres solteras para que dieran a luz en una sala especial. Decidió asistir a todas las mujeres embarazadas fuera cual fuese su estado civil, que por necesidades económicas precisaba cuidados especiales. Se dejaba la posibilidad a las forasteras si los médicos lo consideraban ineludible. Se les ofrecía la misma atención y no se garantizaba la reserva y el anonimato de la sala de maternidad.
Años después se dejó de considerar como enfermedad la del embarazo, es decir, que si una mujer que carezca de recursos y sea de fuera de la ciudad no tendrá derecho a ingresar en el Hospital. Tampoco la tendrían las pobres procedentes de los pueblos donde existían establecimientos municipales de Beneficencia.
FOTO 006 Sala de enfermos, aquí se atendían enfermos de toda la provincia
En 1903 se trasladó el servicio de maternidad provincial al Hospital de Tolosa, aunque en San Sebastián continuó el provincial. Pero el 14 de Octubre de 1912 la Junta de Beneficencia de Tolosa pidió el traslado de la Sala de Maternidad al Hospital San Antonio Abad, aunque éste se negó por no haber sitio y dio la posibilidad de llevarlos al Convento de Uba.
Por otro lado la Diputación solicitó la reinstalación en el Hospital de la Casa de Maternidad. No se llegó a un acuerdo. (En 1933 se abre la nueva Maternidad, en donde hoy se ubica el Centro Nazaret).
ENFERMOS DISTINGUIDOS
También se abrieron las puertas a enfermos “distinguidos” que requiriesen asistencia quirúrgica.
El Hospital iba a dejar de ser lugar a donde iban a morir los pobres, para convertirse en un foco de esperanza de vida para todos: ricos y desheredados de la fortuna. Tuvo fama por sus salas quirúrgicas, que se fueron adaptando conforme lo indicaban los nuevos avances de la cirugía.
Desde 1886 el aumento de los enfermos y de los acogidos fue progresivo y continuado en el tiempo. Antes de trasladarse a Manteo el número de enfermos rara vez superaba el centenar, a partir de este momento fue siempre mayor. Las mayores dificultades que tuvo el Hospital de San Antonio Abad fueron causadas por el continuo temor a que quedase saturado y no poder atender allí a todos los enfermos que allí acudían. Sobre todo en invierno, cuando los enfermos colapsaban las instalaciones.
En 1906 se había propuesto el traslado de toda clase de enfermo contagioso al Hospital.
FOTO 007 Los nuevos pabellones de infecciosos. Revista Novedades 1912
En 1912 se añadió un nuevo pabellón aislado para los enfermos contagiosos, con lo que aumentó ligeramente el número de camas. En 1913 no se admite en el Hospital a las embarazadas que no lleven una orden escrita del Sr. Gobernador Civil. Las acogidas serán llevadas a un local apartadas de las enfermas venéreas.
FOTO 008 Hijas de la Caridad y enfermas de la Sala de San Damián
En Junio de 1917 se propuso construir un Hospital Provincial para aquellos Ayuntamientos que no tuviesen Hospital Propio, pues se decía que la mitad de los enfermos atendidos no eran vecinos de San Sebastián. No cuajó este proyecto que veremos fracasar varias veces hasta 1936, aunque la saturación del Hospital resultaba preocupante. Eran muchos los que creyeron que no se trataba de un Hospital Municipal, sino de uno Provincial.
FOTO 009 En la parte superior y en el centro está el Dr. Egaña, auxiliado por los doctores Marticorena y Clavero. Abajo a la izquierda el Dr. Beguiristain y a la derecha la Sala séptica de operaciones. Revista Novedades 1912
En este Documento decía así: San Sebastián a 3 de Febrero de 1916
Señor Alcalde de: Pasajes, Alza, Hernani, Oyarzun, Astigarraga, Rentería y Lezo:
La extensión de los servicios que se prestan en el Hospital de San Antonio Abad ha hecho suponer en éste el carácter de provincial siendo así que sucede todo lo contrario pues las disposiciones legales que rigen en materia de Beneficencia atribuyen al citado establecimiento un exclusivo carácter particular. Si bien en épocas normales y por vía de excepción son admitidos pacientes forasteros que adolecen de enfermedades comunes, no sucede lo mismo tratándose de males epidémicos, pues en los locales destinados a infecciosos tan sólo ingresaban los residentes en San Sebastián. Pero al presente, en manera alguna pueden ser admitidos los enfermos epidémicos cualquiera que sea su procedencia por carecerse de locales al efecto.
Ruego a Usted, pues, impida en absoluto todo intento de traslado que pudiera ocurrir respecto a virolentos, tifoideos, etc., a fin de evitar desgracias pues si algún paciente de esta clase se personara en el Hospital vería sus puertas cerradas y tendría forzosamente que regresar al punto de origen a causa de la prohibición que se ha dictado en sentido de que ningún contaminado de infección ingrese en el Hospital de San Antonio Abad.
Dios guarde a Usted muchos años. Junta de Patronato de la Casa de Misericordia.
FOTO 010 Día de San Sebastián, Fiesta y comida especial a cargo de las Sociedades Gastronómicas, Gimnástica de Ulía; Umore Ona y Kondarrak
Hospital de San Antonio Abad de San Sebastián 1917
Concurso para la provisión de tres plazas de Hospital referidos una de practicante con el sueldo anual de 1.277 pesetas y 50 céntimos, otra de enfermero con el haber anual de 547 pesetas y 50 céntimos y otra de enfermera con la retribución anual de 240 pesetas.
Se admiten solicitudes hasta las seis de la tarde del próximo 20 del actual, todos los día laborables, de nueve a una y de cuatro a seis de la tarde, en la Secretaría de la Junta (Pescadería, 5, principal derecha), donde se hallan de manifiesto los correspondientes pliegos de condiciones. San Sebastián, 5 de Abril de 1911. El Presidente Antonio Minando.
La Junta de Patronato del Hospital de San Antonio Abad, de esta capital, en comunicación fechada el 2 del mes actual, dice a la Comisión provincial lo siguiente:
Con fecha 3 de Febrero del año próximo pasado, dirigió esta Junta a los señores Alcaldes de Pasajes, Alza, Hernani, Oyarzun, Astigarraga, Rentería y Lezo, la siguiente circular: “La extensión de los servicios que se prestan en el Hospital de San Antonio Abad, ha hecho suponer en éste el carácter de provincial, siendo así que sucede todo lo contrario, pues las disposiciones legales que rigen en materia de beneficencia, atribuyen al citado establecimiento un exclusivo carácter particular. Si bien en épocas normales y por vía de excepción son admitidos pacientes forasteros que adolecen de enfermedades comunes, no sucede lo mismo tratándose de males epidémicos, pues en los locales destinados a infecciosos, tan sólo ingresan los residentes en San Sebastián. Pero al presente, en manera alguna pueden ser admitidos los enfermos epidémicos los enfermos epidémicos, cualquiera que sea su procedencia, por carecerse de locales al efecto. Ruego a Usted, pues, impida en absoluto todo intento de traslado que pudiera ocurrir respecto a virolentos, tifoideos, etcétera, a fin de evitar desgracias, pues si algún paciente de esta clase se personara en el Hospital, vería sus puertas cerradas y tendría forzosamente que regresar al punto de origen, a causa de la prohibición que se ha dictado en sentido de que ningún contaminado de infección ingrese en el Hospital de San Antonio Abad. En sesión de ayer, la Junta del Patronato que presido hubo de ocuparse en el conocimiento del problema resultante, como consecuencia del ingreso en el hospital de enfermos tuberculosos, procedentes de diversos pueblos de la Provincia. Sucede que el contingente que de tales desgraciados pacientes rinde la ciudad, ocupa con creces el pabellón especial de tuberculosos, tanto que alguno que otro tísico ha sido instalado fuera del pabellón, aunque en local separado de las salas generales de medicina, pero siempre dentro del cuerpo principal del Hospital, que es lo que se quiere evitar. Pero últimamente ha habido que instalar algunos tísicos forasteros en las salas comunes de la sección de medicina, y esto ha producido en la Junta impresión muy desagradable y penosa. La Junta quiere evitar a todo trance que tal cosa vuelva a suceder, y para ello ha tomado el mismo acuerdo que el adoptado relativamente a epidémicos a que se refiere la preinserta circular. Pero como no cuenta con medios apropiados para hacer saber tal decisión a todos los pueblos de la Provincia, han pensado en recurrir a V.S., que se encuentra en el caso opuesto a la Junta, rogándole se digne tomar nota de aquella resolución, prestar su respetable apoyo a la misma y dictar la oportuna circular para conocimiento de todos los Ayuntamientos de la Provincia. La Junta espera que V.S. se dignara acoger benévola esta solicitud y despacharla favorablemente, por lo que le expresa su profunda gratitud”.
Lo que traslada a V.I. Comisión provincial, para su conocimiento y efectos consiguientes.
Dios guarde a V. muchos años. San Sebastián, 11 de Octubre de 1917
El Vicepresidente: Julián Elorza y El Secretario: Ramón de Zubeldia
El 2 de Junio de 1919 queda terminantemente prohibido admitir enfermos dementes en el hospital.
En 1924 el Hospital no tiene sitio para acoger a tantos enfermos, por lo que, los enfermos de paso y con enfermedades crónicas se pide que puedan ser trasladados a sus respectivos países, porque carecían de local y se encontraban en pésimas condiciones. Al poco tiempo se aprueba la salida de los enfermos crónicos. En este año a los niños que no tenían padres y eran dado de alta en el hospital, fueron llevados a la Misericordia.
Se restringió la admisión de embarazadas. Ya que se pide a la Junta del Patronato del Hospital que se les prohibía la entrada y que sean acogidas en la Casa de la Maternidad (subvencionada por el Ayuntamiento) o en la Casa - Cuna de Fray Soro (dispuesto por la Diputación para embarazadas solteras).
FOTO 011 Pabellón Doker. Enfermera, niños y la primera de la derecha Antonia Apalategi. 1930
Ya desde el 1922 se quería crear una escuela de enfermeros en el Hospital, para que los puestos vacantes fueran ocupados por estos cuando acabasen. Del 1931 hacia delante es reconocida la labor de las enfermeras y enfermeros y se les reconoce algunos derechos, como por ejemplo el descanso semanal y se establecen jornadas más llevaderas.
Hasta que el 8 de Enero de 1937 fue llevada a la práctica el proyecto de creación del Título de ENFERMERA DIPLOMADA DEL HOSPITAL SAN ANTONIO ABAD.
Cuerpo de Enfermeras del Hospital de San Antonio Abad. María Josefa Imaz (Jefa). 9 de Noviembre de 1.931
Vista en tiempo oportuno la instancia del Cuerpo de Enfermeras del Hospital San Antonio Abad, suscrita por Usted y fechada el 25 de Septiembre, la Junta del Patronato, que presido, hace el siguiente informe de la Comisión y despacha su cometido con fecha 3 del actual, siendo las conclusiones del informe las siguientes:
PRIMERO: Aceptación del reconocimiento facultativo sanitario de las enfermeras actuales y de las que ingresen en lo sucesivo, para que en caso favorable a las interesadas, puedan éstas desempeñar el cargo precitado.
SEGUNDO: En los casos de enfermedad que contraigan actuando en el Hospital tendrán derecho a la percepción del sueldo completo durante los tres primeros meses de abstención forzosa del trabajo, de tres a seis meses, en igual concepto, al cincuenta por ciento del sueldo y de seis a doce meses el veinticinco por ciento. Al año de abandono forzoso del trabajo dejarán de figurar en la plantilla del Hospital.
TERCERO: Puede aceptarse en principio la aplicación del descanso semanal en favor de las enfermeras.
CUARTO: Concesión del aumento de sueldo que quedará establecido en setecientas veinte pesetas anuales; desde el primero de año, y
QUINTO: Nada se decide en firme sobre el asunto de la suspensión del servicio de velas hasta tanto se experimente la práctica de un concursillo libre pero de todos modos se admite desde luego que deben quedar exentas de este servicio las enfermeras en fecha no lejana.
En su vista la Junta ha acordado la propuesta en el presente informe con la siguiente aclaración:
Las actuales enfermeras que no quisieran someterse al reconocimiento medical de que trata la cláusula primera quedarán fuera de los beneficios de la segunda, es decir que no podrán pretender el percibo de las pensiones por incapacidad para el servicio a causa de enfermedad.
Lo que traslado a Usted para su conocimiento y demás efectos. San Sebastián 9 de Noviembre de 1.931. EL PRESIDENTE.
SRA. DOÑA MARÍA JOSEFA IMAZ EN REPRESENTACIÓN DEL CUERPO DE ENFERMERAS DEL HOSPITAL DE SAN ANTONIO ABAD. SAN SEBASTIÁN
Servicio a cargo de los enfermeros diurnos del Hospital San Antonio Abad
El servicio diario comienza a las 5 de la mañana y continúa (con una interrupción de 15 o 20 minutos para desayunar) hasta las 12,30, hora de la comida. Después de ésta, si el servicio lo permite, pueden descansar dentro del recinto hospitalario hasta las 14,30 de la tarde, hora en que dan principio al servicio vespertino.
Este dura de las 14,30 a las 19 horas de la tarde; a las 19 es la cena de los enfermeros y terminada ésta, quedan dichos dependientes libres hasta las 21 horas de la noche, a excepción de los dos individuos que quedan de guardia en todo el establecimiento hasta la entrada de los enfermeros nocturnos.
Descansos
Además del que disfrutan diariamente, según se ha dicho en el punto anterior, tienen el descanso semanal, que se presta en la siguiente forma:
Hay establecido dos turnos, en los que entran, por mitades todos los enfermeros. Los domingos queda en franquía un turno completo y esta franquía da principio desde que dejan el servicio la noche del sábado (después de la cena) hasta las 5 de la mañana de lunes inmediato. Actualmente pueden salir desde primera hora de la mañana del domingo hasta las 23 horas.
El otro turno, que ha quedado de guardia en el Hospital, efectúa el descanso semanal disponiendo durante la semana e individualmente de un día completo de franquicia. A tal objeto y para que no se resienta el servicio de Salas, existe un enfermero con el cargo de “alternador”, encargado de sustituir al individuo que salga cada día y llena el hueco de éste: hay servicios que por su índole especial no permiten la asistencia por personal inexperto y estos servicios, para la franquía de los laborables no entran en la combinación anterior, sino que se arreglan para tener día franco saliendo dos tardes, en lugar de un día entero, y haciéndolo en tardes que no haya servicio (tales son los de Consulta, etc.).
FOTO 012 Plano del Hospital Civil de San Antonio Abad de San Sebastián
Peticiones
1º.- Desean obtener que los enfermeros que, a excepción de los guardianes, disponen de libertad para salir diariamente después de cenar (19,30 a 20 horas de la noche) y no se les permite el regreso después de las 21 horas, digo que desean obtener se les amplíe este plazo de franquicia hasta las 23 horas.
2º.- Relativamente el descanso dominical que, como se dice antes, ahora lo disfrutan (por turno, claro está) desde primera hora de la mañana hasta las 23 horas del mismo domingo, desean obtener que se les autorice para comenzar el descanso desde la noche del sábado, después de la cena y terminarlo a las 22 horas del domingo (y a las 23 horas en la temporada veraniega); de esta manera podrán pernoctar fuera del establecimiento, si lo desean, el sábado, pero siempre obligados a regresar a la Casa a las 24 horas de la noche del domingo en verano y a las 23 horas de la misma noche el resto del año.
