sábado, 30 de enero de 2010

Creación de la Cruz Roja de Euzkadi

El 19 de Noviembre de 1936, se crea “La Cruz Roja del País Vasco”, como lo corrobora el “Diario Oficial del País Vasco” número 44 del 21 de noviembre de 1936, en sus páginas 352 y 353.

En el Decreto del Departamento de Sanidad otorga la Creación de La Cruz Roja del País Vasco.

En sus artículos dice así:
Artículo 1º. Se disuelve el Comité Local de La Cruz Roja Española de esta villa, cesando en sus cargos los que los vienen desempeñando y debiendo hacer entrega de la documentación de la misma en este Departamento.
Artículo 2º. Se crea La Cruz Roja del País Vasco, la cual tendrá las mismas atribuciones que la que se disuelve.

Artículo 3º. Se designa para la “Junta de La Cruz Roja del País Vasco” a los siguientes señores:
Presidente, don Marcelino Ibáñez de Betolaza
Vicepresidente, don Félix González Díez
Secretario, don José María Iturrate
Tesorero – contador, don Emilio Coste Corbato
Primer vocal, don Pedro Villar Letona
Segundo vocal, don Asensio Arriolabengoa
Tercer vocal, don Luis Casado Matute
Artículo 4º. Mientras se dicta el oportuno reglamento por que se haya de regir La Cruz Roja del País Vasco, se regirá por los Estatutos de La Cruz Roja Española, en cuanto sean aplicables a este país.
Artículo 5º. Las relaciones que haya de sostener con sus afines y con el Comité Internacional de Ginebra serán llevadas por el presidente de la misma o la persona que lo sustituya.
Artículo 6º. El Departamento de Sanidad dictará el reglamento orgánico de La Cruz Roja del País Vasco en el término de tres meses.
Dado en Bilbao, a 19 de noviembre de 1936
El Presidente del Gobierno Provisional José Antonio de Aguirre
El Consejero de Sanidad Alfredo Espinosa En el “Diario Oficial del País Vasco” número 182 del 8 de abril de 1937, en sus páginas de la 1.456 a la 1.461 aparecen los “Estatutos de La Cruz Roja del País Vasco”.
Y dice así:A propuesta del señor Consejero de Sanidad, y de acuerdo con el Gobierno, vengo en Decretar lo siguiente:

ESTATUTOS DE LA CRUZ ROJA DEL PAÍS VASCO
Artículo 1°. Se crea la Cruz Roja del País Vasco, Institución que revestirá carácter humanitario y de orden benéfico y social, la que se constituye bajo la protección del Gobierno de este País.Dicha Institución se adaptará a las convenciones internacionales que suscribió el Gobierno de España y a todas las normas internacionales que se acuerden en Ginebra, y mantendrá relaciones especiales con la Cruz Roja Española con el Comité internacional de Ginebra, con la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y con las Asociaciones similares de otros países, velando por el exacto cumplimiento de los acuerdos internacionales a esto referentes.

Artículo 2°. El Gobierno amparará la Cruz Roja del País Vasco, que es una Institución que deberá declarar de utilidad y beneficencia; se la reconoce como la única que oficialmente puede asistir a los heridos en campaña: le otorga capacidad jurídica, concediéndola el beneficio legal de pobreza y franquicia postal y telegráfica, exención de tributos y de cualquier impuesto o arbitrio del Gobierno, de las Diputaciones y de los Ayuntamientos del País Vasco. El ganado y material de la Cruz Roja estará exceptuado de requisa militar en tiempo de guerra y sus hospitales y demás establecimientos sanitarios exentos también de la carga de alojamiento.Todos los bienes que posea la Cruz Roja del País Vasto, cualquiera que sea su clase y concepto, se consideran como propiedad particular de la Institución, y están amparados por la ley en cuantos derechos y garantías corresponden o puedan corresponderles a los de su misma índole. El metálico y efectos destinados a sus unidades, establecimientos, Cuerpos sanitarios, socorro a los heridos, enfermos, internados, prisioneros. etc., no podrán ser objeto de incautación ni embargo.

Artículo 3°. Las finalidades de la Cruz Roja serán las siguientes:a) En. tiempo de paz, fomentar por todos los medios a su alcance el espíritu de paz nacional e internacional: prepararse para su actuación en tiempo de guerra: ejercer una acción lo más activa posible frente a los siniestros y calamidades públicas, ya se produzcan por fenómenos de índole natural o social, ejerciendo, en suma, con plena autonomía y valiéndose de sus propias organizaciones, toda función benéfico-social que sea compatible con el espíritu de la Institución.b) En tiempo de guerra. coayudar a la acción de la Sanidad del Ejército y de la Armada y ejercer todas cuantas actividades les sean posibles para remediar los dolores derivados de la guerra, tanto entre los combatientes como entre la población civil.A estos fines, excitará los sentimientos humanitarios y los de auxilio económico y colaboración del País Vasco a todas estas obras.

Artículo 4°. La Cruz Roja cuidará de organizar los servicios permanentes y parques de material necesario para los primeros auxilios en casos de guerra, grandes siniestros o calamidades públicas, y para la más rápida asistencia y transporte de heridos. A este fin, y para cumplir además los señalados en el artículo anterior. deberá contar con establecimientos adecuados y material suficiente, instruyendo además en sus escuelas y Centros sus enfermeras y el personal sanitario y auxiliar preciso para aquellos fines.


Artículo 5°. En su actuación humanitaria, la Cruz Roja no distinguirá de amigos ni enemigos, religiones, ideas político-sociales, nacionalidades, razas, etcétera, cuidando a todos con igual amor y solicitud y no mezclándose nunca en cuestiones distintas a las que le están encomendadas.


Artículo 6°. La Cruz Roja, en cuanto a su régimen interior, libre disposición de sus bienes, nombramientos, reversión, revisión y separación de personal, etc., gozará de completa autonomía, en la forma que sus estatutos y reglamentos determinen, bajo la tutela del Departamento de Sanidad, representado en la Institución por el presidente del Comité Central de Bilbao y delegados que nombre.

Artículo 7°. Para formar parte activa de la Cruz Roja del País Vasco será condición precisa ser español o naturalizado en España. Los extranjeros sólo podrán ser socios honorarios o cooperadores. El reglamento orgánico general determinará las condiciones, deberes y derechos de los socios, cuyo nombramiento, cualquiera que sea su clase o condición, se expedirá por el Comité Central de Bilbao Todo el personal que preste sus servicios en la Cruz Roja del País Vasco deberá estar inscrito en la misma, y la Institución responderá de que el personal cuyas actuaciones requieran título oficial no se realicen sino por los que posean dicho título.Todo el personal que preste sus servicios en la Cruz Roja del País Vasco, con remuneración o sin ella, celebrará con dicha Institución un contrato, cuyas estipulaciones se amoldarán a lo que dispongan los reglamentos correspondientes.


Artículo 8°. La Cruz Roja del País Vasco reconoce como su presidente de honor al Presidente del Gobierno del País.

Artículo 9°. Para el gobierno, dirección, representación y administración de la Cruz Roja funcionará en Bilbao un Comité Central, compuesto de un presidente, un vicepresidente, un tesorero - contador, tres vocales y un secretario general. El presidente será nombrado por Decreto del Departamento de Sanidad y los demás por la Asamblea que se dirá.


Artículo 10º. El Comité Central de Bilbao organizará libremente sus oficinas y todos los establecimientos que de él dependen.
Artículo 11º. En San Sebastián, Vitoria y Pamplona se constituirán Comités locales, del modo que determinen los reglamentos.


Artículo 12º. El cargo de presidente del Comité de Bilbao no podrá recaer en persona de representación o cargo político, si no lo tiene por elección, ni en militar en servicio activo. El del presidente del Comité local es incompatible con el de cualquiera otra autoridad de carácter militar o político. En el Comité Central los cargos de tesorero- contador y secretario son incompatibles con el de cualquier otro cargo directivo en organismos dependientes de aquél.

Artículo 13º. El Comité Central, una vez posesionado, designará en su primera sesión a un médico como vocal asesor del Comité, para que en unión del presidente del referido Comité, del vicepresidente y contador-tesorero general, constituyan la Comisión 'Permanente de la Cruz Roja del País Vasco.Esta Comisión, como delegada del Comité Central, tendrá las facultades y atribuciones que se les señalen en el reglamento general orgánico para disponer y ejecutar, dando cuenta de sus decisiones al Comité Central en la primera reunión que celebre éste. De la Comisión Permanente dependerán todos los servicios y establecimientos organizados por ella, instalándolos en la forma que mejor llenen los fines sociales para que se hayan creado.

Artículo 14º. El Comité Central se reunirá como mínimo una vez cada trimestre, en sesión ordinaria, y extraordinaria cuando lo disponga el presidente, lo solicite la Comisión Permanente o lo pida por escrito la tercera parte de sus miembros.
Artículo 15º. El presidente o quien por disposición reglamentaria lo sustituya, tendrá la representación del Comité Central de la Cruz Roja del País Vasco en los actos en que haya de intervenir como persona jurídica, en todo cuanto se relacione con los intereses generales de la Institución, en las relaciones del mismo con sus similares extranjeros, con el Comité internacional de Ginebra, con la Dirección general de la Liga de la Sociedad de Naciones, de la Cruz Roja Española y con el Gobierno del País Vasco. La representación de los organismos locales de la Cruz Roja en los actos que hayan de realizar como personas jurídicas y en los que afecte a sus intereses, corresponde a sus presidentes respectivos o a quien legalmente haga sus veces, salvo los casos en que el Comité Central o su presidente confiera poderes concretos a un Delegado especial.

Artículo 16º. En las circunstancias excepcionales y casos de notoria e inaplazable urgencia para la mejor ejecución de los fines de la Cruz Roja, el presidente del Comité o quien haga sus veces, podrá adoptar cuantas disposiciones estime necesarias o convenientes para mantener o salvaguardar los servicios, prestigios, fueros o intereses de la Institución en cualquiera de sus aspectos, debiendo dar cuenta de estas resoluciones de carácter extraordinario al Comité Central, al que reunirá en el plazo de cinco días.


Artículo 17º. El Comité Central y los locales se reunirán en sus respectivas residencias en asamblea ordinaria una vez al año, para dar cuenta de sus gestiones, proveer los cargos vacantes, elegir la Comisión revisora de cuentas y adoptar los demás acuerdos que estimen oportunos. La Comisión revisora de cuentas, lo mismo en el Comité Central que en los locales, se compondrá de tres asociados, y la elección recaerá necesariamente en individuos que no ejerzan ningún cargo en el respectivo Comité, debiendo realizar su cometido en el plazo y forma que determinen los reglamentos.De su dictamen se dará cuenta a la Asamblea general próxima. A las Asambleas ordinarias, tanto en Bilbao. como en San Sebastián, Vitoria y Pamplona, serán convocados, sin excepción, todos los asociados inscritos en la localidad respectiva, pero sólo tendrán voto los mayores de edad que estén al corriente en el pago de sus cuotas, no se hallen sometidos a expediente y figuren en el censo de la Institución con anterioridad de seis meses al menos. A las Asambleas del Comité Central podrán asistir los socios de los demás Comités y los presidentes de todos los locales y Comisiones cooperadoras, pero. sin que a estos últimos haya necesidad de citarlos especialmente.

