jueves, 6 de septiembre de 2012

PRACTICANTE Y MÉDICO CIRUJANO DONOSTIARRA



DÁMASO SÁNCHEZ MARCO

Ha sido un verdadero placer poder hacerle esta entrevista sobre su vida al Dr. Dámaso Sánchez y su mujer Pepita. A sus 92 años, mantiene una charla fluida y sus recuerdos permanecen en su corazón y cuando algún nombre se le resiste, está detrás Pepita recordándole, nombres, fechas y anécdotas vividas. Este relato no habría sido posible sin la especial colaboración de su hija María José, que está muy orgullosa de sus padres.

Hoy en día aunque viven retirados, siguen estando activos en sus recuerdos y en esa vida dedicada totalmente a los demás. Por su sapiencia y experiencia ha tenido la suerte de formar a muchísimos médicos y enfermeras en todos los hospitales en los que ha trabajado, dejando un fantástico recuerdo. Hoy quiero rendirle desde estas páginas un emotivo homenaje por su trayectoria como profesional, y su trato humano. Gracias Dámaso, Pepita y María José.

Con todo el material recogido en las entrevistas, hemos redactado el texto a modo de autobiografía.


FOTO 001 María José, Dámaso y Pepita

Su Vida contada por él mismo
Nací en San Sebastián el 28/05/1920, en la calle Padre Larroca número 1 en el barrio de Gros. Ahora vivo en la calle Miracruz.

Hay una leyenda africana que dice que “los elefantes van a morir donde nacen”, yo vivo a 100 metros de donde nací.

Mi padre Dámaso Sánchez (nació en Toledo) era empresario y mi madre, Josefa Marco (nació en Valencia), su profesión ama de casa. Tuve un hermano, Alfonso que trabajó en Iberduero.


FOTO 002 Dámaso. Su Clase del Sagrado Corazón. Club La Esperanza 1942-43

Estudié en el Sagrado Corazón (entonces estaba en la calle Sánchez Toca, detrás de la Biblioteca Koldo Mitxelena) hasta los 18 años, donde acabé el bachillerato.

Empezó la Guerra Civil Española, movilizaron a mi quinta y allí fui con 18 años a Pamplona. Posteriormente me mandaron al frente, al peor sitio en el Frente del Ebro, estuve en el “Regimiento América” como cabo de Infantería, era el batallón de Ametralladoras y antitanques. Estuve 1 año. Cuando me licenciaron tuve que volver al colegio a hacer la reválida.

El Regimiento de Cazadores de Alta Montaña “América 66” es un regimiento de infantería del Ejército de Tierra de España encuadrado en la Jefatura de Tropas de Montaña “Aragón”. Data de 1764 fundado como Regimiento “El Real de América”. Su acuartelamiento se encuentra en Aizoaín en Pamplona.

Cuando acabó la guerra tenía que hacer el servicio militar. Entonces se podía solicitar prórroga por estudios.



FOTO 003 De Militar. Pamplona 1938

Me matricule por libre para hacer 1º de medicina en San Sebastián, luego 2º y 3º en Valladolid. Al empezar 3º curso por falta de medios económicos, hice a la vez los 2 años de practicante, para poder financiarme los estudios de medicina y varias asignaturas de tercer curso de medicina. Tuve que meter muchos codos y estudiar en todos los momentos que tenía libre.

Tenía que estudiar a un tomo por año, el “libro Arturo Cubells Blasco” que constaba de dos tomos.

En 1942 terminé la carrera de Practicante. El título está expedido por la Universidad Literaria de Valladolid, donde queda registrado este título en el folio 4, número 119 del libro correspondiente, sellado y firmado el 7 de mayo de 1943 por el Secretario General Miguel Sanz. En el título expedido en Madrid el 19 de septiembre de 1942 ponía que Dámaso Sánchez era natural de San Sebastián, provincia de Guipúzcoa con la edad de 22 años, ha hecho constar su suficiencia en la Universidad de Valladolid, expidiendo el presente “Título de Practicante autorizado para la asistencia a partos normales”, que autoriza al interesado para ejercer, con arreglo a las leyes y reglamentos vigentes, la profesión de Practicante.

Tuve suerte: el mismo año me presenté a la oposición y la gané para sacar la plaza de “Practicante Suplente” en el Hospital San Antonio Abad de San Sebastián. Trabajé desde mi primer día en 1942 hasta el 4 de julio de 1949 que presenté mi dimisión por haber conseguido el título de Licenciado en Medicina.

Cuando yo entré a trabajar en el hospital era el más joven y el más novato, todos los demás practicantes eran mayores que yo y todos pasaban de los 50 años, yo los veía enormes y muy sabios.


FOTO 004 Estudiantes de Practicantes Hospital San Antonio Abad

Mi trabajo consistía en poner los tratamientos a los pacientes en las enormes salas del hospital. Ponía inyecciones de todo tipo, curas tanto normales como quirúrgicas, anestesia, atención y asistencia a partos y ayudar en las autopsias. Hacíamos más horas prácticas que de estudio.