Esta es la información obtenida por el que suscribe directamente de los propios interesados, representados por el enfermero más antiguo.
El 21 de Abril de 1.932, el Oficio con el número de entrada nº 17047, de 6 de Octubre de 1932
Este proyecto se formula a base de mejoramiento del personal el cual desea se implante el servicio en forma que se prescinda del mandato de las Hijas de la Caridad sobre los enfermeros y empleados, colocándose en las salas un Delegado para cada una con amplios poderes para todos los servicios y con responsabilidad de sus actos.
Creemos de absoluta necesidad presentar este proyecto por estar en unas condiciones que nos priva de cumplir el deber más elemental impuesto por la naturaleza al hombre y por vernos sujetos a una disciplina vieja y denigrante que nos quita nuestros derechos, cual es la libertad para poder constituirse el matrimonio y cumplir con los deberes para con la sociedad.
Artículo 1º.- Todo enfermero y empleado trabajará en el Hospital Civil la jornada legal de OCHO horas diarias o sea 48 horas a la semana.
Artículo 2º.- Los enfermeros y empleados tendrán un día de descanso a la semana.
Artículo 3º.- Anualmente gozarán de 15 días de permiso con sueldo.
Artículo 4º.- El jornal que se percibirá por estas horas de trabajo, será de tres mil pesetas anuales, cobradas por mensualidades aumentando cada cinco años quinientas pesetas.
Artículo 5º.- Queda prohibido el internado en el Hospital Civil.
Artículo 6º.- Los accidentes de trabajo (considerándose como tales las enfermedades adquiridas por contagio en el ejercicio de su cargo). Jornada, derecho de Asociación, etc. le será aplicada la Legislación Vigente respectiva.
Artículo 7º.- Para efectos de jubilación, viudedad, orfandad, etc., se regirán por los municipales.
Artículo 8º.- Ningún miembro de enfermeros y empleado del Hospital Civil, podrá ser baja del mismo sin previa formación de expediente que se iniciará motivado por falta grave y oyendo al interesado, rigiéndose para todos los demás efectos de excedencia, correcciones, etc.
Todo lo establecido en el presente contrato de trabajo será aplicable a los enfermeros, enfermeras y empleados.
Todo lo no previsto en este contrato será resuelto por los distintos organismos, de la Junta de Beneficencia y la Sociedad de enfermeros y empleados legalmente constituida.
San Sebastián a 5 de Octubre de 1.932. POR LA COMISIÓN. Juan Fernández; Amado San Agustín; María Elustondo y Feliciano Galparsoro (Practicante)
FOTO 013 Promoción de Practicantes 1947 – 1949. Foto cedida por Saturnina García Tamayo
BIBLIOGRAFÍA
Novedades Revista 1909 a 1915
San Sebastián Revista Municipal 1950 a 1974
Archivo Histórico de Guipúzcoa (Tolosa)
Estudios de Historia de la Medicina Vasca. Ignacio María Barriola
Diario Vasco 1935 a 2010
La Voz de España y Unidad
Historia de la Ciudad de San Sebastián a través de sus personajes. Javier Sada
La Medicina Donostiarra a comienzos del siglo XX. Ignacio María Barriola Irigoyen
Historia de la Beneficencia de San Sebastián. Berasategui.
Historia de la Sociedad Kondarrak. Manuel Solórzano Sánchez. 2000
El Hospital Civil De San Antonio Abad u Hospital De Manteo, visto por José María Urkia Etxabe en su libro “CIEN AÑOS DE MEDICINA EN GIPUZKOA. 1899 1999”.
Artículos. José Luis Munoa
Eusko Entziklopedia Auñamendi. Bernardo Estornés Lasa
Museo de San Telmo
Ayuntamiento de San Sebastián
FOTO 014 Libro de estudio de la Carrera de Practicantes. 1946. Foto cedida por Saturnina García Tamayo
FOTOS Y AGRADECIMIENTOS
Sociedad Kondarrak. Familia Fuentes
Sociedad Umore Ona
Sociedad Gimnástica de Ulía. Familia Casanova - Azpiroz
Eusko Entziklopedia Auñamendi. Bernardo Estornés Lasa
María Ángeles Portu Mediavilla
Karmele García Rivero, Junta del Patronato Zorroaga de Donostia – San Sebastián
Teresa San Adrián Apalategi
Saturnina García Tamayo
Fotos de Internet
Archivo Fotográfico privado de Manuel Solórzano Sánchez
AUTORES
Nahikari De La Caba Rua *
* Enfermera y antropóloga
Esther Díaz Bravo. Enfermera
Jesús Rubio Pilarte **
** Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
jrubiop20@enfermundi.com
Manuel Solórzano Sánchez ***
*** Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián.
Director de la Revista y vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net
domingo, 18 de julio de 2010
(1) 50 AÑOS DE LA DESAPARICIÓN DEL PRIMER HOSPITAL DE SAN SEBASTIÁN
HOSPITAL CIVIL DE SAN ANTONIO ABAD. JULIO 1960
1.- PRIMERAS REFERENCIAS AL HOSPITAL
Desde 1485 tenemos noticias sobre la existencia de un hospital en la colina de San Bartolomé, en el arrabal de San Martín. Este establecimiento, conocido como Hospital de San Lázaro, era utilizado para la cura de la lepra y de las úlceras de los enfermos pobres. Regentado por los caballeros militares de la Orden de San Lázaro, también ofrecía sus servicios a los numerosos peregrinos compostelanos.
FOTO 001 Arco que perteneció a la puerta de la capilla del Hospital de San Lázaro, correspondiente al patronato de Caballeros de San Lázaro, orden sacro-militar 1119. Este Hospital fue incendiado por los franceses en el sitio de 1512. Juana La Loca dio en 1535 una real cédula de reedificación. Revista Novedades del 13 de Noviembre de 1910.
En 1512, tras el sitio de la ciudad de San Sebastián por el Duque de Borbón, el hospital fue destruido completamente. Pasarán más de 26 años hasta que se inicie la construcción de un nuevo centro. Gracias a la promulgación de las reales cédulas de 1535 y 1538, se recuperó el hospital. Se reconstruyó al lado de la parroquia de Santa Catalina, en tiempos de Doña Juana, con la obligada construcción en argamasa y no de cantería, a fin de que se pudiese derribar fácilmente si la defensa de la plaza lo exigía, como así sucedió en 1719. Conocidos episodios bélicos fueron deteriorando las instalaciones. Para remediar tales deficiencias, y gracias a los bienes cedidos por el convento de Santo Domingo de Quito, se construyó en 1675 un nuevo hospital. Durante el siglo XVI degeneró su función, destinándose como albergue de vagabundos. Definitivamente, en 1719, fue demolido junto con la vieja parroquia.
Al parecer, existió en San Sebastián, a finales del siglo XVI, otro hospital, éste dedicado a los peregrinos y a los enfermos de la Armada.
FOTO 002 Casas del Barrio de San Martín. Revista Novedades del 13 Noviembre 1910
En 1787, se fundó el nuevo Hospital de San Antonio Abad, gracias a las Ordenanzas de Carlos III, en el antiguo colegio de la Compañía de Jesús. La Casa de Misericordia, institución cuya vida va emparejada con la del Hospital, debe su origen a una Real Cédula de Felipe V, en 1714, a instancias de nuestro Ayuntamiento, "por haber aumentado considerablemente el número de necesitados por las continuas guerras". Aunque no se trataba de un hospital general, acogió en sus dependencias a los pobres de la ciudad y a los forasteros. Las nuevas Ordenanzas establecieron un gobierno por una Junta de seis personas, prohibiendo las injerencias del juez eclesiástico, de los delegados de la Santa Sede y de los jueces seculares. Es por tanto este momento el de la creación de un verdadero hospital civil, independiente del influjo de la Iglesia y de los Tribunales de Justicia.
FOTO 003 Expulsión de los Jesuitas 1802
En 1802 ocupaba el edificio que la Compañía de Jesús poseía antes de su expulsión, en la calle de la Trinidad, hoy 31 de Agosto, pasando después al edificio en la manzana 12 de la calle Juan de Bilbao, quedando arrasado durante el famoso incendio de 1813. La Ciudad quedó sitiada por los franceses. Al declararse la epidemia, no había, pues, en toda la ciudad ningún Hospital, ya que el de la Misericordia, situada en el Barrio de San Martín, apenas si quedaban en pie algunos muros, testigos de su emplazamiento.
A comienzos del siglo XIX, el Hospital de San Antonio Abad, situado en la calle de la Trinidad, eje entre las parroquias de San Vicente y Santa María, se encontraba dentro del recinto amurallado. Tanto el hospital como la casa de Misericordia, situada en el barrio de San Martín, sobre los restos del viejo Hospital de Santa Catalina, funcionaron de forma independiente, tanto funcional como económicamente, hasta el incendio de 1813. Durante los trágicos sucesos, el hospital compartió parte de sus dependencias con el albergue de las familias desamparadas y con las instalaciones de la cárcel.
FOTO 004 Casa de Misericordia Vieja. 1878
2.- PERÍODO (1813 – 1832)
Hasta 1813 la Casa de Misericordia y el Hospital San Antonio Abad, como ya hemos dicho antes, funcionan de forma independiente.
El primer problema surgió a finales del siglo XVIII, cuando tuvieron que vender parte de sus bienes y recibieron a cambio bonos reales. El segundo problema, mucho más grave, fue el incendio y destrucción de la Ciudad por las tropas inglesas y portuguesas, el 31 de Agosto de este año.
Destruidos en 1813 los establecimientos sanitarios donostiarras, se acordó el traslado urgente de pobres y enfermos hacinados en dos caseríos extramurales, los de Gorroane y Baderas, fundiendo circunstancialmente los servicios del Hospital y la Misericordia. En 1814 la Peste arrasó San Sebastián, los pacientes estaban hacinados en los caseríos extramuros, del que apenas si alguno salía con vida. En vista de tan deficiente instalación se solicitó de las Religiosas Dominicas, residentes en el Antiguo, la cesión de parte de su Convento, sin que accedieran a la demanda. La precariedad de las instalaciones tan sólo se vio aliviada por la cesión de unas barracas inglesas, con capacidad para cuarenta camas, por el concejal Ricardo Berminghan y por otro caserón en el puerto de Pasajes en 1815, por la suma de ocho mil reales más los gastos de traslado, con lo que, armándolas juntas, se logró una mayor capacidad y la necesaria centralización de servicios, si bien con carácter transitorio.
Quedaron destruidos y en completa ruina ambas instituciones, precisamente cuando la guerra y el incendio provocaron mayor número de necesitados. Además en esa ocasión, se extraviaron, robaron o inutilizaron la mayor parte de los papeles y valores de los mencionados establecimientos. Sin olvidar que los vecinos que en circunstancias normales podrían haber servido de ayuda, estaban ausentes o sumidos en la aflicción o en la miseria. Como hemos mencionado antes, gracias a la iniciativa de personas caritativas los servicios del Hospital y de la Misericordia no quedaron desamparados. Se instaló a los pobres enfermos en las caserías de Gorroaene y Baderas y se pudo esperar a que se normalizase la vida de San Sebastián. Desaparecidos la intranquilidad y peligros de los primeros momentos se pidió al Ayuntamiento que tomara las decisiones oportunas para atender las urgencias de estos píos establecimientos.
FOTO 005 Bateleras. Grabado de B. Hennebutte Feillet, hacia 1850. Este hecho insólito, de que quienes realizaran estas taréas tan árduas fueran mujeres, llamaba por fuerza la atención de todo viajero que cruzase por aquí, y de hecho aparecen mencionada en los libros de viajes que escribieron algunos escritores de los siglos XVII al XIX, como Marie Catherine Le Jumel, condesa de Aulnoy en su "Viaje por España" o J. Mañé y Flaquer en su "El Oasis, viaje al País de los Fueros". También aparecen mencionadas por Lope de Vega en una de sus obras de teatro aunque sería Bretón de los Herreros, quien con su drama "La batelera de Pasajes", estrenada en 1842, las popularizara por toda España.
En 1814 se unen las dos hermandades y crean una única caja. Así nació la Junta de Beneficencia.
Pensando en reconstruir en lo posible la antigua Misericordia, La Junta se dirigió a los Canónigos de Roncesvalles, exponiéndoles la difícil situación económica que atravesaba, para que les permitieran extraer de sus montes de Usurbil la madera necesaria para la obra. Respondieron los Canónigos que también ellos se veían apurados para cubrir sus propias necesidades, al tiempo que agobiados por las continuas solicitudes de ayuda que recibían, por lo que su única aportación posible era una rebaja de un diez por ciento del precio de la madera extraída. Aceptada esta propuesta, se construyó con madera de Usurbil una tejavana en el edificio contiguo a la Misericordia, que había servido de Hospicio de Peregrinos, se echó un piso en la antigua Iglesia y se cubrieron con tejado los muros existentes. Con tal celeridad se realizaron las obras, que el 26 de julio de aquel año la Junta celebró su primera reunión en el reconstruido edificio, que estaba situado al pie de la falda de Aldapeta, o Miraconcha, y al que se trasladó a los pobres y a los enfermos, constituyendo de esta manera la primera instalación conjunta de Hospital y Misericordia que subsistió hasta que otra guerra, la carlista, obligó, con su asedio, a abandonarla.
FOTO 006 Donostia-San Sebastián. Casa de Misericordia del barrio de San Martín. Cuando se concluyen las obras, en octubre de 1841, de un establecimiento de nueva planta en los solares del convento de San Francisco, se trasladan los enfermos quedando el edificio fuera de uso. A partir de 1842 se reconvierte en parada de postas, conocida en la época como el Parador extramuros de San Sebastián.
Una vez emplazados provisionalmente los centros, la Junta de Gobierno acordó crear un local definitivo, sobre las ruinas de la antigua Misericordia del barrio de San Martín. Tras muchas vicisitudes económicas y más de 13 años de diligencias, se concluyó el nuevo Hospital de San Martín, sobre las ruinas nororientales de la vetusta Misericordia. Contaba con 62 camas: una sala de medicina con 35 camas y otra de cirugía con 13. Además, disponía de una sala de sarnosos con seis camas y otra de 8 para enfermos contagiosos. El edificio contaba con otras piezas: un botiquín, un cuarto para el capellán, otro para el descanso de los profesores y uno final para los demás empleados de la institución.
En este momento lo más difícil era dotar económicamente a estas instituciones para que pudieran empezar a trabajar. Algunas herencias y legados ayudaron, pero el Ayuntamiento tuvo que ir cediendo varias tasas e ingresos para su posterior subsistencia (sobre el vino, la sidra, subasta de sillas de los paseos, etc.). Aún así carecían de recursos y locales para prestar auxilios. Las familias se refugiaron en casas o en barracas de madera situadas en los solares de las casas derruidas. Algunas familias vivían en la antigua cárcel. Al igual carecían de locales aptos para la Beneficencia. Las condiciones de los enfermos en las caserías no eran buenas.
FOTO 007 Hijas de la Caridad
De 1830 en adelante contó con algunos recursos sobrantes y no dudó en conceder socorros domiciliarios en dinero y en especies a los pobres menesterosos, que no tenían necesidad de ingresar en los píos establecimientos. Desde este año al 1832 la Beneficencia atravesó muchas dificultades, debido sobre todo al aumento de necesitados en sus establecimientos. Aún así muchas familias caritativas ayudaron a vencer los obstáculos que se iban presentando. Durante estos años se instaló e hizo funcionar en sus propios locales, telares donde trabajaban los adultos aptos para esa faena.
