viernes, 29 de octubre de 2010

Mª PILAR DARRIBA RODRÍGUEZ DOCTORA EN ENFERMERÍA POR LA UNIVERSIDAD DE A CORUÑA

Su director de la tesis fue Diego Bellido Guerrero, Profesor Asociado de la Universidad de A Coruña, la tesis que defendió delante del tribunal se titulaba “Cuando la enfermera es la emigrante: Experiencias de profesionales de la Enfermería españoles en el Reino Unido
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En su Introducción nos contaba que: La libre circulación de trabajadores en Europa, permite ampliar el espacio dónde encontrar un empleo. Algunos enfermeros españoles deciden trabajar en otro país europeo, con los mismos derechos y oportunidades que los autóctonos. Inmediatamente, se convierten en emigrantes y extranjeros, experimentando un choque cultural, del que dependerá su adaptación.

Uno de los países a los que emigran los enfermeros españoles, es el Reino Unido, país representativo de multiculturalidad, con grandes oportunidades hacia los emigrantes y con necesidad de profesionales enfermeros cualificados. Pero al mismo tiempo que atrae (necesidad de trabajadores), también discrimina y rechaza (como extranjeros).

Es conocida la escasez de enfermeros en multitud de países, al mismo tiempo que en otros, es difícil acceder a un empleo. Según el CIE, puede deberse a un menor número de estudiantes, envejecimiento de los profesionales, políticas inadecuadas o a una imagen deficiente de la enfermería, entre otras causas. Lo que puede llegar a ser problemático e incluso conducir a situaciones laborales negativas.

El Reino Unido también presenta carencia de enfermeros, por lo que desde hace años desarrolla una política de contratación de enfermeros extranjeros, con alta cualificación profesional y conocimiento del idioma, entre otras características. Al mismo tiempo, realizó campañas de fomento de la imagen pública de la enfermería, captación de estudiantes de enfermería, re-captación y retención de enfermeros, al tiempo que reformó las condiciones laborales.

Los enfermeros españoles que trabajan en el Reino Unido, deben aplicar cuidados adaptados a la cultura de sus pacientes, especialmente en un país caracterizado por su tolerancia. Su procedencia y sus valores culturales, también influirán en los cuidados que aplican (Teoría de la Enfermería Transcultural).

Hipótesis de partida
Las experiencias de los enfermeros estudiados y su estrategia de adaptación a un nuevo país, se verán influenciados por: motivos para emigrar, objetivos y expectativas; conocimientos del país al que emigran (sociedad, cultura, costumbres, etc.), trabajo a realizar, idioma.

La adaptación o inadaptación de quienes se desplazan al Reino Unido, estará influenciada por la identidad sociocultural de ambos países y por las circunstancias de cada individuo.

Los cuidados que aplica un enfermero se enmarcan en la transculturalidad, y estarán influenciados por los valores culturales originarios del profesional y por la cultura del país dónde se aplican dichos cuidados.

Objetivo General
Analizar desde una perspectiva antropológica y de cuidados transculturales, aspectos fundamentales y teorías aplicables a la migración laboral actual, a partir del estudio de casos de profesionales cualificados de enfermería españoles en el Reino Unido, durante un periodo de tiempo determinado, (2003 – 2009).

Objetivos Específicos
Describir el contexto formativo y profesional de ambos países: Reino Unido y España, analizando la relación existente entre los conocimientos y el trabajo enfermero, al interaccionar profesionales de ambos países en un mismo centro sanitario.

Determinar las dificultades en el proceso de adaptación al entorno sociolaboral y al país.
Identificar las características de los diferentes grupos de enfermeros españoles emigrantes y sus motivos para emigrar.
Analizar la escasez de enfermeras en el Reino Unido.
Conocer los problemas y las ventajas que se puede encontrar un enfermero que decida trabajar en el Reino Unido como tal.
Valorar las posibilidades de trabajar como enfermera en el Reino Unido, así como las modalidades de contratación existentes, incluyendo ventajas e inconvenientes.
Comprender las relaciones sociales de los enfermeros españoles que trabajan o trabajaron en el Reino Unido, desde el punto de vista de su etnicidad.
Identificar la existencia de xenofobia hacia los enfermeros españoles.
Conocer el idioma utilizado por los enfermeros estudiados, los problemas que presenta y otras formas de comunicación.
Determinar los motivos de los enfermeros españoles para emigrar.
Conocer las experiencias de enfermeros españoles emigrantes en el Reino Unido, en periodos anteriores al estudio.
Orientar el diseño de acciones que favorezcan el conocimiento del medio sanitario y sociocultural del Reino Unido, para facilitar cuidados enfermeros, en entornos diferentes al habitual, a aquellos enfermeros que se desplacen a trabajar a dicho país.
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Metodología
La metodología cualitativa constituye uno de los procedimientos fundamentales para construir la disciplina de la Enfermería. Se considera la más adecuada para conocer en profundidad el fenómeno que se investiga, porque el investigador se introduce en contexto investigado y por la aportación de los informantes.

Por lo que ha sido la elegida para realizar el estudio, complementada con técnicas propias de la Antropología (trabajo de campo, observación participativa, Etnografía). (Mercado et al, 2002; Siles et al, 2005; Taylor-Bogdan, 1992; Morse, 2003; González Río, 1999; etc.).

Informantes: son enfermeros españoles que trabajan o trabajaron en el Reino Unido y personas afines, sus nombres figuran codificados.

La muestra no pretende ser representativa, según criterios cuantitativos sino que se ha utilizado un muestreo intencional, recogiendo el mayor número posible de perspectivas: de informantes estratégicos, de “bola de nieve”, de criterio o de casos confirmatorios y contradictorios. (González Río)

Criterios utilizados: conveniencia, suficiencia y saturación.

Variables a estudio: la complejidad del fenómeno objeto de estudio hizo que las variables fueran numerosas, adaptándolas según necesidades para mantener el objetivo inicial.

Normas éticas: Voluntariedad de participación en la investigación. Anonimato de las personas participantes en el estudio. Confidencialidad de los datos obtenidos y Confidencialidad del tratamiento, análisis y almacenamiento de los datos

Resultados de la Emigración española en el Reino Unido:
El colectivo emigrante español en el año 2004, estaba formado por más de 50.000 personas, llegadas en tres grandes grupos: Exiliados de la Guerra Civil española. Nivel cultural medio-alto y razones políticas. Emigrantes económicos: Nivel cultural mínimo, razones económicas y también políticas. Emigración individual (atípica en relación a otros países europeos). Rápida integración y escasa relación con compatriotas. Ocuparon puestos de trabajo de nivel bajo (Hostelería, Hospitales Psiquiátricos, etc.).
Y los Emigrantes actuales: Nivel de cualificación elevado. Búsqueda de trabajo acorde a su cualificación. Conocimiento del idioma y del país. Perspectivas de rápido retorno. Datos de la Agregaduría Laboral de la Embajada Española en Reino Unido.

Relaciones sociales: La relación con los autóctonos suele ser difícil, principalmente en el ámbito social: “la sociedad inglesa socializa de puertas adentro”, “hacer vida social fuera del Hospital, era difícil, solo me invitaron dos españoles”, “mi relación con los ingleses es difícil, mejor con otros extranjeros”.

Las relaciones sociales de los enfermeros estudiados son diferentes según el momento y las circunstancias de cada persona: en primer momento, con sus compañeros españoles; más adelante con sus compañeros extranjeros; con los años, con sus compañeros británicos; muy difíciles con los autóctonos, aunque no imposibles.

Puede existir rechazo o discriminación hacia las enfermeras no inglesas, pero no racismo. “los pacientes me aceptaron bien, pienso que solamente me discriminan las filipinas”. Socialmente el miedo al racismo es muy importante: “por exceso de extranjeros”, “porque quieren conservar sus costumbres y su cultura” y “por discriminación positiva excesiva”.

Motivos para emigrar: Entre los enfermeros estudiados: Necesidad de trabajo estable, conocer otros países y culturas, conocer otros métodos de trabajo, aprendizaje del idioma y motivos personales.

Adaptación y retorno: La adaptación depende de múltiples factores, entre ellos: el lugar de trabajo (pueblo, ciudad, norte, sur, etc.); circunstancias personales, necesidad de estabilidad laboral, recepción por sus compañeros de trabajo, ambiente sociocultural y relaciones familiares y problemas personales.
Motivos de retorno: opciones de trabajo en España, problemas personales, “morriña” o añoranza, inadaptación, mala experiencia y finalización del proyecto.
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Lenguaje, idioma, comunicación. Pproblemas con el idioma: “es necesario un nivel adecuado de inglés para poder comunicarse con los pacientes”, “los problemas con el idioma son inevitables”, “uno de los principales problemas para adaptarse es el idioma”, “un buen nivel de inglés sirve para encontrar un trabajo mejor como enfermera” y “los pacientes están acostumbrados a los extranjeros”.

Spanglhis. Es una mezcla de español e inglés utilizada generalmente por personas emigrantes en países anglosajones, como una necesidad de entenderse. Tiene una antigüedad de más de 150 años. También lo utilizan algunas de las enfermeras españolas emigrantes.

Comunicación: Utilización de Internet: listas de correo, foros, blogs, etc. Revista de españoles en el Reino Unido: La Noria. Asociaciones de enfermeros extranjeros en el extranjero.

Discusión
La formación pregrado ¿prepara para trabajar en el extranjero?. Cuando la formación pregrado y el contexto laboral son diferentes, ocurre un choque cultural, del que surge un conflicto de competencias (Martínez Riera), motivado por la diferente comprensión del significado de cuidar: Cada colectivo considera unas tareas más importantes que otras (Moreno) En cada país se consideran diferentes las funciones de la enfermera. Pero en el Reino Unido existe una adaptación al puesto de trabajo. Cada país posee su propia cultura organizacional, con una idiosincrasia propia, lo que supone que actividades similares sean comprendidas de forma diferente por enfermeros foráneos (Hancock, Blythe & Baumann).

Formación continuada: La formación continuada en el Reino Unido tiene un aspecto obligatorio y otro voluntario, y se encuentra influenciada por la subjetividad del superior que autoriza y envía a realizar la formación. Por lo que es valorada de forma diferente por los enfermeros de ambos países (Foster). Trabajar en el Reino Unido ofrece posibilidades como estudiar una especialidad, financiada por su Hospital, y continuar trabajando y cobrando un salario, además de disponer de los días que necesite para estudiar. Algo que aprovechan pocos enfermeros españoles en el Reino Unido (Datos de la Embajada Británica en España).

Trabajo y categorías profesionales: Programa de reclutamiento de la Embajada Británica: Los datos aportados por la representante del citado Programa, concuerdan parcialmente con los testimonios de los enfermeros estudiados, (promoción, ascenso, condiciones, etc.). Problemas similares encuentran los enfermeros que trabajaron mediante Agencias de contratación o por libre. Las categorías profesionales han sufrido cambios en 2007, pasando de niveles a bandas (Agenda for Change): Cada banda asume diferentes niveles y responsabilidades, (normalización de la disponibilidad).

Escasez de enfermeras: La escasez de enfermeras es un problema mundial y sus causas son diferentes, (Lapetra, Clark&Steward, Yearwood, Brush, Buchan). El Reino Unido presenta una escasez de enfermeras por: Escaso prestigio social. Bajos salarios en relación a nivel de vida. Altas responsabilidades, turnicidad. Desconocimiento de las actividades enfermeras. Posibilidad de realizar estudios más fáciles y rentables, Etc. Dicha escasez ha llevado a diferentes Gobiernos y organizaciones internacionales, a establecer directrices éticas para la contratación de enfermeras, informando clara y verazmente de las condiciones laborales (McElmurry et al) como el Programa citado anteriormente.

Relaciones interétnicas: Por un lado, la oficialidad británica declara al país como no racista, persiguiendo toda discriminación racial. Pero los extranjeros pueden ver a los británicos como xenófobos (Benet) y los británicos, puede ver a los emigrantes como enemigos (no respeto de sus costumbres, invasión territorio (Marwick). Lo que explicaría las difíciles relaciones entre nativos británicos y extranjeros, aunque sean europeos y de tez blanca, entre ellos, los enfermeros españoles (Douglass, Lyman, Zulaika). Aunque puede sufrir cambios y transformarse a través del tiempo, del contacto y del conocimiento personal.