Artículo 18º. La Asamblea general se reunirá cada dos años, y se compondrá de los miembros del Comité Central, los presidentes de todos los Comités locales y los socios que no pertenezcan a Juntas Directivas designados al efecto por los del Comité local. La elección de estos cargos se hará con arreglo a un reglamento, en el cual se determine concretamente el procedimiento para que cada asociado pueda emitir con toda la independencia y responsabilidad su voto. El primer acuerdo que adopte la Asamblea general será designar la Mesa de discusión, conforme se determinará en el reglamento, pero de ella no podrá formar parte ningún asociado perteneciente al Comité Central o a los locales.


Artículo 19º. Los cargos de elección tendrán un plazo de duración de dos años, y se renovarán por mitad cada uno. En la primera renovación cesarán el presidente. el secretario y dos vocales, y en la segunda el vicepresidente, el tesorero-contador y un vocal. Las vacantes naturales que en estos períodos ocurran, serán cubiertas por el Comité Central y por los locales, con carácter interino, hasta la próxima Asamblea, la que confirmará o nombrará sustituto. Son reelegibles para los mismos cargos las personas que los están desempeñando.
Artículo 20º. Para celebrar sesión, el Comité Central, será necesaria la asistencia de seis de sus miembros en primera convocatoria, pudiendo celebrarse en segunda, siempre que concurran cuatro, por lo menos. En todas las reuniones el voto del presidente decidirá los empates.

Artículo 21º. Las organizaciones que la Institución tenga en cada localidad se denominarán uniformemente y sin otro aditamento «Comité local de la Cruz Roja del País Vasco», quedando suprimidos, por lo tanto, los nombres de Asambleas, Comisiones y Juntas en lo que a la íntegra representación del Instituto en cada localidad se refiere. Los establecimientos de la Institución llevarán siempre por apelativo el nombre social.


Artículo 22º. Los Comités locales se compondrán, como mínimo, de un presidente, que, con carácter de delegado. nombrará el Comité Central; un vicepresidente, un contador-tesorero. tres vocales asociados y un secretario, nombrados por elección, y requiriendo que los cuatro primeros tengan capacidad jurídica.
Artículo 23º. Los Comités locales no podrán admitir bienes inmuebles o valores mobiliarios ni enajenarlos, cederlos ni hipotecarlos sin autorización expresa del Comité Central, y bastará a todos los efectos legales que la autorización le sea comunicada de oficio.

Artículo 24º. Siendo la personalidad de cada organismo, independiente de la de sus asociados, las obligaciones y responsabilidades civiles que se deriven de los actos y contratos que cualquiera de ellos celebre, debidamente autorizados, a nombre de la colectividad, sólo alcanza a los bienes y recursos propios de la entidad respectiva.


Artículo 25º. Cuando se disuelva algún organismo de la Cruz Roja. cualquiera que sea el motivo, sus bienes muebles e inmuebles, valores mobiliarios, créditos, metálico, documentación, libros, etcétera, pasarán a poder del Comité Central, que los recibirá bajo inventario. Las deudas que pudiera tener el extinguido organismo se satisfarán con el importe de lo que se relacione en el inventario y tan sólo hasta donde alcance.
Artículo 26. Cuantos elementos componen e integran la Cruz Roja del País Vasco dependen del Comité Central, que es el único autorizado para dictar órdenes con carácter obligatorio disposiciones de índole general, quedándole reservada también, con exclusión de todo otro organismo, la facultad de entenderse directamente, por medio de su presidente o persona que reglamentariamente le sustituya, con el Gobierno, Comité Internacional de Ginebra, Liga de Sociedades de la Cruz Roja y Asociaciones constituidas en el extranjero, así como al hacerlo representar oficialmente en Congresos y Asambleas internacionales, cualquiera que sea su objeto.
Artículo 27º. Los donativos que acepte la Cruz Roja con destino especial y concreto los aplicará estrictamente, cumpliendo las instrucciones del donante. Los recursos adquiridos en suscripciones públicas con un fin determinado se aplicarán a éste y se dará cuenta pública de su inversión. Si terminada la causa que motivó la suscripción restase un remanente, quedará a beneficio de la Cruz Roja, para los fines generales de la Institución.

Artículo 28º. Los socios de la Cruz Roja no podrán ostentar otros distintivos de la neutralidad que los acordados por Convenios internacionales, y siempre en los actos y con los requisitos reglamentarios. El uso indebido de aquéllos será perseguido, procurando su castigo con la aplicación de disposiciones gubernativas y de preceptos contenidos en el Código penal. Queda terminantemente prohibido que en los sellos, escudos, brazaletes, banderas y material de la Institución use otra cruz que la de color rojo sobre fondo blanco, formada, según los Tratados internacionales, por la inversión de los colores federales suizos; y de igual manera se prohibe en absoluto el uso del nombre, escudo o emblema de la Cruz Roja . en marcas de fábrica, rótulos, membretes comerciales, carteles, anuncios y demás documentos análogos.

Artículo 29º. La Cruz Roja podrá otorgar, tanto a sus socios como a personas extrañas a la Institución, nacionales o extranjeros, recompensas dignas de gratitud, menciones honoríficas, así como las condecoraciones propias del Instituto que autorice el Gobierno. Estas recompensas serán concedidas siempre por el Comité Central, cumpliéndose los requisitos reglamentarios. Los méritos contraídos en los servicios propios de la Institución podrán anotarse, a petición de los interesados que sean funcionarios públicos, en los expedientes personales que tengan en sus respectivas carreras.

Artículo 30º. Salvo los reglamentos de Hospitales, de enseñanza y transportes sanitarios, que deberán ser dictados por el Comité Central, cada Comité local podrá redactar los de régimen interior, ambulancias urbanas, dispensarios y otros servicios, con arreglo a las necesidades de la población y medios de que dispongan; pero deberán ajustarse estrictamente a las normas de carácter general que dicte el Comité Central, y no serán obligatorias, aunque siempre circunscritos a la demarcación respectiva, mientras no sean explícitamente sancionados por el referido Comité.


Artículo 31º. No podrá hacerse variación alguna en los Estatutos sin la propuesta del Comité Central; pero en ningún caso la enmienda tendrá validez mientras no sea sancionada por el Gobierno. Afectando a varios Departamentos la significación, servicios y privilegios de la Cruz Roja, sus estatutos y el reglamento general orgánico deberán ser aprobados por el Consejo del Gobierno provisional del País Vasco.
Disposiciones transitorias
1ª. Estos estatutos entrarán en vigor al día siguiente de publicarse en el DIARIO OFICIAL DEL PAÍS VASCO.
2ª. Si existieran inscritos algunos bienes en el Registro de la Propiedad del País Vasco, Catastro rústico o urbano, establecimientos de crédito y demás oficinas y dependencias, tanto oficiales como particulares, en cuanto a los bienes y depósitos de cualquier índole que pertenezcan a los referidos organismos, estarán exentos de todo impuesto o arbitrio fiscal, pues no se trata de transmisiones de dominio, sino de puro formulario cambio de denominación en la persona jurídica de los poseedores, que permanece esencialmente idéntica en un todo.
3ª. Los poderes que confiera el presidente de la Cruz Roja en Bilbao seguirán en vigor hasta que se aprueben o revoquen por el Comité Central de esta Institución y se disponga cómo han de concederse en le sucesivo. Dado en Bilbao, de acuerdo con el Gobierno, a 2 de abril de 1937.El Presidente del Gobierno de Euzkadi. José Antonio De Aguirre.
El Consejero de Sanidad, Alfredo Espinosa.

Y en el “Diario Oficial del País Vasco” números 235 y 236 del 31 de mayo de 1937 y de 1 de junio de 1937, en sus páginas de la 1.727 a la 1.734 y de la 1735 a la 1744, aparece publicado por el Departamento de Sanidad el “Reglamento General de La Cruz Roja del País Vasco”.

Destacaremos solamente desde el Título VII, De Las Actividades de La Cruz Roja En Tiempo de Paz.

Título VII
De las Actividades de La Cruz Roja en Tiempo de paz

Capítulo I
Artículo 78. La Cruz Roja cuidará de preparar todos los medios de que valerse en tiempo de guerra para realizar los fines que en este caso son de su incumbencia.

Capítulo II
De los Hospitales
Artículo 79. La Cruz Roja, en tiempo de paz, creará los hospitales, que pueden ser permanentes y temporales, fijos o móviles, y dentro de éstos los flotantes y los buques hospitales. Capítulo III
De los Sanatorios
Artículo 80. El Comité Central y los locales pueden crear éstos, con autorización de aquél, Sanatorios dé asistencia médico-quirúrgica, privada y remunerada. Cada Sanatorio tendrá un médico director del Establecimiento y de todo su personal, nombrado por el Comité respectivo, a propuesta, mediante sufragio, de los médicos jefes de los hospitales y de los Dispensarios de la localidad.

Capítulo IV
De los Dispensarios
Artículo 81. Los Dispensarios de la Cruz Roja tienen por misión prestar asistencia facultativa y gratuita en sus consultas a los enfermos faltos de recursos, facilitándoles los medios para su curación, incluso las prácticas de las intervenciones quirúrgicas que las condiciones de instalación y medios económicos del establecimiento consientan.

Capítulo V
De las ambulancias
Artículo 82. La ambulancia es la unidad orgánica sanitaria de la Cruz Roja, objeto de su atención preferente, como principio básico fundacional de la Asociación y razón de su existencia, y elemento imprescindible de su funcionamiento.
Artículo 83. Las ambulancias de la Cruz Roja tienen por misión, como unidad sanitaria móvil. desplazarse rápidamente, acudiendo con su dotación de personal y material allí donde sean necesarios sus servicios de auxilio y socorro inmediato y de recogida y transporte de enfermos o heridos. Las ambulancias de la Cruz Roja pueden ser a pie, a lomo, montadas, automóviles, a flote y aéreas. El Comité Central reglamentará el servicio de estas ambulancias.

Capítulo VI
Puestos de socorro
Artículo 84. La Cruz Roja puede establecer puestos de socorro para los primeros auxilios de enfermos y heridos, y los puede establecer con carácter permanente o eventuales. y fijos o móviles. La Cruz Roja puede establecer parques sanitarios bien en Bilbao, bien en otros puntos, y con carácter transitorio o permanente.Capítulo VI
De las enfermeras
Artículo 85. La Cruz Roja del País Vasco tiene entre sus misiones de paz, conforme él artículo 4º de sus Estatutos, la formación de un Cuerpo de enfermeras de la Cruz Roja, debidamente preparado para la asistencia de heridas en tiempo de guerra y para coadyuvar a las obras benéficas en tiempo de paz: las enfermeras de la Cruz Roja son de dos clases: damas auxiliares voluntarias y enfermeras profesionales.