En 1831 el Excelentísimo Ayuntamiento resolvió traer una Comunidad de Hijas de la Caridad del instituto de San Vicente de Paul. Se pactó que vendrían algunas de ellas a la Beneficencia de San Sebastián, y se encargarían del cuidado y dirección del interior del establecimiento. Dependerían de sus superiores espirituales y de la Junta de Beneficencia en cuanto a los servicios que deberían prestar.
Las Hijas de la Caridad sustituyeron en 1832 a las amas de gobierno que hasta entonces llevaban el cuidado de la casa de la Misericordia, tomando posesión y se les encomendó el gobierno interior de dichos establecimientos. Esto produjo excelentes resultados, gracias al espíritu de adveración de estas personas. Los servicios prestados por las Hijas de la Caridad fueron muy apreciados, y éstas fueron aumentando en número con el transcurso del tiempo. Además haber ocasionado una gran mejora, el coste de los servicios disminuyó.
3.- PERÍODO (1833 – 1840)
Desde el año 1833 hasta el 1835 hubo grandes desarrollos, en la Casa de Misericordia, Hospital y en la misma Ciudad. En 1833 se pudieron introducir algunas reformas utilísimas, como elaborar el pan en la Casa de la Misericordia, ampliar algo los locales, reglamentar la alimentación de los pobres y los enfermos, etc. Durante estos años también se desarrolló los socorros domiciliarios, en los que se concedían medicamentos, asistencia facultativa gratuita, una ración del Hospital o una ayuda metálica.
A partir de 1833 comienza la primera Guerra Civil Carlista.
FOTO 008 El General Carlista Ramón Cabrera (1ª Guerra Carlista)
A partir de 1834 San Sebastián sufrió toda clase de calamidades, al igual que toda España. La más importante fue la aparición en la ciudad de una epidemia de cólera, en octubre de 1834, volvió insuficientes los recursos sanitarios. El Ayuntamiento de San Sebastián quiso precaverse para que esta enfermedad causara los menores daños posibles y pidió a la Junta de Sanidad si quería establecer un hospital de coléricos extramural. Esto obligó a desalojar a los pobres de la Misericordia y trasladarlos al Monasterio de San Bartolomé, situación que se vería de nuevo repetida con brusquedad, el 18 de diciembre de 1834 porque en el nuevo local hubo de habilitarse para las tropas de "txapelgorris", volviendo los pobres a ser conducidos hasta San Martín. La Junta sólo se podía permitir facilitar dos o tres hermanas de la Caridad, dos Vocales que ofrecían sus servicios, anticipar 5.000 reales para los primeros gastos, dar camas, ropas y otros efectos que fueran necesarios y proveer los medicamentos y víveres que hicieran falta.
FOTO 009. Txapelgorris. Grabado de la época. Eusko Entziklopedia Auñamendi
Se cuidó de enviar a los enfermos coléricos al hospital establecido para los mismos, evitándose en lo posible el que ningún contagioso ingresara en la Misericordia y Hospital a cargo de la Junta. Este mismo año, 1834, un enfermo en cuya papeleta de ingreso no se indicaba el mal del que padecía, le fueron abiertas las puertas de los píos establecimientos y se desarrolló la epidemia. Se tomó una medida urgente y se trasladó a los pobres de la Misericordia que no hubieran contraído esta enfermedad al monasterio de San Bartolomé. Así se consiguió atajar la epidemia. En Diciembre de ese año los enfermos pobres separados volvieron al edificio del barrio de San Martín y al mismo tiempo regresaron las Hijas de la Caridad por haberse cerrado ya el Hospital de coléricos.
Los acontecimientos bélicos de la primera carlistada obligaron a abandonar el hospital extramural. Al estar cortadas las comunicaciones intra y extramurales. Se habilitó un “establecimiento hospital” en su “hermosa casa nueva del número 10 de la calle de San Jerónimo” que apenas funcionaría medio año; era la casa del Diputado de la Ciudad de San Sebastián y Alcalde de la Ciudad Alejandro Burgué y encargó a su hija María Teresa la dirección del Hospital que allí se había formado, cargo que desempeñó a la perfección ayudada por su amiga la señorita Magdalena Minondo, ya que las Hijas de la Caridad habían quedado aisladas en San Martín. Seis meses funcionó este hospital de 1835, hasta que se habilitó otro en el palacio del difunto ex-alcalde Juan Domingo Yun, finca llamada San Juan de Betrán, y más tarde Villa Casilda, en la subida a Miracruz. Tampoco en ella cabían todos los ingresados, y se echó mano del caserío Moneda para pasar a él los treinta enfermos que se pudieron acomodar. Pronto se vio que en forma alguna resolvía esta casería el problema, y se aprovechó el ofrecimiento que de su finca, la casería Baderas (hoy Colegio de Notre Dame) hizo don Antonio María Alberdi, a cambio de desocuparla la tropa allí asentada y que era la del Regimiento inglés de rifles, lo que se logró de la autoridad militar.
FOTO 010. Hospital de Peregrinos. Calle 31 de Agosto. San Sebastián - Donostia
La Junta de Sanidad acordó el traslado del hospital al valle de Loyola. Insignes vecinos de la ciudad cedieron varios caseríos para la habilitación del nuevo complejo sanitario de Loyola. El caserío Urdinzu - Txiki, como hospital, Urdinzu Aundi, como Misericordia, fueron cedidos por Rafael Cornejo. La casa de verano Cristobaldegui, perteneciente al alcalde Alejandro Burgué como botica y lavandería. Los caseríos de Alcano, Plasencia, Olazabaldegui, Labayoa y Montoz para almacén de materiales y enseres sanitarios.
Mientras tanto, el Hospital extramuros, y las Hijas de la Caridad que lo atendían, pasaron también difíciles momentos, hasta que tuvieron que abandonar el edificio en el que se encontraban y establecerse en fincas cedidas en el Barrio de Loyola, debido a los mejores edificios que existían en ese lado y por las condiciones de salubridad. Gracias a todo esto y a las grandes actitudes y dotes de mando de la Madre Supervisora, la cual regía dicho Hospital, continuaron los pobres asistidos convenientemente.
Pero en Enero de 1836 el jefe carlista obligo a la Madre Superiora a establecer un Hospital provisional de 12 camas en Hernani, obligándola a correr con todos los gastos. La localización extramural del complejo de Loyola trajo consigo innumerables quejas por parte, tanto de los enfermos, como de los médicos, atemorizados por los continuos bombardeos carlistas. Incluso se llegó a habilitar un pequeño hospital intramural en el edificio de las viejas escuelas públicas, dotado con 24 camas y atendido por los médicos titulares de la ciudad auxiliados por dos hermanas de la Caridad. Mientras tanto, el Hospital extramural, y las Hijas de la Caridad que lo atendían, pasaron también por difíciles contingencias, hasta que abandonándolo tuvieron que establecerse en fincas cedidas en el Barrio de Loyola.
La estrategia militar obligó a continuos cambios de tropas, lo cual influyó decisivamente sobre el futuro del complejo sanitario. A comienzos del verano de 1836, la Misericordia era trasladada al Palacio de San Juan de Bertrán en la vieja calzada de Pasajes. En el alto de Ategorrieta se habilitaron algunos caseríos para un nuevo complejo sanitario, los de Baderas y de Aguiñenea. El Hospital abandonó el barrio de San Martín después de las Guerras Carlistas. El edificio de San Martín fue ocupado por tropas militares tras haber anulado sus servicios el Hospital y la Misericordia.
4.- PERÍODO (1841 - 1855)
Gracias a las aportaciones de los vecinos afincados en San Juan de Luz y a la notable herencia de Manuel Zabaleta, en 1840, la Junta de Sanidad se animó a emprender la reconstrucción del antiguo convento de San Francisco. Con más de tres millones de reales y gracias a la Real Orden de la Reina María Cristina, cediendo el edificio del convento, se inició la reconstrucción. En mayo de 1840, bajo la dirección del arquitecto Joaquín Ramón Echeveste, comenzaron las obras que se alargarían hasta octubre de 1841, fecha en la que se realizó el traslado de los enfermos al nuevo complejo de Atocha. Todavía, hoy en día, podemos ver uno de sus muros en el depósito municipal de Atocha.
En Octubre de este año fueron trasladados a los nuevos locales los enfermos del Hospital y los pobres de la Misericordia, instalando a los acogidos en condiciones mucho mejores. El aumento considerable de acogidos que hubo desde la construcción del nuevo edificio de San Francisco, trajo la necesidad de mejorar y reglamentar los servicios prestados.
En el 1842 el Ayuntamiento nombró un médico especial de la Beneficencia, relevando, a los titulares de la obligación que tenían de visitar diariamente el Hospital. Así se atendía con mayor facilidad a los enfermos. El nuevo hospital fue creciendo paulatinamente. El 12 de diciembre de 1842, se creó un nuevo servicio de atención a las mujeres de mala vida, aunque su existencia fue breve. Tras varios conflictos entre la Diputación y las Juntas Generales, se decretó su cierre en 1848 por lo escandaloso que resultaba la convivencia con las demás pacientes (al parecer, continuaban trabajando durante su ingreso).
Este centro, bien dotado y sustentado por el municipio, se convirtió en el principal hospital de toda la provincia. Por tal motivo, algunas cercanas poblaciones solicitaron su utilización mediante el pago de cuotas. Así ocurrió con Alza e Igeldo, mediante el abono anual de 1.000 y 800 reales de vellón, respectivamente. Contaba el Hospital de San Francisco con un gran patio rectangular, en cuyos lados menores se limitaba con dos edificios de tres pisos. El lado mayor posterior, con cuatro alturas, se utilizaba de hospicio. Uno de los pabellones bajos se destinó inicialmente para las enfermedades venéreas. Con una superficie de 7.280 varas, tenía capacidad para 100 estancias hospitalarias y 200 de hospicio.
En 1847 se tomó un acuerdo que decía así: “Considerando que el Establecimiento de esta Ciudad es meramente local y para los naturales de la misma (...). Acordó establecer casas de mendicidad para los pobres naturales de la misma provincia”. En el Hospital de San Francisco fueron aumentando las Hijas de la Caridad.
En 1851 se acepta a los pobres de Azpeitia y Bergara en el edificio de San Francisco por algún problema de estos dos distritos. En estos años se observaron abusos. Algunas poblaciones quisieron remitir locos y los enviaron a San Sebastián. La Junta se negó a admitirlos por no ser su misión la de curarlos y por carecer de locales convenientes para ello. Diferentes municipios tomaron acertadas medidas para cuidar en sus mismas jurisdicciones a los vecinos necesarios y dejaron de enviarlos a San Sebastián y algunos, hasta recogieron los que habían venido ya. Aún así el número de acogidos siguió aumentando. Debido a este aumento y a la diversidad de sus procedencias se vio obligado, en 1852, a introducir varias reformas tanto en el edificio de la Junta como en el personal destinado a sus servicios.
Se construyeron seis celdas de castigo, ya que entre los nuevos asilados no faltaban pobres de malísimos antecedentes que, acostumbrados toda su vida a la embriaguez y al desorden, no quisieron oír los caritativos consejos que se les dieron y provocaron fuertes escándalos. A algunos hubo necesidad de expulsarles.
En 1853 se propone la admisión de los enfermos militares bajo determinadas condiciones, pero la Corporación Municipal no lo acepta porque eso exige un capital considerable para invertirlo en nuevos edificios para este servicio. Además podían quedar desatendidos la obligación que tenía el Hospital de socorrer a los desvalidos, huérfanos y desamparados de San Sebastián.
En 1855 se ven en la necesidad de suprimir los socorros a domicilio, mientras no se mejore el estado de la caja. Aunque la caridad del vecindario rayaba muy alto, había muchos viciosos y holgazanes que se aprovechaban de ello. Se crearon las Juntas de Barrio auxiliares de la Municipalidad cuyos recursos eran obtenidos de limosnas voluntarias y de la postulación ejercida conforme al reglamento. En 1854 hubo algunos casos de cólera en España. Esta epidemia no llegó a San Sebastián hasta el siguiente año, 1855. Se instaló en el edificio de San Martín el Hospital de coléricos. Pero la epidemia también se sintió en el edificio de San Francisco que tuvo que ser desalojado por ser un verdadero foco colérico. En Noviembre de ese mismo año (1855) se acabó con dicha enfermedad.
Con el transcurso de los años, el hospital vivió diferentes cambios. Durante el cólera de 1855, fue necesario habilitar dos caseríos para los niños, los de Urdinzu y Elcano de Loyola. Los ancianos se trasladaron a la habilitada plaza de toros extramural y los ingresados al hospital de coléricos de San Martín
5.- PERÍODO (1856 - 1872)
De 1856 a 1868, la Junta siguió proporcionando los auxilios del Hospital y la Misericordia a los naturales y vecinos de esta localidad. Dejó de ocuparse directamente de los socorros domiciliarios por haber confiado tal cuidado a las Juntas auxiliares de Barrio. Tampoco tuvo que atender a los dementes, a excepción de algunos casos raros pues no los recibía en su establecimiento y las estancias causadas por los que se encontraban en los asilos de locos eran costeadas por la Excelentísima Diputación y los ayuntamientos a partes iguales. Su misión se redujo a cuidar de los enfermos y pobres acogidos y a conceder, en casos excepcionales, socorros para lactancias y, para que algunos necesitados pudieran acudir a determinados establecimientos balnearios.
FOTO 011. Batallón de La Libertad. Museo San Telmo.
Los gastos que se originaban eran cubiertos con los ingresos ordinarios que tenían y con los donativos hechos expresamente para inversiones determinadas. Pudieron efectuarse ahorros de cierta consideración que se invirtieron en la adquisición de fondos públicos. Los bailes de carnaval y las rifas de San Antón tenían un resultado productivo. En muchos pueblos se crearon casas de beneficencia. Así disminuyó bastante los acogidos en San Sebastián. Los que quedaron, fueron atendidos en el edificio de San Francisco con todo esmero y cuidado.
En 1857 y en 1864 hubo dos pequeños incendios en el edificio de San Francisco en los que no hubo que lamentar ningún tipo de desgracia personal.
En 1858, en este año se admitieron en el Hospital Civil, por convenio, a todos los desgraciados en accidentes de las obras de las vías del ferrocarril. En este mismo año, el 22 de Febrero, existían en los píos establecimientos 49 enfermos, 404 acogidos y 14 Hermanas de la Caridad.
En 1861 se instala el gas en los píos establecimientos. En el edificio de San Francisco se puede utilizar a partir del 24 de Diciembre de 1864.
En 1865 se admitió el ingreso de enfermos enajenados, siempre vecinos de la ciudad. Sin embargo, este servicio se cerraría en 1868, trasladándose el colectivo a la ciudad de Zaragoza.
En Septiembre de 1868 se da la Revolución. Esto supuso cambios en las instituciones benéficas de esta ciudad. Hubo un cambio completo en el personal de ciertos cargos médicos, el capellán y el maestro de escuela. La caridad privada continuó ayudando a la Beneficencia con muchas limosnas y legados. Pudo darse a los servicios mayor amplitud e introducir algunas otras reformas. Hubo en este año diferentes epidemias de viruela. A estos enfermos se les trataba en edificios independientes.
Se trasladó al edificio de San Francisco la Sala de San Ignacio destinada a venéreas. Se habilitaron dos departamentos para alineados en observación.