Emigración enfermera: La emigración de las enfermeras ha aumentado en los últimos años, favorecida por el aumento de las contrataciones internacionales (Kirk). Motivos que argumentan enfermeros emigrantes españoles son: ansías de nuevas experiencias, conocer otras culturas y otras formas de trabajo, además de buscar su desarrollo personal y profesional (Graham y Norman). Supone un cambio en la vida de una persona, un choque cultural incluso entre personas procedentes de países con culturas similares. También adaptación, aprendizaje y reto personal (Roca). La mayoría de los enfermeros estudiados resumen su experiencia como positiva, difícil al principio y satisfactoria al final.

Choque cultural: La llegada al país extranjero, supone una de las etapas más difíciles de la emigración (Foster). El choque cultural, se centra en el desconocimiento: del idioma, del trabajo diario como enfermeros o de las relaciones laborales o sociales, que contrastan con las del país de origen. Puede conducir a dificultad en las relaciones socio-laborales, (Estébanez, Andrés&de Andrés) recluyéndose en su propio colectivo, o hacia una progresiva adaptación. La mayoría de los enfermeros estudiados reconocen la dificultad para establecer relaciones con los nativos, y consideran más fácil relacionarse con otros extranjeros.

Cuando la emigrante es la enfermera: La sociedad británica tiene asumido su multiculturalismo (Solano&Rafferty). Por ello, la política de los Hospitales británicos da importancia al respeto de las costumbres y las creencias de cada paciente, aplicando así los cuidados transculturales y, aceptando y respetando las diferencias (Leininger). Para las enfermeras españolas, cuidar a pacientes británicos o de otra procedencia, supone aceptar éste tipo de cuidados (Spector).
Lástima que en algunas ocasiones, los cuidados aplicados culturalmente por obligación en el Reino Unido por enfermeras españolas, no sean comprendidos como tales (Martsolf).
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Conclusiones
Las principales que surgen de éste trabajo de investigación son las siguientes:
1 - Los contextos formativo y laboral británicos son diferentes de los españoles, lo que influye en la organización y en la realización del trabajo enfermero, ya que aunque tenga el mismo objetivo en ambos países: cuidar, otorga a la enfermera responsabilidades diferentes y es realizado de forma distinta, por lo que la interacción de profesionales de diferentes países, conduce hacia un importante choque cultural.

2 - Las dificultades en el proceso de adaptación de los enfermeros estudiados, estuvieron influenciadas por el desconocimiento sobre su destino laboral: entorno laboral, cultura, organización, sociedad, ciudad a dónde iban destinados, costumbres, por el trato recibido al comenzar a trabajar, por las relaciones con sus superiores y con sus compañeros, por el cumplimiento de las promesas iniciales (aunque en menor medida), por sus propias motivaciones para emigrar, por su personalidad. Estos enfermeros reconocen dificultades en su adaptación al país y al entorno laboral en el Reino Unido, aunque consideran que su adaptación, al cabo de un tiempo fue buena (excepto los que regresaron antes de finalizar su contrato).

3 - Generalizando, de la investigación se extraen tres grupos de enfermeros emigrantes españoles, que trabajan o trabajaron en el Reino Unido, diferenciados principalmente por los motivos para emigrar, por la forma de encontrar trabajo y por las expectativas de permanencia en el país receptor:
Años 50 - 60: motivos para emigrar principalmente económicos, también sociopolíticos, su permanencia en el país fue larga (continúan en la actualidad).
Años 2000 - 2009: a través del Programa de Reclutamiento de la Embajada Británica en España (PRE): personas jóvenes en su mayoría, motivados por conseguir un empleo estable y con una dosis de aventura y deseo de conocer otro país, tanto en su aspecto laboral como sociocultural, con unas perspectivas de retorno relativamente cortas.
Mediante Agencia de contratación o por libre: motivos para emigrar muy diferentes, desde la huida de problemas personales o familiares en España hasta la búsqueda de empleo estable, su permanencia en el país varía, aunque no es tan corta como la del grupo anterior.

4 - La escasez de profesionales en el Reino Unido viene dada por el bajo reconocimiento social de la profesión de enfermera, por el bajo salario laboral en comparación con otros profesionales menos cualificados y con menores responsabilidades, por los turnos de trabajo, por la facilidad para encontrar trabajo con menor responsabilidad y mayor salario, por la importante diferencia de status social con los médicos o por antiguos estereotipos acerca de la cuidadora - enfermera, referidos a los cuidados básicos que realiza, entre otros motivos aportados por los participantes en el estudio.

5 - Los enfermeros españoles estudiados perciben como problemas más frecuentes a su llegada al Reino Unido: la imposibilidad de realizar técnicas que aplicaban en España, los aspectos sociales y familiares del cuidado de un paciente, déficit en el conocimiento del idioma, aplicar cuidados básicos al paciente, desconocimiento de la organización sanitaria británica, la dificultad para establecer relaciones con autóctonos, entre otros. Y como principales ventajas: la posibilidad de realizar formación continua o especializada financiada, conocer otra forma de trabajar como enfermera, desarrollarse personal y profesionalmente, entre otras.

6 - Durante el periodo de estudio, existían mayores posibilidades de trabajar como enfermera, en el Reino Unido que en España. Entre las diferentes modalidades de contratación de enfermeras en el Reino Unido, estaba el Programa de reclutamiento de enfermeras de la Embajada Británica en España (PRE), que además de facilitar los trámites, abrió el camino a nuevas opciones laborales para los enfermeros españoles. Otras opciones de contratación eran: Agencias de empleo (la principal desventaja era el tipo de contrato) o por libre (la principal desventaja era el desconocimiento de los trámites burocráticos).

7 - Los enfermeros estudiados consideraron difíciles las relaciones sociales con los autóctonos y más fáciles con otros extranjeros o con españoles, aunque, a mayor permanencia en el país y en el trabajo, más y mejores relaciones sociales

8 - Aunque oficialmente no existe racismo en el Reino Unido, los enfermeros estudiados refieren cierta xenofobia hacia lo extranjero, incluidas las enfermeras foráneas, lo explican basándose en la multiculturalidad existente, la gran cantidad de extranjeros y la excesiva discriminación positiva existente.

9 - Para comunicarse con la población utilizan inglés, pero muchos de los enfermeros participantes en éste estudio utilizan Spanglhis, como lenguaje común y representativo de su grupo, defensa de su identidad o simplemente por “dejarse llevar por el entorno” Al mismo tiempo, las redes sociales como Internet son las herramientas de comunicación más importantes entre los enfermeros emigrantes en la actualidad en el Reino Unido.

10 - Los motivos para retornar fueron variados, desde la finalización del proyecto personal o el cumplimiento de los objetivos propuestos, hasta la inadaptación o el incumplimiento de las promesas iniciales de los organizadores, pasando por el deterioro en las relaciones socioculturales en el Reino Unido, la “morriña” o la búsqueda de empleo en su lugar de origen.

11 - Los enfermeros españoles emigrantes de los años 50-60, vivieron experiencias, en algunos casos, similares a las de los actuales enfermeros españoles emigrantes, y también a las de los emigrantes no cualificados de su misma época. Los entrevistados pertenecientes a éste grupo, no retornaron de forma definitiva, aunque viajan frecuentemente a España

12 - Propuesta de acciones:
Sería aconsejable formar a las enfermeras en la diversidad, tanto para aplicar cuidados a personas inmigrantes como para favorecer la adaptación a nuevos entornos laborales, cuando la que emigra es la enfermera.
Ayudar a comprender la emigración como un proceso en el que están incluidos los enfermeros españoles cualificados y emigrantes.
Fomentar el diálogo intercultural para favorecer un adecuado intercambio profesional entre enfermeras de diferentes países.
Incluir un enfoque antropológico en los cuidados aplicados a un paciente, favorecería la adaptación de los enfermeros emigrantes.
La enfermera también puede ser emigrante, por lo que es aconsejable formar a los estudiantes para afrontar esa posibilidad.

Agradecimientos
Para comenzar me gustaría agradecer su inestimable ayuda y sus aportaciones, a las personas que figuran a continuación, sin su colaboración no hubiera sido posible realizar ésta investigación, y comprender los misterios que entraña la emigración de las enfermeras españoles hacia el Reino Unido y todas sus experiencias:
En primer lugar, al director de la tesis, al Dr. Diego Bellido, por su inestimable ayuda y por las facilidades que me ofreció para ayudarme a salir del atasco.
A los bibliotecarios, José Folgar de la Escuela de Peritos y Uxía Gutiérrez, del Hospital Antonio Marcide, por su ayuda para encontrar lo inencontrable y desentrañar los misterios de la bibliografía.
A Rosa Pita y especialmente a Isabel Yáñez, profesoras de la Universidad de A Coruña, por su inestimable ayuda, y por el gran apoyo y ánimo que me dieron.
A María Ruzafa, profesora de la Universidad de Murcia, por su generosidad al mostrarme sus estudios.
Y sobre todo a las personas que participaron de algún modo en el estudio, sin su ayuda no lo hubiera conseguido, especialmente a Lala, a Carlos, a Mónica,… entre otros.
No puedo olvidar a mis compañeros, médicos, enfermeras y auxiliares del Servicio de Oftalmología del Área Sanitaria de Ferrol, por su gran apoyo y por aguantar todas mis angustias.
A mis amigos, por su ánimo y por su apoyo incondicional.
Para finalizar quiero dedicar ésta investigación a mi madre, a la que le resté mucho tiempo de atención, durante el tiempo que dediqué a escribir ésta tesis.
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Gracias Pilar por unirte a los Doctores en Enfermería por esta Tesis tan bien estructurada y excelente comprensión. Magnífico trabajo que ha sido premiado con la máxima distinción “Cum Laude”.

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net

sábado, 23 de octubre de 2010

MENSAJE DE RECONOCIMIENTO DEL ESCRITOR JOSÉ LUIS SAMPEDRO PARA LA ENFERMERÍA

“Hablo – contaba Sampedro- con la experiencia de una muy grave estancia en la cama de un hospital y una permanencia de tres meses, las veinticuatro horas de cada día, como acompañante de una enferma hasta que falleció. Esta última dolorosa experiencia supuso mi constante convivencia con todas las enfermeras, llegando a conocerlas y a verlas en acción como sin duda no las veis los médicos, pues para mi, no eran meras técnicas ni colaboradoras, sino compañía, esperanza, alivio, seguridad y confianza”.
“Cuando se está aislado en una habitación horas y horas, viendo cambiar la luz en la ventana, el abrirse la puerta ofrecía sorpresas muy distintas. Si era el médico, siempre le acompañaba la incertidumbre inicial: ¿traía buenas o malas noticias? ¿Cómo evolucionaba el caso?. Si era la enfermera su aportación era siempre positiva: la hora de la medicina, o de la tensión, o la temperatura, el alimento o la bebida, el comentario animador.... El mero hecho de verla moverse por la habitación era una garantía de seguridad, de amparo. Un suspiro de alivio se nos escapaba a mi enferma y a mi al abrirse aquella puerta”.

“Y es que la enfermera aportaba un gran ramo de valores humanos, de los que ahora tanto se mencionan y tan poco se aplican: ternura, comprensión, compañía para la soledad, sosiego para la inquietud, tranquilidad. Con el tiempo, alguna enfermera pasó a otros servicios.... Pero de pronto abrió nuestra puerta, sin obligación alguna, sólo para preguntar y para demostrarnos el interés directo que habían llegado a tomarse. Y más de una vez, en los pasillos, me manifestaron con emoción ese interés refiriéndose a la persona que yo acompañaba”.
“Para terminar, mi admiración no se limita a esos valores humanos sino además a los profesionales y a la técnica. (...). Mis enfermeras, pues las quiero llamar así, hicieron siempre frente a ese reto con la mayor seguridad y eficacia”.