FOTO 005 Carta del Ayuntamiento. Hospital San Antonio Abad. Ombredanne

Lo más difícil era anestesiar. Entonces no había médicos anestesistas, yo aprendí tragando éter en los quirófanos, con el ombredanne (pauta de anestesia). Página 29 libro H. San Antonio Abad


FOTO 006 Con su madre. Dr. Luis Ayestarán y Dr. Hueso. Cruz Roja 1954

Estando en cirugía, me acuerdo que hubo una urgencia y le llamaron al segundo practicante suplente. El cirujano Dr. Zurriarían al ver que era un practicante novato le dijo si había anestesiado alguna vez y el le contestó que no, pero que lo había visto muchas veces. Entonces, el cirujano le dijo: yo también he visto tocar el violín muchas veces y por eso no tengo ni idea de cómo se toca, que venga Dámaso.

Trabajar con las Hermanas de La Caridad ha sido un lujo. Estaban a todas horas, siempre estaban dispuestas, no descansaban nunca y nunca parecía que estaban cansadas, además se les respetaba mucho, más que a las enfermeras.

Había una religiosa que a todos los enfermos que se iban a operar les aconsejaba que primero se confesasen. Cuando le preguntaban por qué les decía eso, ella contestaba muy seria: el cirujano es muy malo y nunca se sabe lo que puede pasar. Y los pacientes, por si acaso, se confesaban todos.

Otra persona a la que recuerda con mucho cariño es a Sor Micaela. Esta religiosa, a los pacientes que no iban a misa los domingos no les daba postre aunque hubiese sólo una naranja, y por no hacerle rabiar y para no quedarse sin postre, que era la única forma de tomarlo, todos los que se podían mover de su Sala, acudían a Misa los domingos.

En el trabajo todo era muy serio, todos se dirigían y se hablaban de Usted y había un respeto hoy perdido.

Las agujas para pinchar y poner inyecciones se usaban 30 o 40 veces y teníamos una piedra para afilar la punta y poder pinchar bien. Hubo una vez intentando pinchar la columna que el cirujano no pudo meter ni pinchar ni hacer nada con la aguja. No tenía punta y no se pudo pinchar con ella. Hubo que afilarla varias veces. Además, para que no se obstruyesen las agujas había que ponerles dentro un fiador para que estuviesen permeables.


FOTO 007 Hijas de la Caridad Hospital San Antonio Abad

Los practicantes veteranos del hospital eran: Luis Campo Oñate, Francisco Semperena Otaegui, Juan Ramón Aldasoro Ormazabal, Francisco Zurutuza Ayerbe, Teodoro López Elzo, Feliciano Galparsoro Beguiristaín, Alicio Vallejo Osés y yo un novato.
Las guardias eran muchas, había muchos partos, que los asistía una monja y el practicante de guardia.

Había muchas operaciones de urgencia: apendicitis agudas, hernias estranguladas y perforaciones de estómago. No había accidentes de tráfico porque no había coches.

Un día, pasando yo visita con el director Luis Ayestarán y estando presentes los médicos en formación Enrique y Gerardo Cormenzana, les preguntó sobre cómo se llamaban los músculos de la pantorrilla y ellos no supieron decirle todos y les dijo: Dámaso díselos. Y yo, prestamente, se los dije todos y el sentenció: los practicantes en muchos casos saben más que los médicos.

Las salas eran enormes, de 20 camas cada una. El gran problema eran las infecciones, la salubridad: poca ventilación y un solo baño por sala. Pero sí había una gran limpieza y se intentaba que además hubiese un poquito de intimidad, aunque muchas veces no se conseguía. Pero había un gran compañerismo entre los pacientes ingresados.


FOTO 008 Hijas de la Caridad Hospital San Antonio Abad

Entonces no había antibióticos, hasta que llego la penicilina. Yo fui el primero en ponerla de forma particular. Me la mandó poner a un paciente en Ulía, el Dr. Galdos, otro paciente había que ponerle en la Parte Vieja y otro en Amara Viejo y como no tenía casi nadie coche íbamos andando o en tranvía. Nadie quería ponerlas ya que el tratamiento consistía en poner 15.000 unidades cada tres horas y para transportarla de casa a casa o de un sitio para otro tenía que ser llevada cubierta por hielo. No había frigoríficos, y la transportaban los pocos practicantes que las ponían en cubos con hielo, y acudían a la Pescadería de la Bretxa o al Muelle a buscar hielo. Allí acudían los practicantes con su cubo para pedir los hielos necesarios. Había que transportarlos de día como de noche. Nunca me cobraron dinero por el hielo que nos daban para la penicilina. Era muy duro poner los tratamientos de penicilina, ya que apenas podías dormir. Yo aprovechaba el dinero que sacaba extra para comprarme los libros de la carrera de medicina.

Hay que reseñar que los practicantes del Hospital de San Antonio Abad que también solían acudir a los domicilios para poder ganar un dinero extra, no querían poner los tratamientos de penicilina porque además de ser cada tres horas, todos ellos tenían más de 50 años.

Los médicos y practicantes a la Penicilina le llamaban el “oro líquido”.