En 1879, en el edificio de San Francisco se instaló una nueva sala de enfermedades venéreas, llamada Sala de San Ignacio, y, poco después, otras dos para enajenados. Concluidas las guerras carlistas, la desamortización obligó a la venta de bienes e inmuebles de la Beneficencia. La Junta emprendió en 1876 el proyecto de construir un nuevo hospital en la finca de Manteo.
6.- PERÍODO (1873 - 1886)
De 1873 a 1876 se dio la segunda Guerra Civil Carlista. Vinieron a esta ciudad muchas familias de los pueblos inmediatos por la violencia de la Guerra, y aunque la Junta no tenía obligación no dudó en proteger a los que solicitaban su generosa ayuda. Durante este tiempo en el establecimiento de San Francisco se admitió a los pobres y naturales de esta provincia y se les separó de los propios acogidos, aunque se les trató de igual manera. A causa de la ampliación de servicios hubo necesidad de mayor número de Hermanas encargadas de atender a los enfermos.
FOTO 012 Óleo de Isabel Pellegrini expuesto en el hall central del hospital Miguel Rueda. Obra donada por su autora al inaugurarse el hospital en 1936
En Junio de 1874 la Junta de Beneficencia de San Sebastián solicita al Ayuntamiento de San Sebastián la construcción de un edificio destinado exclusivamente para hospital y suficientemente aislado del centro de la población. Desde 1834 el Hospital ocupaba, con la Misericordia, el convento Franciscano de Jesús ubicado en el barrio de Atocha. La falta de espacio hacía necesaria la construcción de un hospital totalmente independiente de la Misericordia. Pero hasta 1886 la ciudad no pudo contar con un nuevo hospital.
En 1874, el Ayuntamiento solicitó del Gobierno autorización para vender los terrenos y el edificio de la primitiva Casa de Misericordia, en el barrio de San Martín, con el objeto de destinar el producto de su venta a la edificación del nuevo Hospital General. El proyecto quedó paralizado.
En 1877 volvió a plantearse, nuevamente, la edificación del Hospital. Siendo dominante entonces la idea de construir el hospital destinado a la curación de enfermedades contagiosas totalmente independiente del Hospital General, el Ayuntamiento acordó construir primeramente este hospital de contagiosos. Se quería ubicar en un pinar situado en el barrio de Ulía.
En 1878 el proyecto para el Hospital de Contagiosos había obtenido su aprobación, el Ayuntamiento y la Junta de Beneficencia decidieron la construcción del nuevo Hospital General en terrenos del caserío Manteo y encargaron al arquitecto José Goikoa y Barkaiztegi el estudio del consiguiente proyecto. En 1880 el proyecto tuvo la aprobación. Los terrenos del Manteo estaban situados al norte de la ciudad en un punto elevado y cercano al mar.
Entonces el Hospital para Contagiosos sufrió una variación en su emplazamiento. Por fin el Ayuntamiento y la Junta de Beneficencia decidieron su traslado al Hospital General.
En Junio de 1882 el arquitecto José Goikoa y Barkaiztegi dio a conocer un nuevo proyecto del Hospital General. Se concedió más amplitud a la parte destinada a las Hijas de la Caridad, se dispuso de otra manera la capilla y se emplazaron las salas cercanas al nuevo pabellón de contagiosos y se redujo la galería que unía entre sí todos los pabellones.
Los intereses económicos retardaron la construcción del Hospital General. La necesidad de aunar a la belleza la economía impidió la utilización de ricos materiales en sus fachadas porque debían poseer “un carácter armónico en las proporciones sin caer en la suntuosidad”. La fachada principal fue dispuesta hacia el mediodía, lindando con el camino público que conducía al monte Ulía y con la carretera de Irún. La enorme sobriedad de todo el edificio, carente de ornamentación, se reflejaba también en la entrada. El 4 de Diciembre de 1886 el Ayuntamiento hizo entrega del nuevo Hospital de San Antonio Abad a la Junta de Beneficencia y desde entonces funcionó como tal hasta 1960.
FOTO 013 Hospital de Manteo. Foto cedida Sociedad Gastronómica Kondarrak. 1956
BIBLIOGRAFÍA
Novedades Revista 1909 a 1915
San Sebastián Revista Municipal 1950 a 1974
Archivo Histórico de Guipúzcoa (Tolosa)
Estudios de Historia de la Medicina Vasca. Ignacio María Barriola
Diario Vasco 1935 a 2010
La Voz de España y Unidad
Historia de la Ciudad de San Sebastián a través de sus personajes. Javier Sada
La Medicina Donostiarra a comienzos del siglo XX. Ignacio María Barriola Irigoyen
Historia de la Beneficencia de San Sebastián. Berasategui.
Historia de la Sociedad Kondarrak. Manuel Solórzano Sánchez. 2000
El Hospital Civil De San Antonio Abad u Hospital De Manteo, visto por José María Urkia Etxabe en su libro “CIEN AÑOS DE MEDICINA EN GIPUZKOA. 1899 1999”.
Artículos. José Luis Munoa
Eusko Entziklopedia Auñamendi. Bernardo Estornés Lasa
Museo de San Telmo
Ayuntamiento de San Sebastián
FOTOS Y AGRADECIMIENTOS
Sociedad Kondarrak. Familia Fuentes
Sociedad Umore Ona
Sociedad Gímnástica de Ulía. Familia Casanova - Azpiroz
Eusko Entziklopedia Auñamendi. Bernardo Estornés Lasa
María Ángeles Portu Mediavilla
Fotos de Internet
Archivo Fotográfico privado de Manuel Solórzano Sánchez
AUTORES
Nahikari De La Caba Rua y Esther Díaz Bravo. Enfermeras
Jesús Rubio Pilarte *
* Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
jrubiop20@enfermundi.com
Manuel Solórzano Sánchez **
** Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián.
Director de la Revista y vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net
1.- PRIMERAS REFERENCIAS AL HOSPITAL
Desde 1485 tenemos noticias sobre la existencia de un hospital en la colina de San Bartolomé, en el arrabal de San Martín. Este establecimiento, conocido como Hospital de San Lázaro, era utilizado para la cura de la lepra y de las úlceras de los enfermos pobres. Regentado por los caballeros militares de la Orden de San Lázaro, también ofrecía sus servicios a los numerosos peregrinos compostelanos.
FOTO 001 Arco que perteneció a la puerta de la capilla del Hospital de San Lázaro, correspondiente al patronato de Caballeros de San Lázaro, orden sacro-militar 1119. Este Hospital fue incendiado por los franceses en el sitio de 1512. Juana La Loca dio en 1535 una real cédula de reedificación. Revista Novedades del 13 de Noviembre de 1910.
En 1512, tras el sitio de la ciudad de San Sebastián por el Duque de Borbón, el hospital fue destruido completamente. Pasarán más de 26 años hasta que se inicie la construcción de un nuevo centro. Gracias a la promulgación de las reales cédulas de 1535 y 1538, se recuperó el hospital. Se reconstruyó al lado de la parroquia de Santa Catalina, en tiempos de Doña Juana, con la obligada construcción en argamasa y no de cantería, a fin de que se pudiese derribar fácilmente si la defensa de la plaza lo exigía, como así sucedió en 1719. Conocidos episodios bélicos fueron deteriorando las instalaciones. Para remediar tales deficiencias, y gracias a los bienes cedidos por el convento de Santo Domingo de Quito, se construyó en 1675 un nuevo hospital. Durante el siglo XVI degeneró su función, destinándose como albergue de vagabundos. Definitivamente, en 1719, fue demolido junto con la vieja parroquia.
Al parecer, existió en San Sebastián, a finales del siglo XVI, otro hospital, éste dedicado a los peregrinos y a los enfermos de la Armada.
FOTO 002 Casas del Barrio de San Martín. Revista Novedades del 13 Noviembre 1910
En 1787, se fundó el nuevo Hospital de San Antonio Abad, gracias a las Ordenanzas de Carlos III, en el antiguo colegio de la Compañía de Jesús. La Casa de Misericordia, institución cuya vida va emparejada con la del Hospital, debe su origen a una Real Cédula de Felipe V, en 1714, a instancias de nuestro Ayuntamiento, "por haber aumentado considerablemente el número de necesitados por las continuas guerras". Aunque no se trataba de un hospital general, acogió en sus dependencias a los pobres de la ciudad y a los forasteros. Las nuevas Ordenanzas establecieron un gobierno por una Junta de seis personas, prohibiendo las injerencias del juez eclesiástico, de los delegados de la Santa Sede y de los jueces seculares. Es por tanto este momento el de la creación de un verdadero hospital civil, independiente del influjo de la Iglesia y de los Tribunales de Justicia.
FOTO 003 Expulsión de los Jesuitas 1802
En 1802 ocupaba el edificio que la Compañía de Jesús poseía antes de su expulsión, en la calle de la Trinidad, hoy 31 de Agosto, pasando después al edificio en la manzana 12 de la calle Juan de Bilbao, quedando arrasado durante el famoso incendio de 1813. La Ciudad quedó sitiada por los franceses. Al declararse la epidemia, no había, pues, en toda la ciudad ningún Hospital, ya que el de la Misericordia, situada en el Barrio de San Martín, apenas si quedaban en pie algunos muros, testigos de su emplazamiento.
A comienzos del siglo XIX, el Hospital de San Antonio Abad, situado en la calle de la Trinidad, eje entre las parroquias de San Vicente y Santa María, se encontraba dentro del recinto amurallado. Tanto el hospital como la casa de Misericordia, situada en el barrio de San Martín, sobre los restos del viejo Hospital de Santa Catalina, funcionaron de forma independiente, tanto funcional como económicamente, hasta el incendio de 1813. Durante los trágicos sucesos, el hospital compartió parte de sus dependencias con el albergue de las familias desamparadas y con las instalaciones de la cárcel.
FOTO 004 Casa de Misericordia Vieja. 1878
2.- PERÍODO (1813 – 1832)
Hasta 1813 la Casa de Misericordia y el Hospital San Antonio Abad, como ya hemos dicho antes, funcionan de forma independiente.
El primer problema surgió a finales del siglo XVIII, cuando tuvieron que vender parte de sus bienes y recibieron a cambio bonos reales. El segundo problema, mucho más grave, fue el incendio y destrucción de la Ciudad por las tropas inglesas y portuguesas, el 31 de Agosto de este año.
Destruidos en 1813 los establecimientos sanitarios donostiarras, se acordó el traslado urgente de pobres y enfermos hacinados en dos caseríos extramurales, los de Gorroane y Baderas, fundiendo circunstancialmente los servicios del Hospital y la Misericordia. En 1814 la Peste arrasó San Sebastián, los pacientes estaban hacinados en los caseríos extramuros, del que apenas si alguno salía con vida. En vista de tan deficiente instalación se solicitó de las Religiosas Dominicas, residentes en el Antiguo, la cesión de parte de su Convento, sin que accedieran a la demanda. La precariedad de las instalaciones tan sólo se vio aliviada por la cesión de unas barracas inglesas, con capacidad para cuarenta camas, por el concejal Ricardo Berminghan y por otro caserón en el puerto de Pasajes en 1815, por la suma de ocho mil reales más los gastos de traslado, con lo que, armándolas juntas, se logró una mayor capacidad y la necesaria centralización de servicios, si bien con carácter transitorio.
Quedaron destruidos y en completa ruina ambas instituciones, precisamente cuando la guerra y el incendio provocaron mayor número de necesitados. Además en esa ocasión, se extraviaron, robaron o inutilizaron la mayor parte de los papeles y valores de los mencionados establecimientos. Sin olvidar que los vecinos que en circunstancias normales podrían haber servido de ayuda, estaban ausentes o sumidos en la aflicción o en la miseria. Como hemos mencionado antes, gracias a la iniciativa de personas caritativas los servicios del Hospital y de la Misericordia no quedaron desamparados. Se instaló a los pobres enfermos en las caserías de Gorroaene y Baderas y se pudo esperar a que se normalizase la vida de San Sebastián. Desaparecidos la intranquilidad y peligros de los primeros momentos se pidió al Ayuntamiento que tomara las decisiones oportunas para atender las urgencias de estos píos establecimientos.
FOTO 005 Bateleras. Grabado de B. Hennebutte Feillet, hacia 1850. Este hecho insólito, de que quienes realizaran estas taréas tan árduas fueran mujeres, llamaba por fuerza la atención de todo viajero que cruzase por aquí, y de hecho aparecen mencionada en los libros de viajes que escribieron algunos escritores de los siglos XVII al XIX, como Marie Catherine Le Jumel, condesa de Aulnoy en su "Viaje por España" o J. Mañé y Flaquer en su "El Oasis, viaje al País de los Fueros". También aparecen mencionadas por Lope de Vega en una de sus obras de teatro aunque sería Bretón de los Herreros, quien con su drama "La batelera de Pasajes", estrenada en 1842, las popularizara por toda España.
En 1814 se unen las dos hermandades y crean una única caja. Así nació la Junta de Beneficencia.
Pensando en reconstruir en lo posible la antigua Misericordia, La Junta se dirigió a los Canónigos de Roncesvalles, exponiéndoles la difícil situación económica que atravesaba, para que les permitieran extraer de sus montes de Usurbil la madera necesaria para la obra. Respondieron los Canónigos que también ellos se veían apurados para cubrir sus propias necesidades, al tiempo que agobiados por las continuas solicitudes de ayuda que recibían, por lo que su única aportación posible era una rebaja de un diez por ciento del precio de la madera extraída. Aceptada esta propuesta, se construyó con madera de Usurbil una tejavana en el edificio contiguo a la Misericordia, que había servido de Hospicio de Peregrinos, se echó un piso en la antigua Iglesia y se cubrieron con tejado los muros existentes. Con tal celeridad se realizaron las obras, que el 26 de julio de aquel año la Junta celebró su primera reunión en el reconstruido edificio, que estaba situado al pie de la falda de Aldapeta, o Miraconcha, y al que se trasladó a los pobres y a los enfermos, constituyendo de esta manera la primera instalación conjunta de Hospital y Misericordia que subsistió hasta que otra guerra, la carlista, obligó, con su asedio, a abandonarla.
FOTO 006 Donostia-San Sebastián. Casa de Misericordia del barrio de San Martín. Cuando se concluyen las obras, en octubre de 1841, de un establecimiento de nueva planta en los solares del convento de San Francisco, se trasladan los enfermos quedando el edificio fuera de uso. A partir de 1842 se reconvierte en parada de postas, conocida en la época como el Parador extramuros de San Sebastián.
Una vez emplazados provisionalmente los centros, la Junta de Gobierno acordó crear un local definitivo, sobre las ruinas de la antigua Misericordia del barrio de San Martín. Tras muchas vicisitudes económicas y más de 13 años de diligencias, se concluyó el nuevo Hospital de San Martín, sobre las ruinas nororientales de la vetusta Misericordia. Contaba con 62 camas: una sala de medicina con 35 camas y otra de cirugía con 13. Además, disponía de una sala de sarnosos con seis camas y otra de 8 para enfermos contagiosos. El edificio contaba con otras piezas: un botiquín, un cuarto para el capellán, otro para el descanso de los profesores y uno final para los demás empleados de la institución.