“En fin, abandoné el hospital tronchado por la inevitable desgracia, pero admirado y lleno de cariño hacia un grupo profesional tan digno y tan lleno de generosa humanidad, que no sólo cumplía con su deber, sino que lo hacía con sentimientos cordiales. Por eso ahora aprovecho la ocasión para sumarme al homenaje y para proclamar la trascendencia de la función desempeñada por las enfermeras y la eficacia con que la realizan”.


José Luis Sampedro (Barcelona, 1917) es economista y escritor. Catedrático de Estructura Económica en la UCM (1955-1969). Ha sido subdirector (1962-1969) y asesor (1979-1981) del Banco Exterior de España, y senador por designación real (1977-1979). Entre sus obras destacan, Principios prácticos de localización industrial (1957), Realidad económica y análisis estructural (1959), Conciencia del subdesarrollo (1973), Las fuerzas económicas de nuestro tiempo (1967) e Inflación: una versión completa (1976). En el plano literario, es autor de Congreso en Estocolmo, 1952; El río que nos lleva, 1962; El caballo desnudo, 1970; Octubre, octubre, 1982; La sonrisa etrusca, 1985; La vieja sirena, 1990; Real sitio, 1993; La estatua de Adolfo Espejo, 1994; Fronteras, 1995; La caja de las postales, 1997; Monte Sinaí, 1998; El amante lesbiano, 2000 y La senda del Drago, 2006. Es miembro de la Real Academia desde 1990 y está considerado uno de los valores más sólidos de su generación.

Gracias José Luis Sampedro, por tu forma de expresarte y darnos una inyección de ética y moral en estos tiempos de crisis.

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net

lunes, 18 de octubre de 2010

ALGORITMOS RCP 2010

Se han publicado los nuevos algoritmos de RCP por parte del ILCOR.

No hay cambios significativos, aunque destaca que se deja de recomendar el uso de atropina en SVA en ritmos no desfibrilables (Asistolia, DEM/AESP), y se hace más énfasis si cabe en la importancia de las compresiones.

Tampoco ha variado la relación compresiones/ventilaciones, quedando finalmente fijado en 30:2 como antes, a pesar de que se hablaba de ratios de 50:2, 80:2 o incluso 100:2, que quedan a la espera de sus resultados en estudios posteriores.

Aunque están en inglés y próximamente saldrá la edición española, aquí os los dejo.

Pinchad aquí para su descarga

sábado, 16 de octubre de 2010

MARY SEACOLE “LA NIGHTINGALE NEGRA”

Este trabajo se presentó en el X Congreso Nacional y V Congreso Internacional de Historia de la Enfermería celebrado en la Universidad de Almería los días 27, 28 y 29 de noviembre de 2008.

Sus autoras fueron Mª Luz Fernández Fernández, Diplomada en Enfermería, Licenciada en Historia y Profesora Titular de Historia y Fundamentos de Enfermería de la E.U.E. “Casa de Salud Valdecilla” de la Universidad de Cantabria y Soledad Fernández Moral, Licenciada en Geografía e Historia y Profesora de Inglés.

FOTO 001 Manuel Solórzano y Mª Luz Fernández en el IX Congreso de Enfermería Oftalmológica celebrado en Santander. 2009

RESUMEN
El conflicto de la Guerra de Crimea (1854-1856) marcó un antes y un después en la Historia de la Enfermería gracias a la labor realizada por Florence Nightingale, tradicionalmente considerada verdadero referente dentro de la Enfermería profesional. Sin embargo, los soldados heridos y enfermos en la Guerra de Crimea también recibieron los cuidados de la llamada “Nightingale negra”, otra gran mujer que por diversas razones pronto fue olvidada no sólo para la Historia en general, sino también por la propia Enfermería, aun cuando su labor como enfermera fue verdaderamente encomiable, y así permaneció hasta que una enfermera británica fortuitamente, encontrase un ejemplar de su autobiografía Wonderful Adventures of Mrs. Seacole in Many Lands (Las Maravillosas Aventuras de la señora Seacole en muchas tierras), en 1973.

Tras salir del más absoluto olvido en muy pocos años esta figura ha alcanzado una gran popularidad, suscitando un estimable interés y admiración entre los británicos. Así lo demuestran el que en el año 2004, en una encuesta de la BBC fuese elegida “La Británica de Color más importante a lo largo de la Historia de Inglaterra”, así como la serie de trabajos publicados en los últimos años dirigidos a ahondar en la dimensión de la labor de esta controvertida mujer.

Los objetivos de este trabajo son contribuir a la difusión de la figura de Mary Seacole en sus distintas facetas y analizar la innegable aportación a la Historia de la Enfermería. Asimismo, estudiar las causas de su invisibilidad frente a la notoriedad de Nightingale, máxime cuando ambas figuras fueron trascendentales para el impulso y desarrollo de la Enfermería a mediados del siglo XIX

INTRODUCCIÓN
Es prácticamente imposible analizar el desarrollo histórico de la Enfermería sin tener en cuenta los conflictos bélicos, ya que como expone José Siles en uno de los capítulos de su obra “Historia de la Enfermería”, un aspecto tan negativo como la guerra y todos sus efectos, han constituido una clara fuente de experimentación para el avance del conocimiento de las distintas disciplinas, entre las que se encuentra la Enfermería. José Siles en su obra “Historia de la Enfermería, publicada en el año 1999, dedica un apartado del capítulo IV, al análisis de “La incidencia de los conflictos bélicos en la profesionalización de la Enfermería”. Siles, especifica que la relación enfermera – conflictos bélicos se manifiesta en dos frentes: el fenómeno bélico como fuente de experimentación, y como caudal empírico –científico.

En este sentido, la Guerra de Crimea (1853-1856), que enfrentó a Rusia contra Turquía y las potencias aliadas de Francia, Gran Bretaña y el Piamonte, interesadas en evitar la desmembración del Imperio Otomano, ha sido considerada como la primera Guerra moderna de la historia, tanto por el material bélico utilizado, como por el hecho de que hubiera corresponsales de guerra, como el irlandés Edwin Lawrence Godkin, enviado por el Daily News, que fue el primer corresponsal en presenciar los combates en 1853, y Roger Fenton, reportero gráfico, quién nos dejó numerosas imágenes que nos han permitido conocer algunos detalles, como las características de los uniformes de los soldados ingleses, el aspecto del campo de batalla después de la contienda, o de los campamentos militares ingleses.

FOTO 002 Britsh Hotel
Pero la Guerra de Crimea tiene una especial relevancia para la Historia de la Enfermería gracias a la figura de Florence Nightingale, considerada como verdadera heroína de este conflicto, por su magnífico trabajo en el Hospital de Scutari que cambiaría para siempre no sólo el curso de la Enfermería, sino también, las condiciones higiénico - sanitarias de los cuarteles ingleses y sus soldados.

FOTO 003 Foto de Roger Fenton. Escenario de la Guerra de Crimea

Aún hoy, en el siglo XXI, Nightingale sigue siendo la única Enfermera que ha conseguido traspasar las barreras de la propia Disciplina de la Enfermería, siendo uno de los grandes nombres de la Historia de la Humanidad.

Sin embargo, ¿fue Nightingale la única enfermera que realizó una destacada labor en la Guerra de Crimea?, la respuesta es rotundamente no, en la actualidad sabemos que otra mujer cuidó de los soldados heridos en el campo de batalla, Mary Seacole, cuya actividad por diversas causas, ha permanecido en la sombra durante largos años.

Las Historiadoras e Historiadores de la Enfermería tenemos la responsabilidad de investigar nuestro pasado contribuyendo a asentar solidamente nuestra Historia, por ello esta trabajo tiene como objetivos contribuir a la difusión de la figura de Mary Seacole, analizando su aportación a la Historia de la Enfermería, y estudiar las causas de su invisibilidad frente a la notoriedad de Florence Nightingale.

MARY SEACOLE (1805-1881)
La figura de Mary Seacole fue rescatada de las sombras en 1973, cuando una enfermera británica, de manera accidental, encontró en una librería en Londres su libro Wonderful Adventures of Mrs. Seacole in Many Lands, publicado en (1857).

El libro fue publicado originalmente en 1857, siendo un texto clave para cualquier estudio de Mary Seacole. En 1984 se llevó a cabo una reedición moderna a cargo de Alexander Ziggi y Audrey Dewjee. Los primeros 39 años de su vida los relata en un breve primer capítulo, mientras que dedica seis capítulos, a sus años en Panamá, y los doce capítulos restantes a su trabajo en Crimea, concluyendo con su vuelta a Inglaterra. Además, es interesante resaltar que el Prólogo del libro es de William H. Russell, periodista enviado por el The Times para cubrir el conflicto de la Guerra de Crimea.

FOTO 004 Portada de la primera autobiografía de Mary Seacole

Esta obra constituye la primera autobiografía de una mujer negra publicada en Gran Bretaña, y debido a su gran éxito, en 1858 se publicó una nueva reimpresión. Mary Seacole escribió este libro tras su vuelta de Crimea, relatando a lo largo de 200 páginas todas las experiencias de su vida, y se convierte en una fuente imprescindible para conocer al personaje ya que es el único documento escrito por ella.

Mary Seacole, nacida Mary Jane Grant, vio la luz en la ciudad Kingston en la isla de Jamaica, en 1805, era hija de un oficial escocés de quién decía haber heredado su energía y ambición, mientras que de su madre, una mujer negra libre que practicaba la medicina tradicional y regentaba una pensión para soldados británicos inválidos y sus familias, Mary aprendió los conocimientos médicos que la permitieron adquirir una amplia cultura del tratamiento de los enfermos y las enfermedades, fundamentalmente las epidémicas como el cólera y la fiebre amarilla.
Apasionada por los viajes, realizó su primera visita a Londres en 1821, donde dijo tomar conciencia del color de su tez ante la risa de los niños por las calles, hay que tener en cuenta que la esclavitud no fue abolida en las Indias Occidentales hasta 1834 y que aún así, los prejuicios raciales se mantienen hasta nuestros días.

Jamaica fue posesión española desde la llegada de Cristóbal Colón en 1494, pasando a manos inglesas en 1655 y permaneciendo 200 años bajo el dominio británico, llegando a convertirse en el primer país exportador de azúcar, una productividad que habría sido impensable sin la ayuda de la mano esclava. A principios del siglo XIX la población negra era 20 veces mayor que la blanca, situación que produjo numerosos conflictos hasta la abolición oficial de la esclavitud en 1834. Jamaica consiguió su Independencia el 6 de agosto de 1962.

Antes de contraer matrimonio, a la edad de 29 años, viaja a las Bahamas, Cuba y Haití, y en 1836 se casa con Horacio Seacole, quién fallece cinco años después en 1844 debido a su delicado estado de salud, y pese a los cuidados de su esposa. Poco después abrió su propia hostería, dedicada también a atender enfermos e inválidos. Rápidamente cosechó excelente reputación como enfermera. En 1850 una epidemia de cólera azota la isla de Jamaica causando la muerte de 31.000 personas, y Mary trabajó con los médicos, observando la enfermedad y conociéndola de primera mano, además de estudiar lo que funcionaba o no. Seacole atribuyó esta epidemia de cólera a la llegada de un barco de vapor procedente de Nueva Orleáns, demostrando tener conocimientos sobre la teoría del contagio, como así lo refiere Sadih Sara, en Wonderful Adventures of Mrs. Seacole in Many Lands, Editado por Penguin Books en 2005. Posteriormente viaja a Panamá para visitar a su hermano y abre un Britsh Hotel en Cruces, desde el que proporcionaba alimentos, medicamentos y suministros generales. Ella decía “yo puedo vender cualquier cosa, desde champagne a un pañuelo, desde un ancla a una aguja”.

FOTO 005 Portadas de libros de Mary Seacole

Las terribles condiciones sanitarias de Panamá, donde el calor y la humedad eran un caldo de cultivo idóneo para la aparición de enfermedades tropicales, facilitaron el estallido del cólera en Cruces, por lo que Seacole se ofreció a ayudar ya que tenía experiencia sobre esta enfermedad, sin embargo las autoridades se negaron por el hecho de que fuera mujer y además negra, pero finalmente aceptaron su ayuda.