Mientras estuve de Practicante Suplente en el Hospital San Antonio Abad y durante los años que trabajé, me apuntaba para realizar casi todas las guardias de 24 horas los domingos y fiestas de guardar, eran muy largas pero las pagaban bien y aprovechaba ese dinero para comprarme los libros de medicina que necesitaba y le venían muy bien estas guardias.

Las guardias de 24 horas eran compartidas con un cirujano y con una religiosa Hija de la Caridad. Además de atender urgencias, cirugía, etc., también atendían los partos que se presentasen. De las guardias me acuerdo mucho de las monjas Sor Micaela, Sor Jacoba, Sor Margarita y Sor Emilia que estuvo mucho tiempo con él en quirófano.

Joaquín Zufiaurre Esnal fue el primer practicante que puso una inyección de penicilina en un centro público en Gipuzkoa en el Sanatorio de Nuestra Señora de las Mercedes en Loyola en el año 1953.

Otra anécdota que recuerdo con mucho cariño fue cuando un día trabajando se me presentó un chavalillo, siendo bachiller con una bata blanca y acompañado del practicante Ramón Aldasoro que quería que yo le enseñase mucho y bien para luego ser médico. Hoy, ese muchacho es el ilustre y famoso oftalmólogo donostiarra José Luis Munoa Roig.


FOTO 009 Dr. José Luis Munoa, Dr. Fernando Pérez Iñigo y Dámaso Sánchez

En otra guardia me acuerdo que nos avisaron al médico de guardia y a mí para atender un parto en un caserío de Ulía. Llegamos, vimos a la parturienta y el médico me dijo que él nunca había atendido un parto y que no tenía ni idea. Total que me tocó hacer a mí todo y después de traer al recién nacido que era un hermoso niño, nos pagaron con un vino dulce y unas pastas y además 25 pesetas. Cuando llegamos al hospital el médico dijo que había que repartirse el dinero, 12 pesetas para él y 13 pesetas para mí que había atendido el parto.

Otra anécdota, que he dudado en contarla por ser un poco macabra, pero la voy a contar. En la sala de autopsias teníamos un perro fox terrier, listo como ninguno y mientras nosotros realizábamos las autopsias el perseguía a las ratas que correteaban por la sala, solía haber varias y además mordían. Solíamos poner jaulas con trampas y queso y cuando ya las teníamos cogidas las anestesiábamos y les quitábamos los dientes para que no mordiesen. Como teníamos que tener hielo para la conservación de los cadáveres para las autopsias, el mozo enfermero Miguel Beraza solía meter allí nuestras cervezas para tomarlas bien frías.

Otra de las anécdotas que me acuerdo del frente del Ebro fue cuando hirieron de un tiro en la pierna al practicante del regimiento Ignacio Izaguirre. La herida sangraba, no podía caminar y acudieron los dos camilleros para transportarle, uno de ellos se desmayó y él le preguntó: si no había visto nunca la sangre y si tenía miedo a la sangre. Pero el camillero no le contestó, le habían pegado un tiro en la cabeza y tuvo que acudir otro camillero.

Cuando ya me había asentado, vino otra movilización y me tuve que incorporar al regimiento de Loyola .Allí me desterraron al botiquín pues no había practicantes.

Allí me encontré con el Dr. López Uralde que también hacia guardias en el Hospital. Resumiendo hice 2 años de mili, seguí trabajando y al mismo tiempo estudiando medicina por libre en mi querido hospital donde el director era el Dr. Don Luís Ayestarán, muy serio, pero muy buena persona. Se tomó mucho interés por mis estudios de medicina.

Cuando llegaba al Hospital San Antonio Abad, el director Luis Ayestarán, tocaban una campanita para hacernos saber que él llegaba y tenía que estar todo preparado y todo el mundo en su sala.

Del 42 al 44 fui jugador de fútbol del equipo “La Esperanza” que tenía la sede en la calle San Vicente de la Parte Vieja donostiarra. Equipo fundado en 1911.

Por fin acabé la carrera de Medicina en 1949. Cuando hacías la carrera de practicante tenías que ir en junio a examinarte a Valladolid.

Del Hospital San Antonio Abad me fui a trabajar a la Cruz Roja de San Sebastián, en el barrio del Antiguo, donde estuve de ayudante de cirugía del prestigioso y famoso Dr. Manuel Cárdenas. Allí compartí muchas horas con las religiosas Hijas de La Caridad. Me acuerdo mucho de Sor Rosa, que era la que llevaba la planta de cirugía. Para ella no existía la hora, siempre estaba trabajando.

También estuve trabajando en el Hospital Militar General Mola de San Sebastián. Me mandaron 1 mes para aprender a la Maternité Baudelocque de Paris. Las enfermedades de la mujer. Y luego se creó este departamento de tocoginecología en dicho hospital donde atendí durante diez años multitud de partos, de 1951 a 1961. Además de todos los que había atendido en el Hospital San Antonio Abad.