En este momento lo más difícil era dotar económicamente a estas instituciones para que pudieran empezar a trabajar. Algunas herencias y legados ayudaron, pero el Ayuntamiento tuvo que ir cediendo varias tasas e ingresos para su posterior subsistencia (sobre el vino, la sidra, subasta de sillas de los paseos, etc.). Aún así carecían de recursos y locales para prestar auxilios. Las familias se refugiaron en casas o en barracas de madera situadas en los solares de las casas derruidas. Algunas familias vivían en la antigua cárcel. Al igual carecían de locales aptos para la Beneficencia. Las condiciones de los enfermos en las caserías no eran buenas.
FOTO 007 Hijas de la Caridad
De 1830 en adelante contó con algunos recursos sobrantes y no dudó en conceder socorros domiciliarios en dinero y en especies a los pobres menesterosos, que no tenían necesidad de ingresar en los píos establecimientos. Desde este año al 1832 la Beneficencia atravesó muchas dificultades, debido sobre todo al aumento de necesitados en sus establecimientos. Aún así muchas familias caritativas ayudaron a vencer los obstáculos que se iban presentando. Durante estos años se instaló e hizo funcionar en sus propios locales, telares donde trabajaban los adultos aptos para esa faena.
En 1831 el Excelentísimo Ayuntamiento resolvió traer una Comunidad de Hijas de la Caridad del instituto de San Vicente de Paul. Se pactó que vendrían algunas de ellas a la Beneficencia de San Sebastián, y se encargarían del cuidado y dirección del interior del establecimiento. Dependerían de sus superiores espirituales y de la Junta de Beneficencia en cuanto a los servicios que deberían prestar.
Las Hijas de la Caridad sustituyeron en 1832 a las amas de gobierno que hasta entonces llevaban el cuidado de la casa de la Misericordia, tomando posesión y se les encomendó el gobierno interior de dichos establecimientos. Esto produjo excelentes resultados, gracias al espíritu de adveración de estas personas. Los servicios prestados por las Hijas de la Caridad fueron muy apreciados, y éstas fueron aumentando en número con el transcurso del tiempo. Además haber ocasionado una gran mejora, el coste de los servicios disminuyó.
3.- PERÍODO (1833 – 1840)
Desde el año 1833 hasta el 1835 hubo grandes desarrollos, en la Casa de Misericordia, Hospital y en la misma Ciudad. En 1833 se pudieron introducir algunas reformas utilísimas, como elaborar el pan en la Casa de la Misericordia, ampliar algo los locales, reglamentar la alimentación de los pobres y los enfermos, etc. Durante estos años también se desarrolló los socorros domiciliarios, en los que se concedían medicamentos, asistencia facultativa gratuita, una ración del Hospital o una ayuda metálica.
A partir de 1833 comienza la primera Guerra Civil Carlista.
FOTO 008 El General Carlista Ramón Cabrera (1ª Guerra Carlista)
A partir de 1834 San Sebastián sufrió toda clase de calamidades, al igual que toda España. La más importante fue la aparición en la ciudad de una epidemia de cólera, en octubre de 1834, volvió insuficientes los recursos sanitarios. El Ayuntamiento de San Sebastián quiso precaverse para que esta enfermedad causara los menores daños posibles y pidió a la Junta de Sanidad si quería establecer un hospital de coléricos extramural. Esto obligó a desalojar a los pobres de la Misericordia y trasladarlos al Monasterio de San Bartolomé, situación que se vería de nuevo repetida con brusquedad, el 18 de diciembre de 1834 porque en el nuevo local hubo de habilitarse para las tropas de "txapelgorris", volviendo los pobres a ser conducidos hasta San Martín. La Junta sólo se podía permitir facilitar dos o tres hermanas de la Caridad, dos Vocales que ofrecían sus servicios, anticipar 5.000 reales para los primeros gastos, dar camas, ropas y otros efectos que fueran necesarios y proveer los medicamentos y víveres que hicieran falta.
FOTO 009. Txapelgorris. Grabado de la época. Eusko Entziklopedia Auñamendi
Se cuidó de enviar a los enfermos coléricos al hospital establecido para los mismos, evitándose en lo posible el que ningún contagioso ingresara en la Misericordia y Hospital a cargo de la Junta. Este mismo año, 1834, un enfermo en cuya papeleta de ingreso no se indicaba el mal del que padecía, le fueron abiertas las puertas de los píos establecimientos y se desarrolló la epidemia. Se tomó una medida urgente y se trasladó a los pobres de la Misericordia que no hubieran contraído esta enfermedad al monasterio de San Bartolomé. Así se consiguió atajar la epidemia. En Diciembre de ese año los enfermos pobres separados volvieron al edificio del barrio de San Martín y al mismo tiempo regresaron las Hijas de la Caridad por haberse cerrado ya el Hospital de coléricos.
Los acontecimientos bélicos de la primera carlistada obligaron a abandonar el hospital extramural. Al estar cortadas las comunicaciones intra y extramurales. Se habilitó un “establecimiento hospital” en su “hermosa casa nueva del número 10 de la calle de San Jerónimo” que apenas funcionaría medio año; era la casa del Diputado de la Ciudad de San Sebastián y Alcalde de la Ciudad Alejandro Burgué y encargó a su hija María Teresa la dirección del Hospital que allí se había formado, cargo que desempeñó a la perfección ayudada por su amiga la señorita Magdalena Minondo, ya que las Hijas de la Caridad habían quedado aisladas en San Martín. Seis meses funcionó este hospital de 1835, hasta que se habilitó otro en el palacio del difunto ex-alcalde Juan Domingo Yun, finca llamada San Juan de Betrán, y más tarde Villa Casilda, en la subida a Miracruz. Tampoco en ella cabían todos los ingresados, y se echó mano del caserío Moneda para pasar a él los treinta enfermos que se pudieron acomodar. Pronto se vio que en forma alguna resolvía esta casería el problema, y se aprovechó el ofrecimiento que de su finca, la casería Baderas (hoy Colegio de Notre Dame) hizo don Antonio María Alberdi, a cambio de desocuparla la tropa allí asentada y que era la del Regimiento inglés de rifles, lo que se logró de la autoridad militar.
FOTO 010. Hospital de Peregrinos. Calle 31 de Agosto. San Sebastián - Donostia
La Junta de Sanidad acordó el traslado del hospital al valle de Loyola. Insignes vecinos de la ciudad cedieron varios caseríos para la habilitación del nuevo complejo sanitario de Loyola. El caserío Urdinzu - Txiki, como hospital, Urdinzu Aundi, como Misericordia, fueron cedidos por Rafael Cornejo. La casa de verano Cristobaldegui, perteneciente al alcalde Alejandro Burgué como botica y lavandería. Los caseríos de Alcano, Plasencia, Olazabaldegui, Labayoa y Montoz para almacén de materiales y enseres sanitarios.
Mientras tanto, el Hospital extramuros, y las Hijas de la Caridad que lo atendían, pasaron también difíciles momentos, hasta que tuvieron que abandonar el edificio en el que se encontraban y establecerse en fincas cedidas en el Barrio de Loyola, debido a los mejores edificios que existían en ese lado y por las condiciones de salubridad. Gracias a todo esto y a las grandes actitudes y dotes de mando de la Madre Supervisora, la cual regía dicho Hospital, continuaron los pobres asistidos convenientemente.
Pero en Enero de 1836 el jefe carlista obligo a la Madre Superiora a establecer un Hospital provisional de 12 camas en Hernani, obligándola a correr con todos los gastos. La localización extramural del complejo de Loyola trajo consigo innumerables quejas por parte, tanto de los enfermos, como de los médicos, atemorizados por los continuos bombardeos carlistas. Incluso se llegó a habilitar un pequeño hospital intramural en el edificio de las viejas escuelas públicas, dotado con 24 camas y atendido por los médicos titulares de la ciudad auxiliados por dos hermanas de la Caridad. Mientras tanto, el Hospital extramural, y las Hijas de la Caridad que lo atendían, pasaron también por difíciles contingencias, hasta que abandonándolo tuvieron que establecerse en fincas cedidas en el Barrio de Loyola.
La estrategia militar obligó a continuos cambios de tropas, lo cual influyó decisivamente sobre el futuro del complejo sanitario. A comienzos del verano de 1836, la Misericordia era trasladada al Palacio de San Juan de Bertrán en la vieja calzada de Pasajes. En el alto de Ategorrieta se habilitaron algunos caseríos para un nuevo complejo sanitario, los de Baderas y de Aguiñenea. El Hospital abandonó el barrio de San Martín después de las Guerras Carlistas. El edificio de San Martín fue ocupado por tropas militares tras haber anulado sus servicios el Hospital y la Misericordia.
4.- PERÍODO (1841 - 1855)
Gracias a las aportaciones de los vecinos afincados en San Juan de Luz y a la notable herencia de Manuel Zabaleta, en 1840, la Junta de Sanidad se animó a emprender la reconstrucción del antiguo convento de San Francisco. Con más de tres millones de reales y gracias a la Real Orden de la Reina María Cristina, cediendo el edificio del convento, se inició la reconstrucción. En mayo de 1840, bajo la dirección del arquitecto Joaquín Ramón Echeveste, comenzaron las obras que se alargarían hasta octubre de 1841, fecha en la que se realizó el traslado de los enfermos al nuevo complejo de Atocha. Todavía, hoy en día, podemos ver uno de sus muros en el depósito municipal de Atocha.
En Octubre de este año fueron trasladados a los nuevos locales los enfermos del Hospital y los pobres de la Misericordia, instalando a los acogidos en condiciones mucho mejores. El aumento considerable de acogidos que hubo desde la construcción del nuevo edificio de San Francisco, trajo la necesidad de mejorar y reglamentar los servicios prestados.
En el 1842 el Ayuntamiento nombró un médico especial de la Beneficencia, relevando, a los titulares de la obligación que tenían de visitar diariamente el Hospital. Así se atendía con mayor facilidad a los enfermos. El nuevo hospital fue creciendo paulatinamente. El 12 de diciembre de 1842, se creó un nuevo servicio de atención a las mujeres de mala vida, aunque su existencia fue breve. Tras varios conflictos entre la Diputación y las Juntas Generales, se decretó su cierre en 1848 por lo escandaloso que resultaba la convivencia con las demás pacientes (al parecer, continuaban trabajando durante su ingreso).
Este centro, bien dotado y sustentado por el municipio, se convirtió en el principal hospital de toda la provincia. Por tal motivo, algunas cercanas poblaciones solicitaron su utilización mediante el pago de cuotas. Así ocurrió con Alza e Igeldo, mediante el abono anual de 1.000 y 800 reales de vellón, respectivamente. Contaba el Hospital de San Francisco con un gran patio rectangular, en cuyos lados menores se limitaba con dos edificios de tres pisos. El lado mayor posterior, con cuatro alturas, se utilizaba de hospicio. Uno de los pabellones bajos se destinó inicialmente para las enfermedades venéreas. Con una superficie de 7.280 varas, tenía capacidad para 100 estancias hospitalarias y 200 de hospicio.
En 1847 se tomó un acuerdo que decía así: “Considerando que el Establecimiento de esta Ciudad es meramente local y para los naturales de la misma (...). Acordó establecer casas de mendicidad para los pobres naturales de la misma provincia”. En el Hospital de San Francisco fueron aumentando las Hijas de la Caridad.
En 1851 se acepta a los pobres de Azpeitia y Bergara en el edificio de San Francisco por algún problema de estos dos distritos. En estos años se observaron abusos. Algunas poblaciones quisieron remitir locos y los enviaron a San Sebastián. La Junta se negó a admitirlos por no ser su misión la de curarlos y por carecer de locales convenientes para ello. Diferentes municipios tomaron acertadas medidas para cuidar en sus mismas jurisdicciones a los vecinos necesarios y dejaron de enviarlos a San Sebastián y algunos, hasta recogieron los que habían venido ya. Aún así el número de acogidos siguió aumentando. Debido a este aumento y a la diversidad de sus procedencias se vio obligado, en 1852, a introducir varias reformas tanto en el edificio de la Junta como en el personal destinado a sus servicios.
Se construyeron seis celdas de castigo, ya que entre los nuevos asilados no faltaban pobres de malísimos antecedentes que, acostumbrados toda su vida a la embriaguez y al desorden, no quisieron oír los caritativos consejos que se les dieron y provocaron fuertes escándalos. A algunos hubo necesidad de expulsarles.
En 1853 se propone la admisión de los enfermos militares bajo determinadas condiciones, pero la Corporación Municipal no lo acepta porque eso exige un capital considerable para invertirlo en nuevos edificios para este servicio. Además podían quedar desatendidos la obligación que tenía el Hospital de socorrer a los desvalidos, huérfanos y desamparados de San Sebastián.
En 1855 se ven en la necesidad de suprimir los socorros a domicilio, mientras no se mejore el estado de la caja. Aunque la caridad del vecindario rayaba muy alto, había muchos viciosos y holgazanes que se aprovechaban de ello. Se crearon las Juntas de Barrio auxiliares de la Municipalidad cuyos recursos eran obtenidos de limosnas voluntarias y de la postulación ejercida conforme al reglamento. En 1854 hubo algunos casos de cólera en España. Esta epidemia no llegó a San Sebastián hasta el siguiente año, 1855. Se instaló en el edificio de San Martín el Hospital de coléricos. Pero la epidemia también se sintió en el edificio de San Francisco que tuvo que ser desalojado por ser un verdadero foco colérico. En Noviembre de ese mismo año (1855) se acabó con dicha enfermedad.
Con el transcurso de los años, el hospital vivió diferentes cambios. Durante el cólera de 1855, fue necesario habilitar dos caseríos para los niños, los de Urdinzu y Elcano de Loyola. Los ancianos se trasladaron a la habilitada plaza de toros extramural y los ingresados al hospital de coléricos de San Martín
5.- PERÍODO (1856 - 1872)
De 1856 a 1868, la Junta siguió proporcionando los auxilios del Hospital y la Misericordia a los naturales y vecinos de esta localidad. Dejó de ocuparse directamente de los socorros domiciliarios por haber confiado tal cuidado a las Juntas auxiliares de Barrio. Tampoco tuvo que atender a los dementes, a excepción de algunos casos raros pues no los recibía en su establecimiento y las estancias causadas por los que se encontraban en los asilos de locos eran costeadas por la Excelentísima Diputación y los ayuntamientos a partes iguales. Su misión se redujo a cuidar de los enfermos y pobres acogidos y a conceder, en casos excepcionales, socorros para lactancias y, para que algunos necesitados pudieran acudir a determinados establecimientos balnearios.
FOTO 011. Batallón de La Libertad. Museo San Telmo.
Los gastos que se originaban eran cubiertos con los ingresos ordinarios que tenían y con los donativos hechos expresamente para inversiones determinadas. Pudieron efectuarse ahorros de cierta consideración que se invirtieron en la adquisición de fondos públicos. Los bailes de carnaval y las rifas de San Antón tenían un resultado productivo. En muchos pueblos se crearon casas de beneficencia. Así disminuyó bastante los acogidos en San Sebastián. Los que quedaron, fueron atendidos en el edificio de San Francisco con todo esmero y cuidado.
En 1857 y en 1864 hubo dos pequeños incendios en el edificio de San Francisco en los que no hubo que lamentar ningún tipo de desgracia personal.
En 1858, en este año se admitieron en el Hospital Civil, por convenio, a todos los desgraciados en accidentes de las obras de las vías del ferrocarril. En este mismo año, el 22 de Febrero, existían en los píos establecimientos 49 enfermos, 404 acogidos y 14 Hermanas de la Caridad.
En 1861 se instala el gas en los píos establecimientos. En el edificio de San Francisco se puede utilizar a partir del 24 de Diciembre de 1864.