Mary trabajó día y noche en la lucha contra el cólera, exponiendo la importancia de la limpieza, el aire fresco y la buena comida, como elementos imprescindibles para combatir esta enfermedad contagiosa, aun cuando estas ideas no eran compartidas por los médicos. Además, y en su interés por conocer más detalles sobre la enfermedad, realizó una autopsia a un niño que había fallecido de cólera, con el objetivo de observar con mayor detalle lo que ocurría en el interior del organismo de las víctimas.

El trabajo realizado en Cruces le proporcionó un gran éxito y algunos americanos que vivían en Panamá la llamaron “el ángel de la misericordia”, aunque no faltaron quienes provocaron su ira con comentarios racistas y mostrando malas actitudes hacia los negros.

FOTO 006 Mary Seacole

Tras esta experiencia Mary Seacole se trasladará Cuba para cuidar nuevamente de las víctimas del cólera siendo conocida como “la mujer negra de Jamaica, con la medicina del cólera”. En 1853, con motivo de una grave epidemia de fiebre amarilla, regresará a Kingston, Jamaica, demostrando una vez más sus conocimientos sobre herboristería, utilizando el zumo de plátano para aliviar las hemorragias internas, y la hierba de limón y el té de jengibre para la fiebre. Una vez más, demostró su eficacia en el tratamiento de esta enfermedad, trabajando incansablemente con el fin de evitar la muerte de los enfermos.

Su herencia afro-caribeña, la permitió obtener conocimientos sobre el cólera y la fiebre amarilla, enfermedades poco comunes en Europa, y que le serían de gran utilidad durante su trabajo en Crimea, ya que los médicos militares desconocían el tratamiento de las mismas.

MARY SEACOLE Y LA GUERRA DE CRIMEA
En 1854 estalla la Guerra de Crimea y algunas unidades de Jamaica son alistadas para el frente, desde donde el reportero del Times, William H. Russell, enviaba informes sobre las terribles condiciones de los soldados, sus crónicas causaron una profunda conmoción en Inglaterra. En la Guerra perdieron la vida 20.000 soldados británicos, de los que 3.000 murieron en la batalla y los 17.000 restantes por enfermedades.

FOTO 007 William Russell,Ejército Turco y Ejército británico Fotografía tomada por Roger Fenton Crimea 1855.

En la Tribuna “Biznietos de W.H. Russell”, publicada en El País de Cataluña el 19 de noviembre de 2004, con motivo de la celebración de los 150 años de la Guerra de Crimea, el periodista Jaume Guillamet, evoca la figura de Russell, destacando su libertad de acción y su actitud crítica con las deficiencias del ejército británico y los errores de su comandante en jefe, ya que fue testigo de la carga suicida de la Brigada Ligera de la Caballería Británica. La publicación de sus crónicas causaron la caída de un Gobierno, la creación de un cuerpo de enfermeras, el uso de la fotografía como arma de propaganda y las primeras normas de control de la información.

Los soldados morían de cólera antes de embarcar, otros durante el viaje, y las perspectivas no eran mejores al llegar a los hospitales. Esta lamentable situación fue el motivo por el que Sydney Herber, Ministro de la Guerra inglés, solicitara la ayuda de Florence Nightingale, quien comenzó a reclutar enfermeras para trabajar en los hospitales militares de Crimea. La noticia llegó a Mary Seacole, quién convencida de que su experiencia y conocimientos de las enfermedades tropicales serían de gran ayuda, decidió partir a Londres y ofrecer sus servicios como enfermera, acompañándose de cartas de recomendación de los médicos militares de Jamaica y Panamá. En el otoño de 1854 llegó a la capital Británica y se dirigió a la Oficina de la Guerra para solicitar un puesto de enfermera en Crimea, pero fue rechazada al igual que en otras oficinas militares, la misma situación ocurrió cuando pidió ayuda a la Fundación de Crimea la cual había surgido gracias a la suscripción popular para apoyar a los heridos de Crimea, en todos los casos, el motivo de que no se la aceptara fue el color de su piel, algo que Seacole ya había vívido en América. El hecho de que declinaran su oferta por el color de su piel la produjo un gran dolor, pero no consiguió disuadirla de su decisión de ir a Crimea, donde estaba segura que podría ser de gran ayuda.

Contando con la colaboración de un amigo de su difunto marido, Thomas Day, el 27 de enero de 1855 se embarcó en un vapor holandés hacía Constantinopla, el barco en hizo escala en Malta, donde Seacole se encontró con un médico que había estado recientemente en Scutari, quién la escribió una carta de presentación para Nightingale. Al llegar a Pera, el puerto de Constantinopla, cruzó el Bósforo para visitar a Nightingale en el hospital militar inglés y al llegar se encontró entre los pacientes, a muchos de los soldados que ella había conocido en las Indias Occidentales. La reunión con Nightingale, fue nuevamente descorazonadora para Mary Seacole, ya que esta declinó sus servicios, entre otras razones por que era negra, pero también por no reunir los requisitos que ella exigía para sus enfermeras.

FOTO 008 Imagen en la que se representa la ruta seguida por Mary Seacole hasta llegar a Balaklava en Crimea, mausoleo, campamento y soldados

Para Nightingale, Seacole no reunía los requisitos que ella buscaba en sus enfermeras, ya que además de su color, entre otras características no debían ser mayores, Seacole tenía 50 años, y tenían que pertenecer a una cierta clase social. Esto lo expone Seacole en el Capítulo VIII de su obra.

Una vez más la decisión y el coraje que habían guiado a Mary Seacole durante su vida, volvió a ponerse a prueba, y sin dudarlo, se embarcó en un viaje de cuatro días hacia Balaklava, donde se encontraba el puesto de mando británico, recogiendo durante el camino los restos de metal y madera que encontraba con el objetivo de construir un Hotel y proporcionar provisiones al ejército, además de cuidar de los soldados heridos y enfermos.

Así adquirió un almacén de alimentos y medicinas a dos millas de Balaklava, y una casa que llamó el nuevo The British Hotel, el cual constaba de una planta baja donde estaba el restaurante y el bar, y una superior a modo de hospital para cuidar de los soldados. El Hotel abría seis días a la semana y cerraba los domingos, se daba mercancía a crédito, y se cuidaba especialmente de la comida ya que Seacole consideraba que la dieta era fundamental para el restablecimiento de la enfermedad, por ello el hotel disponía de un cocinero blanco que además proveía de comida también para fuera.

FOTO 009 A la izquierda, Seacole atendiendo a un soldado enfermo en la parte superior del hotel, a la derecha, la parte baja donde se ubicaba el restaurante y el bar

Cada mañana Seacole preparaba sus mulas con provisiones y un bolso de color negro donde llevaba su “equipo médico”, vendas, aguja e hilo etc., y se dirigía al campo de batalla para atender a los soldados heridos, incluso a los del ejército enemigo, y dándoles consuelo en sus últimos minutos, resultando fácilmente identificable por su atuendo de colorido brillante con lazos de colores que contrastaban, algo que sin duda chocaba en la sociedad de la época. Mary se convirtió en una figura muy querida y familiar a la que todos llamaban “Mama Seacole”.

FOTO 010 Retrato al óleo pintado por el artista Abert Charles Challen en 1869, en el que se aprecia el colorido de la ropa que utilizaba Mary Seacole. Esta pintura (desaparecida durante largos años), se expone en la Nacional Protrait Gallery de Londres, desde enero del 2005.

Cuando el 8 de septiembre de 1855 cae Sebastopol, Seacole fue la primera mujer a la que se le permitió entrar en la ciudad para llevar refrescos y atender a los heridos, los soldados comenzaron a llamarla la “Nightingale Negra”. Al finalizar la Guerra en 1856, Mary se encontró con gran cantidad de provisiones que ya no podía vender a un precio justo, lo que la condujo a la bancarrota, situación a la que también habían contribuido los negocios “poco claros” de su socio Thomas Day. Los Oficiales de alto rango y otros que sabían de su magnífica labor, pusieron en marcha un fondo para ayudarla en su situación financiera, y tras pagar sus deudas, toda la fortuna de Seacole eran 223 libras.

De regreso a Londres, en 1857, y con el objetivo de recuperarse económicamente, decidió escribir Wonderful Adventures of Mrs. Seacole in Many Lands, un libro autobiográfico que fue todo un éxito.

Mucho tiempo después de concluida la Guerra de Crimea el Gobierno inglés le concedió la Medalla de Crimea e incluso recibió condecoraciones del ejército francés, ruso y turco.

FOTO 011 Imágenes de la tumba de Mary Seacole en el St. Marys Catholic Cementery

Los últimos años de su vida los dividió entre Jamaica e Inglaterra, donde murió, en Paddington, Londres, el 14 de mayo de 1881, dejando una fortuna valorada en 2.600 libras. El The Times y el Manchester Guardian, publicaron sendos obituarios en reconocimiento a sus servicios a pesar de haber estado veinticinco años fuera del ojo público; después, Mary Seacole se desvaneció en la memoria durante largos años.

En 1973, el hallazgo fortuito de su libro por Elsie Gordon, permitió localizar su tumba en St. Marys Catholic Cementery, en Harrow Road, Londres.

MARY SEACOLE Y FLORENCE NIGHTINGALE
En la actualidad, ya no existe ninguna duda, de que tanto Nightingale como Seacole, fueron dos figuras trascendentales en la Guerra de Crimea, ya que ambas realizaron una magnífica labor como enfermeras, cuidando de los soldados enfermos y heridos en la batalla, sin embargo, mientras Nightingale pasó a ser una auténtica heroína para el pueblo inglés, e incluso para la Humanidad, además de ser considerada como la fundadora de la Enfermería profesional, la figura de Mary Seacole, ha permanecido en la más completa oscuridad, ¿cuáles han sido las causas de esta invisibilidad?, ¿Dónde se establecen las diferencias entre ambas?.

FOTO 012 Mary Seacole y Florence Nightingale

Es obvio que existen diferentes factores que fueron determinantes en la falta de reconocimiento de Mary Seacole, entre ellos, el color de su piel, el hecho de que fuera negra, constituyó una de las principales barreras algo que como expresó en su libro ya había sufrido en América, pero que fue más patente cuando no fue aceptada por los distintos Organismos relacionados con la Guerra de Crimea, ni por la misma Nightingale, para prestar sus servicios como enfermera. Es importante tener en cuenta el contexto en el que se desarrollan los acontecimientos en este caso la Inglaterra Victoriana, y todo lo que esto supone para una mujer de esta época, así, mientras Nightingale era una dama de la alta sociedad británica con buenos contactos en las altas esferas y una esmerada educación, además de tener una piel absolutamente blanca, Seacole era una criolla, hija de madre negra, y encajaba muy poco con lo que se esperaba de una dama en ese momento.

FOTO 013 Florence Nightingale, en una foto realizada en 1858, dos años después de su vuelta de Crimea. Esta foto ha sido descubierta recientemente con motivo de la celebración del 150 aniversario de la Guerra de Crimea y fue realizada por el fotografo amateur William Slater, en la Residencia Familiar de Florence Nightingale en Embley Park, Hampshire

Florence Nightingale, que se encontraba reclutando al cuerpo de enfermería que partiría hacia Crimea. De todas estas instancias obtuvo la misma respuesta: no necesitaban sus servicios, por ser mayor y negra.

Para tomar real dimensión del problema y saber cual era esta actitud, basta citar a Trevor Royle, que en su libro Crimea (St. Martin’s Press, 2000) sostiene que de acuerdo a las propias palabras de Nightingale, el cuerpo de enfermeras que lograría reclutar estaba lejos de destilar excelencia y abnegación, dado que sólo pocas estaban alfabetizadas y muchas otras eran propensas a emborracharse. Más aún, y de acuerdo con el mismo Royle, el primer contingente de enfermeras que partió junto Nightingale no superaba las treinta y ocho almas, mientras que del lado francés, por cada división se disponía de cuarenta y seis doctores y 104 enfermeras.