El Hospital Militar “General Mola” de San Sebastián, era un Hospital con capacidad para 180 heridos o enfermos, en un edificio señorial con un magnífico patio, que se encontraba situado en el Paseo del Duque de Mandas. (En una finca que poseía D. Benigno Oyarbide, y, en la que se encontraba situada la Escuela Atocha -construida de nuevo en 1924-, así que no era difícil encontrar a personas muy mayores que lo mencionasen también cómo el edificio de la antigua escuela de Atocha).
A raíz de las necesidades de la Guerra Civil se convirtió en Hospital Militar. Permaneció cómo Hospital Militar desde 1937 hasta 1982. Posteriormente, fue Cuartel de la Policía Nacional y en el mismo edificio -después de una completa remodelación en 1999- hoy se encuentra instalada la sede de Juzgados de San Sebastián.

Luego, en 1960 se inauguró la Residencia Sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu y después comenzó el primer curso de A.T.S. en la Escuela de Enfermería en 1964, que fue la primera promoción en San Sebastián. Eran internas y salían mucho mejor preparadas que los practicantes antiguos, creo yo. La escuela de enfermería dependía de la Universidad de Valladolid.


FOTO 10 Diploma Colegio Oficial de Practicantes de la Provincia de Guipúzcoa

Los médicos de la “Residencia Sanitaria” daban clase en la escuela de enfermeras. Entre ellos me acuerdo del Dr. Fernando Pérez Iñigo, cirujano como yo. Yo también llegué a dar clases. Sería en el año 1964, con la primera promoción de A.T.S. Estudiaban 25 alumnas. Guardo con mucho cariño una bandeja de plata que me regalaron con la firma de todas. Yo les daba clase de histología, Primeros Auxilios y Anatomía. He contribuido a formar a muchísimas enfermeras y A.T.S. desde su puesto como profesor de la Escuela de Enfermería de San Sebastián.

En 1950 me casé con Pepita Iturri Pérez. Siempre ha sido mi mejor soporte y mi gran ayuda. Al no existir todavía los teléfonos móviles, era ella la que estaba pendiente del teléfono las 24 horas del día. Tuve dos hijos Dámaso Sánchez Iturri, médico urólogo y María José Sánchez Iturri, enfermera. Pepita a sus 8 años inauguró como alumna las Escuelas de Atocha, ese día se les regaló un lápiz y un cuaderno por la onomástica.

En 1950, el Colegio Oficial de Practicantes de la Provincia de Guipúzcoa me entregó un diploma que decía así: A su querido compañero Don Dámaso Sánchez Marco, con motivo de su ascenso a Licenciado en Medicina con todo cariño y admiración. El Presidente Ángel Jiménez y el Secretario José Quintana.

En 1954 hice un curso de francés en el Institut Français de Saint Sebastien que estaba en el Paseo de Francia y hoy es el edificio donde está ubicado el Colegio de Médicos de Gipuzkoa.


FOTO 011 Diferentes fotografías de su estancia en el Congo

Siempre he sido una persona muy activa .Ya como cirujano me fui a trabajar durante un año al Congo, en 1961. Al principio trabajé en el hospital de Leopoldville, hoy llamada Kinshasa, y luego nos trasladamos a un lugar llamado Walikale en plena selva. Walikale, en el Valle de la serpiente, se traduce por “arroz otra vez”. Trabajaba mano a mano con un médico de medicina general andaluz llamado Juan Moreno y con las religiosas Carmelitas Misioneras Descalzas que eran enfermeras y con las que sigo manteniendo contacto.

La región de Goma, donde mal vivían más de 500.000 personas, se encuentra al noroeste de Zaire (actualmente llamado República Democrática del Congo), es el paso fronterizo entre Zaire y Ruanda y se encuentra a 135 kilómetros de Walikale. La Dra. Carmen Solórzano Sánchez, pediatra de San Sebastián, se fue con la ONG de Médicos del Mundo a trabajar en 1994 al campo de refugiados de Goma en Ruanda, durante el genocidio que asoló la región. Estando trabajando allí, se le acercaron dos monjas Carmelitas Misioneras Descalzadas que habían llegado de Walikale refugiándose en el campamento. Al enterarse que había una médico de San Sebastián, fueron para preguntarle si conocía a un médico de San Sebastián llamado Dámaso Sánchez y Carmen les contestó que si, que además de conocerlo había trabajado en el Hospital de la Cruz Roja de San Sebastián con él. Ellas le contestaron que cuando volviese a su ciudad le diese las gracias de su parte, porque aún viviendo en lo más remoto de la selva, todos los años por navidades recibían una caja enviada por Dámaso, con turrones muy buenos, de la Valencianeta (heladería turronería que estaba ubicada en la Alameda del Boulevard de San Sebastián, y se encargaban de enviárselo). Así durante muchos años hasta que la tienda se cerró.

En 1965, me fui a trabajar a Terranova y estuve durante 5 meses en un bacaladero. El barco se llamaba Puerto de Fontenova” y tiene una foto dedicada el 28 de mayo de 1965, donde pone: “Un abrazo del cura de los marinos para el médico de los marinos” y lo firma el Padre Javier Sánchez Erausquin.


FOTO 012 Dámaso en Terranova. Plaza de Toros del Chofre. Hospital del Congo

De 1963 al 2 de septiembre de 1973, estuve trabajando como cirujano en la Plaza de Toros del Chofre, donde también estaba el cirujano Manuel y Santi Cárdenas, el anestesista Javier Eguiguren y el practicante enfermero Vicente Arruti.