Artículo 86. Se llamarán damas auxiliares voluntarias de la Cruz Roja las asociadas que obtengan él diploma correspondiente, previos las estudios, exámenes y pruebas de actitud necesarias al efecto. Estos estudios, exámenes y pruebas podrán efectuarse en los Hospitales de la Cruz Roja, y las enseñanzas y trabajos prácticos, exámenes y pruebas de aptitud se acomodarán a un programa y normas uniformes, cuyo cumplimiento será inspeccionando por el Comité Central, que será quien expida los diplomas.

Artículo 87. Serán enfermeras profesionales de la Cruz Roja las que obtengan el diploma de tales, después de cursar y aprobar los estudios profesionales completos, con arreglo a los programas y plan sancionados por el Comité Central, y los cuales sólo podrán realizarse en las Escuelas de Enfermeras de la Cruz Roja, expidiendo el Comité Central el diploma de enfermeras profesionales de la Cruz Roja del País Vasco.

Artículo 88. Las enfermeras de la Cruz Roja. en el acto solemne de recibir los diplomas, deberán expresar el compromiso de prestar servicios sanitarios de la Institución que se le señalen sí, con motivo de guerra, desastre o calamidad nacional, el Comité Central o sus delegados oficiales lo creyeran necesarios. Esta promesa, en las que no se hallen al servicio inmediato de la Institución por compromiso legal, supone solamente una obligación morad, de la que podrán sustraerse en cualquier momento las enfermeras participándolo sencillamente, con su firma, al Comité Central, cuando estimen que no podrán darle cumplimiento. La renovación de esta promesa deberá hacerse todas los años, en el mes de diciembre, bien de una manera expresa al Comité Central, bien tácitamente, si no media revocación de la misma, a fin de que el Comité conozca en lado momento las disponibilidades de personal de esta clase para los servicios de la Cruz Roja. Por su parte, la Cruz Roja reconoce como una obligación fundamental organizar de tal modo los servicios de sus enfermeras que se eviten cuanto sea posible perjuicios materiales al personal. Las enfermeras de la Cruz Roja no podrán prestar en la Institución más ocupación que de enfermeras.



TÍTULO VIII
Capítulo I
Uniformes y saludos
Artículo 89. El personal de la Cruz Roja usará en los actos de servicio propio de la Institución el uniforme de la misma, correspondiendo a sus clases y categoría que el Gobierno del País Vasco apruebe.

Queda prohibido usarlo como disfraces de Carnaval ni en bailes y fiestas de trajes, quedando sujetas a responsabilidad si se resistiesen a despojarse del traje cuando se les invite a ello.

Bilbao, a 26 de mayo de 1937.
El Consejero de Sanidad, Alfredo Espinosa

Bibliografía Consultada
Diario Oficial del País Vasco, números 182, 235, 236 y 352.

Agradecimientos
José Ramón Beloki Guerra

Eduardo Jáuregui. Coordinador Archivo del Nacionalismo. Sabino Arana Fundazioa
Jorge Osorio Letamendía
Peio Aldazabal. Director Filmoteca Vasca
Archivo del Nacionalismo. Sabino Arana Fundazioa
Filmoteca Vasca

Fotografías
Foto 01. Enfermeras y practicante de la Cruz Roja del País Vasco. Foto de: “Archivo del Nacionalismo. Sabino Arana Fundazioa”.
Foto 02. Diario Oficial del País Vasco nº 235
Foto 03. Enfermeras realizando una radiografía. Foto de: “Archivo del Nacionalismo. Sabino Arana Fundazioa”.
Foto 04 Enfermeras y practicante de la Cruz Roja del País Vasco. Foto de: “Archivo del Nacionalismo. Sabino Arana Fundazioa”.
Foto 05. Carnet de Enfermera de Guerra. Departamento de Sanidad. Gobierno de Euzkadi. Foto de: “Archivo del Nacionalismo. Sabino Arana Fundazioa”.
Foto 06. Enfermera cambiándole los pañales a un niño. Foto de: “Archivo del Nacionalismo. Sabino Arana Fundazioa”.
Foto 07. El brazalete es una donación de la enfermera de 1937 Aurora de Idiondo, al “Archivo del Nacionalismo. Sabino Arana Fundazioa”.
Foto 08. Billetes de la República Española. Colección privada de Manuel Solórzano
Foto 09. Billetes del Gobierno de Euzkadi. Colección privada de Manuel Solórzano
Foto 010. Enfermeras del Gobierno de Euzkadi. Foto sacada de la Película de la Guerra Civil. Filmoteca Vasca.
Foto 011.
http://images.google.es/imgres?imgurl=http://www.ingeba.org/liburua/sellos/imagen/sobgvasc.jpg&imgrefurl=http://www.ingeba.org/liburua/sellos/eujaur.htm&usg=__mjQcABQ7r6jBz36uYJpQky_UrzY=&h=351&w=500&sz=58&hl=es&start=6&um=1&itbs=1&tbnid=HZjgUzrqY7qlmM:&tbnh=91&tbnw=130&prev=/images%3Fq%3Dgobierno%2Beuzkadi%2Bsobres%2Bcoreo%2Baereo%26hl%3Des%26rlz%3D1W1GGLL_es%26um%3D1
Foto 012. Enfermeras de la Cruz Roja del País Vasco. Foto sacada de la Película de la Guerra Civil. Filmoteca Vasca.
Foto 013. Enfermeras de la Cruz Roja del País Vasco. Foto sacada de la Película de la Guerra Civil. Filmoteca Vasca.
Foto 014. Billetes del Gobierno de Euzkadi. Colección privada de Manuel Solórzano
Foto 015. Escudo del Diario Oficial del País Vasco.
Foto 016. Enfermeras de la Cruz Roja del País Vasco. Foto sacada de la Película de la Guerra Civil. Filmoteca Vasca.
Foto 017. Enfermeras del Gobierno de Euzkadi. Foto sacada de la Película de la Guerra Civil. Filmoteca Vasca.

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
masolorzano@telefonica.net

martes, 26 de enero de 2010

MÁS DE 100 AÑOS DE NEUMOLOGÍA

El Dr. Jesús Sauret, neumólogo de profesión e historiador de vocación, como lo demuestra en sus colaboraciones habituales en la revista “Archivos de Bronconeumología” o en sus varios libros dedicados a la historia de las enfermedades respiratorias, ha escrito este libro “Cien años de Neumología. 1900 – 2000”, ameno y de muy fácil lectura, en el que nos va indicando el desarrollo del conocimiento de las enfermedades respiratorias del último siglo. La historia de la patología respiratoria es mucho más que el paso de la tisiología a la neumología actual. Incluso en los comienzos de la especialización, con el principio de siglo, se desarrollaron de forma importante los estudios funcionales con la espirometría, el estudio del consumo de oxígeno al ejercicio, o los tratamientos con las técnicas de inhalación o la rehabilitación respiratoria denominada entonces iatrogimnasia.
Por supuesto, la tuberculosis seguía siendo la enfermedad fundamental y el descubrimiento de los rayos X supuso un paso fundamental en el estudio de la enfermedad. Curiosamente, el siglo acaba como empezó, avances espectaculares en las técnicas de imagen y nuevos problemas con la tuberculosis pulmonar, aunque el conocimiento adquirido durante este siglo debe ayudar a resolver estos problemas antiguos que han renacido, así nos lo comentaba Víctor Sobradillo Peña, Presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

Hace poco más de cien años, Otto von Leixner, en un interesante libro titulado Nuestro siglo, opinaba así: “Los descubrimientos hechos son tantos que es completamente imposible enumerarlos. En este período adelantaron todas las ramas de las ciencias naturales, y muchas de las conquistas más grandes de la ciencia moderna tienen su origen en los trabajos del fecundo período que va desde 1760 hasta 1820”.

La Medicina no ha ido a la zaga del resto de las ciencias, y la multiplicidad de logros conseguidos así lo atestigua. Uno de los más característicos del siglo XX, consecuencia directa de la complejidad de las técnicas y de la avalancha de conocimientos, ha sido el de la especialización; pero la Neumología, a diferencia de otras especialidades médicas o quirúrgicas que nacieron y evolucionaron sin experimentar cambios en su denominación y objetivos esenciales, tuvo que pasar por una fase previa: la Tisiología, circunstancia que le confiere una singular perspectiva histórica.

Los grandes doctores se dieron cuenta de que el Hombre no podía ser Universal, capaz de abarcar todas las ramas del conocimiento y de que no quedaba otro remedio que establecer fronteras, fue el comienzo de poner los cimientos de la especialización médica.
Los factores que de forma más directa influyeron en este fenómeno fueron: la avalancha de información, consecuencia del método fisiopatológico y del auge de los laboratorios; el descubrimiento de las bacterias causantes de las enfermedades infecciosas, y los avances tecnológicos que hicieron posible el poder disponer de instrumentos, provistos de sistemas ópticos, para explorar algunas cavidades internas y visualizar in vivo sus lesiones como el otoscopio, laringoscopio y litoscopio, por ejemplo.

A pesar de tales hechos, las únicas especialidades médicas más o menos reconocidas por aquella época eran la Dermatología, la Neurología y la Tisiología.

Por lo que respecta a las enfermedades pulmonares, el método de la percusión y auscultación torácica combinada, iniciado por Laennec, Covisart y Skoda, supuso un avance clínico muy importante y en pocos años se publicaron numerosos tratados sobre estas nuevas técnicas. Al primitivo esteatoscopio de Laennec, fabricado con tres pliegos de papel batidos y arrollados en forma de cilindro, pegados con cola y alisados con lima por sus dos extremidades, se le practicaron sucesivas modificaciones destinadas a mejorar la calidad acústica, cambiándolo por un estrecho tubo de madera o cobre con una extremidad inferior en forma de trompeta que se ponía sobre el tórax y una extremidad superior ancha y plana, de madera o de marfil, a la que se aplicaba el oído, hasta llegar finalmente a los de material flexible, más prácticos y manejables y sin los ruidos extraños producidos por la conducción del sonido a través del tubo rígido.