Según relata Royle: al poco de llegar instala una hostería a dos millas de Balaklava. “El hotel británico”, se llamó. En la planta baja funcionaban un bar y una despensa y los pisos superiores fungían como hospital. El bar y la despensa le posibilitaban financiar sus servicios de enfermería. El nombre de “Madre Seacole” se haría rápidamente popular entre las tropas británicas, sobre todo al ser vista en el frente de batalla atendiendo a los heridos mientras el enfrentamiento continuaba. Infinidad de bajas eran producto del traslado de los heridos a los hospitales de Balaklava, dado que las condiciones de transporte eran extremadamente precarias. Trevor Royle sostiene: “Atender a los enfermos y heridos en un hospital de campaña era una cosa: proveer cuidado inmediato en el campo de batalla era otra muy diferente. Y respecto a esto, los franceses habían llegado a Crimea totalmente preparados. Sus ambulancias conducidas por soldados rasos eran infinitamente superiores”.

Mary Seacole, era mujer y negra, aunque ella decía que era de color amarillo, dos factores con connotaciones bastante negativas para la época, a lo que hay que añadir su espíritu viajero, siendo considerada como una de las grandes viajeras del siglo XIX.

Por otra parte hay que añadir a su ansia de aventura el hecho de que se dedicara a la provisión de víveres y de todo tipo de mercancías tanto tabaco, alcohol, café, azúcar, etc., e incluso medicinas, esta dedicación es lo que se conocía como “sutler”, un trabajo que estaba relacionado con la bebida, las apuestas y la prostitución, generando muy mala fama, un modelo que económicamente había dado muy buenos resultados tras la colonización del nuevo continente americano y que ella trasladó a Crimea, lo que muestra su espíritu decididamente emprendedor.

FOTO 014 London News, mujer en la guerra y el Hotel Britsh

Seacole tenía un concepto de cuidados integral, velando por las necesidades de los soldados de quienes cuenta que estaban tan acostumbrados a la muerte, a los disparos y las granadas, actuando en ocasiones como si no apreciasen sus vidas o como sino fueran conscientes del riesgo (capítulo XVI). Por ello se ocupaba del entretenimiento de los soldados y en los intervalos entre los combates, programaba actuaciones en el Hotel y les vendía bebidas alcohólicas. Esto explica en cierto modo las duras críticas que recibió por parte de sectores más tradicionales y de la misma Florence Nightingale que no quería que sus enfermeras se mezclaran con ella, aunque no expresó su desaprobación abiertamente. En una carta dirigida en 1870 a su cuñado Sir Harry Verney, Nightingale acusaba a Seacole de regentar un establecimiento que distaba poco de ser un burdel. Robinson J: Mary Seacole: The Charismatic Black Nurse Who Became a Heroine of the Crimea.

Por otro lado, también existen cartas en las que Nightingale reconoce la labor y la valía de Seacole, contribuyendo económicamente en la campaña que se llevó a cabo en 1857 para recaudar fondos y aliviar su mala situación financiera tras la Guerra de Crimea. Indudablemente otra de las cuestiones que ha contribuido a ensalzar la figura de Nightingale por encima de la de Mary Seacole, fue el ingente volumen de documentación escrita que nos ha legado la primera, ya que produjo más de 3.000 informes e innumerables cartas, que nos han permitido conocer no sólo los más mínimos detalles de la situación de la soldados británicos en los hospitales de Crimea, sino también, sus directrices organizativas y los resultados de las mismas, ya que fue innovadora en las técnicas de análisis estadístico, mostrando como un fenómeno social podía ser medido objetivamente y analizado matemáticamente, por lo que fue invitada a pertenecer a la Sociedad Estadística Real en 1858, siendo nombrada miembra honoraria de la Asociación Americana de Estadística en 1874.

A todo ello hay que añadir la publicación en 1859 por parte Nightingale de su libro Notas de Enfermería. Qué es y qué no es, que se convirtió en una guía esencial para las mujeres británicas, y posteriormente, tras la creación en 1860 de la Escuela de Enfermería, en Manual de Formación básico en todas las Escuelas de Enfermería del mundo, lo que sin duda contribuyó aún más a su afianzamiento.

El testimonio escrito de Seacole se redujo a una obra de carácter autobiográfico, cuestión que favoreció el hecho de que la difusión de labor quedara limitada a un período concreto, siendo reconocido su trabajo por sus coetáneos, y por aquellos que recibieron directamente sus cuidados, cuyos agradecimientos se recogen en el capítulo XIII de su obra. Un ejemplo lo constituye la carta que le escribió John Hall, Inspector General de Hospitales el 30 de junio de 1856 y que se recoge en el capítulo XIII de su libro:
tengo un gran placer en expresar mi testimonio hacia la amabilidad y atención de la Sra. Seacole hacia los enfermos del ejército y los cuerpos de transporte de tierra durante los inviernos de 1854 y 1855, no sólo por la administración de sus conocimientos ante las enfermedades sino también, por darles de comer de forma caritativa, ya que no querían ir al hospital”.

Por último, destacar según Ivenson-Ivenson J, Florence Nightingale realizó sobre todo una labor administrativa fuera de la línea del frente, mientras que Mary Seacole, no dudó en ir al campo de batalla y atender directamente a los heridos aliviando su sufrimiento y proporcionando comodidad a los moribundos.

Sin duda alguna ambas mujeres fueron un referente para su tiempo y realizaron una labor encomiable, no deja de ser interesante como lo apunta Jane Robinson, en la introducción de su libro Mary Seacole: The Charismatic Black Nurse Who Became a Heroine of the Crimea, que cualquiera que se acerque a la Guerra de Crimea encontrará aspectos extraños, sin duda uno de ellos es que al finalizar la misma dos de los personajes más célebres fueron dos mujeres, ambas enfermeras.

REDESCUBRIR A MARY SEACOLE
La reedición moderna de su autobiografía, gracias a los esfuerzos de investigación llevados a cabo por los editores Alexander Ziggi y Autrey Dewjee, en 1984 permitieron recuperar la figura de Mary Seacole, convirtiéndose en la actualidad en una industria en crecimiento como lo demuestran la publicación de trabajos de investigación de los últimos años, y las numerosas revisiones bibliográficas aparecidas en prensa sobre todo en el último año.

El 24 de noviembre de 2003 se inició una campaña para un monumento de Mary Seacole en Londres, reconociéndola como heroína de la Guerra de Crimea, ya que a diferencia de Florence Nightingale, ella no está en el Memorial que se erigió para conmemorar a los héroes de este acontecimiento.

En el 2004 los televidentes de la BBC la votaron como la persona de color más importante en Gran Bretaña, además en la Web, se pueden encontrar más de 2000 entradas sólo en el Reino Unido.

El Director del Museo Florence Nightingale Alex Attewell, con motivo de la celebración del bicentenario del nacimiento de Mary Seacole, en el 2005, expuso lo siguiente: “Ahora está comenzando a ser recordada por sus logros y por ser capaz de superar los obstáculos de todo tipo a los que tuvo que enfrentarse”.

El 29 de noviembre de 2007, con la presencia de la Ministra de Cultura Británica, se colocó una placa en la casa de Mary Seacole en Londres.

FOTO 015 Placas de reconocimiento y Universidad

En la The Valley University, la Profesora Elizabeth Anionwu, dirige el Centro para la Práctica Enfermera de Mary Seacole, a través del que se puede obtener numerosa información sobre las últimas investigaciones, pudiéndose acceder a través de su página web: http://www.maryseacole.com/
Sin duda alguna, Mary Seacole representa la decisión y la lucha de una gran mujer que no decayó antes las adversidades de su tiempo, luchadora aún a pesar del racismo y los prejuicios victorianos, se mostró como una emprendedora empresaria, sin miedo a viajar en solitario, o a regentar su propio negocio.

Además, demostró ser una magnífica enfermera que no vaciló aún sabiéndose rechazada y siguió adelante hasta llegar a Crimea, demostrando su valía y la calidad de sus conocimientos, que fueron de inestimable ayuda para los soldados, con la salvedad de que atendió a las tropas de los distintos ejércitos involucrados en el conflicto de Crimea.

La Historia de la Enfermería tiene ahora otra gran heroína, la labor de investigación continúa, la dificultad estriba en los pocos documentos escritos, aunque esto debe ser a la vez un reto para conocer más detalles sobre esta gran Enfermera.

Nada mejor que recordar ahora las palabras escritas por William Russell, el famoso corresponsal de The Times en la Guerra de Crimea, quién escribió en el prefacio del libro autobiográfico de Mary Seacole:

He presenciado su devoción y su valentía y confío en que Inglaterra no olvide a quién cuidó de sus enfermos y buscó ayuda y socorro para sus heridos, y realizó los últimos oficios para algunos de sus más ilustres muertos” (William Russell)

FOTO 016 Mural, sello, fotos y esculturas

Florence Nightingale y Mary Seacole, compartieron un mismo destino, la Guerra de Crimea, ambas trabajaron por un mismo objetivo, mejorar las condiciones de salud de los soldados enfermos y heridos, aliviar su dolor y acompañarles en el momento irreversible del desenlace final. Dos figuras claves para el desarrollo de la Enfermería, dos mujeres valientes que supieron superar las barreras de su tiempo.

Mary Seacole, se quedó enterrada por la arena de los tiempos. La memoria historiográfica posee los mismos prejuicios que sufriera Mary Seacole en vida. Bibliotecas enteras ignoran la labor de esta enfermera. Ni siquiera la voluminosa y minuciosa obra sobre el género femenino Historia de las mujeres, dirigida por los historiadores franceses George Duby y Michelle Perrot, hace mención alguna de la señora Seacole.

BIBLIOGRAFÍA
Alexis Troubetzkoy: A Brief Histtory of The Crimean War. The causes and consequences of a medieval conflic fought in a modern age. Ed. Constable & Robinson Ltd, en el 2006
Gilmor, J.: “Lo hizo a su manera”. The Caribean Revieww of Books. Edición nº 5, agosto 2005
Gonzalbo Aizpuru, P.: Género familia y mentalidades en América latina. Ed. UPR 1997
Jane Robinson: Mary Seacole: The Charismatic Black Nurse Who Became a Heroine of the Crimea. Constable 2005
Harrington Illtyd: “Tracing the traces of the black Nightingale”. Camdem New Journal. Abril 2005
Nightingale, Florence: Notes on Matters Affecting the Health, Efficiency and Hospital Administration of the British Army, 1858
Stuart, Flitton: “Remenbering Mary Seacole”. The Times. Febrero 2008
Mark Bostridge: The Woman and her Legend , publicado en. The Independent. 28 de septiembre de 2008

AGRADECIMIENTOS
José Siles González
Mª Luz Fernández Fernández
Soledad Fernández Moral

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net

domingo, 10 de octubre de 2010

ROSA BARR “ENCUENTRO EN SEBASTOPOL” 2ª PARTE

En la tercera parte del libro dice así: Nunca había visto un tiempo tan cambiante como el de Crimea. Ha habido lluvias interminables, luego un frío helado seguido de más precipitaciones. Quizá te hayas enterado de que Inglaterra envió un grupo de mujeres al Hospital de Scutari. A todos nos asombró que se ponga a prueba un experimento semejante en tiempos de guerra, aunque se dice que tanto el ejército ruso como el francés aceptan enfermeras. Resulta extraño que tratemos ahora de tomar como modelo a nuestros enemigos, o debería decir antiguos enemigos, en el caso de los franceses. Temo que las pobrecillas no sean bien recibidas. Los médicos de nuestro ejército se muestran reacios a cualquier sugerencia de cambio, igual que sus homólogos civiles.
FOTO 001 Guerra de Crimea

Las terribles noticias que llegaban de la guerra eran desoladoras, a nuestros soldados les dejaban morir de cólera, las heridas sin tratar, infecciones, nuestro gobierno había decidido que murieran de congelación en las trincheras del asedio.

El día de Navidad, el editorial del Times rezaba así: Si algo hemos transportado de Inglaterra a Crimen no fue la humanidad, la prudencia, el talento mecánico y la variedad de recursos de los ingleses. ¿Puede creerse que en Crimen las autoridades no se ocupan de atender debidamente a los enfermos ni a los heridos, ni permiten que lo hagan otros en su lugar? A los capellanes, que en un principio repartieron gozosamente las comodidades que permitía el fondo recaudado por este periódico, se les ha prohibido de forma tajante que sigan haciéndolo, ya que al parecer se considera más acorde con la disciplina militar que un soldado inglés muera de hambre o frío, antes que ser vestido o alimentado por manos privadas.