Al finalizar su vida en activo estuve trabajando en el Hospital Viejo de Irún, hoy residencia de ancianos. Allí me jubilé. Tuve la suerte de trabajar con cuatro magníficos y formidables practicantes, ellos eran de primera clase. Se llamaban: Mariano Guijarro, Enrique Valencia, José Luis Intxaurrondo y Joaquín Angulo.

También colaboró activamente con las peregrinaciones de la Hospital de Lourdes Gipuzkoa, que en el año 2008 le rindieron un cálido y emotivo homenaje por sus años de dedicación a esta gran ayuda para atender a los enfermos que realizaban la peregrinación a Lourdes. Anécdota aportada por Josema Verdugo Presidente de la Asociación: “Grupo Scout Pañoletas Blancas, y miembro destacado del Consejo de la Hospitalidad por vocación.

A la pregunta que le hice, sobre qué importancia había tenido ser Practicante primero y luego médico, me contestó: Ser Practicante ha sido una base muy importante de conocimientos, el haber sido practicante y trabajado en ello, me ha dado soltura en muchos campos que en la medicina no se incluyen como las curas; me ha hecho ser mejor médico y estar mejor formado.


FOTO 013 María José, Dámaso, Pepita y Manuel Solórzano

Mª JOSÉ SÁNCHEZ ITURRI. Enfermera
Nace en San Sebastián el 25 de septiembre de 1963.
Acaba la carrera de Enfermería en 1986, en la Escuela de Enfermería de San Sebastián, perteneciente a la Universidad del País Vasco UPV.

Ha trabajo como eventual durante 20 años hasta que sacó la plaza fija en las oposiciones del 2006 en Urgencias Generales, especialmente en Atención primaria, teniendo el contrato más largo en el Centro de Salud de Zumárraga (Gipuzkoa), durante 7 años.

Actualmente trabaja en el Hospital Universitario Donostia. Es la Enfermera referente del Programa “Minbizi” del cáncer colorrectal. El Programa Minbizi es el circuito que se ha creado para la Detección Precoz del Cáncer de Colon, para acortar los plazos entre la sospecha y la confirmación diagnóstica y el inicio del tratamiento. Asiste al comité de hepatocarcinoma.

Tiene una consulta de Enfermería de seguimiento de pacientes en tratamiento con “Hepatitis C”, antes de empezar este proyecto, fue a formarse durante una semana al Hospital del Mar de Barcelona, gracias al Dr. Manolo García Bengoetxea, recientemente jubilado.

Ha acudido a varios “Master Class” en Roma y en Dublín, en las que comparte experiencias de trabajo a nivel mundial. En septiembre irá a la siguiente reunión que este año se realizará en Frankfurt. Realiza el “Fibroscan”, este aparato valora a los pacientes el grado de fibrosis hepática.

También están creando una Consulta de Enfermería de Enfermedad Inflamatoria Intestinal EEII, en la que tienen previsto realizar varios trabajos de enfermería para asistir a los Congresos de su patología con la Dra. Ana Isabel Muñagorri Santos.

ARTÍCULOS Y CARTAS ENCONTRADOS QUE HABLAN DE ÉL
1949 Junta de Patronato de la Casa de Misericordia y Hospital San Antonio Abad. San Sebastián

A la atención de Don Dámaso Sánchez Marco

La Junta de Patronato, que presido, tomó conocimiento en sesión del pasado día 8 de los corrientes, del atento escrito de V., fecha 4, en que formula dimisión del cargo de Practicante Suplente del Hospital San Antonio Abad, por resultarle incompatible su desempeño con el ejercicio de la Medicina, de la que, en meritísimo esfuerzo, ha logrado V. la Licenciatura.
A dicho escrito acompaña el informe del Sr. Médico Director del Hospital (Luis Ayestarán), que, por sus elogiosos términos, ha querido la Corporación transmitir a V. para su satisfacción.

Dice así:
“Esta Dirección se complace en poner de relieve la meritoria labor realizada por el Practicante suplente de este Hospital D. Dámaso Sánchez durante toda su actuación demostrando en todo momento gran diligencia y celo en el cumplimiento de su misión, con aprovechamiento tan eficaz que por su propio esfuerzo e interesándose simultáneamente por la asistencia científica hospitalaria en los diferentes Servicios de Medicina, ha logrado obtener en la Facultad de Medicina de Valladolid el título de Licenciado en Medicina y Cirugía. = Estimamos un grato deber enaltecer la conducta ejemplar de este digno compañero para que, al cesar en el cargo que hasta el momento ha desempeñado, quede consignada su edificante conducta como méritos para sucesivas actuaciones que pudiera tener en su calidad de Médico”.

Por su parte, la Junta, haciendo suyos los conceptos laudatorios contenidos en el preinserto informe, acordó felicitar a V. muy efusivamente por el brillantísimo éxito alcanzado en sus estudios sin otro apoyo que su propio esfuerzo y gran tesón; costear de fondos de la Corporación los derechos correspondientes a la expedición de su nuevo título académico en premio a su aplicación ejemplar; agradecerle los excelentes servicios prestados como Practicante Suplente en el Hospital San Antonio Abad, y aceptar, con sentimiento, la renuncia que del mismo formula, deseándole los mayores éxitos en su nueva profesión.