Los descubrimientos de Laennec
La historia de la invención de la "auscultación mediata" (por medio de un instrumento) por Laennec se parece a una fábula. Una mañana de septiembre de 1816, Laennec sale del hospital Necker y va caminando a visitar a una chica enferma del corazón. Como atraviesa el patio del Louvre, se queda observando a dos niños que están jugando: uno de los dos raspa con un alfiler la extremidad de una viga y el otro con la oreja contra la otra extremidad está escuchando y percibe el ruido reforzado. Para Laennec es la “Iluminación”. Al llegar a la casa de su paciente, Laennec enrolla un cuaderno de papel y lo utiliza para escuchar el ruido del corazón de la joven. Laennec acaba de descubrir el principio de la auscultación mediata.
En aquel entonces, el diagnóstico se establecía únicamente por un interrogatorio: el médico tomaba el pulso pero no lo contaba, se contenta con describirlo. Por eso, no había ningún dato objetivo sobre la enfermedad. Después de este descubrimiento, Laennec vuelve al hospital Necker y moviliza a sus estudiantes. Estos fabrican en serie cilindros de papel y luego de diversas maderas labradas a torno, y los llaman estetoscopio (del griego “veo en el pecho”). Con su maravilloso oído de músico, el maestro se pone a escuchar el pecho de los mil enfermos que hay cada año en sus cuatro salas de hospital. Toma notas, compara, sintetiza, y luego verifica atentamente durante las autopsias sistemáticas de los cuatro ciento enfermos que mueren cada año.
Así, el estetoscopio le permite describir los signos clínicos de enfermedades pulmonares. Se dedica a reconocer todos los ruidos normales y anormales de la respiración y de la transmisión de las voces en las diferentes enfermedades respiratorias y cardiacas. Ayudándose de la pectoriloquia (ruidos que revelan la existencia de cavidades pulmonares), relaciona estos signos con los caracteres clínicos de la enfermedad y gracias a la autopsia, los relaciona con las lesiones de los tejidos.
En aquella época, el conocimiento de las afecciones pulmonares es muy reducido. Se reagrupan muchas enfermedades bajo el nombre genérico de tisis. En un océano de ignorancia, el método de investigación se reduce a un reconocimiento del dolor y de los trastornos funcionales, el análisis de la respiración y de la expectoración. La tisis es, a la vez, tuberculosis y bronquitis, gangrena del pulmón y edema, enfisema y apoplejía. Se confunden pleuresía y pulmonía cuyos síntomas (fiebre, tos) se parecen. La congestión pulmonar no se conoce. En cuanto a los métodos, la palpación y la percusión solo dan muy pocos resultados. En lo que toca a las enfermedades del corazón, los conocimientos son aún más fragmentarios. No se cura, se observa a los enfermos y esperan su muerte.

Después, en 1819, a costa de una labor espantosa, Laennec escribe las 928 páginas de una obra que va a revolucionar el mundo de la medicina. Así, ha abierto el camino a la nueva medicina, y sus trabajos, enriquecidos desde entonces, nunca han sido discutidos.

La auscultación llegó a extremos de verdadero virtuosismo en un intento de diagnosticar precozmente las lesiones iniciales de la tuberculosis en los vértices pulmonares. Sucedía que la tuberculosis o sea la tisis pulmonar, destacaba como la enfermedad infecciosa con mayor mortalidad en Europa (7-8 de cada 100 defunciones), tenía una incidencia elevadísima y el tratamiento era decepcionante. En España, la mortalidad por tuberculosis se cifró en 500-600/100.000 habitante, llegando en el quinquenio 1901 a 1905 a la tasa astronómica de 962/100.000.

En determinados colectivos, por ejemplo el ejército, el hacinamiento en los cuarteles agravaba aún más si cabe el problema de la tuberculosis. Sin embargo, el misterioso origen de la enfermedad había sido desvelado en 1882 por Robert Koch, que consiguió por primera vez observar al microscopio y mantener vivos en cultivos adecuados, unos minúsculos microorganismos alargados como bastoncitos presentes en todas las lesiones tuberculosas, demostrando, además, sin ningún género de dudas, su especificidad etiopatogénica.
Quedando probada la etiología infecciosa de la tuberculosis, el paso siguiente era encontrar un fármaco para curarla, esa fue la hipótesis de Paul Ehrlich, en la búsqueda de su famosa “bala mágica”, es decir, el medicamento milagroso destructor de gérmenes sin lesionar las células del huésped; idea que le conduciría al descubrimiento del “salvarsán” para el tratamiento de la sífilis.

En 1854, el médico alemán Hermann Brehmer fundó en Göbersdorf (Silesia) el primer sanatorio destinado exclusivamente al tratamiento de los enfermos tuberculosos. La idea consistía en favorecer la curación mediante estancias prolongadas, por el efecto saludable del clima y del aire puro de las montañas. En pocos años los sanatorios proliferaron por toda Europa: Falkenstein (Alemania), Verter (Francia), Leysin y Davos (Suiza), etc. En España, antes de acabar el siglo XIX, funcionaban las colonias marinas de San Vicente de la Barquera y el sanatorio de Santa Clara en Chipiona. Aunque los principios en que se basaba la cura sanatorial eran muy simples, reposo psicofísico absoluto y sobrealimentación, el médico del sanatorio se convirtió en cierta manera en un especialista en enfermedades torácicas.
El Primer sanatorio destinado exclusivamente al tratamiento de los enfermos tuberculosos lo crea en 1854 el médico alemán Hermann Brehmer en Göbersdorf (Silesia hoy en día Polonia, perteneció a Alemania).
Mientras tanto, los sanatorios antituberculosos iban adquiriendo cada vez más relevancia, y algunos de ellos se convirtieron en grandes centros médicos – quirúrgicos dotados con todos los adelantos conocidos para tratar las enfermedades torácicas. No es casual el hecho de que en 1911 Spengler, director de un sanatorio en Davos, Suiza, publicara, junto con Brauer, los resultados de 102 casos tratados con neumotórax.

Al principio, siguiendo la idea de Forlanini de conseguir el máximo reposo posible del pulmón del enfermo, se practicaba el denominado neumotórax hipertensivo inyectando grandes cantidades de aire o de nitrógeno, pero en 1912 Ascoli demostró que no era necesario el colapso total para obtener el efecto deseado, dando así inicio al período de los neumotórax hipotensivos, e incluso en algunas ocasiones se realizaban neumotórax bilaterales simultáneos.

Poco tiempo después aparecieron en escena otras técnicas médico – quirúrgicas con las que se procuraba conseguir efectos similares a los del neumotórax. El neumotórax terapéutico contribuyó, además de otra manera al desarrollo de la Neumología.
El gran impulsor del broncoscopio fue el laringólogo norteamericano Chevalier Jackson. En 1890 inventó un esofagoscopio para extraer cuerpos extraños y pocos años después, gracias a su amplia experiencia en traqueostomías y manejo de estenosis traqueales postdiftéricas, comenzó a trabajar con broncoscopios no sólo con esta indicación, sino también para el diagnóstico y tratamiento de otras enfermedades como por ejemplo, el adenoma bronquial y las atelectasias postoperatorias. En 1917 fue uno de los fundadores de la American Bronchoscopic Society, y en 1919 obtuvo el reconocimiento a su labor con una cátedra de Broncoscopio y Esofagoscopia en la Universidad de Pensilvania.

Mientras tanto, la lucha contra la tuberculosis adquiría dimensiones de verdadera cruzada mundial. La creación de asociaciones y campañas nacionales, con amplio soporte político, económico y social, en Inglaterra (1898), Francia (1901) y Estados Unidos (1904), contribuyó también en gran manera al desarrollo y popularización de la Tisiología.

En el aspecto preventivo de la tuberculosis urbana destacaba el avanzado programa del Departamento de Higiene de la ciudad de Nueva York, iniciado en 1900, que consistía en la declaración obligatoria de todos los casos, organización de salas, pabellones y hospitales antituberculosos, y construcción de laboratorios municipales donde se practicaba gratuitamente el examen de esputo a los presuntos enfermos.
En las primeras décadas del siglo XIX se va a producir como ya hemos mencionado antes un curioso fenómeno sin precedentes en la historia. La tisis, la enfermedad maldita, azote despiadado de todos los pueblos europeos sin distinción de edades, sexo, ni clase social, contra la cual no hay remedio seguro, el mal que, en definitiva, podríamos considerar como el cáncer de la época, se transforma en una enfermedad “de moda” de la mano de escritores y artistas, que la convierten en terrible compañera de sus héroes y heroínas, por la que acabarán sucumbiendo trágicamente, pero sin la cual muchas de sus acciones carecerían de sentido.

La exaltación alcanzará tal grado que, incluso, se llega a considerar a la “sensibilidad tísica” como el motor y fuente de inspiración fundamental de algunos genios del Arte, la Música y la Literatura, segados en la flor de la vida por la guadaña cruel de la tuberculosis.

Los motivos de este cambio de actitud hay que buscarlos en una vigorosa corriente intelectual y filosófica, denominada Romanticismo, que se extiende rápidamente por toda Europa. Recuerdos del pasado, deseo en vez de placer, porvenir incierto, etc. He aquí los ingredientes fundamentales para la melancolía y la depresión, que serían, en cierta manera, los rasgos psicológicos típicos del Romanticismo, determinantes no sólo de su forma de ser y de pensar sino, incluso, del hábito externo: aspecto enfermizo, palidez anémica, laxitud, llanto fácil, desesperación ante las contrariedades, tristeza y obsesión por la muerte, que desemboca a menudo en el suicidio justificado por ideales incomprendidos o por amores imposibles.
Como ya hemos comentado antes, los estragos causados por la tuberculosis en las grandes aglomeraciones urbanas europeas hacían necesaria una atención preferente por esta enfermedad, no sólo por parte de los médicos sino también por los gobiernos de los países afectados. Empiezan a construirse los Sanatorios Antituberculosos para realizar allí las curas sanatoriales.

Una de las más fervientes defensoras de la eficacia de la cura al aire libre y de la sobrealimentación fue Florence Nightingale (1820 – 1910), conocida como “La Dama de la Lámpara” en recuerdo de su heroica y abnegada labor como enfermera en la guerra de Crimea, donde bajo el tenue resplandor de una linterna auxiliaba por las noches a los cientos y cientos de heridos hacinados en los hospitales de campaña.

Florence Nightingale es la impulsora de la moderna enfermería hospitalaria, se curó a sí misma una tuberculosis pulmonar mediante las reglas higiénicas y trató durante toda su vida de difundir este método.

Muchos médicos eran partidarios de que el tuberculoso se tratase en su región lo más cerca posible de su casa, sin necesidad de grandes desplazamientos y además otorgaban mucha importancia a la cura de reposo al aire libre bajo la acción benéfica de los rayos solares, para lo cual los sanatorios disponían de extensas terrazas abiertas, protegidas de la lluvia y de la nieve, donde los enfermos pasaban la mayor parte de su tiempo.

Las tres reglas fundamentales en las que se basaba la cura sanatorial eran: el reposo físico y psíquico, la exposición al aire puro de las montañas y la sobrealimentación. A este último aspecto se le concedía una gran importancia, llegándose incluso a administrar dietas monstruosas del orden de 6.000 calorías/día, complementadas con generosas dosis de alcohol, sobre todo coñac, que se consideraba muy beneficioso para el tratamiento.
Normalmente en casi todos los sanatorios funcionaban igual, vamos a poner el ejemplo del Sanatorio de Falkenstein: Se levantaban a las 7,30 horas, media hora para su aseo personal. A las 8 el primer desayuno que constaba de: café o té con leche, pan con mantequilla, más dos tazas de leche, descanso y reposo con cura de aire en la galería - solarium, a las 10,30 segundo desayuno que consistía en pan con mantequilla, huevos frescos, una taza de leche, seguían con una segunda sesión en la galería de reposo hasta la hora de comer sobre la una de la tarde.

En la comida había potaje, entremeses, asado de carne, pescado blanco, legumbres, queso y frutas. Agua y vino como bebidas. De las 14 horas hasta las 16 hacían cura de reposo, era la más importante y estaba prohibido hablar. Después la merienda que consistía en pan con mantequilla y una taza de leche. Hora y media de paseo por los jardines para estar recostados en las tumbonas hasta las 19, hora de cenar: potaje, ensalada, legumbres, dos platos de carne, compota y vino y agua como bebidas. De 20 a 21 horas sesión de reposo y las 21 horas una taza de leche con coñac y a las 22 horas a dormir. Algunos administraban carne cruda hasta 300 miligramos/día.