No podíamos entenderlo. Nuestro círculo de amigas, nuestras institutrices, las señoras de la iglesia y las criadas habían tejido sin cesar hasta dolerles las manos de tanto confeccionar mitones, calcetines, gorros y camisetas, yo había donado mi asignación, el sobrino de la señora Hardcastle, que estudiaba en Oxford, había enviado tres chalecos y un abrigo, y aun así morían cientos de soldados en las trincheras frente a Sebastopol, porque pasaban hambre y se les congelaban los dedos de los pies.

Me comentaron que los soldados franceses disponen de barracas, mientras que los británicos han de dormir en tiendas, y la mayoría volaron con el huracán o quedaron hechos pedazos. Imagino que a nadie se le escapa que no pueda montarse un campamento de tiendas en pleno diciembre.
FOTO 002 Mujer en la Guerra de Crimea

En el Hospital Barrack se encuentra la señorita Nightingale con su grupo de enfermeras y un millar de soldados heridos a quienes sin duda les vendrían bien nuestros cuidados. Todos los días llega un nuevo barco de crimen en el que sabemos que viajan más soldados moribundos, pero no podemos acercarnos a ellos. Esperamos con diversos grados de paciencia, metafóricamente arremangadas para empezar a trabajar, pero al parecer existe un gran problema. No somos bienvenidas. Hemos viajado hasta aquí creyendo erróneamente que íbamos a formar parte del equipo de la señorita Nightingale, pero resulta que ella no había pedido que viniéramos; de hecho, había explicado con toda claridad que no quería más enfermeras, así que ahora que hemos llegado no desean saber nada de nosotras. La jefa de mi grupo la señorita Stanley nos llamó aparte y nos dijo que no entendía que le ocurría a la señorita Nightingale, su queridísima amiga, y que el malentendido se resolvería en cualquier momento. Algunas estamos indignadas y los culpamos a ella y a Sydney Herbert por no informar a la señorita Nightingale de que íbamos a venir. Algunas compañeras de un nutrido grupo de enfermeras son monjas católicas, se retiran a una parte seca del barco donde nos hallamos encerradas y pasan las cuentas de sus rosarios.
FOTO 003 Enfermeras en la Guerra de Crimea

La señorita Nightingale no nos quiere y, en mi opinión, eso es mala señal. Recuerdo cada vez con mayor claridad mis encuentros con ella en las fiestas de Lea Hurts. Cuando me preguntan como era, les respondo: “Encantadora, muy rica, muy ecuánimeSin embargo, no les digo que no había forma humana de conmoverla. Recuerdo que intenté que se interesara por mis humildes esfuerzos con los aldeanos, pero me fue imposible captar su atención para una causa que no fuera la suya propia. Aquí seguimos atrapadas en este barco apestoso el navío Egyptus en el Bósforo.

Londres 1854, navidades el Times informó que el Parlamento había decidido por votación formar un comité para investigar el modo como se había dirigido la guerra de Crimen. El primer ministro dimitió, y a principios de febrero se invitó a lord Palmerston a formar gobierno. En cualquier caso, los periódicos informaron que la línea férrea recién construida entre el puerto de Balaklava y el campamento británico frente a Sebastopol supondría un transporte más eficaz de víveres, ropa y combustible. Los abrigos de piel de borrego ya habían llegado, aunque se habían demorado tanto que ahora hacían sudar a los soldados.

El colega de Henry, el doctor Snow, había presentado pruebas en el Parlamento de que el cólera se contagiaba por beber agua sucia y no por los hedores que transportaba el aire, y si esa idea cobraba popularidad, comportaría graves consecuencias para el negocio de la construcción porque rápidamente habrían de aprobarse nuevas normas sobre desagües y bombas de agua.
FOTO 004 Muelle y Puerto de Balaklava. Oficial británico y tropa

Nos llegó una carta de Rosa, desde el Hospital de Koulali, cerca de Scutari, fechada el 2 de febrero de 1855, decía así: Gracias a ti Mariella, logré cumplir mi sueño y me encuentro por fin en un hospital cuidando a los soldados. Pensarás que soy feliz, pero me paso la mayor parte del tiempo paralizada por el pánico. Imagina un edificio del tamaño de una de esas nuevas estaciones de ferrocarril de Londres, igual de vacía pero cien veces más sucio y viejo, y con un puñado de somieres, unos cuantos sacos y una docena de botellas de oporto como suministros. Imagina que un par de buques de vapor llegan resoplando y echando humo al destartalado malecón que hay frente al hospital, y que desembarcan a trescientos hombres heridos, todos necesitados de calor, alimento y cuidados expertos. Imagina que en vez de eso encuentran a media docena de Rosas y a un puñado de monjas, todas con las manos más o menos vacías y conmocionadas. Así es el Hospital de Koulali.

Tan sólo espero no tener que quedarme aquí mucho tiempo. Van a enviar a un grupo de enfermeras a Crimea a petición especial del propio lord Reglan, y voy a solicitar que me incluyan entre ellas. Me da la impresión de que debo llegar al corazón de esta guerra, esté donde esté y sea lo que sea. De lo contrario, jamás podré sentirme satisfecha.

La señorita Stanley se halla a cargo de este centro; dispone de un cuaderno, frunce el ceño y grita mucho, pero eso es todo. Las monjas son mucho más útiles y me han enseñado a vendar heridas y alimentar a los pacientes a través de un orificio en las vendas.

En el Hospital Barrack, la señorita Nightingale está mejor organizada, pero no tiene intención de compartir sus enfermeras con nosotras ni ayudarnos a dirigir el centro hospitalario con mayor eficacia, aunque, por cierto, ella es más que nada un punto de transición entre el campo de batalla y el cementerio, exactamente igual que nosotras.
FOTO 005 Hospital Barrack, donde estuvo ingresada Florence Nightingale

Para serte sincera, la señorita Stanley no se halla a la altura de su cometido. Sometida a presión, se limita a sonreír más, alza las manos como un predicador tratando de aplacar a unos feligreses soliviantados y dice: “No vine aquí para esto. No tenía la menor idea de que estaría a cargo de un hospital. Pensaba que podía ayudar, pero si ella no quiere cooperar…”. Mi cama aquí en el hospital es dura y sucia y además está llena de pulgas.

El Doctor Henry Thewell le escribe a Mariella el 6 de marzo de 1855 y le dice: He desarrollado lo que llaman una infección pulmonar e insisten en que mi salud corre grave peligro. Yo sostengo que aquí todo el mundo está enfermo y que desde luego ni lo estoy más que la mayoría ni menos que muchos otros. Escorbuto, cólera, disentería, congelación e hipotermia son enfermedades que nos afectan a todos en alguna medida. Espero que me permitan quedarme.

Descubrí que prefiero estar al aire libre, haga el tiempo que haga. De hecho, detesto el barracón del hospital y me asfixio entre sus paredes mohosas. Me proporcionaron un abrigo de piel de borrego largo hasta los pies y, cuando me aprieto bien el cinturón y me pongo el gorro y los guantes que me hiciste, no me penetra ni un soplo de este aire húmedo.

La señorita Stanley se volvió enferma a Londres con su grupo de enfermeras, que no quiso la señorita Nightingale. Al no tener desde febrero noticias de Rosa Barr, decidimos empezar su búsqueda. Fuimos para hablar con la señorita Stanley, pero no nos recibió, pero a los tres días nos mandó una misiva escrita con temblorosa caligrafía que decía así: No me pregunten el paradero de la querida señorita Barr, que se esforzó heroicamente por cuidar de los enfermos, a pesar de todos los obstáculos. Decidió dejarnos y marcharse al Hospital en Balaklava por voluntad propia. No tuve nada que ver. Lord Reglan solicitó unas cuantas enfermeras para enviarlas al mismo corazón de la guerra en Balaklava, y ella suplicó que la dejaran ir. No puedo verles me encuentro demasiado enferma. Sufro muchísimo. Su obediente servidora en Cristo. Mary Stanley.
FOTO 006 Carga de caballería británica

El 24 de abril de 1885 llega una carta dirigida por la signora Critelli para Mariella y dice así: Señorita Lingwood: Le escribo para comunicarle la triste noticia de que el doctor Henry Thewell se halla gravemente enfermo. Encontré una carta para usted y se la remito. Puedo asegurarle que seguiré procurando a mi paciente todos los cuidados posibles. Queda a su servicio Doctor R. Lyall.

Dentro de esta carta había otra manuscrita de Henry dirigida a Mariella que le decía que se encontraba en otro barco navegando con el mar en calma. Mientras te escribo, un pequeño destacamento de soldados al mando de Canrobert Hill está cavando otra fosa para enterrar a los muertos de esta noche, y en el Hospital Castle un cirujano está amputándole el pie a un hombre al que alcanzó una bala rusa. Un colega me recomendó ir a Italia, país al que me lleva el barco. Me recibirá un médico inglés que me buscará alojamiento.

Por cierto un día vi a Rosa, a tu prima Rosa. Está todo lleno de heridos, no ha dejado de lloviznar en todo el día, sigo andando, veo algo que resplandece sobre uno de los soldados heridos. Es el pelo rubio de una mujer, lleva un abrigo grande militar y la mayor parte del pelo recogido en un pañuelo de punto azul que también se ha anudado al cuello. Está arrodillada junto a un hombre cuya cabeza yace en medio de un charco de sangre y restos. Mira fijamente a la mujer. Sin duda, ella sabe que el soldado va a morir, pero le sujeta la mano igualmente, acariciándosela. De pronto repara en mí y alza la vista. Es nada menos que tu prima Rosa. No entiendo qué hace aquí. No puede ser cierto. No. Tal vez sea una ilusión óptica o un espejismo. La lluvia le azota el rostro. Está delgada y con la nariz roja por el frío. No lleva guantes, tiene sabañones en las manos y las puntas de dos dedos completamente amarillas. Debería cuidarse más. Si hiciera un poco más de frío, correría peligro de congelación. Los dos observamos al joven soldado, que posee la mirada perdida de los moribundos. Rosa acerca el rostro al suyo, le oigo murmurar palabras de consuelo. Me voy para atender a otro herido y cuando me vuelvo a buscarla, ella ya no está.

Mariella habla con su padre, le pide dinero y le dice que Henry está muy enfermo y se va a buscarlo a él y a su prima Rosa, parte hacia Italia y pasa a la cuarta parte del libro.
FOTO 007 Soldados y uniformes Guerra de Crimea

A la mañana siguiente Nora y yo fuimos para encontrarnos con Henry, un desconocido de aspecto poco halagüeño salió de la habitación de Henry y nos miró; por el olor que despedía, aquel rostro rubicundo se debía a su afición al vino. Era el médico inglés, Lyall, que había vuelto por fin de Roma.

Desde el puerto de Pescara salimos en un barco de vapor que se dirigía a Constantinopla, desde podríamos navegar hasta Balaklava. Cuando llegamos el capitán y toda la tripulación se había encariñado con Nora la enfermera, seguramente por ser católica, y el primer oficial nos encontró otro barco de vapor, el Royal Albert, que zarparía rumbo a Balaklava. Transportaba a soldados enviados a los hospitales ingleses de Scutari, y que una vez recuperados volvían a la batalla.

Apenas dormí en el barco, el calor bochornoso, no había cenado, la carne estaba muy dura y el pan agrio; a medida que avanzaba la noche se hizo evidente que compartía la cama con insectos, con pulgas. Yací en la oscuridad notando las dolorosas picaduras en las manos y en el cuello. Lo que más me preocupaba no eran las molestias físicas, sino la manera de deslizarme hacia el abismo. Pulgas, alimentos incomestibles y una relación tan cercana con una católica formaban parte de mi alejamiento.
FOTO 008 Laboratorio Fotogáfico ambulante con Marcus Sparling

Llegamos al Hospital de Scutari, cuando traspasamos la verja del hospital nos encontramos de pronto sumidas en densas sombras. Allí los ruidos parecían más concentrados y tenían sentido: los del agua corriente, de pasos apresurados, de los cascos de una mula o el áspero sonido de una sierra. En el interior había un inmenso patio, lo bastante grande para dar cabida a diez plazas de armas, con barracones aquí y allá, grupos de hombres ociosos parcialmente uniformados y perros tumbados a la sombra. Un par de hombres con pantalones, camisa y dos pies descalzos entre ambos estaban repanchingados en un rancio apoyado contra un muro soleado. Preguntamos por la señorita Nightingale, le podemos acompañar a su despacho, pero ella no está aquí, se marchó a Crimen gravemente enferma.