Todo lo cual tengo el honor y el agrado de comunicar a V. para su conocimiento, satisfacción y demás efectos.

Dios guarde a V. muchos años.
San Sebastián, 12 de Julio de 1949.
EL ALCALDE PRESIDENTE, accidental
J. J. Castañeda

1973
A B C. Martes día 2 de octubre de 1973. Edición de la mañana, página 23
Distinciones de la Cruz Roja Española
El Presidente delegado del Gobierno en la Cruz Roja Española ha concedido, con ocasión del 1 de octubre, las siguientes condecoraciones de dicha institución:
Medallas de Oro: Sor Mercedes Arguemi, religiosa Hija de la Caridad del hospital de la Cruz Roja de Barcelona; don Anselmo López Martín; doña Teresa López-Angulo Iñiguez, viuda de Rodríguez Carrecido de Alicante; don Javier Noain Picabea, presidente de la Asamblea Local de la Cruz Roja de Irún; doctor Dámaso Sánchez Marco, cirujano jefe del hospital de la Cruz Roja de San Sebastián; don José Martí Baeza, presidente Asamblea Local de la Cruz Roja de Játiva, y don Fernando Celaya Jaime, ex presidente de la Asamblea Local de la Cruz Roja de Tafalla.

1975
Consejo Nacional de Ayudantes Técnicos Sanitarios. Boletín Cultural e Informativo. Año XXXVI. Junio 1975. Página 24 y 25.
Guipúzcoa
Como es costumbre tradicional, el Colegio guipuzcoano celebró la festividad del Santo patrono con una misa en la iglesia catedral del Buen Pastor de San Sebastián, presidida por las autoridades locales que acompañaban a la Junta de Gobierno colegial, y oficiada por el reverendo padre don Jesús María Múgica, hijo del que fue colegiado modelo, hoy jubilado, don Pedro Múgica Urdangarin, sacerdote al cual estuvo también encomendada la brillante homilía en honor del Fundador Hospitalario (San Juan de Dios). Los fieles compañeros, familiares y amigos, llenaban totalmente el amplio y magnífico templo de la Perla del Cantábrico.

A primera hora de la tarde, en el restaurante Rodil del Monte Ulía, se llevó a efecto la comida de hermandad, a la que concurrieron la mayoría de los colegiados, muchos de ellos acompañados de sus distinguidas esposas, presidiendo el ágape las autoridades locales y provinciales en unión del presidente, don Agustín Fuentes Díez y el pleno de su Junta de Gobierno.

A los postres se impuso la Medalla al Mérito Profesional al tesorero del Colegio don Fermín Elorza Ruiz, distinción que le había sido concedida recientemente por el Consejo Nacional, entregándose a continuación las Medallas del Centenario al doctor Dámaso Sánchez Marco, antiguo colegiado de la sede guipuzcoana; a la colegiala doña María del Rosario Cárcamo Goya y al practicante, jubilado desde hace años por haberse visto privado de la vista y del que más arriba hacemos mención, don Pedro Múgica.

Efectuada la entrega, respectivamente, por el señor gobernador civil, señor Fernando Otazu teniente de Alcalde del Excelentísimo Ayuntamiento de San Sebastián, que ostentaba la representación del titular, y presidente señor Fuente Díez, las tres personalidades mencionadas dirigieron a los oyentes algunas palabras que fueron largamente aplaudidas. Una orquestina moderna terminó alegremente el acto de confraternidad.

Merece destacarse que todos los presentes fueron obsequiados con unas excelentes carteras regalo de la Caja de Ahorros Municipal de la Bella Easo, así como con tabaco y bombones ofrecidos por la Junta rectora colegial. Una jornada de perfecta armonía, en la que reinó la camadería y el buen humor en todo momento.


FOTO 014 Medallas y condecoraciones

2010 en sus 90 primeros cumpleaños
Especial artículo del Diario Vasco escrito por la periodista Begoña del Teso.

«Hacíamos cesáreas con los murciélagos revoloteando cerca»

Dámaso Sánchez Marco: El doctor, el Congo y la Real Sociedad de Fútbol


Nacido hace 90 años en la calle Padre Larroca. Cirujano. Sirvió en el Congo. Fue médico de los barcos que iban a Terranova. Condecorado por el Ejército y por la Cruz Roja. Directivo de la Real cuando bajó a Segunda. Lee a Marcial Lafuente Estefanía y repasa diccionarios de swahili en su mirador de Miracruz.