Estas tremendas dietas provocaban con frecuencia intolerancias gástricas, en especial a los enfermos ya dispépticos o anoréxicos por el síndrome tóxico – infeccioso, siendo necesario en algunas ocasiones la sonda gástrica.

Otro de los aspectos curativos positivos de tener a los pacientes recluidos en los sanatorios era la importante función de aislamiento de los enfermos contagiosos, causa principal del mantenimiento de la endemia tuberculosa.

Las medidas higiénicas y profilácticas se aplicaban rigurosamente. Cada paciente estaba provisto de un reservorio individual para recoger sus esputos, de los que se inventaron varios modelos, vaso metálico de aluminio, de boca ancha de cierre superior hermético pero con apertura sencilla, etc. Se esterilizaban diariamente por ebullición.
Los primeros sanatorios se parecían más a hoteles de lujo que a instituciones hospitalarias y las estancias prolongadas sólo estaba al alcance de economías potentes. Por tal motivo pronto se vio que poca incidencia tendrían en la lucha antituberculosa si no se creaban establecimientos asequibles para las clases sociales menos privilegiadas.
LA FIESTA DE LA FLOR 1912
A San Sebastián le cabe el honor de implantar por primera vez en España la que se denominó “Fiesta de la Flor”. Se trataba de una cuestación cuyos fondos se destinaban a la Lucha Antituberculosa. La idea fue lanzada por el representante del Uruguay, en el II Congreso Internacional contra la Tuberculosis, de 1912, que como acabo de decir, tuvo lugar en nuestra ciudad. Ese mismo año, gracias a la iniciativa del Dr. Emiliano Eizaguirre tuvo lugar la primera Fiesta de la Flor, y ciudades como Madrid y Bilbao, imitaron esta iniciativa donostiarra.
En La Voz de España con fecha 13 de agosto de 1947, se cita la recaudación que con motivo de “La Fiesta de la Flor” se ha recogido y como han distribuido la ayuda entre todas las entidades de Guipúzcoa:
Fiesta de la Flor 338.737,20 pesetas
Tómbola 94.344,03 pesetas

Y el dinero se reparte entre los Sanatorios de Nuestra Señora de las Mercedes, el Sanatorio 18 de Julio Andazárrate, el Pabellón Doker de Tuberculosos del Hospital Civil u Hospital de San Antonio Abad, Hospital Tolosa, Dispensario de la calle Prim, el Sanatorio Nueva España de Eibar y para el sostenimiento de 140 camas. En total había 2.109 camas para enfermos de tuberculosis en toda Guipúzcoa.

Y en el Diario Vasco del 4 de Agosto de 1955 reza así: “La Fiesta de la Flor” se celebrará el próximo día 15; se celebrará en nuestra ciudad de San Sebastián. La gran labor que realiza el Servicio Antituberculoso es de sobra conocida, gracias a la generosidad del pueblo donostiarra, junto a la que aporta la nutrida colonia veraniega.
El terrible mal de la tuberculosis es preciso atajarlo por todos los medios a nuestro alcance, y para ello nada mejor que ofrecer un donativo para que los servicios montados a tal efecto, puedan desarrollar su labor a plena satisfacción.
El próximo día 15 tendremos ocasiones de poner de manifiesto nuestra preocupación por los que sufren atacados por esta peligrosa enfermedad.
Seamos generosos.

En 1.970 se celebró en San Sebastián el 3º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Patología Torácica (SEPAR), cuya organización recayó fundamentalmente en el equipo médico del hospital. Ese mismo año se incluyó en el Plan Nacional M.I.R., con docencia en neumología.
Historia y antecedentes del Hospital de Amara San Sebastián. Antiguo Sanatorio Antituberculoso.- Manuel Solórzano
http://www.enfersalud.com/amara/
http://www.euskonews.com/0227zbk/gaia22702es.html
Amarako Ospitalearen historia eta aurrekariak
http://www.euskonews.com/0227zbk/gaia22702eu.html

MÉDICOS QUE HAN PASADO POR EL HOSPITAL DE AMARA
Los Médicos que han pasado durante años por el hoy Edificio “Amara” del Hospital Donostia han sido:
José Luis Martínez de Salinas y Salcedo; Luis Fernando de Castro García; Germano Martínez de Salinas y Salcedo; Ángel Juan Fernández Gutiérrez; Manuel Juanes González; Eduardo Carlos Nafría Inciarte; José Francisco Javier Etura y Urruzmendi; Miguel Ángel Villameriel Meneses; Carlos Alberto Lacasa; Luis Marco Jordán; Javier Labayen Berdonces; Rosa Berdejo Lambarri; Vicente Candina; Gonzalo Vivanco; María Castillo; José Esteban Ciruelos; Javier Laparra; José Miguel Tirapu; Joaquín Lineo; Eduardo Clave; Eva Rua y Dra. Vidal, Carlos Salinas, Dr. Balenciaga; Itziar Izaguirre. Dr. Furest; Dr. Teller, Dr. Pinilla, Félix Esteban; José Eulogio Gutiérrez; Mª Asun Celaya; Fito Herrero; José Francisco Garmendia; Pedro Cosmes; Antonio Barrios; Antonio Cabarcos; Alejandro Joral; Felicitas Villas; Pedro Aranegi; Koldo Salinero; Paz Córdoba y Juan Aycart. Posteriormente vienen más facultativos. Boticario: Iñigo Aguirre Zubía. Microbiólogo: Javier Barrenetxea Maiztegi.

A.T.S Y ENFERMERAS
Remedios Ruiz Infantes; María Jesús Gorrochategui Zabarain; María Teresa Cabezas Fraile; Salustiana Nalda Gil; Sor Isabel Villanueva Erviti; Sor Gregoria Uranga Azcarreta; Sor Teresa Urteaga Iriberri; Sor Teodora Cortés Lasierra; María Rosa Besné Oliva; Ana María Ugarte Beguiristaín; María Pilar Muñoz Múgica; María Luisa Ayestarán Soroeta; Sor Josefa Fernández Pérez; Isabel Pedrosa Morillo; Sor Ana Francisca Peña Alberdi; Sor Amparo Atucha Urtizberea; María Mercedes Zapiain Atucha; María Bernarda Aguirrebengoa; María Asunción Sagredo Sanz; María Begoña Avalos Ochotorena; Pilar Baztarrica; Esperanza González; Carmen Oyón; Rosa Aguirre; Coro Alcorta; Nerea Txakartegi; Tere Beares; Emilio Casares; Cándi Cue; Charo Fernández; Ana Galán; Mª José García; Mª Ásun García; Cristina Goikoetxea; Agurtzane Insausti; Mª Jesús Inza; Isabel Izaguirre; Anunciación Jiménez; Carmen Loyarte, Pili Martín; Ana Mugika; Mª Sol Otegi; Rosa Pascual, Ana Redondo; Mª Mar Ruiz; Amparo Saldaña; Lourdes Saldaña; Mª José Santamaría; Txaro Sanz; Manuel Solórzano; Puri Tena; Ana Urresti, Mª José Zufiaurre; Nuria Durán; Elena Legorburu; Vicenta Nogales; Elena Pérez; Eugenia Garmendia; Elisabete Makazaga; Carmen González; Gurutze Arregui; Ana De Miguel; Leonor Munárriz (Directora de Enfermería). Después de estos años han trabajo muchas más enfermeras y enfermeros en dicho hospital.

Hoy en día el Edificio “Amara” del Hospital Donostia está totalmente reformado y habiendo cumplido ya sus primeros 50 años.
La apasionante historia de la medicina y la enfermería en Tolosa (Gipuzkoa). Artículo publicado el día 25 de abril de 2009
http://enfeps.blogspot.com/2009/04/la-apasionante-historia-de-la-medicina.html
Libros consultados
La Tuberculosis a través de la Historia. Jesús Sauret Valet
Historia de la Terapéutica Inhalatoria. Jesús Sauret Valet
Cien Años de Neumología. 1900 – 2000. Jesús Sauret Valet

Agradecimientos
Jesús Sauret Valet
SEPAR
Laboratorio Pfizer, S.A.
Laboratorio Ancora S.A.

Fotos: Las fotos están escaneadas de los mismos libros que cito, de Internet y de mi colección particular.

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
masolorzano@telefonica.net

viernes, 22 de enero de 2010

Notificación Fallo Jurado IV Edición Premios "Fundación Profesor Novoa Santos"

Tenemos la noticia de hace menos de 2 horas: Nuestro compañeros José Mª Rumbo y Luis Arantón, han sido los galardonados con el IV Premio Novos Santos de Investigación en la categoría de Enfermería, con el trabajo titulado "Calidad Clínica de las Unidades de las Unidades de Hsopitalización del Área Sanitaria de Ferrol".
Enhorabuena a los galardonados, suerte y ánimo a todos los que se hayan presentado, igual que la darles la enhorabuena a los demás ganadores, entre los que se encuentra otra enfermera, Ángeles Rodeño Abelleira, que ha participado en el Premio de la Categoría de Gestión, con el trabajo: "La convivencia profesional entre vínculos jurídicos diferentes en el área Sanitaria de Ferrol".

La entrega de los respetivos premios tendrá lugar el próximo viernes 29, durante la I Xornada de Investigación Clínica del Área. Allí nos veremos!!

domingo, 17 de enero de 2010

VII CONGRESO DE LA ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE TALASOTERAPIA

SAN SEBASTIÁN 1935

Ciertamente, y con justa razón, se viene llamando a San Sebastián la ciudad bella, así comenzaba su disertación Manuel Munoa en el prólogo de este congreso. No es corriente encontrar una urbe tan privilegiada, donde la naturaleza y la mano del hombre se pongan más de perfecto acuerdo para producir una obra llena de serenidad, bellas proporciones y poética armonía. Y es que, ante los ojos asombrados de nuestra imaginación, parece nacida del mar, entre diásporas brillantes, como una concha marina, acariciada por la espuma juguetona de las olas, que besan sus orillas con delicados susurros de amor.

Con ocasión del congreso se le pidió a Mariano Doporto, director del Observatorio meteorológico de Igueldo que dijese el número de horas de sol, que tenía San Sebastián en 1935, a lo cual él contestó que 1.740 horas al año.

También se encomendó a Manuel Vidaur, director del Instituto Municipal de Higiene que nos diese unos cuantos datos de La Sanidad en San Sebastián. Contaba en aquel año de 83.545 habitantes, con un presupuesto de 10.965.670 pesetas, destinando a Sanidad y Beneficencia la cantidad de 2.031.494 pesetas, o sea el 18,52 % de su presupuesto.

Los Servicios sanitarios. En 1904 fundó el Negociado Municipal de Higiene, primero creado en España y en 1907, organizó el Cuerpo de Policía Sanitaria cuya misión es vigilar la higiene en el interior de la vivienda. Desde el año 1925 funciona el Instituto Municipal de Higiene con sus tres secciones de Bacteriología y Desinfección, Laboratorio Químico y Servicios Veterinarios.