Recordé que Rosa había comparado el Hospital de Koulali con una estación de ferrocarril, los altos techos abovedados, las ventanas con múltiples parteluces profundamente encastadas en los muros, interminables hileras de puertas y en el pasillo, a lo largo del lado del patio, una fila de camas, todas ocupadas. Di gracias a Dios por haber vislumbrado al menos lo que era un hospital en Londres, y no tener que horrorizarme por primera vez ante la visión y los sonidos de tantos enfermos juntos. Si la indomable señorita Nightingale había enfermado, ¿qué nos podría pasar a nosotras? No vimos más que a hombres: pacientes que iban de cama en cama arrastrando los pies, ordenanzas que acarreaban cubos o bandejas, algunos oficiales de uniforme y un hombre con levita.
FOTO 009 Guerra de Crimea

Finalmente nos encontramos con una monja a la que le preguntamos el paradero de la enfermera Rosa Barr. Era una monja católica llevaba un gran crucifijo en el pecho. “Rosa Barr, me suena ese nombre” Se fue a Balaklava, no hemos vuelto a saber nada más de ella. He encontrado el nombre de su prima, vino con las enfermeras de la señorita Stanley, no se le dio plaza en este hospital y se fue al Hospital de Koulali y luego a Balaklava. La señorita Barr podría ser una de las enfermeras a las que no se les dejó quedarse en este hospital (la señorita Nightingale, no las quería) y decidió no aceptar nuestra disciplina y como quería ser enfermera se fue con un regimiento (97º de Derbyshire) a las Tierras Altas, en una mujer joven y bonita, estaba mal visto. Puede intentarlo en otros sitios, pero sabemos perfectamente que enfermeras están trabajando en los hospitales de Turquía, donde tenemos problemas con el control es en Crimea.

Se comenta que varias enfermeras se fueron con los regimientos. Por desgracia es una historia que se está haciendo muy común. La enfermera Martha Clough, estaba prometida con el coronel Lauderdale Maule, que murió de cólera, también venía con la señorita Stanley y también se marchó con las tropas. La señorita Nightingale es muy severa con las enfermeras que no acatan su disciplina. Parece ser que Rosa que estaba con el regimiento de su hermanastro capitán Max Stukeley, se fue a unas cuevas en Inkerman y desapareció.
FOTO 010 Supervivientes británicos de la caballería ligera

Aparecimos paseando a caballo y buscando a mi prima en Kadikoi, aquí se encuentra otro de nuestros hospitales británicos. También está aquí el “Hotel British”, ese edificio tan grande en la cima de la colina, lo dirige una mujer negra, enfermera llamada Mary Seacole.

El hotel era una casa de dos pisos con gabletes y ventanas acristaladas. En el patio había cabras, ovejas, gallinas y soldados que comían en una mesa debajo de un gran toldo. Atendía a los heridos en la parte superior y en la parte de abajo alquilaba habitaciones y había una cantina. En el regimiento de Derbyshire encontramos la barraca donde había dormido Rosa hasta su desaparición. Cuando volví al barco tenía una nota que decía así: Querida señorita Lingwood:
Su acompañante la enfermera Nora McCormack, se halla en uno de los barracones de nuestro hospital. Lamentamos informarle que está enferma de gravedad y que es probable que no pase de esta noche. La señorita McCormack solicita que sea tan amable de traerle sus pertenencias, que desea tener a su lado. Dios la bendiga, señorita Lingwood. Lo firma: Hermana Doyle, hospital Castle.
FOTO 011 La enfermera jamaicana Mary Seacole

Cuando llegué al hospital vi una hilera de barracones, abrí una puerta y me encontré con una larga sala, el inconfundible tufo a hombres enfermos impregnaba el ambiente, apareció un farol portado por una monja enfermera, su nariz prominente despuntaba por debajo de una enorme toca blanca. Me explicó que las enfermeras y las monjas dormían un poco más separadas en otros barracones. La barraca se parecía a la de Rosa, en una se encontraba Nora tirada encima del catre, con ella una rata enorme se encontraba sobre su pecho, un olor fétido penetró en mi nariz hasta la garganta, le tiré mi maletín y eso sirvió para que la rata saliese pitando, medía medio metro, era enorme. Cuando me acerqué a la monja le dije que había una persona enferma y me dijo que había muy poco personal para atender a tantos heridos, le enseñó donde podría encontrar sábanas, si es que quedaba alguna y agua limpia para lavar a su doncella. Estuve muchos días cuidándola.

Max Stukeley me contó: Rosa estuvo en el Hospital General de Kadikoi. El hospital Castle lo levantaron en primavera. Rosa no se quedó porque le ponían todo el día a contar y hacer vendas y no podía ni lavar, ni curar las heridas de los soldados. Vino a mi campamento y me preguntó si podía quedarse como enfermera en mi regimiento. Estaba harta de que en el hospital había demasiadas restricciones y riñas entre las mujeres. Aunque parecía muy contenta con nosotros y los hombres la adoraban, un día desapareció.
FOTO 012 1860 Uniforme de la escuela hogar para enfermeras NIGHTINGALE en el Hospital de St. Thomas de Londres. Cuadro Acrílico sobre papel, 24x33 centímetros. Realizado en Cartagena por la enfermera Rufi García Nadal en el 2008

Cuando estaba cuidando a Nora, entró su compañera la señora Whitehead de Lancashire, me dijo que no daban abasto con todos los heridos que habían llegado de repente, me contó que era una enfermera con experiencia que se había hartado de atender a pacientes ricos y que supuso que Crimea sería todo un cambio. Yo estaba con la señorita Nightingale en Scutari, y me trajo consigo a este hospital para aumentar el personal. Trabajar con la señorita Nightingale fue muy difícil, yo estaba acostumbrada a tomar mis propias decisiones como enfermera, así que me resultó muy extraño recibir órdenes de otra persona. Todas formábamos un equipo, todas hacíamos lo que se exigía de nosotras, y eso me gustaba.

En todas las batallas la imponente enfermera Mary Seacole aparecía sola con un ondeante sombrero de ala ancha y cabalgando en una mula cargada de alforjas. En su hospital se comía mucho mejor que en los hospitales británicos. Cuando Max me esperaba para ir a buscar a Rosa, estaba tomando un copioso desayuno y sólo se podía uno tomar semejante comida en el “Hotel British”, dirigido por la enfermera jamaicana Seocale.
FOTO 013 Asedio a Sebastopol

Después de buscar a Rosa y por los comentarios de los propios soldados llegamos a la conclusión de que Rosa se había ido a trabajar como enfermera a Sebastopol. Cuando entramos en el devastador y desastroso Sebastopol, ya se encontraba allí en el hospital Mary Seocale, un periodista con su cuaderno de notas, un par de oficiales y un médico inglés, todos están muertos o medio muertos. Allí encontramos en un rincón del hospital a un oficial británico Max Stukeley sentado en el suelo, en sus brazos sostenía el cuerpo de una mujer con el vestido azul roto y el delantal sucio de sangre, su esbelto cuello y su pelambrera rubia se había doblado hacia atrás dejando pender la cabeza.

En su última carta Rosa decía así: Vine hasta el fin del mundo para ser enfermera y es un final amargo. Ya no soporto a mis compatriotas. Los británicos se embarcaron en esta guerra sin prevenir sus consecuencias. Nos hemos quedado sin nada, no tenemos médicos, ni vendas, ni medicinas, pero siguen trayéndonos heridos desde los baluartes y los edificios bombardeados, y no podemos rechazarlos de ningún modo. El cólera hace estragos. No dispongo de agua limpia. Sólo soy una mano a la que un hombre se aferra mientras muere. Recuerda que el ser enfermera lo elegí yo.

Rosa había muerto el 6 de septiembre de 1855 en el Hospital de Sebastopol, realizando el trabajo que ella siempre quiso ser: “Enfermera”.

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
Vocal del País Vasco de la SEEOF
Miembro de Eusko Ikaskuntza
Miembro de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos
Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
M. Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería
masolorzano@telefonica.net

domingo, 3 de octubre de 2010

ROSA BARR “ENCUENTRO EN SEBASTOPOL”

Durante la guerra de Crimea, una joven enfermera británica, Rosa Barr, recorre los campos de batalla en su empeño de atender y confortar el mayor número posible de heridos. Mientras tanto, en Londres, su prima Mariella Lingwood sigue el devenir del conflicto a través de las cartas que recibe de su novio, Henry Thewell, un célebre cirujano que también ha ido voluntario a la guerra. Pero cuando Henry cae herido y las noticias sobre Rosa cesan, Mariella se siente obligada a acudir en ayuda de ambos.

Así siguiendo el rastro de su prima, Mariella emprende un viaje que la llevará desde su apacible ámbito familiar en el comedido Londres victoriano hasta el perturbador escenario de la contienda. Un viaje que la hará descubrir en su fuero interno una fuerza que no creía poseer y le enseñará que aún tiene mucho que aprender sobre los secretos del alma, la fidelidad y el amor.
FOTO 001 Portada del libro

Esta novela histórica está ambientada en una época de profundos cambios políticos, “Encuentro en Sebastopol” presenta a dos heroínas, opuestas en carácter y talante, inmersas en una realidad que deja al descubierto la peor cara de la condición humana, pero también la grandeza de las actitudes más nobles y los sentimientos más elevados.

Magnífico libro que ayude a estudiantes, enfermeras e historiadores, a comprender, porque una dama victoriana, se convierte en enfermera para ayudar, comprender, limpiar y cuidar a los enfermos de una guerra, su guerra.

Esa tarde, a mi madre y a mí (se refiere a la prima de Rosa, que es la que narra esta novela), nos esperaban en la iglesia, donde íbamos a preparar un concurso para la celebración de la Pascua de los niños de la Escuela Dominical. La reunión se auguraba conflictiva porque la señora Hardcastle había sugerido que los niños debían enarbolar banderas turcas, francesas y británicas idea que había escandalizado a mi madre. La Pascua, había dicho, era un tiempo para la esperanza, no para la guerra.

Apareció esa noche en mi casa el capitán Max Stukeley, Noventa y Siete Regimiento de Derbyshire, se despedía de nosotras, esa misma noche si encontraban un barco lo bastante grande para meter en él los caballos, pues ninguno de nosotros aceptará separarse de su montura.
FOTO 002 Carruaje de Florence Nightingale 1856. Crimea

La heroína de Rosa Barr era una joven, la señorita Florence Nightingale, diez años mayor que ella y que había convencido a su padre, propietario de una fábrica en el valle vecino, de que abriera una escuela para niños pobres. La señorita Nightingale dedicaba las mañanas a cuidar enfermos y a las tardes a enseñar a leer a las obreras de la fábrica. Todo el mundo habla de ella, y espero conocerla este verano, comentó Rosa. Quiero ser la señorita Nightingale, imagina lo que podría llegar a hacer algún día, si mi padrastro me lo permitiera. Podría convertirme en alguien que llevara a cabo cosas importantes. (Las señoritas en el Londres victoriano, no estaba previsto que trabajasen y menos que fueran enfermeras, que lo dejaban para las clases sociales bajas, viudas o mujeres sin familia).

Como primer paso encaminado a ese objetivo, Rosa no tardó en reclutarme para un nuevo comité de la Sociedad para la Mejora de las Condiciones de Vida de las Personas Enfermas, Necesitadas y Sin Educación de Stukeley, de la cual ella era la presidenta, y a mí me nombró secretaria.

Londres 1854, se presentó Henry Thewell, a finales de marzo partiría hacia Budapest donde se encontraban las tropas británicas, se enteraron que estaría en Hungría y quieren que les presente un informe sobre el estado desalad pública de dicha nación. A los pocos meses las tropas británicas desembarcaron en Constantinopla.