El sábado, el doctor Dámaso Sánchez Marco, esposo desde hace más de 60 años de Pepita Iturri y padre del urólogo Dámaso Sánchez Iturri, cumplió 90 años en el mirador de su mansión de la calle Miracruz, entre los balcones donde están colgadas tres banderas del Centenario de la Real, no lejos del salón enriquecido por marfiles, máscaras, armas y tambores africanos y asiáticos. Hasta los 70 años, el doctor Dámaso jugó a pelota con sus compañeros del Eguzki. Y ganó un puñado de campeonatos.
- ¿Vamos a subir, doctor?
- ¡Claro! Somos el equipo que en un Atocha nevado y embarrado le endosó 14 goles al Valladolid. Fue en la segunda semana de enero del 62, creo. Había nevado tanto que el domingo se suspendió el partido y se tuvo que jugar el martes.
- ¡14-2! Sería inenarrable
- Si supieras con qué facilidad entraban los balones en la portería contraria. Recuerdo que a los días tuve que viajar a Valladolid y resultó que nadie se atrevía a decir ni a publicar el tanteo verdadero. Incluso en los bares aparecía como si sólo hubiésemos metido cuatro. En una cafetería cuando les corregí el resultado me dijeron que si eso era cierto tenía el café pagado toda la semana. Se lo demostré, claro.
- Usted fue directivo de La Real
- Sí. Cuando bajamos a Segunda el siglo pasado. Me llamó Vega de Seoane y me dijo que como para bregar en Segunda se necesitaban hombres valientes, me necesitaba.
- Y para valiente y corajudo, usted, que había estado en el Congo cuando se independizó de Bélgica, en plena época de la guerrilla de los Mau-Mau
- Aquello fue una aventura tremenda y una experiencia vital y médica increíble. Me acuerdo que íbamos a aterrizar en Leopoldville y tuvimos que hacerlo en Brazzaville porque acababan de bombardear el aeropuerto. Recuerdo también que un día estábamos cenando con unos amigos y de pronto cayó sobre nosotros una mano humana.
- ¿Las sobras de un festín caníbal, acaso?
- Exacto. Habían secuestrado en un bar a once pilotos italianos y a un médico que regresaban a Europa. Los mataron. Y se los comieron.
- Mientras tanto, usted inventaba operaciones en su hospital de campaña en plena selva
- No teníamos nada de nada. Ni material quirúrgico, nada. Me tuve que inventar, sí, una operación para solucionar casos de estenosis uretral, estrechamiento anormal del conducto que lleva la orina desde la vejiga al exterior del cuerpo. Hay que ensanchar la uretra, naturalmente, así que me tuve que fabricar el tubo que insertaba para dilatarla...
- ¿Y aquellas cesáreas a la luz de los quinqués?
- Así las hacíamos. De noche. A la luz de los candiles, con los murciélagos revoloteándonos por encima. Si te digo la verdad, yo disfrutaba haciendo lo que hacía. Disfrutaba ayudando a aquella gente, que era y es sumamente agradecida, y disfrutaba operando. Te seré sincero: lo que más me joroba de estos 90 años es, por ejemplo, no poder ir a Lourdes acompañando a los peregrinos.
- En Lourdes fue donde aquella muchacha le preguntó si se acordaba usted de su muslo
- Y cuando la oyeron todos se imaginaron que yo era un depravado... o un suertudo. En realidad, me debía acordar de su muslo porque nos la habían traído casi muerta a la Clínica San Juan de Tolosa. Un cerdo le había mordido y hecho un agujero del tamaño de una naranja en su muslo. La salvamos.
- No es extraño que cuando a aquel soldado se le clavó una verja en Loyola le llamaran a usted
- La verja se le había caído encima y uno de los hierros se le incrustó en el costado. Sus compañeros mantenían a pulso la estructura para que no se le clavara más pero no se le podía tumbar, ni casi moverle. Lo que hice fue ir cortando carne alrededor del pincho hasta que quedó espacio para poder sacárselo
- El Batallón de Cazadores de Montaña, agradecido, le condecoró
- Tengo varias medallas, sí. También de la Cruz Roja. Y copas que he ganado en campeonatos de pelota. Lástima de esta hernia de disco que me provoca compresión cervical. Oye: no estoy gagá, que conste. Hablo raro porque se me ha roto un puente de la boca.
- Nadie pensaría que esté gagá
- Gracias, pero me da mucha rabia que con la edad esas manos de plata que dicen que tenemos los cirujanos se me hayan convertido en manos de... plomo.
- Tranquilo, su misión ya está casi cumplida. Mientras esperamos el partido contra el Cádiz, ¿me habla de Terranova?
- Esquilmamos aquellas aguas. Arrasamos su riqueza pesquera. Nadie nos controlaba. Era curioso, en aquellos barcos la gente se peleaba mucho cuando no había pesca. Se ponían muy nerviosos porque veían peligrar su cuota de ganancias. Cuando se pescaba, a pesar de lo dura que era la faena estaban relajados y contentos.
- ¿En qué suele pensar desde su mirador de la calle Miracruz?
- En África y en esos misioneros seglares y religiosos que dan su vida por ella. En la resistencia del pueblo africano. Nosotros, y más hoy, somos muy flojos. Todo nos asusta.