Beneficencia y Sanidad. Cuenta San Sebastián con un servicio completo de asistencia médica a domicilio para los pobres, con servicio de asistencia a partos a domicilio y una Maternidad modelo de instalación y organización. Su hospital capaz para 450 enfermos, hoy en día insuficiente y que pronto será sustituido por otro de nueva planta para 600 camas, ya en construcción y que será uno de los mejores de Europa. La lucha contra el cáncer se desarrolla con ímpetu que merece la obra y su Instituto Anticanceroso, es una prueba de su importancia. Además cuenta con un Dispensario Psiquiátrico, otro de lucha contra las enfermedades venéreas y un servicio perfecto de Casa de Socorro, para los casos de urgencia y asistencia Odontológica.

La protección a la infancia es intensa, con la Inspección Médico Escolar, Colonias escolares, Preventorios, etc.

La lucha contra la tuberculosis ha sido seguramente una de las más interesantes acometidas. Funciona con todas las normas científicas y sociales modernas, un Dispensario desde hace 23 años, habiendo sido reconocidas en el año pasado 2.400 personas. La hospitalización de tuberculosos está asegurada con más 100 camas en el Hospital y 80 de su Preventorio, para una mortalidad de 126 habitantes al año, sin contar la participación del Sanatorio Provincial de Andazarrate, que tiene 85 camas. La vacunación contra la tuberculosis por la B. C. G. es una gran obra del Instituto Provincial de Higiene y durante el año 1934 fueron vacunados más de 3.500 niños en toda la provincia.

El VII Congreso Internacional de Talasoterapia empezó bajo el Alto Patronato de S. E. El Presidente de la República Española Niceto Alcalá Zamora. El presidente del Comité Permanente y Profesor de la Academia de Medicina francesa de Paris el Profesor Marcel Labbé, Presidente de Honor el Profesor Gregorio Marañón y el Presidente del Comité Organizador el Dr. Emiliano Eizaguirre, Jefe del Servicio de Tuberculosos del Hospital San Antonio Abad y Presidente del Colegio Oficial de Médicos de Guipúzcoa.

Se leyeron los estatutos y reglamentos de las sesiones tanto en español como en francés, en la Sección A con el tema “Tratamientos de las adenitis cervicales” su presidente fue el Dr. Luis Ayestarán. En la Sección B con el tema “Indicaciones y contraindicaciones de los baños de sol”, su presidente fue el Dr. José Beguiristain.

El Congreso comenzó el sábado día 27 de julio con la Sesión inaugural del Congreso en el Salón de Actos del Instituto de Peñaflorida, bajo la presidencia de S. E. el Presidente de la República. A las 11 de la mañana discusión de las ponencias presentadas a las dos secciones antes citadas, y después de almorzar sobre las 15,30 se empezó la discusión de los diferentes temas. A las 18 horas visita guiada al Museo de San Telmo, Lunch y Concierto con el Orfeón Donostiarra, ofrecidos por la Excelentísima Diputación de Guipúzcoa y el Excelentísimo Ayuntamiento de San Sebastián. En dicho museo se encuentran las magníficas pinturas murales del gran artista español José María Sert.

El domingo 28 a las 9,30 de la mañana se realizó una excursión por la costa, saliendo del Gran Kursaal la caravana de coches conducidos por los congresistas, al abandonar la población por la carretera de Madrid se hallan las fábricas de jabones de Lizarriturry y Rezola y a continuación la de chocolates Suchard. A 5 kilómetros en Añorga se encuentra la fábrica de cementos Rezola. Entrando en Lasarte en primer término y a la izquierda el campo de Golf, al fondo el Hipódromo de Lasarte, en estos mismo terrenos se alzan las fábricas de Aceros de Lasarte y las de neumáticos Michelín. A continuación se divisa el histórico barrio de Zubieta, donde se reunieron las autoridades y fuerzas vivas de San Sebastián en el año 1813, acordando reedificar la Ciudad, incendiada durante la guerra de la Independencia. Posteriormente Usúrbil, Aguinaga, Orio, Zarauz, Guetaria, pueblo de pescadores y patria de Juan Sebastián de Elcano, cuyo monumento, obra de Victorio Macho, se halla en la entrada. Siguiendo hasta Zumaya.

Vuelta a comer a Zarauz donde el ayuntamiento ha dispuesto una cordial acogida a los congresistas, ofreciéndoles algunos característicos festejos vascos, en los que el “txistu” y el “tamboril” bordarán sus notas típicas, al son de las cuales pequeños “dantazaris” bailarán las clásicas danzas del país. Luego los “aizkolaris”, leñadores vascos, fuertes y hábiles, lucirán su vigor en homenaje a los Congresistas. Posteriormente les fue servido un atrayente aperitivo. El itinerario de regreso fue por Aya, Enfermería de Andazarrate, Asteasu, Villabona, Andoain y San Sebastián, para llegar a las 16 horas para ver la gran corrida de toros, la fiesta será presidida por distinguidas y bellas señoritas, hijas de médicos.

Se lidiará un toro como en los tiempos de “Martincho”, con zaguanete de alabarderos guardando la puerta del redondel. Luego seguiría la corrida ordinaria con La Serna, Manolo Bienvenida y Garza, tres matadores de acreditado renombre en el mundo taurino.

El lunes 29 de julio a las 10 horas siguieron debatiendo los dos temas principales del congreso para ir a las 12 del mediodía de visita al Balneario de la Perla del Océano, aperitivo ofrecido a los Congresistas por el Consejo de Administración del Balneario. Siguieron discutiendo a la tarde sobre los mismos temas y a las 10 de la noche Función de Gala en el Teatro Victoria Eugenia, con la participación de la Orquesta Filarmónica Donostiarra que dirige el Maestro Figuerido. Espectáculo de bello arte Folklórico nacional con el concurso de “El Embrujo de Andalucía”, fiestas andaluzas del Maestro “Realito”; “Katazka”: estampas, danzas y coros, por el Orfeón Donostiarra bajo la dirección del Maestro Gorostidi y el conjunto artístico aragonés dirigido por Felisa Galé y José Otto. Suplicada la etiqueta.

El martes 30 de julio y después de seguir con las sesiones acudieron a las 12 del mediodía a visitar el Instituto Radio-Quirúrgico y a la Casa de Maternidad. A las 15,30 continuación de las sesiones del Congreso, para realizar la clausura a las 19 horas. Y por fin a las 22 horas Gran comida de Gala, en honor de los Congresistas, en el Hotel de Londres e Inglaterra. Amenizarán esta fiesta distintos elementos artísticos y la orquestina “Good Star”.

El Discurso inaugural del Congreso fue pronunciado por el Presidente del Comité Organizador Dr. Emiliano Eizaguirre y empezó diciendo: La Asociación Internacional de Talasoterapia fundad en Paris por el Profesor Verneuil en 1895, tiene la misión de desarrollar los temas de terapéutica por el clima marino, que si ciertamente, desde la más remota antigüedad la Medicina se ocupó de determinar sus indicaciones, ha pasado por vicisitudes en las que el empirismo se enseñoreó e hizo olvidar que precisaba una atención importante. Cuenta Plinio el naturalista, que un tal Sergio Orata, hizo llevar el agua del mediterráneo a sus baños de Bahía, y este ejemplo fue seguido por Luculus, pero no se habla de la acción terapéutica de sus aguas, y no puede compararse este ejemplo con la acción del clima marino.

Quinientos años antes de Jesucristo, Herodoto y Eurípides, preconizaban el clima marítimo para la curación de la tuberculosis. Cicerón aseguraba que su curación era debida a los innumerosos viajes por el mar Mediterráneo. Celso, Areteo y Galeno recomiendan los viajes por mar para la curación de la tisis. Pero queda un paréntesis largo hasta que en la segunda mitad del siglo XVIII se ocupan en Inglaterra y Alemania de las indicaciones terapéuticas de la “Talasoterapia” y comienzan a levantarse establecimientos en las costas del mar del Norte, Báltico y de la Mancha, y más tarde a comienzos del siglo XIX se establecen en Francia, Dieppe y Boulogne, así como en España, Italia, Bélgica, etc.

En España, en el Código Penal de 1870 se citan reglas de decencia y seguridad en las playas y de las penalidades a los contraventores. En el año 1879 y 1883 se dictan instrucciones para la construcción de balnearios marítimos.

En San Sebastián se habla ya de los baños de mar en la Playa de la Concha en el año 1843 por Siro Alcain y cita que por esa época puso él, con Gabriel María Laffitte, abuelo de nuestro ilustre abogado y periodista del mismo nombre, la primera caseta de baños que pronto fue imitada y en el año 1845 se construyó una caseta para la entonces Reina niña doña Isabel II.

En el año 1867 se construyó un balneario de madera con servicio de balneoterapia médica y ya desde el año 1911 contamos con el actual establecimiento construido con todos los adelantos. Por último, en el año 1924 se retiraron las casetas de madera que por medio de ruedas transportaban a los bañistas hasta la orilla y hoy es modelo de playa la nuestra de la Concha, por sus perfectas instalaciones de cabinas no igualadas por ninguna playa extranjera.

En el tratamiento de las Adenitis Cervicales Tuberculosas, las conclusiones del Dr. Álvaro López Fernández nos decía así:
El tratamiento de la tuberculosis de los ganglios linfáticos del cuello, está influenciado por las aficiones y los medios en que se desenvuelven los distintos autores.
Con todos los múltiples medios empleados se obtienen un tanto por ciento de curaciones, si bien ninguno constituye un proceder específico.
A nosotros nos parece el más indicado, y con el que se obtienen resultados más satisfactorios y duraderos, cien por cien de curaciones, la permanencia en un Sanatorio Marino.
La aplicación de los baños de sol, es el mejor medio de tratamiento local, por lo menos es el que en nuestras manos dio los mejores resultados. Ahora bien, hemos de considerar que estamos, posiblemente en el punto de Europa de más horas de soleación al año.

En los casos fistulizados, el término medio de tiempo de curación fue mayor que en las formas no reblandecidas ni caseificadas.
Los resultados estéticos obtenidos con el método indicado fueron bastante agradables, de todas formas superiores a los que se tienen con el proceder quirúrgico.
Considerado costoso y difícil el ingreso de los enfermos en un Sanatorio del Estado, no lo es tanto la permanencia en Colonias Escolares de playa, costumbre muy difundida en España, y sería de desear fueran seleccionados estos enfermos para remitirles a las citadas Colonias.
El tratamiento radioterápico, capaz de dar un apreciable tanto por ciento de curaciones debe ser aplicado por persona enterada del asunto, con lo que el rendimiento será mucho mayor.
A nosotros no nos parece necesario el empleo de las inyecciones modificadoras, quedando reducido a las punciones evacuadotas en los casos de ganglios reblandecidos.
Creemos que en la actualidad el tratamiento quirúrgico debe ir siendo abandonado, y lo consideramos solo indicado en el caso de ganglios calcificados y grandes que constituyen una deformidad para el enfermo.
El mejor tratamiento de los queloides y cicatrices desfigurantes está constituido por la radiumterapia.