En 1865 se admitió el ingreso de enfermos enajenados, siempre vecinos de la ciudad. Sin embargo, este servicio se cerraría en 1868, trasladándose el colectivo a la ciudad de Zaragoza.
En Septiembre de 1868 se da la Revolución. Esto supuso cambios en las instituciones benéficas de esta ciudad. Hubo un cambio completo en el personal de ciertos cargos médicos, el capellán y el maestro de escuela. La caridad privada continuó ayudando a la Beneficencia con muchas limosnas y legados. Pudo darse a los servicios mayor amplitud e introducir algunas otras reformas. Hubo en este año diferentes epidemias de viruela. A estos enfermos se les trataba en edificios independientes.
Se trasladó al edificio de San Francisco la Sala de San Ignacio destinada a venéreas. Se habilitaron dos departamentos para alineados en observación.
En 1879, en el edificio de San Francisco se instaló una nueva sala de enfermedades venéreas, llamada Sala de San Ignacio, y, poco después, otras dos para enajenados. Concluidas las guerras carlistas, la desamortización obligó a la venta de bienes e inmuebles de la Beneficencia. La Junta emprendió en 1876 el proyecto de construir un nuevo hospital en la finca de Manteo.
6.- PERÍODO (1873 - 1886)
De 1873 a 1876 se dio la segunda Guerra Civil Carlista. Vinieron a esta ciudad muchas familias de los pueblos inmediatos por la violencia de la Guerra, y aunque la Junta no tenía obligación no dudó en proteger a los que solicitaban su generosa ayuda. Durante este tiempo en el establecimiento de San Francisco se admitió a los pobres y naturales de esta provincia y se les separó de los propios acogidos, aunque se les trató de igual manera. A causa de la ampliación de servicios hubo necesidad de mayor número de Hermanas encargadas de atender a los enfermos.
FOTO 012 Óleo de Isabel Pellegrini expuesto en el hall central del hospital Miguel Rueda. Obra donada por su autora al inaugurarse el hospital en 1936
En Junio de 1874 la Junta de Beneficencia de San Sebastián solicita al Ayuntamiento de San Sebastián la construcción de un edificio destinado exclusivamente para hospital y suficientemente aislado del centro de la población. Desde 1834 el Hospital ocupaba, con la Misericordia, el convento Franciscano de Jesús ubicado en el barrio de Atocha. La falta de espacio hacía necesaria la construcción de un hospital totalmente independiente de la Misericordia. Pero hasta 1886 la ciudad no pudo contar con un nuevo hospital.
En 1874, el Ayuntamiento solicitó del Gobierno autorización para vender los terrenos y el edificio de la primitiva Casa de Misericordia, en el barrio de San Martín, con el objeto de destinar el producto de su venta a la edificación del nuevo Hospital General. El proyecto quedó paralizado.
En 1877 volvió a plantearse, nuevamente, la edificación del Hospital. Siendo dominante entonces la idea de construir el hospital destinado a la curación de enfermedades contagiosas totalmente independiente del Hospital General, el Ayuntamiento acordó construir primeramente este hospital de contagiosos. Se quería ubicar en un pinar situado en el barrio de Ulía.
En 1878 el proyecto para el Hospital de Contagiosos había obtenido su aprobación, el Ayuntamiento y la Junta de Beneficencia decidieron la construcción del nuevo Hospital General en terrenos del caserío Manteo y encargaron al arquitecto José Goikoa y Barkaiztegi el estudio del consiguiente proyecto. En 1880 el proyecto tuvo la aprobación. Los terrenos del Manteo estaban situados al norte de la ciudad en un punto elevado y cercano al mar.
Entonces el Hospital para Contagiosos sufrió una variación en su emplazamiento. Por fin el Ayuntamiento y la Junta de Beneficencia decidieron su traslado al Hospital General.
En Junio de 1882 el arquitecto José Goikoa y Barkaiztegi dio a conocer un nuevo proyecto del Hospital General. Se concedió más amplitud a la parte destinada a las Hijas de la Caridad, se dispuso de otra manera la capilla y se emplazaron las salas cercanas al nuevo pabellón de contagiosos y se redujo la galería que unía entre sí todos los pabellones.
Los intereses económicos retardaron la construcción del Hospital General. La necesidad de aunar a la belleza la economía impidió la utilización de ricos materiales en sus fachadas porque debían poseer “un carácter armónico en las proporciones sin caer en la suntuosidad”. La fachada principal fue dispuesta hacia el mediodía, lindando con el camino público que conducía al monte Ulía y con la carretera de Irún. La enorme sobriedad de todo el edificio, carente de ornamentación, se reflejaba también en la entrada. El 4 de Diciembre de 1886 el Ayuntamiento hizo entrega del nuevo Hospital de San Antonio Abad a la Junta de Beneficencia y desde entonces funcionó como tal hasta 1960.
FOTO 013 Hospital de Manteo. Foto cedida Sociedad Gastronómica Kondarrak. 1956
BIBLIOGRAFÍA
Novedades Revista 1909 a 1915
San Sebastián Revista Municipal 1950 a 1974
Archivo Histórico de Guipúzcoa (Tolosa)
Estudios de Historia de la Medicina Vasca. Ignacio María Barriola
Diario Vasco 1935 a 2010
La Voz de España y Unidad
Historia de la Ciudad de San Sebastián a través de sus personajes. Javier Sada
La Medicina Donostiarra a comienzos del siglo XX. Ignacio María Barriola Irigoyen
Historia de la Beneficencia de San Sebastián. Berasategui.
Historia de la Sociedad Kondarrak. Manuel Solórzano Sánchez. 2000
El Hospital Civil De San Antonio Abad u Hospital De Manteo, visto por José María Urkia Etxabe en su libro “CIEN AÑOS DE MEDICINA EN GIPUZKOA. 1899 1999”.
Artículos. José Luis Munoa
Eusko Entziklopedia Auñamendi. Bernardo Estornés Lasa
Museo de San Telmo
Ayuntamiento de San Sebastián
FOTOS Y AGRADECIMIENTOS
Sociedad Kondarrak. Familia Fuentes
Sociedad Umore Ona
Sociedad Gímnástica de Ulía. Familia Casanova - Azpiroz
Eusko Entziklopedia Auñamendi. Bernardo Estornés Lasa
María Ángeles Portu Mediavilla
Fotos de Internet
Archivo Fotográfico privado de Manuel Solórzano Sánchez
AUTORES
Nahikari De La Caba Rua y Esther Díaz Bravo. Enfermeras
Jesús Rubio Pilarte *
* Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
jrubiop20@enfermundi.com
Manuel Solórzano Sánchez **
** Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián.
Director de la Revista y vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net
domingo, 11 de julio de 2010
DESCUBRIMIENTO DE LA CIRCULACIÓN DE LA SANGRE
Dicen que durante los tiempos grecorromanos y medievales no surgieron grandes diferencias entre las dos ramas de la Medicina. La más importante era naturalmente, la Medicina interna. En el último siglo de la Edad Media cambia y esta ciencia se empieza a enseñar en las nuevas universidades. Esta circunstancia motivó un enorme aumento de prestigio médico, dicho prestigio se empezó a manifestar a finales de la Edad Media, cuando la dignidad médica se distinguía con certificados y condecoraciones.
En la Edad Moderna con el descubrimiento de la imprenta hizo extender los conocimientos científicos a sectores de la población mucho más extensos que los que hasta entonces habían podido disfrutar de los beneficios del saber. Cuatro hechos dan así carácter al siglo XVI en cuanto a estudios médicos: el descubrimiento de la circulación pulmonar, la introducción de la terapéutica química, la reforma de la anatomía y la transformación de la cirugía.
Foto 001 Farmacia Medieval
Al crecer el prestigio de los médicos, se rompió la unidad social entre ellos y cuantos otros ejercían la Medicina de una u otra forma. Representaban éstos una muchedumbre tumultuosa, establecidos muchos en barracas o toldos en el mercado, donde propagaban sus disparatados preparados durante cierto tiempo para desplazarse después a otra localidad donde ya fueran esperados con impaciencia y por los enfermos que querían curarse de sus convulsiones.
Existía entre aquella picaresca de curanderos un tipo de operadores ambulantes que se especializaron en la extracción de piedras de la cabeza en personas que padecían alguna anomalía cerebral. La llevaban a cabo haciendo un corte en el occipucio del enfermo y dejando caer después, con mucho estrépito, en un recipiente algunas piedras ensangrentadas. En el caso de que se exigiera del cirujano alguna explicación teórica, podía enseñar éste un escrito de Galeno en que estaba descrita la formación de piedras de la mucosidad como una tesis de importancia patológica.
Un grupo mucho más digno de admiración y especializado en Medicina lo formaban los cirujanos de la hernia y de los cálculos. Esta última operación se refería a la apertura de la vejiga urinaria, la cual se practicaba desde abajo cortando la uretra para poder extraer los cálculos urinarios que eran para el enfermo una grave molestia. También estos cirujanos eran normalmente ambulantes.
Foto 002 Galenos
Bañeros y barberos, formaban un grupo más sencillo y no eran ambulantes, y practicaban pequeñas intervenciones, como la ventosa, la extracción de dientes y la sangría. Parecido a este grupo era el de los cirujanos no académicos, que se hacían cargo de las luxaciones, fracturas óseas y heridas de toda clase y, en caso extremo, también las amputaciones.
La historia de la circulación de la sangre en el hombre se va a ir escribiendo a lo largo de los siglos. Desde las afirmaciones de Galeno (129-199) de “que el centro del sistema vascular es el hígado y que la sangre se distribuía por el corazón a la manera de una bomba simple,…” hasta los hallazgos de William Harvey sobre la circulación de la sangre, son numerosas las aportaciones que registra la historia de la Medicina.
En esta larga relación figura un médico árabe Ibn an-Nafis (Damasco, 1205 - El Cairo, 1288) que afirmaba que la sangre era bombeada por el ventrículo derecho a las arterias y éstas la conducían a los pulmones. En estos últimos, las arterias se dividían en vasos cada vez más pequeños que tomaban aire de los pulmones. Desde allí, unos vasos sensiblemente mayores llevaban la sangre al ventrículo izquierdo, desde el cual la sangre era enviada a todo el cuerpo.
Foto 003 Ibn an-Nafis
Es conocido por sus escritos sobre fisiología y medicina. Su voluminoso libro sobre el arte de la medicina, titulado “Kitab al-Shamil”, incluye secciones específicas sobre técnicas quirúrgicas y sobre las obligaciones de los médicos con sus pacientes. También escribió diversos tratados sobre enfermedades oculares y sobre la dieta, así como comentarios a los escritos del médico griego Hipócrates.
Su aportación más destacada fue el descubrimiento de la circulación menor de la sangre (circulación pulmonar), al que llegó seguramente por reflexión pura, ya que la disección estaba prohibida por la ley musulmana; tal aportación se halla en su obra Sharh Tashrrih al-Qanun. Su teoría no fue aceptada por sus contemporáneos; sin embargo, posteriormente, Miguel Servet, que conocía su obra a través de una traducción, formuló en Occidente la misma teoría.
Miguel Servet, teólogo hereje que descubrió la circulación de la sangre
Sus diatribas sobre la Santísima Trinidad y sus descubrimientos sobre el torrente sanguíneo chocaron con la ortodoxia religiosa del siglo XVI. Peregrinó por Europa y provocó debates entre católicos y protestantes hasta que Calvino le condenó a la hoguera.
Este singular personaje del siglo XVI fue, sin pretenderlo, un destacado representante del erasmismo científico. Sus trabajos, ideas y conclusiones recibieron la más furibunda crítica desde todos los ámbitos religiosos del cristianismo. Un mérito poco extendido en aquella Europa dividida por diferentes formas de entender el mensaje cristiano. Aún así, el injusto juicio al que fue sometido y su innegable aportación al avance médico, gracias a su descubrimiento sobre la circulación sanguínea pulmonar, le hacen merecedor de un lugar de privilegio en la galería de personajes ilustres de la Humanidad.
Nació en 1511 en Villanueva de Sigena, un pequeño pueblo de Huesca, donde su padre ejercía el noble oficio de notario. Su formación fue bastante completa pues, cuando abandonó con 13 años su lugar de origen rumbo a Lérida y Barcelona, ya hablaba con suma corrección latín, griego y hebreo. Con 15 años consiguió ser discípulo protegido de Fray José de Quintana, quien se convertiría en confesor personal del emperador Carlos V. Precisamente Miguel, en compañía de su maestro, asistió a la coronación imperial celebrada en Bolonia en 1529. A decir verdad, sus años adolescentes le marcaron con profundidad a la hora de emprender sus constantes retos teológicos y científicos. Su formación académica quedó resuelta en su estancia por tierras francesas donde se impregnó de los aires intelectuales reformistas de aquellos lares. Estas tendencias conjugaron a la perfección con su talante obstinado e independiente, dando rienda suelta a su pensamiento libre y rebelde.
Foto 004 Miguel Servato y Conesa
Con 19 años fue acusado de hereje por formular algunas hipótesis sobre la supuesta falsedad trinitaria de Dios. En 1531 publicó su primera obra cuyo título no invitaba al engaño: De Trinitatis Erroribus, planteamiento que quedó reforzado un año más tarde con la publicación de Dialogorum de trinitate libri duo, y De iustitia regni Christi capitula quattuor. Estos textos le procuraron encendidos ataques de protestantes y católicos. La Santa Inquisición condenó sus trabajos y ya nunca pudo regresar a su patria por temor a ser juzgado y quemado en la hoguera.
Servet, fiel a su espíritu y a sus postulados analíticos sobre la religión, inició desde entonces un peregrinaje por algunos territorios europeos.
De Alemania pasó a Francia, donde conoció al reformista Calvino con quien, por supuesto, terminó discutiendo acaloradamente. Una vez más, el incómodo aragonés tuvo que huir. En esta ocasión salió de París con destino a Lyon, ciudad en la que trabó relación profesional con unos impresores, los cuales le encargaron tres ediciones de la Biblia y dos sobre las obras de Ptolomeo. Fueron unos años de relativa paz en los que hizo amistad con el médico Champier, quien inculcó a Servet su amor por la medicina.
Gracias a ello decidió ingresar en la Universidad de París dispuesto a ser galeno, oficio que practicó desde entonces con cierta notoriedad por algunos pueblos y ciudades de Francia, afincándose, finalmente, en la localidad de Vienne. Allí permaneció como médico personal del obispo local hasta 1553, año en el que sus publicaciones, discrepancias y rebeldías le condujeron a la cárcel por hereje. Hasta ese momento, Miguel Servet ya había publicado abundante material, no sólo sobre teología, sino también sobre la disciplina médica. Y, en ese sentido, debemos hablar de su principal obra, titulada "Christianismi Restitutio", esbozada durante años y publicada en enero de 1553.
Foto 005 Portada de la primera edición de Christianismi Restitutio (1553
En el texto se explicaba en un apartado, a modo de sencilla digresión, nada menos que la circulación sanguínea pulmonar, hecho observado minuciosamente por él como galeno y desconocido para el resto de los mortales. Lo curioso de esta historia radica en que el científico aragonés no incluyó el hallazgo en ninguna obra dedicada a la fisiología y sí, en cambio, lo hizo con un texto teológico. Servet pensaba que el alma humana estaba confortablemente instalada en la sangre, y de ahí su interés por averiguar cómo transitaba el líquido vital por el cuerpo humano.