2009. Con 89 años. Homenaje al ex - alumno más veterano
Especial artículo del Diario Vasco escrito por la periodista Aletxu Peña.
El colegio del Sagrado Corazón festeja las bodas de oro del traslado del centro de Sánchez Toca a la colina de Mundaiz, junto al parque de Cristina Enea

50 años enseñando en Villa Mundaiz


Mañana se celebra en el colegio Sagrado Corazón el cincuenta aniversario de la actividad docente en Villa Mundaiz, el edificio que supuso el inicio de la expansión de este centro docente regido por los hermanos del Sagrado Corazón.

Mañana va a ser un día especial en el que se espera que cientos de antiguos alumnos se acerquen a Villa Mundaiz para festejar esta efeméride. El programa de actos comienza a las 11.00 con la celebración de la Eucaristía en la iglesia de los Franciscanos. Al término de la misa cantará el ochote Erdizka. Ya en el colegio, en torno a las 12.45 horas, los discursos y los homenajes al hermano Aniceto; y al hermano y al ex alumno más veteranos, Félix Álvarez de Eulate y Dámaso Sánchez, respectivamente.

Medallas y Condecoraciones

En la Bandeja de plata que reseño anteriormente dice así:
Al Doctor Dámaso de sus alumnas (y las firmas de ellas)
Mercedes Serrulla; Iciar Garagorri; Mª José Arricaberri; Mª Pilar González; Marta Lasa; Izaskun Arratibel; Amparo Aranzabal; Mª Blanca Ruiz de Arcaute; Mª Blanca López de Uralde; Mª Pilar Cedazo; Mª Ángeles Orue; Mª Luisa Fernández; Mª Dolores Mauleón; Carmen Baneda; Carmen Gil Negrete; Mª Rosario Castiella; Isabel Aramendía; Cristina García; Ana Mugan; Iciar Ojaborda; Carlota Albisu; Arantxa Loyarte; Mª Pilar Gayarre; Ana Mª Badiola y C. Mª Segada. San Sebastián, 25 - XII - 66

CUADRO
A Dámaso Sánchez Marco
En Consideración a los méritos y circunstancias que en nuestra persona concurren, por dedicación humanitaria en defensa de las vidas, le ha sido concedida con esta fecha la “Medalla al Mérito con Aspa”
San Sebastián, 1 de Diciembre de 1968
El Presidente de la Federación de Salvamento y Socorrismo de Guipúzcoa.
M. Lumbreras


FOTO 015 1ª Promoción de A.T.S. Residencia Sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu

Medalla Diputación Foral de Guipúzcoa
Al Dr. Guipuzcoano Dámaso Sánchez
Agradeciendo su gran labor a favor de todos
Diputación Foral de Guipúzcoa
7 – V – 1983

Medalla de la Cruz Roja

Medalla de Oro
Colegio Oficial de Médicos de Gipuzkoa
Centenario 1899 – 1999

Actos Conmemorativos de la Reconstrucción y Expansión de la Ciudad
1813 – 1863 – 1963
“Sello del Concejo de San Sebastián”
Siglo XIII

Entregada por el Alcalde de San Sebastián
José Manuel Elósegui y Lizariturry

Medalla del Centenario
Primer Centenario de Practicantes
1857 – 1957


FOTO 016 Título de Practicante 1942

AGRADECIMIENTOS
Dámaso Sánchez Marco
Pepita Iturri Pérez
Dámaso Sánchez Iturri
María José Sánchez Iturri
Josema Verdugo
Carmen Solórzano Sánchez
Begoña del Teso
Aletxu Peña
Mikel G. Gurpegui

COLABORADORES
Manolo González Gómez, Javier Alonso Anton e Iñaki Villoslada Fernández de la Unidad de Comunicación del Hospital Universitario Donostia

BIBLIOGRAFÍA
Artículos del Diario Vasco de San Sebastián
Artículo ABC de Madrid
Entrevista personal el día 27 de agosto de 2012
Entrevista personal el día 28 de agosto de 2012
Entrevista personal el día 31 de agosto de 2012
Manuel Solórzano Sánchez. Libro Hospital San Antonio Abad. 2011
Consejo Nacional de Ayudantes Técnicos Sanitarios. Boletín Cultural e Informativo. Año XXXVI. Junio 1975. Página 24 y 25.

AUTORES
Raúl Expósito González
Enfermero. Servicio de Anestesia y Reanimación. Hospital “Santa Bárbara” de Puertollano. Ciudad Real. Experto en Barberos, Ministrantes y Sangradores

Jesús Rubio Pilarte
Enfermero y sociólogo. Profesor de la E. U. de Enfermería de Donostia. EHU/UPV
Miembro no numerario de La RSBAP

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Servicio de Oftalmología
Hospital Universitario Donostia de San Sebastián. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF. Insignia de Oro de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
Miembro no numerario de La RSBAP

2 comentarios:

Ana-Luisa Velandia-Mora dijo...

Queridos Manuel, Raul y Jesús:
Felicitaciones por este trabajo, excelente "ora en tanto a la redacción, ora en cuanto a la doctrina" como dijera nuestro filólogo Rufino J. Cuervo.

Es para la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería, contar con sus valiosos aportes.

Abrazos,
Ana Luisa Velandia Mora

Unknown dijo...

Un buen artículo para los dedicados a la enfermería!!


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http://www.ipchile.cl/carreras/tecnico-en-enfermeria/

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