Este libro del VII Congreso de la Asociación Internacional de Talasoterapia de San Sebastián, 1935; acabóse de imprimir en los talleres tipográficos de la Editorial Itxaropena, S. L. de Zarauz en Guipúzcoa, el día 28 de diciembre de 1935.

Hoy en día en su lugar sigue La Perla. En el incomparable marco de la Bahía de La Concha se encuentra el Centro Talaso Sport La Perla, Un Centro de Talasoterapia y Deportivo situado a pie de playa que aúna los beneficios del mar con la puesta en forma. La Perla es la heredera natural de la “Belle Epoque” donostiarra. Hace más de un siglo la Reina María Cristina establece en la ciudad el centro de veraneo de la Casa Real. Los baños de mar formaban parte de los placeres refinados de los veraneantes. Actualmente en el Centro de Talasoterapia La Perla encontrará la más moderna tecnología en más de 4.500 m2 donde la salud y el bienestar es lo primordial. Características de las aguas: Agua de mar a una temperatura de 32 ºC a 37 ºC.

Indicaciones Terapéuticas: Programas terapéuticos, tratamientos de estética, de relax y antiestrés, salud y bienestar, programa físico deportivos y programa de dietética y nutrición. Programas personalizados. Sus servicio son: Circuito Talasoterapia de puesta en forma: Piscina de hidroterapia y relax, jacuzzi panorámico, baño de vapor con sala de hielo. Zona de contrastes con piscina y estanque de agua fría, baño de vapor marino, sauna seca y zona de descanso con tumbonas y camillas de infrarrojos. Tratamientos Individuales Terapéuticos, de Relax y de Estética: hidromasaje, chorros, duchas escocesas y circulares, envolturas de barros y algas o masajes bajo agua de mar. Consulta Médica, Estética y servicio de Dietética y Nutrición. Gimnasio: maquinas cardiovasculares y de musculación. Clases de aeróbic, Step, Fitness y ciclismo indoor, dirigido todo por profesionales y con acceso libre a la playa. Café – Restaurante: Situado en la misma playa, se convierte en un lugar paradisíaco donde disfrutar de una excelente cocina. Dos terrazas, cafetería con vistas al mar y Restaurante Mirador sobre la misma bahía.
http://www.la-perla.net/

Agradecimiento
Francis Tamayo
Olga Sánchez Sendin
Centro Talaso Sport La Perla

Fotos: Las fotos están escaneadas del mismo libro y de Internet. Hay también fotos del libro San Sebastián, en la tarjeta postal y en la “Belle Epoque”. 2ª edición de Paco Barrio Pangua

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
masolorzano@telefonica.net

domingo, 10 de enero de 2010

EL HOSPITAL DE NAVARRA Y EL DESARROLLO DE LA CIRUGÍA

1854 – 1968

Este libro realizado por el Dr. Javier Álvarez Caperochipi, nos trae buenos recuerdos de cómo empezó el Hospital de Navarra, y sus comienzos en la cirugía. Está editado por el Gobierno de Navarra y tiene 143 páginas.

Javier es doctor en Medicina y Cirugía, especialista en Cirugía General. Residente y Adjunto del Hospital de Navarra entre 1964 y 1975. Jefe Clínico en el Centro Ramón y Cajal de Madrid entre los años 1975 a 1982. Jefe de Departamento de Cirugía del Hospital Donostia desde 1982 hasta su jubilación en el año (30.11.2008). Ha sido Presidente de la Academia Médico – Quirúrgica de Gipuzkoa. Ha formado parte del Comité Científico de la Asociación Española de Cirujanos; del Comité Editorial de las revistas de Cirugía Española, Barcelona Quirúrgica y de “The World Journal of Hernia”. Autor de varios libros de cirugía, “Cierres de laparotomía”, “Cirugía de la pared abdominal” y de 86 artículos en revistas de la especialidad. Premio 2005 de la Fundación Sanitas de relatos literarios cortos. En el año 2007 presidió la XVI Nacional de Cirugía que se celebró en San Sebastián.

En su último libro hasta ahora conocido, nos dice en su dedicatoria el bonito agradecimiento a los compañeros que le precedieron y dice así: A la memoria de Fermín Irigaray, Juan Lite, Avelino Álvarez, “santo y seña” del Hospital durante más de medio siglo, y a cuantos participaron en el mismo empeño. (Avelino Álvarez fue su padre).

Nos decía que la “cirugía” es una especialidad de la medicina que tiene la particularidad de que su acción curativa se realiza a través de la mano del operador, por lo tanto, se dedica a estudiar de preferencia aquellas enfermedades, que en el transcurso de su evolución pueden beneficiarse de la actuación directa del cirujano.
La palabra cirugía – kheirourgia procede de kheir (mano) y ergon (obra). Aquí me quiero referir en todo momento, al citar el genérico el término cirugía, a la cirugía general como rama troncal principal, que unificaba a todo el cuerpo de conocimiento y de la que saldrán con el tiempo las especialidades.

Los antecedentes del Hospital de Navarra hay que buscarlos en el Hospital General de Pamplona de la Misericordia, en funcionamiento desde el siglo XVI, un antiguo y viejo hospital de múltiples funciones (hospital, albergue, asilo, venta ambulante y cementerio). En 1854 pasa a denominarse Hospital de Navarra y se convierte en un hospital estrictamente médico de ámbito provincial. Este edificio renacentista fue construido en 1547 y fue hasta 1932 el Hospital General de Nuestra Señora de la Misericordia, su portada plateresca y su iglesia renacentista con bóveda gótica estrellada fue levantada en 1550 y enriquecida con cuatro retablos.

Un siglo es un período largo, en el que acontecen muchas situaciones especiales que inciden en la vida del Hospital. Cuatro guerras civiles, dos conflictos mundiales, cambios en las políticas sanitarias, el Seguro Obligatorio de Enfermedad; descubrimientos brillantes de la ciencia, los antibióticos, anestesia general, las transfusiones de sangre y creación en vecindad de otros hospitales de alta calificación.

Para una ciencia que ha encontrado el camino de su desarrollo, ciento veinticinco años en casi un infinito. Heraclio de Éfeso, decía: “No puedes meterte dos veces en el mismo río porque nuevas aguas están constantemente fluyendo junto a ti” y Núñez Puertas hace pocos años afirmaba “El cirujano en el curso de su ejercicio profesional, se verá obligado a cambiar de dos a tres veces, todo su caudal de conocimientos”.
Leer y releer la historia de la Medicina, ha sido uno de los buenos consejos recibidos, ayuda a situarse, a entender mejor las enfermedades, a no repetir errores; Cushing instaba a sus discípulos a conocer toda la evolución de los conocimientos antes de ejercer y mucho antes de investigar; Marañón utilizaba los textos de historia de la Medicina, como libros de cabecera y reconocía que aparte de serenarle el ánimo, siempre le aclaraban las ideas.

En el prólogo su amigo y compañero José Miguel Lera Tricas, resumía aportando la pasión de Javier por su profesión y por la escritura reflejando en este libro un estilo ameno y eficaz que convierte en premonitoria y especialmente afortunada la primera frase del autor: “Tengo una bonita historia que contar…”. Sea en buena hora.

Es imposible e impensable que pueda resumir su magnífico libro en este pequeño trabajo en minúsculas, pero vamos a intentar resaltar lo que nos parece más relevante o más bonito para su lectura.

El siglo XIX fue una centuria nefasta, hubo de soportar epidemias graves como la fiebre amarilla, tifus, viruela, cólera, tuberculosis, etc. La cirugía apenas acababa de alcanzar la categoría de ciencia. En aquellos “felices días”, la vida de la mayoría en expresión de Thomas Hobbes era “mezquina, brutal y corta”. Muchos miles de personas morían cada año, de forma prematura, por culpa de la época que les había tocado vivir y del poco desarrollo de la medicina.

En la primera mitad del siglo XIX la cirugía era una rama menor de la medicina, con muy poca actividad, malos resultados, ubicada en los sótanos de los hospitales, en zonas de dudosa salubridad, atendida en el postoperatorio por personal no cualificado. El dolor era inevitable, el olor a “pus loable” era consustancial con el resultado inmediato de las operaciones, la sala de operaciones mal iluminada tenía en el suelo serrín para poder absorber la sangre y el pus.


En 1874 Sir John Erichsen, afirmaba: “Un cirujano sabio y humano, jamás operaría el abdomen, el tórax o el cerebro. En el actual estado de la cirugía, la idea de abrir el abdomen y cerrar la incisión es demasiado utópica”. Uno de los mejores cirujanos de la historia, Billroth, comentaba en 1883 “El cirujano que intente suturar una herida del corazón, debe perder para siempre, el respeto de sus colegas”.
En el último tercio de siglo, todo iba a cambiar; bastaron los primeros efluvios del éter y del cloroformo, para empezar lo que se denominó “victor dolore” (la victoria sobre el dolor) reforzada años más tarde con la aparición de los anestésicos locales. La sala de operaciones dejaba de ser un centro de tortura.

Louis Pasteur descubriría al mismo tiempo, que existían microorganismos causantes de infecciones, que se podía hacer desaparecer del campo operatorio. De los trabajos de Pasteur se deducía, que la infección quirúrgica y el famoso “pus loable”, no era por mala suerte ni por culpa del destino, sino que era debida a los gérmenes que pululaban por todos los lados y contra los que había que luchar con todos los medios. El propio Pasteur diría: “Si yo tuviera ese honor de ser cirujano, utilizaría instrumentos de una limpieza perfecta, lavaría mis manos con escrupuloso cuidado, y emplearía hilos, gasas o vendas, sometidos a una campana de aire caliente de más de 130 grados”. Había nacido uno de los pilares donde se asentaría la cirugía: La asepsia.

En este despertar de la cirugía, Navarra tuvo un representante muy destacado en la figura del Profesor Alejandro San Martín Satrústegui, de Larrainzar del valle de la Ulzama, Catedrático de Madrid, del Hospital San Carlos (1883 – 1908), primer maestro de maestros, que publicó su tratado de la especialidad “Curso de Patología Quirúrgica, lecciones de Cátedra”; compendio de todas las posibilidades de la especialidad. Libro de estudio obligado de la época, que será citado siempre por sus discípulos, entre ellos por el propio Gregorio Marañón.
Habían existido tres montañas insuperables, que habían retrasado el desarrollo de la cirugía: el dolor, la infección y la manera de evitar y resolver las pérdidas sanguíneas. Vencidos los tres escollos comienza en expresión de Jürguen Thorwald el “triunfo de la cirugía”, aunque otros prefieren el término “revolución quirúrgica”, o simplemente “cirugía científica”.