La descripción que hacen sobre Nora McCormack la enfermera, dice así: Nora era una mujer robusta de marcado acento irlandés, piel basta color cuajada y cabello ralo. Comentando que la madre de Rosa está muy enferma, decide su hermana que habrá que llamar al médico y Rosa le contesta: no es necesario, pronto mejorará, dice el médico que necesita cuidados constantes, hay que estar muy atentos cuando se trata del corazón. Y Rosa les contesta, ya se ocupará Nora de todo, para eso la trajimos con nosotras. Nora ha pasado toda la noche en vela, necesita dormir. Nosotras nos turnaremos, no hace falta traer otra enfermera de fuera. Rosa le decía a su prima y a su tía que aún estando Nora en su casa, tuvo que cuidar a su padrastro que era un enfermo muy desagradable. Rosa dijo: yo la cuidaré, por supuesto no es molestia. Estoy acostumbrada. Nunca me ha molestado cuidar de personas enfermas, en realidad. De hecho, dedicaría mi vida a ello, si pudiera ser útil. Quiero ser enfermera.
FOTO 003 Barbara Leigh Smith

Rosa había quedado con una amiga londinense que se habían conocido por carta y se llamaba Barbara Leigh Smith, su prima le preguntó y ¿quién es esa mujer? Es prima de unos conocidos de Derbyshire, los Nightingale. Por boca de su tía Julia descubrí que nunca han reconocido el parentesco con Barbara porque es hija ilegítima, a pesar deque sea una de las mujeres más brillantes y con más talento del país.

Comentando que su prima y su madre estaban preparando una casa para institutrices retiradas, pues yo estoy buscando les decía Barbara una costurera y una profesora para enseñar en la Residencia que estoy construyendo, yo me dedico a ayudar a mujeres con problemas que tienen niños y están separadas o solteras. Esas mujeres solteras, demasiado mayores para seguir trabajando tras una vida entera de servicio, merecen algo mejor que morir de hambre en soledad. Que obra tan maravillosa. ¿Sabéis? Terció Barbara, creo que es lo que está haciendo mi prima Flo precisamente. Dirige una residencia parecida. Y me refiero a dirigirla de verdad.
FOTO 004 Guerra de Crimea. Despedida

¿Y usted, Rosa, en qué campo trabaja? Preguntó la insaciable Marian. En ninguno. Supongo que mi sueño sería convertirme en enfermera, o incluso en médico, si fuera posible. Mi prima tiene un primo considerado un cirujano con mucho prestigio. Ahora que vivo en Londres, espero lograr introducirme en algunos ambientes gracias a él, o al menos tener la oportunidad de ver una operación y tal vez asistir a una o dos clases. Ésa es una ambición muy valiente y hermosa, sobre todo en estos tiempos de guerra. Mientras Rosa en su tiempo libre ayudaba a una viuda con cuatro hijos, llevaba al pequeño en brazos cuando le vio su prima, los tres estaban mugrientos, tenían la piel cetrina y olían a cuerpos sin lavar y cosas peores. Les moqueaba la nariz y babeaban. Les llevaba comida sobretodo para los niños, el otro más pequeño estaba con su madre. Sólo se tranquilizaron los niños que estaban llorando cuando les dio el jamón y el pan, que devoraron como si no hubieran comido en un mes. Llevé a Rosa aparte y le susurré que había visto piojos moverse por los lacios cabellos de la niña, pero eso no le impidió sentarse en la hierba con las piernas cruzadas, ponerla en su regazo, abrazarla y besarla. Una semana más tarde, el ama de llaves tuvo que aplicarlos a las dos una loción apestosa en el pelo, y cuando la tía Isabella se enteró, le dijo a su marido que nos prohibía tajantemente volver a acercarnos a aquellos niños.

En el siguiente capítulo se cuenta los preparativos de la guerra en las ciudades donde se encuentran las tropas distribuidas por varios países. Henry fue para dar instrucciones de cómo poder atender a los posibles heridos en los combates. Aquí Henry les que cuenta que ha conocido a un excelente y extraordinario médico Semmelweiss, que ha transformado por completo las prácticas en los pabellones de obstetricia. Ahora todo el mundo debe lavarse las manos antes de acercarse a una mujer embarazada. No creo que eso sea nada nuevo, comentó Rosa, la Comadrona de nuestra comarca solía repetir que la limpieza lo es todo en un parto. Si señorita Barr, sería de esperar que comadronas y médicos se lavaran las manos con frecuencia. Pero lamento reconocer que no todos lo hacen, y en los hospitales, cuando el tiempo apremia y es ya bastante difícil contar con un suministro de agua limpia para beber, y no digamos para lavarse, a menudo la limpieza se deja de lado. Pensaba que era algo sabido, leí un artículo de Addison, que se refería a la formación de pus, y aseguraba que no es probable que una herida se infecte si está limpia. Es cuando Rosa solicita al médico Henry, que le lleve a conocer su hospital.

Os pongo las direcciones de dos trabajos relacionados con esta enfermera:
Hospital de Escutari y la Dama de la Lámpara. Publicado el sábado día 6 de marzo de 2010
http://enfeps.blogspot.com/2010/03/hospital-de-escutari-y-la-dama-de-la.html

Los guantes del amor. Publicado el sábado día 13 de marzo de 2010
http://enfeps.blogspot.com/2010/03/los-guantes-del-amor.html

Rosa aseguró que debíamos tomarnos en serio el sufrimiento ajeno y no ponernos en situación de superioridad frente a pacientes y enfermeras engalanándonos co elegantes sedas o muselinas. Teniendo en cuenta que ninguno de sus vestidos podía etiquetarse de frívolo, era evidente que tal decreto iba dirigido a mí. Las dos nos pusimos sencillos puños blancos y nos recogimos el pelo en apretados moños. Mi prima me pidió prestadas unas enaguas para dar la tradicional forma de campana a su vestido, y se ciño la cintura con un estrecho cinturón. Nos miramos al espejo y el peinado de estilo cuáquero de Rosa ponía al descubierto la fragilidad de su esbelto cuello, y la sencillez de su atuendo destacaba del modo más favorecedor su luminosa piel y sus ojos brillantes.

Desde el exterior, el hospital Guy`s resultaba realmente impresionante con imponentes pilares en la verja, aguilones en la fachada e hileras de altas ventanas. Parecía un palacio más que un centro para pobres e indigentes, tras las grandes puertas de la entrada principal había un vestíbulo con paredes revestidas de madera y retratos de hombres con papada y rígidas corbatas, que colgaban sobre una amplia escalinata. Pero también se percibía un disimulado olor a cosas desagradables y sonidos de cosas distantes que me alarmaron sobremanera. De vez en cuando cruzaban el vestíbulo camilleros en mangas de camisa, algunas enfermeras o sirvientas y hombres con levita. Me retiré hacia la escalinata de roble, me recogí las faldas con una mano mientras que con la otra me llevaba discretamente el pañuelo a la nariz.
FOTO 005 Enfermeras 1890

Caminamos por un sofocante corredor y pasamos por delante de varias puertas hasta que llegamos a una sala, donde un vistazo bastó para convencerme y dar la razón a mi tía para no volver jamás a un hospital. El hedor estuvo a punto de hacerme caer redonda. Olía a retretes llenos a rebosar, a vómitos, a cosas peores. Aunque nadie alzaba la voz, salvo por algún que otro grito de los pacientes, de hecho había mucho ruido: las puertas que se abrían y cerraban, las pisadas con calzado pesado que hacían crujir los suelos de madera, el trasiego en el piso de arriba, el gorgoteo del agua, el tintineo de los frascos. La sala consistía en una pulcra hileras de camas a ambos lados, pero había suciedad en ambas partes, sábanas y vendas manchadas, utensilios deslustrados, hombres despeinados de aspecto vil. Mi mirada se paseó una y otra vez por encima de aquellos pechos desnudos, algunos peludos, otros de piel blanca y flácida. Me vino a la memoria el recuerdo de aquel mismo olor y de asco acompañado de un sentimiento de culpa.

Las enfermeras iban de una cama a otra en un casino ritual para atender a los pacientes, pero parecían aburridas e indiferentes. Las moscas molestaban a los enfermos y hacía mucho calor porque el sol se filtraba por las persianas rotas. Entre tanto, Rosa se acercó sin temor a una enfermera baja y regordeta y le tendió la mano. Me llamo Rosa Barr. Estoy pensando ser enfermera.

Rosa me pidió prestados un pequeño sombrero redondo, un cuello sencillo y mis enaguas de crinolina para ahuecar el vestido. Antes de irnos al hospital pasamos por la habitación de la tía Isabella. Ella le dijo estas horrible, pareces una monja, supongo que después acabarás cortándote el pelo y volviéndote católica. ¿Por qué habría de hacer eso, madre? Porque pareces resuelta a hacer cuanto pueda disgustarme, sobre todo hacerte enfermera.

Se libraron dos batallas más, la de Balaclava y la de Inkerman, los rusos seguían atrincherados dentro de Sebastopol y el asedio no es total. La única chispa de esperanza provenía del grupo de enfermeras de la señorita Nightingale, cuyo avance a través de Francia aparecía documentado con profusión en una prensa fascinada. Había recaído una enorme responsabilidad sobre los hombros de aquellas enfermeras, convertidas en el destello del romanticismo en un relato de la contienda cada vez más desolador y que constituían una fuente inagotable de conversación para nuestro grupo de costura. En opinión de la señora Hardcastle, la inclusión de monjas católicas era una calamidad para cuantos estaban involucrados. ¿Qué inglés como Dios manda querría ser atendido por una católica?. Seguramente por mujeres enfermeras irlandesas, además. Si es que puedan llamárselas mujeres.
FOTO 006 Enfermera en Crimea atendiendo a un herido 1885

Nora McCormack, la enfermera irlandesa de mi querida madre es excelente. La excepción que confirma la regla. Tendrá usted suerte si la tal Nora no bebe a escondidas. Cuando mi marido se puso enfermo contraté a una enfermera de verdad a una buena enfermera, como ya sabe, sobria y honrada a carta cabal, era inglesa de Devon cerca de Cornualles. Al menos, las monjas estarán capacitadas y serán obedientes. Serán obedientes al Papa de Roma. Me sorprende que la señorita Nightingale tan sabia haya caído en una trampa tan fácil. Los católicos no se detienen ante nada con tal de convertir a cuantos los rodean.

Apareció Rosa una noche y se puso un horroroso traje de lana gris jaspeada, demasiado ancho en la cintura y los hombros y que terminaba ocho centímetros por encima de los tobillos, y una sencilla cofia blanca. El conjunto, que a mí me habría hecho parecer una lavandera, la transformó a Rosa en una encantadora (enfermera) doncella de un cuadro holandés. Es el uniforme de enfermera que llevaré cuando me vaya a Constantinopla. El gobierno tenía urgencia en enviar más enfermeras a Turquía porque llegaban noticias de los soldados que morían a centenares en hospitales faltos de personal. Además las tropas sufrían de congelación además de las enfermedades relacionadas con una dieta escasa y el agua sucia. Tuvieron además muchos enfermos de cólera.

Mis padres y yo le acompañamos a la estación de London Bridge, inmediatamente fue al encuentro de la señorita Stanley y su grupo de enfermeras que partían para el Hospital de campaña de Usküdar o Escutari en Turquía. Por fin Rosa sería enfermera.

Este libro de 444 páginas “Encuentro en Sebastopol” de Katharine McMahon, ha llegado hasta el final del segundo capítulo cuando Rosa se va a Turquía como enfermera.
FOTO 007 Portada del libro en inglés

Libro muy interesante para los amantes de la Historia de la Enfermería, que espero lo disfrutéis, también llamado en su titulación en inglés “La Rosa de Sebastopol”. Ha sido éxito de ventas en el Reino Unido y en Estados Unidos; es una novela histórica de barrido sobre el amor, la guerra, la traición, y el descubrimiento. En 1854, belleza, aventura, Rosa Barr viaja al campo de batalla de Crimea con el cuerpo de enfermería de Florence Nightingale.
FOTO 008 Monjas enfermeras en la guerra de Crimea

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
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Miembro Comité de Redacción de la Revista Ética de los Cuidados
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