El escándalo fue mayúsculo y, aunque logró escapar de su encierro inicial en Vienne, al fin fue capturado mientras asistía camuflado a un sermón de Calvino en Ginebra (Suiza). El implacable dictador religioso no quiso escuchar las peticiones de clemencia del aragonés y, sin dilación, preparó un juicio sumarísimo en el que se le negó abogado defensor.
La sentencia se dictó casi de inmediato siendo conducido al día siguiente a Champel, lugar donde se celebró su ejecución mediante la pena de ser quemado en la hoguera utilizándose leña verde para que la agonía fuera más lenta. Tenía 42 años y había conseguido polemizar con todos los sectores recalcitrantes del cristianismo.
En 1559 el italiano Realdo Colombo (1516-1559) realizaba una detallada teoría sobre la “circulación menor”.
La particular historia de la circulación de la sangre culmina cuando en 1628 William Harvey publica “Exercitatio anatomica de motu cordis et sanguinis in animalibus”, es una obra que Harvey empezó a escribir en 1615, en su Diario, pero temiendo, con razón, las críticas que podía despertar su revolucionaria teoría, decidió permanecer en silencio e ir madurando su hipótesis.
Foto 006 «Exercitatio Anatomica De Motu Cordis et Sanguinis in Animalibus»
El pequeño tratado de Harvey Sobre el Movimiento del Corazón y la Sangre publicado en 1628 señala el fin de concepto estático del organismo y el nacimiento de una nueva ciencia: la fisiología. Se inicia entonces una larga y tenaz lucha contra la audaz teoría, a la cual faltaba, en verdad, una última y decisiva prueba, que dio en 1661 el italiano Marcelo Malpighi.
Harwey nació en 1578, en Folkstone el 1 de abril de 1578 y fallece en Londres el 3 de junio de 1657. Ingresa y estudia en el Grammar School de Canterbury a los 10 años. Posteriormente, en el Gonville and Caius College, donde empezó a orientar su vida hacia la ciencia., donde obtuvo el título de Bachiller en Artes. Más tarde, decide estudiar medicina y atraído por la fama de la Escuela de Papua (fundada por Fallopio) se va en 1598, donde reside hasta 1602, que es cuando obtiene el título de doctor y tiene como profesor a Girolamo Fabrizio, quien le enseña unos hallazgos anatómicos y embriológicos que van a ser decisivos en su orientación y desarrollo dentro de la embriología y fisiología. En sus viajes por Italia conoce a Galileo. Estando estudiando conoce las teorías de Miguel Server, que fueron lo que le motivaron para investigar la circulación de la sangre.
Foto 007 William Harvey
En 1604 en Inglaterra, contrae matrimonio con la hija del afamado médico londinense Lancelot Brown y abre su consulta profesional en Londres. Pero el afán científico que despertó en él Fabrizio le lleva a solicitar en 1607 del Royal College of Physicians el cargo de profesor en un curso de Anatomía. En 1609 es nombrado médico del Hospital de San Bartolomé de Londres, cargo que ostentará durante más 37 años y en abril de 1616 aparecen unas notas suyas con unas ideas revolucionarias sobre la circulación sanguínea, además y por encargo del Royal Collage, imparte el prestigioso curso anual de Anatomía, conocido como “Lumelian Lectures”.
Pero hasta 1628 no publica definitivamente su descubrimiento, que le da gloria y aumenta su prestigio. En 1632, Carlos I le nombra médico de Cámara, y en la guerra civil le encomienda el cuidado de sus hijos. Su gran lealtad al rey le hace acompañarle en su retirada a Oxford, en 1642, donde fue maestro y director en el Merton Collage de Oxford. En 1646 regresa a su casa de campo en Londres y en 1651 publica su concepción de la embriología “Exercitationes de generatione animalium”.
Todos estos descubrimientos suscitaron una gran polémica, ya que los galenistas negaron toda validez a sus conclusiones.
Foto 008 Clase de anatomía de William Harvey al Rey Carlos I
Con algún que otro error, Harvey había demostrado por primera vez la circulación mayor. Sólo faltaba encontrar cómo llegaba la sangre de las arterias a la venas. Una solución que aportará el fisiólogo italiano Marcelo Malpighi (1628-1694) quien, en 1660, comprobará a través del microscopio, que las arterias y venas se comunican a través de los capilares.
Foto 009 Marcelo Malpighi
Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764), nacido en Orense, ingresó en la Orden Benedic-tina en el Monasterio de Samos. Estudió en Salamanca y fue catedrático en la Universi-dad de Oviedo, iniciando sus escritos en el Monasterio de San Vicente. Es el filósofo español más importante del siglo XVIII.
Feijoo reivindicó para España el descubrimiento de la circulación pulmonar de la sangre, tanto a favor de Miguel Servet, heterodoxo al que no debió de ver con buenos ojos, como al del veterinario burgalés Francisco Reyna, al que destaca, por describirla en su «Libro de Albeitería» en 1552, después de que el aragonés de Villanueva de Sijena la expusiera en su “Christianismi Restitutio”, obra que por supuesto no pudo leer Feijóo.
Servet corrige el error galénico por el cual la sangre de la aurícula derecha del corazón pasaba directamente a la izquierda, dando así a luz su hallazgo que él integra en un ejercicio teológico anatómico dirigido a demostrar que el alma, entendida ésta como el espíritu universal platónico, entra al cuerpo ya desde la primera inspiración del neonato a través de los pulmones para alojarse en la sangre que, procedente del hígado y vivificada en los pulmones, llega al corazón para distribuirse desde aquí por todo el organismo. No hay una motivación médica en la descripción de Servet para quien la relevancia de este hallazgo es de índole teológica. De ahí que el hallazgo lo publicara en un libro de teología del cual casi todos sus ejemplares ardieron, a más inri, en la misma hoguera que acabó con su vida.
Foto 010 Benito Jerónimo Feijoo
Feijoo en sus; Cartas eruditas y curiosas. (Tomo tercero -Carta XXVIII), escribe sobre: El descubrimiento de la circulación de la Sangre, hecho por un Albeitar (veterinario; del griego, hipos=caballo e iatros=médico) Español, en la que cita reiteradamente a Miguel Servet, motivo por el que resumo a continuación su carta.
Feijoo empieza preguntando: ¿Es posible, que un Albeitar Español haya sido el primer descubridor de la circulación de la Sangre?, Y continúa afirmando que hay un libro de Albeitería, impreso en Burgos en casa de Felipe de la Junta el año de 1564, siendo su Autor el Albeitar Francisco de la Reina, y copia un pasaje del capítulo 94 de dicho libro, tan claro, tan decisivo en orden a la circulación de la sangre, que hace evidente, que el expresado Reina la conoció: Por manera, que la sangre anda en torno, y en rue-da por todos los miembros, excluye toda duda.
Servet, imprimió su citada obra en Basilea en 1531, y “no hay duda en que habría sido el primero que con mas acierto describió el mecanismo de la circulación, porque sus palabras no están expuestas a esas interpretaciones violentas que desvirtúan las de otros escritores a quienes se quiere conceder igual merito” .No consta, que antes de Harvey algún Médico, o Filósofo haya hablado distintamente de la circulación, con la voz circulación, ni con otra equivalente, a excepción de nuestro Albeitar, que claramente dejó escrito, que “la sangre anda en torno, y rueda por todos los miembros”.
Tanto Miguel Serveto Conesa como Francisco de la Reina, eran españoles y dentro de España queda siempre la gloria del descubrimiento de la circulación; Si fue Servet, de ningún modo perjudica a la particular del Albeitar; pues no pudiendo éste tener noticia del descubrimiento hecho por Servet, que, como asegura el Barón de Leibniz, se ignoró hasta hace muy poco tiempo, sólo en fuerza de un ingenio sagacísimo pudieron arribar al propio conocimiento. No hubo menester tanta sagacidad Harvey, porque halló la ciencia anatómica mucho más adelantada que estaba en tiempo de Servet y el Albeitar; que sólo por observaciones anatómicas se podría descubrir.
Foto 011 Circulación sanguínea según William Harvey
Concluye lamentándose de que la gloria del descubrimiento se la apropien extranjeros, con las siguientes palabras: Es cosa admirable, que sólo por dos ejemplares del Libro del Albeitar la Reina, que se salvaron de las injurias del tiempo, se haya conservado la memoria de este feliz descubrimiento, y que sólo por el accidente de tener un amigo uno de estos dos ejemplares, haya llegado a mí la noticia.
Verdaderamente no hay voces con que ponderar la negligencia, el descuido, y aun la insensibilidad de nuestros Españoles, en orden a todo aquello que puede dar algún lustre al ingenio literario de la Nación; siendo mucho más reprehensible esta negligencia, respecto de los inventos útiles, en todos tiempos tan gloriosos, que los antiguos Gentiles elevaron los Inventores a la esfera de Deidades.
El que a juicio de Feijoo, describió de una manera clara y sencilla la gran circulación llamada después Harveyana, fue Francisco de la Reina, maestro veterinario, natural y vecino de la ciudad de Zamora y luego de Burgos, que en un libro de Albeitería, que escribió, según cálculos muy fundados, por los años 1532, en el capitulo XCIV se expresó del modo siguiente: "Si te preguntaren por que razón cuando desgobiernan un caballo de los brazos o de las piernas, sale sangre de la parte baja y no de la parte alta, responde: porque se entienda esta cuestión, habéis de saber, que las venas capitales salen de hígado y las arterias del corazón: y estas venas capita-les van repartidas por los miembros de esta manera: en ramos y miseraycas por las partes de fuera de los brazos y piernas, y van al instrumento de los cascos (vasos), y de allí se tornan estas miseraycas a infundir por las venas capitales, que suben desde los cascos por los brazos a la parte de dentro. Por manera que las venas de las partes de fuera tienen por oficio de llevar la sangre para arriba. Por manera que la sangre anda en torno y en rueda por todos los miembros, y unas venas que tienen por oficio de llevar el nutrimiento por las partes de fuera y otras por las partes de dentro, hasta el emperador del cuerpo, que es el corazón, al cual todos los miembros obedecen. Esta es la razón de esta pregunta". Este párrafo está copiado de la edición del Libro de Albeitería de 1564, que está conforme con la de 1552.
Foto 012 Libro y portada de Miguel Servet
Véase, pues, prosigue Feijoo, de una manera clara y terminante comprendido y expresado por Francisco de la Reina, “el movimiento y curso circulatorio de la sangre. Aquí no hay que andar exprimiendo la letra y dando tortura al entendimiento para hallar lo que se busca, porque hasta la misma sencillez de expresión que usa el autor, le pone al alcance del menos entendido. Pues, a pesar de esto, a pesar de que el libro de Reina andaba ya impreso por los años 1536, que se reimprimió en 1552, 1564 y 1580 el médico inglés Guillermo Harvey, como ya hemos indicado, se levantó con la gloria de ser el autor del descubrimiento de la circulación de la sangre.
Esta usurpación es harto patente. Harvey nació en el año 1578, medio siglo después de escrita la obra del albéitar español”.
En la Edad Moderna con el descubrimiento de la imprenta hizo extender los conocimientos científicos a sectores de la población mucho más extensos que los que hasta entonces habían podido disfrutar de los beneficios del saber. Cuatro hechos dan así carácter al siglo XVI en cuanto a estudios médicos: el descubrimiento de la circulación pulmonar, la introducción de la terapéutica química, la reforma de la anatomía y la transformación de la cirugía.
Foto 001 Farmacia Medieval
Al crecer el prestigio de los médicos, se rompió la unidad social entre ellos y cuantos otros ejercían la Medicina de una u otra forma. Representaban éstos una muchedumbre tumultuosa, establecidos muchos en barracas o toldos en el mercado, donde propagaban sus disparatados preparados durante cierto tiempo para desplazarse después a otra localidad donde ya fueran esperados con impaciencia y por los enfermos que querían curarse de sus convulsiones.
Existía entre aquella picaresca de curanderos un tipo de operadores ambulantes que se especializaron en la extracción de piedras de la cabeza en personas que padecían alguna anomalía cerebral. La llevaban a cabo haciendo un corte en el occipucio del enfermo y dejando caer después, con mucho estrépito, en un recipiente algunas piedras ensangrentadas. En el caso de que se exigiera del cirujano alguna explicación teórica, podía enseñar éste un escrito de Galeno en que estaba descrita la formación de piedras de la mucosidad como una tesis de importancia patológica.
Un grupo mucho más digno de admiración y especializado en Medicina lo formaban los cirujanos de la hernia y de los cálculos. Esta última operación se refería a la apertura de la vejiga urinaria, la cual se practicaba desde abajo cortando la uretra para poder extraer los cálculos urinarios que eran para el enfermo una grave molestia. También estos cirujanos eran normalmente ambulantes.
Foto 002 Galenos
Bañeros y barberos, formaban un grupo más sencillo y no eran ambulantes, y practicaban pequeñas intervenciones, como la ventosa, la extracción de dientes y la sangría. Parecido a este grupo era el de los cirujanos no académicos, que se hacían cargo de las luxaciones, fracturas óseas y heridas de toda clase y, en caso extremo, también las amputaciones.
La historia de la circulación de la sangre en el hombre se va a ir escribiendo a lo largo de los siglos. Desde las afirmaciones de Galeno (129-199) de “que el centro del sistema vascular es el hígado y que la sangre se distribuía por el corazón a la manera de una bomba simple,…” hasta los hallazgos de William Harvey sobre la circulación de la sangre, son numerosas las aportaciones que registra la historia de la Medicina.
En esta larga relación figura un médico árabe Ibn an-Nafis (Damasco, 1205 - El Cairo, 1288) que afirmaba que la sangre era bombeada por el ventrículo derecho a las arterias y éstas la conducían a los pulmones. En estos últimos, las arterias se dividían en vasos cada vez más pequeños que tomaban aire de los pulmones. Desde allí, unos vasos sensiblemente mayores llevaban la sangre al ventrículo izquierdo, desde el cual la sangre era enviada a todo el cuerpo.
Foto 003 Ibn an-Nafis
Es conocido por sus escritos sobre fisiología y medicina. Su voluminoso libro sobre el arte de la medicina, titulado “Kitab al-Shamil”, incluye secciones específicas sobre técnicas quirúrgicas y sobre las obligaciones de los médicos con sus pacientes. También escribió diversos tratados sobre enfermedades oculares y sobre la dieta, así como comentarios a los escritos del médico griego Hipócrates.
Su aportación más destacada fue el descubrimiento de la circulación menor de la sangre (circulación pulmonar), al que llegó seguramente por reflexión pura, ya que la disección estaba prohibida por la ley musulmana; tal aportación se halla en su obra Sharh Tashrrih al-Qanun. Su teoría no fue aceptada por sus contemporáneos; sin embargo, posteriormente, Miguel Servet, que conocía su obra a través de una traducción, formuló en Occidente la misma teoría.
Miguel Servet, teólogo hereje que descubrió la circulación de la sangre
Sus diatribas sobre la Santísima Trinidad y sus descubrimientos sobre el torrente sanguíneo chocaron con la ortodoxia religiosa del siglo XVI. Peregrinó por Europa y provocó debates entre católicos y protestantes hasta que Calvino le condenó a la hoguera.