Los hospitales de la tradición medieval, tenían un significado diferente a los actuales, el término hospital deriva del latín hospidium – hospedaje. Eran establecimientos de atención a los pobres y necesitados, de ejercicio de la caridad; también se trataban las enfermedades de los pacientes sin medios económicos o sin apoyos familiares. No existía la cultura de hospitalización y los enfermos normales eran atendidos de preferencia en sus domicilios. Se puede añadir que además existía un cierto rechazo social y recelo a esta forma de “casa de acogida”. En la literatura nos encontramos con muestras claras de lo que acabamos de decir; se escribe del hospital como: “la mansión de la pena”, “la sima de la miseria”, “el lugar de horribles sufrimientos, con mendigos que yacen juntos y mueren agotados por el hambre y las necesidades”.

Durante el siglo XIX fue cambiando este concepto y se fue sustituyendo por el de hospital de fines estrictamente médicos, de atención exclusiva de la salud de todos los ciudadanos, no solo de los pobres o necesitados; y a finales de siglo se comenzaría a construir nuevos establecimientos con nuevos objetivos. Serán hospitales formados por pabellones independientes; edificios de dos o tres alturas, con salas para albergar sin agobios camas para treinta pacientes, con amplios ventanales para favorecer la ventilación la entrada de luz y sol, con patios y jardines para disfrutar de una vista agradable del entorno, construidos según las normas del Congreso de Higiene de Bruselas de 1875, y según modelo europeo (Hamburgo, Lieja) o americano (Baltimore).

El Hospital General de Pamplona también llamado Nuestra Señora de la Misericordia, fue fundado en 1556 por Remigio Goñi, ocupaba una superficie de 2.600 metros, dependía del Ayuntamiento, disponía de 400 a 600 camas, y en su interior estaban divididas en salas con nombres como estos: Santa Ana, Santa Marta, Convalecencia, Soledad, Padre Eterno, Santiago, distribuidas por edades y patologías: varones, hembras, niños, tísicos, convalecientes y dementes.
El hospital disponía de cementerio propio a un lado de la Iglesia y también en el subsuelo de la capilla. Estos hábitos se mantuvieron hasta 1808.

Este hospital ha sido referencia obligada de la vida de la ciudad durante varios siglos, ha sido al mismo tiempo: hospital, asilo, albergue, centro de acogida y también ha cubierto la crisis de otras instituciones. Su misión como hospital para pobres y necesitados no la perdió nunca, conforme fueron pasando los lustros fue poco a poco cumpliendo funciones de hospital asistencial de enfermos.

Entre las Ordenanzas del Hospital de 1730 se señalaban los deberes de los médicos y de los cirujanos. Los primeros son de una escala superior, y en relación a los cirujanos se dice: “Deberán ser aprobados por el Colegio San Cosme y San Damián de la ciudad y después seleccionados por un comité del hospital en atención a méritos e inteligencia. Una vez conseguida plaza. Deberán curar a los enfermos “por sí mismos”, dos veces al día los tendrán que ver, sin delegar en mancebos; actuarán con sosiego y caridad y consultarán entre ellos los casos difíciles”. Sin tener una dependencia completa de los médicos, recabarán su consentimiento para alguna de las prácticas. Por aquellas fechas el Protomédico Doctor Sagaseta denunciará el exceso de algunos cirujanos en practicar sanguijuelas sin permiso de los médicos. Se exigía a los cirujanos ser limpios de sangre, que significaba no tener entre los ascendientes: judíos, herejes, moros, penitenciados y agotes.

En 1757 la nomenclatura era diferente, por ejemplo al esófago le denominan tragadero y al estómago vejiga. Sin embargo los conocimientos de cirugía y sus técnicas operatorias son rudimentarias con expresiones como calenturas malignas, vómitos ígneos, cólicos compulsivos, desajuste de humores, etc.

En aquellas épocas los cirujanos se dedicaban a practicar sangrías, aplicar sanguijuelas, ungüentos, tratamiento y cura e las heridas, también realizaban amputaciones de dedos, pies o piernas; y también al afeitado y corte de pelo, los cirujanos barberos.
En 1849 se inaugura el Hospital Militar, empujado por las circunstancias bélicas asumirá desde su nacimiento un gran protagonismo. En sus primeros años de guerras carlistas, en los tiempos de Nicasio Landa, será referencia universal de comportamientos humanitarios de la guerra “La Caridad en la contienda”, también en las técnicas del traslado de los lesionados, en los primeros auxilios y en los tratamientos en los centros de internamiento.

A partir de 1854 pasa a depender de la Diputación de Navarra, no pudiendo escoger peor momento para hacerse cargo, van a suceder una serie de calamidades consecutivas que no van a dejar espacio para una buena planificación, algunos lo dominaran como hospital de epidemias o “delirio de guerras tifoideas”.

Este hospital estaba formado por dos pabellones rectangulares unidos en forma de escuadra, con planta baja y tres alturas y la Iglesia de la Misericordia, en paralelo con una de las alas del hospital. En el sótano estaba la botica, en el bajo las cocinas y el lavadero, y en las tres plantas las salas de hospitalización. Junto a la Iglesia estaba el antiguo cementerio, que ya se encontraba fuera de uso. Lo primero que hicieron los gestores en 1871 fue hacer el reglamento de régimen interior, que luego lo fueron modificando.

En uno de los artículos dice: los cirujanos son responsables de todo el personal auxiliar que acuda eventualmente a la sala de operaciones. Queda claro que las operaciones se realizaban de cuando en cuando, no existiendo personal fijo para su atención; este había que improvisarlo sobre la marcha. Se cita la figura del “Practicante Mayor”, encargado de la conservación del instrumental operatorio, que puede llegar a sustituir al cirujano jefe en la visita a la sala y que en alguna ocasión llegaría a atribuirse funciones de operador, teniendo que ser llamado al orden.

Nicasio Landa Álvarez, hijo de Rufino Landa, será el fundador de la Cruz Roja, un personaje que eclipsará a todos los de su época. Era médico militar y sus acciones vendrán dirigidas desde el Hospital Militar de Pamplona, pero su fuerte personalidad y los graves conflictos en Pamplona, le facultarán para extender sus decisiones hasta el Hospital Provincial.

Nicasio en el encabezamiento de uno de sus informes decía: Desde el momento que un soldado cae herido, la pie de su bandera, se convierte en un ser sagrado.
Con ocasión de la batalla de Oroquieta, se pone por primera vez en práctica, el espíritu de neutralidad del herido, estos, sean del ejército de la nación o carlistas, son trasladados al Hospital Militar. Cuando se encuentra saturado, sin sitio, se habilitaran otros centros de la ciudad. El Hospital provincial dedica una sala entera para los heridos y la atención a los mismos es llevada directamente por Nicasio Landa y otros médicos cirujanos. Las guerras carlistas no sólo produjeron heridos, también aportaron calamidades. Las tropas carlistas cortaron el suministro de agua a Pamplona (1874), y los ciudadanos se vieron forzados a abastecerse sin control sanitario del agua del río Arga y de pozos particulares; la consecuencia fue una grave epidemia de disentería tífica y paratífica con alta mortalidad. Afortunadamente Salvador Pinaqui solucionó pronto el problema al encontrar un nuevo manantial de agua potable cerca del río, que fue bombeada a la ciudad.

La guerra carlista terminaría, pero apareció con gran virulencia en 1885 el cólera. En España con una población de 15 millones fallecieron 800.000 y en Navarra en particular este brote afectó a 12.896 personas, falleciendo 3.161.

A principios de siglo, comienzan unos años de tranquilidad social, de desarrollo industrial, de avance de la construcción, de asentamiento en Pamplona de varias órdenes religiosas femeninas. “El Hospital” se ha convertido en un centro asistencial puro consolidado, especializado en el tratamiento de enfermedades de atención médica, apoyado en una administración eficiente.

La tranquilidad no va a ser completa, otra enfermedad antigua grave, va a incidir de forma importante en el cambio de siglo y se va a instalar hasta después de finalizada la guerra civil española de 1936, se trata de la tuberculosis, también conocida como tisis o peste blanca, menos espectacular que el cólera pero más dañina. Afectará de forma endémica a todo el país, será una de las causas más importantes de mortalidad de la población, 40.000 muertes por año en España, equivalente al 10 % de todas las defunciones.
El cirujano siempre había sido un obrero menor dentro de la profesión sanitaria, en los primeros años sin estudios “cirujano – barbero”, después con una titulación de menor categoría que la del médico. La figura académica del cirujano se potenciará en la segunda mitad del siglo XIX, al igualar los estudios con los médicos. En 1886 un Real Decreto del Ministerio de Fomento, unifica y simplifica los estudios de Medicina, desapareciendo las diferentes titulaciones. Con este decreto todos los licenciados en medicina, son a la vez médicos – cirujanos.

Por ello dejan las antiguas funciones de médico – barbero en manos de los “practicantes”.

Los “Practicantes” serán unos personajes importantes en la vida del hospital, sobre todo después de que los cirujanos equiparen su titulación con los médicos. Esta última coyuntura hará que los practicantes asuman alguna de las funciones de los antiguos cirujanos y además se conviertan en los mejores colaboradores de los mismos. En 1885 conseguirían su título oficial.

Se conocían dos ramas de Practicantes, los “aparatistas” que se encargaban de dietas, curas, baños, y los “topiqueros” que acompañaban en la visita, realizaban las sangrías y aplicaban las sanguijuelas; también había “practicantes de farmacia” que elaboraban los medicamentos que se prescribían, a las órdenes del farmacéutico.

Manuel Ajarnaute, Nicolás Labayen, Benito Moratel, Créspulo Segura, son alguno de los nombres de practicantes de cirugía que hemos encontrado en los Archivos. En 1924 el sueldo de los practicantes era de 2.000 pesetas brutas al año y en un comunicado interno se anotaba, que era más práctico contratar a las monjas que hacían el mismo trabajo pero resultaban mano de obra mucho más barata.

Capítulo aparte es el llamado “Practicante Mayor”, profesor de cirugía de segunda clase, encargado del mantenimiento y cuidado de la sala de operaciones. El primero de ellos fue José María Larrayoz.
Entre 1880 y 1940 se instalaron en Navarra 54 órdenes religiosas que se dedicarán de preferencia a la enseñanza y al cuidado de los enfermos. Destacarán Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y Las Siervas de María.

Con anterioridad a las órdenes religiosas organizadas existieron: Freires, beguinas, beatas, mulieres sanctae; se trataba de organizaciones seglares sin votos, que cumplieron voluntariamente y durante muchos años unas misiones muy necesarias.

En una entrevista realizada por el Diario Vasco a Javier nos decía que: Antes. «El cirujano antiguo era un hombre muy especial. Tenía que ser muy rápido cuando operaba, porque si no los enfermos se morían por la anestesia. Era muy agresivo, un poco orgulloso y vanidoso» ¿Y su repercusión social? «La sociedad lo adoraba porque lo veía como un ser muy importante. No deja de ser curioso que cuando la gente se moría de apendicitis, hace unos cien años, el cirujano era el profesional más importante. Eso sí, no era un científico».

Agradecimiento: Lurdes Ubetagoyena Amado. Responsable de Prensa de Sanidad de Gipuzkoa y Jefe de Comunicación del Hospital Donostia.

Fotos: Las fotos están escaneadas del mismo libro y de Internet.

Manuel Solórzano Sánchez
Enfermero Hospital Donostia. Osakidetza /SVS
masolorzano@telefonica.net