Este singular personaje del siglo XVI fue, sin pretenderlo, un destacado representante del erasmismo científico. Sus trabajos, ideas y conclusiones recibieron la más furibunda crítica desde todos los ámbitos religiosos del cristianismo. Un mérito poco extendido en aquella Europa dividida por diferentes formas de entender el mensaje cristiano. Aún así, el injusto juicio al que fue sometido y su innegable aportación al avance médico, gracias a su descubrimiento sobre la circulación sanguínea pulmonar, le hacen merecedor de un lugar de privilegio en la galería de personajes ilustres de la Humanidad.
Nació en 1511 en Villanueva de Sigena, un pequeño pueblo de Huesca, donde su padre ejercía el noble oficio de notario. Su formación fue bastante completa pues, cuando abandonó con 13 años su lugar de origen rumbo a Lérida y Barcelona, ya hablaba con suma corrección latín, griego y hebreo. Con 15 años consiguió ser discípulo protegido de Fray José de Quintana, quien se convertiría en confesor personal del emperador Carlos V. Precisamente Miguel, en compañía de su maestro, asistió a la coronación imperial celebrada en Bolonia en 1529. A decir verdad, sus años adolescentes le marcaron con profundidad a la hora de emprender sus constantes retos teológicos y científicos. Su formación académica quedó resuelta en su estancia por tierras francesas donde se impregnó de los aires intelectuales reformistas de aquellos lares. Estas tendencias conjugaron a la perfección con su talante obstinado e independiente, dando rienda suelta a su pensamiento libre y rebelde.
Foto 004 Miguel Servato y Conesa
Con 19 años fue acusado de hereje por formular algunas hipótesis sobre la supuesta falsedad trinitaria de Dios. En 1531 publicó su primera obra cuyo título no invitaba al engaño: De Trinitatis Erroribus, planteamiento que quedó reforzado un año más tarde con la publicación de Dialogorum de trinitate libri duo, y De iustitia regni Christi capitula quattuor. Estos textos le procuraron encendidos ataques de protestantes y católicos. La Santa Inquisición condenó sus trabajos y ya nunca pudo regresar a su patria por temor a ser juzgado y quemado en la hoguera.
Servet, fiel a su espíritu y a sus postulados analíticos sobre la religión, inició desde entonces un peregrinaje por algunos territorios europeos.
De Alemania pasó a Francia, donde conoció al reformista Calvino con quien, por supuesto, terminó discutiendo acaloradamente. Una vez más, el incómodo aragonés tuvo que huir. En esta ocasión salió de París con destino a Lyon, ciudad en la que trabó relación profesional con unos impresores, los cuales le encargaron tres ediciones de la Biblia y dos sobre las obras de Ptolomeo. Fueron unos años de relativa paz en los que hizo amistad con el médico Champier, quien inculcó a Servet su amor por la medicina.
Gracias a ello decidió ingresar en la Universidad de París dispuesto a ser galeno, oficio que practicó desde entonces con cierta notoriedad por algunos pueblos y ciudades de Francia, afincándose, finalmente, en la localidad de Vienne. Allí permaneció como médico personal del obispo local hasta 1553, año en el que sus publicaciones, discrepancias y rebeldías le condujeron a la cárcel por hereje. Hasta ese momento, Miguel Servet ya había publicado abundante material, no sólo sobre teología, sino también sobre la disciplina médica. Y, en ese sentido, debemos hablar de su principal obra, titulada "Christianismi Restitutio", esbozada durante años y publicada en enero de 1553.
Foto 005 Portada de la primera edición de Christianismi Restitutio (1553
En el texto se explicaba en un apartado, a modo de sencilla digresión, nada menos que la circulación sanguínea pulmonar, hecho observado minuciosamente por él como galeno y desconocido para el resto de los mortales. Lo curioso de esta historia radica en que el científico aragonés no incluyó el hallazgo en ninguna obra dedicada a la fisiología y sí, en cambio, lo hizo con un texto teológico. Servet pensaba que el alma humana estaba confortablemente instalada en la sangre, y de ahí su interés por averiguar cómo transitaba el líquido vital por el cuerpo humano.
El escándalo fue mayúsculo y, aunque logró escapar de su encierro inicial en Vienne, al fin fue capturado mientras asistía camuflado a un sermón de Calvino en Ginebra (Suiza). El implacable dictador religioso no quiso escuchar las peticiones de clemencia del aragonés y, sin dilación, preparó un juicio sumarísimo en el que se le negó abogado defensor.
La sentencia se dictó casi de inmediato siendo conducido al día siguiente a Champel, lugar donde se celebró su ejecución mediante la pena de ser quemado en la hoguera utilizándose leña verde para que la agonía fuera más lenta. Tenía 42 años y había conseguido polemizar con todos los sectores recalcitrantes del cristianismo.
En 1559 el italiano Realdo Colombo (1516-1559) realizaba una detallada teoría sobre la “circulación menor”.
La particular historia de la circulación de la sangre culmina cuando en 1628 William Harvey publica “Exercitatio anatomica de motu cordis et sanguinis in animalibus”, es una obra que Harvey empezó a escribir en 1615, en su Diario, pero temiendo, con razón, las críticas que podía despertar su revolucionaria teoría, decidió permanecer en silencio e ir madurando su hipótesis.
Foto 006 «Exercitatio Anatomica De Motu Cordis et Sanguinis in Animalibus»
El pequeño tratado de Harvey Sobre el Movimiento del Corazón y la Sangre publicado en 1628 señala el fin de concepto estático del organismo y el nacimiento de una nueva ciencia: la fisiología. Se inicia entonces una larga y tenaz lucha contra la audaz teoría, a la cual faltaba, en verdad, una última y decisiva prueba, que dio en 1661 el italiano Marcelo Malpighi.
Harwey nació en 1578, en Folkstone el 1 de abril de 1578 y fallece en Londres el 3 de junio de 1657. Ingresa y estudia en el Grammar School de Canterbury a los 10 años. Posteriormente, en el Gonville and Caius College, donde empezó a orientar su vida hacia la ciencia., donde obtuvo el título de Bachiller en Artes. Más tarde, decide estudiar medicina y atraído por la fama de la Escuela de Papua (fundada por Fallopio) se va en 1598, donde reside hasta 1602, que es cuando obtiene el título de doctor y tiene como profesor a Girolamo Fabrizio, quien le enseña unos hallazgos anatómicos y embriológicos que van a ser decisivos en su orientación y desarrollo dentro de la embriología y fisiología. En sus viajes por Italia conoce a Galileo. Estando estudiando conoce las teorías de Miguel Server, que fueron lo que le motivaron para investigar la circulación de la sangre.
Foto 007 William Harvey
En 1604 en Inglaterra, contrae matrimonio con la hija del afamado médico londinense Lancelot Brown y abre su consulta profesional en Londres. Pero el afán científico que despertó en él Fabrizio le lleva a solicitar en 1607 del Royal College of Physicians el cargo de profesor en un curso de Anatomía. En 1609 es nombrado médico del Hospital de San Bartolomé de Londres, cargo que ostentará durante más 37 años y en abril de 1616 aparecen unas notas suyas con unas ideas revolucionarias sobre la circulación sanguínea, además y por encargo del Royal Collage, imparte el prestigioso curso anual de Anatomía, conocido como “Lumelian Lectures”.
Pero hasta 1628 no publica definitivamente su descubrimiento, que le da gloria y aumenta su prestigio. En 1632, Carlos I le nombra médico de Cámara, y en la guerra civil le encomienda el cuidado de sus hijos. Su gran lealtad al rey le hace acompañarle en su retirada a Oxford, en 1642, donde fue maestro y director en el Merton Collage de Oxford. En 1646 regresa a su casa de campo en Londres y en 1651 publica su concepción de la embriología “Exercitationes de generatione animalium”.
Todos estos descubrimientos suscitaron una gran polémica, ya que los galenistas negaron toda validez a sus conclusiones.
Foto 008 Clase de anatomía de William Harvey al Rey Carlos I
Con algún que otro error, Harvey había demostrado por primera vez la circulación mayor. Sólo faltaba encontrar cómo llegaba la sangre de las arterias a la venas. Una solución que aportará el fisiólogo italiano Marcelo Malpighi (1628-1694) quien, en 1660, comprobará a través del microscopio, que las arterias y venas se comunican a través de los capilares.
Foto 009 Marcelo Malpighi
Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764), nacido en Orense, ingresó en la Orden Benedic-tina en el Monasterio de Samos. Estudió en Salamanca y fue catedrático en la Universi-dad de Oviedo, iniciando sus escritos en el Monasterio de San Vicente. Es el filósofo español más importante del siglo XVIII.
Feijoo reivindicó para España el descubrimiento de la circulación pulmonar de la sangre, tanto a favor de Miguel Servet, heterodoxo al que no debió de ver con buenos ojos, como al del veterinario burgalés Francisco Reyna, al que destaca, por describirla en su «Libro de Albeitería» en 1552, después de que el aragonés de Villanueva de Sijena la expusiera en su “Christianismi Restitutio”, obra que por supuesto no pudo leer Feijóo.
Servet corrige el error galénico por el cual la sangre de la aurícula derecha del corazón pasaba directamente a la izquierda, dando así a luz su hallazgo que él integra en un ejercicio teológico anatómico dirigido a demostrar que el alma, entendida ésta como el espíritu universal platónico, entra al cuerpo ya desde la primera inspiración del neonato a través de los pulmones para alojarse en la sangre que, procedente del hígado y vivificada en los pulmones, llega al corazón para distribuirse desde aquí por todo el organismo. No hay una motivación médica en la descripción de Servet para quien la relevancia de este hallazgo es de índole teológica. De ahí que el hallazgo lo publicara en un libro de teología del cual casi todos sus ejemplares ardieron, a más inri, en la misma hoguera que acabó con su vida.
Foto 010 Benito Jerónimo Feijoo
Feijoo en sus; Cartas eruditas y curiosas. (Tomo tercero -Carta XXVIII), escribe sobre: El descubrimiento de la circulación de la Sangre, hecho por un Albeitar (veterinario; del griego, hipos=caballo e iatros=médico) Español, en la que cita reiteradamente a Miguel Servet, motivo por el que resumo a continuación su carta.
Feijoo empieza preguntando: ¿Es posible, que un Albeitar Español haya sido el primer descubridor de la circulación de la Sangre?, Y continúa afirmando que hay un libro de Albeitería, impreso en Burgos en casa de Felipe de la Junta el año de 1564, siendo su Autor el Albeitar Francisco de la Reina, y copia un pasaje del capítulo 94 de dicho libro, tan claro, tan decisivo en orden a la circulación de la sangre, que hace evidente, que el expresado Reina la conoció: Por manera, que la sangre anda en torno, y en rue-da por todos los miembros, excluye toda duda.
Servet, imprimió su citada obra en Basilea en 1531, y “no hay duda en que habría sido el primero que con mas acierto describió el mecanismo de la circulación, porque sus palabras no están expuestas a esas interpretaciones violentas que desvirtúan las de otros escritores a quienes se quiere conceder igual merito” .No consta, que antes de Harvey algún Médico, o Filósofo haya hablado distintamente de la circulación, con la voz circulación, ni con otra equivalente, a excepción de nuestro Albeitar, que claramente dejó escrito, que “la sangre anda en torno, y rueda por todos los miembros”.
Tanto Miguel Serveto Conesa como Francisco de la Reina, eran españoles y dentro de España queda siempre la gloria del descubrimiento de la circulación; Si fue Servet, de ningún modo perjudica a la particular del Albeitar; pues no pudiendo éste tener noticia del descubrimiento hecho por Servet, que, como asegura el Barón de Leibniz, se ignoró hasta hace muy poco tiempo, sólo en fuerza de un ingenio sagacísimo pudieron arribar al propio conocimiento. No hubo menester tanta sagacidad Harvey, porque halló la ciencia anatómica mucho más adelantada que estaba en tiempo de Servet y el Albeitar; que sólo por observaciones anatómicas se podría descubrir.
Foto 011 Circulación sanguínea según William Harvey
Concluye lamentándose de que la gloria del descubrimiento se la apropien extranjeros, con las siguientes palabras: Es cosa admirable, que sólo por dos ejemplares del Libro del Albeitar la Reina, que se salvaron de las injurias del tiempo, se haya conservado la memoria de este feliz descubrimiento, y que sólo por el accidente de tener un amigo uno de estos dos ejemplares, haya llegado a mí la noticia.
Verdaderamente no hay voces con que ponderar la negligencia, el descuido, y aun la insensibilidad de nuestros Españoles, en orden a todo aquello que puede dar algún lustre al ingenio literario de la Nación; siendo mucho más reprehensible esta negligencia, respecto de los inventos útiles, en todos tiempos tan gloriosos, que los antiguos Gentiles elevaron los Inventores a la esfera de Deidades.
El que a juicio de Feijoo, describió de una manera clara y sencilla la gran circulación llamada después Harveyana, fue Francisco de la Reina, maestro veterinario, natural y vecino de la ciudad de Zamora y luego de Burgos, que en un libro de Albeitería, que escribió, según cálculos muy fundados, por los años 1532, en el capitulo XCIV se expresó del modo siguiente: "Si te preguntaren por que razón cuando desgobiernan un caballo de los brazos o de las piernas, sale sangre de la parte baja y no de la parte alta, responde: porque se entienda esta cuestión, habéis de saber, que las venas capitales salen de hígado y las arterias del corazón: y estas venas capita-les van repartidas por los miembros de esta manera: en ramos y miseraycas por las partes de fuera de los brazos y piernas, y van al instrumento de los cascos (vasos), y de allí se tornan estas miseraycas a infundir por las venas capitales, que suben desde los cascos por los brazos a la parte de dentro. Por manera que las venas de las partes de fuera tienen por oficio de llevar la sangre para arriba. Por manera que la sangre anda en torno y en rueda por todos los miembros, y unas venas que tienen por oficio de llevar el nutrimiento por las partes de fuera y otras por las partes de dentro, hasta el emperador del cuerpo, que es el corazón, al cual todos los miembros obedecen. Esta es la razón de esta pregunta". Este párrafo está copiado de la edición del Libro de Albeitería de 1564, que está conforme con la de 1552.
Foto 012 Libro y portada de Miguel Servet
Véase, pues, prosigue Feijoo, de una manera clara y terminante comprendido y expresado por Francisco de la Reina, “el movimiento y curso circulatorio de la sangre. Aquí no hay que andar exprimiendo la letra y dando tortura al entendimiento para hallar lo que se busca, porque hasta la misma sencillez de expresión que usa el autor, le pone al alcance del menos entendido. Pues, a pesar de esto, a pesar de que el libro de Reina andaba ya impreso por los años 1536, que se reimprimió en 1552, 1564 y 1580 el médico inglés Guillermo Harvey, como ya hemos indicado, se levantó con la gloria de ser el autor del descubrimiento de la circulación de la sangre.
Esta usurpación es harto patente. Harvey nació en el año 1578, medio siglo después de escrita la obra del albéitar español”.
Foto 013 Enfermería, consultorio medieval
Bibliografía
Anécdotas y curiosidades a través de la Historia de la Medicina. 1994
http://www.portalplanetasedna.com.ar/harvey.htm
http://www.servetus.org/en/news-events/articulos/20050504.htm
http://www.servetus.org/en/news-events/articulos/20050530.htm
Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Donostia de San Sebastián.
Director de la Revista y vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro del Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
Miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net
Bibliografía
Anécdotas y curiosidades a través de la Historia de la Medicina. 1994
http://www.portalplanetasedna.com.ar/harvey.htm
http://www.servetus.org/en/news-events/articulos/20050504.htm
http://www.servetus.org/en/news-events/articulos/20050530.htm
Manuel Solórzano Sánchez
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